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miércoles, 24 de julio de 2019

[CLÁSICOS DE SIEMPRE] Hoy, con "La asamblea de las mujeres", de Aristófanes






En la mitología griega Talía era una de las dos musas del teatro, la que inspiraba la comedia y la poesía bucólica o pastoril. Divinidad de carácter rural, se la representaba generalmente como una joven risueña, de aspecto vivaracho y mirada burlona, llevando en sus manos una máscara cómica como su principal atributo y, a veces, un cayado de pastor, una corona de hiedra en la cabeza como símbolo de la inmortalidad y calzada de borceguíes o sandalias. Era hija de Zeus y Mnemósine, y madre, con Apolo, de los Coribantes.

Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar a los clásicos, de manera especial a los griegos, y de traerlos a colación a menudo. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.


Continúo con esta entrada la sección dedicada a las obras de autores grecolatinos, subiendo al blog la comedia La asamblea de las mujeres, de Aristófanes, que pueden leer desde este enlace, y desde este otro, ver en vídeo una representación teatral de la misma llevada a cabo por el grupo de teatro aficionado Deriva 13, en junio de 2018, en el Jardín Romántico de la Casa de Zorrilla en Valladolid.  

Aristófanes (444-385 a.C.) fue un comediógrafo griego, principal exponente del género cómico. Vivió durante la guerra del Peloponeso, época que coincide con el esplendor del imperio ateniense y su posterior derrota a manos de Esparta. Sin embargo, también fue contemporáneo del resurgimiento de la hegemonía ateniense a comienzos del siglo IV a.C. Leyendo a Aristófanes es posible hacerse una idea de las intensas discusiones ideológicas (políticas, filosóficas, económicas y literarias) en la Atenas de aquella época. Su postura conservadora le llevó a defender la validez de los tradicionales mitos religiosos y se mostró reacio ante cualquier nueva doctrina filosófica. Especialmente conocida es su animadversión hacia Sócrates, a quien en su comedia Las nubes lo presenta como un demagogo dedicado a inculcar todo tipo de insensateces en las mentes de los jóvenes. En el terreno artístico tampoco se caracterizó por una actitud innovadora; consideraba el teatro de Eurípides como una degradación del teatro clásico. 

Las asambleístas o La asamblea de las mujeres (también conocida como Las Junteras o Las eclesiazusas, forma latinizada del título griego antiguo, Ἐκκλησιάζουσαι: Ekklesiazousai) es una obra teatral de Aristófanes escrita en el 392 a. C. y parecida a Lisístrata en el sentido de que gran parte de la comedia procede de la participación de las mujeres en la política, si bien Lisístrata está mucho más infundida por los problemas de género que ésta de La asamblea

Un grupo de mujeres, encabezado por Praxágora, deciden que las mujeres deben convencer a los hombres para que les cedan el control de Atenas, pues están seguras que sabrán gobernar la polis mucho mejor que ellos. Disfrazadas de hombres se cuelan en la asamblea y convencen a algunos hombres de que voten la propuesta, que es aprobada. 

Las mujeres instauran entonces un régimen de comunismo integral en el que todos los bienes se colectivizan, y todos gozarán de ellos por igual. Entre estos bienes figuran las mujeres que, al igual que los niños, serán de todos en común. 

La obra fue representada en Atenas en un momento en que las desgracias de la guerra del Peloponeso se presentan en toda su amplitud. Los campos del Ática están destruidos, la explotación de las minas interrumpida. El imperio se ha hundido bajo los golpes de Esparta, y mercaderes y navíos huyen del Pireo. Sin embargo, en Atenas, los que sueñan con la revancha están dispuestos a votar nuevas expediciones. El poeta imagina que, de cara a estos desórdenes, frente a esta incapacidad de los dirigentes, las mujeres de Atenas deciden tomar en sus manos los asuntos de la ciudad... Es necesario decir que Aristófanes trató el tema en tono humorístico. Sin embargo, merece destacarse que la elección del tema es significativa de que en ciertos medios atenienses el problema del comunismo estaba a la orden del día, y que, como dice Praxágora para justificar el carácter radical de su reforma: "Es necesario que todos pongan sus bienes en común, que todos tengan su parte y reciban el mismo terreno; no es correcto que uno sea rico y otro miserable; que éste cultive una zona inmensa y aquél no tenga donde caerse muerto; que fulano tenga a su servicio numerosos esclavos y mengano ni un solo criado", lo que pone de manifiesto la estrecha relación existente entre la crisis social que afecta a la ciudad y la elaboración de doctrinas igualitarias o comunistas. 



