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martes, 2 de junio de 2020

[ARCHIVO DEL BLOG] Con la iglesia hemos topado, Sancho.... Publicada el 22 de diciembre de 2009




Grabado de Gustavo Doré para una edición del Quijote


Una de las frases más famosas y tópicas de nuestro inmortal paisano es esa de "con la Iglesia hemos topado, Sancho". Y es que tropezar con la Iglesia a principios del siglo XVI era, en España y en Europa, peligroso, muy peligroso... No sólo con la Católica única y verdadera, claro ésta, sino con todas las "iglesias". Algunos ejemplos: el filósofo holandés de origen judeo-portugués Benedicto Spinoza, fue anatemizado por sus propios correligionarios judíos, al igual que el católico Erasmo de Rotterdam lo fue por los suyos, pero ambos tuvieron la fortuna de vivir y escribir en la tolerante Holanda de la época, sino, lo más que probable es que hubieran acabado en la hoguera. Como acabaron en ella Miguel Servet, médico y científico español, quemado por los calvinistas en Ginebra, o Giordano Bruno, filósofo italiano, asado a fuego lento por los católicos en Roma. Y Lutero escapó porque supo buscar y obtener el amparo y protección de los príncipes alemanes...

En España se quemaba o agarrotaba a los herejes y disidentes de la fe católica hasta la Constitución de Cádiz, en 1812. Y en el milenario, nuclear y civilizado Irán o en la petrolífera Arabia Saudita de hoy, se sigue ahorcando o lapidando por motivos religiosos; que se lo pregunten al escritor británico de origen hindú Salman Rusdhie, que vive ocultado y protegido por las policías de Occidente allá donde va; o a los pobres caricaturistas daneses a los que se les ocurrió dibujar unas viñetas sobre el profeta Mahoma... La Iglesia Católica, que rige como monarca absoluto Benedicto XVI, Gran Inquisidor General del inefable y teatral Juan Pablo II, ya no quema a sus disidentes, pero no lo hace porque no puede ni la dejan, no por falta de ganas; que se lo pregunten a Hans Küng, Tamayo, Díez Alegría y buena parte de los teólogos más respetados del mundo...


A las cosas serias, y las religiones lo son, indudablemente, hay que acercarse de vez en cuando con humor. Es lo que ha hecho un libro: "La sonrisa divina", editado por Icaria (Madrid, 2009), con viñetas del gran dibujante humorístico José Luis Martín, y con el patrocinio del Ministerio de Justicia español. Lo contaba con mucho humor [Las religiones hacen gracia. Domingo, 20/12/2009] y unos cuantos chistes sobre cristianos, judíos, musulmanes, hindúes, ateos., y demás etcéteras, sacados del libro, el periodista Juan G. Bedoya. Espero que disfruten de su lectura. HArendt




El escritor Juan G. Bedoya



La reproducción de artículos firmados en este blog por otras personas no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt






HArendt




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martes, 18 de agosto de 2015

[A vuelapluma] ¿La jerarquía católica española es de este mundo?




El papa Francisco



Desde que Agustín de Hipona (354-430 d.C.) escribiera "La Ciudad de Dios", los cristianos saben que en la lucha secular que se dirime en el mundo entre la Ciudad Celestial (la Iglesia) y la Ciudad Pagana (el Estado o la Sociedad), solo habrá un ganador final, y ese ganador es la Iglesia. Lógicamente eso da una enorme fuerza y esperanza a los creyentes en que todas las penalidades de esta vida tendrán una feliz recompensa eterna. Es la misma esperanza y fuerza que el marxismo, una religión secular, dio a los parias del mundo a la espera de esa sociedad sin clases y sin Estado cuya consecución se emplaza para un momento sine díe que no sabemos si llegará.

Aunque los tiempos en la iglesia católica se miden por siglos y no por años, la llegada al trono pontificio de Jorge María Bergoglio, el 265 sucesor de Pedro al frente de la iglesia bajo el nombre de Francisco haya levantado una enorme expectación por su acercamiento y sensibilidad a los problemas reales y no solo espirituales del mundo, las soluciones se vislumbran lejanas y las esperanzas de cambio remotas. Y en defensa de la la ortodoxia más estricta se destaca, como no, una buena parte de la jerarquía católica española, tan anclada en su pasado de privilegios, que más que de este mundo, parecen extraterrestres. Las zancadillas, discretas como no (peligra el puesto y eso sí que sería malo para ellos, aunque siempre tengan asegurado su rinconcito en el cielo) al papa Francisco, son continuas. Eso sí, esas críticas se hacen siempre a-o-por persona interpuesta pues ninguno se atrevería a enfrentarse directamente al jefe, más o menos como ocurre en la sociedad civil, es decir, en la Ciudad Pagana que tan bien describió Agustín de Hipona.

