domingo, 6 de agosto de 2017

[A vuelapluma] El mundo de hoy





En el prólogo de una de los libros más hermosos que he leído nunca, Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar, su autora cita una impresionante frase de Gustave Flaubert: "Los dioses no estaban ya y Cristo no estaba todavía. Y de Cicerón a Marco Aurelio hubo un momento único en que el hombre estuvo solo". La cuestión es que por una de esas asociaciones de ideas que surgen sin saber muy bien por qué, leyendo las páginas finales de La democracia en Europa de Daniel Innerarity, he recordado la frase de Flaubert y su cita por Yourcenar. 

Cuenta Innerarity en su libro la anécdota de un presidente del parlamento alemán, aficionado a hacer coincidir sus visitas oficiales con países en los que había algo que cazar, que tuvo una experiencia desconcertante en la antigua colonia alemana de Togo. Mientras era conducido del aeropuerto a la ciudad, comenta, la multitud exclamaba algo cuyo significado le intrigaba. Su anfitrión le explicó entonces que el grito uhuru significaba independencia, lo que el huésped no conseguía entender pues Togo ya era independiente. "Sí, pero eso fue hace mucho tiempo y la gente se ha acostumbrado a ello", le aclaró el presidente togolés.

El mundo ha dado demasiadas vueltas en los últimos años, sigue diciendo Innerarity, pero muchos siguen entonando su grito particular como si aquí no hubiera pasado nada. Aunque nuestros rituales parezcan no haberse enterado, el mundo de Westfalia ha cambiado mucho en estos casi cuatrocientos años. Están produciéndose actualmente una serie de transformaciones de los espacios políticos en virtud de los cuales el mundo relativamente simple de los estados está siendo complementado por nuevos espacios con diferentes relevancia sociales y políticas. En este mundo cambiante hay muchas cosas que o bien han dejado de tener sentido o únicamente lo mantienen si se modifica el contexto, alcance y significado de lo que en su momento constituyó una evidencia. Conceptos como soberanía, marco constitucional, integridad territorial o autodeterminación necesitan ser repensados si no queremos ofrecer el mismo espectáculo que asombraba al visitante alemán.

El Estado nacional, añade, se ha convertido en un actor semisoberano. Buena parte de la política que hacen los estados nacionales está encaminada a simular que actúan en un contexto territorial definido y a disimular las implicaciones y relaciones extraterritoriales en que están atrapados. Se trata de un juego entre la ficción de unidad nacional y la realidad de las dependencias transnacionales. Estamos viviendo un momento de profundas mutaciones en la historia de la humanidad, con la peculiaridad de que ciertas formas de organización de la vida en común se nos están volviendo inutilizables a mayor velocidad que nuestra capacidad de inventar otras nuevas. El envejecimiento de los conceptos es más rápido que nuestras capacidades de reposición. En estos momentos históricos entre el "ya no" y el "todavía no", los seres humanos ofrecemos espectáculos diversos que podrían hacer reír a los togoleses, pues hay quien reivindica lo que ya tiene. quien defiende lo que no está vigente o quien promete lo que no puede, termina diciendo Innerarity.

¿Comprenden ahora el por qué de mi asociación de ideas con la frase de Flaubert citada por Yourcenar?: "Los dioses no estaban ya y Cristo no estaba todavía. Y de Cicerón a Marco Aurelio hubo un momento único en que el hombre estuvo solo". ¿Cómo ahora?, me pregunto...






Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt






Entrada núm. 3706
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[Tribuna de prensa] Lo mejor de la semana. Agosto, 2017 (I)






Les dejo con los Tribuna de prensa que durante esta semana pasada he ido subiendo a Desde el trópico de Cáncer. Espero que les resulten interesantes, y que como decía Hannah Arendt les inviten a pensar para comprender y comprender para actuar. La vida, a fin de cuentas, no va de otra cosa que de eso. Se los recomiendo encarecidamente.

