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martes, 31 de diciembre de 2019

[ARCHIVO DEL BLOG] Y reinará de nuevo en Creta... (Publicada el 3 de junio de 2009)



El rapto de Europa, de François Bucher, 1747. Museo del Louvre


"... tras dejar el pesado cetro, el padre y soberano de los dioses, cuya diestra está armada de fuegos de tres puntas, quien con su movimiento de cabeza agita el orbe, se viste con la apariencia de un toro y, mezclado con los novillos, muge y pasea su hermosura entre las tiernas hierbas. En efecto, su color es de la nieve que no han pisado las huellas ni ha derretido el lluvioso Austro; su cuello rebosa de músculos, sobre los brazuelos le cuelga la papada, los cuernos son pequeños ciertamente pero de los que podrías afirmar que habían sido hechos a mano y más resplandecientes que una piedra preciosa sin mancha; ninguna amenaza en su frente y ninguna mirada que aterre: su rostro respira paz. Se admira la hija de Agénor de que sea tan hermoso, de que no amenace ningún combate, pero en principio teme tocarlo aunque sea manso: luego se acerca y tiende flores a su blanco hocico. El enamorado se alegra y, mientras llega el esperado placer, besa sus manos; y apenas ya, apenas, aplaza el resto y ora juguetea y salta en la verde hierba, ora apoya no níveo costado en las rubias arenas y, haciéndole perder el miedo poco a poco, unas veces ofrece su pecho para ser palmeado por la virginal mano, otras los cuernos para ser atados con nuevas guirnaldas. Se atrevió incluso la doncella real, sin saber a quién pesaba, a sentarse en el lomo del toro: en ese momento el dios, poco a poco desde la tierra y desde la playa seca, pone en primer lugar las falsas huellas de sus patas en las aguas, después se va más allá y lleva su botín a través de la llanura de alta mar. Ella está aterrada y se vuelve a mirar la playa abandonada en su rapto y sujeta con su mano derecha un cuerno, la otra está colocada en el lomo; sus ligeros vestidos ondean con el soplo del viento." (Ovidio: "Metamorfosis". Cátedra, Madrid, 2005).

El bellísimo texto del poeta romano Ovidio (siglo I d.C.) que acabo de reproducir del Libro II de su "Metamorfosis" sobre el mito del "Rapto de Europa", me anima a suscitar de nuevo el asunto de las elecciones europeas que han de celebrarse dentro de cuatro días. Y ello después de una de las campañas electorales más vergonzosas que recuerdo en las que se ha hablado de todo menos de Europa. Por parte de la derecha, porque Europa y las elecciones no le interesan absolutamente para nada salvo para desgastar en lo posible al gobierno socialista. Y lo siento, porque la imagen que dan, es la de unos auténticos chorizos, y no precisamente de Cantimpalo, a pesar de lucir impecables y carísimos trajes (que algunos no pagan), o viajar (de balde) a exóticos lugares en aviones privados de amigos a los que luego hay que corresponder como se pueda. Por parte de la izquierda más a la izquierda, con carteles alusivos a la salida de la Unión Europea, el euro y la OTAN, o con un curiosísimo cartel en el que piden el fin del capitalismo y la guerra imperialista (europeos), todo en el mismo saco, que parece salido de las elecciones de 1936. Y desde luego del gobierno y su partido, que entra al trapo de todas las "manuelinas" que le plantea la oposición en lugar de dirigir el debate a los asuntos de Europa, haciendo la pedagogía política que debería serles consustancial.

Menos mal que siempre quedan gentes que al margen de esta bochornosa actuación nos recuerdan lo que Europa, la Unión Europea, significa y hace a pesar de todas las trabas que le ponen los que deberían ser sus más directos valedores: los gobiernos nacionales de los diversos Estados de la Unión. Es lo que hace en un hermoso y clarificador artículo "El segundo rapto de Europa" la profesora Blanca Vilà, en El País de ayer martes.

No creo en las utopías. Han causado mucho daño, mucho dolor, mucha muerte y muchas lágrimas a los europeos a lo largo de la historia. Lo he dicho ya bastantes veces en este Blog para no tener que justificarlo de nuevo. Sin embargo, como amante de los clásicos me gusta releer y recrearme en los mitos que han dado forma al alma de los europeos, de sus pueblos y sociedades.