En una crónica que hoy escribe en El País el periodista Juan G. Bedoya, se da cuenta de la andanada que dos obispos españoles, en concreto los de San Sebastián, José Ignacio Munilla, y de Getafe, José Rico Pavés, le sueltan estos días al sacerdote Pablo D'Ors, nombrado por el papa Francisco consejero del Pontificio Consejo de la Cultura, al que acusan lisa y llanamente de hereje.

D'Ors, madrileño, de 52 años, es nieto del ensayista Eugenio D’Ors y estudió teología y filosofía en Nueva York, Praga, Viena y Roma. Sacerdote desde 1991, ejerció en una misión claretiana de Honduras y ahora está incardinado en el arzobispado de Madrid. Quienes jalean en medios religiosos muy conservadores las tesis de Rico Pavés y Munilla están reclamando que intervenga en contra del sacerdote su arzobispo, Carlos Osoro, y, sobre todo, la Conferencia Episcopal, de la que Osoro es vicepresidente. Las voces que reclaman un castigo, dice el autor de la crónica, están condenadas al fracaso si la Conferencia Episcopal se atiene a lo indicado por Francisco para estos casos, aconsejando prudencia y comprensión. 

Y todo eso, porque hablando de los sacramentos, Pablo d’Ors sostiene que para que puedan significar algo, los sacramentos han de entenderse, al menos en alguna medida. De lo contrario, añade, no sacramentalizan nada, que es lo que sucede hoy en nuestros templos. Nadie entiende nada, concluye. A lo que más me recuerdan nuestras misas es al teatro del absurdo de Beckett.

Suena fuerte, desde luego, pero no está nada mal que la Santa Madre Iglesia Católica comience a asumir que la "iglesia" no es una finca privada de la jerarquía sino que está al servicio de los fieles, al igual que el Estado no es propiedad de los gobiernos sino de los ciudadanos. Y sobre el triunfo final en la lucha entre la Ciudad Celestial y la Ciudad Pagana, pues la verdad es que queda tan lejos que no merece la pena preocuparse por ello.

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt





Pablo D'Ors





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domingo, 4 de diciembre de 2011

Antisemitismo: ¿Todavía hoy?; parece que sí...






Alfred Dreyfys (1859-1936)





Tenía aparcado desde hace varios días un borrador de entrada sobre la experiencia de los kibutz israelíes que publiqué en el blog el 31 de enero de 2007. La reedito a continuación, pero ahora movido por razones que nada tienen que ver con el comentario interesado de un libro, que me ha dado pie para escribir esta entrada de hoy.

De Israel, israelíes, israelitas y judíos he escrito muchas veces en este blog. No son términos sinónimos: consulten el Diccionario de la Real Academia Española, si no me creen. Del antisemitismo latente y persistente en la sociedad española actual, una actitud que tiene su origen en la entrada de los visigodos en la península hace dieciséis siglos, también. Lo que no deja de ser altamente curioso en una sociedad cuya población, según los más recientes análisis genéticos, es en un 20 por ciento descendiente de judíos o de conversos. Les remito al respecto a la entrada de mi blog titulada "Genética española", del 8/12/2008. 

De que el antisemitismo persiste latente e insistentemente en la sociedad española actual da cuenta un interesante artículo de El País del pasado día 1 de diciembre firmado por el periodista e investigador Juan G. Bedoya, que certifica que España encabeza las encuestas de más acendrado antijudaísmo de toda Europa. Sobre el "por qué" de esa circunstancia les remito al reportaje en cuestión.

Pero en todas partes cuecen habas, no vayan a creerse ustedes. Para mi siempre admirada Hannah Arendt (1906-1975), la politóloga norteamericana de origen judeo-alemán, el antisemitismo de la sociedad europea está en la base de lo que más tarde se convertirá en el imperialismo de finales del siglo XIX y las experiencias totalitarias de la primera mitad del siglo XX. Temas que estudió como nadie lo había hecho hasta entonces en su libro, un clásico de la ciencia política, "Los orígenes del totalitarismo" (Alianza, Madrid, 1987), y para ella, en el origen del antisemistismo que explota en Francia a finales del siglo XIX está el "caso Dreyfus".  

