jueves, 31 de diciembre de 2009

2009: Un annus horribilis





Francois Mitterand, ex-presidente francés




Fue la reina Isabel II de la Gran Bretaña quien pronunció una frase referida al año 1992 que se hizo famosa: la de que había sido para ella un "Annus Horribilis". Seguro que este 2009 que hoy concluye su existencia también habrá merecido el apodo de "Annus Horribilis" para muchos cientos de miles de personas que han visto perder sus trabajos y sus ahorros a causa de una crisis financiera de la que nadie se ha hecho responsable.

¿Nadie?... Parece haber un consenso mayoritario en que la gran banca internacional, estadounidense y europea principalmente, tienen una indiscutible responsabilidad directa en la gestación y desarrollo de la crisis, crisis que gracias a la inyección de ingentes cantidades de miles de millones de dólares y euros de dinero público, es decir, de todos, en esas propias entidades financieras que la habían propiciado, se ha podido detener y suavizar aun a costa de gravísimos daños colaterales que como es uso y costumbre han pagado otros, los más débiles, los de siempre.

Cuando el presidente Mitterand accedió al poder en Francia, en la primavera de 1981, anunció que una de las primeras medidas de su gobierno sería la nacionalización de la banca francesa. El 9 de septiembre de ese mismo año el Consejo de Ministros aprobó la medida. La reacción de los medios económicos franceses fue inmediata y unánime calificando la decisión de "inhabitual, torpe, inicua y anunciadora de desorden». La nacionalización no prosperó.

La cuestión es que esas ingentes cantidades de dinero público inyectado a los bancos privados en este año que acaba ha salvado a la gran banca pero no ha servido para nada más. ¿Merecían la salvación? No lo tengo muy claro. Hay voces que creen que no. Y que si se han salvado con dinero público, de todos, tienen que responder de su gestión no ante sus accionistas sino ante quienes les han salvado.

Otro tópico usual es el de que una banca pública, es decir nacionalizada, nunca será tan eficiente como una banca privada. Es posible, pero la cuestión a dilucidar es que consideramos como "eficiente" a efectos globales. Y eso, visto lo visto en 2009, no parece tan claro, ni los gestores privados especialmente eficientes; más bien todo lo contrario...

Enrique Gil Calvo, profesor de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, publicaba ayer un interesante artículo ("La privatización del keynesianismo", El País, 30/12/09) en el que plantea y desarrolla algunas de las cuestiones que he esbozado en mi comentario. Espero que les guste. Feliz Año Nuevo. Tamaragua, amigos. Nos vemos el próximo año. HArendt






El economista John Maynard Keynes




"LA PRIVATIZACIÓN DEL KEYNESIANISMO", por Enrique Gil Calvo
EL PAÍS - Opinión - 30-12-2009

Si el año pasado estuvo marcado de principio a fin por el ominoso estallido de la crisis económica, cuya evidente inminencia tantos negacionistas se empeñaban en acallar, este año que ahora termina ha estado presidido por la lucha contra la crisis. Una lucha que finalmente parece haberse visto coronada por el éxito, a juzgar por el rally alcista de las bolsas, que cierran el ejercicio con subidas estratosféricas desde los mínimos de marzo. Por lo tanto, si semejante interpretación fuera acertada, éste sería el mejor momento para empezar a pedir cuentas, exigiendo responsabilidades tanto a quienes permitieron que la crisis se formase como a los que se han beneficiado de su presunta resolución. El diagnóstico dominante en los medios sostiene que la crisis se formó porque, en ausencia de supervisión y control estatal, la irracional desregulación de los mercados financieros los condujo al desastre. Y en ese punto de inflexión, cuando la burbuja especulativa pinchó y los capitales huyeron en estampida presos de un ataque colectivo de pánico, la única solución posible fue regresar al viejo keynesianismo interventor, pasando los mercados a ser controlados directamente por los Estados, que para poder salvarlos tuvieron que inundarlos con masivas inyecciones de gasto público deficitario.

En suma, el neoliberalismo sería el gran culpable, o al menos el principal causante, y el ya casi olvidado keynesianismo, teóricamente superado por aquél, habría sido la única salvación. Pero si esta interpretación oficial resulta paradójica, mucho más lo parece su traducción política. Pues ¿cómo se entiende, entonces, que los representantes socialdemócratas del keynesianismo pierdan todas las elecciones, saliendo derrotados como los grandes perdedores de la crisis, mientras los representantes conservadores del neoliberalismo quedan victoriosos, imponiendo por doquier su virtual hegemonía?

Una posible explicación es que el keynesianismo aplicado hoy ya no es aquel keynesianismo público, progresivo y reformista que presidió la edad de oro de la socialdemocracia en los años sesenta, sino que se trata de un keynesianismo completamente distinto, por su carácter a la vez privado, conservador y reaccionario. Un keynesianismo de derechas, para entendernos, pues no beneficia a las rentas del trabajo sino a las rentas del capital. De ahí que haya logrado imponer una salida de la crisis de tipo restaurador, de acuerdo al célebre efecto Lampedusa: es preciso que todo cambie para que todo siga igual. Es la única conclusión que puede extraerse de la práctica de un keynesianismo estatal que privatiza los beneficios y socializa las pérdidas, contribuyendo no a reformar sino a restaurar la financiarización de la economía. Pero esta práctica derechista del keynesianismo privatizado, restaurador de la tasa de beneficios del gran capital, no es nueva en absoluto, pues ya la acometió mucho antes Hitler en los años treinta, y luego Reagan en los ochenta, que es precisamente cuando se sentaron las bases de la actual dominación financiera. Pues más allá del keynesianismo militarista que hoy inspira a Bush y también a Obama, haciendo del gasto en defensa el gran motor de la demanda agregada, la clave real de este nuevo keynesianismo financiero es hinchar la demanda mediante el endeudamiento crediticio.

Como se sabe por lo menos desde Marx, la causa última de las crisis cíclicas del capitalismo es la sobreproducción, dado el exceso de capacidad instalada para la que no hay suficiente demanda natural o espontánea. Para enfrentarse a este exceso de producción, o a esta escasez de demanda, la solución keynesiana pública, puesta en práctica por la socialdemocracia en los sesenta, fue estimular fiscalmente la demanda agregada tanto por medio del gasto estatal como mediante una política de rentas que elevó sustancialmente el poder adquisitivo de las clases medias y asalariadas. La consecuencia fue la gran inflación, de la que se salió con la derrota política de la socialdemocracia y el ascenso imparable del neoliberalismo. Pero contra lo que parece, este último método de política económica también recurrió al keynesianismo, aunque ya no público sino privado. En efecto, para estimular la demanda agregada, en vez de recurrirse a la subvención estatal se recurrió al endeudamiento crediticio gestionado por la banca privada, y ello además con recortes salariales del poder adquisitivo, haciendo a las clases trabajadoras y medias muy dependientes del crédito bancario. Y el colmo de este keynesianismo privado llevado hasta sus últimas consecuencias por reducción al absurdo ha sido el caso de las hipotecas basura, catalizador en España o EE UU de la crisis actual: la última por el momento, hasta que se forme la próxima, dentro de una larga cadena de crisis crónicas (por parafrasear el título de mi último libro).

El truco es bien conocido: se conceden créditos a los asalariados más insolventes (entre los que destacan los inmigrantes) y luego esos créditos se venden a los propietarios más solventes (los inversores especulativos), logrando que los capitalistas privados subvencionen la demanda agregada de los trabajadores hipotecados como deudores. Esta práctica de rizar el rizo fue la que formó la burbuja especulativa del endeudamiento insolvente, pues la liquidez así generada iba fluyendo a través de las redes financieras hacia los depósitos bancarios, donde se embalsaba en forma de enormes pantanos de créditos acumulados procedentes de sus cuencas hidrográficas. Pero cuando la masa crediticia empezó a rebosar, las presas de los pantanos no pudieron soportar la presión y comenzaron a resquebrajarse hasta que reventaron. En ese momento, toda la liquidez acumulada se precipitó al vacío, y en su caída libre los créditos acumulados se convirtieron en deudas imposibles de cobrar. Así fue como la avalancha de endeudamiento lo arrasó todo a su paso, inundando súbitamente los valles de la economía real, que quedaron asolados e improductivos durante mucho tiempo. Es entonces cuando la autoridad pública se vio obligada a intervenir al modo keynesiano, insuflando a fondo perdido liquidez estatal para tratar de suplir la sequía derivada del vaciado de los pantanos financieros. Pero de este modo, el insolvente endeudamiento privado se tradujo en una hipertrofia del deficitario endeudamiento público. De ahí que, en cuanto las presas bancarias han podido ser reconstruidas gracias al rescate estatal, el estímulo keynesiano ha comenzado a reducirse hasta cesar a corto plazo. Con lo cual se demuestra su naturaleza exclusivamente privada, puesto que sólo se ha dispuesto al servicio del capital bancario, abandonando a su suerte a las víctimas reales de la rotura de los pantanos: las pequeñas y medianas empresas, los autónomos, los desempleados...

Y este carácter derechista, conservador y reaccionario del actual keynesianismo privatizado se demuestra también en su naturaleza procíclica, amplificadora de las desviaciones de la estabilidad, que en las fases alcistas del ciclo actúa como impulsora del auge desmedido, incentivando la exuberancia irracional de los mercados, mientras que con la llegada de la crisis sólo sabe impulsar el pánico colectivo. Así, las autoridades públicas han actuado en realidad como desestabilizadores automáticos, que primero no supieron evitar la formación de la crisis, luego la negaron cuando ya se estaba iniciando y finalmente la precipitaron y agudizaron con sus medidas de choque, extendiéndola y generalizándola por todo el conjunto de la economía real, penosamente gravada con el coste tributario de la deuda pública acumulada. De donde se deduce que la salida de la crisis actual también puede significar el inicio diferido de la próxima, cuando la economía se recupere y los créditos vuelvan a fluir hasta embalsarse como futura deuda insolvente.





El sociólogo Enrique Gil Galvo




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viernes, 25 de diciembre de 2009

El Mensaje del Rey








En los regímenes parlamentarios, es decir en aquellos ya sean repúblicas o monarquías en que la Jefatura del Estado está separada de la del Gobierno, y ésta última responde de su gestión ante el Parlamento, el Jefe del Estado goza de inviolabilidad e irresponsabilidad política; es un órgano neutral del Estado, no fuera ni por encima de él, sino fuera de los avatares, luchas y controversias políticas consustanciales con la democracia. De ahí el respeto que merece su persona a sus conciudadanos. Menos en España. Lo cual no dice mucho en favor de los españoles, al menos de su clase política, pero eso es lo que tenemos y ésto no da para más.

Es precisamente el de Navidad, el único discurso que el rey pronuncia bajo su propia responsabilidad. Todos los demás están supervisados por el Gobierno y lo que el rey dice lo dice, en realidad, el Gobierno. Por eso merece la pena escuchar en Navidad al rey, porque es la única vez que lo hace con libertad.

Sean felices. Tamaragua, amigos. HArendt









Mensaje de Navidad de Su Majestad el Rey
Palacio de La Zarzuela. Madrid, 24 de diciembre de 2009


¡Buenas noches! Mis primeras palabras en esta Nochebuena me salen del corazón para expresar mi afecto y mi mayor felicitación a todos los españoles. Quiero compartir con vosotros ideas y sentimientos sobre España, sobre nuestro presente y nuestro futuro.

