lunes, 21 de enero de 2013

La democracia, "resetada"




Viñeta de Forges en "El País"


Decía el sociológo aleman Max Weber (1864-1920) en El político y el científico (Alianza, Madrid, 1967) que hay dos formas de hacer política: una, la de los que viven para la política; otra, la de los que viven de la política. Paradójicamente, Weber piensa que son mucho más importantes los segundos que los primeros. Sobre todo en una democracia representativa como la nuestra, la de la tradición liberal occidental.

Y ahora, un repaso a los críticos. El escritor Javier Marías no se corta un pelo en su desprecio a la clase política. En "Más idiotas de lo que parecen" (El País Semanal, 20/1/2013) centra su crítica en la persona del presidente del gobierno, aunque también mete en la misma cesta al del Tribunal Supremo y a uno de los portavoces del PP. ¿Se pasa? No lo creo, aunque el artículo resulte más sarcástica de lo que es habitual en él.

Otro al que se le ve bastante harto es al también escritor Manuel Vicent en su artículo "Descarga" (El País, 20/1/2013). Pienso, como él, que el gobierno, el partido que lo sustenta, y la clase política en general, están jugando con fuego y que esto puede estallar en cualquier momento. El problema no es que se quemen ellos -la pandilla de sirvergüenzas que han engolfado el país, la democracia y la política- en la explosión, el problema es que podemos arder todos.

Mal, muy mal está la situación cuando un profesor tan prestigioso y siempre ponderado como Fernando Vallespín, en su "Sin palabras" (El País, 17/1/2013) se ve empujado a escribir tan durísimo alegato y solicitar el "reseteo" o reinicio de la democracia española y la necesidad imperiosa de un nuevo pacto constitucional.

Jesús Ferreiro, otro escritor, le canta las cuarenta en "¿Liberalismo o barbarie?" (El País, 18/01/2013) a la "casta financiera" y se pregunta que tiene o le queda de "liberal" y si veremos alguna vez a algún banquero en la cárcel. Tengo la impresión de que no. Y no me pregunten la razón de mi escepticismo; hoy no tengo excesiva predisposición al chiste fácil.

Y sobre el sentido de la palabra "liberal" en política y en economía, palabra -por cierto- de origen español, escribe también Álvaro Delgado-Gal. Lo hace en "Neoliberalismo y corrupción" (Revista de Libros, enero/febrero 2013) un documentado artículo que, dada la nula predisposición del autor hacia la "izquierda", resulta doblemente esclarecedor para comprender las falacias del neoliberalismo rampante que nos está asfixiando.

Termino haciendo mención, rápida, al vídeo con el que acompaño la entrada, un reportaje del grupo "Democracia 4.0" sobre las virtudes de la democracia participativa a través de las redes sociales e Internet.

Personalmente no tengo excesiva confianza en esas presuntas virtudes de la democracia en red como medio de participación política, si es que con ello se pretende sustituir la democracia representativa y parlamentaria. Hace ya un tiempo, en un libro que ha merecido la consideración de convertirse en un clásico de la ciencia política (La democracia y sus críticos, Paidós, Barcelona, 1993) el profesor Robert A. Dahl (1915), quizá el mayor estudioso de la democracia del siglo XX dedicó el último capítulo del mismo a formular un bosquejo de iniciativas sobre como podría ser la democracia del mañana en un país democráticamente avanzado.

En base a lo expuesto por Dahl en el libro citado, pienso que una fórmula mucho más factible de democracia participativa que la defendida por los partidarios de la democracia "directa" en red podría ser la de la constitución de "consejos populares" de entre cincuenta y cien personas, elegidos por sorteo entre los ciudadanos mediante un procedimiento similar al de los jurados,  a los que el gobierno debería someter obligatoriamente antes de su envío al parlamento las bases de cualquier proyecto legislativo, para que en audiencias públicas y con participación de representantes de todos los grupos políticos dichos consejos dictaminaran, aunque los dictámenes no fueran vinculantes para el parlamento, sobre su oportunidad y conveniencia.

Post scríptum 1: El País de hoy aporta al debate que nos ocupa un interesante artículo titulado "¿Qué hacer con la corrupción?" , escrito por los  los profesores  José Antonio Gómez y César Molinas, en el que se insta a la elaboración de una nueva ley de partidos políticos, similar a la alemana, que les obligue a la transparencia económica y la democracia interna, arrebantando el omnímodo poder de sus dirigentes y devolviéndolo a los militantes, simpatizantes y votantes de los mismos. ¿Necesario?, sí, por supuesto. ¿Difícil?, también; pero no imposible. Se lo recomiendo.

