Comenzar el mes comentando un artículo de un Premio Nobel y que encima éste (el Premio Nobel) venga a decir lo mismo que Mariano José de Larra hace 200 años, y que un plumilla aficionado como yo hace cuatro días, pues.., que quieren que les diga: me llena de satisfacción...
¿Lo recuerdan? Lo citaba, a Larra, en mi entrada anterior, titulada "Standard & Poor´s". Decía el maestro de periodistas a mediados de la década de 1830: "¿Cómo se quiere lograr este fin [interesar a la ciudadanía en la causa de los asuntos públicos] no viendo más termómetro del público bienestar que el alza o baja de los fondos en la Bolsa, en cuyo movimiento sólo se interesan veinte jugadores?". Y yo, por mi parte, concluía mi comentario con estas palabras: "Las instituciones públicas nacionales, europeas e internacionales no pueden estar a merced de las opiniones de unos señores y entidades privadas que han demostrado que no merecen credibilidad. La Bolsa, como decía Larra hace 180 años no puede ser el termómetro de la vida pública. Y si funciona mal, habrá que arreglarla, o cambiar las reglas de su juego, pero lo que no puede consentir una sociedad madura y democrática es que los intereses privados de unos especuladores arruinen la economía y la solvencia de un Estado y la vida de sus ciudadanos".
Pues bien, lo dicho anteriormente son juegos florales al lado de lo que Paul Krugman, profesor en la Universidad de Princeton y Premio Nobel de Economía 2008, dice de los banqueros de su país y de Wall Street en un artículo sin desperdicio [No lloren por Wall Street. El País, 2/5/2010] que publica hoy domingo la revista Negocios. Lo pueden leer desde el enlace de más arriba, pero vayan haciendo boca con algunas de sus perlas.
La primera, directa al presidente Obama, por quedarse corto: "Obama debería estar tratando de hacer lo que es bueno para el país, y punto. Si hacerlo perjudica a los banqueros, qué se le va a hacer". La segunda, a Wall Street: "lo que es malo para Wall Street podría ser bueno para Estados Unidos". Y la tercera a los banqueros; "¿Por qué estaban ganando dinero a paladas los banqueros? Mi interpretación, que refleja los esfuerzos de los economistas financieros por encontrarle sentido a la catástrofe, es que principalmente apostaban con dinero de otra gente".
Después de esa andanada a la línea de flotación, Krugman advierte a los optimistas: "Tras recibir un duro golpe durante el periodo inmediatamente posterior a la crisis, los beneficios del sector financiero se están disparando otra vez. Parece muy probable que el sector volverá a jugar a los mismos juegos que nos metieron en este lío inicialmente".
Después de esa andanada a la línea de flotación, Krugman advierte a los optimistas: "Tras recibir un duro golpe durante el periodo inmediatamente posterior a la crisis, los beneficios del sector financiero se están disparando otra vez. Parece muy probable que el sector volverá a jugar a los mismos juegos que nos metieron en este lío inicialmente".
Luego, vienen las recomendaciones: "El Fondo Monerario Internacional ha hecho un llamamiento en favor de un impuesto sobre la actividad financiera -un FAT, o 'gordo', en sus siglas en inglés- que gravaría los beneficios y las remuneraciones del sector financiero. Un impuesto así, sostiene el fondo, podría "atenuar la asunción de riesgos excesivos".
Y para terminar, patada directa a "sus partes íntimas", las de Wall Street: "La propuesta del FMI es en realidad demasiado blanda. Aun así, si se convierte en una realidad, Wall Street va a estar que trina. Pero el hecho es que hemos estado dedicando una parte demasiado grande de nuestra riqueza, una parte demasiado grande del talento del país, al negocio de diseñar complejos planes financieros y trapichear con ellos; planes que tienen cierta tendencia a destrozar la economía. Poner fin a esta situación perjudicará al sector financiero. ¿Y?".
Pues eso: ¿Y...? ¿Verdad que no se puede decir más alto y más claro? Pues hala, a trabajar. Duro con ellos, Sr. Obama. Gracias, Sr. Krugman. Y ustedes, señoras y señores del BCE, la Comisión Europea, y la presidencia de turno de la U.E., ¡venga, un poco más de decisión!... HArendt
El profesor Paul Krugman
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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)