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viernes, 17 de agosto de 2012

Santiago Carrillo: El 15-M y el futuro de la democracia

¿Se puede sentir admiración y respeto por un personaje público, un político, y simultáneamente tener la convicción de que en ningún caso vas a votar por él o su partido? En mi caso, sí, desde luego. Al menos en lo que se refiere a Santiago Carrillo, exsecretario general del Partido Comunista de España.

Mi admiración y respeto por él, como persona y como hombre público, se inicia el 9 de abril de 1977, cuando el gobierno de Adolfo Suárez, legaliza de improviso y por sorpresa al Partido Comunista de España, en un día que ha pasado a la historia de España con el sobrenombre del "Sábado Santo Rojo". Y el porqué, por la audaz declaración ese mismo día del entonces todopoderoso secretario general del PCE, flanqueado por la bandera bicolor, anunciando que su partido aceptaba y respetaba la monarquía y la bandera de España, siempre que la monarquía y el gobierno de España promovieran y respetaran la democracia y las libertades. ¿Oportunismo político?, es posible, pero también un gesto por su parte que fue el impulso que le faltaba a España para abrirse a la libertad.

La otra razón que justifica mi admiración por Santiago Carrillo es otro gesto. En esta ocasión el posible oportunismo estaba fuera de lugar. Me refiero al intento de golpe de estado del 23 de febrero de 1981. Su gallardía e inmutabilidad ante los disparos de los militares golpistas dentro del Congreso, junto al presidente Adolfo Suárez y el vicepresidente Gutiérrez Mellado, constituyen una de las escenas más memorables y emotivas de la reciente historia de España.

No comparto, me resultaría imposible, muchas de sus opiniones; ni entonces, ni luego, ni ahora.  Pero siempre escucharé con respeto lo que diga. Tamaragua, amigos. HArendt


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Entrada núm. 1721
http://harendt.blogspot.com
"Tanto como saber, me agrada dudar"
 (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura"
 (Voltaire)
"La historia del mundo no es un suelo en el que florezca la felicidad. Los tiempos felices son en ella páginas en blanco"
 (Hegel)




sábado, 9 de junio de 2012

La ilusión democrática





El filósofo Alain Badiou (1937)



Ya he escrito con anterioridad que a los filósofos hay que escucharlos con atención, bien para elogiarlos, bien para detestarlos; nunca para ignorarlos. A veces, hasta atinan, incluso cuando se meten a opinar de política. Quién desee profundizar en mi opinión al respecto basta conque ponga en el buscador del blog el término "filósofos".

Hace unos días, a través de la página en Facebook de una buena amiga grancanaria, llegué hasta un artículo sobre el filósofo francés Alain Badiou y su más reciente publicación: "El despertar de la historia" (Clave intelectual, Madrid, 2012).

Resulta difícil no compartir algunas de sus afirmaciones. Por ejemplo, ésta en que nos presenta un apocalíptico análisis del capitalismo: "El capitalismo confía el destino de los pueblos a los apetitos financieros de una minúscula oligarquía. En cierto sentido, se trata de un régimen de bandidos. ¿Cómo podemos aceptar que la ley del mundo esté regida por los voraces intereses de una camarilla de herederos y de nuevos ricos? ¿No es razonable llamar «bandidos» a quienes tienen como única norma el lucro, estando dispuestos, si es necesario, a pisotear a millones de personas amparándose en dicha norma? El hecho de que, en efecto, el destino de millones de personas dependa de los cálculos de tales bandidos es hoy tan obvio, tan visible, que la aceptación de esta «realidad», como dicen los plumíferos de los bandidos, es cada día más asombrosa. El espectáculo de los Estados patéticamente desconcertados porque una pequeña tropa anónima de evaluadores autoproclamados les ha puesto una mala nota, como haría un profesor de economía a sus estudiantes, es al mismo tiempo burlesco y muy preocupante. Por lo tanto, queridos electores, habéis instalado en el poder a gente que tiembla por las noches, como colegiales, al saber que por la mañanita los  representantes del «mercado», es decir los especuladores y los parásitos del mundo de la propiedad y del patrimonio, les pueden haber puesto un AAB, en lugar de un AAA. ¿No resulta bárbara esta influencia consensuada de los maestros oficiosos sobre nuestros maestros oficiales, para quienes la única  preocupación es conocer cuales son y serán los beneficios de la lotería en la que juegan sus millones? Por no hablar de que su angustioso sollozo se pagará con el cumplimiento de las órdenes de la mafia que siempre consisten en algo como: «Privaticen todo. Supriman la ayuda a los débiles, a los solitarios, a los enfermos, a los parados. Supriman toda ayuda a todos menos a los bancos. No asistan a los pobres, dejen morir a los viejos. Bajen el salario de los pobres y los impuestos a los ricos. Que todo el mundo trabaje hasta los 90 años. Enseñen matemáticas solo a los traders, a leer sólo a los grandes propietarios, historia sólo a los ideólogos a nuestro servicio.» Y la ejecución de estas órdenes arruinará en la práctica la vida de millones de personas."