Representación actual de La asamblea de las mujeres



Los artículos con firma reproducidos en este blog no implica que se comparta su contenido, pero sí, y en todo caso, su interés y relevancia. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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jueves, 30 de mayo de 2019

[CLÁSICOS DE SIEMPRE] Los caballeros, de Aristófanes





En la mitología griega Talía era una de las dos musas del teatro, la que inspiraba la comedia y la poesía bucólica o pastoril. Divinidad de carácter rural, se la representaba generalmente como una joven risueña, de aspecto vivaracho y mirada burlona, llevando en sus manos una máscara cómica como su principal atributo y, a veces, un cayado de pastor, una corona de hiedra en la cabeza como símbolo de la inmortalidad y calzada de borceguíes o sandalias. Era hija de Zeus y Mnemósine, y madre, con Apolo, de los Coribantes.

Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar a los clásicos, de manera especial a los griegos, y de traerlos a colación a menudo. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.

Continúo con esta entrada la sección de Un clásico de vez en cuando dedicada a las obras de autores grecolatinos, subiendo al blog la comedia Los caballeros, de Aristófanes, que pueden leer en el enlace inmediatamente anterior. 

Aristófanes (444-385 a.C.) fue un comediógrafo griego, principal exponente del género cómico. Vivió durante la guerra del Peloponeso, época que coincide con el esplendor del imperio ateniense y su posterior derrota a manos de Esparta. Sin embargo, también fue contemporáneo del resurgimiento de la hegemonía ateniense a comienzos del siglo IV a.C. Leyendo a Aristófanes es posible hacerse una idea de las intensas discusiones ideológicas (políticas, filosóficas, económicas y literarias) en la Atenas de aquella época. Su postura conservadora le llevó a defender la validez de los tradicionales mitos religiosos y se mostró reacio ante cualquier nueva doctrina filosófica. Especialmente conocida es su animadversión hacia Sócrates, a quien en su comedia Las nubes lo presenta como un demagogo dedicado a inculcar todo tipo de insensateces en las mentes de los jóvenes. En el terreno artístico tampoco se caracterizó por una actitud innovadora; consideraba el teatro de Eurípides como una degradación del teatro clásico. 

Los caballeros (en griego antiguo Ἱππεῖς Hippeîs), escrita el año 424 a. C. es una desenfrenada crítica a Cleón, uno de los hombres más poderosos de la antigua Atenas, que había acusado a Aristófanes de avergonzar a la ciudad delante de extranjeros en su obra (perdida) Los babilonios). Aristófanes nunca le perdonó la afrenta y escribió Los caballeros como respuesta.

La premisa básica de la obra es que hay un hombre llamado Demos (en griego ‘ciudadanía’) que no es muy listo. Sus esclavos, Nicias y Demóstenes (dos de los generales atenienses más importantes de la Guerra del Peloponeso), están enfadados por la forma en la que el camarero de Demos, el paflagonio (es decir, Cleón), ha estado tratando a Demos y a los otros esclavos. Descubren que la forma de apartar al paflagonio del poder es reemplazarlo por un vendedor de morcillas. Los dos esclavos encuentran al vendedor y le explican su plan, mostrándose éste más que dispuesto a ayudarles. La obra degenera entonces en el vendedor de morcillas amenazando con hacer todas las cosas terribles que el paflagonio hizo a Demos, y más. Ambos intercambian insultos, e intentan superarse uno al otro en idiotez y grosería. Al final, Demos decide que tomará al vendedor de morcillas como nuevo camarero. El vendedor de morcillas resulta no ser un tirano cruel, habiendo dicho tales cosas sólo para ser elegido, trayéndole a Demos una Tregua (personificada como una hermosa doncella). El castigo del paflagonio es tomar el antiguo trabajo del vendedor de morcillas, «debe vender morcillas de carne de burro y perro: perpetuamente ebrio, intercambiará obscenidades con prostitutas y no beberá más que al agua sucia de los baños.» Además de la crítica a Cleón, esta obra es notable por su poco favorecedor retrato del pueblo como tonto, fácil de engañar e inconstante. Al final, sin embargo, muestra una conclusión iluminadora, de Demos siendo devuelto a como era en su juventud, lo que representa la vuelta de Atenas a su edad dorada a pesar de toda la corrupción e intriga en el Ática durante la Guerra del Peloponeso.



