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miércoles, 26 de diciembre de 2012

OLUDIS: Las claves del fracaso español




Viñeta de Forges



Inventé el térm¡no "OLUDIS" durante mi época de activismo sindical, ya felizmente superada por causas tan prosaicas como la jubilación laboral, para referirme a las pretensiones empresariales de convertir a sus trabajadores, a los trabajadores privados y públicos españoles, en "Objetos Laborales de Uso Discrecional". Esa pretensión la ha llevado a efecto, sin fisuras, la reforma laboral del Partido Popular, pero tiene, a mi juicio, su origen último en el clamoroso fallo de la educación, por un lado, y de la clase política en su conjunto, por otro.

Sobre el fallo, o catástrofe, de la educación española publicaba el pasado día 23 en El País un interesante artículo el escritor y profesor de Estética de la Universidad Pompeo Fabra de Barcelona, Rafael Argullol, titulado "Sin crítica no hay libertad". ¿Qué estímulos recibe el aprendiz de ciudadano para inclinarse hacia el rigor y el esfuerzo, se pregunta. En la llamada "vida pública, dice más adelante, aprendemos a forjar el analfabetismo educativo. Y hay algo peor que la corrupción, y es la ignorancia autosatisfecha, añade.

Sobre la clase política española escribía en septiembre pasado, también en El País, el profesor de la Universidad Carlos III de Mádrid y exministro de Cultura en el gobierno de Rodríguez Zapatero, César Molinas, un artículo muy duro y crítico, titulado "Una teoría de la clase política española", que suscitó numerosas reacciones, tanto de la derecha como de la izquierda, por todos aquellos que de alguna u otra manera se sintieron aludidos. ¿Cómo es posible, se pregunta, que tras cinco años de iniciada la crisis ningún partido político tenga un diagnóstico coherente de lo que está pasando en España? ¿Cómo es posible, añade, que ningún partido político tenga un plan a largo plazo creíble para sacar a España de la crisis? ¿Cómo es posible, continúa, que la clase política española parezca genéticamente incapaz de planificar? ¿Cómo es posible, vuelve a preguntarse, que esa misma clase política sea incapaz de resultar ejemplar? ¿Cómo es posible que nadie, salvo el Rey, y por motivos propios, haya pedido disculpas? ¿Cómo es posible, termina, que la estrategia de futuro más obvia para España -la mejora de la educación, el fomento de la innovación, el desarrollo y emprendimiento y el apoyo a la investigación- sea no ya ignorada, sino masacrada con recortes por los partidos políticos mayoritarios? 

Preguntas sin respuesta para las que propone, entre otras, una reforma urgente de la ley electoral que destierre el  sistema proporcional al bául de los recuerdos y recupere uno mayoritario en la que el representante responda individualmente ante sus electores. Algo que yo también vengo defendiendo, sin éxito, en cuantos foros me es posible expresarme.

Como colofón de la entrada les invito a disfrutar de la entrevista que el gran periodista Iñaki Gabilondo realizaba en Canal Plus al también periodista y fenómeno mediático Jordi Évole sobre los temas anteriores, y otros muchos, de los que hablamos y padecemos los españoles.

Sigo sin meterme con el gobierno. Solo es una tregua por las fiestas navideñas. Prometo volver. Tamaragua, amigos. HArendt









Entrada núm. 1774
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"Tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)
"La historia del mundo no es un suelo en el que florezca la felicidad. Los tiempos felices son en ella páginas en blanco" (Hegel)
"Todas las penas pueden soportarse si las ponemos en una historia o contamos una historia sobre ellas" (Isak Dinesen)

domingo, 7 de agosto de 2011

Iñaki Gabilondo entrevista a José Luis Sampedro

viernes, 14 de mayo de 2010

Bochorno y vergüenza


Caricatura del juez Baltasar Garzón





Se consumó la mayor afrenta a la democracia española desde el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. Nunca pensé que se podrían repetir en mí los sentimientos de bochorno y vergüenza que sentí ese lejano día de hace 29 años. Y lo han consumado un juez instructor lunático, un Consejo General del Poder Judicial desprestigiado y un Tribunal Supremo en la inopia, con la inhabilitación y procesamiento del juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, por intentar que los crímenes del franquismo no quedaran impunes. Y todo ello con el aplauso y el apoyo indisimulado del principal partido de la oposición.