Más difícil de compartir son opiniones como esta otra en la que afirma que el  marxismo no es "una rama de la economía (teorías de las relaciones de producción), ni una rama de la sociología (descripción objetiva de la «realidad social»), ni una filosofía (pensamiento dialéctico de las contradicciones), sino, repitámoslo, el conocimiento organizado de los medios políticos necesarios para desmontar la sociedad existente y por fin desarrollar una forma igualitaria y racional de organización colectiva, llamada comunismo." ¿El comunismo una forma igualitaria y racional de organización colectiva?...

Marxista-comunista como el mismo se define, parece obviar en la realización de la utopía comunista, el significado de palabras tan significativas sobre la democracia como las escritas por Lenin en el diario "Obrero y soldado", en agosto de 1917, cuando al referirse a las ilusiones constitucionales de buena parte de la sociedad rusa de aquel momento dice de ellas: "No es posible un intento adecuado de comprensión de la misión que corresponde a la Rusia de hoy sino se dedica una especial atención a la exposición sistemática y despiadada de las ilusiones constitucionales, a destruir sus raíces y a restablecer una conveniente perspectiva política." ¿Todo se reduce, pues, a eso: a una cuestión de perspectiva y de destruir de raíz toda ilusión democrática.?...

Los filósofos usan más a menudo de lo conveniente lenguajes abstrusos a la hora de definir conceptos de uso corriente en el lenguaje corriente de la gente corriente. Por ejemplo el de "verdad política", que se supone clave en el pensamiento de Badiou: "Una verdad política es el producto organizado de un acontecimiento popular masivo en el cual la intensificación, la contracción y la localización sustituyen a un objeto identitario, y a los nombres separadores que lo acompañan, por una presentación real de la potencia genérica de lo múltiple." Luego, se quejan los filósofos, al igual que los políticos, de que no los entendemos.

La anterior definición de verdad política la expuso Badiou en un artículo de mayo del pasado año sobre los acontecimientos del 15-M español. Es una definición de difícil comprensión para mi, que no soy ni filósofo, ni marxista, ni comunista. Quizá ahí esté el problema, mi problema. 


Y es una lástima, porque entre tanta jerga ininteligible e incomprensible para el común de los mortales se vislumbran "verdades" evidentes" como las expuestas al comienzo de la entrada en su análisis sobre el capitalismo.  


Les animo a ver el vídeo con el que acompaño la entrada, en el que se ponen en relación la filosofía política de Michel Foucault y Alain Badiou. Espero que tanto la entrada como el vídeo les resulten interesantes.

