"Dijo luego Yahvé Dios: No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada. Y Yahvé Dios formó del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre para ver como los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera. El hombre puso nombre a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo, mas para el hombre no encontró una ayuda adecuada." (Génesis, 2, 18-20).
He escogido como introducción de mi comentario de hoy estos versículos iniciales del primer libro de la Biblia, a cuenta de la estéril y estúpida polémica suscitada por ese engendro de la radio-televisión pública canaria (TVC) al publicitar un programa de debate sobre si a la isla donde habitan (a 1 de enero de 2008, según datos oficiales del Instituto Canario de Estadística) 829.597 personas, llamada Gran Canaria, se le debe quitar el "Gran" y dejarla con el "Canaria" a secas.
La ocurrencia no es original de la radio-televisión pública canaria, incapaz de pensar nada por sí misma si no se lo dictan desde la presidencia del gobierno canario, y ni aun así salen del encefalograma plano, sino del dueño y editor del periódico santacrucero "El Día", don José Rodríguez, pertinaz defensor y adalid del franquismo al que aduló con servilismo abyecto al servicio de los intereses de lo más reaccionario de la burguesía tinerfeña, y ahora re-convertido al radicalismo independentista y anti-grancanario.
Las cosas no existen antes de ser nombradas. Es metafísicamente imposible que algo exista si no tiene nombre. ¿Quién le puso a Gran Canaria su nombre? Los historiadores sólo constatan al respecto que a lo largo de su existencia (es decir, desde que tiene nombre) la isla donde viven esas 829.597 ha sido llamada "Canari" por sus pobladores aborígenes y "Canaria" o "Gran Canaria", indistintamente, desde su entrada en la Historia.
Un artículo del periódico La Provincia-Diario de Las Palmas de hoy jueves, titulado "Canaria o Gran Canaria: Notas acerca de un debate", escrito por el profesor de historia de la Universidad tinerfeña de La Laguna Francisco Fajardo, aporta interesantes datos e información histórica al respecto, y concluye con una verdad de Perogrullo: Que los nombres los pone la Historia; nada más que eso, pero nada menos también.
No me preocupa en exceso si esta estéril y absurda polémica sobre el nombre de la isla en la que vivo es producto del recurrente pleito insular (que no es tal, pues no es entre islas -Gran Canaria y Tenerife-, sino entre las más rancias y casposas burguesías capitalinas de Las Palmas y Santa Cruz), del latente y manifiesto complejo de inferioridad de don José Rodríguez, o de alguna deficiencia hormonal del susodicho, pero en todo caso, quiero pensar que si hay que cambiarle el nombre a Gran Canaria, nos deje a nosotros, los 829.597 grancanarios censados, que lo decidamos por nuestra propia voluntad. Les aseguro que yo jamás pondría inconveniente alguno en que a esa hermosísima ciudad que es Santa Cruz de Tenerife y a su aún más hermosa isla, le pusiesen los nombres respectivos de Ciudad Rodríguez e Isla de Rodríguez, si esa fuere la voluntad de los santacruceros y tinerfeños. Espero que no, porque no creo que don José se merezca ese honor, pero allá ellos. HArendt
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