sábado, 7 de septiembre de 2013

"Nihil novum sub sole"




Panteón Real (El Escorial, Madrid)




Voto a Dios que me espanta esta grandeza
y que diera un doblón por describilla, 
porque ¿a quién no sorprende y maravilla
esta máquina insigne, esta riqueza?

Por Jesucristo vivo, cada pieza
vale más de un millón, y que es mancilla
que esto no dure un siglo, ¡oh gran Sevilla,
Roma triunfante en ánimo y nobleza!

Apostaré que el ánima del muerto
por gozar este sitio hoy ha dejado
la gloria, donde vive eternamente.

Ésto oyo un valentón y dijo: "Es cierto
cuanto dice voacé, señor soldado.
Y el que dijere lo contrario, miente."

Y luego, incontinente,
caló el chapeo, requirió la espada
miró al soslayo, fuese y no hubo nada.

"Al túmulo del rey Felipe II en Sevilla"
Miguel de Cervantes
"Obras Completas" (Aguilar, Madrid, 1965)




Miguel de Cervantes (1547-1616)




"Nihil novum sub sole" ("Eclesiastés", 1.9): "Nada nuevo hay bajo el sol". Fin de la cita, que diría nuestro ínclito y nunca suficientemente bien ponderado presidente del gobierno don Mariano Rajoy si supiera latín, cosa que dudo, ahora que, como anteriormente a su jefe, el señor Aznar, le ha entrado la picazón guerrera (Siria, dixit), junto a Obama y Hollande, y un poco menos a su amigo Cameron, porque en el Reino Unido el Parlamento pinta algo, no como en España, y allí los gobiernos guardan y respetan las formas democráticas.

Permítanme, por favor, una larga cita, que luego entenderán a qué viene. Dice así:

"No son siempre fenómenos coincidentes, ni menos aún reductibles a una sola especie, crisis económicas y crisis sociales, si bien de ordinario se producen en dependencia recíproca. [...]

Quizá no se haya dado nunca, y ello esté en la razón misma de sus mecanismos, un paralelismo a través de toda la extensión de ambos fenómenos, cuando se presentan con gran proximidad entre sí. Tal vez ello explique que los economistas, con frecuencia, puestos a considerar las crisis económicas, tomándolas como consecuencia de leyes objetivas del mercado o como de estructuras mediatas o inmediatas, hayan solido, sin embargo, dejar de lado -salvo los economistas de escuelas muy específicas- las implicaciones en el ambiente social que de aquellas se originan. [...]

Durante ellas, los transtornos económicos han sido más estudiados y son mejor conocidos. Ahora, desde hace unos años, empiezan a estudiarse las alteraciones sociales que por todas partes surgen. Pero no se trata simplemente de fenómenos aislados o intermitentes, de malestar de los pueblos, ni de las aparentes explosiones, de radio mayor o menor, en que se manifiestan, sino de que la centuria del [...] fue un largo periodo de honda crisis social, cuya sola existencia nos permite comprender las características específicas de aquel siglo. [...]

Pero lo cierto es que desde que aparece -lleno de conquistas sobre la naturaleza y de novedades sobre la sociedad- el tipo que hemos dado en llamar hombre moderno, empieza también a desarrollarse la capacidad en él de comprender que las cosas, de la economía quizá principalmente y, también de otros ramos de la vida colectiva, no andan bien y, lo que es más importante, empieza a dar en pensar que podría ir mejor. Es más, esa conciencia de malestar y de inquietud se acentúa en aquellos momentos en que comienzan a manifestarse transtornos graves en el funcionamiento social, transtornos que, en su mayor parte seguramente, son debidos a la intervención, bajo nuevas formas de comportamiento, de esos mismos individuos, a la presión que, con nuevas aspiraciones, ideales, creencias, etc., instalados en un nuevo complejo de relaciones económicas, ejercen sobre el entorno social. [...]

Pero si la intervención del hombre puede sanar, también puede empeorar una situación. La desacertada manipulación de los hombres en el gobierno puede errar y entorpecer el restablecimiento de una crisis; puede incluso provocarla. Y la forma en que se da la conciencia de crisis en el [...], tanto en el terreno económico como en el social, si puede esperar o reconocer en los gobernantes capacidad para superarlas, puede también atribuirles -desde el momento en que las concibe como susceptibles de ser afectadas por lo que aquéllos hagan- los tristes resultados de un empeoramiento que lleve al punto de la caída. [...]

