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domingo, 25 de mayo de 2014

¿Quién mancillará tu lecho, mi querida Europa?





Mis amigos de siempre, los buenos y antiguos, saben que nunca discuto, ni siquiera conmigo mismo, los resultados electorales. Me gustarán mucho más, mucho menos, o mucho nada, y podrán hacer (los demás) todos los ejercicios "a toro pasado" que quieran para explicarlos, pero son los que son, y punto. A mi me enrabieta mucho la pedante y presuntuosa pose de aquellos que cada vez que pierden unas elecciones (que suelen ser los que las pierden todas) lo achacan a que el pueblo es ignorante y zafio y no entiende el claro mensaje que su formación transmite. Bueno, descansen en paz políticamente los grandes próceres de la nación.

La democracia se basa en la ficción de que el pueblo, titular de la soberanía, nunca se equivoca cuando vota. Más o menos con matices, lo que decía nuestro viejo conocido Jean-Jacques Rousseau a finales del siglo XVIII. Pienso que es verdad. El pueblo nunca puede equivocarse cuando vota. Si ponemos en duda esta aseveración, ponemos en duda los fundamentos del sistema democrático. Se pueden equivocar los gobiernos, los líderes, los partidos, los ciudadanos individuales; el pueblo en su conjunto, nunca.

Ya tenemos nuevo Parlamento europeo. Elegido por un porcentaje ínfimo de la ciudadanía, pero resulta difícil de creer que quién haya tenido deseos e intención de votar no haya podido hacerlo. Así que, no hay más cera que la que arde ni más tela que la que se ve, como dice el refrán. ¿Y ahora, qué?

Lo primero es la constitución del Parlamento, y lo siguiente, la elección y nombramiento de un nuevo presidente de la Comisión. Lo más probable es que el partido popular europeo y la alianza de socialistas y democrátas se pongan de acuerdo para proponer como presidente a uno de sus dos candidatos, Juncker o Schulz, como mal menor, haciendo frente común a los nuevos partidos que entran en el parlamento europeo, unos con intención legítima de hacerse oir y valer gracias a los votos obtenidos, y otros, los más con innegable y nada oculta intención de desastibilizar el proyecto europeo o lisa y llanamente cargárselo desde dentro del propio corazón del sistema. Espero que no lo consigan. En cualquier caso habrá que esperar, aunque cualquiera de los dos candidatos mayoritarios será preferible a ese inicuo Durao Barroso que ha dirigido la Comisión estos dos últimos mandatos. Y luego, a ver que pasa con el proceso de designación de los nuevos comisarios, proceso en el que el parlamento tiene mucho que decir. Se abre un periodo apasionante. Pero ahora toca esperar y verlas venir...

Sean felices, por favor, y de momento, como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




¿Quién mancillará tu lecho, mi querida Europa?




Entrada núm. 2070
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Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)

miércoles, 21 de mayo de 2014

¿De teloneros?: Lo que nos jugamos en Europa




Alegoría de Europa (1870)



A mis nietos

Les pido disculpas anticip
adas por esta entrada de hoy un tanto digresiva sobre las elecciones del domingo próximo al parlamento de la Unión Europea, ya que voy a comenzarla hablando de arte. Ya irán viendo las razones que me llevan a ello si se animan a seguir leyéndome... 

Desde luego si buscan la definición de "arte" en el Diccionario de la Real Academia Española tengo la impresión de que no van a sacar nada en claro. Si acaso, llegarán a la conclusión algo pedestre de que arte es lo que hacen los artistas; y vuelta al comienzo: ¿qué es un artista?... Mi criterio personalísimo sobre el arte es el de que lo es toda obra material humana que produce en el que la ve, lee u oye un sentimiento de placer estético. 

Soy asiduo visitante de museos y lector empedernido que ha ido formando su criterio estético a base de trompicones. Y más bien clásico, por no decir antiguo... Recuerdo en una de mis últimas visitas al "Reina Sofía" en Madrid, hace ya bastantes años, una sala del museo desnuda absolutamente de todo ornamento salvo una descomunal plancha de acero sobre el suelo de la sala, de como poco quince metros de larga por cuatro o cinco de ancha... No recuerdo de "quién" era la susodicha obra de arte, ni falta que me hace. Creo, sinceramente, que "eso" no es arte, sino una enorme tomadura de pelo. Exactamente igual que el circo montado por los candidatos españoles a ocupar una plaza en el próximo parlamento de la Unión. Exactamente 2106 candidatos, repartidos en 39 candidaturas, para ocupar 54 puestos en el parlamento de Estrasburgo.

No estoy en contra, evidentemente, del derecho de todo ciudadano europeo a presentarse a las elecciones a su parlamento, pero ¿39 candidaturas, de las cuales al menos treinta de ellas van a obtener menos votos que candidatos figuran en la papeleta? Es, como la plancha de acero del "Reina Sofía", y con todo respeto para sus esforzados paladines, una solemne tomadura de pelo. Algo que tendría fácil solución si se exigiera a cada candidatura una fianza económica previa de, pongamos, diez mil euros (a unos 200 euros por candidato) que solo recuperarían de obtener como mínimo un humildísimo uno por ciento del total de los votos emitidos. La tomadura de pelo se reduciría bastante y todos saldríamos ganando.   

Sigo a distancia y sin excesivo interés la campaña para las elecciones al parlamento de la Unión del 25 de mayo. Puntualizo: No me interesa la campaña; las elecciones, por supuesto que sí, y mucho. Ya expuse las razones hace unos días y no es cuestión de repetirme. Y de todas maneras, yo ya he votado por correo. 

Sobre el papelón que están haciendo los candidatos, al menos en España, prefiero no hablar. Meros teloneros de Jean-Claude Juncker y Martin Schulz, los únicos que cuentan con posibilidades reales de alzarse con la presidencia de la Comisión Europea, y cuyos debates se nos han escamoteado (aunque tampoco ellos parece que hayan estado especialmente brillantes) a las ciudadanos españoles, entretenidos con las majaderías del candidato del partido popular y las naderías de casi todos los demás. Léase al respecto el artículo "Europa se merecía más (y las mujeres también, Sr. Cañete)", de la directora del Huffington Post, Montserrat Domínguez. Para llorar...

Y sin embargo, el día 25 de mayo Europa se juega, literalmente, su futuro. No solo el inmediato de las instituciones de la Unión, sino el que realmente importa, el de sus más quinientos millones de ciudadanos, impotentes ante la incompetencia manifiesta de sus gobernantes, de todos, para sacarla del marasmo en que se encuentra.

Termino invitándoles a la lectura del artículo "La más crucial de las votaciones en Europa" que el profesor británico Timothy Garton-Ash, un euopeísta convencido, publica hoy en el diario El País. Lo verán todo, lo que Europa se juega el próximo domingo, con bastante claridad. Y por desgracia, como él dice, es Alemania la única que puede marcar el paso. Si no lo hace ella, no lo va a hacer nadie.

Así que no hagan caso de las "casandras" que invitan a la abstención como solución. Pasar del tema nunca es la solución de nada. Involúcrense. Y voten. Mejor al lado izquierdo, esa es mi opción. Pero voten en cualquier caso.

Le he dedicado esta entrada a mis tres nietos porque de ellos es el futuro. Y ahora sean felices, por favor, y como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt





Alegoría de Europa (España, 2014)





Entrada núm. 2067
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