viernes, 30 de noviembre de 2018

[SONRÍA, POR FAVOR] Un toque de humor para hoy viernes, 30 de noviembre





Mafalda, por Quino


El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. También, como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Un servidor de ustedes tiene escaso sentido del humor, aunque aprecio la sonrisa ajena e intento esbozar la propia. Así pues, identificado con la primera de las acepciones de la palabra humor del Diccionario de la Lengua Española, en la medida de lo posible iré subiendo periódicamente al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en Canarias7, El Mundo, El País y La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas.







Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 



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"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

jueves, 29 de noviembre de 2018

[MIS MUSAS] Hoy, con Dámaso Alonso, Egon Schiele y Giuseppe Verdi



Las Musas (Bertel Thorvaldsen, 1770-1844)


Decía Walt Whitman que la poesía es el instrumento por medio del cual las voces largamente mudas de los excluidos dejan caer el velo y son alcanzados por la luz; Gabriel Celaya, que era un arma cargada de futuro; Harold Bloom,  que si la poesía no podía sanar la violencia organizada de la sociedad, al menos podía realizar la tarea de sanar al yo; y George Steiner añadía que el canto y la música son simultáneamente, la más carnal y la más espiritual de las realidades porque aúnan alma y diafragma y pueden, desde sus primeras notas, sumir al oyente en la desolación o transportarlo hasta el éxtasis, ya que la voz que canta es capaz de destruir o de curar la psique con su cadencia. Por su parte, Johann Wolfgang von Goethe afirmaba que cada día un hombre debe oír un poco de música, leer una buena poesía, contemplar un cuadro hermoso y si es posible, decir algunas palabras sensatas, a fin de que los cuidados mundanos no puedan borrar el sentido de la belleza que Dios ha implantado en el alma humana. Todas las anteriores me parecen razones más que suficientes para retomar la publicación, con un formato diferente, de la serie de entradas del blog dedicadas al tema de España en la poesía española contemporánea que tan buena acogida de los lectores tuvo hace ya unos años. Grandes poetas contemporáneos españoles, poetas del exilio exterior e interior, pero españoles todos hasta la médula, que cantaron a su patria común, España, desde el corazón y la añoranza. Poemas a los que acompaño con algunas de las más bellas arias de la historia de la ópera y de algunos de los desnudos más hermosos de la pintura universal. 

Así pues, subo hoy al blog al poeta Dámaso Alonso y su poema Nuestra heredad, al pintor Egon Schiele y su cuadro Desnudo femenino, al compositor Giuseppe Verdi y el aria Ritorna vincitor de su ópera Aida



Dámaso Alonso


Dámaso Alonso (1898-1990) fue un literato y filólogo español, Director de la Real Academia Española, la Revista de Filología Española y miembro de la Real Academia de la Historia. Premio Nacional de Poesía de España en 1927 y Premio Miguel de Cervantes 1978. La trascendencia de Dámaso Alonso, dentro de la cultura española, supera con facilidad los límites establecidos tradicionalmente en torno a la figura de un poeta, de un creador, ya que en el autor madrileño confluyen cualidades creativas, estéticas y existenciales de su obra poética, la dimensión de su obra filológica, crítica y estilística junto a una militancia constante, de medidas universales en defensa de nuestra lengua común.

La trascendencia de Dámaso Alonso, dentro de la cultura española, supera con facilidad los límites establecidos tradicionalmente en torno a la figura de un poeta, de un creador, ya que en el autor madrileño confluyen cualidades creativas, estéticas y existenciales de su obra poética, la dimensión de su obra filológica, crítica y estilística junto a una militancia constante, de medidas universales en defensa de nuestra lengua común. Les dejo con su poema Nuestra heredad.


NUESTRA HEREDAD

Juan de la Cruz prurito de Dios siente,
furia estética a Góngora agiganta,
Lope chorrea vida y vida canta:
tres frenesís de nuestra sangre ardiente.