Y sean felices, por favor, a pesar del des-gobierno que padecemos. Tamaragua, amigos.  HArendt




Lenin (1870-1924)





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Entrada núm.1474
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"Tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
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domingo, 7 de agosto de 2011

jueves, 19 de mayo de 2011

¡Democracia real, ya!: Complicado, pero no imposible






Portada del "The Washington Post"






Que una manifestación pacífica de jóvenes españoles en la Puerta del Sol de Madrid sea foto de portada en el "The Washington Post· no es cosa baladí. Algo se está comenzando a mover en la política española: por encima, por debajo y al margen de la oxidada partitocracia nacional. Y ese es un hecho esperanzador, por incierto que sea su futuro y poliédrico su presente, pues como decía Hannah Arendt, todo nacimiento implica un futuro y una esperanza de cambio en el mundo.



¡Y nosotros que pensábamos que la juventud española estaba despolitizada, abúlica, inane, desintegrada y únicamente interesada en el macrobotellón del sábado noche!... Y ahora resulta que la "spanish revolution" es ejemplo a seguir y comienza a extenderse como la pólvora por toda Europa... ¡Qué cosas veredes, Sancho!...

La verdad es que nuestros políticos, todos los políticos, se lo han ganado a pulso. No se han enterado de nada. Y tengo la impresión de que el "tsunami" que se ha iniciado en la Puerta del Sol madrileña se va a llevar bastante podredumbre por delante.

Hace unas semanas, Stéphane Hessel, con su "Indignaos", a mi modesto juicio un fenómeno editorial bastante insustancial en el fondo, sonó como un aldabonazo en las adormecidas conciencias de los franceses (y por extensión, europeos), pero la verdad es que detrás del justificado llamamiento al cabreo de Hessel no hay más que nostalgia de un tiempo pasado que no va a volver.

Mucho mejor construido resulta el último libro del recientemente fallecido historiador británico Tony Judt titulado "Algo va mal" (Taurus,Madrid, 2010), otro fenómeno editorial, éste bastante más justificado, que se extiende por la izquierda democrática  europea y mundial con poco ruido mediático (no interesa a los poderes fácticos) y bastante mar de fondo.

Que la política no puede estar al servicio de los mercados; que la economía no es una entidad autónoma al margen de la sociedad. Son verdades evidentes que parece que habíamos olvidado.

No creo en la "democracia popular", como no creí nunca en el "socialismo real". La democracia es representativa o no es democracia. Pero la democracia necesita una puesta a punto ideológica, material y formal, inexcusable a estas alturas de la partida.

Otra verdad evidente es que la democracia no puede funcionar sin partidos, pero también que todos los partidos, sin excepción, son estructuras oligárquicas que funcionan al margen de aquellos a los que dicen representar.

Quizá una posibilidad de cambio pudiera ser la de abrir los partidos políticos, por imperativo legal, a toda la ciudadanía. No solo a sus afiliados, sino a sus simpatizantes, votantes y potenciales electores. ¿Cómo?  Con elecciones primarias para todos sus procesos electorales internos abiertas a todo el que desee participar, como elegible o como elector.

Y por supuesto, cambiar radicalmente el actual sistema representativo y electoral de manera que la elección y la responsabilidad del elegido ante sus electores sea personal y directa, sin el colchón protector del partido político que le hubiera promocionado.

Son cosas bastante elementales y sencillas por las que empezar. ¿Las acometerán ellos mismos, partidos y clase política, o habrá que esperar a que la "spanish revolution" se  convierta en revolución española a secas y se lleve todo el sistema por delante? Estas cosas se sabe como comienzan pero es difícil predecir como terminan.

Dos magníficos artículos, uno de Josep Ramoneda: "El testamento político de Tony Judt" en la revista Babelia del 23-10-2010, y otro más reciente de José Álvarez Junco, catedrático de Historia de las Ideas y de los Movimientos Sociales en la UCM: "Elegía por la socialdemocracia" en Revista de Libros nº 171, de marzo de este año, analizan pormenorizadamente las propuestas formuladas por Judt en su "Algo va mal". Propuestas que quizá, solo quizá, podrían servir de punto de referencia para todos aquellos que andamos ahora, con sinceridad, con el faro ideológico bastante descompuesto. Les dejo con su lectura. Y sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt









El historiador Tony Judt







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Entrada núm. 1377
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"Tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

¡Democracia real, ya! (Puerta del Sol, Madrid, España)