Imagen de una representación actual de Los caballeros, de Aristófanes



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 



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jueves, 18 de octubre de 2018

[UN CLÁSICO DE VEZ EN CUANDO] Hoy, con "Pluto", de Aristófanes




Talía, Musa de la Comedia, por Giovanni Baglione


En la mitología griega Talía era una de las dos musas del teatro, la que inspiraba la comedia y la poesía bucólica o pastoril. Divinidad de carácter rural, se la representaba generalmente como una joven risueña, de aspecto vivaracho y mirada burlona, llevando en sus manos una máscara cómica como su principal atributo y, a veces, un cayado de pastor, una corona de hiedra en la cabeza como símbolo de la inmortalidad y calzada de borceguíes o sandalias. Era hija de Zeus y Mnemósine, y madre, con Apolo, de los Coribantes.

Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar a los clásicos, de manera especial a los griegos, y de traerlos a colación a menudo. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.

Continúo con esta entrada la sección de Un clásico de vez en cuando dedicada a las obras de autores grecolatinos, subiendo al blog la comedia Pluto, de Aristófanes, que pueden leer en el enlace inmediatamente anterior. 

Aristófanes (444-385 a.C.) fue un comediógrafo griego, principal exponente del género cómico. Vivió durante la guerra del Peloponeso, época que coincide con el esplendor del imperio ateniense y su posterior derrota a manos de Esparta. Sin embargo, también fue contemporáneo del resurgimiento de la hegemonía ateniense a comienzos del siglo IV a.C. Leyendo a Aristófanes es posible hacerse una idea de las intensas discusiones ideológicas (políticas, filosóficas, económicas y literarias) en la Atenas de aquella época. Su postura conservadora le llevó a defender la validez de los tradicionales mitos religiosos y se mostró reacio ante cualquier nueva doctrina filosófica. Especialmente conocida es su animadversión hacia Sócrates, a quien en su comedia Las nubes lo presenta como un demagogo dedicado a inculcar todo tipo de insensateces en las mentes de los jóvenes. En el terreno artístico tampoco se caracterizó por una actitud innovadora; consideraba el teatro de Eurípides como una degradación del teatro clásico.

Pluto fue escrita hacia el 380 a. C., y la da título el dios griego de la riqueza, Pluto. Como la mayoría de las obras de Aristófanes, es una sátira política de la Atenas de la época incluyendo a un maestro estúpido, un esclavo insubordinado, y muchos ataques a la hipócrita moral de entonces (y de siempre).

La obra está protagonizada por Cremilo, un anciano ciudadano ateniense, y su esclavo Cario. Cremilo se ve a sí mismo y a su familia como virtuosos pero pobres. Está preocupado por ello y pide consejo a un oráculo. La obra comienza justo después de haber recibido el consejo de seguir al primer hombre con el que se encuentre y convencerle de que le acompañe a su casa, un "hombre" que resulta ser el dios Pluto.

La primera parte de la obra expone cómo la riqueza no es repartida entre los virtuosos, ni necesariamente entre los no-virtuosos, sino aleatoriamente entre toda clase de hombres. Pero Cremilo está convencido de que si se restituyera la vista a Pluto, estos errores podrían rectificarse y el mundo sería un lugar mejor. En la segunda parte de Pluto la diosa Pobreza refuta el razonamiento de Cremilo de que es mejor ser rico, argumentando que sin pobreza no habría esclavos, pues todos ellos podrían comprar su libertad, ni tampoco comidas o bienes lujosos, pues nadie trabajaría si todos fueran ricos. Al final de la obra, el dios Pluto,  con su vista ya sanada, da riquezas a algunos y se las quita a los que ve que no son virtuosos, provocando comentarios rencorosos y clamores de injusticia por parte de los que han perdido sus riquezas. Aristófanes lanza en Pluto a los dirigentes atenienses, casi todo ellos ricos, algunos de sus más mordaces ataques.




