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lunes, 4 de octubre de 2010

¿Y tu favorito, cuál es?




Portada de "Dioses, tumbas y sabios"





Creo que mi padre no ha medido las consecuencias de abrirme casi de par en par las puertas de su blog. Dice que le falta voluntad "escribidora", pero que no quiere abandonarlo a su suerte. Yo pienso que es una pose estética por su parte, pero mientras recupera fuerzas, y un poco para animarle, me gustaría iniciar mi colaboración en el blog con un asunto poco conflictivo como es el de aquellos libros, películas o músicas que nos han dejado huella en algún momento de nuestras vidas. Espero que les resulte interesante y poder repetir y compartir con ustedes la experiencia.

Seguro que en más de una ocasión a todos nos han preguntado por nuestro favorito, nuestro preferido, ya sea un libro, una película o una canción. Cuando oigo responder con tanta rapidez a esas preguntas se me plantea el siguiente pensamiento: esa persona se mueve en un ambiente cultural pobre y muy poco variado, o es un fanático. De lo primero, no es la única responsable; de lo segundo, puede que sí.

 Yo soy incapaz de decidir entre todas las películas que he visto una favorita. Tengo varias predilectas, según el género; otras, las guardo en un rincón de la memoria envueltas con mucha dulzura. Si le preguntaran a mis padres cual es mi película favorita creo que dirían: "Hoy en día no sé, pero cuando tenía ocho años, nos tenía fritos con "Los hijos del Capitán Grant" Todavía recuerdo partes enteras de diálogos. A fecha de hoy me sigo decantando por "El club de los poetas muertos", y por mucho que la vea, siempre me muerdo los labios con el ya famoso: "¡Oh capitán, mi capitán!"  Adoro "Muerte entre la flores"; me encanta, por muy absurda que sea, "The Rocky Horror Picture Show", con una jovencísima Susan Sarandon, Y "Sin Perdón", o "Cinema Paradiso". Me dejó sin aliento "Beautiful boxer", y me pondría en el papel de Richard Dreyfuss en "Encuentros en la tercera fase", y sería "gato" en "Desayuno con diamantes". Así, mil más, cada una para un momento adecuado.

 ¿Y tú libro? Ahora sí que la hemos fastidiado. Cuando tenía unos once años era "El faro de Barlovento", de J.L. Martín Vigil, una novela juvenil-romántica que cuenta la historia de dos hermanos gemelos. ¿Me lo leería veinte veces? Puede que sí. Con los estudios mis gustos literarios mejoraron bastante, aunque me siguen enganchando algunos "best seller" y sigo siendo fiel a todo lo que haga Matilde Asensi porque, simplemente, me entretiene. Pero pongámonos en esa duda de test de revista de aeropuerto: si te fueras a una isla desierta, ¿cuál te llevarías? Muy fácil, un ebook con la memoria cargada hasta los topes. Es lo bueno de la tecnología, y eso que no tengo ninguno porque para mi gusto le quitan todo el placer a la lectura: mirar cuantas páginas te quedan para terminar el capítulo y así saber si lees más o te bajas del autobús, doblar la esquina de la página o marcar esa frase que te dejó pensando. De lo primero que cogería sería "Dioses, tumbas y sabios", de C.W. Ceram, debido a las malas influencias de un padre historiador, y a la propia historia del arte. Mi colección de "Tintín": lo descubrí con 30 años, pero oye, tanto CSI, Navy y Bones, pues claro... una se queda con los orígenes detectivescos. El haber cursado asignaturas de Filología me lleva  a mi pasión por el teatro clásico, y como no, a "La vida es sueño", también el  "Quijote" y la "Numancia" cervantinas. Y no, no me llevaría ni loca "El Código da Vinci": es un libro que me irrita, porque parece que antes de él nunca se había hablado de los templarios ni de la jodía Magdalena. ¿Nadie recuerda a Peter Berling? Pues a rebuscar un poco en las bibliotecas que su narrativa es cien mil veces mejor que la de Dan Brown, cuyo libro sólo tuvo éxito por meterse con el Opus ligeramente.