¡Ah, la dulce Francia!... Francia ya no es lo que era: Sarkozy no es De Gaulle; ni por aproximación, aunque él lo pretenda con denuedo y constancia admirables... ¿Será el "caso Dominiques Strauss-Khan", estallado hace unos meses en Nueva York un nuevo "caso Dreyfus" organizado desde el poder para deshacerse del que podría haber sido el primer presidente de la república francesa de origen judío?  Parece verosímil, en opinión del periodista Miguel Mora, que en El País de hoy, escribe el mejor reportaje que he leído hasta ahora sobre el asunto: "DSK, el morbo sin fin". "Voilá!", que dicen por allí...

No deseo terminar esta entrada con pesimismo. Lo hago, pues, con este enlace desde el que pueden acceder a la interesante entrevista que acaban de realizar a la nueva presidenta del Senado federal argentino, Beatriz Rojkés, judía, en la que se muestra orgullosa de su condición de tal y de todo lo que para ella significa ese hecho. ser judía, hoy.

En el vídeo que acompaña la entrada, realizado por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), pueden ver como ha tratado el cine moderno las utopías totalitarias. Se lo recomiendo encarecidamente.

Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt





Dominique Strauss-Khan




"El kibutz, una sociedad diferente"
Desde el trópico de Cáncer, 31/1/2007

Nunca he ocultado mi admiración por Israel y por los israelíes, sin que ello implique compartir los postulados de sus gobiernos en el conflicto palestino ni en otros aspectos de su realidad cotidiana. Que ello sea producto de la ascendencia hebrea de mis antepasados o de otras causas, no viene ahora a cuento. Releeo con interés el libro "Le Kibboutz, société différente", de H. Darin-Drabkin (Éditions du Seuil, Paris, 1970), que compré en Madrid, en la Librería del extinto Instituto de Estudios Políticos, Lespo, en la calle del Reloj, hace ya más de treinta años, seducido por la aventura de los “kibboutzim”, que incluso me llevó a plantearme una corta estancia en uno de ellos. Pecados de juventud, supongo ahora… La sociedad de los kibutz, se funda sobre los principios del colectivismo y la solidaridad y tiene por objetivo la igualdad máxima de sus miembros. Es, en cierto modo, la única experiencia de “comunismo” en libertad que ha prosperado en el mundo moderno, si bien muy localizada espacial y temporalmente. El libro de Darin-Drabkin que comento comienza con la historia del movimiento Kibutz, en la Palestina británica de 1908, fundamentalmente como explotaciones agrícolas autogestionadas por grupos de trabajadores inmigrantes fuertemente ideologizados por las ideas del comunismo teórico. Pero no es éste, en todo caso, un libro de historia, pues a lo largo de sus páginas se analizan con detenimiento la estructura de la sociedad del kibutz, con sus principios de base, sus mecanismos de administración y democracia interna, de organización del trabajo y planificación de sus actividades económicas, la vida en colectividad, la educación de sus menores, el papel del individuo, la mujer y la familia en la sociedad del kibboutz, la eficacia económica de sus planteamientos y su papel en la economía y la sociedad israelita. Existe una edición española, imagino que sudamericana, del libro anterior a la francesa de 1970 que comento, que no me ha sido posible localizar. En todo caso, me ha resultado muy grata su lectura pues me ha hecho recordar aquellos tiempos en que pensaba que el mundo podía cambiarse a base de voluntad.





Beatriz Rojkés




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Entrada núm. 1433 -
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lunes, 21 de noviembre de 2011

Desde mi agnosticismo "sui generis"






El teólogo José María Castillo




No es cierto que los teólogos se estén quedando solos con el miedo. A pesar de que lo diga una fuente tan autorizada como la Asociación de Teólogos Juan XXIII, a través de un artículo que se publica El País de hoy, y que reproduzco más adelante, firmado por Juan G. Badoya. 