Representación teatral de Pluto, de Aristófanes



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"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

lunes, 17 de septiembre de 2018

[UN CLÁSICO DE VEZ EN CUANDO] Hoy, con "Las aves", de Aristófanes



Talía, Musa de la Comedia, por Giovanni Baglione


En la mitología griega, Talía (Θάλεια) era una de las dos musas del teatro, la que inspiraba la comedia y la poesía bucólica o pastoril. Divinidad de carácter rural, se la representaba generalmente como una joven risueña, de aspecto vivaracho y mirada burlona, llevando en sus manos una máscara cómica como su principal atributo y, a veces, un cayado de pastor, una corona de hiedra en la cabeza como símbolo de la inmortalidad y calzada de borceguíes o sandalias. Era hija de Zeus y Mnemósine, y madre, con Apolo, de los Coribantes.

Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar a los clásicos, de manera especial a los grecolatinos, y de traerlos a colación a menudo. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.

Continúo con esta entrada la sección de Un clásico de vez en cuando, dedicada a las obras de autores grecolatinos, subiendo al blog la comedia Las aves, de Aristófanes, que pueden leer en el enlace inmediatamente anterior. Disfrútenla.

Las aves ganó el segundo premio en las Grandes Dionisias del año 414 a. C. Ha sido celebrada por críticos modernos que la consideran una fantasía alegre y un farsa de diversión llevada a cabo a la perfección. A diferencia de las obras tempranas del autor no se incluye en ella mención alguna a las guerras del Peloponeso, y hay pocas referencias a la política ateniense, a pesar de haberse escenificado poco después del inicio de la expedición a Sicilia. De las obras de Aristófanes que han llegado a nuestro tiempo es la de mayor extensión.

Dos an­cianos, Pistetero y Evélpides, se marchan de Atenas, de­masiado ocupada en delaciones y procesos, y se van a vi­vir como pájaros en medio de las nubes, fundando una ciudad entre el cielo y la tierra a la que ponen el nombre de Nefelococigia. Entre las aves está una abubilla, que no es otro que Tereo, rey legendario de Tracia, hijo de Ares, al que enloquecido tras haber devorado a su propio hijo, los dioses, apiadados, habían convertido en ave. La abubilla (el ave en que se transformó Tereo) y las demás aves de la nueva ciudad, ven las grandes ven­tajas que han obtenido con ello, pero pronto se ven invadidas por atenienses gorrones: un poeta, un vendedor de oráculos, un geómetra, un inspector de im­puestos y un vendedor de decretos. Pistetero logra expulsarlos de la ciudad, y también a la diosa Iris, la mensajera de Zeus, que ha entrado en ella por error y sin salvoconducto. Tras saber por Prometeo que los dioses padecen hambre porque los hombres han dejado de celebrar sacrificios, Pistetero recibe a una embajada del Olimpo, compuesta por Heracles y Posidón, que negocian la cesión del poder de Zeus a las aves, y la corona de la nueva ciudad y la mano de Soberanía, hija de Zeus, a Pistetero.  

Aristófanes (444-385 a.C.) fue un comediógrafo griego, principal exponente del género cómico. Vivió durante la guerra del Peloponeso, época que coincide con el esplendor del imperio ateniense y su posterior derrota a manos de Esparta. Sin embargo, también fue contemporáneo del resurgimiento de la hegemonía ateniense a comienzos del siglo IV a.C. Leyendo a Aristófanes es posible hacerse una idea de las intensas discusiones ideológicas (políticas, filosóficas, económicas y literarias) en la Atenas de aquella época. Su postura conservadora le llevó a defender la validez de los tradicionales mitos religiosos y se mostró reacio ante cualquier nueva doctrina filosófica. Especialmente conocida es su animadversión hacia Sócrates, a quien en su comedia Las nubes lo presenta como un demagogo dedicado a inculcar todo tipo de insensateces en las mentes de los jóvenes. En el terreno artístico tampoco se caracterizó por una actitud innovadora; consideraba el teatro de Eurípides como una degradación del teatro clásico.