Los economistas han hablado en años recientes de una tendencia marginal al consumo, en virtud de la cual, aunque las rentas sufran una recesión durante algún tiempo, se sigue conservando una tasa de consumo igual a la anterior, sin acusar el golpe de la restricción de los ingresos. Es como si hubiera una cierta lentitud en la adaptación a las nuevas circunstancias. Pues bien, en las crisis sociales, las ondas son mucho más largas, entre otras razones porque ese ritmo de adaptación a la nueva fase es mucho más lento.

Por eso, en pleno [...] los historiadores de la economía pueden delimitar  fases positivas; pero ello puede importar poco para el desarrollo general de la crisis social. Ante las circunstancias de ésta, los que detentab el poder, los que lo soportan, toman actitudes que tardarán en desechar, aunque la situación haya llegado, décadas después, a ser otra cosa. Los modos de ejercicio de la libertad y los montajes represores de la misma seguirán manteniéndose. Y como ese juego de libertad y represión afecta a la raíz de la cultura, las crisis sociales son procesos que alteran profundamente el estado social de un pueblo, más aún: son creadores de una nueva cultura. Uno de esos caso fue, precisamente, la cultura del [...], surgida de las circunstancias críticas en que se hallaron los pueblos europeos, debido a causas económicas que varias veces cambiaron a través de la [...], aunque más frecuentemente con carácter desfavorable, pero también a una serie de "novedades", dicho con el lenguaje de la época, que la técnica, la ciencia, el pensamiento filosófico, la moral, la religión, trajeron por su parte.

Todo ello sin descontar que la misma economía va entrelazada con motivaciones ideológicas, cuya acción y reacción ante las transformaciones estructurales -las cuales, en parte al menos, se producen en el [...]- obligan al historiador a hablar de una nueva época. [...]

Estando hoy a pique de perdernos todos [...] hay mucho que limpiar si se barriera de veras".

Fin de la cita, aunque estoy seguro (me apuesto un testículo y la mitad del otro) que ninguno de los ministros del actual gobierno sería capaz de reconocer el texto reseñado, por otra parte no tan antiguo. Hagan ustedes el esfuerzo de sustituir donde corresponda los puntos suspensivos por el término "siglo XVII" y tendrán la clave del arco.

Reconocerán conmigo que suenan actuales las palabras citadas. Pero despejemos la incognita y dejemos explícito que se trata de un extracto del capítulo 1: "La conciencia coetánea de crisis y las tensiones sociales del siglo XVII" (páginas 55-57, 60, 62-63, y 95-96), del libro "La cultura del Barroco, Análisis de una estructura histórica" (Ariel, Barcelona, 1998) del insigne profesor e historiador José Antonio Maravall.

"Nihil novum sub sole", está claro... Así que, "nihil obstat quominus imprimatur": "no hay objección para su publicación", añadiría yo, que no voy a ser menos a la hora de citar latines...

Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt





El profesor José Antonio Maravall (1911-1986)






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jueves, 5 de septiembre de 2013

El contencioso sobre Gibraltar




El Peñón de Gibraltar



Ya he expresado en ocasiones anteriores mi opinión sobre el contencioso que enfrenta a España y Gran Bretaña sobre Gibraltar, que se resume en pocas palabras: la existencia de Gibraltar, !una "colonia" en suelo europeo!, es a estas alturas un anacronismo histórico, jurídico y político que debería estar resuelto hace mucho tiempo. Con una premisa básica, que quede acreditada y se respete la voluntad de sus habitantes, y que se realice con el acuerdo expreso y firme de España, Gran Bretaña y los gibraltareños. ¿Soluciones posibles (o deseables)?: la independencia pura y simple; la integración en España como Comunidad Autónoma; la integración en Gran Bretaña; o un Estatuto Especial como Estado independiente en la Unión Europea bajo la soberanía compartida de las coronas española y británica. Pero como también digo siempre (o casi siempre) mi opinión al respecto es irrelevante.

El "Real Instituto Elcano", una fundación privada independiente de la administración pública y de las empresas que ayudan a su financiación, constituida como foro de análisis y discusión sobre la actualidad y las relaciones internacionales de España, acaba de hacer público un informe: "Dossier sobre Gibraltar", que incluye una docena de colaboraciones de destacados especialistas en la materia, así como documentación jurídica e histórica, exhaustiva, sobre este asunto, desde todos los enfoques, puntos de vista, perspectivas y aspectos posibles. Merece la pena su consulta, se lo aseguro.

Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt





Un enfrentamiento absurdo e innecesario





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miércoles, 4 de septiembre de 2013

¿La asociación de ideas es siempre un proceso involuntario?








