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martes, 14 de julio de 2015

[Humor & digresión] El fracaso de Tsipras y la humillación de Grecia



Viñeta de El Roto (El País)



No cejan los calores de este tórrido verano que nos asola. Ni siquiera en esta ciudad de Las Palmas de Gran Canaria a la que los expertos acaban de designar como la segunda ciudad del mundo con mejor clima. Y eso a pesar de la "panza de burro" y los alisios, una auténtica bendición de Dios que muchos palmenses no acaban de aceptar. A pesar de esos calores y de la gravedad de la situación política, un poco de humor, el justo para pasar el susto del día, junto a una pequeña digresión sobre los acontecimientos de actualidad, no parece tarea imposible de acometer. Todo ello sin mayores pretensiones y aun reconociendo que meter en el mismo envoltorio unas viñetas humorísticas, por muy preñadas que estén de crítica social, y la dura realidad cotidiana, puede no resultar una fórmula afortunada.

Las dos de las viñetas que he seleccionado hoy, de los dibujantes El Roto y Gallego y Rey, las reproducen respectivamente los diarios El País y El Mundo. Ambas, y la digresión que las acompaña, versan en esta ocasión sobre el mismo asunto: la crisis financiera griega que a punto ha estado de llevarse por delante a la propia zona euro e incluso a la misma Unión Europea. Frente a la opinión general común en España y buena parte de Europa, hay analistas bien informados que se niegan a cargar la responsabilidad de la misma exclusivamente en Alemania y sus socios de la eurozona, repartiendo la parte alícuota de ella entre el eurogrupo y el gobierno griego y sus aliados de la extrema derecha helena. Entre esos analistas se encuentra el profesor José Ignacio Torreblanca.

José Ignacio Torreblanca es profesor de Ciencia Política en la UNED y director de la oficina en Madrid del European Council on Foreign Relations, y un prestigioso intelectual al que nadie encasillaría dentro de la derecha "cavernícola" que, por lo que parece, si nos dejamos llevar de lo que se ve, se lee y se oye en estos días, se ha complacido en humillar a Grecia y a los griegos. El profesor Torreblanca publica hoy en El País un impactante artículo, "El fracaso de Tsipras", en el que analiza, contra la corriente de opinión imperante, los tremendos errores de percepción y cálculo que en la gestión de la crisis entre Grecia y sus socios del eurogrupo ha cometido Alexis Tsipras.   

Cuando Alexis Tsipras ganó las elecciones en enero de este año, dice el profesor Torreblanca, él y Syriza, su coalición de izquierdas, tenían ante sí dos opciones. Una consistía en coaligar a las fuerzas europeístas de los socialistas de Pasok y los reformistas To Potamí en un Gobierno que pudiera trabajar con las instituciones europeas y el resto de los Gobiernos de la eurozona para corregir los errores del pasado y situar al país en una senda de recuperación económica y social. El entorno no podía ser más propicio. A su favor tenía el cambio de énfasis de la nueva Comisión Europea, volcada en los planes de inversión liderados por Jean-Claude Juncker, ahora crítico con el papel de la Troika en los dos rescates anteriores. También contaba con el activismo de Mario Draghi, embarcado en un programa de compra de activos que, por fin, asemejaba al BCE a la Reserva Federal estadounidense, y que permitía a las economías más débiles de la eurozona, como España, comprar tiempo y espacio ante los mercados de deuda para que las reformas estructurales comenzaran a generar crecimiento.

Pero en lugar de formar un bloque europeísta, Tsipras eligió formar un bloque soberanista con la derecha nacionalista y euroescéptica de ANEL, a la que a cambio de su voto de investidura no sólo concedió el Ministerio de Defensa, sino una de las líneas rojas más vergonzosas que Syriza ha venido manteniendo en sus negociaciones con el Eurogrupo en estos seis meses: la imposibilidad de recortar, en un país hundido en una crisis social, un gasto de Defensa que duplica en porcentaje del PIB al de sus socios europeos. En cada encrucijada que ha tenido delante ha tomado el camino equivocado, dice más adelante. Esta estrategia de confrontación, añade, trufada de provocaciones a Alemania a costa de su pasado nazi, devaneos geopolíticos con la Rusia de Putin y unas tácticas negociadoras que han reventado la confianza entre las partes, han conducido al suicidio político de Tsipras y a un empeoramiento todavía más agudo de la economía griega.