Podía, por ejemplo, haber dimitido, por Soledad Gallego-Díaz.
Desalojar es siempre alojar, por Javier Marías.
Curso para políticos, por Álex Grijelmo.
La traición del juglar, por Yoani Sánchez.
El impasse populista, por Nicolás Baverez.
Contra el Estado del malestar, por Xavier Vidal-Folch.
Hacia la tormenta, por Antonio Navalón.
Héroes y tiranos, por Víctor Lapuente Giné.
Terrazas, por David Trueba.
(In)Autenticidad, por Enrique Gil Calvo.
¿Doblemente desiguales?, por Sandra León.
La revolución bolivariana: una ruta llena de escombros, por José Andrés Rojo.
El cónsul y los vendimiadores, por Lola Pons Rodríguez.
Los vínculos del Reino Unido y la Unión Europea, por Ana Palacio.
Una nueva etapa en Oriente Próximo, por Shlomo Ben Ami.
Los de en medio, por Fernando Vallespín.
¡Qué se le fundan los plomos!, por Gloria Lomana.
Nativos, por Javier Sampedro.
Reformas sin progreso, por Antonio Gutiérrez Vegara.
¡Dictadura!, por Ibsen Martínez.
Un mago de feria, por Sergio Ramírez.
Dioses, por Julio Llamazares.
Mantras, por Jorge M. Reverte.
Dentro y fuera, por Jorge Galindo.
La "Obamacare" se ha salvado porque funciona, por Paul Krugman.

Y desde los enlaces de más abajo pueden acceder a algunos de los diarios y revistas más relevantes de España y del mundo, actualizados continuamente. Espero que los disfruten:

The Washington Post (EUA)
El País (España)
Le Monde (Francia)
The New York Times (EUA)
The Times (Gran Bretaña)
Le Nouvel Observateur (Francia)
Chicago Tribune (EUA)
El Mundo (España)
La Vanguardia (España)
Los Angeles Times (EUA)
Canarias7 (España)
El Universal (México)
Clarín (Argentina)
L'Osservatore Romano (Vaticano)
La Voz de Galicia (España)
NRC (Países Bajos)
La Stampa (Italia)
Frankfurter Allgemeine Zeitung (Alemania)
Le Figaro (Francia)
Tages Anzeiger (Suiza)
Komsomolskaya Pravda (Rusia)
Excelsior (México)
Die Welt (Alemania)
El Nuevo Herald (EUA)
Revista de Libros (España)
Letras Libres (España)
Claves de Razón Práctica (España)
Cuadernos para el diálogo (España)
Litoral (España)
Jot Down (España)
Real Instituto Elcano (España)
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (España)
Der Spiegel (Alemania)
The New Yorker (EUA)
Política Exterior (España)
Cidob (España)
Concilium (España)
Le Monde Diplomatique (Francia)
Le Nouvel Afrique (Bélgica)
Time (EUA)
Life (EUA)
Revista Española de Ciencia Política (España)
Cambio16 (España)
Jeune Afrique (Francia)
Tiempo (España)
Newsweek (Estados Unidos)
Nature (Estados Unidos)
Para terminar, les dejo con los reportajes de El País con las mejores imágenes del 2016, las treinta fotos más representativas de los 40 años de vida del periódico, las fotos ganadoras del World Press Photo 2017, y las 12 fotos del año de National Geographic. Y como siempre, las mejores fotos de la semana que termina en El País. 



Antidisturbios (Srinagar, India. Agosto, 2017



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt






Entrada núm. 3705
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

sábado, 5 de agosto de 2017

[Humor en cápsulas] Para hoy sábado, 5 de agosto de 2017






El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción, y en la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos. Las de hoy con Morgan en Canarias7; Idígoras y Pachi en El Mundo; Forges, Peridis y Ros en El País; y Montecruz y Padylla en La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt






Entrada núm. 3704
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[A vuelapluma] El reverso de la ampliación euroatlántica





Cuando Javier Solana (1942) habla de Europa creo que merece la pena escucharle. Pocos políticos españoles del siglo XX pueden presumir de un currículum como el suyo: físico, profesor de universidad, embajador, exministro de Cultura, Educación y Ciencia, Asuntos Exteriores, Portavoz del gobierno, Secretario General de la OTAN,  Alto Representante del Consejo para la Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión Europea, Comandante en Jefe de la EUFOR. Y ahora, distinguished fellow en la Brookings Institution y presidente de ESADEgeo, el Centro de Economía y Geopolítica Global de ESADE.

