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viernes, 29 de septiembre de 2017

[A vuelapluma] Sobre la verdad en democracia





Decía hace ya un tiempo mi buen amigo François-Marie Arouet, (Voltaire, para los íntimos), que la verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura... Creo que tiene razón, aunque el escepticismo sobre las bondades de este mundo y de quienes lo habitan no nos impida intentar gozar de esta vida dadas las grandes posibilidades de que no haya otra. 

La democracia, una de esas bondades que deberían hacer nuestro paso por este mundo mucho mejor, no protege una verdad, sino la posibilidad de que convivan muchos puntos de vista, comenta la profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid, Máriam Martínez-Bascuñán, doctora en Ciencias Políticas por el Instituto de Estudios Políticos de París y profesora visitante en la Universidad de Chicago, la Universidad de Columbia en Nueva York y el Instituto de Estudios Políticos de París. 

Hoy en día es poco frecuente, comienza diciendo, salvo por los sacerdotes, encontrar a personas que se crean en posesión de la Verdad. No así Junqueras, quien en un tuit de agradecimiento a Assange por el apoyo a la causa independentista decía: “Gracias Julian por arrojar luz sobre la verdad en estos días decisivos”. Será que, como dice la Biblia, quien es de la Verdad oye su voz. Aunque la cosa llevada al terreno político es arriesgada pues, si existe una verdad, ¿significa esto que sólo hay una respuesta para las preguntas políticas?

Lo decía Arendt al señalar a la Verdad como la muerte de todas las disputas: cualquier acto político desplegado en defensa de un credo que se piensa incontrovertible cierra el pluralismo. Por eso “arrojar luz sobre la verdad” no es más democrático que tener libertad para narrar el mundo de una manera alternativa. La democracia no protege una verdad, sino la posibilidad de que convivan muchos puntos de vista. Y un presidente como Rajoy, convertido en sacerdote de la ley, puede terminar por interiorizarla como un mero seguimiento de reglas.

Por mucho que ambos se empeñen, el acceso al mundo político que garantiza la ley se da a través de la conversación, donde incluso caben nobles voces iluminadas que, como la de Assange, emergen elevadas de la ordalía del exilio. Ya sabemos que tan pronto pueden borrar la ignominia del mundo apoyando a Trump o a Le Pen, como adoptar ese tono clerical para honrar una verdad y una justicia que por lo visto conocen con seguridad y que harán triunfar a toda costa. Lo curioso es que Assange se encerró en la Embajada de Ecuador huyendo de otra verdad más objetivable: la verdad judicial del Estado sueco. Esto sí es un hecho incontestable, no una opinión. Por eso llama la atención que alguien pueda dar crédito a quien por su actitud se ha desautorizado.

Lo terrible es que no se busca la verdad de los hechos sino la aquiescencia de quienes comparten “nuestras razones”. Y por eso da igual que el Estado español sea comparado con la dictadura China responsable de la masacre de Tiananmén. Mientras se sume al carro de los nuestros todo lo demás no importa. Hay, desde luego, una izquierda que debería hacérselo mirar, concluye diciendo. 






Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos.  HArendt






HArendt






Entrada núm. 3872
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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

jueves, 9 de diciembre de 2010

Wikileaks (y IV): Las relaciones peligrosas




Julian Assange, detenido en Londres





Ya lo han matado: al mensajero, me refiero; al menos, virtualmente. Pero si pueden lo intentarán de manera real. Tiempo al tiempo, señores, que las democracias tienen muy malas pulgas. No hay más que oír lo que se dice en determinados círculos políticos norteamericanos cercanos al secretario de Defensa.

De todas formas no parece que la entrega de Julian Assange a las autoridades policiales británicas, en espera de su posible extradición a Suecia, haya hecho aminorar la virulencia de los ataques a Wikileaks por parte de los gobiernos occidentales, y especialmente de los Estados Unidos. Tampoco ha cesado la publicación por parte de la prensa de los miles de documentos diplomáticos puestos al descubierto por su organización.

Ya he expresado anteriormente mis dudas sobre el límite, si es que existe, a la libertad de expresión. Quizá por eso tampoco he dudado en sumarme a la campaña que organizaciones defensoras de los derechos humanos, como Avaaz, ha puesto en marcha en defensa de Assange y del derecho de los ciudadanos a conocer lo que se cuece verdaderamente en las cocinas selladas por los rótulos de "Seguridad nacional" o "Secreto de Estado". Les animo a sumarse a ella firmando esta petición.  

En los últimos días se han publicado en El País algunos artículos de opinión sobre las revelaciones de Wikileaks que me han parecido más que interesantes. Por orden cronológico cito en primer lugar el del profesor de Ciencias Políticas de la UNED y miembro del consejo editorial de la revista  "Foreign Policy" (en español), José Ignacio Torreblanca. Lo titula "La gran filtración. Washington al desnudo", Publicado el pasado día 2 de diciembre, la tesis implícita en el mismo ya es conocida desde los tiempos de la Grecia clásica: en política internacional no hay amigos ni aliados, sino intereses. Y el profesor Torreblanca la ilustra con dos frases muy cínicas, pero reales. La más añeja, del canciller Bismarck: "Los ciudadanos quieren comer salchichas pero no saber como se hacen". La segunda, mucho más actual, del secretario de Defensa estadounidense,  Robert Gates: "Los gobiernos del mundo no tratan con nosotros porque que les gustemos, ni tampoco porque confíen en nosotros; ni siquiera porque crean que somos capaces de guardar un secreto. Unos gobiernos, continúa Gates, tratan con nosotros porque nos temen, otros porque nos respetan, pero la mayoría lo hace porque nos necesitan". Punto pelota, que dicen los castizos.