A los historiadores queda explicar cómo un hombre que llegó al poder armado de la enorme autoridad moral que le concedía el cúmulo de errores cometidos tanto por el Eurogrupo como por sus predecesores de izquierda y derecha pudo, en cada encrucijada que tuvo delante, tomar el camino equivocado. Tsipras y su defenestrado ministro, Varoufakis, señala, parecen haber tenido como único objetivo demostrar una serie de tesis: que el euro está mal diseñado, que la austeridad no funciona, que la deuda es impagable y que la UE destruye la democracia y los derechos sociales. Tesis todas muy discutibles, en el mejor sentido del término, y que dividen profundamente a los europeos de todas las ideologías. Pero como hemos visto estos meses, el debate ideológico y la acción de gobierno son cosas bien distintas.

Al final Tsipras, concluye Torreblanca, Tsipras se ha quedado sólo, y con él, tristemente, Grecia y los griegos. Porque a pesar de los encomios desde el frente soberanista y la elevación de Tsipras a la categoría de héroe de la Reforma protestante anti-europea, lo que Marine Le Pen en Francia, Putin en Rusia, Farage en el Reino Unido o Víctor Orban en Hungría necesitan es un mártir, no un éxito, y un pueblo humillado al que señalar con el dedo ante sus huestes. De ahí que no vayan a mover un dedo por los griegos. Lamentablemente, como muestran los niveles de desconfianza y dureza introducidos en el acuerdo alcanzado entre Grecia y sus socios, nunca vistos en la eurozona, algunos miembros de la misma parecen estar bien dispuestos a colaborar con ese empeño en dar armas a los populismos soberanistas de izquierdas y de derechas.

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt




Viñeta de Gallego y Rey (El Mundo)






Entrada núm. 2368
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

martes, 19 de junio de 2012

Habermas, Krugman y Stiglitz: Críticos con la crisis




Reunión del G-20 (México, junio de 2012)



Lo sé, lo sé, no hace falta que me lo recuerden... Todas las generalizaciones son malas, al igual que los prejuicios, pero como bien dice mi admirada Hannah Arendt en "¿Qué es la política?" (Paidós, Barcelona, 1997), sin prejuicios, "entendidos en el espacio público-político como aquello que sin darnos cuenta compartimos todos y sobre lo que ya no juzgamos, no podríamos pensar ni vivir, porque una vida desprovista de prejucios exigiría una atención sobrehumana, una constante disposición, imposible de conseguir, a dejarse afectar en cada momento por toda la realidad, como si cada día fuera el primero o el del Juicio Final".

Vamos pues con las generalizaciones y los prejucios: 1.º ¿Qué se necesita para ser Premio Nobel?: ¿Prestigio, reconocimiento, competencia acreditada, originalidad, rigor intelectual?... 2.º ¿Qué se necesita para ser un buen economista?: ¿Estudios, preparación, imaginación, rigor profesional?... 3.º ¿Qué se necesita para ser político?: ¿Palabrería, imagen, locuacidad, insensatez, descaro, incompetencia, irresponsabilidad, desvergüenza, caradura?... 4.º ¿Que se necesita para triunfar y medrar en el mundo de las finanzas?: ¿Lo mismo que para ser político, y además, falta de escrúpulos, mendacidad, cinismo,  vocación innata de ladrón y cierta dosis de mafioso potencial?... Sintetizando: en el mundo de la política y el de las finanzas contra más caradura e incompetente seas más posibilidades tienes de alcanzar el éxito; basta con echarle cara al asunto, aprender a alabar a tu jefe sin que se te note en demasía, no llevar nunca la contraria a los de arriba, y si es preciso hacerles chups, chups..., dialéctico, se sobreentiende...



Quizá sea por eso de los prejuicios que el filósofo Jürgen Habermas y los economistas Paul Krugman y Joseph Stiglitz, tengan tan mala fama entre los defensores del pensamiento único neoliberal que nos atenaza. Entre los tres suman dos premios Nobel en Economía y dos Príncipes de Asturias en Ciencias Sociales. No es extraño que la derecha los deteste, pues los tres se han posicionado desde su innegable prestigio académico y profesional contra el pensamiento y las prácticas económicas neoliberales de la Unión Europea y de sus gobiernos nacionales, el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y de la gestión que dichos organismos vienen haciendo de la crisis financiera que asola el euro y las economías europeas.