Habitualmente, nos tomamos la licencia retórica de equiparar a la UE con Europa, lo que nos lleva a pasar por alto algunos matices, comentaba en un reciente artículo, criticando el populismo de que hacen gala los gobiernos de Polonia y Hungría. Vista desde una perspectiva histórica, añadía al comienzo del mismo, podría decirse que en realidad la UE encarna la antítesis de lo que ha sido Europa, al haber contribuido a romper con siglos de violentos conflictos entre sus actuales Estados Miembros. En términos geográficos, es cierto que las sucesivas adhesiones a la Unión le han permitido reflejar algo más fielmente la extensión que suele atribuirse al continente europeo, pero todavía perduran algunos desajustes. Además, el Brexit nos ha recordado algo fundamental: esta tendencia expansiva no es irreversible, y la propia existencia de la UE —en tanto en cuanto se trata de una construcción política— no puede darse por sentada.

Existen dos dinámicas primordiales que han marcado la trayectoria de la UE y, anteriormente, de las Comunidades Europeas. Por un lado, la integración se ha hecho cada vez más profunda, y por el otro, los beneficios de esta integración se han extendido a un número cada vez mayor de Estados. La caída del muro de Berlín hizo que surgiesen nuevas oportunidades, que se convirtieron en retos mayúsculos. Ya no se trataba únicamente de incorporar a Estados pertenecientes a la órbita Occidental, sino de ampliar tanto la UE como la OTAN a Estados que habían formado parte del Pacto de Varsovia. Desaparecida la Europa de Yalta, el objetivo era no volver a la Europa de Versalles.

La primera organización en abordar esta delicada empresa fue la OTAN, no sin antes alcanzar un acuerdo con Rusia que consiguió amortiguar el impacto, y que supuso el verdadero final de la Guerra Fría: el Acta Fundacional de 1997. Dos años después, la República Checa, Hungría y Polonia pasaron a formar parte de la OTAN y, en 2004, se adhirieron a la UE junto con otros siete Estados. Las tradicionales esferas de influencia parecían estarse superando, a medida que la UE veía reforzado su magnetismo a escala continental y global.

Como argumentó en su día Altiero Spinelli, autor del Manifiesto de Ventotene, el movimiento europeísta debía encontrar “una solución que no ignorase los sentimientos nacionales, sino que más bien les diese una manera de manifestarse libremente”. Para los países que se habían encontrado bajo el dominio soviético, la UE representaba —además de una garante de la democracia y de los derechos humanos— una vía de realización nacional. Por aquel entonces, se solía poner en valor que la integración europea no comporta una pérdida de soberanía de facto, sino justo lo contrario: la UE ofrece grandes ventajas a nivel socioeconómico y da pie a que sus Estados Miembros maximicen su capacidad de influencia en el escenario internacional.

Tras la desaparición del telón de acero, el Reino Unido y la Alemania reunificada fueron los principales motores europeos de la ampliación hacia el este, aunque por motivos claramente distintos. Mientras que los conservadores británicos pretendían frenar la profundización a través de la ampliación, el canciller Helmut Kohl consideraba que ambas dinámicas eran compatibles, y a grandes rasgos así fue hasta bien entrado el siglo XXI. Por desgracia, los resultados en dos de los cuatro referéndums sobre la Constitución Europea, que se celebraron un año después de la ampliación de 2004, pusieron en tela de juicio esta compatibilidad. Las alusiones despectivas e injustificadas a los “fontaneros polacos” calaron hondo especialmente en Francia, que rechazó el ambicioso proyecto constitucional junto con los Países Bajos. Este revés sumió a la UE en una cierta desorientación que, pese a verse mitigada temporalmente por la firma del Tratado de Lisboa, fue a más tras el estallido de la crisis económica.

