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martes, 21 de abril de 2020

[ARCHIVO DEL BLOG] Verdad, historia, justicia. Publicada el 22 de octubre de 2009




El juez Baltasar Garzón



He escrito "historia y justicia", a propósito, con minúsculas. "Verdad", no; por simple coherencia gramatical, al ser palabra inicial de escrito. Y las escribo con minúscula por no contradecirme a mí mismo, que soy bastante relativista en asuntos políticos, y de eso hablamos, de "política" (con minúscula), cuando nos enfrentamos a decisiones tan extravagantes como la de procesar a un juez que quiere saber la "verdad"...

Buscar la "Verdad" (con mayúscula) es labor de los historiadores; al menos intentarlo. También debería ser misión de los jueces, pero quizá eso sea pedir peras al olmo, pues bastante hacen si son capaces de aplicar la ley sin caer en el absurdo. Dejar la "Justicia" a cargo de un hipotético dios en una hipotética vida futura, resulta lo más cómodo para todos; sobre todo para los jueces. Así pués, me quedo con la "Historia", aunque sólo sea por deformación profesional.

Si de vez en cuando pongo por escrito una digresión de esas que el subconsciente me dice que debería contar hasta diez antes de escribirla, ésta es una de ellas; pero en fin, cada uno es cada uno, y yo soy como soy... Y todo, desencadenado por la entrada del Blog "Del alfiler al elefante" que hoy publica en El País [Katyn sin Auschwitz. El País, 22/10/2009] mi admirado periodista y analista internacional Lluís Bassets sobre las "verdades" implícitas en las "historias" de Katyn y Auschwitz, y en esas otras "historias" españolas que, algunos jueces, se empeñan en desvelar y, otros, en ocultar... Cosas veredes, Sancho... HArendt




Las fosas de Katyn, Rusia. 1940


La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt




Entrada núm. 5944
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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

viernes, 26 de septiembre de 2014

Historias de la República y la Guerra Civil




El historiador Ángel Viñas





La Historia como notaria del pasado sigue gozando de respetable salud. Y eso que hace ya 2500 años que dos griegos ilustres, mediado el siglo IV a.C., la iniciaron como disciplina científica: Heródoto, con su "Historia" (Círculo de Lectores, Barcelona, 1996), y Tucídides, con su "Historia de la Guerra del Peloponeso" (Círculo de Lectores, Barcelona, 1997), hermosas lecturas que les recomiendo con especial énfasis.

De esa misma respetable salud sigue gozando la historia de la Guerra Civil Española (1936-1939), y por extensión, la de la II República española (1931-1939). Uno de los historiadores que más y mejor ha escrito sobre la guerra civil española ha sido el profesor e hispanista estadounidense Gabriel Jackson, y entre los españoles, el economista, diplomático e historiador Ángel Viñas, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid.

Al profesor Viñas le conocí, aunque no tuve el place de tratarle personalmente, durante mi paso por la UNED cuando cursaba la licenciatura de Geografía e Historia. Fue a mediados de los 80, creo recordar, durante la celebración del Congreso Internacional de Historia sobre "La oposición al régimen de Franco", organizado en Madrid por la UNED bajo la dirección de los profesores Tuñón de Lara y Javier Tusell, al que asistí como alumno becario. Le recuerdo con su sempiterna corbata de pajarita, prenda típica y casi de uniformidad oficial del profesorado de la Universidad de Princeton, en Nueva Jersey, Estados Unidos; la universidad también de Albert Einstein, y perdónenme la petulante digresión, los cinematográficos y televisivos doctores Indiana Jones y House.

De él reseñé en mi entrada del pasado dia 2, con motivo del 75º aniverario del inicio de la II Guerra Mundial, un artículo suyo titulado "Un tiempo de sangre y fuego", que dilucidaba algunas de las falsedades creadas por la historia en torno al pacto Stalin-Hitler, que en gran manera favoreció el paso a dicha conflagración. 

En el mes de octubre de 2009 Revista de Libros publicó una extensa y documentada reseña crítica del profesor Jackson, bajo el título de "Una trilogía histórica magistral", de tres de los últimos libros del profesor Viñas: "La soledad de la República", "El escudo de la República" y "El honor de la República", todos ellos editados por Crítica, Barcelona.

Decía en su reseña el profesor Jackson que los tres libros comentados constituían sin duda alguna los estudios archivísticos más detallados y más exhaustivamente documentados de las reacciones diplomáticas y militares al estallido de la Guerra Civil española; y también de los esfuerzos de los sucesivos gobiernos republicanos para vencer la hostilidad político-económica de las grandes potencias democráticas –Inglaterra, Francia y Estados Unidos– y contrarrestar la masiva ayuda militar ofrecida desde el principio por Italia, Alemania y Portugal a las fuerzas comandadas por el general Franco.

En pos de su investigación documental, añadía, el autor había viajado a París, Londres, Moscú y a muchos otros lugares específicos en que se encuentran archivos relevantes. Ha proporcionado detalladas notas al pie para todas sus interpretaciones controvertidas. Ha preparado una lista de los acrónimos de docenas de archivos, preparado una bibliografía ingente, ofrecido al lector una extensa lista de "dramatis personae" y aportado copias de documentos importantes. Para conseguir su objetivo crítico e historiográfico ha citado y refutado, seguía diciendo, cientos de contundentes afirmaciones de personas e instituciones que aparecen citadas con sus nombres.

En los párrafos finales de su comentario decía el profesor Jackson que había intentado señalar en su artículo lo que le parecían énfasis ocasionales que distraían de la tarea principal, y que había detinado mucho espacio a ello porque quería que el lector conociera los juicios del autor más que simplemente las valoraciones que el reseñista hacía de esos juicios, pero que ello -añadía- no había de entenderse en absoluto como una evaluación negativa. Nadie, decía, ha rastreado los archivos más exhaustivamente que Viñas; nadie ha estado más dispuesto que él a compartir información; nadie se ha mostrado más deseoso de comparar interpretaciones con colegas.

Como conclusión de la reseña, Gabriel Jackon manifiestaba su convencimiento de que la trilogía publicada por el profesor Viñas se manifestaría como una combinación excepcionalmente rica de historias basadas en archivos y de debates que cuestionan deliberadamente ideas establecidas en la lucha por alcanzar un entendimiento objetivo de la Guerra Civil española.

A mí me gustaría terminar la entrada de hoy, aparte de animarles a leer el artículo del profesor Jackson, con una reflexión del también historiador y profesor Josep Fontana en su libro "La historia después del fin de la historia" (Crítica, Barcelona, 1992) en la que apela a la necesidad de recuperar las señas de identidad de una historiografía crítica que proponga aprender a pensar el pasado en términos de encrucijada (y no solo de una vía única), que incite a los historiadores a situar el presente en el centro de sus preocupaciones y que ayude a las nuevas generaciones a mantener viva la capacidad de razonar, preguntar y criticar para cambiar el presente y construir un futuro mejor. 

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt






El historiador Gabriel Jackson



Entrada núm. 2170
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"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

domingo, 2 de septiembre de 2012

Los antecedentes de la II Guerra Mundial (1938-1939)

Este vídeo complementa la entrada de ayer titulada "73 años del inicio de la II Guerra Mundial" y constituye un relato de los acontecimientos que la precipitaron: La anexión de Austria, el Pacto de Munich, la anexión de los Sudetes, y la invasión de Polonia y Dinamarca por los nazis. Tamaragua, amigos. HArendt










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Entrada núm. 1733
"Tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)
"La historia del mundo no es un suelo en el que florezca la felicidad. Los tiempos felices son en ella páginas en blanco" (Hegel)

sábado, 1 de septiembre de 2012

73 años del inicio de la II Guerra Mundial

Hay mitos y mitos. Destruir los falsos mitos, los que se construyen sobre datos erróneos, tergiversados, mal intepretados o lisa y llanamente inventados o prefabricados con alevosía y premeditación es labor primordial de los historiadores.

Entre mis libros de cabecera hay uno, Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, de G.W.F. Hegel (1770-1831), al que le profeso especial estima. Lo tengo en dos ediciones, una de la Biblioteca Universal-Círculo de Lectores y otra de Alianza Universidad (Madrid, 1980).

Es en esta última en la que figura un extenso y clarificador prólogo del filósofo José Ortega y Gasset (1883-1955) en el que hay una frase que contrapone la labor del "filósofo" a la del "historiador". No me me resisto a reseñarla: "Tener 'ideas' es cosa para los filósofos. El historiador debe huir de ellas. La idea histórica es la certificación de un hecho o la comprensión de su influjo sobre otros hechos. Nada más, nada menos".

Hoy, uno de septiembre, se cumplen 73 años de la entrada de los ejércitos alemanes en Polonia, y con ello del inicio de la II Guerra Mundial. Y hoy hace tres años el historiador Ángel Viñas dedicó a la efeméride en El País un documentado artículo titulado "Un tiempo de sangre y fuego", que reproduzco más adelante, en el que desmontaba algunos falsos mitos, entre ellos, el existente sobre el pacto Stalin-Hitler que para algunos fue el paso previo necesario para la invasión, pero también sobre otros antecedentes que tuvieron como escenario la guerra civil española de 1936-1939.