Estoy seguro de que el mito de Europa dejará de serlo, como dice la profesora Vilà, cuando la virginal hija de Agénor reine de nuevo en Creta. O cuando unos hombres valientes tomen un día el toro de Zeus por los cuernos y reunidos en Asamblea digan al mundo: "Nosotros, miembros del Parlamento europeo, representantes de los ciudadanos y pueblos de este continente, proclamamos el nacimiento de los Estados Unidos de Europa". HArendt



Parlamento Europeo, Estrasburgo



La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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miércoles, 9 de marzo de 2016

[Un clásico de vez en cuando] Hoy, "Las troyanas", de Eurípides



Representación de "Las troyanas" (Universidad de La Rioja, Argentina)



Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar de nuevo a los clásicos, de manera especial, a los griegos. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso de la Historia y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.

No se me ocurre mejor manera de celebrar el Día Internacional de la Mujer (ayer) que trayendo hasta el blog, en el apartado de Un clásico de vez en cuando, el texto de Las troyanas de Eurípides, una obra en la que las mujeres juegan el papel protagonista. Pueden leerla en el enlace inmediatamente anterior. También pueden ver si lo desean, en el enlace siguiente, o en el vídeo de más abajo, el documental elaborado por el canal de televisión Historia sobre la guerra de Troya, titulado Grecia-Troya, la verdadera historia

Eurípides (480-406 a. C.) fue uno de los tres grandes poetas trágicos griegos de la antigüedad, junto con Esquilo y Sófocles. Nació en Salamina, Ática central, de donde pronto tuvieron que emigrar a Atenas a causa de la Segunda Guerra Médica siendo él aún un niño. Odiaba la política y era amante del estudio. Su biblioteca privada fue una de las más completas de toda Grecia. Fue amigo de Sócrates, el cual, según la tradición, sólo asistía al teatro cuando se representaban obras de Eurípides. En 408 a. C., decepcionado por los acontecimientos de su patria, implicada en la interminable Guerra del Peloponeso, se retiró a la corte de Arquelao I de Macedonia, en Pela, donde murió dos años después. Se cree que escribió 92 tragedias, pero se conservan sólo 19 de ellas. Su concepción trágica está muy alejada de la de Esquilo y Sófocles. Sus obras tratan de leyendas y eventos de la mitología de un tiempo lejano, muy anterior al siglo V a. C. de Atenas, pero aplicables al tiempo en que escribió, sobre todo a las crueldades de la guerra. Eurípides reformó la estructura formal de la tragedia ática tradicional mostrando mujeres fuertes y esclavos inteligentes, y satirizando a los héroes de la mitología griega. Sus obras parecen modernas en comparación con los de sus contemporáneos, centrándose en la vida interna y las motivaciones de sus personajes de una forma antes desconocida para el público griego. Fue notoria la animadversión de Aristófanes contra Eurípides, al que ataca en sus comedias con chistes y alusiones de intención malévola. Las razones de esta animadversión podrían ser su antagonismo ideológico con el pensamiento avanzado de Eurípides y el retrato que hace Eurípides de las mujeres en sus tragedias, muy alejado del modelo tradicional estereotipado de la comedia antigua helena.

Las troyanas fue representada el año 415 a.C. y no tuvo demasiado éxito entre los atenienses quizá porque representaba con mucha crudeza los desastres de una guerra como la que Atenas estaba viviendo en aquel momento, la del Peloponeso, con su eterna rival, Esparta. La acción transcurre en Troya, el último día de la guerra, y se inicia con el diálogo entre Posidón y Atenea, que disgustados con los conquistadores aqueos por haber profanado sus templos, auguran el desastre de su flota cuando vuelvan a Grecia. A continuación hace su entrada el coro de viudas troyanas, conducido por Hécuba, la mujer de Príamo, que se lamenta de su suerte, mientras un heraldo griego anuncia el destino que los vencedores han dispuesto para cada una de las mujeres de la casa real troyana: Casandra, Políxena, Andrómaca, y la misma Hécuba. En el segundo episodio, Andrómaca, la viuda de Héctor, llora junto a su suegra, Hécuba, la suerte de su pequeño hijo, Actianacte, arrojado al vacío desde la muralla de la ciudad por orden de Ulises. El tercer episodio es el diálogo entre Hécuba y Menelao, el esposo de Helena, al que la reina aconseja que se cuide de la lujuria de Helena. En la última escena, el heraldo de los griegos anuncia que la ciudad va a ser incendiada y que las prisioneras troyanas deben dirigirse a los barcos de sus nuevos amos para emprender la marcha. Todas las mujeres protagonistas de la obra presentan ángulos y perspectivas diferentes del dolor y la angustia de la guerra. Si tenemos en cuenta que Atenas, apenas unos meses antes, había infligido a los habitantes de Melos el mismo castigo que los aqueos a Troya, matando a todos sus varones y esclavizando a sus mujeres, se puede apreciar con claridad el terrible mensaje de Eurípides a sus conciudadanos: las guerras, todas las guerras, no dejan solo vencedores y vencidos, sino sobre todo horror y sufrimiento.