La figura de los “fontaneros polacos” hizo su aparición nuevamente durante la campaña del referéndum sobre el Brexit, lo cual no deja de ser paradójico. En el Reino Unido, que tan favorable se había mostrado a la ampliación de la UE, ahora se usaba a los trabajadores procedentes del centro y del este de Europa como chivo expiatorio. Siguiendo al pie de la letra lo que el sociólogo Anthony Giddens llamó “el escenario sonámbulo”, el Reino Unido decidió abandonar la UE sin que existiera un debate suficientemente informado sobre lo que estaba en juego. A falta de reflexión fundamentada, los estereotipos volvieron a campar a sus anchas, de tal forma que la decisión puede interpretarse como una cara B de la ampliación europea. B de Brexit.

Por su parte, los países más frecuentemente asociados a la controvertida noción de “nueva Europa” tampoco están exentos de contradicciones. El caso de Polonia es particularmente ilustrativo. A raíz de su reconciliación con Alemania, Polonia adquirió un papel protagonista en la esfera euroatlántica, complementando el eje francoalemán en lo que vino a conocerse como el “triángulo de Weimar”. Los réditos que obtuvo Polonia de su reposicionamiento geopolítico fueron impresionantes, y más aún cuando comparamos sus cifras macroeconómicas con las de un país como Ucrania, que siguió un camino muy diferente tras la disolución del bloque comunista. En 1990, el PIB per cápita de Ucrania superaba al de Polonia, pero las tornas se cambiaron hasta tal punto que en 2016 el PIB per cápita polaco estaba cerca de cuadruplicar al ucraniano.

Pese a todo ello, el gobierno polaco actual no reivindica los principios de una Europa verdaderamente “nueva” —esa que hemos ido moldeando a través de la integración europea— sino que ha aprovechado el momento de vulnerabilidad de la Unión para echar mano de un recetario cortoplacista y caduco. No es casualidad, al fin y al cabo, que el Presidente Trump eligiera visitar Polonia justo antes de dirigirse a la cumbre del G20. En otra inquietante paradoja, Polonia es hoy en día terreno fértil para los discursos anti-inmigración y, sumida en la nostalgia, fantasea con un repliegue nacional que le ha sido esquivo a lo largo de su historia. Para colmo de males, el gobierno polaco se encamina a instaurar un Estado iliberal en el seno de la UE, siguiendo los pasos de una Hungría en la que Viktor Orbán está cruzando múltiples líneas rojas en su afán de deslegitimar a las voces discrepantes.

El modelo de la UE se fundamenta en una serie de compromisos básicos que deben respetarse, y que fueron precisamente los que consiguieron atraer a los Estados procedentes de la antigua órbita soviética. Si bien todo avance sociopolítico tiene su reverso, lo mismo puede decirse de fenómenos como el auge del nacionalismo y el populismo alrededor del mundo.

Contraponiéndose a este auge, la UE puede recobrar el impulso, siempre y cuando sea capaz de confeccionar un relato legitimador que responda a las prioridades que tiene la sociedad europea hoy en día, y que afortunadamente difieren de las de hace 60 años. De ello depende no solo el futuro de la UE, sino el futuro de Europa.



Viktor Orban, primer ministro de Hungría



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt






Entrada núm. 3703
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[Píldoras literarias] Hoy, con "Desinencia", de Juanjo Ibáñez






La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? 

Continúo la serie de Píldoras literarias con el relato titulado Desinencia, del español Juanjo Ibáñez (1968). Dice Juanjo Ibáñez de sí mismo que un día quiso ser periodista. Que con los años acabó siéndolo, así que hay que tener cuidado con lo que deseas, porque el deseo puede ser concedido. Y que ya no hay marcha atrás. Que suele estar en el lado izquierdo de la vida, tanto en el laboral como en el personal. Que ha tocado todos los palos -radio, prensa y televisión con muchas horas en directo-. Que dice lo que pienso, tras pensar lo que va a decir. Que se moja, es más, que considera necesario que nos mojemos más si de verdad queremos que lo que tenemos a nuestro alrededor cambie. Que en la actualidad ando metido en política, que es otra manera de hacer el mundo mejor. Y que le gusta aprender.

