Reunión del G-20 (México, junio de 2012)
Lo sé, lo sé, no hace falta que me lo recuerden... Todas las generalizaciones son malas, al igual que los prejuicios, pero como bien dice mi admirada Hannah Arendt en "¿Qué es la política?" (Paidós, Barcelona, 1997), sin prejuicios, "entendidos en el espacio público-político como aquello que sin darnos cuenta compartimos todos y sobre lo que ya no juzgamos, no podríamos pensar ni vivir, porque una vida desprovista de prejucios exigiría una atención sobrehumana, una constante disposición, imposible de conseguir, a dejarse afectar en cada momento por toda la realidad, como si cada día fuera el primero o el del Juicio Final".
Vamos pues con las generalizaciones y los prejucios: 1.º ¿Qué se necesita para ser Premio Nobel?: ¿Prestigio, reconocimiento, competencia acreditada, originalidad, rigor intelectual?... 2.º ¿Qué se necesita para ser un buen economista?: ¿Estudios, preparación, imaginación, rigor profesional?... 3.º ¿Qué se necesita para ser político?: ¿Palabrería, imagen, locuacidad, insensatez, descaro, incompetencia, irresponsabilidad, desvergüenza, caradura?... 4.º ¿Que se necesita para triunfar y medrar en el mundo de las finanzas?: ¿Lo mismo que para ser político, y además, falta de escrúpulos, mendacidad, cinismo, vocación innata de ladrón y cierta dosis de mafioso potencial?... Sintetizando: en el mundo de la política y el de las finanzas contra más caradura e incompetente seas más posibilidades tienes de alcanzar el éxito; basta con echarle cara al asunto, aprender a alabar a tu jefe sin que se te note en demasía, no llevar nunca la contraria a los de arriba, y si es preciso hacerles chups, chups..., dialéctico, se sobreentiende...
Quizá sea por eso de los prejuicios que el filósofo Jürgen Habermas y los economistas Paul Krugman y Joseph Stiglitz, tengan tan mala fama entre los defensores del pensamiento único neoliberal que nos atenaza. Entre los tres suman dos premios Nobel en Economía y dos Príncipes de Asturias en Ciencias Sociales. No es extraño que la derecha los deteste, pues los tres se han posicionado desde su innegable prestigio académico y profesional contra el pensamiento y las prácticas económicas neoliberales de la Unión Europea y de sus gobiernos nacionales, el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y de la gestión que dichos organismos vienen haciendo de la crisis financiera que asola el euro y las economías europeas.
Joseph Eugene Stiglitz (1943) es un economista y profesor estadounidense, premio Nobel de Economía en 2001, conocido por su visión crítica de la globalización, de los economistas de libre mercado (a quienes llama "fundamentalistas de libre mercado") y de algunas de las instituciones internacionales de crédito como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Se le considera como neokeynesiano, y es uno de los economistas más leídos y citados del mundo.
Paul Krugman (1953) es otro economista estadounidense también cercano a los planteamientos neokeynesianos. Profesor en la Universidad de Princeton, galardonado en 2008 con el premio Nobel de Economía, ha estudiado lo mucho que la economía tiene de política o, lo que es lo mismo, los intereses y las fuerzas que se mueven en el trasfondo de la disciplina económica desenmascarado las falacias que se esconden tras ciertos intereses económicos.
Jürgen Habermas (1929) es el filósofo vivo más eminente de Europa, miembro de la segunda generación de la Escuela de Frankfurt y uno de los exponentes de la Teoría crítica desarrollada en el Instituto de Investigación Social. Sus análisis y reflexiones se han orientado hacia la fundamentación de la ética discursiva, la defensa de la democracia deliberativa y de los principios del Estado de derecho, las bases normativas requeridas para configurar e incluso constitucionalizar una esfera pública mundial y una acendrada defensa del proyecto político que representa la Unión Europea, que a su juicio debe llevar a la constitución de la República Federal Europea.
En su más reciente libro, "La constitución de Europa" (Trotta, Madrid, 2012), Jürgen Habermas realiza un lúcido análisis de las causas de la crisis que atraviesa Europa: "El estrechamiento de miras economicistas, dice en él, resulta tanto más incomprensible en la medida en que los expertos parecen estar de acuerdo en el diagnóstico de las causas más profundas de la crisis: la falta de competencias de la Unión Europea para la armonización necesaria de unas economías nacionales que profundizan drásticamente sus diferencias en lo relativo a su competitividad. Lo cierto es -añade- que a corto plazo la crisis actual acapara toda la atención, siendo así, que los actores no deben olvidar que solo a largo plazo se puede subsanar un error básico como es el de una unión monetaria sin las necesarias capacidades políticas de regulación en el ámbito europeo".
"Hace falta más Europa, sigue más adelante, pero hasta ahora, a todos los gobiernos implicados les falta valentía, patalean desorientados y atrapados entre la espada y la pared de los imperativos de los grandes bancos y las agencias de calificación de riesgos, por un lado, y su miedo ante una inminente pérdida de legitimación frente a sus propias poblaciones, frustradas, por otro".
"Frente al tremendo peso de los problemas, añade, sería de esperar que los políticos pusieran por fin, sin añadir ningún pero, las cartas europeas sobre la mesa e informaran con claridad a la población la sobre relación de costes a corto plazo y los beneficios verdaderos del significado histórico del proyecto europeo, superando su miedo a los estados de ánimo demoscópicos y confiando en la fuerza persuasiva de los buenos argumentos. Pero todos los gobiernos implicados, concluye, y todos los partidos políticos se arredran ante ese paso congraciándose con un populismo que ellos mismos provocaron mediante el encubrimiento de un tema complejo y poco querido, haciendo que la política parezca contener el aliento y agache la cabeza en el umbral de la unificación económica y política de Europa". ¿Les suena la letra de la canción? A los sufridos españoles, griegos, portugueses, irlandeses e italianos, seguro que sí, por desgracia.
Hace solo unos días, en el diario económico Expansión, Stiglitz se pronunciaba con rotundidad sobre el rescate bancario solicitado por España: "No funcionará, afirma, si el gobierno español rescata a los bancos y la banca rescata al Gobierno, el sistema se convierte en una economía vudú". ¿Se equivocará esta vez o acertará?; crucemos los dedos mientras los dados ruedan...
Sobre las opiniones de Krugman al respecto, también muy crítico con las posibilidades de la economía española y de toda la zona euro, nada mejor que seguirlas en el blog que mantiene casi a diario en el diario El País. Se lo recomiendo encarecidamente.
Les invito a ver los dos vídeos que sobre la crisis del euro desde la perspectiva de la ética acompañan la entrada.
Y sean felices, por favor, a pesar del gobierno. Tamaragua, amigos. HArendt
Habermas, Stiglitz y Krugman
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Entrada núm. 1661
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