Por eso de las asociaciones de ideas, que en mi caso resultan -a veces, sólo a veces- de lo más disparatadas, la lectura del artículo me hizo pensar en la estupenda novela epistolar escrita por Pierre Chardelos de Laclos en 1782: "Las amistades peligrosas" (Cátedra, Madrid, 1989), magistralmente llevada al cine por Stephen Frears en 1988. El verdadero título de la novela de Chardelos de Laclos es el de "Las relaciones peligrosas": una historia de dominación y sometimiento, de relaciones desiguales basadas en la poder, es decir, lo mismo que están revelando los documentos de Wikileaks acerca del verdadero carácter asimétrico de las "relaciones internacionales" y que tan descarnádamente pone sobre el mantel el secretario Gates.

El segundo artículo que me permito recomendarles es del escritor y periodista, codirector de la revista Claves de Razón Práctica, Javier Pradera. Se titula "El revés de la trama", y se publicó en El País, el pasado día 5. En él, Pradera defiende sin ambages el derecho a la libertad de información y a la filtración llevada a cabo por Wkileaks, justificándola por  "la creciente tendencia de los centros de decisión a ocultar las motivaciones de sus titulares para elegir entre distintas opciones y a fingir razones de interés general para cubrir objetivos particularistas exige sacar a la luz el revés de esas tramas opacas"

Ese mismo día 5 aparece también en El País un artículo del catedrático de economía, historiador y profesor de la Escuela Diplomática, Ángel Viñas, con el título de "Informe urgente sobre Wikileaks". El profesor Viñas, tras ponerse -dada su condición de diplomático- en el papel ficticio de tener que responsabilizarse de la elaboración de un informe "diplomático" sobre la filtración, estima, concluyente, que los autores de la misma se equivocan si piensan que con ello puedan lograr efectos duraderos: "Los norteamericanos cerrarán las posibilidades de leakage, dice, modificarán a cualquier coste sus sistemas de control y continuarán trabajando como si tal cosa. Desde el punto de vista de la opinión pública tendría, probablemente, mayor impacto la filtración de las prácticas de los bancos y especuladores norteamericanos. Esto contribuiría a deslegitimar la creencia en las bondades de los resultados óptimos del comportamiento lo más ampliamente desregulado posible de los actores financieros. Según noticias de prensa, concluye, parece ser que Wikileaks piensa orientarse en tal dirección". Interesante conclusión, añado yo; esperemos que Wikileaks se atreva a llevarla a cabo.

De casi idéntico parecer -con matices diferenciadores- es también el artículo de ese mismo día 5,  de nuevo en El País, del escritor y periodista Moisés Naím, editor-jefe de la revista Foreing Policy, con el título de "Wikileaks: el consenso equivocado". Como el profesor Viñas, sólo que en un tono mucho más austero y concreto, numerando sus conclusiones, entiende que las revelaciones llevadas a cabo por Wikileaks no sólo no dañan la imagen de Estados Unidos, sino que su diplomacia sale reforzada; que lo que se sabe hasta el momento de Julian Assange y Wikileaks no constituye, precisamente, algo como para conceder mucho crédito a la teoría de la conspiración por parte de la CIA o el Mosad que algunos pretenden vender; que ningún país se puede dar el lujo de ver truncadas sus vías de comunicación diplomática con Estados Unidos (recuérdese lo comentado por el secretario de Defensa norteamericano que citaba el profesor Torreblanca), y por último, que "la absoluta transparencia gubernamental no es lo mejor para la sociedad, porque las democracias son más vulnerables a la presión en este sentido que las dictaduras, y esta asimetría lleva a que, en la arena internacional, las democracias se ven obligadas a competir en desventaja con las tiranías, los terroristas y redes criminales que son sociedades secretas, y que forzar a los Gobiernos a revelarlo todo, puede conducir a que, sin quererlo, le hagamos más fácil la vida a los tiranos". Como ven, por opiniones, que no quede. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt




Robert Gates, secretario de Defensa de los Estados Unidos 







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"Pues, tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
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jueves, 2 de diciembre de 2010

Wikileaks (III): Matar al mensajero




Wikileaks vista por Forges





La revelación de documentos diplomáticos norteamericanos filtrados a algunos grandes medios de comunicación mundiales por parte de Wikileaks sigue siendo portada. Pero la caza del mensajero ha comenzado ya. De un lado, como resulta lógico, por parte de los afectados por la revelación, es decir, la propia Secretaria de Estado, Hillary Clinton, y los servicios diplomáticos norteamericanos repartidos por el mundo; de otro, por parte de los gobiernos, autoridades, entidades y personas implicadas, citadas o mencionadas por esos informes diplomáticos en buena parte de ese mismo mundo. Pero también, como no, por parte de los medios de comunicación que no han sido beneficiarios ni destinatarios de tan privilegiada información. Sobre la orden de busca y captura internacional por presunta violación de una joven contra el fundador de Wikileaks, el australiano Julian Assange, no merece mayor comentario, pues aunque fuera verdad, está la clara la intencionalidad de la misma: matar al mensajero para que calle.

Entre los medios que están sacando al escrutinio público los documentos revelados por Wikileaks está el diario español El País, el único en lengua española que ha tenido tal privilegio. En este enlace (3) pueden ustedes acceder al "Especial" que el diario español viene dedicando al asunto desde hace varios días, a modo de recopilación. Les recomiendo un atento recorrido del mismo.

En el universo de la blogosfera (perdonen la expresión pero no se me ocurre otra más gráfica) le dedica especial atención el periodista Ramón Lobo en su blog "Aguas internacionales". No dejen de leerlo, estoy seguro que disfrutarán del mismo. Y sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt


  


Wikileaks vista por Erlich





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Vídeo: El País entrevista a Julian Assange