Unas ideas que buscan el bien de nuestro país, como gran Nación europea de larga historia e inmenso patrimonio. Un país que no puede comprenderse sin esa rica diversidad consustancial al mismo ser de España. Con este espíritu, mis reflexiones de esta noche se dirigen a pediros que, juntos, acometamos tres tareas fundamentales:

En primer lugar, superar tensiones y divisiones, sobre la base de los principios y valores que alimentan lo mejor de nuestra convivencia e inspiran nuestra Constitución.

En segundo lugar, sumar voluntades en torno a los grandes temas de Estado, reforzando nuestra cohesión interna y nuestra proyección exterior.

Y, finalmente, redoblar esfuerzos para que España vuelva a crecer y a crear empleo. Cuanto antes, y de forma sostenible.

Vivimos tiempos complejos y difíciles. El Siglo Veintiuno va a cumplir su primera década. El mundo es más global en sus posibilidades -gracias a las comunicaciones y a los avances tecnológicos-. Más global también en sus desafíos -que desbordan las fronteras nacionales-. Desafíos que van desde la lacra del terrorismo, la crisis económica o el cambio climático, hasta las pandemias o el narcotráfico. Todos ellos requieren de la acción conjunta de los Estados.

Es mucho lo que nos jugamos en los próximos años. El futuro impone decisiones estratégicas de gran calado, tanto a nivel interno, como a escala europea e internacional. Decisiones en materia económica y financiera, energética, medioambiental, educativa o tecnológica. Todas ellas esenciales para no perder el tren del progreso, defender el futuro de nuestro Planeta, y asegurar el mejor porvenir a las nuevas generaciones.

Decisiones que deben tener visión anticipatoria y estar a la altura de los retos planteados. Para afrontar estos retos, es preciso desplegar nuestras mayores capacidades, con una España sólida y cohesionada, en una Europa dinámica y solidaria.

Los tiempos actuales nos reclaman tesón y fortaleza. Fortaleza como país que a todos nos proporciona libertad, estabilidad y progreso.

Fortaleza como ciudadanos más preparados y competentes, promoviendo la educación y la igualdad de oportunidades.

Fortaleza en el plano económico y social, con un tejido productivo cada vez más innovador, competitivo y activo en el mundo, capaz de mantener y elevar nuestro bienestar social.

Esa mayor fortaleza requiere el más amplio entendimiento y solidaridad entre todos los españoles, entre todas y cada una de nuestras Comunidades Autónomas. No nos podemos permitir que las legítimas diferencias ideológicas resten energías al logro de los consensos que piden nuestros ciudadanos.

Sabemos cuál es el camino a seguir. En las últimas décadas hemos sido capaces de resolver grandes problemas, contando con el esfuerzo de todos, la voluntad de acuerdo y el liderazgo responsable de nuestros dirigentes políticos, económicos y sociales. La experiencia nos demuestra que todos somos necesarios para culminar con éxito esa tarea.

Sirvamos al interés general. Para ello necesitamos actuar con inteligencia y generosidad, y aplicar la fuerza de la unidad, del diálogo y del compromiso, en el marco del respeto a nuestra Constitución.

La Constitución garantiza un amplio abanico de derechos y libertades, fundamenta una avanzada articulación de nuestra rica diversidad territorial, y nos dota de instituciones que son claves para la estabilidad y convivencia democráticas, y el buen funcionamiento del conjunto de España. Unas instituciones independientes para el mejor y más justo ejercicio de sus responsabilidades, por lo que todos debemos preservar esa independencia en aras de la confianza que los ciudadanos tienen depositada en ellas.

En 2009 la grave crisis económica ha llevado a que el desempleo sea la principal preocupación de las familias españolas. Afecta a varios millones de personas, angustiadas no sólo por la pérdida de ingresos, sino por la falta de horizontes en sus vidas laborales y personales.

Las dificultades han afectado y afectan a muchos trabajadores y empresas en los diferentes sectores productivos, desde la agricultura y la pesca hasta la industria, pasando por la construcción y los servicios. Volver a crecer es el reto más apremiante para poner fin al desempleo, garantizando la más alta protección social a quienes lo padecen. Debemos atender también las legítimas expectativas de nuestros jóvenes, apoyarles e ilusionarles, pues en ello nos va el futuro.

Se han tomado medidas a escala internacional, europea y nacional para detener la crisis y paliar sus efectos. Son muchos los esfuerzos y sacrificios desplegados a todos los niveles. Pero queda mucho por hacer, es preciso seguir adelante. Como ya dije el año pasado, la solución de la crisis exige trabajar juntos en la misma dirección.

Es pues necesario seguir adoptando medidas, lograr acuerdos entre nuestras fuerzas políticas, económicas y sociales, que permitan, por un lado, asegurar la mayor solidaridad y, por otro, acometer las reformas precisas, a fin de lograr una pronta recuperación en un clima de seguridad y confianza.

Urge asimismo -como vengo insistiendo desde hace tiempo- sellar -hoy mejor que mañana- un gran acuerdo nacional en materia de educación e incentivar aún más la innovación. Se trata de dos factores fundamentales que, junto al trabajo sacrificado de todos, permitirán aumentar nuestra competitividad y productividad y, por ello mismo, nuestro progreso y bienestar.

Tampoco podemos escatimar esfuerzos a favor de la igualdad de oportunidades, de los más pobres, vulnerables y desfavorecidos, ni en la lucha contra la exclusión y la marginación social. A favor de quienes viven problemas que a todos nos incumben, como la discapacidad, las graves enfermedades, la drogadicción, o la inaceptable violencia de género.

En estas fechas tan entrañables, recuerdo con especial emoción -junto a mi Familia- a todas las víctimas del terrorismo y a sus familiares, que cuentan con nuestro apoyo, solidaridad y afecto, así como de toda la sociedad española.

Acabar con el terrorismo -desde el imperio de la Ley, la acción de la Justicia, la sacrificada entrega de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, y la cooperación internacional- es un objetivo de todos los demócratas en defensa de la libertad y de los más elementales derechos humanos.

Los avances en la lucha contra el terrorismo nos animan a redoblar esfuerzos. Se trata de una prioridad irrenunciable. Una lucha que se extiende al terrorismo internacional, que tan inmenso dolor ya ha causado, y que ha secuestrado de forma intolerable a varios compatriotas -volcados en nuestra Cooperación al desarrollo-, cuya libertad exigimos.

La paz y la seguridad de España no pueden desligarse del resto del mundo. De ahí que quiera volver a subrayar el reconocimiento de la sociedad española a quienes sirven a nuestro país en el exterior. Especial mención merecen los miembros de nuestras Fuerzas Armadas que arriesgan sus vidas en misiones internacionales, incluida la vigilancia frente a acciones delictivas tan inaceptables como la piratería marítima.

Y es que nuestra seguridad, nuestro progreso y bienestar, dependen cada vez más de una eficaz protección y promoción de nuestros intereses en el mundo. Lo palpamos a diario. Por ello, importa consensuar y coordinar al máximo el papel internacional de España.

En este marco, dentro de unos días España asumirá por cuarta vez la Presidencia de la Unión Europea, en un momento en que la Unión debe tomar medidas de vital importancia para su futuro. Tras la puesta en marcha del Tratado de Lisboa, resulta prioritario lograr una Europa más unida, dinámica y presente en el mundo.

Son muchos los retos y también las esperanzas que marcan este fin de año. El porvenir al que aspiramos no llegará sólo. Tenemos que moldearlo juntos desde ahora, con profunda confianza en España y en los españoles, aplicando mucho sentido de Estado, tanto a la hora de gobernar, como de ejercer la oposición.

Como he dicho tantas veces, la España de hoy es capaz de grandes empresas. Con empeño y determinación, se puede ganar la batalla contra la crisis y conseguir cuantos objetivos nos fijemos. Sigamos trabajando para que prime la fraternidad sobre las desavenencias, la confianza sobre el recelo, el bien colectivo sobre los egoísmos particulares, y para que la honradez sea regla inexcusable de conducta.

La Corona tiene como norte el servicio a España y a todos los españoles. Éste es y seguirá siendo mi compromiso diario con todos vosotros. Una tarea con la que el Príncipe de Asturias también está plenamente comprometido.

Para concluir, quiero reiterar -junto a la Reina y toda mi Familia- nuestro afecto a todos los españoles y a cuantos extranjeros residen en nuestra tierra.

Queremos expresaros los mejores deseos para el Año Nuevo que esperamos lleno de felicidad para cada uno de vosotros y para vuestras familias. ¡Que sea para todos un Año cargado de paz, concordia, recuperación económica y más empleo! ¡Os lo deseo de todo corazón!

Buenas noches.




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jueves, 24 de diciembre de 2009

¡¡¡Felicidades!!!








A vosotros, los que creéis en el mensaje de Cristo; a los que creéis en otros mensajes; a los que creéis en algo o en alguien pero no sabéis en qué ni en quién; a los que no creéis en nada; a los animistas, politeístas, panteístas y paganos en general; a los agnósticos y a los ateos; a todos los hombres de buena voluntad:

¡Feliz Navidad!,
¡Feliz Solsticio de Invierno!,
¡Felicidades!...

Que la diosa Fortuna os traiga Paz, Felicidad, Amor, y si es posible, Trabajo y Dinero. Sean felices, por favor; no dejen que nada ni nadie les amargue el día de hoy. Tamaragua, amigos. HArendt




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martes, 22 de diciembre de 2009

"Con la Iglesia hemos topado, Sancho"...



Don Qujote y Sancho (grabado de Gustavo Doré)





Una de las frases más famosas y tópicas de nuestro inmortal paisano es esa de "con la Iglesia hemos topado, Sancho". Y es que tropezar con la Iglesia a principios del siglo XVI era, en España y en Europa, peligroso, muy peligroso... No sólo con la Católica única y verdadera, claro ésta, sino con todas las "iglesias". Algunos ejemplos: el filósofo holandés de origen judeo-portugués Benedicto Spinoza, fue anatemizado por sus propios correligionarios judíos, al igual que el católico Erasmo de Rotterdam lo fue por los suyos, pero ambos tuvieron la fortuna de vivir y escribir en la tolerante Holanda de la época, sino, lo más que probable es que hubieran acabado en la hoguera. Como acabaron en ella Miguel Servet, médico y científico español, quemado por los calvinistas en Ginebra, o Giordano Bruno, filósofo italiano, asado a fuego lento por los católicos en Roma. Y Lutero escapó porque supo buscar y obtener el amparo y protección de los príncipes alemanes...

En España se quemaba o agarrotaba a los herejes y disidentes de la fe católica hasta la Constitución de Cádiz, en 1812. Y en el milenario, nuclear y civilizado Irán o en la petrolífera Arabia Saudita de hoy, se sigue ahorcando o lapidando por motivos religiosos; que se lo pregunten al escritor británico de origen hindú Salman Rusdhie, que vive ocultado y protegido por las policías de Occidente allá donde va; o a los pobres caricaturistas daneses a los que se les ocurrió dibujar unas viñetas sobre el profeta Mahoma... La Iglesia Católica, que rige como monarca absoluto Benedicto XVI, Gran Inquisidor General del inefable y teatral Juan Pablo II, ya no quema a sus disidentes, pero no lo hace porque no puede ni la dejan, no por falta de ganas; que se lo pregunten a Hans Küng, Tamayo, Díez Alegría y buena parte de los teólogos más respetados del mundo...