Desde mi agnosticismo "sui generis", no militante -aunque tomándolo prestado de Santiago Carrillo, yo prefiero decir que “soy ateo, gracias a Dios”-, pienso que la teología, la ciencia de dios, es fundamental a la hora establecer el derecho a la libertad de conciencia de los creyentes y a relacionarse con su “creador” como mejor consideren. Los teólogos tienen la obligación moral de denunciar la tergiversación que las iglesias -todas, sin excepción, pero unas más que otras- han hecho del mensaje cristiano, y ello, a pesar de la intransigencia de unas jerarquías de pensamiento trasnochado, de la persecución y de las condenas morales de que son objeto, y de la indiferencia de la mayor parte de los llamados creyentes, que en realidad no tienen el menor interés en profundizar y comprender aquello en lo que dicen creer.

Acompaño esta entrada con el vídeo que la UNED, mi "Alma Mater", ha realizado con motivo de la entrega del Doctorado "Honoris Causa" a Hans Küng, sobre la necesidad de una teología universal. Se lo recomiendo encarecidamente.

Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt





El teólogo Hans Küng




“Los teólogos nos hemos quedado sólo con el miedo”, por Juan G. Bedoya
El País, 09/09/2006
El Congreso de la Asociación Juan XXIII lamenta que los obispos se opongan por sistema a todas las revoluciones científicas. "Hay mucho miedo en la Iglesia, concretamente en la española. Miedo para pensar, para hablar, para escribir, tanto más fuerte cuanto quienes lo llevan dentro son menos conscientes de ello. La consecuencia es el bloqueo de la teología, que ha pasado a ser un pensamiento marginal. Lo que decimos los sacerdotes, los obispos, los teólogos interesa cada día menos y a menos gente”. Así habló José María Castillo ante el XXVI Congreso de la Asociación de Teólogos Juan XXIII, reunido para hablar de Cristianismo y bioética. Castillo, jesuita granadino de 77 años, ha enseñado teología en las mejores universidades católicas, como la Gregoriana de Roma y la Pontificia de Comillas en Madrid, pero lleva años en el punto de mira de los censores eclesiásticos.

La Conferencia Episcopal acaba de prohibir la publicación del último libro de Castillo, que hace dos décadas ya tuvo que abandonar por mandato de sus superiores la docencia en la Facultad de Teología de Granada. Desde entonces -como Hans Küng en Alemania, José María Diez-Alegría en Roma, Juan José Tamayo en Madrid, y tantos otros- es un profesor de teología por libre o en facultades laicas, con lo que eso significa en la Iglesia católica. Castillo lo ha recordado en el congreso que la Asociación Juan XXIII celebra en la sede del sindicato Comisiones Obreras, en Madrid, porque la Conferencia Episcopal tiene prohibido a las congregaciones religiosas que cedan sus locales.

“La teología ha sido con demasiada frecuencia, un pensamiento cautivo”, opinó Castillo antes de señalar la consecuencia de esa rigidez eclesiástica: el que la teología es hoy “una instancia extra-científica”. Añadió: “No es exagerado decir que la libertad en la Iglesia y el diálogo de la Iglesia con la sociedad se ven hoy seriamente amenazados, sobre todo en España, donde el control sobre el pensamiento teológico es, seguramente, más fuerte que en otros países. De ahí se ha seguido el creciente empobrecimiento de la teología católica en las últimas décadas. Pasó la gran generación de teólogos que hicieron el concilio Vaticano II. Y no ha habido el necesario relevo. Nos hemos quedado sólo con una cosa: el miedo”.

El secretario general de la Asociación Juan XXIII, Juan José Tamayo, profesor de teología en la Universidad Carlos III de Madrid y también censurado por la romana Congregación para la Doctrina de la Fe, es aún más crítico. “Históricamente la jerarquía católica se ha opuesto por sistema a todas las revoluciones: las científicas, las filosóficas, las culturales, las políticas, las sociales. Ahora se opone a la revolución biogenética, condenando los avances que contribuyen al bienestar de los seres humanos”.

El objetivo del Congreso de Teología, este fin de semana, es, en palabras de Tamayo, “reconstruir los puentes de diálogo y comunicación entre bioética y cristianismo que la jerarquía ha destruido durante los últimos años, y especialmente en la primavera de 2006 con el documento Teología y secularización en España”, que se mueve en lo que el papa Benedicto XVI, en declaraciones a la Radio Vaticana, el 13 de agosto pasado, llamó “los rígidos No” del cristianismo. El Papa lamentó que esa sea la imagen que se transmite con tanto “cúmulo de prohibiciones”.