Quevedo prensa pensamiento hirviente;
Calderón en sistema lo atiranta;
León, herido, al cielo se levanta;
Juan Ruiz, ¡qué cráter de hombredad bullente!

Teresa es pueblo, y habla como un oro;
Gracilaso un fluir, melancolía;
Cervantes, toda la naturaleza.

Hermanos en mi lengua, qué tesoro
nuestra heredad –oh, amor; oh, poesía-,
esta lengua que hablamos –oh, belleza-.


***



Egon Schiele


Egon Schiele (1890-1918), pintor y grabador austriaco contemporáneo y discípulo de Gustav Klimt, fue uno de los grandes artistas figurativos de principios del siglo XX y junto con Oskar Kokoschka conformaron lo que se conoce por expresionismo austriaco. Su vida estuvo rodeada por un aura de misticismo: de talento muy precoz, murió a la temprana edad de 28 años. A pesar de su corta vida, su obra es muy numerosa: unas trescientas cuarenta pinturas y dos mil ochocientas entre acuarelas y dibujos. Entre su obra creativa figuran poemas y experimentos fotográficos. Su particular estilo lo situó entre los movimientos expresionistas, especialmente de la Secesión de Viena, con una tipología muy personal.

Una de las características más fuertes en la pintura de Schiele es la destreza y la firmeza de su trazo, el cual seguía una vez comenzado sin treguas, hasta el final sin ninguna corrección posterior. Parece que el artista continuaba con su dibujo sin importarle que el modelo se moviera o cambiara de lugar, puesto que la línea seguía su rumbo cargando con toda su dimensión emocional.

Las principales obras de Egon Schiele se conservan en Viena, distribuidas entre la Österreichische Galerie Belvedere y el Leopold Museum inaugurado en el año 2001 que es el que conserva el mayor número de obras. Asimismo, la mayoría de su gran colección de dibujos se encuentra en la Albertina, también en Viena. Les dejo con su cuadro Desnudo femenino, de 1910.



Desnudo femenino (1910)


***


Giuseppe Verdi (1813-1901) fue un compositor romántico italiano de ópera del siglo XIX, el más notable e influyente compositor de ópera italiana y puente entre el belcanto de Rossini, Donizetti y Bellini y la corriente del verismo y Puccini. Fue autor de algunos de los títulos más populares del repertorio lírico, como los que componen su trilogía popular o romántica: Rigoletto, La Traviata e Il Trovatore y las obras maestras de la madurez como Aida, Don Carlo, Otello y Falstaff.



Giuseppe Verdi


Aida, nombre femenino que significa en árabe "que regresa", es una ópera en cuatro actos con música de Giuseppe Verdi y libreto en italiano de Antonio Ghislanzoni, basado en la versión francesa de Camille du Locle de la historia propuesta por el egiptólogo francés Auguste Mariette. Fue estrenada en el Teatro de Ópera del Jedive en El Cairo el 24 de diciembre de 1871, dirigida por Giovanni Bottesini.

La opera no especifica de manera muy precisa el período histórico en que se desarrolla dentro del Reino Antiguo. Aida, una princesa etíope, es capturada y llevada a Egipto como esclava. Un comandante militar, Radamés, lucha al dividirse entre su amor por ella y su lealtad al Faraón. Para complicar la historia aún más, Radamés es objeto del amor de la hija del Faraón, Amneris, aunque él no corresponde a sus sentimientos. Les dejo con el aria Ritorna vincitorde la ópera Aida, cantada por la soprano austriaca de origen ruso Anna Netrebko.






Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 



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miércoles, 28 de noviembre de 2018

[A VUELAPLUMA] Asuntos de familia





La mayor parte de las veces, comenta el novelista Gustavo Martín Garzo en un reciente artículo, la patria tiene que ver con cosas inconfesables. Si hay algo que caracteriza a los nacionalismos furibundos que padecemos es su falta de humor, añade.

