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domingo, 13 de noviembre de 2022

[ARCHIVO DEL BLOG] Paul A Samuelson en el recuerdo. [Publicada el 14 de diciembre de 2009]




El profesor Paul A. Samuelson


No seré yo quien discuta a Joaquín Estefanía, economista, periodista y exdirector de El País, el calificativo de "El mejor economista de la historia" que en un artículo de hoy en el que fuera su periódico dedica a la memoria y honra del profesor Paul Anthony Samuelson (1915-2009), Premio Nobel de Economía en 1970 y profesor emérito del Instituto Tecnológico de Massachussetts, fallecido ayer a los 94 años en su casa de Belmont. Al contrario, pienso que se lo merece con creces.

Nunca se me han dado bien los "números", y a pesar de tener un currículum académico bastante variado, reconozco que soy de "Letras" no sólo por vocación sino, también, por incapacidad manifiesta hacia lo que yo denomino "Ciencias-Ciencias". ¿Es la Economía una de esas "ciencias-ciencias"? Pues no lo se. Pero lo poco que entiendo de Economía lo aprendí a finales de los años 70, cuando cursaba la Licenciatura de Derecho en la UNED y tuve que lidiar con una de las asignaturas de la misma que llevaba el nombre de "Economía Política," una de las más temidas entre los estudiantes. La aprobé a la primera, con un Notable que me supo a gloria celestial. Y encima me gustó estudiarla, la comprendí, la entendí, y la disfruté... Sobre todo gracias a un libro, el "Curso de Economía Moderna" (Aguilar, Madrid, 1973) de Paul A. Samuelson, y a un profesor-tutor del Centro Asociado de la UNED en Gran Canaria, Leopoldo Santana, que la enseñaba como se debe enseñar en la universidad, es decir poniendo corazón, sabiduría y entrega en ello. Treinta-y-muchos años después, sólo palabras de agradecimiento tengo para ambos.

No voy a realizar un panegírico de Paul A. Samuelson, Doctor Honoris Causa por la UNED en 1989, innecesario por mi parte ante la avalancha de notas laudatorias que recaen sobre el mismo. Si acaso, recordar el enfrentamiento frontal que mantuvo toda su vida con la Escuela "Neo-Liberal" dirigida por Milton Friedman y Friedrich Hayek, y con uno de sus más conspicuos discípulos, el ex-presidente de los Estados Unidos, George W. Bush (hijo).


Cuenta Estefanía en su artículo que cuando Samuelson leyó su tesis doctoral en la Universidad de Harvard, ante un tribunal en el que estaba nada menos que Joseph Schumpeter, el gran economista austriaco, quedó éste tan impresionado por la capacidad científica del joven Samuelson, que comentó abrumado: "Con nuestros conocimientos en relación con los de este chico, ¿podríamos haber aprobado nosotros?".

Más adelante pueden leer el artículo citado de Joaquín Estefanía [El mejor economista de la historia. El País, 13/12/2020] y también dos recientes del profesor Samuelson que publicó la revista "Negocios", de El País, los pasados 26 de octubre y 29 de noviembre, respectivamente, con los títulos de "Adios al capitalismo de Friedman y Hayek"  y "Comienzo de una nueva era mundial". Y si lo desean, en esta dirección electrónica pueden acceder a los 14 artículos publicados por el profesor Samuelson en El País entre enero de 2008 y noviembre de 2009. Seguro que los disfrutan... HArendt






La reproducción de artículos firmados por otras personas en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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jueves, 11 de septiembre de 2014

Degradación política, crisis económica y desarme social




Viñeta de Forges


"Siempre he pensado que una democracia asentada puede afrontar con éxito una crisis económica, incluso tan compleja, larga y severa como la actual, con posibilidades de éxito. El problema surge cuando lo que creemos que es una sociedad avanzada nos revela su verdadero rostro y vemos, estupefactos, que no es más que una partitocracia corrupta en la que la democracia es una mera coartada, y el liberalismo económico y la sociedad globalizada de la que presume, la fachada mal encalada de una plutocracia financiera banal e irresponsable. Cunde el desánimo y la falta de confianza en las instituciones, la degradación política es perceptible, la corrupción campa a sus anchas. Y la prensa y los medios de comunicación dan cuenta de esa degradación con mayor o menor fortuna, con seriedad o con sensacionalismo, con rigor o de forma pueril. Pero el desencanto comienza a hacer mella en la ciudadanía y el caldo del populismo comienza a a dar sus primeros hervores".

Que una persona de por sí ecuánime y ponderada como el académico Emilio Lledó, filósofo y filólogo admirable, que fue profesor mío en la Facultad de Geografía e Historia de la UNED, hiciera público hace unos años el alegato "Pandemia y otras plagas", era como para pensarse dos veces hacia donde nos encaminábamos y de la mano de quién. De plagas sociales que deterioran los cerebros y los comportamientos, calificaba el profesor Lledó a la corrupción y la mentira política, la partitocracia, el amiguismo, el deterioro de la educación y la sanidad pública, la irresponsabilidad y desvergüenza de buena parte del capitalismo financiero e inmobiliario, el independentismo identitario, y la estupidización colectiva que llevaban a cabo los medios de comunicación.

Casi por las mismas fechas la prestigiosa y polémica economista italiana Loretta Napoleoni, escribía otro artículo titulado "Democracias feudatarias", en el que a partir de la conmemoración de los aniversarios respectivos del atentado sobre las Torres Gemelas de Nueva York y la caída del gigante financiero norteamericano Lehman Brothers, se preguntaba quien había salido ganando con esas tragedias. Y la desconcertante respuesta que encontraba es que la beneficiaria había sido una oligarquía de privilegiados, señores feudales de la globalización que poseían el poder económico y financiero y controlaban la información, y una pequeña casta de servidores suyos dentro de los Estados, que estaban provocando un deterioro acelerado de las democracias y un desplazamiento progresivo de las mismas hacia formas de gobierno premodernas.

Como colofón, también por esas fechas, el Premio Nobel de Economía y profesor de la Universidad norteamericana de Princeton, Paul Krugman, escribía un detallado y extenso artículo titulado "¿Cómo pudieron equivocarse tanto los economistas?", en el que partiendo de la publicación de "La riqueza de las naciones" de Adam Smith en 1776, y pasando por Keynes y Friedman, analizaba la historia de la Economía como ciencia, y de los economistas como sus gurús, para concluir que éstos tienen que enfrentarse a la incómoda realidad de que los mercados financieros distan mucho de la perfección, de que están sometidos a falsas ilusiones extraordinarias y a las locuras de mucha gente; admitir que la economía keynesiana sigue siendo el mejor armazón que tenemos para dar sentido a las recesiones y las depresiones; y hacer todo lo posible para incorporar las realidades de las finanzas a la macroeconomía, replanteándose sus propios fundamentos para que la imagen que emerja ante la profesión, aunque no sea tan clara ni nítida, al menos tenga la virtud de ser parcialmente acertada.

Cinco años después de los hechos expuestos más arriba tengo la impresión, es posible que equivocada, de que la degradación política, el desánimo social y el populismo "made in Spain" avanzan a marchas forzadas. Quizá, solo quizá, la situación económica (o más bien la financiera) parece encauzada, pero los resultados para los millones de parados sin expectativas a corto y medio plazo, las economías familiares y las pequeñas y medianas empresas no acaban de verse por muchos juegos malabares que el gobierno haga con las cifras. ¿Hasta cuándo? Resulta difícil de predecir...

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt





El profesor Emilio Lledó



Entrada núm. 2158
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