“Creo que se debería corregir la imagen según la cual sembramos en torno a nuestros rígidos No”, dijo el Papa ese día, con apelaciones a volver a las “opciones positivas”. En cambio, la jerarquía española se mueve “en el paradigma de las prohibiciones, de las obligaciones, de la represión, con ausencia total de misericordia”, según Tamayo.

“Su lenguaje es el de la condena y de los noes: no a los métodos contraceptivos, a la masturbación, a las prácticas homosexuales, que califica de pecados graves contra la sexualidad y coloca al mismo nivel que la fornicación y a las actividades pornográficas. No al matrimonio homosexual, al divorcio, a la interrupción voluntaria del embarazo, a la eutanasia, a la reproducción asistida, a la investigación con células madre con fines terapéutico. Por doquier ven los obispos españoles un clima pansexualista y una mentalidad hedonista propia, dicen, de la cultura de la muerte. No ofrecen atisbo de esperanza, ni reconocen los avances producidos en la conciencia individual y en la responsabilidad personal”, añade.

Según la Asociación Juan XXIII, en la reflexión de los cristianos sobre las cuestiones de bioética, “la escucha de la ciencia y la atención a las nuevas investigaciones son el acto primero; el juicio moral viene después, y debe hacerse no en función de principios inamovibles formulados en el pasado, sino en función de la dimensión humanizadora y liberadora de los avances científicos”. Es el objetivo que se ha marcado este congreso, en el que Justa Montero, de la Red Mundial de Mujeres por los derechos reproductivos, disertó ayer sobre manipulación genética, aborto y células madre embrionarias, y donde se ha abordado 
ya el problema de la eutanasia, desde dos ópticas: la del famoso teólogo redentorista Marciano Vidal, y la del médico Fernando Marín, presidente de la asociación Derecho a Morir Dignamente.





El teólogo José María Díez-Alegría




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Entrada núm. 1420 - 
Reedición de la publicada en este blog el 9/9/2006 
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"La historia del mundo no es un suelo en el que florezca la felicidad. Los tiempos felices son en ella páginas en blanco" (Hegel)

martes, 22 de diciembre de 2009

"Con la Iglesia hemos topado, Sancho"...



Don Qujote y Sancho (grabado de Gustavo Doré)





Una de las frases más famosas y tópicas de nuestro inmortal paisano es esa de "con la Iglesia hemos topado, Sancho". Y es que tropezar con la Iglesia a principios del siglo XVI era, en España y en Europa, peligroso, muy peligroso... No sólo con la Católica única y verdadera, claro ésta, sino con todas las "iglesias". Algunos ejemplos: el filósofo holandés de origen judeo-portugués Benedicto Spinoza, fue anatemizado por sus propios correligionarios judíos, al igual que el católico Erasmo de Rotterdam lo fue por los suyos, pero ambos tuvieron la fortuna de vivir y escribir en la tolerante Holanda de la época, sino, lo más que probable es que hubieran acabado en la hoguera. Como acabaron en ella Miguel Servet, médico y científico español, quemado por los calvinistas en Ginebra, o Giordano Bruno, filósofo italiano, asado a fuego lento por los católicos en Roma. Y Lutero escapó porque supo buscar y obtener el amparo y protección de los príncipes alemanes...

En España se quemaba o agarrotaba a los herejes y disidentes de la fe católica hasta la Constitución de Cádiz, en 1812. Y en el milenario, nuclear y civilizado Irán o en la petrolífera Arabia Saudita de hoy, se sigue ahorcando o lapidando por motivos religiosos; que se lo pregunten al escritor británico de origen hindú Salman Rusdhie, que vive ocultado y protegido por las policías de Occidente allá donde va; o a los pobres caricaturistas daneses a los que se les ocurrió dibujar unas viñetas sobre el profeta Mahoma... La Iglesia Católica, que rige como monarca absoluto Benedicto XVI, Gran Inquisidor General del inefable y teatral Juan Pablo II, ya no quema a sus disidentes, pero no lo hace porque no puede ni la dejan, no por falta de ganas; que se lo pregunten a Hans Küng, Tamayo, Díez Alegría y buena parte de los teólogos más respetados del mundo...