A las cosas serias, y las religiones lo son, indudablemente, hay que acercarse de vez en cuando con humor. Es lo que ha hecho un libro: "La sonrisa divina", editado por Icaria (Madrid, 2009), con viñetas del gran dibujante humorístico José Luis Martín, y con el patrocinio del Ministerio de Justicia español. Lo contaba con mucho humor, y unos cuantos chistes sobre cristianos, judíos, musulmanes, hindúes, ateos., y demás etcéteras, sacados del libro, el periodista Juan G. Bedoya en la revista Domingo del pasado día 20. Espero que disfruten de su lectura. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. (HArendt)





Portada de "La Sonrisa Divina"




"HUMOR Y RELIGIÓN. LAS RELIGIONES HACEN GRACIA", por Juan G. Bedoya
DOMINGO - 20-12-2009

Una fundación del Ministerio de Justicia patrocina 'La sonrisa divina', un libro con chistes y viñetas sobre judíos, cristianos, musulmanes, budistas, hinduistas, fe bahá'í y ateos. Estar en gracia, si uno se atiene a la teología tradicional, significa que una persona cuenta con el favor de Dios para salvarse e, incluso, para llegar a santo. Se trata de una gracia muy seria. Su ausencia te puede mandar a los infiernos, esa cosa terrible entre creyentes. Con el tiempo, sin embargo, la palabra gracia ha adquirido prestigio mundano: tener gracia, estar gracioso, ser gracioso. Pese a la general severidad de los eclesiásticos de toda condición, la gracia es hoy sinónimo de alegría, buen humor, diversión y risa. No pocos la identifican, incluso, con la buena salud, en la idea freudiana de que "la tristeza es la muerte". Lo afirmó antes Erasmo en Elogio de la locura.

Otra cosa es reírse de las religiones. ¿Se pueden contar chistes sobre judíos, musulmanes o cristianos, sin ser acusado de blasfemo? Según y cómo. Según y dónde. Los autores de las caricaturas del profeta Mahoma publicadas en un periódico escandinavo corrieron graves riesgos. Hay muchas maneras de ser gracioso, desde la provocación irresponsable al chiste sobre las exageraciones de la religión. También depende de quién sea el contador de los chistes. No es lo mismo reírse de uno mismo a que lo haga el vecino. Cuando la Fundación Pluralismo y Convivencia, del Ministerio de Justicia, y el Centro Unesco de Cataluña acordaron publicar un libro de chistes sobre religiones, la condición que pusieron fue que uno no podía reírse de una tradición que no fuera la propia. El libro se titula La sonrisa divina. Chistes, editado por Icaria con sabrosas viñetas de José Luis Martín, editor de la revista satírica El Jueves.

La idea de publicar estos chistes surgió durante una tertulia en la terraza de un café de la Universidad de Alicante, en el último Parlamento de las Religiones, en mayo de 2007. Se trataba de demostrar que no existe divorcio entre humor y religión. Lo cuenta Francesc Torradeflot, secretario de la asociación Unesco para el Diálogo Interreligioso. "Allí se contaban chistes y todo el mundo reía. Aquel reír juntos ayudó a crear un sorprendente e inesperado clima de fraternidad que de otro modo hubiera sido difícil de conseguir. Nos desafiamos a hacerlo públicamente, en una mesa redonda. Hubo dos sesiones, en Badalona y Barcelona. Estos chistes son una selección realizada por los propios creyentes. No pretenden herir ni molestar a ninguna persona o comunidad, sea creyente o no. La voluntad de no hacer daño a nadie es el principio fundamental".

Que nadie busque chistes crueles en La sonrisa divina. Pero los hay que van a doler fuera del ambiente de camaradería en que se contaron. Como era de esperar, los mejores son los chistes de judíos sobre sí mismos. Un ejemplo:

"Un hijo pregunta a su padre:

-Papá, ¿qué es la ética?

El padre, comerciante, responde:

-Te lo explicaré. La ética es lo siguiente: imagina que viene una clienta a la tienda, me compra unos tejanos que cuestan cincuenta euros, se equivoca, me da un billete de cien y se va. La ética es: ¿se lo cuento a mi socio o no?".

En cambio, los de cristianos son de guante blanco, inocentes gracietas. Una muestra:

"Tres curas conversan sobre los problemas que tienen con los murciélagos en sus iglesias y sobre cómo ahuyentarlos.

El primero dice:

-Y agarré una escopeta y los cosí a tiros, pero lo único que conseguí fue llenar las paredes de agujeros.

El segundo dice:

-Yo puse veneno y se fueron, pero ya han vuelto.

El tercero, sonriendo, dice:

-Yo tengo la solución. Los bauticé, los hice miembros de la Iglesia y les hablé del diezmo. ¡No han vuelto más!".

Algunos chistes exigen cierta cultura religiosa. Quienes hayan estudiado religión con el catecismo del padre Astete, a mediados del siglo pasado -durante el llamado nacionalcatolicismo franquista- conocen qué es el diezmo. ¿Lo saben los chicos que cursan ahora Religión y Moral Católica en la escuela pública? Por si acaso, La sonrisa divina pone una nota a pie de página: "Diezmo. Derecho a una décima parte de la cosecha, u otra fracción variable, que se pagaba a la Iglesia, al rey o a otros señores. Por extensión, cualquier colaboración económica requerida por los eclesiásticos".

La Fundación Pluralismo y Convivencia fue creada por el Gobierno en 2004 para "contribuir a la ejecución de programas y proyectos de carácter cultural, educativo y de integración social de las confesiones minoritarias con notorio arraigo en España", y para fomentar "el pleno ejercicio de la libertad religiosa". Su patronato lo preside el ministro de Justicia.

El actual director de la fundación, José Manuel López, justifica este libro de chistes en la madurez de los españoles, superadas las posiciones clericales o anticlericales del pasado. "La nuestra es una sociedad que ya es capaz de reírse de sí misma y de sus problemas. Reírnos de las diferentes creencias es en el fondo una manera de reconocer que esas creencias forman parte de nosotros", dice. Los fieles de las religiones minoritarias -protestantes, musulmanes, judíos, mormones, budistas, testigos de Jehová, cienciólogos, etcétera- ya suman en España los dos millones y medio de personas.

La sonrisa divina no se olvida de los ateos porque "el desafío de este siglo no será el diálogo entre culturas y religiones, sino el diálogo entre religiosos y no religiosos". Lo sostiene Francesc Torradeflot. "En diferentes iniciativas ya hace unos años que se incluyen las convicciones no religiosas en un marco de igualdad y respeto", añade el directivo de la Unesco.

He aquí un chiste de ateos, además del ya clásico "soy ateo, por la gracia de Dios":

"¿Por qué hay tantos funcionarios ateos? Pues porque consideran que no puede haber otra vida mejor".

La verdad es que los chistes sobre ateos no paran de hablar de Dios.

"Se encuentran dos ateos y uno le dice al otro:

-El otro día estuve en la biblioteca y leí un libro titulado La Biblia.

-¿Ah, sí? ¿Y de qué va?

-Pues mira, trata de un tal Jesús que tenía un amigo llamado Lázaro. Un día, estando de viaje, su colega va y se muere. Así que, cuando Jesús llega al pueblo, su amigo lleva tres días enterrado. Entonces va Jesús, abre el sepulcro, le toma el pulso, le mira la respiración, le hace un masaje cardiaco, prueba un desfibrilador, llama a una ambulancia, lo llevan deprisa a un hospital, le ponen suero y... ¡El amigo resucita!

El otro dice:

-¡Pues no me lo creo!

-¡Caray! Pues mira que si te lo explico como sale en el libro...".

Otro de ateos: "El obispo llama a un cura de pueblo y le regaña:

-Que hagas misa con tejanos en lugar de con sotana..., ¡está bien! Que vayas con camisas hawaianas..., ¡pase! Que te recojas el cabello con una coleta..., ¡no diré nada! Que lleves un pendiente..., ¡lo soportaré! Lo del tatuaje en el brazo..., ¡me lo trago! Que lleves un piercing en el ombligo..., ¡cerraré los ojos! ¡Pero esto otro no lo pienso tolerar. No estoy dispuesto a que durante la Semana Santa te vayas de vacaciones y cuelgues un cartel en la parroquia que diga: 'Cerrado por defunción del hijo del jefe". ¡Eso sí que no lo acepto!".

Hablando de Semana Santa, hay este otro chiste sobre un padre y el hijo de siete años que salen del oficio de Viernes Santo. En el libro lo cuenta un cristiano, pero podría ser de un ateo.

"El hijo pregunta al padre.

-Papá, Jesús es bueno, ¿verdad?

-Sí, hijo, sí.

- Papá, Jesús es muy generoso con nosotros, ¿verdad?

-Por supuesto que sí, hijo.

-Pero, papá. ¿Jesús es bobo y desmemoriado, o qué?

-¿Pero por qué dices eso ahora, hijo?

-¡Hombre, esto de la cruz! ¡Ya lo habían crucificado el año pasado!".

Pese a la proverbial seriedad de los clérigos, también en la Biblia hay humor. Ocurre, por ejemplo, cuando Dios anuncia a Abraham que su mujer Sara le va a dar un hijo. Sara escucha detrás de la puerta y se echa a reír. Ya ha cumplido los 90. Nace el niño y lo llamarán Isaac, en hebreo itzjak, del verbo tzjok, que quiere decir reír. Pero no busquen aquí chistes, tan frecuentes en la calle, sobre "más abajo de la región abdominal", por citar de nuevo a Erasmo.

Los hay, en cambio, políticos de guante blanco. Por ejemplo, una señora de muy buena fe que lee el periódico:

"-¡Este conflicto en Palestina! ¡Estos judíos y estos musulmanes...! ¿Por qué no solucionan sus cosas como buenos cristianos?".

En fin, un chiste de musulmanes:

"Un día el mulá Nasreddin salió de paseo con su asno, por el que sentía gran afecto. Tras pararse a descansar, se quedó dormido. Cuando despertó, vio que su asno había desaparecido, pero en lugar de buscarlo volvió a la ciudad gritando con euforia.

-Al-lâhu Akbar, Al-lâhu Akbar. ¡Alabado sea Dios, alabado sea Dios!

La gente se le acercó, extrañada.

-¿Qué te ocurre, Nasreddin? ¿Por qué estás tan contento?

-¡Porque mi asno se ha perdido!

-Pero, hombre... si tú aprecias mucho a tu asno. Deberías estar triste.

Y Naresddin contestó:

-No entendéis nada, ignorantes. Doy gracias a Dios porque mi asno se ha perdido mientras yo no estaba encima de él".

Después de resucitados, ¿se nos permitirá beber y comer?

"Preguntan a un monje zen:

-Maestro, usted que es sabio, dígame, ¿qué hay después de la muerte?

-No lo sé, responde el sabio.

-Anda, creíamos que usted era un sabio.

-Sabio puede que sí, pero muerto no".

Es uno de los chistes budistas en La sonrisa divina. El monje era un tipo prudente, no como los teólogos que "se pasan la vida encerrados entre libros intentando dar respuestas a preguntas que nadie se hace". La definición, del arzobispo anglicano William Temple, la recuerda el teólogo Juan José Tamayo. Él mismo ofrece en el libro una mejor. La escuchó a un argentino en un congreso sobre la Teología de la Liberación. "¿Sabes lo que es un filósofo? Es una persona que se pasa la vida encerrada en una habitación oscura intentando encontrar un gato negro con ojos negros. ¿Y un teólogo? Una persona que se pasa la vida encerrada en una habitación oscura intentando encontrar un gato negro con ojos negros donde no hay ningún gato". Sostiene José María Diez-Alegría que "debemos fiarnos de Dios y empezar por reírnos de nosotros mismos". Lo escribió en Teología en broma y en serio y le costó en 1975 la execración del Vaticano, donde, ya en tiempo de Erasmo, "las sinuosidades del Laberinto son cosa de juego junto a los rodeos de los teologuchos tomistas o albertistas". Un ejemplo: "Después de resucitados, ¿se nos permitirá beber y comer?".