 La música como todo, depende de la edad que tengas, del día que haga y del humor con el que te levantes. Serrat siempre, Sabina cuando tenía voz, y cientos de melodía que no sé el nombre pero las tarareo y me hacen suspiar, ponerme de buen humor o melancólica. Triste aquel que sólo escuche a la Paulina Rubio y no sepa quien es Bonnye Tyler o Bob Dylan. Porque ni que decir, que pena tan grande, aquellos que se pierden la música clásica y no disfrutan intentando descubrir que instrumentos suenan en las obras de Grieg, cuales son los que hacen sonar las gotas de lluvia en Vivaldi, o viendo con los ojos cerrados el ballet de "El Cascanueces". La mejor respuesta: Ufff no sé, ¿sólo uno? ¿Y tú preferido?, ¿cuál es? Nos vemos. Ruth





Carátula de la película "Los hijos del capitán Grant"




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Entrada núm. 1313 -
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"Pues, tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

martes, 22 de diciembre de 2009

"Con la Iglesia hemos topado, Sancho"...



Don Qujote y Sancho (grabado de Gustavo Doré)





Una de las frases más famosas y tópicas de nuestro inmortal paisano es esa de "con la Iglesia hemos topado, Sancho". Y es que tropezar con la Iglesia a principios del siglo XVI era, en España y en Europa, peligroso, muy peligroso... No sólo con la Católica única y verdadera, claro ésta, sino con todas las "iglesias". Algunos ejemplos: el filósofo holandés de origen judeo-portugués Benedicto Spinoza, fue anatemizado por sus propios correligionarios judíos, al igual que el católico Erasmo de Rotterdam lo fue por los suyos, pero ambos tuvieron la fortuna de vivir y escribir en la tolerante Holanda de la época, sino, lo más que probable es que hubieran acabado en la hoguera. Como acabaron en ella Miguel Servet, médico y científico español, quemado por los calvinistas en Ginebra, o Giordano Bruno, filósofo italiano, asado a fuego lento por los católicos en Roma. Y Lutero escapó porque supo buscar y obtener el amparo y protección de los príncipes alemanes...

En España se quemaba o agarrotaba a los herejes y disidentes de la fe católica hasta la Constitución de Cádiz, en 1812. Y en el milenario, nuclear y civilizado Irán o en la petrolífera Arabia Saudita de hoy, se sigue ahorcando o lapidando por motivos religiosos; que se lo pregunten al escritor británico de origen hindú Salman Rusdhie, que vive ocultado y protegido por las policías de Occidente allá donde va; o a los pobres caricaturistas daneses a los que se les ocurrió dibujar unas viñetas sobre el profeta Mahoma... La Iglesia Católica, que rige como monarca absoluto Benedicto XVI, Gran Inquisidor General del inefable y teatral Juan Pablo II, ya no quema a sus disidentes, pero no lo hace porque no puede ni la dejan, no por falta de ganas; que se lo pregunten a Hans Küng, Tamayo, Díez Alegría y buena parte de los teólogos más respetados del mundo...

A las cosas serias, y las religiones lo son, indudablemente, hay que acercarse de vez en cuando con humor. Es lo que ha hecho un libro: "La sonrisa divina", editado por Icaria (Madrid, 2009), con viñetas del gran dibujante humorístico José Luis Martín, y con el patrocinio del Ministerio de Justicia español. Lo contaba con mucho humor, y unos cuantos chistes sobre cristianos, judíos, musulmanes, hindúes, ateos., y demás etcéteras, sacados del libro, el periodista Juan G. Bedoya en la revista Domingo del pasado día 20. Espero que disfruten de su lectura. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. (HArendt)





Portada de "La Sonrisa Divina"