Representación teatral de Las aves, de Aristófanes



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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Entrada núm. 4588
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"Atrévete a saber" (Kant); "La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire); "Estoy cansado de que me habléis del bien y la justicia; por favor, enseñadme de una vez para siempre a realizarlos" (Hegel)

lunes, 11 de junio de 2018

[UN CLÁSICO DE VEZ EN CUANDO] Hoy, con "La paz ", de Aristófanes



Talía, Musa de la Comedia, por Giovanni Baglione


En la mitología griega, Talía (Θάλεια) era una de las dos musas del teatro, la que inspiraba la comedia y la poesía bucólica o pastoril. Divinidad de carácter rural, se la representaba generalmente como una joven risueña, de aspecto vivaracho y mirada burlona, llevando en sus manos una máscara cómica como su principal atributo y, a veces, un cayado de pastor, una corona de hiedra en la cabeza como símbolo de la inmortalidad y calzada de borceguíes o sandalias. Era hija de Zeus y Mnemósine, y madre, con Apolo, de los Coribantes.

Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar a los clásicos, de manera especial a los griegos, y de traerlos a colación a menudo. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso de la historia y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.

Continúo con esta entrada la nueva sección de Un clásico de vez en cuando dedicada a las obras de autores grecolatinos, subiendo al blog la comedia La paz, de Aristófanes, que pueden leer en el enlace inmediatamente anterior. Disfrútenla.

Aristófanes (444-385 a.C.) fue un comediógrafo griego, principal exponente del género cómico. Vivió durante la guerra del Peloponeso, época que coincide con el esplendor del imperio ateniense y su posterior derrota a manos de Esparta. Sin embargo, también fue contemporáneo del resurgimiento de la hegemonía ateniense a comienzos del siglo IV a.C. Leyendo a Aristófanes es posible hacerse una idea de las intensas discusiones ideológicas (políticas, filosóficas, económicas y literarias) en la Atenas de aquella época. Su postura conservadora le llevó a defender la validez de los tradicionales mitos religiosos y se mostró reacio ante cualquier nueva doctrina filosófica. Especialmente conocida es su animadversión hacia Sócrates, a quien en su comedia Las nubes lo presenta como un demagogo dedicado a inculcar todo tipo de insensateces en las mentes de los jóvenes. En el terreno artístico tampoco se caracterizó por una actitud innovadora; consideraba el teatro de Eurípides como una degradación del teatro clásico.

La paz (Εἰρήνη) se representó en Atenas por primera vez en el 421 a. C. ganando el segundo premio. Aristófanes ataca y se burla en ellas de muchos de sus contemporáneos, incluyendo a Eurípides, Carcino y especialmente a Cleón. El espíritu alegre de la comedia contrasta con el tono de escepticismo de otras de sus otras obras, como Lisístrata y Los acarnienses, atribuible a que se escribiera poco después de firmarse la paz de Nicias entre Esparta y Atenas.

El granjero Trigeo es el personaje central de la obra. Mientras Atenas y Esparta luchan la una contra la otra en la Guerra del Peloponeso, Trigeo se monta en un escarabajo pelotero gigante, de la misma forma en la que el héroe Belerofonte montó a Pegaso, y vuela al Olimpo para tener una audiencia con Zeus. Cuando Trigeo llega al Olimpo todos los dioses lo han abandonado excepto Hermes, la Guerra y su sirviente Estrago y han encerrado a la Paz en un profundo hoyo cubierto con pesadas piedras. Guerra y Estrago, usando un mortero e ingredientes que representan a todas las ciudades-estado griegas, planean derrotarlas aplastándolas con una maja gigante. Sin embargo, no encuentran una maja de ese tamaño en ninguna parte, y se distraen en su búsqueda. 

Aprovechando esta oportunidad, Trigeo invita al coro a que le ayude a rescatar a la Paz y con su ayuda intenta retirar las piedras que tapan el hoyo donde está encerrada, aunque aquellos que sacan provecho de la guerra, como los herreros, les sabotean. Tras considerables esfuerzos, liberan por fin a la Paz, y con ella, a sus compañeras Cosecha y Festival. La Paz, enfadada por el trato que había recibido de los griegos, sólo acepta hablar con Trigeo y con Hermes, que acaban por convencerla de que regrese a Atenas. 

