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lunes, 2 de septiembre de 2019

[A VUELAPLUMA] Greta Thunberg. La estrella del cambio climático



Greta Thunberg


Dos visiones contrapuestas sobre la joven activista medioambiental Greta Thunberg. La primera, muy crítica, de la periodista de El Mundo Emilia Landaluce. La segunda, más elogiosa, de la periodista de El País Rosario G. Gómez.  ¿Con cuál de ambas opiniones se quedan ustedes? Yo, lo confieso con cierto pudor, me quedo con la de Landaluce, me parece más cercana a la realidad.
Esperamos (cuántos suspiros malgastados en caso contrario) que Pierre Casiraghi haya acabado hasta el gorro de Greta, comienza diciendo la columnista de El Mundo. La niña apocalíptica ha insistido en cruzar el Atlántico sin emisiones. Eso solo se lo ha podido permitir el Malizia II, el barco en el que compite el hijo de Carolina de Mónaco y que algunos valoran en tres millones. [Por cierto, su anterior dueño, un Rothschild, lo había llamado Gitana 16]. Es difícil calcular cuánto ha costado la travesía de los Thunberg. No habrán contado el viaje de vuelta de Pierre y su tripulación en avión privado. Por otro lado: ¿Acaso la Société des Bains de Mer de Monaco, la compañía de los Grimaldi, no está participada por el gobierno de Qatar, un país ¡oh! productor de petróleo?

Mientras Greta navegaba, cientos de miles de viajeros llegaban a NY. Por 1500 euros, muchos españoles se pasan una semana en Nueva York (vuelos incluidos y en régimen de alojamiento y desayuno). Y comen, beben, van a Broadway y descubren en la medida de sus posibilidades la ciudad. Es el milagro de nuestro tiempo. Cada vez más personas tienen acceso a una vida mejor. Think pink, think Pinker.

Una de las cosas que más simpáticas de la recuperación del Rey Juan Carlos fue la Princesa de Asturias diciendo que su abuelo ya estaba bien porque había pedido un filete. Es de extrañar que nadie se le haya lanzado al cuello. 

Hace dos semanas, Alemania supo que los verdes planeaban subir el IVA de la carne del 7% al 19% para luchar contra las emisiones. Al poco, The Independent publicaba un artículo titulado: «Cada comedor de carne es cómplice del incendio del Amazonas» y abogaban por gravar las importaciones de carne de Brasil.

Al final es todo es un tropo retorcido de aquella frase apócrifa de María Antonieta: Pues que no coman filetes. Y va a más: Y que el pan se haga en horno de piedra. Y que las verduras sean solo orgánic. Que se prohíban los transgénicos en la agricultura. 

Que solo las élites como Greta y su papá puedan viajar, comer, vivir, beber.

Soy de esas optimistas que piensa que ya se están inventando nuevos mecanismos para absorber los gases contaminantes; también que desalaremos más y que ya haremos que llueva. También viviremos mucho más y mejor. Y envidio ese futuro que quizás no veré.

El otro día en la playa de la Puntilla una familia de las 3000 se tomaba la tortilla y sus filetes empanados. Además de la gasolina habían gastando en la carne, los huevos, las patatas... Imaginen cuando los pesimistas les suban la felicidad un 19%.

Después de dos semanas de agitada travesía, dice por su parte Rosario G. Gómez, la activista medioambiental sueca Greta Thunberg ha llegado a Nueva York para participar en la Cumbre de Acción Climática organizada por Naciones Unidas. Hace tres años convenció a su madre, una famosa cantante de ópera, para no utilizar el avión en sus viajes profesionales y, fiel a esa petición, llegó a la costa Este de EE UU a bordo del velero Malizia 11, propiedad de Pierre Casiraghi. La embarcación está acondicionada para cruzar el Atlántico por sus propios medios. Va equipada con tecnología punta: paneles solares, turbinas hidrogeneradoras y una desalinizadora con la que obtener agua potable. Cero carbono. El sueño de todo ecologista.

Más de un millón de personas han seguido a través de las redes sociales la travesía, lo que demuestra la enorme capacidad de Thunberg para movilizar a la gente. Con solo 16 años se ha convertido en un símbolo de la salvaguarda del planeta y su mensaje ha calado hondo entre los adolescentes de todo el mundo. Los líderes políticos la escuchan, aunque algunos (Trump entre ellos) parecen duros de oído.