"HUMOR Y RELIGIÓN. LAS RELIGIONES HACEN GRACIA", por Juan G. Bedoya
DOMINGO - 20-12-2009

Una fundación del Ministerio de Justicia patrocina 'La sonrisa divina', un libro con chistes y viñetas sobre judíos, cristianos, musulmanes, budistas, hinduistas, fe bahá'í y ateos. Estar en gracia, si uno se atiene a la teología tradicional, significa que una persona cuenta con el favor de Dios para salvarse e, incluso, para llegar a santo. Se trata de una gracia muy seria. Su ausencia te puede mandar a los infiernos, esa cosa terrible entre creyentes. Con el tiempo, sin embargo, la palabra gracia ha adquirido prestigio mundano: tener gracia, estar gracioso, ser gracioso. Pese a la general severidad de los eclesiásticos de toda condición, la gracia es hoy sinónimo de alegría, buen humor, diversión y risa. No pocos la identifican, incluso, con la buena salud, en la idea freudiana de que "la tristeza es la muerte". Lo afirmó antes Erasmo en Elogio de la locura.

Otra cosa es reírse de las religiones. ¿Se pueden contar chistes sobre judíos, musulmanes o cristianos, sin ser acusado de blasfemo? Según y cómo. Según y dónde. Los autores de las caricaturas del profeta Mahoma publicadas en un periódico escandinavo corrieron graves riesgos. Hay muchas maneras de ser gracioso, desde la provocación irresponsable al chiste sobre las exageraciones de la religión. También depende de quién sea el contador de los chistes. No es lo mismo reírse de uno mismo a que lo haga el vecino. Cuando la Fundación Pluralismo y Convivencia, del Ministerio de Justicia, y el Centro Unesco de Cataluña acordaron publicar un libro de chistes sobre religiones, la condición que pusieron fue que uno no podía reírse de una tradición que no fuera la propia. El libro se titula La sonrisa divina. Chistes, editado por Icaria con sabrosas viñetas de José Luis Martín, editor de la revista satírica El Jueves.

La idea de publicar estos chistes surgió durante una tertulia en la terraza de un café de la Universidad de Alicante, en el último Parlamento de las Religiones, en mayo de 2007. Se trataba de demostrar que no existe divorcio entre humor y religión. Lo cuenta Francesc Torradeflot, secretario de la asociación Unesco para el Diálogo Interreligioso. "Allí se contaban chistes y todo el mundo reía. Aquel reír juntos ayudó a crear un sorprendente e inesperado clima de fraternidad que de otro modo hubiera sido difícil de conseguir. Nos desafiamos a hacerlo públicamente, en una mesa redonda. Hubo dos sesiones, en Badalona y Barcelona. Estos chistes son una selección realizada por los propios creyentes. No pretenden herir ni molestar a ninguna persona o comunidad, sea creyente o no. La voluntad de no hacer daño a nadie es el principio fundamental".

Que nadie busque chistes crueles en La sonrisa divina. Pero los hay que van a doler fuera del ambiente de camaradería en que se contaron. Como era de esperar, los mejores son los chistes de judíos sobre sí mismos. Un ejemplo:

"Un hijo pregunta a su padre:

-Papá, ¿qué es la ética?

El padre, comerciante, responde:

-Te lo explicaré. La ética es lo siguiente: imagina que viene una clienta a la tienda, me compra unos tejanos que cuestan cincuenta euros, se equivoca, me da un billete de cien y se va. La ética es: ¿se lo cuento a mi socio o no?".

En cambio, los de cristianos son de guante blanco, inocentes gracietas. Una muestra:

"Tres curas conversan sobre los problemas que tienen con los murciélagos en sus iglesias y sobre cómo ahuyentarlos.

El primero dice:

-Y agarré una escopeta y los cosí a tiros, pero lo único que conseguí fue llenar las paredes de agujeros.

El segundo dice:

-Yo puse veneno y se fueron, pero ya han vuelto.

El tercero, sonriendo, dice:

-Yo tengo la solución. Los bauticé, los hice miembros de la Iglesia y les hablé del diezmo. ¡No han vuelto más!".

Algunos chistes exigen cierta cultura religiosa. Quienes hayan estudiado religión con el catecismo del padre Astete, a mediados del siglo pasado -durante el llamado nacionalcatolicismo franquista- conocen qué es el diezmo. ¿Lo saben los chicos que cursan ahora Religión y Moral Católica en la escuela pública? Por si acaso, La sonrisa divina pone una nota a pie de página: "Diezmo. Derecho a una décima parte de la cosecha, u otra fracción variable, que se pagaba a la Iglesia, al rey o a otros señores. Por extensión, cualquier colaboración económica requerida por los eclesiásticos".