Esta entrada es una reedición de la publicada en el blog el 1 de septiembre de 2009. Como complemento de la misma pueden ver mañana el vídeo  titulado "Los antecedentes de la II Guerra Mundial". Espero que les resulten interesantes. Y sean felices, por favor, a pesar del gobierno. Tamaragua, amigos. HArendt





El historiador Ángel Viñas




UN TIEMPO DE SANGRE Y FUEGO, por Ángel Viñas
El País, 01-09-2009


Los mitos siguen impidiendo analizar por qué Stalin pactó con Hitler y se inició hace 70 años la II Guerra Mundial. Los republicanos españoles acertaron: lo que pasó aquí fue el preludio de lo que sucedió en Europa.

El 1 de septiembre de 1939 es la fecha convencional del estallido del segundo conflicto mundial cuando las tropas alemanas invadieron Polonia. Y, 48 horas más tarde, Reino Unido y Francia declararon la guerra al Tercer Reich. El mundo en que vivimos es tributario de las repercusiones de la época que entonces dio comienzo.

En términos numéricos la historiografía sobre la II Guerra Mundial ha sobrepasado la generada por uno de los conflictos que le precedieron, el español, pero todavía subsisten autores que disminuyen la relación entre una y otro. Suelen ubicarse entre quienes defienden la racionalidad de la política de apaciguamiento de los dictadores fascistas que impulsó uno de los más desastrosos políticos británicos del siglo XX, Neville Chamberlain, o entre quienes sobreenfatizan el trastocamiento de frentes que se produjo en la escena europea en comparación con la española.

La diferencia sustancial suele ligarse en el último caso al cambio de alineación de la Unión Soviética, que pasó de oponente de la expansión fascista a presunta promotora del pacto Molotov-Ribbentrop del 23 de agosto de 1939. Éste, innegablemente, permitió a Stalin mantenerse al margen de lo que no tardó en caracterizar, de forma mendaz y camelista, como guerra intra-imperialista.

Se trata de una explicación favorecida por los historiadores franquistas y neofranquistas, empeñados en presentar ayer y hoy el conflicto español como una pugna grandiosa contra el comunismo. Tal interpretación se mantuvo del principio al fin y la propagaron policías, soldados, clérigos, periodistas y académicos complacientes. Fue la pieza esencial para defender la contribución de Franco a la defensa del mundo libre durante la guerra fría. Un centinela de Occidente. El primero y más preclaro.

Es labor del historiador sustituir el mito por el dato, la construcción político-ideológica por la reconstrucción documental. En los archivos que han ido abriéndose en los últimos años surgen evidencias que permiten contrastar aquellos planteamientos.

Investigadores ingleses, norteamericanos, alemanes, franceses e italianos, entre otros, han analizado la génesis del pacto Molotov-Ribbentrop. No respondió a un proyecto oculto que el Kremlin hubiese acariciado mientras los españoles se entremataban. Fue el resultado de una valoración muy fría de Stalin en tres circunstancias precisas: a) La profunda suspicacia ante el comportamiento de Chamberlain unida al desencanto por el fracaso del apoyo a la República dada la timidez de las potencias democráticas en generar una respuesta robusta a la expansión fascista. b) La renuencia de Londres y París en llegar a un acuerdo de defensa mutua, nuevo objetivo tras el mero fortalecimiento de la política de seguridad colectiva, hundida después de los acuerdos de Múnich en septiembre de 1938. c) Los intensos esfuerzos nazis de seducción del Kremlin para llegar a un acuerdo, primero en el plano económico y comercial pero desde julio de 1939 también en el plano político y de seguridad.

Dado que sus espías tenían al corriente a Stalin de las reflexiones que iban desarrollándose en Alemania para conseguir su neutralidad ante el ataque contra Polonia, en un rasgo de supremo jugador oportunista optó por aproximarse a Hitler y echar por la borda la estrategia que había seguido durante los cinco años precedentes. La mutación produjo una conmoción inmensa en los partidos comunistas nacionales. Muchos de los españoles no la soportaron. En Francia los comunistas fueron objeto de una colérica persecución, que también afectó a los exiliados republicanos.