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Disfruten de ella. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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viernes, 5 de febrero de 2016

[Un clásico de vez en cuando] Hoy, "Electra", de Eurípides



Representación de Electra (Teatro Romano de Mérida)


Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar de nuevo a los clásicos, de manera especial, a los griegos. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso de la Historia y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.

No se me ocurre mejor manera de celebrar esta entrada número 2600 del blog que trayendo hasta él, en el apartado de Un clásico de vez en cuando, el texto de la Electra de Eurípides, que pueden leer en el enlace inmediatamente anterior, o ver, si lo desean, verla en el vídeo de más abajo, en la representación llevada a cabo por la Compañía Teatro Experimental Independiente, basada en las versiones de Electra de Sartre, Eurípides, Sófocles y Alfieri. 

Eurípides (480-406 a. C.) fue uno de los tres grandes poetas trágicos griegos de la antigüedad, junto con Esquilo y Sófocles. Nació en Salamina, Ática central, de donde pronto tuvieron que emigrar a Atenas a causa de la Segunda Guerra Médica siendo él aún un niño. Odiaba la política y era amante del estudio. Su biblioteca privada fue una de las más completas de toda Grecia. Fue amigo de Sócrates, el cual, según la tradición, sólo asistía al teatro cuando se representaban obras de Eurípides. En 408 a. C., decepcionado por los acontecimientos de su patria, implicada en la interminable Guerra del Peloponeso, se retiró a la corte de Arquelao I de Macedonia, en Pela, donde murió dos años después. Se cree que escribió 92 tragedias, pero se conservan sólo 19 de ellas. Su concepción trágica está muy alejada de la de Esquilo y Sófocles. Sus obras tratan de leyendas y eventos de la mitología de un tiempo lejano, muy anterior al siglo V a. C. de Atenas, pero aplicables al tiempo en que escribió, sobre todo a las crueldades de la guerra. Eurípides reformó la estructura formal de la tragedia ática tradicional mostrando mujeres fuertes y esclavos inteligentes, y satirizando a los héroes de la mitología griega. Sus obras parecen modernas en comparación con los de sus contemporáneos, centrándose en la vida interna y las motivaciones de sus personajes de una forma antes desconocida para el público griego. Fue notoria la animadversión de Aristófanes contra Eurípides, al que ataca en sus comedias con chistes y alusiones de intención malévola. Las razones de esta animadversión podrían ser su antagonismo ideológico con el pensamiento avanzado de Eurípides y el retrato que hace Eurípides de las mujeres en sus tragedias, muy alejado del modelo tradicional estereotipado de la comedia antigua helena.

La datación de la Electra de Eurípides se sitúa entre 417 y el 413 a.C. Este mismo asunto ya había sido tratado por Esquilo en Las Coéforos y por Sófocles en su tragedia del mismo nombre. La acción de la Electra de Eurípides se desarrolla en el campo, fuera de los muros de Argos, delante de la modesta vivienda de un campesino, marido de Electra, hija de Agamenón y de Clitemnestra, casada a la fuerza por Egisto para impedir que tenga hijos nobles que pudieran vengar a su padre. A la casa de Electra y su marido llegan Orestes y su amigo Pílades. Orestes reconoce a su hermana pero no se da a conocer sino que deja que ésta le ponga al corriente de lo que ha ocurrido en Argos y de la suerte corrida por Agamenón a menos de su esposa y de Egisto. Un viejo criado llega a la casa y provoca que los dos hermanos se reconozcan y comiencen a fraguar su venganza. En el tercer acto de la obra Orestes ya ha matado a traición a Egisto y vuelve a la casa de Electra con su cadáver, a la que ésta, Electra, ha invitado a venir con engaños a su madre. Clitemnestra se enfrenta a su hija intentando justificar el asesinato de su padre, pero Orestes, forzado por su hermana, da muerte también a la reina. 

