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jueves, 21 de marzo de 2019

[UN CLÁSICO DE VEZ EN CUANDO] Hoy, con "El misántropo", de Menandro



Talía, Musa de la Comedia, por Giovanni Baglione


En la mitología griega, Talía (Θάλεια) era una de las dos musas del teatro, la que inspiraba la comedia y la poesía bucólica o pastoril. Divinidad de carácter rural, se la representaba generalmente como una joven risueña, de aspecto vivaracho y mirada burlona, llevando en sus manos una máscara cómica como su principal atributo y, a veces, un cayado de pastor, una corona de hiedra en la cabeza como símbolo de la inmortalidad y calzada de borceguíes o sandalias. Era hija de Zeus y Mnemósine, y madre, con Apolo, de los Coribantes.

Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar a los clásicos, de manera especial a los grecolatinos, y de traerlos a colación a menudo. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.

Continúo con esta nueva entrada la sección de Un clásico de vez en cuando dedicada a las obras de autores grecolatinos subiendo al blog la comedia El misántropo, de Menandro, que pueden leer en el enlace inmediatamente anterior, y ver completa, en italiano, en el vídeo del final de la entrada, en la versión del comediógrafo Tuccio Musumeci.

Dyskolos (en español, El misántropo o El arisco) es la obra más completa de Menandro que perdura hasta el día de hoy, formando parte de la denominada Comedia nueva. Fue representada por primera vez en el festival de Leneas el año 317-16 a. C., obteniendo el primer premio del certamen.

La obra gira en torno al personaje de Cnemón, viejo gruñón, huraño y desconfiado, que se ha apartado de la ciudad para refugiarse en su finca de la campiña del Ática. Allí mismo, pero en casas separadas, viven su mujer y Gorgias, un hijo que ésta aportó al matrimonio, y un esclavo; en otra casa, Cnemón con su hija. El dios Pan, sitúa al espectador en los antecedentes de la acción dramática. El joven Sóstrato, hijo del hacendado Calípides, está enamorado de la hija de Cnemón, y una mañana, acompañado de Quéreas, aciertan a pasar por las cercanías de la morada de Cnemón. Pirrias, esclavo de Sóstrato, aparece en escena perseguido a pedradas por el viejo; su misión de parlamentar con Cnemón sobre las pretensiones de Sóstrato con la muchacha ha fracasado. Cnemón va teniendo encontronazos con diferentes personajes, incluso con Gorgias, su hijastro; éste que se ha ofrecido a ayudar a los jóvenes enamorados, trabajando como labrador con Cnemón, tampoco consigue nada. Pero Cnemón, que se ha caído a un pozo, es salvado por Gorgias. Aquel, que para nada confiaba en los demás, ve que alguien es capaz de arriesgarse por salvarlo. Se produce una especie de conversión. El antiguo misántropo, cree ahora en los demás, aunque desde luego tiene que purgar con el escarmiento que le propinan el esclavo Getas y el cocinero Sicón en venganza por el trato recibido anteriormente. Finalmente el viejo muda de carácter, la joven y Sóstrato se casan e, igualmente, Gorgias con una hermana de aquél y se organiza el banquete nupcial, al que también acaba incorporándose Cnemón.

Menandro (342-292 a.C.) fue un comediógrafo griego, amigo de juventud de Epicuro y de Zenón de Citio, y discípulo de su pariente el poeta Alexis de Turios y del filósofo Teofrasto, sucesor de Aristóteles en el Liceo. Fue el máximo representante de la comedia nueva ateniense. Escribió ciento cinco piezas, de las cuales solo una ha llegado a nuestros tiempos completa, Dyskolos, y seis casi enteras. Sus comedias fueron premiadas en ocho ocasiones. 

El teatro de Menandro se caracteriza, como el de toda la comedia nueva, por la ambientación urbana, el tratamiento de temas cotidianos, el abandono de los temas heroicos y la desaparición del coro en escena, a la vez que la vivacidad de los diálogos. Era muy hábil en la caracterización de los personajes, que son en su mayoría tipos populares, y muchos de ellos pasaron a ser arquetipos de vicios (el parásito, el avaro, el misántropo); dominó la trama y su verosimilitud, que cuidó especialmente a causa de su formación aristotélica (respeta las unidades de lugar y tiempo). El peripatético Linceo de Samos, contemporáneo del poeta, dedicó un ensayo a su teatro. Como herencia de la tragedia de Eurípides utilizó la peripeteia o peripecia (es decir, la inversión de una situación) y la anagnórisis (reconocimiento). Los argumentos ya no proceden del mito sino de la vida real: amoríos, conflictos generacionales entre padres e hijos, niños expuestos, muchachas violadas y un final feliz con una o varias bodas. En la complicación y resolución de la intriga desempeña el azar un papel fundamental.

Escéptico en lo religioso, posee una concepción optimista de la naturaleza humana («¡Qué cosa tan agradable el hombre, cuando es hombre!»), por su fe en la solidaridad con el semejante ("soy hombre y nada de lo humano me es ajeno" esta cita es de Terencio, no de Menandro) y su creencia de que la virtud, por encima de las diferencias de raza o de estamento social, es patrimonio común del género humano. Puede tenerse por el más cabal formulador de los ideales del Humanismo

Sus comedias fueron muy imitadas no sólo por sus contemporáneos, sino por los autores latinos Publio Terencio y Tito Maccio Plauto y, a través de ellos, su estilo pasó luego al teatro del Renacimiento europeo.

Les dejo con El Misántropo de Menandro, en la versión teatral del comediógrafo italiano Tuccio Musumeci, representada en 2017,que pueden ver completa en este vídeo. Disfruten de ella.





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 



HArendt






Entrada núm. 4808
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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)