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lunes, 25 de noviembre de 2013

Una "Esperanza" frustrada


Lo escribo con mayúscula porque la "Esperanza" a la que me refiero en el epígrafe no es una de las tres virtudes teologales definidas como tales por la iglesia católica. Me refiero, como supongo que habrá adivinado sin excesiva dificultad el lector de esta entrada, a doña Esperanza Aguirre, condesa de Bornos, Grande de España, expresidenta del Senado, exministra de José María Aznar, expresidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, y la gran "esperanza" blanca (ahora sí, con minúscula) del liberalismo español del siglo XXI para liderar en un futuro no por indeterminado, necesariamente lejano, a ese catastrófico ente hacia la deriva autoritaria y reaccionaria en que se ha convertido el partido popular español. 

Hasta ahora, en que esa esperanzada Esperanza ha demostrado su talante liberal, del que ella siempre ha presumido, espetando al ministro de Justicia una iracunda reprimenda por no haber cesado al magistrado español en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo, el juez don Luis López Guerra, que tuvo el indecoroso atrevimiento de votar en contra de la interpretación de la justicia española sobre la denominada "doctrina Parot". 

Eso es espíritu liberal, doña Esperanza, y lo demás cuento. Locke, Montesquieu, Constant, Stuart Mill, Madison, Jefferson, etc., etc., etc., ellos sí, auténticos liberales, tienen que estar removiéndose inquietos en sus tumbas viendo en lo que se ha convertido la doctrina liberal en España, y en quienes son sus protagonistas, al inicio de la segunda década del siglo XXI.

Porque digánme ustedes, por favor, que tiene que ver la doctrina clásica del liberalismo político, establecida desde el siglo XVII y definida por características tales como considerar al individuo como persona única, la libertad como un derecho inviolable, la igualdad ante la ley, el derecho a la propiedad como fuente de desarrollo, la división de poderes como garantía de un gobierno democrático, la libre discusión como medio de participación política o la tolerancia religiosa como imperativo de un Estado laico, con lo que hoy está haciendo el partido popular y su gobierno en España. Una esperanza frustrada más: frustrados los españoles, frustrados los liberales, frustrada doña Esperanza, condesa de Bornos. No seré yo quien lamente su frustración, sobre todo la de esta última... 

Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt


Entrada núm. 2001
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Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)