A las cosas serias, y las religiones lo son, indudablemente, hay que acercarse de vez en cuando con humor. Es lo que ha hecho un libro: "La sonrisa divina", editado por Icaria (Madrid, 2009), con viñetas del gran dibujante humorístico José Luis Martín, y con el patrocinio del Ministerio de Justicia español. Lo contaba con mucho humor, y unos cuantos chistes sobre cristianos, judíos, musulmanes, hindúes, ateos., y demás etcéteras, sacados del libro, el periodista Juan G. Bedoya en la revista Domingo del pasado día 20. Espero que disfruten de su lectura. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. (HArendt)





Portada de "La Sonrisa Divina"




"HUMOR Y RELIGIÓN. LAS RELIGIONES HACEN GRACIA", por Juan G. Bedoya
DOMINGO - 20-12-2009

Una fundación del Ministerio de Justicia patrocina 'La sonrisa divina', un libro con chistes y viñetas sobre judíos, cristianos, musulmanes, budistas, hinduistas, fe bahá'í y ateos. Estar en gracia, si uno se atiene a la teología tradicional, significa que una persona cuenta con el favor de Dios para salvarse e, incluso, para llegar a santo. Se trata de una gracia muy seria. Su ausencia te puede mandar a los infiernos, esa cosa terrible entre creyentes. Con el tiempo, sin embargo, la palabra gracia ha adquirido prestigio mundano: tener gracia, estar gracioso, ser gracioso. Pese a la general severidad de los eclesiásticos de toda condición, la gracia es hoy sinónimo de alegría, buen humor, diversión y risa. No pocos la identifican, incluso, con la buena salud, en la idea freudiana de que "la tristeza es la muerte". Lo afirmó antes Erasmo en Elogio de la locura.

Otra cosa es reírse de las religiones. ¿Se pueden contar chistes sobre judíos, musulmanes o cristianos, sin ser acusado de blasfemo? Según y cómo. Según y dónde. Los autores de las caricaturas del profeta Mahoma publicadas en un periódico escandinavo corrieron graves riesgos. Hay muchas maneras de ser gracioso, desde la provocación irresponsable al chiste sobre las exageraciones de la religión. También depende de quién sea el contador de los chistes. No es lo mismo reírse de uno mismo a que lo haga el vecino. Cuando la Fundación Pluralismo y Convivencia, del Ministerio de Justicia, y el Centro Unesco de Cataluña acordaron publicar un libro de chistes sobre religiones, la condición que pusieron fue que uno no podía reírse de una tradición que no fuera la propia. El libro se titula La sonrisa divina. Chistes, editado por Icaria con sabrosas viñetas de José Luis Martín, editor de la revista satírica El Jueves.

La idea de publicar estos chistes surgió durante una tertulia en la terraza de un café de la Universidad de Alicante, en el último Parlamento de las Religiones, en mayo de 2007. Se trataba de demostrar que no existe divorcio entre humor y religión. Lo cuenta Francesc Torradeflot, secretario de la asociación Unesco para el Diálogo Interreligioso. "Allí se contaban chistes y todo el mundo reía. Aquel reír juntos ayudó a crear un sorprendente e inesperado clima de fraternidad que de otro modo hubiera sido difícil de conseguir. Nos desafiamos a hacerlo públicamente, en una mesa redonda. Hubo dos sesiones, en Badalona y Barcelona. Estos chistes son una selección realizada por los propios creyentes. No pretenden herir ni molestar a ninguna persona o comunidad, sea creyente o no. La voluntad de no hacer daño a nadie es el principio fundamental".

Que nadie busque chistes crueles en La sonrisa divina. Pero los hay que van a doler fuera del ambiente de camaradería en que se contaron. Como era de esperar, los mejores son los chistes de judíos sobre sí mismos. Un ejemplo:

"Un hijo pregunta a su padre:

-Papá, ¿qué es la ética?

El padre, comerciante, responde:

-Te lo explicaré. La ética es lo siguiente: imagina que viene una clienta a la tienda, me compra unos tejanos que cuestan cincuenta euros, se equivoca, me da un billete de cien y se va. La ética es: ¿se lo cuento a mi socio o no?".

En cambio, los de cristianos son de guante blanco, inocentes gracietas. Una muestra:

"Tres curas conversan sobre los problemas que tienen con los murciélagos en sus iglesias y sobre cómo ahuyentarlos.

El primero dice:

-Y agarré una escopeta y los cosí a tiros, pero lo único que conseguí fue llenar las paredes de agujeros.