A José Luis Martín, editor del semanario satírico El Jueves, la idea de compartir en La divina sonrisa el humor hecho por diferentes religiones le pareció revolucionaria. Creció en un mundo "en el que sólo había una religión y las demás eran todas malísimas". Autor de la serie ¡Dios mío!, avala la teoría freudiana de que "hacemos humor sobre lo que nos atemoriza". Ha tenido varios juicios por injurias a lo católico. En sus historietas, Dios es redondito, con las barbas blancas. Pero un día le puso unas medallas y se lo llevó a presidir "un desfile conmemorativo de la victoria y en pequeñito sobre Lucifer". El fiscal le acusó de "dibujar a alguien superior a Dios, puesto que alguien le ponía medallas". "Hostia, no se me había ocurrido nunca", musitó Martín, atónito. Casi lo encarcelan.





Viñeta de Forges





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Eisenhower en Madrid





El presidente Dwight D. Eisenhower





A finales de los años 50 circulaba en Madrid una especie de chiste-adivinanza que decía así: "Franco lo tiene corto, Eisenhower lo tiene largo, y el Papa lo tiene, pero no lo usa. ¿Qué es?"... ¿Lo saben ustedes?... Al final de mi entrada de hoy tienen la solución.

Interesantísimo, al menos para mi que me pierde mi deformación profesional por la Historia, el artículo de ayer en El País ("Cuando Eisenhower visitó a Franco"), escrito por el profesor de Historia de la Universidad Complutense de Madrid, Nigel Townson, relatando el día que el presidente de los Estados Unidos, Dwight David Eisenhower, visitó España y fue recibido en Madrid por Franco el olor de multitudes. Eso fue tal día como ayer de hace 50 años. El 21 de diciembre de 1959.

Yo estuve allí, en la Plaza de España, con mis 13 años, acompañando a mi padre. No recuerdo gran cosa del hecho en sí. Hubo dos momentos que sí se me quedaron grabados en la mente: uno, cuando pasaron en coche descubierto -con un frio que pelaba- por la plaza, y fue el de que mi padre me puso a horcajadas sobre sus hombros para que los viera. Me llamó la atención la gran diferencia de talla entre ambos. Y no estoy haciendo un chiste ni un juicio de valor porque a esa edad se me escapaban esas matizaciones. Hablo sólo de talla física... El otro, cuando apagaron todas las luces de los edificios de la plaza y sólo quedaron encendidas las de algunas ventanas del edificio de la Torre de Madrid que conformaban sobre su fachada la palabra "IKE", el diminutivo con el que era conocido el presidente Eisenhower desde los tiempos en que comandaba las fuerzas aliadas en la II Guerra Mundial.

Espero que les resulte interesante el artículo. Tiene enjundia, porque aquella visita visualizaba a los ojos del mundo y de los españoles el final del aislamiento internacional del régimen franquista. Cosas de la "guerra fria"...

¿Adivinaron ya que lo Franco tenía cortito, Eisenhower largo y el Papa no usaba?... ¿No? ¿De verdad?... ¡No me creo!, ¡pero si es la mar de sencillo!... Se trata del apellido, no me sean mal pensados... Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. (HArendt)





Eisenhower y Franco (Madrid, Dic. 1959)





"CUANDO EISENHOWER VISITÓ A FRANCO", por Nigel Townson
EL PAÍS - Opinión - 21 de diciembre de 2009

Se cumple hoy medio siglo de un hecho crucial para el franquismo. El presidente de Estados Unidos daba en Madrid su visto bueno personal a la dictadura. Ésta no tardaría en comenzar el desarrollismo económico.

El espaldarazo que va a significar para Rodríguez Zapatero, tras sus discrepancias con George W. Bush, la inminente visita a España de Barack Obama, tiene cierta similitud con la que hizo, hace ya 50 años, el 21 de diciembre de 1959, el presidente Eisenhower a la España franquista. Esta última suele presentarse como el momento de la consolidación de la dictadura. La expresión radiante -tan raramente radiante- de Franco mientras se exhibía en aquel coche descapotable por las calles de Madrid al lado del líder del "mundo libre", y el afectuoso abrazo que este último le dio durante la despedida en la base aérea de Torrejón, fueron la prueba definitiva de que el dictador español había conseguido reemplazar el amenazador aislamiento de su régimen tras la Segunda Guerra Mundial por la integración dentro del sistema diplomático, militar e incluso económico de Occidente. El gesto de Eisenhower fue todo un símbolo del cambio en la suerte de Franco: el ostracismo y el oprobio de 1945 habían dado paso, en 1959, al abrazo.

A pesar de todo, ese giro fue como una espada de doble filo para el régimen franquista: marcó a la vez el final de un proceso y el inicio de otro difícilmente controlable. Ese mismo año, la dictadura abandonó el malogrado modelo autárquico por el del desarrollo, cristalizado en el Plan de Estabilización. La nueva política económica fue un salto al vacío. De hecho, el crecimiento económico sin precedentes de los años sesenta y principios de los setenta transformó la sociedad, la cultura y la mentalidad de los españoles, con unas consecuencias tan previsibles como imprevisibles. Sería exagerado afirmar que el desarrollo hizo inevitable la Transición, pero no hay duda de que los trascendentales cambios de aquellos años facilitaron, e incluso fomentaron, una salida democrática a la dictadura. Por tanto, 1959 fue para el régimen franquista lo que Malcolm Gladwell ha apodado su tilting point -su punto de inflexión, su momento de no retorno-.

El visto bueno de Eisenhower culminó un prolongado proceso de integración internacional de la dictadura. A la conclusión de la Segunda Guerra Mundial, Franco estaba aislado, no sólo por la derrota del Eje sino por la condena de las Naciones Unidas de su "régimen fascista". Por si eso fuera poco, el presidente estadounidense, Harry Truman, baptista y masón, odiaba a Franco por su persecución de estos dos grupos y se negó a apoyarle. No obstante, el comienzo de la guerra fría permitió a Franco promocionarse como "centinela de Occidente" en la cruzada contra el comunismo y romper la cuarentena internacional. Es más, el anticomunismo forzó a la Administración de Truman a respaldar el régimen de Franco, lo que llevó al acuerdo sobre las bases en 1953, firmado ya por Eisenhower.

El apoyo estadounidense también facilitó el ingreso de España en la Organización Mundial de Salud, la UNESCO y la OIT, y al fin, en 1955, nada menos que en las Naciones Unidas. Además, la crisis mortal del sistema autárquico a finales de 1950 obligó a Franco a adoptar una nueva política económica, poco después de haberse incorporado al Fondo Mundial Internacional, el Banco Mundial y la Organización para la Cooperación Económica Europea.

Este radical viraje económico tuvo un impacto vertiginoso sobre España. En sólo 15 años el país dio el salto de una economía agrícola a una industrial, con una tasa de crecimiento real del 7%, sólo superada por Japón. Cuando murió Franco, como observan Pablo Martín Aceña y Elena Martínez Ruiz, "España había ingresado en el Primer Mundo y en el exclusivo club de los países con una renta por habitante superior a los 2.000 dólares".

Los ingentes movimientos de dinero, bienes y personas de aquellos años dieron lugar a la aparición y difusión de nuevas aspiraciones, ideas y valores. La emigración masiva, tanto interior como al extranjero, transformó la sociedad -rural y urbana- en términos de clase, mentalidad y valores; y el éxito espectacular de la industria turística (con la llegada de más de 30 millones de extranjeros en 1975) situó a España más cerca de la Europa occidental en el sentido material, social y cultural. Pese al eslogan Spain is different, la paradoja fue que el turismo probablemente contribuyó más que ninguna otra actividad a que España dejara de ser different. La exposición a nuevos comportamientos y valores también fue facilitada por el mayor acceso a medios de comunicación como el cine, la radio, la prensa y, sobre todo, la gran novedad: la televisión.

Al mejorar el nivel de vida, la miseria e injusticia social extremas del primer franquismo quedaron en buena medida exorcizadas, como se evidenció en el asombroso aumento del consumismo. En 1960, sólo un 4% de los hogares tenían coche y un 1% televisión, pero en 1975 las cifras habían subido a un 40% y un 85% respectivamente. La sociedad española se aproximaba, a pasos de gigante, al "estilo de vida occidental".

Estos insólitos cambios socioeconómicos condicionaron toda la gama de actitudes y valores, desde las relaciones y expectativas sociales a las costumbres sexuales y las normas morales. A la vez, doctrinas que chocaban directamente con el discurso de la dictadura fueron rápidamente asimiladas, sobre todo el marxismo, de gran difusión entre los estudiantes, trabajadores, clérigos progresistas, artistas e intelectuales. En suma, el cambio de mentalidad fue de una magnitud trascendental, frustrando así la aspiración de la dictadura a una sociedad despolitizada y sumisa.

Claro que el régimen no podía quedar impávido ante estos cambios. Las autoridades franquistas se esforzaron por controlar el proceso, pero sus políticas tuvieron a menudo consecuencias contraproducentes o inesperadas. Un ejemplo evidente fue el intento de canalizar la creciente protesta popular generada por la liberalización económica, y en particular por la falta de planificación urbanística, a través de la Ley de Asociaciones de 1964. Contra lo esperado, las nuevas asociaciones, sumadas a las creadas por el Movimiento en 1958, fomentaron prácticas democráticas como la negociación, la celebración de elecciones y la presión sobre las autoridades públicas. Estas asociaciones, pese a su origen y control dictatorial, incentivaron la aparición de un ambiente más participativo y pluralista, y contribuyeron de ese modo al movimiento ciudadano de los años 1970. Desde esta óptica, la historia social de la Transición -que aún está por escribirse- está íntimamente asociada a la del segundo franquismo.

La emergencia de una sociedad civil predemocrática significó la aparición de una cultura alternativa a la patrocinada por el régimen. No obstante, la búsqueda de legitimidad por la dictadura a partir de una cultura comercial, en la cual la oferta oficial competía ferozmente con la marxista, la liberal y otras, contribuyó irónica e inesperadamente a su propio socavamiento. Las protestas de trabajadores y estudiantes, el clero progresista y los intelectuales, erosionaron aún más la legitimidad de la dictadura, al tiempo que extendían la convicción colectiva de que era inevitable un cambio político. La ideología del régimen, articulada ahora alrededor del léxico modernizador del desarrollo, se volvió además demasiado difusa, con lo cual las élites dictatoriales ya no estaban cohesionadas por ninguna ortodoxia doctrinal.

La prosperidad generada por el desarrollo puso de manifiesto la indiscutible capacidad de la dictadura para evolucionar y, de esa forma, garantizó su supervivencia al menos hasta la muerte de Franco. Sin embargo, la enormidad, multiplicidad y rapidez de los cambios experimentados por la sociedad española a lo largo de los años 1959-1975 minaron gravemente los cimientos ideológicos y culturales de la dictadura. Desde esta perspectiva, hay que ver la transición política y elitista de 1975-1978 no como el inicio del cambio sino más bien como el punto final de un proceso social, cultural y popular que empezó en el mismo año que el presidente Eisenhower visitó España. Dado el cambio general de circunstancias políticas, culturales y económicas, es poco probable que la visita del presidente Obama pueda convertirse en un nuevo tilting point en la historia de España.