La Fundación Pluralismo y Convivencia fue creada por el Gobierno en 2004 para "contribuir a la ejecución de programas y proyectos de carácter cultural, educativo y de integración social de las confesiones minoritarias con notorio arraigo en España", y para fomentar "el pleno ejercicio de la libertad religiosa". Su patronato lo preside el ministro de Justicia.

El actual director de la fundación, José Manuel López, justifica este libro de chistes en la madurez de los españoles, superadas las posiciones clericales o anticlericales del pasado. "La nuestra es una sociedad que ya es capaz de reírse de sí misma y de sus problemas. Reírnos de las diferentes creencias es en el fondo una manera de reconocer que esas creencias forman parte de nosotros", dice. Los fieles de las religiones minoritarias -protestantes, musulmanes, judíos, mormones, budistas, testigos de Jehová, cienciólogos, etcétera- ya suman en España los dos millones y medio de personas.

La sonrisa divina no se olvida de los ateos porque "el desafío de este siglo no será el diálogo entre culturas y religiones, sino el diálogo entre religiosos y no religiosos". Lo sostiene Francesc Torradeflot. "En diferentes iniciativas ya hace unos años que se incluyen las convicciones no religiosas en un marco de igualdad y respeto", añade el directivo de la Unesco.

He aquí un chiste de ateos, además del ya clásico "soy ateo, por la gracia de Dios":

"¿Por qué hay tantos funcionarios ateos? Pues porque consideran que no puede haber otra vida mejor".

La verdad es que los chistes sobre ateos no paran de hablar de Dios.

"Se encuentran dos ateos y uno le dice al otro:

-El otro día estuve en la biblioteca y leí un libro titulado La Biblia.

-¿Ah, sí? ¿Y de qué va?

-Pues mira, trata de un tal Jesús que tenía un amigo llamado Lázaro. Un día, estando de viaje, su colega va y se muere. Así que, cuando Jesús llega al pueblo, su amigo lleva tres días enterrado. Entonces va Jesús, abre el sepulcro, le toma el pulso, le mira la respiración, le hace un masaje cardiaco, prueba un desfibrilador, llama a una ambulancia, lo llevan deprisa a un hospital, le ponen suero y... ¡El amigo resucita!

El otro dice:

-¡Pues no me lo creo!

-¡Caray! Pues mira que si te lo explico como sale en el libro...".

Otro de ateos: "El obispo llama a un cura de pueblo y le regaña:

-Que hagas misa con tejanos en lugar de con sotana..., ¡está bien! Que vayas con camisas hawaianas..., ¡pase! Que te recojas el cabello con una coleta..., ¡no diré nada! Que lleves un pendiente..., ¡lo soportaré! Lo del tatuaje en el brazo..., ¡me lo trago! Que lleves un piercing en el ombligo..., ¡cerraré los ojos! ¡Pero esto otro no lo pienso tolerar. No estoy dispuesto a que durante la Semana Santa te vayas de vacaciones y cuelgues un cartel en la parroquia que diga: 'Cerrado por defunción del hijo del jefe". ¡Eso sí que no lo acepto!".

Hablando de Semana Santa, hay este otro chiste sobre un padre y el hijo de siete años que salen del oficio de Viernes Santo. En el libro lo cuenta un cristiano, pero podría ser de un ateo.

"El hijo pregunta al padre.

-Papá, Jesús es bueno, ¿verdad?

-Sí, hijo, sí.

- Papá, Jesús es muy generoso con nosotros, ¿verdad?

-Por supuesto que sí, hijo.

-Pero, papá. ¿Jesús es bobo y desmemoriado, o qué?

-¿Pero por qué dices eso ahora, hijo?

-¡Hombre, esto de la cruz! ¡Ya lo habían crucificado el año pasado!".