El segundo dice:

-Yo puse veneno y se fueron, pero ya han vuelto.

El tercero, sonriendo, dice:

-Yo tengo la solución. Los bauticé, los hice miembros de la Iglesia y les hablé del diezmo. ¡No han vuelto más!".

Algunos chistes exigen cierta cultura religiosa. Quienes hayan estudiado religión con el catecismo del padre Astete, a mediados del siglo pasado -durante el llamado nacionalcatolicismo franquista- conocen qué es el diezmo. ¿Lo saben los chicos que cursan ahora Religión y Moral Católica en la escuela pública? Por si acaso, La sonrisa divina pone una nota a pie de página: "Diezmo. Derecho a una décima parte de la cosecha, u otra fracción variable, que se pagaba a la Iglesia, al rey o a otros señores. Por extensión, cualquier colaboración económica requerida por los eclesiásticos".

La Fundación Pluralismo y Convivencia fue creada por el Gobierno en 2004 para "contribuir a la ejecución de programas y proyectos de carácter cultural, educativo y de integración social de las confesiones minoritarias con notorio arraigo en España", y para fomentar "el pleno ejercicio de la libertad religiosa". Su patronato lo preside el ministro de Justicia.

El actual director de la fundación, José Manuel López, justifica este libro de chistes en la madurez de los españoles, superadas las posiciones clericales o anticlericales del pasado. "La nuestra es una sociedad que ya es capaz de reírse de sí misma y de sus problemas. Reírnos de las diferentes creencias es en el fondo una manera de reconocer que esas creencias forman parte de nosotros", dice. Los fieles de las religiones minoritarias -protestantes, musulmanes, judíos, mormones, budistas, testigos de Jehová, cienciólogos, etcétera- ya suman en España los dos millones y medio de personas.

La sonrisa divina no se olvida de los ateos porque "el desafío de este siglo no será el diálogo entre culturas y religiones, sino el diálogo entre religiosos y no religiosos". Lo sostiene Francesc Torradeflot. "En diferentes iniciativas ya hace unos años que se incluyen las convicciones no religiosas en un marco de igualdad y respeto", añade el directivo de la Unesco.

He aquí un chiste de ateos, además del ya clásico "soy ateo, por la gracia de Dios":

"¿Por qué hay tantos funcionarios ateos? Pues porque consideran que no puede haber otra vida mejor".

La verdad es que los chistes sobre ateos no paran de hablar de Dios.

"Se encuentran dos ateos y uno le dice al otro:

-El otro día estuve en la biblioteca y leí un libro titulado La Biblia.

-¿Ah, sí? ¿Y de qué va?

-Pues mira, trata de un tal Jesús que tenía un amigo llamado Lázaro. Un día, estando de viaje, su colega va y se muere. Así que, cuando Jesús llega al pueblo, su amigo lleva tres días enterrado. Entonces va Jesús, abre el sepulcro, le toma el pulso, le mira la respiración, le hace un masaje cardiaco, prueba un desfibrilador, llama a una ambulancia, lo llevan deprisa a un hospital, le ponen suero y... ¡El amigo resucita!

El otro dice:

-¡Pues no me lo creo!

-¡Caray! Pues mira que si te lo explico como sale en el libro...".

Otro de ateos: "El obispo llama a un cura de pueblo y le regaña:

-Que hagas misa con tejanos en lugar de con sotana..., ¡está bien! Que vayas con camisas hawaianas..., ¡pase! Que te recojas el cabello con una coleta..., ¡no diré nada! Que lleves un pendiente..., ¡lo soportaré! Lo del tatuaje en el brazo..., ¡me lo trago! Que lleves un piercing en el ombligo..., ¡cerraré los ojos! ¡Pero esto otro no lo pienso tolerar. No estoy dispuesto a que durante la Semana Santa te vayas de vacaciones y cuelgues un cartel en la parroquia que diga: 'Cerrado por defunción del hijo del jefe". ¡Eso sí que no lo acepto!".

Hablando de Semana Santa, hay este otro chiste sobre un padre y el hijo de siete años que salen del oficio de Viernes Santo. En el libro lo cuenta un cristiano, pero podría ser de un ateo.

"El hijo pregunta al padre.

-Papá, Jesús es bueno, ¿verdad?

-Sí, hijo, sí.

- Papá, Jesús es muy generoso con nosotros, ¿verdad?