La Torre de Madrid (Madrid, Dic. 1959)




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Bienvenidos al mundo real...




Logo Oficial de la Conferencia de Copenhague, Dic. 2009





¡Señoras y señores!..., ¡bienvenidos al mundo real!... La Conferencia sobre Cambio Climático de Copenhague, auspiciada y celebrada bajo el manto de Naciones Unidas, ha dejado entre otras muchas, dos lecciones reales: 1) El mundo es como es, y no como nos gustaría que fuera; y 2) En este mundo real sólo hay dos que corten "el bacalo", China y USA, y todos los demás vamos de comparsas. Y el que sean dos, se lo debemos a Obama, porque si no es por él, sólo hay "UNO": China.

No soy abogado, pero me muevo con bastante comodidad en el mundo del Derecho y las Leyes, y se por experiencia que cualquier mal acuerdo es preferible a un buen juicio. El que nadie haya salido contento de Copenhague es una buena señal, lo crean o no. Porque en Copenhague podía haber habido ganadores "absolutos: por poner un solo ejemplo, los que querían que fracasara la Conferencia; entre ellos, el "Quinteto de la Dignidad": Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia y Sudán, y por supuesto, China, y los "negacionistas" del occidente capitalista.

Como buen escéptico que soy, es decir, un optimista chamuscado por la realidad, también me parece positivo, y si lo calibran y piensan, creo que a ustedes también, el "papelón" que han hecho, individualmente, Merkel, Sarkozy y Brown: ninguno. Y eso es bueno, porque les obliga a replantearse que en este mundo "a dos", los 27 gobiernos de la Unión Europea, individualmente, no son nada, pero juntos, pueden, sólo pueden, quizá, ser los "terceros"... Ellos verán. Supongo que siempre quedarán estúpidos dispuestos a seguir siendo cabeza de ratón en su ratonera en lugar de cola de león al aire libre. Ese es su problema. No dejen que sea el nuestro.

Sobre la Conferencia en sí, y sobre la nueva gobernanza mundial "a dos" que se nos viene encima, comienzan a conocerse algunos entresijos que las apresuradas crónicas televisivas o periodísticas, algunas interesadas en un sentido o en otro, no han trasladado al público. Les sugiero la lectura de las entradas de ayer y hoy del Blog "Del alfiler al elefante" que escribe el periodista Lluís Bassets. Por supuesto, es sólo una opinión, pero resulta interesante... Bienvenidos al mundo real, señoras y señores. ¡Ah!, y felicidades a los que les haya tocado el Gordo de Navidad. A los demás, nos toca seguir barajando... Tamaragua, amigos. (HArendt)





China-USA: Ellos son los que mandan




Blog "Del alfiler al elefante"
21 diciembre, 2009 - Lluís Bassets
ASÍ SE GOBIERNA EL PLANETA

La nueva forma de gobernar el mundo está ya en marcha y apenas ha suscitado titular alguno en los periódicos. Todo lo que se ha acordado en Copenhague en la conferencia sobre el cambio climático ha sido obra del acuerdo bilateral entre Washington y Pekín, el nuevo directorio del planeta, formado por las dos mayores potencias contaminantes. No es extraño que la resolución haya sido recibido de uñas por casi todos, aunque finalmente el pleno de la conferencia adoptara resignadamente el acuerdo sin votarlo bajo la burocrática forma de tomar nota. Más que en cualquier otra reunión internacional se ha visto esta vez quien corta de verdad el bacalao en el mundo.

Se llama acuerdo, pero es una mera declaración de intenciones. Será la base para intentarlo de nuevo en México dentro de un año. No hay cifras de reducción de emisiones, aunque sí las hay de objetivo: limitar el incremento de la temperatura a dos grados centígrados como máximo. Los expertos aseguran que por este camino no será posible, ni siquiera cumpliendo con estas intenciones. Los países en desarrollo querían que el objetivo fuera un grado y medio. Han aparecido en cambio cuantificaciones de la ayuda que las naciones ricas deben suministrar a las más pobres para compensarlas por las limitaciones de emisiones: 100.000 millones de dólares al año a partir de 2020.

Obama necesitaba un acuerdo muy inconcreto, que le permita obtener del Congreso un mandato para negociar recortes cuantificados. Wen Jiabao quería regresar a Pekín sin ceder ni una pulgada de su soberanía nacional en cuanto a la inspección internacional sobre el cumplimiento de los compromisos de reducción. Ambos han conseguido lo que querían porque han sido ellos, a partir de la iniciativa norteamericana, los que han fabricado el Acuerdo de Copenhague.

A quienes no les gusta hay que recordarles que Clinton firmó Tokio, el Congreso lo rechazó y Bush ya ni siquiera se planteó la posibilidad de firmar acuerdo alguno, limitado incluso por su profundo escepticismo respecto a la influencia de las emisiones en el clima del planeta. China, a rebufo de la actitud negacionista del Washington conservador, se lo miraba tranquilamente desde la barrera, y ahora en cambio se ha integrado en el proceso.

Quienes creen que Copenhague ha sido un fracaso lamentable y sobre todo se apuntan al catastrofismo deberían recordar de dónde venimos. Hay siempre una conferencia de retraso, es verdad. Pero Obama ha puesto de nuevo a Estados Unidos en la negociación y ha arrastrado a China. Quizás contra Bush vivíamos mejor y Naciones Unidas podía aprobar bellas resoluciones a las que se adherían incluso regímenes nada ejemplares. Pero el mundo real es el que consiguió en Copenhague que se reconozca por primera vez el problema, se decida emprender un camino de reducciones de emisiones y se propongan objetivos de inversiones en los países en desarrollo.

Ciertamente, el mundo que se ha dibujado estos días está lleno de nubarrones y turbulencias. Juntar a 15.000 personas durante quince días para que al final sea la reunión entre Obama y Wen donde se decida todo debe ser bastante fastidiado para quienes sueñan en un gobierno mundial dirigido parlamentariamente por los representantes de los estados soberanos.

También debe ser muy difícil de tragar para muchos otros: por ejemplo, nuestros amados líderes europeos, empezando por Merkel, Sarkozy y Gordon Brown, para los que Obama tuvo atenciones y gestos, que no pudieron ocultar el mayor peso de la reunión de los emergentes, donde China y Estados Unidos terminaron de trenzar el acuerdo. En ella no había, por no haber, ni un sólo europeo, ni viejo ni nuevo, ni de la Comisión ni del Consejo. Estaban el indio Singh, el brasileño Lula, el sudafricano Zuma y naturalmente los dos grandes.

La reunión de los cinco (los jefes de estado y gobierno más algunos asesores, 15 personas en total) a puerta cerrada donde se fraguó el acuerdo pasará a la historia. Obama y Wen se habían citado para una reunión bilateral, pero el primer ministro chino estaba prolongando su reunión con los tres emergentes, de forma que Obama irrumpió en la sala y se incorporó a la mesa. En este encuentro del que sabemos muy poca cosa, el negociador chino Xie Henhua, que acompañaba a Wen, tuvo una intervención airada advirtiendo a Obama con el dedo, que no fue traducida por indicación del primer ministro.

El propio Wen asumió el protagonismo del encuentro, en paralelo a Obama. No se puede obviar el dinamismo y protagonismo del presidente norteamericano en la recta final de la reunión para conseguir un texto final con la firma de los principales contaminantes. No todos los presidentes que ha tenido Estados Unidos son capaces de una actuación de este tipo. Clinton sí, pero Bush hijo no. Obama se jugaba mucho en este envite, y no podía de ninguna manera regresar con las manos vacías a Washington.

Lo mismo pensaron los representantes de los 183 países que dieron por bueno el acuerdo: la única alternativa era el fracaso absoluto, hasta poner en peligro el propio proceso multilateral de reducción de emisiones. Y sólo cinco países preferían cualquier cosa, incluido el fracaso absoluto, antes que regalar algo a Estados Unidos: Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Cuba y Sudán. La lista habla por sí sola





Consejo Europeo: Convidados de piedra




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22 diciembre, 2009 - Lluís Bassets
MODESTAS VICTORIAS

Esa reunión en la que se coló Obama, el pasado viernes en el Bella Center de Copenhague, dará mucho que hablar. Tanto, que pasará a la historia como uno de esos momentos decisivos en que todo se juega por una iniciativa inesperada. Si el presidente norteamericano hubiera seguido esperando al primer ministro chino Wen Jiabao, que no había acudido a la cita que tenían concertada, o la hubiera anulado, en vez de irrumpir en la sala donde estaba reunido con los representantes de Brasil, India y Sudáfrica, se habría encontrado probablemente con que le servían un acuerdo cocinado enteramente por China y los otros tres emergentes, que le hubiera dejado en muy mal lugar o hubiera incluso dinamitado el proceso de revisión del protocolo de Kioto.

Se entiende que a muy pocos les guste el Acuerdo de Copenhague, pero nadie podrá discutirle al presidente norteamericano uno de sus éxitos más difíciles y personales, que a su regreso en Washington ha podido juntar a la inminente aprobación de su reforma del sistema de salud, después de recoger el compromiso del último de los 60 votos que necesita en el senado. Antes de terminar el año, Obama ya tiene en el bolsillo sus dos primeras victorias. Hasta este pasado fin de semana era un jugador de simultáneas de ajedrez con todas las partidas abiertas, según imagen brillante de Henry Kissinger. Ahora ya ha conseguido vencer en dos de ellas.

Sabemos muy bien qué dirán sus críticos: que son victorias pírricas. Sobre todo desde la izquierda. Desde la derecha más bien se dirán cosas de sentido contrario. Sobre todo los negacionistas del cambio climático y quienes prefieren que el Estado no interfiera en la organización de los sistemas sanitarios. Unos y otros deben saber que las únicas victorias posibles en el nuevo mundo multipolar, de poderes limitados y obligadamente negociadores, son así: victorias modestas, frágiles, temporales incluso; que luego requieren obstinación para mantenerlas. No hay otras. La alternativa a estas victorias probablemente es la nada, el statu quo.

Respecto al cambio climático, el éxito de Obama se cifra únicamente en que evitó el fracaso. Las consecuencias de una conferencia sin resultado alguno habrían sido incalculables. Quienes aseguran que la negociación a cinco y a puerta cerrada ha ninguneado el sistema multilateral de Naciones Unidas tienen razón; pero imaginemos si no sale nada de Copenhague el sábado. La fórmula de salvación, ese acuerdo que es sólo una declaración, aprobado por el sistema de tomar nota porque no hay consenso real, embarca sin embargo a los dos principales contaminantes en el proceso, China y Estados Unidos, sabiendo que el tercer contaminante, la Unión Europea, está embarcada incondicionalmente.

Las modestas victorias de Obama contrastan con las discretas derrotas de dos estrellas del firmamento internacional. El brioso Nicolas Sarkozy hizo todo lo que pudo para apuntarse algún tanto, incluyendo la apertura de una negociación por su cuenta con Brasil, y tuvo que contentarse con subirse al carro de Obama sin rechistar. Angela Merkel recibía la apelación de canciller del Clima, pero en la negociación de Copenhague quedó también en la cuneta. Veremos cómo asimilarán el fracaso los europeos y si consiguen recuperarse del batacazo.

Si la victoria de Obama es modesta la de China es tan estridente como discreta la cobertura de sus medios de comunicación (para algo funcionan allí las consignas y hay disciplina de partido). A la superpotencia emergente se debe el peligroso final de la cumbre, que estuvo a punto de naufragar. China estaba muy cómoda hasta ahora, agazapada detrás de los países del Tercer Mundo y como si fuera uno de ellos, lanzando pullas contra los países industrializados.