Post scríptum 2: "Resetear" no es palabra española aceptada, aún; de ahí el entrecomillado. Reiniciar sería el término más correcto en nuestro idioma, pero la he conservado en el título de la entrada porque es así como la cita el profesor Vallespín en su artículo.

Post scríptum 3: Termino por hoy con este artículo de la escritora Lucía Etxebarría titulado "¿Rajoy es tonto y analfabeto?" (Revista Digital AllegraMag, 20/1/2013) en el que la afamada novelista nos anima a difundir lo que a estas alturas es un secreto a voces, que el señor presidente del gobierno, don Mariano Rajoy, y el partido que lo sustenta son, además de unos incompetentes manifiestos, unos sinvergüenzas, cínicos e hipócritas sin remedio. Nada nuevo...

Y sean felices, por favor, a pesar de las dificultades y del gobierno que padecemos. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν". Tamaragua, amigos. HArendt










Entrada núm. 1778
http:/harendt.blogspot.com
"Tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)
"La historia del mundo no es un suelo en el que florezca la felicidad. Los tiempos felices son en ella páginas en blanco" (Hegel)
"Todas las penas pueden soportarse si las ponemos en una historia o contamos una historia sobre ellas" (Isak Dinesen)

sábado, 12 de enero de 2013

Sobre libros y bibliotecas, de nuevo...




Biblioteca Pública del Estado (Las Palmas de GC)



Siempre me he considerado un "ratoncillo de biblioteca". Pienso a menudo que hubiera sido feliz como bibliotecario, o como librero, quizá... Pero no, mejor como bibliotecario. A quien crea que comparte mi pasión por los libros le recomiendo la lectura de una preciosa obrita de apenas 150 páginas de la que he escrito anteriormente en el blog. Me refiero a Ex Libris. Confesiones de una lectora (Alba, Barcelona, 2000), de Anne Fadiman.

La primera biblioteca merecedora de tal nombre de la que tengo recuerdo es la de mi colegio, el "Infanta María Teresa", en Madrid. Un colegio centenario, para huérfanos de guardias civiles, que precisamente este año cierra sus puertas definitivamente por lo que parece como efecto colateral de la crisis. Entré en ella, en la biblioteca, con mis once años recién cumplidos (primer curso de bachillerato) buscando documentación para un trabajo sobre los "presocráticos" que me había encomendado mi profesor de Filosofía. Nunca olvidaré la impresión de enfrentarme por vez primera a aquellos grandes anaqueles repletos de libros... Supongo que alguien, no recuerdo si el bibliotecario o el propio profesor de Filosofía, me indicó que buscara en el Espasa, al que me enfrenté también por primera vez en aquel momento. Tuvo que salirme bastante bien el trabajo porque recibí las felicitaciones de mi profesor. Creo que fue en ese momento en el que nació, en parte, mi afición por los libros y las bibliotecas.

La segunda "gran" biblioteca de la que guardo un recuerdo especialísimo es la de la "Casa Americana". Estaba en una dependencia anexa a la Embajada de los Estados Unidos en Madrid, en la calle Serrano, muy cerca de mi casa y del colegio. La frecuentaba sobre todo para consultar los mapas de la Enciclopedia Americana, otra de mis pequeñas-grandes pasiones. Estaban en inglés, pero eso no me importaba gran cosa.

Y de allí, el salto... A la Biblioteca Nacional de España, en el paseo de la Castellana, de la que llegué a ser socio. Me gustaba rebuscar en las fichas bibliográficas referencias sobre libros antiguos, que tardaban en traerme bastante más tiempo del que me hubiera gustado, tiempo que entretenía observando a los otros lectores. No recuerdo ahora ningún libro en especial, aunque tengo memoria de uno impreso a principios del siglo XIX sobre la Guerra de Independencia y las Cortes de Cádiz que me interesaba por alguna razón que he olvidado.

Durante mis estudios universitarios en Madrid, hasta 1967 en que me vine a vivir a Canarias, frecuenté también las bibliotecas de la Escuela Social de Madrid, la del Ministerio de Trabajo y la del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (entonces Instituto de Estudios Políticos) en el hoy palacio del Senado, así como la del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, años más tarde asolada por un incendio que se llevó por delante la mayor parte de sus fondos.