A pesar de todo, sigo creyendo en la grandeza de la democracia. Como dijo Pericles en la Atenas del siglo V a.C., "nuestro régimen político se llama democracia porque el gobierno no depende de unos pocos sino de la mayoría", y estoy convencido de que, finalmente, y más pronto que tarde, prevalecerá la justicia sobre la impunidad.

Les invito a leer el artículo que sobre el asunto escribe hoy en el diario El País, el magistrado emérito del Tribunal Supremo y miembro de la Comisión Internacional de Juristas, José Antonio Martín Pallín.  Y si lo desean pueden ver como el periodista Iñaki Gabilondo (CNN+) anunciaba el pasado 11 de febrero el procesamiento de Baltasar Garzón por su intento de investigar los crímenes franquistas. Lo he puesto en la sección de vídeos. Sean felices a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




Forges y la Justicia





"UN JUEZ ANTE LA HISTORIA", por José Antonio Martín Pallín
ELPAIS.com  -  España - 14-05-2010

Algunas veces, la Historia entra en los Tribunales. Los crímenes del nazismo y del fascismo se sentaron en el banquillo de los acusados. La Asamblea General de Naciones Unidas, el Consejo de Europa y el Parlamento Europeo han condenado el golpe militar que dio lugar a la guerra civil española y la instauración duradera de un régimen que, según declaran, tuvo el apoyo de la Alemania nazi y la Italia fascista.

La victoria de los rebeldes dio paso a doscientos mil Consejos de Guerra sumarísimos, con más de cien mil sentencias de muerte. Los vencedores exterminaron extrajudicialmente a gran número de vencidos. Algunos consiguieron encontrar asilo y muchos otros vivieron un exilio interior, despojados de sus bienes y expulsados de sus cargos. Nunca pudieron reclamar sus derechos ante los tribunales.

Muerto el Dictador, una Ley de Amnistía (1977) ponía fin a la responsabilidad de los vencedores por hechos que toda la comunidad jurídica internacional calificaba como crímenes contra la humanidad. Los que pretendieron la revisión y anulación de los consejos de guerra fracasaron porque, como dijo la Sala Militar del Tribunal Supremo, se ajustaban al "ordenamiento legal vigente en aquella época".

La Ley de Amnistía (1977) y la llamada Ley de la Memoria Histórica (2007), verdadera Ley de Punto Final se esgrime como barrera infranqueable para restaurar los principios de justicia y reparación que propugna el propio legislador.

Los legisladores de la Ley de la Memoria Histórica abandonan la idea de la nulidad de los juicios franquistas, si bien conceden que sus tribunales eran ilegítimos, contrarios a derecho y vulneraban las más elementales exigencias del derecho a un juicio justo. El Comité de Derechos Humanos de Ginebra encargado de velar porque España cumpla el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos nos recuerda la obligación de derogar la Ley de Amnistía y declarar la imprescriptibilidad de los crímenes contra la humanidad.

Con estos precedentes, un juez español, Baltasar Garzón, universalmente conocido por el caso Pinochet, estima que existe una base jurídica para realizar la revisión jurídica de una historia criminal. Abre una causa en la que incluye ejecuciones extrajudiciales y desaparición forzada como crímenes contra la humanidad y el secuestro y entrega a los vencedores de treinta mil niños arrebatados a sus madres y familias. A la vista de la reacción del Tribunal Supremo, el Juez Baltasar Garzón podría clamar como el príncipe Segismundo: ¿Qué delito cometí contra vosotros juzgando?





El magistrado del Tribunal Supremo José A. Martín Pallín





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Entrada núm. 1303 -
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