viernes, 1 de agosto de 2025

DE LAS MUERTES DE GAZA VISTAS POR UN ISRAELÍ

 







El escritor y cineasta israelí Etgar Keret reprocha a sus compatriotas la indiferencia ante el asesinato diario de decenas de civiles en Gaza [La rutina de la muerte en Gaza vista desde Israel, El País, 27/07/2025]. Mientras camino por las calles de Tel Aviv, dice Keret, veo a la gente que se apresura de un lado a otro con expresión nerviosa y no me es fácil olvidar que estamos en guerra. Los aviones de combate que sobrevuelan nuestras cabezas nos lo recuerdan de vez en cuando, pero normalmente estamos preocupados por otras cosas. Un día, Trump suelta una predicción optimista sobre un alto el fuego entre Israel y Hamás y, al día siguiente, se acuerda de la guerra de Ucrania. Aquí, en Israel, nuestra atención oscila entre una encuesta que muestra que más del 80% de los israelíes quieren el fin inmediato de la guerra y la final de un reality show de cocina en horario de máxima audiencia. De forma periódica, nos sorprende el anuncio de que ha muerto otro soldado. Y, en medio de esta realidad tan contradictoria, hay algo que no deja de aparecer.

Hay días en los que nos aferramos a la esperanza de que los rehenes volverán pronto a casa y otros en los que no. Hay días en los que mueren soldados y otros en los que no. Hay días en los que la coalición de Netanyahu parece estar a punto de hundirse y otros en los que parece que este Gobierno nos va a perseguir durante toda la eternidad. Pero hay una constante: casi cada día de los últimos cuatro meses han muerto asesinados en Gaza decenas o centenares de civiles. En nuestros días más felices y en los más tristes; cuando llorábamos por un soldado caído y mientras nos reíamos con un sketch cómico en televisión; cuando nos fuimos de vacaciones a Grecia y cuando nos quedamos atrapados en el aeropuerto en el camino de vuelta a casa, cuando nos llamaron para cumplir el servicio militar como reservistas y cuando caímos enfermos de gripe; en cada uno de esos días, a menos de dos horas de coche de casa, murieron niños, hombres y mujeres, simples “daños colaterales”. Cada noche, cuando nos metemos en la cama y cerramos los ojos, unas personas a las que no conocemos, no muy lejos, están exhalando el último aliento. Familias enteras. Cuando abrimos los ojos por la mañana para ver el móvil, ya sea para leer que una delegación israelí se dirige a Qatar a reanudar las negociaciones o para informarnos sobre alguna nueva crisis política interna, no debemos olvidar que, ya antes de mirar la pantalla, hemos empezado otro día más en el que van a morir seres humanos. Nuestros vecinos.

Estas muertes no conmueven al mundo. No aparecen en los informativos del Canal 12 israelí, no tienen peso, apenas son noticia. Pero son persistentes, arbitrarias y asesinas y no tienen ningún propósito. La montaña de cadáveres de Gaza crece día a día, mientras va pasando el tiempo que les queda de vida a los rehenes y se determinan las futuras listas de soldados muertos. Y está ahí para recordarnos el abismo moral en el que hemos caído, un abismo en el que la muerte diaria de decenas, de cientos de seres humanos se ha convertido en rutina. Etgar Keret es escritor y director de cine israelí. Este artículo ha sido publicado también en el diario israelí Yedioth.












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