-Por supuesto que sí, hijo.

-Pero, papá. ¿Jesús es bobo y desmemoriado, o qué?

-¿Pero por qué dices eso ahora, hijo?

-¡Hombre, esto de la cruz! ¡Ya lo habían crucificado el año pasado!".

Pese a la proverbial seriedad de los clérigos, también en la Biblia hay humor. Ocurre, por ejemplo, cuando Dios anuncia a Abraham que su mujer Sara le va a dar un hijo. Sara escucha detrás de la puerta y se echa a reír. Ya ha cumplido los 90. Nace el niño y lo llamarán Isaac, en hebreo itzjak, del verbo tzjok, que quiere decir reír. Pero no busquen aquí chistes, tan frecuentes en la calle, sobre "más abajo de la región abdominal", por citar de nuevo a Erasmo.

Los hay, en cambio, políticos de guante blanco. Por ejemplo, una señora de muy buena fe que lee el periódico:

"-¡Este conflicto en Palestina! ¡Estos judíos y estos musulmanes...! ¿Por qué no solucionan sus cosas como buenos cristianos?".

En fin, un chiste de musulmanes:

"Un día el mulá Nasreddin salió de paseo con su asno, por el que sentía gran afecto. Tras pararse a descansar, se quedó dormido. Cuando despertó, vio que su asno había desaparecido, pero en lugar de buscarlo volvió a la ciudad gritando con euforia.

-Al-lâhu Akbar, Al-lâhu Akbar. ¡Alabado sea Dios, alabado sea Dios!

La gente se le acercó, extrañada.

-¿Qué te ocurre, Nasreddin? ¿Por qué estás tan contento?

-¡Porque mi asno se ha perdido!

-Pero, hombre... si tú aprecias mucho a tu asno. Deberías estar triste.

Y Naresddin contestó:

-No entendéis nada, ignorantes. Doy gracias a Dios porque mi asno se ha perdido mientras yo no estaba encima de él".

Después de resucitados, ¿se nos permitirá beber y comer?

"Preguntan a un monje zen:

-Maestro, usted que es sabio, dígame, ¿qué hay después de la muerte?

-No lo sé, responde el sabio.

-Anda, creíamos que usted era un sabio.

-Sabio puede que sí, pero muerto no".

Es uno de los chistes budistas en La sonrisa divina. El monje era un tipo prudente, no como los teólogos que "se pasan la vida encerrados entre libros intentando dar respuestas a preguntas que nadie se hace". La definición, del arzobispo anglicano William Temple, la recuerda el teólogo Juan José Tamayo. Él mismo ofrece en el libro una mejor. La escuchó a un argentino en un congreso sobre la Teología de la Liberación. "¿Sabes lo que es un filósofo? Es una persona que se pasa la vida encerrada en una habitación oscura intentando encontrar un gato negro con ojos negros. ¿Y un teólogo? Una persona que se pasa la vida encerrada en una habitación oscura intentando encontrar un gato negro con ojos negros donde no hay ningún gato". Sostiene José María Diez-Alegría que "debemos fiarnos de Dios y empezar por reírnos de nosotros mismos". Lo escribió en Teología en broma y en serio y le costó en 1975 la execración del Vaticano, donde, ya en tiempo de Erasmo, "las sinuosidades del Laberinto son cosa de juego junto a los rodeos de los teologuchos tomistas o albertistas". Un ejemplo: "Después de resucitados, ¿se nos permitirá beber y comer?".

A José Luis Martín, editor del semanario satírico El Jueves, la idea de compartir en La divina sonrisa el humor hecho por diferentes religiones le pareció revolucionaria. Creció en un mundo "en el que sólo había una religión y las demás eran todas malísimas". Autor de la serie ¡Dios mío!, avala la teoría freudiana de que "hacemos humor sobre lo que nos atemoriza". Ha tenido varios juicios por injurias a lo católico. En sus historietas, Dios es redondito, con las barbas blancas. Pero un día le puso unas medallas y se lo llevó a presidir "un desfile conmemorativo de la victoria y en pequeñito sobre Lucifer". El fiscal le acusó de "dibujar a alguien superior a Dios, puesto que alguien le ponía medallas". "Hostia, no se me había ocurrido nunca", musitó Martín, atónito. Casi lo encarcelan.





Viñeta de Forges





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Entrada núm. 1265 -
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