Pese a la proverbial seriedad de los clérigos, también en la Biblia hay humor. Ocurre, por ejemplo, cuando Dios anuncia a Abraham que su mujer Sara le va a dar un hijo. Sara escucha detrás de la puerta y se echa a reír. Ya ha cumplido los 90. Nace el niño y lo llamarán Isaac, en hebreo itzjak, del verbo tzjok, que quiere decir reír. Pero no busquen aquí chistes, tan frecuentes en la calle, sobre "más abajo de la región abdominal", por citar de nuevo a Erasmo.

Los hay, en cambio, políticos de guante blanco. Por ejemplo, una señora de muy buena fe que lee el periódico:

"-¡Este conflicto en Palestina! ¡Estos judíos y estos musulmanes...! ¿Por qué no solucionan sus cosas como buenos cristianos?".

En fin, un chiste de musulmanes:

"Un día el mulá Nasreddin salió de paseo con su asno, por el que sentía gran afecto. Tras pararse a descansar, se quedó dormido. Cuando despertó, vio que su asno había desaparecido, pero en lugar de buscarlo volvió a la ciudad gritando con euforia.

-Al-lâhu Akbar, Al-lâhu Akbar. ¡Alabado sea Dios, alabado sea Dios!

La gente se le acercó, extrañada.

-¿Qué te ocurre, Nasreddin? ¿Por qué estás tan contento?

-¡Porque mi asno se ha perdido!

-Pero, hombre... si tú aprecias mucho a tu asno. Deberías estar triste.

Y Naresddin contestó:

-No entendéis nada, ignorantes. Doy gracias a Dios porque mi asno se ha perdido mientras yo no estaba encima de él".

Después de resucitados, ¿se nos permitirá beber y comer?

"Preguntan a un monje zen:

-Maestro, usted que es sabio, dígame, ¿qué hay después de la muerte?

-No lo sé, responde el sabio.

-Anda, creíamos que usted era un sabio.

-Sabio puede que sí, pero muerto no".

Es uno de los chistes budistas en La sonrisa divina. El monje era un tipo prudente, no como los teólogos que "se pasan la vida encerrados entre libros intentando dar respuestas a preguntas que nadie se hace". La definición, del arzobispo anglicano William Temple, la recuerda el teólogo Juan José Tamayo. Él mismo ofrece en el libro una mejor. La escuchó a un argentino en un congreso sobre la Teología de la Liberación. "¿Sabes lo que es un filósofo? Es una persona que se pasa la vida encerrada en una habitación oscura intentando encontrar un gato negro con ojos negros. ¿Y un teólogo? Una persona que se pasa la vida encerrada en una habitación oscura intentando encontrar un gato negro con ojos negros donde no hay ningún gato". Sostiene José María Diez-Alegría que "debemos fiarnos de Dios y empezar por reírnos de nosotros mismos". Lo escribió en Teología en broma y en serio y le costó en 1975 la execración del Vaticano, donde, ya en tiempo de Erasmo, "las sinuosidades del Laberinto son cosa de juego junto a los rodeos de los teologuchos tomistas o albertistas". Un ejemplo: "Después de resucitados, ¿se nos permitirá beber y comer?".

A José Luis Martín, editor del semanario satírico El Jueves, la idea de compartir en La divina sonrisa el humor hecho por diferentes religiones le pareció revolucionaria. Creció en un mundo "en el que sólo había una religión y las demás eran todas malísimas". Autor de la serie ¡Dios mío!, avala la teoría freudiana de que "hacemos humor sobre lo que nos atemoriza". Ha tenido varios juicios por injurias a lo católico. En sus historietas, Dios es redondito, con las barbas blancas. Pero un día le puso unas medallas y se lo llevó a presidir "un desfile conmemorativo de la victoria y en pequeñito sobre Lucifer". El fiscal le acusó de "dibujar a alguien superior a Dios, puesto que alguien le ponía medallas". "Hostia, no se me había ocurrido nunca", musitó Martín, atónito. Casi lo encarcelan.





Viñeta de Forges





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Entrada núm. 1265 -
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