Con motivo de la publicación en estos días en la Revista de Historia Constitucional de la Universidad de Oviedo del monográfico dedicado al bicentenario de la Constitución de Cádiz, a cuyo contenido íntegro pueden ustedes acceder desde el enlace que reseño más adelante, reedito y publico de nuevo mi entrada de fecha 18 de marzo pasado titulada "Cadiz, 1812. Nación española y Constitución". Mi intención en aquellas fechas era la de sumarme con respeto y admiración al homenaje que el pueblo español rendía a aquellos otros españoles de "ambos hemisferios", hijos de la Ilustración, que justamente doscientos años antes promulgaban en la ciudad de Cádiz la primera constitución de nuestro país, la primera constitución liberal de Europa, y con ello hacían nacer la nación española como sujeto y protagonista de la historia patria.
Pueblo, patria, país, nación, estado. Cinco términos que coloquialmente pueden ser considerados como sinónimos pero que histórica, jurídica y políticamente designan realidades diferentes. En el Diccionario de Política (Siglo XXI, Madrid, 1994) e Norberto Bobbio, Nicola Matteucci y Gianfranco Pasquino, ni tan siquiera figuran las voces de "patria" o "país", y las tres restantes reciben tratamiento desigual: diez páginas para "estado", cinco para "nación", y dos para "pueblo".
Afirmar que el 19 de marzo de 1812 nació la nación española no es una afirmación gratuita. Contra lo que suele pensarse el estado no es una creación de la nación, sino, precisamente, lo contrario: es el estado el que crea la nación como entidad política. Por supuesto que España existía como estado antes de esa fecha, pero no como nación. Antes de la revolución francesa y de la proclamación solemne de la Declaración de los Derechos del Hombre y de los Artículos de Constitución, en octubre de 1789, existía el estado francés, pero no la nación francesa. Es el cambio de súbditos a ciudadanos que conlleva la revolución (en Estados Unidos, en Francia, en España, Iberoamérica, Alemania e Italia) y la promulgación de sus respectivas constituciones las que crean las nuevas realidades nacionales como sujetos y protagonistas de la historia.
Desde la página electrónica de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, creada en 1988 por la Universidad de Alicante, y sostenida en la actualidad por la Fundación de ese mismo nombre que preside Mario Vargas Llosa, pueden acceder al portal dedicado a la Constitución española de 1812. Un portal temático que, bajo la dirección científica del profesor Ignacio Fernández Sarasola, de la Universidad de Oviedo, y en colaboración con Fernando Reviriego Picón, de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, ofrece un amplio e impresionante catálogo de textos sobre la primera constitución promulgada en España: contexto histórico, documentos, cronología, bibliografía, estudios, imágenes y enlaces de interés. Les animo a visitarlo y disfrutar de su contenido, así como de los vídeos que incorporo a la entrada.
También pueden ustedes acceder al monográfico especial de la Revista de Historia Constitucional que les indicaba al comienzo. Más de 800 páginas con decenas de artículos publicados por los más eminentes y prestigiosos historiadores, profesores y politólogos en homenaje a nuestra primera constitución.
Con cierta dosis de nostalgia, no exenta de cariño, recordaba en la entrada de aquella fecha dos anteriores mías del blog sobre el bicentenario de la Constitución de Cádiz. La primera, del 20 de abril de 2009, titulada Los fastos de Cádiz. Carta abierta a la ministra de Cultura; la segunda, del 9 de abril de 2010, titulada Historiadores y fastos patrios. Espero que les sigan resultando interesantes.
Como colofón de la efeméride les recomendaba leyeran el artículo 1812: Cuando España quiso ser moderna e ilustrada que en El País del 19 de marzo publicaba José María Lasalle, secretario de estado de Cultura, así como el editorial de esa fecha del mismo periódico, titulado Las preguntas de Cádiz y los enlaces a otros artículos de opinión sobre la conmemoración que nos ocupaba a los que podían acceder desde los artículos citados. Y sean felices, por favor, a pesar del gobierno. Tamaragua, amigos. HArendt
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