No cabe duda de que será una de las protagonistas de la cumbre. La ONU la ha recibido con un entusiasmo y un frenesí similar al que sus admiradores han profesado a Juliette Binoche y Catherine Deneuve a su llegada al Festival de Venecia. Thunberg es una estrella en su terreno: la lucha contra el cambio climático. Tras su estancia en EE UU tiene previsto —sin utilizar tampoco el avión— emprender rumbo a Chile para participar en la Conferencia de las Partes (COP), un foro que se reúne cada año para revisar los avances de las obligaciones básicas firmadas por las 196 Partes (Estados) más la Unión Europea. La última cita (en Katowice, Polonia) no fue demasiado fructífera ni mostró la ambición suficiente para llevar a cabo una acción global eficaz.

Chile, que alberga en su territorio el desierto más árido del mundo y también colosales glaciares, cumple con siete de las nueve condiciones de vulnerabilidad establecidas por la ONU. A finales de año ofrecerá una nueva oportunidad para avanzar en la búsqueda de compromisos capaces de revertir el deterioro del planeta. Thunberg y su extraordinario tirón mediático estarán ahí.





La reproducción de artículos firmados en el blog no implica compartir su contenido, pero sí, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





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martes, 4 de junio de 2019

[A VUELAPLUMA] Señales y símbolos





Sin rigor y respeto a sus protocolos, el periodismo se convierte en una forma institucionalizada de cotilleo, comenta el escritor, guionista y traductor español Daniel Gascón sobre el fenómeno que ha significado la irrupción en la escena pública Greta Thunberg, o el caso Juana Rivas, en el ámbito español.

El periodismo necesita historias y personas que ayuden a entender los problemas: los conflictos abstractos se vuelven concretos, la injusticia resulta más evidente, el sufrimiento, más imaginable, comienza diciendo Gascón. La solidaridad, decía Richard Rorty, no aumenta gracias a la eliminación del prejuicio. Para que ocurra debemos hablar de “la capacidad de distinguir entre la pregunta de si tú y yo compartimos el mismo léxico último y la pregunta de si experimentas dolor”.

La estrategia ha tenido resultados, del mismo modo que, como explicaba Lynn Hunt, la ficción realista permitió ampliar la preocupación por los derechos: ha logrado extender la noción de humanidad. Pero este procedimiento también tiene sus peligros. Uno es la representatividad: sin una contextualización solo tenemos un relato, y su potencia narrativa puede deslumbrarnos en una u otra dirección. También, a veces una persona se convierte en un símbolo para defender una causa: en ese caso se produce una instrumentalización; la persona es solo un vehículo para la defensa de una posición ideológica. Uno de los ejemplos más claros de los últimos tiempos es el caso de Juana Rivas, donde una conducta delictiva fue alentada por activistas más preocupados por su causa que por el destino final de la mujer o el sufrimiento que pudieran producirle a ella y a los implicados en el caso.

Nuestra cultura de la celebridad contribuye a intensificar estos peligros. La combinación de buena voluntad, ansiedad por lo nuevo, cursilería y pereza intelectual encumbra a personas que defienden causas nobles. Pero no está claro que esa fama vaya a ayudar al objetivo final o a la persona que lo promueve. Un ejemplo es el de la activista adolescente Greta Thunberg. Probablemente, el problema del que alerta es el más decisivo de los que afectan a la humanidad. Pero hay algo perturbador en la relevancia lacrimógena (con intervenciones en Parlamentos, candidatura al Nobel de la Paz, publicaciones) de una menor convertida en estrella de un mundo del espectáculo que necesita constantemente renovar a sus protagonistas. Una persona es siempre algo mucho más complejo y delicado que un símbolo.

Sin rigor y respeto a sus protocolos, el periodismo se convierte en una forma institucionalizada de cotilleo; en vez de filtrar la demagogia, contribuye a extenderla. En busca de la humanización, se arriesga a colaborar con irresponsables que hacen lo contrario: convertir a los demás en medio para un fin.



Greta Thunberg



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 



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