Eisenhower y Franco, Madrid. 1959
A finales de los años 50 circulaba en Madrid una especie de chiste-adivinanza que decía así: "Franco lo tiene corto, Eisenhower lo tiene largo, y el Papa lo tiene, pero no lo usa. ¿Qué es?"... ¿Lo saben ustedes?... Al final de mi entrada de hoy tienen la solución.
Interesantísimo, al menos para mi que me pierde mi deformación profesional por la historia, el artículo de ayer en El País: "Cuando Eisenhower visitó a Franco", escrito por el profesor de Historia de la Universidad Complutense de Madrid, Nigel Townson, relatando el día que el presidente de los Estados Unidos, Dwight David Eisenhower, visitó España y fue recibido en Madrid por Franco en olor de multitudes. Eso fue tal día como ayer de hace 50 años. El 21 de diciembre de 1959.
Yo estuve allí, en la Plaza de España, con mis 13 años, acompañando a mi padre. No recuerdo gran cosa del hecho en sí. Hubo dos momentos que sí se me quedaron grabados en la mente: uno, cuando pasaron en coche descubierto -con un frío que pelaba- por la plaza, y fue el de que mi padre me puso a horcajadas sobre sus hombros para que los viera. Me llamó la atención la gran diferencia de talla entre ambos. Y no estoy haciendo un chiste ni un juicio de valor porque a esa edad se me escapaban esas matizaciones. Hablo sólo de talla física... El otro, cuando apagaron todas las luces de los edificios de la plaza y sólo quedaron encendidas las de algunas ventanas del edificio de la Torre de Madrid que conformaban sobre su fachada la palabra "IKE", el diminutivo con el que era conocido el presidente Eisenhower desde los tiempos en que comandaba las fuerzas aliadas en la II Guerra Mundial.
Espero que les resulte interesante el artículo. Tiene enjundia, porque aquella visita visualizaba a los ojos del mundo y de los españoles el final del aislamiento internacional del régimen franquista. Cosas de la "guerra fria"...
¿Adivinaron ya que lo Franco tenía cortito, Eisenhower largo y el Papa no usaba?... ¿No? ¿De verdad?... ¡No me lo creo!, ¡pero si es la mar de sencillo!... Se trata del apellido, no me sean mal pensados... HArendt
Interesantísimo, al menos para mi que me pierde mi deformación profesional por la historia, el artículo de ayer en El País: "Cuando Eisenhower visitó a Franco", escrito por el profesor de Historia de la Universidad Complutense de Madrid, Nigel Townson, relatando el día que el presidente de los Estados Unidos, Dwight David Eisenhower, visitó España y fue recibido en Madrid por Franco en olor de multitudes. Eso fue tal día como ayer de hace 50 años. El 21 de diciembre de 1959.
Yo estuve allí, en la Plaza de España, con mis 13 años, acompañando a mi padre. No recuerdo gran cosa del hecho en sí. Hubo dos momentos que sí se me quedaron grabados en la mente: uno, cuando pasaron en coche descubierto -con un frío que pelaba- por la plaza, y fue el de que mi padre me puso a horcajadas sobre sus hombros para que los viera. Me llamó la atención la gran diferencia de talla entre ambos. Y no estoy haciendo un chiste ni un juicio de valor porque a esa edad se me escapaban esas matizaciones. Hablo sólo de talla física... El otro, cuando apagaron todas las luces de los edificios de la plaza y sólo quedaron encendidas las de algunas ventanas del edificio de la Torre de Madrid que conformaban sobre su fachada la palabra "IKE", el diminutivo con el que era conocido el presidente Eisenhower desde los tiempos en que comandaba las fuerzas aliadas en la II Guerra Mundial.
Espero que les resulte interesante el artículo. Tiene enjundia, porque aquella visita visualizaba a los ojos del mundo y de los españoles el final del aislamiento internacional del régimen franquista. Cosas de la "guerra fria"...
¿Adivinaron ya que lo Franco tenía cortito, Eisenhower largo y el Papa no usaba?... ¿No? ¿De verdad?... ¡No me lo creo!, ¡pero si es la mar de sencillo!... Se trata del apellido, no me sean mal pensados... HArendt
Torre de Madrid, Madrid. Diciembre de 1959
La reproducción de artículos firmados por otras personas en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt