En la mitología griega, Talía (Θάλεια) era una de las dos musas del teatro, la que inspiraba la comedia y la poesía bucólica o pastoril. Divinidad de carácter rural, se la representaba generalmente como una joven risueña, de aspecto vivaracho y mirada burlona, llevando en sus manos una máscara cómica como su principal atributo y, a veces, un cayado de pastor, una corona de hiedra en la cabeza como símbolo de la inmortalidad y calzada de borceguíes o sandalias. Era hija de Zeus y Mnemósine, y madre, con Apolo, de los Coribantes.
Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar a los clásicos, de manera especial a los grecolatinos, y de traerlos a colación a menudo. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.
Continúo con esta entrada la sección de Un clásico de vez en cuando, dedicada a las obras de autores grecolatinos, subiendo al blog la comedia Las aves, de Aristófanes, que pueden leer en el enlace inmediatamente anterior. Disfrútenla.
Las aves ganó el segundo premio en las Grandes Dionisias del año 414 a. C. Ha sido celebrada por críticos modernos que la consideran una fantasía alegre y un farsa de diversión llevada a cabo a la perfección. A diferencia de las obras tempranas del autor no se incluye en ella mención alguna a las guerras del Peloponeso, y hay pocas referencias a la política ateniense, a pesar de haberse escenificado poco después del inicio de la expedición a Sicilia. De las obras de Aristófanes que han llegado a nuestro tiempo es la de mayor extensión.
Dos ancianos, Pistetero y Evélpides, se marchan de Atenas, demasiado ocupada en delaciones y procesos, y se van a vivir como pájaros en medio de las nubes, fundando una ciudad entre el cielo y la tierra a la que ponen el nombre de Nefelococigia. Entre las aves está una abubilla, que no es otro que Tereo, rey legendario de Tracia, hijo de Ares, al que enloquecido tras haber devorado a su propio hijo, los dioses, apiadados, habían convertido en ave. La abubilla (el ave en que se transformó Tereo) y las demás aves de la nueva ciudad, ven las grandes ventajas que han obtenido con ello, pero pronto se ven invadidas por atenienses gorrones: un poeta, un vendedor de oráculos, un geómetra, un inspector de impuestos y un vendedor de decretos. Pistetero logra expulsarlos de la ciudad, y también a la diosa Iris, la mensajera de Zeus, que ha entrado en ella por error y sin salvoconducto. Tras saber por Prometeo que los dioses padecen hambre porque los hombres han dejado de celebrar sacrificios, Pistetero recibe a una embajada del Olimpo, compuesta por Heracles y Posidón, que negocian la cesión del poder de Zeus a las aves, y la corona de la nueva ciudad y la mano de Soberanía, hija de Zeus, a Pistetero.
Aristófanes (444-385 a.C.) fue un comediógrafo griego, principal exponente del género cómico. Vivió durante la guerra del Peloponeso, época que coincide con el esplendor del imperio ateniense y su posterior derrota a manos de Esparta. Sin embargo, también fue contemporáneo del resurgimiento de la hegemonía ateniense a comienzos del siglo IV a.C. Leyendo a Aristófanes es posible hacerse una idea de las intensas discusiones ideológicas (políticas, filosóficas, económicas y literarias) en la Atenas de aquella época. Su postura conservadora le llevó a defender la validez de los tradicionales mitos religiosos y se mostró reacio ante cualquier nueva doctrina filosófica. Especialmente conocida es su animadversión hacia Sócrates, a quien en su comedia Las nubes lo presenta como un demagogo dedicado a inculcar todo tipo de insensateces en las mentes de los jóvenes. En el terreno artístico tampoco se caracterizó por una actitud innovadora; consideraba el teatro de Eurípides como una degradación del teatro clásico.
Aristófanes (444-385 a.C.) fue un comediógrafo griego, principal exponente del género cómico. Vivió durante la guerra del Peloponeso, época que coincide con el esplendor del imperio ateniense y su posterior derrota a manos de Esparta. Sin embargo, también fue contemporáneo del resurgimiento de la hegemonía ateniense a comienzos del siglo IV a.C. Leyendo a Aristófanes es posible hacerse una idea de las intensas discusiones ideológicas (políticas, filosóficas, económicas y literarias) en la Atenas de aquella época. Su postura conservadora le llevó a defender la validez de los tradicionales mitos religiosos y se mostró reacio ante cualquier nueva doctrina filosófica. Especialmente conocida es su animadversión hacia Sócrates, a quien en su comedia Las nubes lo presenta como un demagogo dedicado a inculcar todo tipo de insensateces en las mentes de los jóvenes. En el terreno artístico tampoco se caracterizó por una actitud innovadora; consideraba el teatro de Eurípides como una degradación del teatro clásico.
Representación teatral de Las aves, de Aristófanes
Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
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