lunes, 15 de abril de 2024

Del elogio de la brevedad

 





Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz lunes. En tiempos donde predomina la velocidad, el analista político Antoni Gutiérrez-Rubí nos propone en la revista Ethic una alternativa a modo de antídoto contra la aceleración cuya propuesta es detenerse a leer un texto corto lentamente, palabra por palabra. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos. harendt.blogspot.com








Breve elogio de la brevedad
ANTONI GUTIÉRREZ-RUBÍ
03 ABR 2024 - Ethic - harendt.blogspot.com
   
El pensamiento breve ha sido devaluado y despreciado durante mucho tiempo. Una mezcla de soberbia intelectual y arrogancia académica ha ninguneado lo breve. Detrás de ella se ha escondido, disfrazada, una concepción jerárquica y patrimonial del saber y del poder.
Pero la fragmentación social, la democratización del saber (incluyendo, también, la superficialidad y volatilidad del pensamiento en la sociedad líquida e hiperconectada) y la fascinación y necesidad de lo básico y nuclear en un mundo complejo han recuperado, reivindicado —y redescubierto— una amplia gama de breves recursos filosóficos, de pequeños pensamientos que, como perlas, tienen una extraordinaria pureza. Hay una mirada nueva hacia lo fundamental, hacia lo profundo. Hacia lo esencial.
La fuerza de los aforismos históricos —principios morales, éticos o filosóficos de los antiguos pensadores y otros protagonistas de la literatura, las artes y las ciencias humanas— ha demostrado su radicalidad y su capacidad para resistir y aflorar, con vigorosa actualidad, en la sociedad masificada y cacofónica de nuestros días.
Volvemos a los clásicos, sí. Amamos su brevedad, pero no por pereza intelectual o incapacidad. Amamos lo breve por su naturaleza de principio, de pilar, de fundamento. Porque necesitamos construir lo complejo desde lo básico. Porque necesitamos certezas, que son más valores que teorías. Buscamos el pensamiento breve, pero profundo, por su capacidad para iluminar —para abrirnos los ojos y la mente— en medio de las sombras, las incertidumbres o las dudas. Este libro es un elogio a la brevedad. Prometo ser tan breve como sea posible.
El bien más escaso es el tiempo; el bien abundante, la oferta de conocimiento. Un segundo, un minuto o una hora no pueden crecer. Lo que crece es la disponibilidad y la cantidad de información, fuentes y formatos. En esta tensión contemporánea, acelerada por la tecnología, la brevedad ofrece, creo, una alternativa. ¿Es la brevedad una consecuencia indeseable de nuestra vorágine tecnológica? ¿O bien puede ser una opción por lo sintético y medular?
En el año 2010, Nicholas Carr publicaba Superficiales: ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes?, una obra que surgió como consecuencia de la constatación del propio autor y de algunos de sus amigos de haber perdido la capacidad de concentrarse. Carr supo anticipar el marasmo actual y su capacidad para transformar nuestro cerebro.
Trece años después, Johann Hari, en su libro El valor de la atención. Por qué nos la robaron y cómo recuperarla, pone el foco en la profunda crisis en la que ha entrado la atención, tratando de analizar las causas, a partir de distintas entrevistas a expertos en concentración humana y de experimentar personalmente un «exilio digital», compartiendo sus aprendizajes y reflexiones.
Según Hari, diversos estudios demuestran que los adultos a duras penas podemos aguantar concentrados en una tarea más de tres minutos (en el caso de los adolescentes el tiempo medio es de 65 segundos). El autor nos alerta del peligro que supone la omnipresencia de las pantallas y de esa necesidad de pasar constantemente de un dispositivo a otro. Sugiere que, aunque hay fuerzas poderosas afectando nuestra atención, depende de nosotros superarlas.
Propone una serie de soluciones individuales y colectivas para afrontar esta crisis, argumentando que «es posible una vida mejor, una donde podamos profundizar en el pensamiento y vivir con atención, si estamos dispuestos a luchar por ello». Un primer paso clave es visibilizar la magnitud de este problema social y global: «la liberación de la atención humana podría ser la batalla moral y política definitoria de nuestro tiempo. Su éxito es la condición previa para el triunfo de prácticamente todas las demás luchas», destaca James Williams, exestratega de Google y profesor de la Universidad de Oxford, uno de los testimonios clave para la obra de Hari.
Aza Raskin, el ingeniero que inventó en 2006 una de las funciones más adictivas, el scroll infinito (por el cual navegamos en una red observando contenidos que se cargan continuamente sin llegar jamás al final), manifestó años más tarde su arrepentimiento por este perjudicial desarrollo. Raskin calculó cuánto tiempo (medido en vidas humanas) se desperdiciaba con este gesto. Y llegó a esta cifra: 200.000 vidas humanas serían las que se pierden cada día. Cálculo macabro, abrumador.
«Menos es más». Esta cita, atribuida al arquitecto Mies van der Rohe, es uno de los lemas del minimalismo. Aunque fue popularizada por él, fue un artista precursor, Ad Reinhardt, de la generación expresionista abstracta, quien la utilizó en una entrevista: «Mientras más cosas contenga, cuanto más ocupada sea la obra de arte, peor será. Más es menos. Menos es más». La obra de Reinhardt tiende al reduccionismo casi total, es un anticipo del minimalismo posterior. Pero, de hecho, la expresión aparece por primera vez en inglés por gentileza del poeta victoriano Robert Browning, en un poema de 1855 sobre Andrea del Sarto, un pintor del Renacimiento italiano conocido por su brillantez técnica. «Yet do much less, so much less, Someone says, / (I know his name, no matter)—so much less! / Well, less is more, Lucrezia: I am judged». An toni Gutiérrez-Rubí es analista político.




 


















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