El resultado, desde el punto de vista de los inmediatos intereses soviéticos, fue espectacular: dividida la Europa oriental en zonas de influencia respectivas a tenor de lo previsto en dos protocolos secretos (el primero anejo al pacto), los rusos invadieron Polonia y no tardaron en extender su incipiente glacis imperial también a los países bálticos, algo que estos nuevos miembros de la UE no han olvidado. Les costó sudor y lágrimas, eso sí, vencer la tenaz resistencia finlandesa. Al avanzar sus fronteras hacia el oeste, en teoría, aunque no en la práctica, la URSS hubiera debido estar en mejores condiciones para hacer frente a la máquina de guerra nazi. Stalin no las aprovechó. Dos años después la Wehrmacht lo comprobaría.

¿Y desde el punto de vista opuesto? La versión convencional afirma que fue el pacto Molotov-Ribbentrop la clave que hizo posible la agresión alemana y, por ende, el conflicto que el apaciguamiento había tratado de evitar. Sin embargo, la decisión de Hitler de atacar Polonia estaba tomada en firme. El pacto con Stalin cumplió no sólo funciones externas sino también internas. Dos fueron fundamentales: a) Tranquilizar a los sectores todavía no suficientemente nazificados. b) Asegurar el suministro ininterrumpido de materias primas, pues la hambrienta economía alemana no aguantaría sin ellas el ritmo de rearme dado el estrangulamiento exterior. Lo que dio el tono fue que Hitler temía que la ecuación estratégica terminaría tornándose en contra suya si esperaba. Contaba con que las potencias democráticas no hicieran efectiva sus garantías a Polonia, pero incluso cuando fue acumulándose la evidencia de que tal no sería el caso no se echó para atrás.

Quienes tuvieron razón fueron los republicanos españoles. Desde principios de septiembre de 1936, cuando confirmaron que de los triunfos militares de Franco eran partícipes las potencias fascistas, no se cansaron de subrayar que lo que pasaba en España era el preludio de lo que tarde o temprano terminaría ocurriendo en Europa. No era propaganda. Fue una valoración genuinamente sentida por la mayor parte de quienes conocían las realidades internacionales de la época, ya fuesen políticos, funcionarios o dirigentes de partidos. Nunca tuvieron éxito. Como señaló Orwell, los escenarios que la izquierda británica aclaraba en panfletos de tres peniques no penetraron en la conciencia de los decisores últimos de las potencias democráticas y, en particular, de Chamberlain y su guardia pretoriana. Las voces discrepantes, que hubo y muchas, tampoco lograron nada. Ni las dimisiones, a veces sonadas.

El caso francés fue igualmente emblemático. Hace ya años que Duroselle acuñó el concepto de "decadencia" para caracterizar su política exterior y de seguridad. El temor ante y la fascinación por el fascismo corroyeron la capacidad de decisión autónoma, debidamente trabajada por los británicos. Uno de los más nefastos políticos de la época, Georges Bonnet, ilustra hasta qué punto vivir en dependencia se había convertido en el destino de Francia.

Sólo los republicanos, abandonados a su suerte, hicieron ver que la contención del fascismo no era del todo imposible. Cinco meses después de que la época de sangre y fuego individualizada llegara a la inevitable conclusión a que la condujo en España la no intervención, para empezar otra más solapada bajo la Victoria, tocó el turno a franceses y británicos. Sus estrategias fueron un fracaso total. No se doma a un tigre hambriento por el mero hecho de echarle carnaza.

Nada de lo que los historiadores han ido desentrañando ha impedido que continúe la manipulación del pasado. Las conveniencias del presente se imponen en el mundo político e ideológico cuando no mediático. El pacto Molotov-Ribbentrop es un ejemplo. La Guerra Civil española otro. Hay que penetrar en lo que hubo detrás de los hechos y derribar los mitos.

Un historiador británico, Adam Tooze, se ha "cargado" algunos de los relacionados con el Tercer Reich y su conducción de la guerra. No es otro el destino que aguarda a las interpretaciones neo-franquistas sobre el conflicto español. En el plano científico está en juego cómo en el futuro deberá presentarse una historia que sigue manipulándose. En el plano ético el antecedente de los valores democráticos, entonces ahogados con sangre y fuego. Y en el ámbito metapolítico la determinación de cuál sea la experiencia colectiva con que cabe entroncar los orígenes de nuestra democracia. No fue la franquista.






01/09/1939: Tropas alemanas entran en Polonia





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Entrada núm. 1732
"Tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)
"La historia del mundo no es un suelo en el que florezca la felicidad. Los tiempos felices son en ella páginas en blanco" (Hegel)