Les dejo con su minirrelato Desinencia. Tiene dieciocho palabras y fue publicado en Galería de hiperbreves en 2001.



DESINENCIA
por
Juanjo Ibáñez

Cuando estaba escribiendo el cuento 
más breve de su vida, 
la muerte escribió otro más breve todavía: 
ven.





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt





Entrada núm. 3702
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

viernes, 4 de agosto de 2017

[Humor en cápsulas] Para hoy viernes, 4 de agosto de 2017






El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción, y en la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos. Las de hoy con Morgan en Canarias7; Idígoras y Pachi en El Mundo; Forges, Peridis y Ros en El País; y Montecruz y Padylla en La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt






Entrada núm. 3701
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

jueves, 3 de agosto de 2017

[Humor en cápsulas] Para hoy jueves, 3 de agosto de 2017






El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción, y en la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos. Las de hoy con Morgan en Canarias7; Idígoras y Pachi en El Mundo; Forges, Peridis y Ros en El País; y Montecruz y Padylla en La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 




Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt






Entrada núm. 3698
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[A vuelapluma] Cataluña: estertores finales de una irresponsabilidad





En los estertores finales, negociar es posible pero nunca ante una obcecada extorsión del secesionismo y con fines discriminatorios respecto a otras comunidades. Cataluña, sola y ensimismada, es el problema; integrarse en España, en Europa y el mundo, la solución, escribe en El País el profesor de Derecho Constitucional de la Universidad Autónoma de Barcelona Francesc Carreras. No hace falta tener en cuenta los últimos acontecimientos para pronosticar que en Cataluña no va a celebrarse el referéndum previsto por la Generalitat para el 1 de octubre. Las cosas se han hecho tan mal, con tanta incompetencia política y jurídica por parte de las autoridades catalanas, que este final era más que previsible desde el principio del llamado procés.

Recordemos los hitos principales, añade. Tras las elecciones de diciembre de 2012, el Parlamento de Cataluña aprueba en enero de 2013 una declaración según la cual la soberanía reside en el pueblo de Cataluña. Ahí empezó, a las bravas, el chantaje al Estado, al Estado de derecho, por supuesto. Pensar que por estos procedimientos se iba directo al desastre era de cajón. Pero en aquellos momentos podían albergarse dos sospechas. Una, que el camino a la secesión burlando las normas jurídicas más elementales y básicas, tanto de derecho interno como internacional, iba en serio, lo cual a la larga haría inviable la secesión. Otra, que se adoptaba de entrada una posición radical para forzar al Estado a negociar un cambio constitucional que permitiera una nueva posición de Cataluña dentro de España, con más competencias y mejor financiación que el resto de comunidades.

Ambas, por supuesto, estaban abocadas al fracaso. Negociar siempre es posible pero nunca ante una obcecada extorsión y con fines discriminatorios respecto al resto de comunidades. Pero desde los años de la reforma estatutaria la rivalidad dentro del campo nacionalista entre CiU y ERC había elevado al máximo el listón de sus aspiraciones. En los años siguientes, una vez aprobado el Estatuto, la presión fue en aumento. El Consejo Asesor para la Transición Nacional elaboró 19 informes y desde el primero y fundamental ya se vio que el desprecio al derecho era una constante.

Todo ello condujo a un simulacro de referéndum, por cierto con escasa participación. Pero, inasequible al desaliento, el Gobierno de Mas convocó nuevas elecciones autonómicas con la pretensión de que fueran leídas en clave plebiscitaria. Nuevo fracaso: en esa clave las perdió. Impasibles, al ganar en escaños con el auxilio de la CUP, siguieron adelante y se cometió otro error: fijar un plazo de 18 meses para llevar a cabo un referéndum, legal o ilegal, o una declaración unilateral de independencia. Todo con prisas, atolondrados.

Este plazo ya se ha cumplido y el 4 de julio pasado, el presidente Puigdemont expuso su plan: convocar un referéndum regulado por una nueva ley catalana, aprobada poco antes en lectura única, con carácter de norma superior a la Constitución y al Estatuto, con la seguridad de que la anularán los jueces. En definitiva, un golpe de Estado en toda regla, sin tropas en la calle pero con el esperado apoyo de manifestaciones populares que servirán para demostrar al mundo que España oprime a Cataluña al no dejarla votar en referéndum. Ridículo, insólito y descabellado: un Maidan en la UE.

En todo este proceso, y ante el pusilánime silencio de los poderes fácticos de la sociedad catalana, el Gobierno español se limitó a interponer recursos judiciales contra toda ley o acto contrario a derecho. En los últimos meses, conforme se acercaba la hora decisiva y debían aprobarse medidas administrativas para preparar la subversión del orden constitucional, tanto políticos como, sobre todo, funcionarios, empezaron a asustarse, a no querer comprometerse con una estrategia sin salida que les conduciría probablemente a sufrir penas de cárcel, sanciones pecuniarias o inhabilitaciones profesionales. Muy astuto el Gobierno de Rajoy al no dejar pasar ni un acto ilegal con el fin de llegar a esta situación.

Cuando el conseller Baiget dijo que estaba dispuesto a ir a la cárcel pero no a perder parte de su patrimonio, el asunto empezó a aclararse. Como la heroicidad de los dirigentes separatistas tenía límites, la moral de derrota empezó a cundir en las bases. La semana pasada dimitieron otros cuatro miembros del Gobierno, conscientes de que el camino emprendido no conduce a nada, solo a un sacrificio inútil. Pero a los nacionalistas de buena fe, a los independentistas de corazón, aquellos que quizás saldrán a protestar en la calle, les habían prometido algo fácil, rápido y legal, cuando es todo lo contrario. Pronto, o tarde, se darán cuenta del fraude.

Las causas me parecen claras. El catalanismo razonable alcanzó sus fines con la Constitución y el Estatuto de 1979: la Generalitat como poder político autónomo con amplias competencias, el catalán como idioma oficial y la protección especial de la cultura en catalán por ser una lengua débil. Pero Jordi Pujol y CiU, aquellos que gobernaron desde el principio de la autonomía, no tenían bastante, querían más, como eran nacionalistas querían todo el poder, la soberanía nacional, no debía ser Cataluña una mera comunidad autónoma sino un Estado.

Cuando encontraron excusas suficientes, tras el lavado de cerebro que durante 23 años supuso la “construcción nacional”, cuando vieron que España era débil por las repercusiones sociales de la crisis económica, apostaron por poner la directa e ir sin miramientos hacia la secesión: las puñaladas por la espalda. Ahora estamos en los estertores finales: no han conseguido ni la vía adecuada, ni la mayoría social suficiente, tienen demasiada prisa, son excesivamente torpes. Se están destruyendo entre ellos.

En cuanto al futuro solo puedo aportar deseos. Para que se realicen debe cambiarse la orientación: el nacionalismo no puede seguir siendo una ideología transversal impuesta obligatoriamente a todos los partidos y a todos los ciudadanos. Quien lo quiera ser que lo sea, pero con libertad de elección: acabar con lo de los buenos y malos catalanes. El acuerdo constitucional sobre autonomía, lengua y cultura no es un punto de partida sino de llegada. Dando esto por sentado, Cataluña es una comunidad autónoma que por su peso demográfico y económico, histórico y cultural, es natural que ejerza fuerte influencia en España y, a través de ella, en la Unión Europea.

Esto es lo contrario a crear fronteras, políticas o mentales: es apostar por una sociedad liberada del nacionalismo impuesto por sus élites políticas. Hay que abandonar el catalanismo político de finales de siglo XIX, el rancio nacionalismo del pasado, y abrirse a las ideas de hoy. Cataluña, sola y ensimismada, es el problema; integrarse sin complejos en España y, a través de ella, también en Europa y el mundo, la solución.



Dibujo de Eduardo Estrada para El País



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt






Entrada núm. 3697
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)