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miércoles, 22 de julio de 2015

[Humor & Digresión] Mezclar churras con merinas o el premio por la ineptitud



Viñeta de El Roto



El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, es dado a eso de mezclar churras con merinas. Por ejemplo, ayer mismo soltó sin pensárselo dos veces que a Pep Guardiola, cuando jugaba en la selección española de fútbol, solo le movía el interés crematístico... Creo que somos legión los antiindependentistas que jamás nos atreveríamos a decir en voz alta, por mero pudor, una gilipollez de ese calibre. No solo mezcla churras con merinas sino que, además, confunde la velocidad con el tocino. Pero en fin, el hombre no da para más y no cabe pedirle peras al olmo... Tres refranes en dos líneas; no está nada mal. Se nota que soy de Letras.

En diciembre de 1973, cuando ETA asesinó al presidente del gobierno Luis Carrero Blanco, el ministro del Interior (Gobernación en aquel entonces) era Carlos Arias Navarro; su ineptitud manifiesta fue premiada con la presidencia del gobierno unos días después. En marzo de 2004, cuando los atentados islamistas en Madrid, el ministro del Interior era Mariano Rajoy Brey; su ineptitud manifiesta fue premiada en 2011 con la presidencia del gobierno. En septiembre de 2015, cuando el gobierno de la comunidad autónoma catalana se prepara para declarar la secesión de Cataluña, el ministro del Interior es Jorge Fernández Díaz... ¡Dios nos pesque confesados!, porque sin necesidad de primarias, ya sabemos a quien propondrá el PP como presidente del gobierno de España en sustitución de Mariano Rajoy. Cada uno más inepto que el anterior.

Les dejo con las viñetas de El Roto y Peridis en El País de ayer, ambas sobre el asunto del día, la pretensión de un sector del nacionalismo catalán de declarar, al precio que sea, la secesión. A pesar de esos calores y de la gravedad de la situación, un poco de humor, el justo para pasar el susto del día, no viene mal. Todo ello sin mayores pretensiones y aun reconociendo que meter en el mismo envoltorio unas viñetas humorísticas, por muy preñadas que estén de crítica social, y la dura realidad cotidiana, puede no resultar una fórmula afortunada. ¡Ah, por cierto!, la panza de burro y los alisios hoy se han portado, a Dios gracias. El ambiente ha refrescado...

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt



Viñeta de Peridis




Entrada 2381
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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

jueves, 19 de diciembre de 2013

El día en que mataron a Carrero Blanco


Mañana hace 40 años. "En Madrid, el jueves día 20 de diciembre de 1973 amaneció nublado. El presidente del Gobierno español, don Luis Carrero Blanco, se disponía a iniciar una jornada más de trabajo". Así se iniciaba el libro que me ha servido para dar título a la entrada de hoy: "El día en que mataron a Carrero Blanco" (Planeta, Barcelona, 1974), escrito por Rafael Borràs, Carlos Pujol y Marcel Plans, apenas unos meses después del atentado de ETA que le costó la vida al presidente del gobierno. Una excelente y documentada fuente de información (más 400 páginas y numerosísimas fotografías) a pesar de las difíciles circunstancias del momento, que los autores definían como el suceso más importante desde el final de la guerra civil.

Dos recientes artículos en El País recrean el acontecimiento. El primero de ellos: "El cráter del Régimen", de Luis R. Aizpeloa, en el que entrevista simultáneamente al que fuera responsable de los servicios secretos españoles en el País Vasco, Ángel Huarte, y al exetarra Ángel Amigo, recreando paso a paso la preparación del atentado por parte de ETA; el segundo: "El guardian del orden de Franco", del historiador Julian Casanova, en que desmonta la leyenda creada en torno a la figura del almirante que se convirtió en "delfín" de Franco, en parte creada por el propio Carrero y por sus aliados del "Opus Dei", con López Rodó a la cabeza, mortalmente enfrentados al sector "azul" del Régimen, que representaban figuras como Fraga o Solís, por el control del aparato del poder a la hora de la muerte del dictador que se auguraba próxima. Y en el mismo diario, Josep Ramoneda, en un artículo titulado "Pequeñas historias con importancia", revela las confidencias que sobre el atentado le hicieron en su día el rey Juan Carlos y el que fuera ministro del Interior en el gobierno de Suárez, Rodolfo Martín Villa.

Los días que siguieron al magnicidio supusieron una involución en las escasas posibilidades de transformación pacífica del franquismo en una democracia que se atisbaban en aquellos momentos. El nombramiento de Carlos Arias como sucesor de Carrero, en lo que se conoce, a causa de las presiones en su favor del círculo familiar de Franco, y que era ministro de la Gobernación en el momento del atentado y por lo tanto responsable del aparato de seguridad del Régimen, no presagiaban nada en favor de ello.

¿Qué hubiera pasado si Franco hubiese designado presidente del gobierno a Fernández-Miranda, vicepresidente del gobierno con Carrero, y representante del ala "aperturista" del Régimen en lugar de a Arias Navarro? Eso es ya historia-ficción... Como lo es también, en este caso, la enigmática frase que Franco pronunciara, echando mano del refranero tradicional, tras la muerte de Carrero: "No hay mal que por bien no venga".

Al contrario de otros acontecimientos históricos vividos por mí, no guardo ningún recuerdo especial de aquellos días de zozobra: de alegría para algunos, los menos; de miedos, los más, para otros. Recuerdo que estaba de vacaciones pues siempre dejábamos mi mujer y yo dos semanas de las mismas para Navidades, y aquel día nos visitaba en nuestra casa en Las Palmas, un amigo de la infancia y su mujer, de vacaciones en Gran Canaria. Un dato curioso: ese amigo era -le he perdido la pista por completo- comisario de policía en Madrid. A mi mujer y a mí nos llamó la atención que no se reincorporara a su puesto inmediatamente y que no mostrara la menor preocupación por el atentado... ¿Teorías conspiratorias?, no seré yo quién juegue a eso, y menos a estas alturas de la historia. Tampoco los entrevistados en el reportaje citado más arriba creen en ella. 

Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt




Entrada núm. 2011
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Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)