Los traficantes de armas entran en la ciudad intentando vender sus mercancías a cualquier precio, puesto que al haber terminado la guerra las armas ya no son necesarias, pero Trigeo se burla de ellos diciéndoles que se comprará una coraza para usarla como taburete y lanzas para servir de apoyo de las vides. Ofendidos, los traficantes abandonan Atenas. Y Trigeo y Cosecha se casan... 





Representación de La Paz (Mérida, 2016)




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Entrada núm. 4474
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Estoy cansado de que me habléis del bien y la justicia; por favor, enseñadme, de una vez para siempre, a realizarlos (G.W.F. Hegel)

jueves, 3 de mayo de 2018

[UN CLÁSICO DE VEZ EN CUANDO] Hoy, con "Las nubes", de Aristófanes



Talía, Musa de la Comedia, por Giovanni Baglione


En la mitología griega, Talía (Θάλεια) era una de las dos musas del teatro, la que inspiraba la comedia y la poesía bucólica o pastoril. Divinidad de carácter rural, se la representaba generalmente como una joven risueña, de aspecto vivaracho y mirada burlona, llevando en sus manos una máscara cómica como su principal atributo y, a veces, un cayado de pastor, una corona de hiedra en la cabeza como símbolo de la inmortalidad y calzada de borceguíes o sandalias. Era hija de Zeus y Mnemósine, y madre, con Apolo, de los Coribantes.

Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar a los clásicos, de manera especial a los griegos, y de traerlos a colación a menudo. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso de la Historia y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.

Continúo con esta entrada la nueva sección de Un clásico de vez en cuando dedicada a las obras de autores grecolatinos, subiendo al blog la comedia Las nubes, de Aristófanes, que pueden leer en el enlace inmediatamente anterior. Disfrútenla.

Aristófanes (444-385 a.C.) fue un comediógrafo griego, principal exponente del género cómico. Vivió durante la guerra del Peloponeso, época que coincide con el esplendor del imperio ateniense y su posterior derrota a manos de Esparta. Sin embargo, también fue contemporáneo del resurgimiento de la hegemonía ateniense a comienzos del siglo IV a.C. Leyendo a Aristófanes es posible hacerse una idea de las intensas discusiones ideológicas (políticas, filosóficas, económicas y literarias) en la Atenas de aquella época. Su postura conservadora le llevó a defender la validez de los tradicionales mitos religiosos y se mostró reacio ante cualquier nueva doctrina filosófica. Especialmente conocida es su animadversión hacia Sócrates, a quien en su comedia Las nubes lo presenta como un demagogo dedicado a inculcar todo tipo de insensateces en las mentes de los jóvenes. En el terreno artístico tampoco se caracterizó por una actitud innovadora; consideraba el teatro de Eurípides como una degradación del teatro clásico.

Las nubes es una comedia temprana de Aristófanes en la que realiza una fuerte crítica de los sofistas y sus enseñanzas, sin que falten los temas y personajes de actualidad en la Atenas de finales del siglo V a.C.. La obra destaca también por contener la referencia histórica más antigua que se conoce sobre la figura de Sócrates, al que presenta como un sofista. Fue representa por primera vez el año 423 a.C., obteniendo el tercer premio  en las Dionisias de aquel año. 

Las nubes trata de un padre, Estrepsíades, y su hijo Fidípides, joven fanático de la hípica y los caballos que ha contraído una serie de deudas que no tiene intención alguna de pagar. Estrepsíades manda a su hijo Fidípedes a estudiar al  Pensatorio de Sócrates, una especie de escuela donde enseñan por dinero las diversas disciplinas sofísticas, y especialmente, a defender con igual valor un argumento y su contrario, pensando que con ello saldrá con bien de todas las deudas contraídas por su hijo al poder ganar los juicios en su contra. Fidípides se niega a ir, así que es Estrepsíades el que termina yendo al Pensatorio. Al llegar, encuentra a Sócrates colgando de un cesto, que comienza hablándole del cielo con argumentos que demuestran que Zeus no existe y que las Nubes también son diosas, pero Estrepsíades es un hombre rústico y olvida todo lo aprendido,así que Eptrepsíades vuelve al Pensatorio con su hijo y ambos aprenden los trucos para argumentar y sostener al mismo tiempo una opinión y la contraria. Cuando ambos vuelven a su casa y llegan los prestamistas, Estrepsíades les dice que no les teme y que no les pagará, confiando en que su hijo les convencerá defendiendo argumentos en contrario de su pretensión... Y lo siento, si quieren saber el final tendrán que leer la comedia...