Pasar de la Biblioteca Nacional de España, en Madrid, a la Biblioteca Pública del Estado, en su primitiva ubicación de la plaza de Tomás Morales,  en Las Palmas de Gran Canaria fue otro salto nada desdeñable, y traumático... Pero sin duda la biblioteca que durante más tiempo he frecuentado ha sido la del Centro de la UNED (la Universidad Nacional de Educación a Distancia) en Las Palmas, aunque más como lugar de estudio que de estricta consulta. En Las Palmas también he curioseado por las bibliotecas de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Las Palmas, la Insular del Cabildo de Gran Canaria (de la que soy socio) y la del Museo Canario, sin duda alguna la más importante del mundo en libros y documentos sobre la Historia de Canarias.

Pero también sin duda alguna "mi biblioteca" es, hoy por hoy, la Pública del Estado en Las Palmas, en el parque de San Telmo. Me encanta curiosear por sus estanterías, sobre todo las dedicadas a Historia, Filosofía o Ciencias Políticas. Alguna que otra vez coloco en su orden correcto (CDU) los tomos que encuentro mal puestos por descuido de algún descuidado lector... Espero que el amable personal de la sala de lectura de la biblioteca no se me moleste por ello. Y me parece de estricta justicia reconocer públicamente la deuda que tengo con los bibliotecarios encargados de las nuevas adquisiciones de libros pues nueve de cada diez desideratas que les solicito me las consiguen sin problema alguno con una rapidez asombrosa.

Me gustaría hace una mención final a lo que constituye nuestra "biblioteca familiar", levantada a lo largo de más de cincuenta años de afición lectora, y hoy repartida entre Las Palmas y Maspalomas, que comenzó con una humildísima ala de un ropero en la casa de mis padres en Madrid, llena de colecciones  de tebeos de Supermán, El guerrero del antifaz, El capitán Trueno o El jinete enmascarado, y por supuesto, La isla del tesoro, Robinson Crusoe, Los viajes de Gulliver o Tarzán de los monos. Al día de hoy permanece imposible de catalogar (por mi invencible pereza al respecto) después de haber fichado 2869 títulos, cuando a ojo de buen cubero pueden restar por censar otros 3000 como mínimo. Tarea imposible que dejo como legado a mis hijas, a las que tampoco veo por la labor, y a mis nietos.

El vídeo que acompaña la entrada es un homenaje a la Biblioteca Nacional de España y sus primeros 300 años de historia. Espero que lo disfruten.

Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν". Tamaragua, amigos. HArendt












Entrada núm. 1777
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sábado, 5 de enero de 2013

Mi regalo de Reyes: "Lisístrata", de Aristófanes




Lisístrata



La Noche de Reyes es en España una noche mágica. Para los que tenemos hijos y nietos pequeños, sin duda la más mágica y hermosa del año. A pesar de todas las dificultades presentes, ninguna familia española dejará esta noche de preparar algún regalo, por humilde que resulte, a los más pequeños de la casa para que lo encuentren al despertar junto a sus zapatos.

El pasado año por estas mismas fechas puse en el blog como regalo de Reyes a sus lectores el enlace a uno de los diálogos más hermosos de Platón: El banquete. Un bellísimo texto sobre la naturaleza del amor.

He estado debatiéndome en la duda sobre mi regalo de Reyes de este año a los amables seguidores de Desde el trópico de Cáncer. Dudé entre la Antígona de Sófocles, o la Ifigenia en Áulide de Eurípides. Finalmente, pensé que a pesar de la inmensa belleza de cualquiera de las dos obras citadas, la festividad que conmemoramos se merecía un texto más alegre y desenfadado. En conclusión, les dejo como regalo la Lisístrata de Aristófanes, una divertídima y salaz comedia escrita el año 411 a.C., cuando Atenas y los atenienses pasaban por uno de sus peores momentos, en una profundísima crisis política, militar, económica y social, de la que no volvería la ciudad-estado a recuperarse.

Les supongo enterados de la trama: Lisístrada es una matrona ateniense que, cansada de las contínuas guerras entre atenienses y espartanos, se confabula con las demás mujeres de la ciudad para declararse en abstinencia sexual a los requerimientos de sus aguerridos maridos, encerrándose en la acrópolis y adueñándose del tesoro de la ciudad. Y todo, para obligar a sus hombres a buscar la paz. El resultado de su osada aventura se lo pueden ustedes imaginar... Pero mejor, léanla... 

El vídeo que acompaño corresponde a una de las escena de la Lisístrata representada por la compañía Sephirot en el Festival de Teatro Clásico que se celebra anualmente en la ciudad extremeña de Mérida.

Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν". Tamaragua, amigos. HArendt










Entrada núm. 1776
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