A diferencia de lo que ocurre en las obras de Sófocles y Esquilo, en Eurípides el asesinato de Clitemnestra no es obra del destino, ni producto de una maldición, ni mandato de un dios. El crimen Orestes es para Eurípides un hecho repugnante y reprobable llevado a cabo por rencor y no por razones morales o de justicia. En pocas obras como en esta Eurípides crítica de forma más clara los mitos tradicionales, haciendo que sus protagonistas se muevan solo por razones personales de venganza y que reaccionen, después, también humanamente, llenos de remordimientos. Les dejo a continuación el vídeo con la representación de la Electra de Eurípides por la Compañía Teatro Experimental Independiente.

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Disfruten de ella. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos míos. HArendt




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sábado, 16 de enero de 2016

[Un clásico de vez en cuando] Hoy, "Prometeo encadenado", de Esquilo



Prometeo encadenado (pintura flamenca)


Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar de nuevo a los clásicos, de manera especial, a los griegos. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso de la Historia y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.

Hoy traigo hasta el blog, en el apartado de Un clásico de vez en cuando, el texto del Prometeo encadenado de Esquilo (525-456 a. C.). Predecesor de Sófocles y Eurípides, es considerado como el primer gran representante de la tragedia griega. Pertenecía a una noble y rica familia de terratenientes. En su juventud fue testigo del fin de la tiranía de los Pisistrátidas en Atenas. Luchó en las guerras contra los persas y participó en las batallas de Maratón, Salamina y, posiblemente, en la de Platea. Alguna de sus obras, como Los persas y  Los siete contra Tebas son el resultado de sus experiencias de guerra. Fue también testigo del desarrollo de la democracia ateniense. En Las suplicantes puede detectarse la primera referencia que se hace acerca del poder del pueblo, y a la creación del Areópago, tribunal encargado de juzgar a los homicidas. En Las euménides apoya la reforma de Efialtes y la transferencia de los poderes políticos del Areópago al Consejo de los Quinientos. Escribió 82 obras de las que solo se conservan siete piezas, seis de ellas premiadas. El sufrimiento humano es el tema principal del teatro de Esquilo, un sufrimiento que lleva al personaje al conocimiento (recordar la máxima del pathei mathos, el conocimiento a través del sufrimiento) y que no está reñido con una fuerte creencia en la justicia final de los dioses.

El mito de Prometeo ya había sido tratado por Hesíodo en su obra Los trabajos y los días, pero el personaje no recibía allí el tratamiento positivo que Esquilo va a darle ahora. Llama poderosamente la atención que su Prometeo es la única gran tragedia clásica en la que todos los personajes son dioses y no humanos. La acción de la obra se desarrolla en una región montañosa del Cáucaso en la que Hefesto, acompañado por Violencia y Fuerza encadenan a Prometeo por orden de Zeus. Prometeo, ya encadenado, recibe la visita del titán Océano; de Ío, metamorfoseada en vaca por venganza de Hera; y por último de Hermes. Prometeo, que ha dado el fuego a los hombres desobedeciendo las órdenes de Zeus, da rienda suelta a su amargura y desprecio por los nuevos amos del Olimpo, y especialmente, por Zeus. Hermes insta a Prometeo a revelar el secreto que pone en peligro el poder de los nuevos dioses, y lo amenaza con castigos brutales, entre ellos, el de ver devorado cada día su hígado por un águila. Pero Prometeo se mostrará fuerte contra todas las amenazas, por lo que, al final de la obra, Zeus lo precipita al fondo del abismo en compañía de las Oceánides, que se habían pronunciado en favor del titán.

La altura moral que el personaje de Prometeo adquiere en la obra de Esquilo, parece prefigurar la de todos los rebeldes y mártires contra la tiranía que le siguieron en la posterior historia de la literatura occidental. Por ejemplo, en los románticos ingleses P.B. Shelley y su Prometeo desencadenado, o en su esposa, la escritora Mary W. Shelley, en su Frankenstein o el moderno Prometeo

Más abajo, o bien en este enlace, pueden ustedes ver un interesante documental de la radio-televisión pública española sobre el mito de Prometeo. Y en el de más arriba, el texto completo de esta hermosa tragedia de Esquilo. Espero que la disfruten. 

Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt








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martes, 15 de diciembre de 2015

[Un clásico de vez en cuando] Hoy, "Las Bacantes", de Eurípides



Cerámica griega con una escena de Las Bacantes 



Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar de nuevo a los clásicos, de manera especial, a los griegos. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso de la Historia y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.

Hoy traigo hasta el blog, en el apartado de Un clásico de vez en cuando, el texto de Las Bacantes, del gran trágico griego Eurípides, que también pueden ver representada en este enlace o en el vídeo de más abajo, en una producción del Teatro Circo de Murcia-La Nave Argo. 

Eurípides (480-406 a. C.) fue uno de los tres grandes poetas trágicos griegos de la antigüedad, junto con Esquilo y Sófocles. Nació en Salamina, Ática central, de donde pronto tuvieron que emigrar a Atenas a causa de la Segunda Guerra Médica siendo él aún un niño. Fue alumno de Anaxágoras, Protágoras, Arquelao, Pródico y Diógenes de Apolonia. Odiaba la política y era amante del estudio. Su biblioteca privada fue una de las más completas de toda Grecia. Fue amigo de Sócrates, el cual, según la tradición, sólo asistía al teatro cuando se representaban obras de Eurípides. En 408 a. C., decepcionado por los acontecimientos de su patria, implicada en la interminable Guerra del Peloponeso, se retiró a la corte de Arquelao I de Macedonia, en Pela, donde murió dos años después. Se cree que escribió 92 tragedias, conocidas por los títulos o por fragmentos, pero se conservan sólo 19 de ellas. Su concepción trágica está muy alejada de la de Esquilo y Sófocles. Sus obras tratan de leyendas y eventos de la mitología de un tiempo lejano, muy anterior al siglo V a. C. de Atenas, pero aplicables al tiempo en que escribió, sobre todo a las crueldades de la guerra. Eurípides reformó la estructura formal de la tragedia ática tradicional mostrando mujeres fuertes y esclavos inteligentes, y satirizando a los héroes de la mitología griega. Sus obras parecen modernas en comparación con los de sus contemporáneos, centrándose en la vida interna y las motivaciones de sus personajes de una forma antes desconocida para el público griego. La sociedad ateniense de la época se debatía entre dos opciones: la estabilidad de los valores conservadores, representada por Esquilo y Aristófanes, y el revisionismo racionalista, representado por Eurípides, Sócrates y los sofistas. La larga Guerra del Peloponeso contribuyó a la derrota de la primera opción, al comprobar que las viejas recetas de antaño no servían ya para el futuro. Fue notoria la animadversión de Aristófanes contra Eurípides, al que ataca en sus comedias con chistes y alusiones de intención malévola. Las razones de esta animadversión podrían ser su antagonismo ideológico con el pensamiento avanzado de Eurípides y el retrato que hace Eurípides de las mujeres en sus tragedias, muy alejado del modelo tradicional estereotipado de la comedia antigua helena.

Las Bacantes pone en escena las dificultades del dios Dioniso para que su culto fuera aceptado en su ciudad natal, Tebas, gobernada por su primo Penteo, y la intención del dios de castigarle a él y su familia por poner en duda su divinidad. Dioniso hace salir de sus casas a las mujeres tebanas y las conduce en pleno delirio hasta el Citerión. Penteo se enfada por ello, a pesar de que los ancianos Tiresias y Cadmo le invitan a sumarse a las alegres prácticas del culto dionisíaco, y manda detener a Dioniso, que se ha presentado en Tebas con forma humana como profeta extranjero del dios, pero este logra convencerle para que asista al desenfreno orgiástico de las tebanas en el bosque, vestido de mujer y subido a un árbol. Pero al ser descubierto por estas, en su frenesí orgiástico, enajenadas, le despedazan. La propia madre del rey Penteo, Ágave, vuelve a Tebas con la cabeza de su hijo en las manos, inconsciente de lo que acaba de hacer. 

Se ha dicho que obcecación, resentimiento y envidia son los sentimientos que protagonizan Las Bacantes, materializando un conflicto entre la religión tradicional, representada por Penteo, Cadmo y Tiresias, con una concepción del mundo como algo reglamentado, y el nuevo culto de Dioniso, en el que lo mágico y lo irracional son elementos fundamentales. 

Espero que disfruten de esta gran obra clásica, una de las últimas de su autor, representada en Atenas poco después de su muerte. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt







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