Representación actual de Las Nubes, de Aristófanes



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miércoles, 21 de marzo de 2018

[UN CLÁSICO DE VEZ EN CUANDO] Hoy, con "Lisístrata", de Aristófanes



Talía, Musa de la Comedia, por Giovanni Baglione

En la mitología griega, Talía (Θάλεια) era una de las dos musas del teatro, la que inspiraba la comedia y la poesía bucólica o pastoril. Divinidad de carácter rural, se la representaba generalmente como una joven risueña, de aspecto vivaracho y mirada burlona, llevando en sus manos una máscara cómica como su principal atributo y, a veces, un cayado de pastor, una corona de hiedra en la cabeza como símbolo de la inmortalidad y calzada de borceguíes o sandalias. Era hija de Zeus y Mnemósine, y madre, con Apolo, de los Coribantes.

Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar a los clásicos, de manera especial a los griegos, y de traerlos a colación a menudo. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso de la Historia y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.

Comienzo con esta entrada una nueva sección de Un clásico de vez en cuando dedicada a las obras de autores grecolatinos, subiendo al blog la comedia Lisístrata, de Aristófanes, que pueden leer en el enlace inmediatamente anterior. Disfrútenla.

Lisístrata, maquinando la reconciliación de los helenos, convoca en Atenas una asamblea de ciudadanas y mujeres del Peloponeso y de Beocia. Convence a todas de que no tengan relaciones con sus maridos hasta que éstos dejen de guerrear entre sí y despide a las forasteras tras dejar éstas rehenes y ella misma va a encontrarse con las que se han apoderado de la Acrópolis junto con los servidores. Una turba de viejos ciudadanos acude corriendo a las puertas de aquélla con antorchas y fuego; Lisístrata sale y les obliga a retirarse. Al poco tiempo, se acerca un magistrado con unos arqueros para desalojarlas por la fuerza, pero es derrotado por completo, y al preguntar con qué propósito han obrado así le dice ella en primer lugar que al ser dueñas del dinero no consentirán que los hombres lo usen para hacer la guerra y, en segundo lugar, que ellas lo administrarán todo mucho mejor y terminarán enseguida con la guerra que padecen. Él, entonces, sorprendido por su audacia, se marcha a contárselo a sus colegas para que todo eso no se lleve a efecto. Por su parte, los viejos se quedan allí y son insultados por las mujeres. Después, algunas de ellas son capturadas cuando de forma muy graciosa se escapan en busca de sus maridos, incapaces de contenerse; pero Lisístrata les suplica y ellas se reafirman en su decisión. Un tal Cinesias, un ciudadano, aparece por allí, deseoso de su mujer, y ella se burla y se ríe de él; pero le mete prisa con el asunto de la reconciliación. Llegan también heraldos de parte de los lacedemonios que, de paso, revelan lo que pasa con sus mujeres y llegando a un acuerdo entre ellos deciden enviar embajadores plenipotenciarios. Entonces los ancianos vuelven a una situación de normalidad con las mujeres y de dos coros que eran se reúnen en un solo coro. Y Lisístrata empuja a la reconciliación a los embajadores que le llegan de Lacedemonia y a los irritados atenienses, haciéndoles recordar la amistad que en tiempos hubo entre ellos, y los reconcilia públicamente, los acoge en una fiesta para todos y les entrega a cada cual su mujer para que se la lleve.

Aristófanes (444-385 a.C.) fue un comediógrafo griego, principal exponente del género cómico. Vivió durante la guerra del Peloponeso, época que coincide con el esplendor del imperio ateniense y su posterior derrota a manos de Esparta. Sin embargo, también fue contemporáneo del resurgimiento de la hegemonía ateniense a comienzos del siglo IV a.C. Leyendo a Aristófanes es posible hacerse una idea de las intensas discusiones ideológicas (políticas, filosóficas, económicas y literarias) en la Atenas de aquella época. Su postura conservadora le llevó a defender la validez de los tradicionales mitos religiosos y se mostró reacio ante cualquier nueva doctrina filosófica. Especialmente conocida es su animadversión hacia Sócrates, a quien en su comedia Las nubes lo presenta como un demagogo dedicado a inculcar todo tipo de insensateces en las mentes de los jóvenes. En el terreno artístico tampoco se caracterizó por una actitud innovadora; consideraba el teatro de Eurípides como una degradación del teatro clásico.







Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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sábado, 7 de noviembre de 2015

[Un clásico de vez en cuando] Hoy, "Lisístrata", de Aristófanes






Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar de nuevo a los clásicos, de manera especial, a los griegos. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso de la Historia y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.

Pero no siempre vamos a estar citando a los grandes clásicos griegos de la tragedia, la filosofía o la ciencia. También, de vez en cuando, podemos deleitarnos con sus comedias. Por ejemplo, con esta que traigo hoy hasta el blog. La famosísima, divertida y atrevida comedia de Aristófanes titulada "Lisístrata".

El argumento de "Lisístrata" no puede ser más sencillo. Se lo intento resumir: Atenas está en un momento álgido de su permanente guerra con Esparta, la Guerra del Peloponeso. Lisístrata es una decidida matrona ateniense harta de que su marido se pase la vida en la guerra desatendiendo a su familia y sus quehaceres ordinarios. Así pues, un día, convence a un numeroso grupo de mujeres atenienses para ocupar la acrópolis de la ciudad, en la que se guarda el tesoro de la misma, y declararse en huelga de muslos cerrados hasta que sus hombres hagan la paz con los espartanos y vuelvan a sus casas y sus quehaceres cotidianos. 

La medida no solo es secundada por las mujeres atenienses, sino que llega a oídos de las mujeres espartanas, que hartas también de la guerra de sus maridos, deciden secundarla uniéndose a una huelga general sexual que deja a sus hombres absolutamente al pairo. Ni que decir tiene que la medida tiene un éxito fulminante, ya que, a la obligada abstinencia sexual de los guerreros se une la imposibilidad de acceder a la acrópolis y disponer del dinero para la guerra. La paz entre Esparta y Atenas se consolida y todos brindan finalmente por la "reconciliación" y vuelven alegres a sus "quehaceres"...

"Lisístrata" fue representada por primera vez en el 411 a. C., y desde entonces se ha convertido en un símbolo del esfuerzo organizado de las mujeres en favor de la paz. Por ello, se usó su nombre para el "Lysistrata Project" (Proyecto Lisístrata), un acto teatral que se efectuó en el 2003 de manera simultánea en más de cuarenta y dos países en favor de la paz. Ese día miles de personas participaron en aproximadamente 700 lecturas dramatizadas de la obra, que se realizaron a beneficio de organizaciones sin fines de lucro, que trabajan por la paz y ofrecen ayuda humanitaria.

Aristófanes (444-385 a.C.) vivió durante la Guerra del Peloponeso, época que coincide con el esplendor del imperio ateniense y su posterior derrota a manos de Esparta. Leyendo a Aristófanes es posible hacerse una idea de las intensas discusiones ideológicas, políticas, filosóficas, económicas y literarias, de la Atenas de aquella época.

Su postura conservadora le llevó a defender la validez de los tradicionales mitos religiosos y se mostró reacio ante cualquier nueva doctrina filosófica. Especialmente conocida es su animadversión hacia Sócrates, a quien en su comedia "Las nubes" presenta como un demagogo dedicado a inculcar todo tipo de insensateces en las mentes de los jóvenes. En el terreno artístico tampoco se caracterizó por una actitud innovadora; consideraba el teatro de Eurípides como una degradación del teatro clásico.

Pese a ello, sus comedias son de un gran interés histórico, además de su valor literario, pues gracias a las mismas se puede conocer la vida cotidiana de los atenienses. El autor protestó con frecuencia contra la guerra. Tanto en "Lisístrata", como en "Los acarnienses" y "La paz", Aristófanes defendió las soluciones pacíficas contra los demagogos que impulsaban al pueblo a la guerra. 

En el vídeo de más abajo pueden ustedes disfrutar de la representación de "Lisístrata" llevada a cabo por la Compañía Timbre 4, de Ciudad de México, o hacerlo desde este enlace.

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt








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