Joseph Eugene Stiglitz (1943) es un economista y profesor estadounidense, premio Nobel de Economía en 2001, conocido por su visión crítica de la globalización, de los economistas de libre mercado (a quienes llama "fundamentalistas de libre mercado") y de algunas de las instituciones internacionales de crédito como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Se le considera como neokeynesiano,  y es uno de los economistas más leídos y citados del mundo.



Paul Krugman (1953) es otro economista estadounidense también cercano a los planteamientos neokeynesianos.  Profesor en la Universidad de Princeton, galardonado en 2008 con el premio Nobel de Economía, ha estudiado lo mucho que la economía tiene de política o, lo que es lo mismo, los intereses y las fuerzas que se mueven en el trasfondo de la disciplina económica desenmascarado las falacias que se esconden tras ciertos intereses económicos.



Jürgen Habermas (1929) es el filósofo vivo más eminente de Europa, miembro de la segunda generación de la Escuela de Frankfurt y uno de los exponentes de la Teoría crítica desarrollada en el Instituto de Investigación Social. Sus análisis y reflexiones se han orientado hacia la fundamentación de la ética discursiva, la defensa de la democracia deliberativa y de los principios del Estado de derecho, las bases normativas requeridas para configurar e incluso constitucionalizar una esfera pública mundial y una acendrada defensa del proyecto político que representa la Unión Europea, que a su juicio debe llevar a la constitución de la República Federal Europea.



En su más reciente libro, "La constitución de Europa" (Trotta, Madrid, 2012), Jürgen Habermas realiza un lúcido análisis de las causas de la crisis que atraviesa Europa: "El estrechamiento de miras economicistas, dice en él, resulta tanto más incomprensible en la medida en que los expertos parecen estar de acuerdo en el diagnóstico de las causas más profundas de la crisis: la falta de competencias de la Unión Europea para la armonización necesaria de unas economías nacionales que profundizan drásticamente sus diferencias en lo relativo a su competitividad. Lo cierto es -añade- que a corto plazo la crisis actual acapara toda la atención, siendo así, que los actores no deben olvidar que solo a largo plazo se puede subsanar un error básico como es el de una unión monetaria sin las necesarias capacidades políticas de regulación en el ámbito europeo".


"Hace falta más Europa, sigue más adelante, pero hasta ahora, a todos los gobiernos implicados les falta valentía, patalean desorientados y atrapados entre la espada y la pared de los imperativos de los grandes bancos y las agencias de calificación de riesgos, por un lado, y su miedo ante una inminente pérdida de legitimación frente a sus propias poblaciones, frustradas, por otro". 

"Frente al tremendo peso de los problemas, añade, sería de esperar que los políticos pusieran por fin, sin añadir ningún pero, las cartas europeas sobre la mesa e informaran con claridad a la población la sobre relación de costes a corto plazo y los beneficios verdaderos del significado histórico del proyecto europeo, superando su miedo a los estados de ánimo demoscópicos y confiando en la fuerza persuasiva de los buenos argumentos. Pero todos los gobiernos implicados, concluye, y todos los partidos políticos se arredran ante ese paso congraciándose con un populismo que ellos mismos provocaron mediante el encubrimiento de un tema complejo y poco querido, haciendo que la política parezca contener el aliento y agache la cabeza en el umbral de la unificación económica y política de Europa". ¿Les suena la letra de la canción? A los sufridos españoles, griegos, portugueses, irlandeses e italianos, seguro que sí, por desgracia.    

Hace solo unos días, en el diario económico Expansión, Stiglitz se pronunciaba con rotundidad sobre el rescate bancario solicitado por España: "No funcionará, afirma,  si el gobierno español rescata a los bancos y la banca rescata al Gobierno, el sistema se convierte en una economía vudú". ¿Se equivocará esta vez o acertará?; crucemos los dedos mientras los dados ruedan...

Sobre las opiniones de Krugman al respecto, también muy crítico con las posibilidades de la economía española y de toda la zona euro, nada mejor que seguirlas en el blog que mantiene casi a diario en el diario El País. Se lo recomiendo encarecidamente.


Les invito a ver los dos vídeos que sobre la crisis del euro desde la perspectiva de la ética acompañan la entrada.

Y sean felices, por favor, a pesar del gobierno. Tamaragua, amigos. HArendt




Habermas, Stiglitz y Krugman









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Entrada núm. 1661
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"Tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)
"La historia del mundo no es un suelo en el que florezca la felicidad.
Los tiempos felices son en ella páginas en blanco" (Hegel)

La crisis del Euro (I): Una perspectiva ética

La crisis del Euro (II): Una perspectiva ética