Bush les sentaba de maravilla a los chinos, porque no tenían que salir a jugar esta partida. En ausencia de Bush, han tenido que dejar que los países más pobres exigieran reducciones imposibles a los más ricos: China no quiere reducción cuantificada alguna y menos fuera de su directo control político. Pero tampoco quiere aparecer como unilateralista ni insolidaria con los países en desarrollo.

El único que podía sacar a los chinos a la pista de baile era Obama, aunque fuera a rastras, como así sucedió. Probablemente hubieran preferido un fracaso total de la Cumbre, pero no querían cargar con la responsabilidad y la imagen internacional, que les convertiría en una superpotencia ya no tan tranquila ni pacífica y con una cierta prepotencia imperial. De ahí sus cesiones, con las que ganan tiempo y margen para empezar una negociación en la que todavía no están implicados.




Naciones Unidas: reforma inaplazable





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domingo, 20 de diciembre de 2009

El "caso Hamsun"





El escritor noruego Knut Hamsun




Les confieso mi miserable e injusta ignorancia, casi total, sobre la obra y la vida del escritor noruego Knut Hamsun (aquí), Premio Nobel de Literatura de 1920. Recuerdo haber visto en casa de mis padres (mi padre era un gran lector) algunas obras suyas, entre ellas, con toda seguridad, uno de sus primeros títulos "Hambre", escrita en 1890. Comencé a leerla con no más allá de diez u once años, pero la dejé enseguida: me desagradó su estilo, su tema, o ambas cosas. A esa edad mi refinamiento literario no estaba para muchas florituras aunque comenzaba a perfilarse, y mucho más tarde, quizá ya tarde, a corregirse. Pero me quedó una especie de animadversión escasamente fundamentada sobre la obra del gran escritor noruego, a juicio de muchos, el mejor europeo de todo el siglo XX.

Más tarde, aunque seguía sin leerlo, me enteré de su afinidad más que manifiesta con el partido nazi y su admiración por la persona y la obra política de Adolf Hitler, antes, durante e incluso después de la ocupación de su patria natal por los alemanes.

Lo que tienen muchos domingos es que son días de paz y sosiego, y también de descubrimientos inesperados. Hoy me ha pasado a mí. Mi hija mayor, su marido y mis nietos están pasando el día en nuestra casa en Maspalomas; mi hija pequeña y su marido, se han llevado a mi mujer a dar una vuelta en coche por el interior de Gran Canaria, con parada y fonda en la Villa Mariana de Teror. Yo he preferido quedarme en casa, releyendo mis libros, zapineando por el Digital Plus y navegando por Internet en busca y captura de algún comentario inteligente e interesante (no suelen ser ambas cosas sumamente compatibles). Y lo he encontrado...

Entro en el Blog de "El Boomeran(g)" (aquí), como tantas otras veces, sin intención manifiesta, y me encuentro en su portada una entradilla sobre el gran Premio Nobel noruego que lleva por título "Knut Hamsun. Soñador y traidor" (aquí). Ni que decir tiene que ha suscitado mi curiosidad inmediata.

Escrito por el periodista y escritor noruego Ingar Sletten Kolloen, el artículo es una selección de textos realizada por él mismo a partir de su libro biográfico "Knut Hamsun. Soñador y conquistador" (Nórdica Libros, Madrid, 2009) para su publicación en la revista "Claves de Razón Práctica", que es de donde la reproduce "El Boomeran(g)".

El artículo tiene una primera parte que se centra sobre todo en la entrevista que el escritor noruego sostuvo el 26 de junio de 1943 con Adolf Hitler en su residencia bávara de Berghof, a petición del primero, y planteada con la intención manifiesta de interceder ante el jerarca nazi, sin mengua de su admiración por él y del designio providencial de su obra, en favor de una suavización de las condiciones de ocupación que los nazis habían impuesto a su patria. La entrevista, muy documentada históricamente, es narrada por Sletten Kolloen de forma precisa y detallada y supuso una enorme decepción para Hamsun y un indisimulable cabreo para Hitler.

La segunda parte del artículo lo hace sobre el proceso al que el anciano escritor octogenario fue sometido al final de la guerra por las autoridades noruegas, acusado de traición a su patria, y que se salvó con una condena meramente económica, que dejó profunda huella en la opinión pública de su país.

La verdad es que me ha impresionado profundamente su lectura y se la recomiendo a ustedes con todo interés. Espero que la disfruten. A mi, con sinceridad, me ha alegrado esta mañana de pacífica soledad. Sean felices. Tamaragua, amigos. (HArendt)






El escritor noruego Ingar Sletten Kolloen





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FC Barcelona: la fe que mueve montañas

Me van a perdonar que hoy pase de política, cambio climático, relaciones internacionales, economía, finanzas y demás pesadillas que nos atormentan cada hora de cada día en este Valle de Lágrimas en que se ha convertido la vida... Hoy hablo de fútbol, poco, porque ni se ni entiendo de él. Pero soy "culé" desde que tengo uso de razón, desde que Kubala (en 1950) comenzó a vestir la camiseta azulgrana.

Casi nunca soy capaz de ver un partido de fútbol completo; me pueden los nervios, y no tengo vocación de sufridor... Ayer sábado, por la tarde, me pasó lo mismo. Fui caminando desde nuestra casa en Las Palmas a un Carrefour cercano a comprar unas cosillas por encargo de mi mujer y de vuelta en casa puse Tele5: el Barcelona perdía por un gol a cero a treinta minutos del final. Apagué la televisión y encendí el portátil. Veintinueve minutos más tarde gritos de ¡¡¡GOOOOOL!!! sacudiendo los cimientos de la casa procedentes del otro lado de la calle. El Barcelona había empatado; estaba claro. Ni un grito más. Silencio absoluto. Y poco más tarde, más gritos, más fuertes aún que los anteriores, y cohetes atronando la tarde-noche de Las Palmas... Salto como un resorte y enciendo de nuevo la televisión, y veo a Messi brincando de alegría sobre el cesped de Abu Dabi, como el gran-niño-chico que es, junto a los demás jugadores del Barcelona...

Termina el partido y Tele5, fiel a su estilo (ellos venden publicidad, no televisión) ocupa tres cuartas partes de la pantalla con anuncios mientras que en el recuadro restante los jugadores del Barcelona saltan y juegan y los del Estudiantes ponen cara de circunstancias... Abro paréntesis: cuando era niño en las películas del Oeste siempre estaba del lado de los indios, de los que perdían; supongo que no era algo genético porque se me ha pasado en gran parte, no en todo. Cierro paréntesis... Y al final, cuando veo a llorar a Pep Guardiola, me emociono yo también. Por cierto, uno de mis gatos se llama "Pep Guardiola", y lleva ese nombre hace 17 años... Les dejo con la lectura del artículo que en El País de hoy escribe Andoni Zubizarreta, el que fuera gran guardameta del FC Barcelona, sobre el partido. Sean felices, por favor; aunque sean del Real Madrid... Tamaragua, amigos. (HArendt)





Este año lo han ganado "todo"...




"Un equipo para la historia. Y el círculo se cuadró", por Andoni Zubizarreta
EL PAÍS - Deportes - 20-12-2009

¡Lo sabía! Te quedas 10 minutos dormido mientras te llevan al estadio y, en vez de trasladarte en la distancia, lo hacen en el tiempo y este taxista debe tener poderes y me ha traído a Valencia. ¿A Valencia? Sí, lo siento, a Valencia. O eso al menos es lo que he pensado cuando he llagado a la Fan Zone del estadio, donde las camisetas rojiblancas eran mayoría, donde las voces de los blanquirrojos eran abrumadoramente superiores a las de los seguidores blaugranas, donde una pancarta con un león enorme animaba a los suyos, a los contrarios de los culés, a los pincharatas. ¿Estoy en Abu Dabi o en la Valencia, que acogió la final de la Copa donde, también, los rojiblancos [del Athletic] eran mayoría?

Me consuelo pensando que esta vez mis energías van a tener una única dirección, un único destinatario. Me entretengo descifrando unas cuantas pancartas de unos y de otros, me gustan esas que se ven llenas de viejas costuras, desgastadas, con recuerdos de batallas ganadas y perdidas y que hoy se van a desplegar para trasladar el aliento a los jugadores, el aliento de los de hoy y de los de antes, de quienes ahora están presentes en el estadio y de los que se quedaron en sus casas.

No, hoy no es Valencia, hoy toca ver, sufrir y disfrutar, en el Zayed Sports City de Abu Dabi y esos otros perseguidores de sueños que visten la camiseta rojiblanca son los seguidores de Estudiantes de La Plata.

Sueñan los pincharatas durante muchos minutos y el Barça se atasca. Los minutos corren haciendo realidad aquello que ya adivinó Einstein hace años de que el tiempo es una unidad relativa y lo que para el Barça se escurre de forma irremisible para el Estudiantes se convierte en segundos de plomo que parecen no querer llegar al 90 definitivo. El Barça recupera sus señales de identidad, entre Pedro y Jeffren, y hacen el campo amplio, ancho, enorme para poder ser defendido por los 10 jugadores argentinos con Verón al frente, que se dejan sangre, sudor y toda la implicación que se le puede pedir a un profesional. Toda y más, mucha más, ya que tocan con la punta de los dedos un trofeo que una vez más parece escurrirse en las manos culés. Llega el minuto 89 y ya pienso en el titular que resumirá esta columna: Se demostró, la perfección no existe. Efectivamente, el año perfecto del Barça se escurría entre las oportunidades erradas, los nervios, el querer más que el poder. El año perfecto finalizaba con un resultado que metía a Estudiantes en la historia y dejaba al Barça, decepcionado, cansado, triste.

Cierto que he pensado en un momento que, tal vez, estaba bien que la temporada perfecta no existiese, me decía a mí mismo que estaba bien que el fútbol fuera, una vez más, real como la vida misma. Ya saben, en nuestro día a día, no es la perfección lo que se diría que impera ni en cada hora ni en cada día ni en cada año.

Y cuando ya la persiana empezaba a bajarse y la cosa estaba finiquitada, Piqué busca un balón aéreo con la determinación de quien sabe que aquella era la última del partido y Pedro, desde hoy Pedro milagro, como si de un cuento clásico se tratara, hacía un gol con la parte del cuerpo que todavía no había utilizado para marcar, y gol de cabeza. Definitivamente, ya todo es posible. ¿Se podrá, finalmente, cuadrar el círculo?

Sí, definitivamente, hoy y aquí todo es posible. Messi se inventa un gol de pecho, ahora que el tema taurino está a debate en Catalunya y deposita la pelota en la red. Y corre con la cara del niño que es, feliz, desbocado, gritando un gol que cerraba 18 meses llenos de belleza, hermosura, pasión y fútbol. Y cuando Guardiola lloró desbordado de emociones, lo reconozco, lloré con él. Con la certeza de haber sido testigo de un logro histórico, con la certeza de que aquel a quien invitaba a subir conmigo los 39 escalones de Wembley, tiene ganado el derecho al descanso del guerrero tras la labor cumplida.

Y ahora sólo me queda una duda, Pep: Ahora, con tantos regalos como hemos tenido en este año, ahora, dime, ¿Qué le pedimos a los Reyes Magos?