Hace un par de años, comienza diciendo Martín Garzo, solía ir cada tarde a un mesón que hay junto a mi casa. Su dueño era un hombre joven, generoso con sus clientes. Solo tenía un problema, cualquier motivo le parecía bueno para lanzar todo tipo de invectivas contra Cataluña y los catalanes, lo que se acrecentaba de manera indescriptible si lo que retransmitían por televisión era un partido del Barça. Entonces se transformaba en un auténtico  Mister Hyde, capaz de proferir las mayores infamias contra los que consideraba, sin que pudiera saberse por qué, sus más acérrimos enemigos. Yo, que soy del Barça desde mi infancia, sufría con callada resignación aquellos arrebatos de furia, transcurridos los cuales el hombre se serenaba y volvía a ser el apacible tabernero de siempre. Una tarde, en que su locura alcanzó cotas inadmisibles, le llamé la atención. Qué pasaría, le dije en un tono aleccionador, si por casualidad algún catalán entraba en su bar y le oía proferir tales barbaridades. No debí hacerlo, pues los insultos alcanzaron entonces cotas insospechadas. Me fui del bar y no he vuelto a pasarme por allí. Lo digo con cierta pena, pues, salvo por aquella locura, el hombre no era un mal tipo.

He vuelto a pensar en él en estos últimos meses, en los que el independentismo catalán ha adquirido unas dimensiones tan preocupantes como impredecibles. Basta con recordar los artículos que Quim Torra ha venido escribiendo a lo largo de estos últimos años sobre los españoles, y que tanto se parecen a las cosas que mi conocido decía de los catalanes. Claro que este lo hacía en la barra de un bar, mientras que Quim Torra publicaba sus artículos en medios que damos por serios. Porque lo verdaderamente preocupante no es que se digan cosas así, sino que quien lo hace pueda ser elegido para representar los intereses de todos. No quiero ni imaginarme lo que sería de los catalanes si mi conocido llegara a ser president de la Generalitat, cosa harto improbable, gracias a Dios.

Claro que en este triste país nuestro no dejan de suceder cosas que parecen propias de la barra de un bar. No nombraré las que están en la mente de todos, pues entre nosotros sobran los insultos. La pregunta es por qué me siguen afectando tanto. Supongo que tiene que ver con esos asuntos de familia que nos vinculan indisolublemente a un grupo humano al margen de lo lamentables que nos puedan parecer muchos de sus comportamientos.

Una vez, con apenas 20 años, estuve en Bonn unos días. Fui a visitar a una amiga mía que estaba asistiendo a unas clases en su universidad. Mientras ella atendía sus deberes, yo deambulaba por la ciudad, sin hablar con nadie, pues no sabía ni una sola palabra de alemán. Llevaba conmigo el primer tomo de En busca del tiempo perdido, que leía incansablemente en cafés y jardines mientras esperaba el regreso de mi amiga. Una mañana, durante uno de esos paseos, oí la voz de una mujer cantando en español, y me acerqué a ver. Era una mujer de edad indefinida que, arrodillada en el suelo, como tantas veces había visto en mi infancia, estaba fregando el portal de una casa. La canción era la queja de un hombre al que habían robado su carro y se preguntaba dónde podía estar. Y esa imagen, y esa canción, me conmovieron de tal manera que no pude moverme de allí hasta que la mujer terminó de cantarla. Un chico, aprendiz de escritor, que estaba leyendo apasionadamente a Proust, hechizado por una canción de Manolo Escobar. ¿Hay quien entienda esta escena?

Es extraño esto de la patria, la mayor parte de las veces tiene que ver con cosas inconfesables. Lo que llamamos patriotismo bien podría definirse como una de esas tiernas perversiones que nos hacen amar inexplicablemente incluso aquello que nos avergüenza. No hay forma de evitarlo, son los asuntos del corazón, y ya se sabe que el corazón es un poco bobo. ¿Podríamos vivir si no lo fuera? Pero una cosa es que seamos permisivos con las tontunas de ese corazón, y otra, que le hagamos más caso de la cuenta. Para eso sirve el humor, para defendernos de sus excesos. No me refiero a ese tipo de humor que busca rebajar y ofender. Y ahí están los cientos de chistes que sobre las mujeres, los homosexuales, los emigrantes, los tartamudos o los que sufren alguna tara tenemos que soportar con tanta frecuencia. Me refiero al humor de los padres con sus niños pequeños, de las parejas entre sí, de los seres verdaderamente religiosos cuando miran el mundo. Es difícil concebir un amor en el que los amantes no se gasten bromas. Tienen que hacerlo para no ser devorados por su propio delirio. La broma los devuelve al mundo real. También las madres y los niños pequeños suelen tomarse a broma su propio amor. De otra forma caerían en la locura, lo que por desgracia pasa muchas veces. La broma es uno de los rostros de esa ternura que viene en su ayuda para salvarles.

Digo esto porque una de las cosas que caracterizan a estos nacionalismos furibundos que padecemos es su falta de humor. Juan José Millás escribió un luminoso artículo en que alertaba sobre los peligros de una identidad hipertrofiada. Nunca había que ser enteramente una sola cosa, venía a decir en ese artículo. En vez de ser español, había que ser medio español, lo que aplicado a los independentistas catalanes significa que harían bien en ser solo la mitad de lo que dicen ser. A unos y a otros nos quedaría así una parte libre, sin compromisos, con la que podríamos aspirar a ser otras cosas y llegar a entendernos. Roberto Rossellini dijo que el corazón de una sociedad es la ley, pero que el de una comunidad es el amor. Y hablar de una comunidad es hablar de fiestas comunes, de una lengua, de canciones y bailes, de comidas al aire libre, de celebraciones y fiestas compartidas. Y está bien disfrutar de todo eso, pero también es importante no tomárselo demasiado en serio, y no olvidar que ese amor del que habla Rossellini es el otro nombre de la fraternidad, que nos hace iguales a nuestros vecinos. No, señor Torra, el franquismo no fue una pesadilla que sufrieron solo los catalanes, la sufrimos todos. Bueno, no todos, que en todas partes hubo quienes lo recibieron con todo tipo de parabienes, como pasó en Cataluña, por cierto, donde una parte importante de su burguesía se sumó encantada a la siniestra fiesta, como bien se explica en Habíamos ganado la guerra, el libro de memorias de Esther Tusquets.

Los griegos tenían un concepto muy hermoso que habría que recuperar: metaxu. Significa intermediario, puente. Nuestro tiempo ha perdido esos puentes, el entre, ahora todo es una sola cosa. El poder es definición, fijeza, cosificación, una vida entre clichés. Pero la verdad no cabe en esos clichés, en un solo sueño. Los sueños excluyentes no solo son malos para quienes los sufren, sino también para quienes los imponen, que terminan siendo sus prisioneros. Y, entonces, el sueño se transforma en delirio. Es lo que les pasa a los fanáticos, que tienen sueños que no pueden abandonar, de los que ya no regresan. Pero ¿por qué conformarse con un solo sueño cuando se pueden tener todos los sueños? “El extranjero te permite ser tú mismo, al hacer de ti un extranjero”. Son palabras de Edmond Jabès, ciudadano del mundo. Quienes cruzan los puentes, eso es lo que todos deberíamos ser: extranjeros en esta tierra.



Dibujo de Eva Vázquez para El País


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martes, 27 de noviembre de 2018

[SONRÍA, POR FAVOR] Un toque de humor para hoy martes, 27 de noviembre





Mafalda, por Quino


El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. También, como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Un servidor de ustedes tiene escaso sentido del humor, aunque aprecio la sonrisa ajena e intento esbozar la propia. Así pues, identificado con la primera de las acepciones de la palabra humor del Diccionario de la Lengua Española, en la medida de lo posible iré subiendo periódicamente al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en Canarias7, El Mundo, El País y La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas.





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 



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