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viernes, 18 de diciembre de 2009

Cambio climático: La Cumbre de Copenhague









Dice un refrán español: "No hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista". Y este otro: "Dentro de cien años, todos calvos". Malos augurios para lo que se esperaba de la Cumbre contra el Cambio Climático que hoy se cierra en Copenhague. De todas maneras, como soy un optimista impenitente, prefiero tomármelo con un poquito de humor, aunque sea bastante negro. Como lo hacen uno de los grandes humoristas gráficos, Forges, que cada día nos deleita desde el diario El País. Disfrútenlos. Y sean felices si pueden y les dejan. Tamaragua, amigos. (HArendt)








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lunes, 14 de diciembre de 2009

Paul A. Samuelson, en el recuerdo





El profesor Paul Anthony Samuelson




No seré yo quien discuta a Joaquín Estefanía, economista, periodista, y ex director de El País, el calificativo de "El mejor economista de la historia" que en un artículo de hoy en el que fuera su periódico dedica a la memoria y honra del profesor Paul Anthony Samuelson (1915-2009), Premio Nobel de Economía en 1970 y profesor emérito del Instituto Tecnológico de Massachussetts, fallecido ayer a los 94 años en su casa de Belmont (Massachussets). Al contrario, pienso que se lo merece con creces.

Nunca se me han dado bien los "números", y a pesar de tener un currículum académico bastante variado, reconozco que soy de "Letras" no sólo por vocación sino, también, por incapacidad manifiesta hacia lo que yo denomino "Ciencias-Ciencias". ¿Es la Economía una de esas "ciencias-ciencias"? Pues no lo se. Pero lo poco que entiendo de Economía lo aprendí a finales de los años 70, cuando cursaba la Licenciatura de Derecho en la UNED y tuve que lidiar con una de las asignaturas de la misma que llevaba el nombre de "Economía Política," una de las más temidas entre los estudiantes. La aprobé a la primera, con un Notable que me supo a gloria celestial. Y encima me gustó estudiarla, la comprendí, la entendí, y la disfruté... Sobre todo gracias a un libro, el "Curso de Economía Moderna" (Aguilar, Madrid, 1973) de Paul A. Samuelson, y a un profesor-tutor del Centro Asociado de la UNED en Gran Canaria, Leopoldo Santana, que la enseñaba como se debe enseñar en la universidad, es decir poniendo corazón, sabiduría y entrega en ello. Treinta-y-muchos años después, sólo palabras de agradecimiento tengo para ambos.

No voy a realizar un panegírico de Paul A. Samuelson, Doctor Honoris Causa por la UNED en 1989, innecesario por mi parte ante la avalancha de notas laudatorias que recaen sobre el mismo. Si acaso, recordar el enfrentamiento frontal que mantuvo toda su vida con la Escuela "Neo-Liberal" dirigida por Milton Friedman y Friedrich Hayek, y con uno de sus más conspicuos discípulos, el ex-presidente de los Estados Unidos, George W. Bush (hijo).

Cuenta Estefanía en su artículo que cuando Samuelson leyó su tesis doctoral en la Universidad de Harvard, ante un tribunal en el que estaba nada menos que Joseph Schumpeter, el gran economista austriaco, quedó éste tan impresionado por la capacidad científica del joven Samuelson, que comentó abrumado: "Con nuestros conocimientos en relación con los de este chico, ¿podríamos haber aprobado nosotros?".

Más adelante pueden leer el artículo citado de Joaquín Estefanía, y también dos recientes del profesor Samuelson que publicó la revista "Negocios", de El País, los pasados 26 de octubre y 29 de noviembre, respectivamente, con los títulos de "Adios al capitalismo de Friedman y Hayek" y "Comienzo de una nueva era mundial". Y si lo desean, en esta dirección electrónica (aquí) pueden acceder a los 14 artículos publicados por el profesor Samuelson en El País entre enero de 2008 y noviembre de 2009. Seguro que los disfrutan... Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. (HArendt)





Portada de "Curso de Economía Moderna", de Samuelson





"EL MEJOR ECONOMISTA DE LA HISTORIA", por Joaquín Estefanía
ELPAIS.com - Economía - 13-12-2009

El premio Nobel Paul A. Samuelson ha fallecido a los 94 años. Hace menos de un lustro, cuando Paul Samuelson cumplió sus primeros 90 años, tuve que escribir un artículo en este periódico que titulé "Los maestros nonagenarios" y en el que pretendí rendir homenaje a dos de esos economistas, leyenda viva de nuestro tiempo: el propio Samuelson y John Kenneth Galbraith. Hoy los dos han muerto. El primero lo hizo este domingo, a los 94 años de edad. En ambos se unía esa cualidad que caracteriza a los grandes científicos sociales: sus intereses iban más allá de la especialidad en la que trabajaron y se hicieron famosos, y participaron activamente en la vida pública de sus entornos. No fueron economistas de campanario ni intelectuales encerrados en sus torres de marfil.

Nacido en Indiana, Samuelson estudió en la Universidad de Chicago y se doctoró en la de Harvard, en un tribunal en el que figuraba Joseph Schumpeter, el gran economista austriaco. Se cuenta una anécdota que dice que los miembros del tribunal quedaron tan impresionados por la capacidad científica del joven Samuelson, que Schumpeter comentó abrumado: "Con nuestros conocimientos en relación con los de este chico, ¿podríamos haber aprobado nosotros?". Además de Schumpeter, en Harvard estudió con otros economistas como Wassily Leontieff o Alvin Hansen, uno de los discípulos favoritos de Keynes, quien publicó un libro titulado ¿Recuperación total o estancamiento?, que vuelve a estar de actualidad ahora, y en el que defendía que el capitalismo puede permanecer en un estado de crecimiento lento, alto desempleo o subempleo, y exceso de capacidad o, lo que es lo mismo, de estancamiento. En 1970, un año después de su creación, Samuelson obtuvo el Nobel de Economía "por el trabajo científico a través del cual ha desarrollado la teoría económica estática y dinámica, y contribuido activamente a elevar el nivel de análisis en la ciencia económica".

Catedrático, escritor de periódicos (colaboró en decenas de ocasiones en las páginas de EL PAÍS), asesor de los presidentes demócratas Kennedy y Johnson, no hubo debate en el siglo XX y estos primeros años del XXI en el que no participase. En el año 2000, ante la posibilidad de que Bush ganase las primeras elecciones un grupo de tres centenares de economistas norteamericanos (entre ellos Samuelson y Galbraith) firmaron un manifiesto avisando de las desastrosas consecuencias que tendría para que el bienestar llegase a la mayoría. Ante la invasión de Irak, esos economistas volvieron a manifestarse en contra. En ambas ocasiones acertaron.

Pero si Samuelson tuvo influencia fue por sus libros. Su manual Curso de economía moderna: una descripción analítica de la realidad económica ha sido uno de los más vendidos entre los estudiantes de Ciencias Económicas de todo el mundo, y el más popular en la historia de la economía. Hizo rico a Samuelson y contribuyó a formar a muchas generaciones de técnicos. Publicado a finales de la década de los cuarenta, no llegó a España hasta 1965, traducido por otro maestro nonagenario como José Luis Sampedro, éste afortunadamente entre nosotros. En el prólogo, el economista traza su objetivo: brindar al ciudadano "una teoría que le permita comprender las instituciones y los problemas básicos de la civilización de mediados del siglo XX".

Samuelson se consideraba a sí mismo un centrista incurable. Hace poco tiempo, en unos de sus artículos recomendaba a Obama que se situase en esas posiciones para arreglar los problemas económicos que asolan a EEUU dentro de la Gran Recesión. Como consecuencia de tal equidistancia intelectual, fue atacado a izquierda y derecha. La izquierda consideraba que con sus reflexiones había contribuido a domar la parte más insurgente del pensamiento keynesiano, al insertarla en el análisis neoclásico: lo que acabó llamándose la "síntesis neoclásica keynesiana", que fue apodada por Joan Robinson (una economista que mereció el Nobel) como "keynesianismo bastardo". La derecha se cebó en él por sus ataques inmisericordes a Milton Friedman y Friedrich Hayek, los padres del neoliberalismo, a los que consideraba culpables de lo que ha ocurrido en el planeta en los últimos años. En un artículo titulado Adiós al capitalismo de Friedman y Hayek , publicado en el último trimestre del año pasado, cuando todo parecía posible, escribió: "En el fondo de este caos financiero, el peor en un siglo, encontramos lo siguiente: el capitalismo libertario del laissez faire que predicaban Milton Friedman y Friedrich Hayek, al que se permitió desbocarse sin reglamentación. Esta es la fuente primaria de nuestros problemas de hoy. Hoy estos dos hombres están muertos, pero sus envenenados legados continúan".

En el último artículo publicado en EL PAÍS, hace apenas un mes, Samuelson pronosticaba una nueva era mundial en la que el liderazgo de EEUU se vería combatido por una cada vez más potente China, a través de un ataque masivo contra el dólar. Pero indicaba: "Muchas veces, a lo largo de siete décadas de enseñanza de la economía y creación de libros de texto, me he equivocado. Aún así, recuerden dónde leyeron todo esto antes. Como decían los griegos clásicos, no maten al mensajero que les trae malas noticias". Un buen testamento intelectual en una coyuntura en la que todavía estamos discutiendo si los economistas se equivocaron al no predecir la crisis que se venía encima porque ignoraron los factores claves de la misma, o porque los excluyeron intencionadamente por motivos ideológicos, para propiciar una determinada agenda política favorable a la desregulación. En uno de sus artículos finales Paul Samuelson sentenciaba "Los sistemas de mercado no regulados tarde o temprano se suicidan". Él no se suicidó sino que vivió más de nueve décadas de enseñanzas fecundas para muchos. Por eso fue un maestro. Y por ello Kenneth Arrow, otro Nobel de Economía, le consideró "el mejor economista de la Historia".





Campus de la Universidad de Harvard




"ADIÓS AL CAPITALISMO DE FRIEDMAN Y HAYEK", por Paul A. Samuelson
NEGOCIOS - 26-10-2008

El capitalismo puro se impuso entre 1915 y 1919, cuando yo era niño. ¿Quién lo mató? El presidente republicano Herbert Hoover y su multimillonario secretario del Tesoro Andrew Mellon fueron culpables antes y después del hecho. ¿Quién lo devolvió a la vida? El New Deal de posición intermedia impuesto por Franklin Roosevelt. Pero tuvieron que pasar siete años desde la investidura de Roosevelt, en marzo de 1933, para conseguirlo.

Permítanme avanzar rápidamente en el tiempo hasta el actual estallido financiero mundial. Los sistemas de mercado no regulados acaban destruyéndose a sí mismos. ¿Ha llegado el sistema de mercado a su fin? Como persona apegada a los valores tradicionales, espero que no. Mil años de historia económica atestiguan objetivamente lo indispensables que son los sistemas de mercado.

Marx, Lenin y Stalin eran paletos en lo que a economía se refiere. Mao era incluso peor. Y olvidémonos de Castro en Cuba, de Chávez en Venezuela y de quienquiera que fuese el que sumió a Corea del Norte en la hambruna y el estancamiento.

¿Qué es entonces lo que ha causado, desde 2007, el suicidio del capitalismo de Wall Street? En el fondo de este caos financiero, el peor en un siglo, encontramos lo siguiente: el capitalismo libertario del laissez-faire que predicaban Milton Friedman y Friedrich Hayek, al que se permitió desbocarse sin reglamentación. Ésta es la fuente primaria de nuestros problemas de hoy. Hoy estos dos hombres están muertos, pero sus envenenados legados perduran.

Son palabras duras que deben justificarse. Pero permítaseme advertir a los lectores que mi larga y variada experiencia en historia económica me ha convertido en un centrista incurable. Peor que eso: he aprendido por las malas a ser incurablemente ecléctico.

Fui un estudiante brillante en la conservadora Universidad de Chicago desde 1932 hasta 1935. Mis profesores de Economía mundialmente famosos me encantaban, y me colmaron de notas altas. Pero. Pero. Siempre que miraba al exterior por las ventanas de la universidad veía tasas de desempleo cercanas al 50%. (La situación en la Alemania prehitleriana era más o menos la misma). Nada de eso cuadraba con lo que se escribía en los libros de texto que me mandaban leer.

¿Por qué pasé mis cuatro vacaciones de verano universitarias en la arenosa playa del lago Michigan? Mi familia no era pobre, pero tampoco asquerosamente rica. Por aquel entonces no había ningún trabajo. Ninguno significa eso, ninguno. Prácticamente todos los bancos de Indiana, Illinois y Wisconsin habían quebrado.

¿Cómo se las apañaron el benévolo presidente Roosevelt y el pérfido Adolf Hitler para restaurar casi el pleno empleo en los seis largos años que siguieron a 1933? Lo que finalmente resolvió el problema fue un enorme gasto deficitario que aumentó la deuda pública. Esta historia, tal y como yo acabo de contarla, no se encuentra en casi ninguna de las tesis doctorales de las grandes universidades privadas después de 1970. (Evidentemente, la ciencia mejora y desmejora).

Mis frases conectan con el desconcertante futuro de las iniciativas de rescate que están teniendo lugar en los cinco continentes. Primero, aclaremos quién tiene la culpa de que la estabilidad y el crecimiento que se produjeron en torno a 1995 se convirtieran en el caos de 2008.

1. No olvidemos nunca las idioteces que ha hecho George Bush en geopolítica. La historia futura documentará ese aspecto.

2. Desde que Ronald Reagan fue elegido para ocupar la Casa Blanca, en 1980, Estados Unidos se ha ido convirtiendo gradualmente en un país de derrochadores en los planos familiar, empresarial y público, como buenos derechistas radicales partidarios de la oferta.

En una fecha futura incierta, cuando se produzca un ataque mortal y desordenado contra el dólar como divisa, los gestores de fondos de cobertura que sobrevivan en Estados Unidos serán los principales vendedores al descubierto de dólares. Esos legados de Reagan habrán desempeñado una función crucial.

3. Los programas de "conservadurismo compasivo (sic)" prometidos por George Bush resultaron ser un programa de enormes recortes tributarios exclusivamente para gente como mis prósperos vecinos.

4. El fomento deliberado de la desigualdad no aceleró la productividad total de los factores en Estados Unidos. Por el contrario, la obscena subida de los emolumentos de los altos directivos volvió disfuncional todo el sistema de gobernanza empresarial. Los directores generales de carrera se lo montaron muy bien contando mentiras sobre los verdaderos beneficios de las empresas. Incluso después de que los descubriesen, se fueron al banco con una sonrisa de oreja a oreja.

De hecho, los candidatos de Bush para la Comisión de Control del Mercado de Valores, como el primer presidente que nombró, Harvey Pitt, fueron elegidos sólo porque liberalizarían el sistema, en lugar de mantener una sensata regulación centrista. Pitt fue escogido principalmente porque había sido abogado de las cuatro empresas contables principales, que a su vez estaban fabricando nuevas formas engañosas de medir la verdadera rentabilidad.

5. Pongan a estos contables en el estrado de los testigos. Les pagan aquellos a quienes se supone que deben vigilar, un caso flagrante en el que la vigilancia y la reglamentación son una necesidad fundamental.

6. Dejen sitio en el juzgado para las tres grandes agencias de clasificación: Fitch, Moody's y S&P-McGraw Hill. Se supone que sólo dan aprobaciones AAA al material seguro. Pero si una de las tres se volviera objetivamente veraz, las otras dos se quedarían con todo el negocio. Eso apesta a conflicto de intereses. Que tome nota el Congreso.

7. Por ahorrar espacio, pasaré a los nuevos "diabólicos monstruos Frankenstein" de la nueva "ingeniería financiera". Puede que yo y otros compañeros del MIT de Chicago, de Wharton, Penn y otras universidades, lo pasemos mal cuando nos enfrentemos a san Pedro en las puertas del cielo.

¿Cuál es el problema? Es verdad que los derivados y los créditos recíprocos pueden proporcionar un reparto racional del riesgo y, por consiguiente, reducir el riesgo total, pero también pueden destruir por completo cualquier transparencia.

Durante décadas he participado en consejos directivos sin ánimo de lucro con directores generales desde Nueva York hasta California. Ninguno de ellos entendió nunca nada de las fórmulas de Black, Scholes y Merton para valorar activos. Todo lo que sabían, o pensaban que sabían, era que los nuevos y maravillosos centros de beneficios libres de riesgo habían invadido sus despachos. Era mejor que la alquimia que convertía el estiércol en oro.

Por lo visto, nadie aprendió la lección de 1998, cuando Long Term Capital Management (LTCM) estuvo a punto de quebrar y necesitó un rescate pactado por parte del Banco de la Reserva Federal de Nueva York. La ingeniería financiera es lo que nos permite pasar del apalancamiento cero hasta, pongamos, un apalancamiento de 50 a 1. Y cuando el riesgo acumulado resultante explota, de nuevo todo lo que ocurre es que el director general y el director financiero se van al banco partiéndose de risa por el camino.

Bear Stearns convirtió de la noche a la mañana a sus multimillonarios en millonarios. El emperador Nerón tocaba la lira mientras Roma ardía. El jefe de Bear Stearns jugaba torneos de bridge mientras sus accionistas quedaban hechos polvo. Teniendo en cuenta que ésta era una de las casas de corretaje que manejaban muchas de las transacciones de LTCM, ¿no debería haber aprendido lo letal que es el hiperapalancamiento?

Lo primordial es que la mayoría de las pérdidas será permanente, como entre 1929 y 1932. Sin embargo, si la Reserva Federal y el Tesoro de EE UU crean suficiente dinero nuevo, la recuperación y la estabilidad serán posibles.

De haber seguido la línea intermedia de Roosevelt, Truman, Kennedy y Clinton, podrían haberse evitado el caos y las quiebras de hoy. Los académicos siguen debatiendo si Colón introdujo la sífilis en el Nuevo Mundo o fue al revés. Pero no cabe duda de que la crisis mundial de 2008 lleva en su etiqueta las palabras made in USA.

Desde Islandia hasta la Antártida, niños aún por nacer aprenderán a temblar ante los nombres de Bush, Greenspan y Pitt. Por supuesto, estoy exagerando, pero sólo un poco.





Escudo del Instituto Tecnológico de Massachussetts





"COMIENZO DE UNA NUEVA ERA MUNDIAL"
, por Paul A. Samuelson
NEGOCIOS - Economía - 29-11-2009

La aplastante victoria electoral del presidente Barack Obama en 2008 evitó un desastre financiero mundial. Si el senador republicano John McCain hubiese ganado esas elecciones, el PIB actual de EE UU sería aún más bajo, con una diferencia de más del 15%. Y se habría producido una caída similar en la productividad mundial. Alegrémonos de la flexibilidad del presidente de la Reserva Federal Ben Bernanke y de la del Banco Central Europeo por adoptar una política fiscal activista por primera vez desde el New Deal de Franklin D. Roosevelt.

El ex presidente de la Reserva Federal Alan Greenspan y los gobernadores de los bancos centrales europeos huyeron de las políticas preventivas que podrían haber evitado la mayor parte de la crisis actual. Estos jefes creían erróneamente que el capitalismo no regulado podría esquivar la bala de la depresión. En todas partes ha quedado demostrado que era una creencia falsa.

Las presidenciales de EE UU de 2008 pusieron fin a las meteduras de pata de la Administración de Bush y a otras actuaciones para "hacer que los pobres y las clases medias subvencionen a los ultrarricos". Éste es un mal principio ético y no se justifica por una mayor eficiencia del crecimiento.

Iniciamos ahora una era en la que China hará que el liderazgo que ha ejercido EE UU desde 1950 hasta 2009 se quede cada vez más obsoleto. Sus hijos y mis nietos vivirán en esta época nueva y llena de desafíos. Veremos a China alcanzar a Japón y superarlo como la segunda economía con un mayor PIB total tras Estados Unidos.

Luego, a menos que el liderazgo monopartidista de China salte por los aires, seguramente llegará el día en que el PIB total real de China supere al de EE UU. Una lástima. Pero ésa es la expectativa realista.

Sin embargo, no esperen una rotación tranquila y sin incidentes de los líderes del mundo. De 2010 a 2020, lo más probable es que se produzca un ataque masivo contra el dólar. ¿Por qué? Porque siempre, desde el año 1000 después de Cristo, el crecimiento impulsado por la exportación ha sido la norma cuando una población con pocos ingresos y capaz de aprender ha empezado a imitar la tecnología de un país más avanzado, para así hacer la competencia a las industrias de las regiones ricas. En EE UU, Atlanta se ha hecho con gran parte de la producción automovilística de Detroit. Así ha sido y así será. Cada vez que una población con pocos ingresos y capaz de aprender pueda imitar la tecnología de un país más avanzado, lo hará. Por eso el proteccionismo es como un virus del herpes persistente contra el que hay que protegerse.

Últimamente, he llegado a temer que el inevitable ataque desordenado contra el dólar se presentase antes de lo que yo pensaba. Desearía estar equivocado. Muchas veces, a lo largo de siete décadas de enseñanza de la economía y creación de libros de texto, me he equivocado. Aun así, recuerden dónde leyeron todo esto antes. Como decían los griegos clásicos, no maten al mensajero que les trae malas noticias.

Tengo una recomendación positiva que podría reducir los riesgos descritos, e incluso posponerlos en el tiempo. Les aconsejo a los que invierten en activos en dólares con un rendimiento por intereses cercano a cero que se pasen pronto a una carpeta de inversión diversificada que se beneficie de los rendimientos medios mundiales, que son mayores. Eso contribuirá a estabilizar mejor esas volátiles inversiones extranjeras en bonos de bajo rendimiento.

En un artículo publicado hace unos años en Newsweek, Advice for a Sheikh [Consejo para un jeque] hice la misma sugerencia. También el fallecido catedrático de Harvard, Warren Law, y yo fuimos a Noruega a hacer una propuesta similar.

Gracias al avance de la ciencia y la ingeniería, las centristas economías mixtas de hoy pueden tener por delante una perspectiva de longevidad con buena calidad de vida. Antes del 1700 antes de Cristo eso nunca era así. La nueva realidad es que la raza blanca caucásica constituye una minoría en la población mundial. Las personas de color son la mayoría, y van a dominar cada vez más.

Readáptense a estas nuevas verdades permanentes. No esperen que las tendencias básicas cambien. Adáptense y cuanto antes mejor. Las idioteces del egoísmo de libre albedrío de Friedman-Hayek han desaparecido para siempre, o eso espero.

En la época en que empecé mis estudios de economía, cuando tenía 16 años, Carlyle estaba en lo cierto al llamar a la economía la Ciencia Deprimente. Gracias a la ciencia moderna y a un mejor conocimiento, esta maldición maltusiana ha sido vencida. La buena economía moderna hace que la economía sea la Ciencia de la Esperanza. ¡Al fin!





El economista y periodista Joaquín Estefanía




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