Desde siembre me ha llamado la atención el complejo proceso mental mediante el cual se producen las asociaciónes de ideas: uno comienza hablando del precio de las hortalizas y termina la conversación discutiendo sobre la moral victoriana..., por ejemplo. Me pasó en su momento con un precioso artículo: "Afrancesadas o petimetras", de la catedrática de Lengua y Literatura, periodista y escritora, Juana Vázquez, sobre la Guerra de Independencia española cuyo bicentenario se estaba celebrando aquel año.

El artículo no era sólo una fundamentada crítica al rancio pensamiento reaccionario de los absolutistas españoles, con Fernando VII a la cabeza, sino sobre todo un canto a la incipiente liberalización femenina, que la Ilustración había propiciado en España con el advenimiento de la nueva dinastía borbónica. Me alegró leerlo, y advertir que no era el único de los españoles que de haber vivido en esa época es muy posible que hubiera "quedado" del lado de los afrancesados...

Conforme lo iba leyendo dos recuerdos fluían a mi mente. Por un lado, el de una frase atribuida, creo, a Sir Winston Churchill, que siempre me ha producido cierta desazón (y que no comparto del todo) que viene a decir que "con la Patria, como con la madre, se está siempre aunque no tenga razón". Por otro, el de un magnífico libro de la historiadora italiana Benedetta Craveri: "La cultura de la conversación" (Siruela, Madrid, 2004), leído hacía ya cuatro años por esas fechas. Uno de los textos más hermosos que he leído nunca. Un precioso ensayo sobre el importantísimo papel desempeñado en el mundo de la cultura europea por las mujeres de la aristocracia ilustrada del Antiguo Régimen, que en la Francia de los siglos XVII y XVIII, supieron crear, mantener y desarrollar los denominados salones literarios.

Pueden leer la reseña que de dicho libro hacia "Revista de Libros", en su número de mayo de 2004, firmada por Álvaro de la Rica, en este enlace. Se la recomiendo.

Y de ahí, y concluyo la asociación de ideas, me asaltan casi de manera inmediata otros dos recuerdos indelebles: la valerosa postura de la actriz Jane Fonda, oponiéndose decididamente a la guerra que su país mantenía en Vietnam en los años 60, por la que fue acusada de traidora y antinorteamericana, y la también valerosa respuesta de la filósofa y teórica política, Hannah Arendt, en tantas ocasiones citadas por mí, cuando a raíz de la publicación (1963) de su libro "Eichmann en Jerusalén" (Nuevas Ediciones de Bolsillo, Barcelona, 2004), en el que relataba el proceso, condena y posterior ejecución en Israel del exjerarca nazi Adolf Eichmann, secuestrado un año antes en Argentina por el Mossad, trasladado en secreto a Israel y enjuciado allí por crímenes contra el pueblo judío, recibió las furibundas críticas de una buena parte de los judíos europeos y norteamericanos que no entienderon cabalmente su teoría sobre la "banalidad del mal" en relación con el personaje de Adolf Eichmann. 

Arendt siguió el proceso en Jerusalén como enviada especial de una prestigiosa revista norteamericana. Un año más tarde se publicaron sus crónicas sobre el juicio; primero en la revista y luego en forma de libro. Acusada por gran parte de los lectores, no sólo judíos, de desprecio y falta de amor a su pueblo, al pueblo judío, e incluso de pro-nazi, Hannah Arendt, contestó públicamente a sus críticos con unas palabras que se han hecho célebres: "Tienen ustedes toda la razón; no me anima ningún amor de esa clase, y eso por dos motivos: jamás en toda mi vida he amado a ningún pueblo, a ninguna colectividad; ni al pueblo alemán, ni al pueblo francés, ni al norteamericano, ni a la clase obrera, ni nada de todo eso. Yo amo únicamente a mis amigos y la sola clase de amor que conozco y en la que creo es en el amor por las personas. En segundo lugar, este amor por los judíos me parecería, puesto que yo misma soy judía, más bien sospechoso. Yo no puedo amarme a misma, amar aquello que sé que es parte de mí, un fragmento de mi propia persona". Aún hoy, es un libro que sigue levantando polémicas.

¿Comprenden ahora lo que decía al principio sobre la asociación de ideas?... Pues eso... Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt




Madame de Sévigné (1626-1696)





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domingo, 1 de septiembre de 2013

El pulso de España (IV y última): Análisis de una crisis total




Viñeta de Forges en El País



Cuarta y última entrega de la Encuesta "El pulso de España", titulada "Lo que se espera del Estado", elaborada por Metroscopia para El País, y analizada durante el pasado mes de agosto por el profesor José Juan Toharia. Las tres entregas anteriores pueden leerse en las entradas del blog correspondientes a los días 18 de agosto y 26 de agosto pasados. 

La idiosincrasia es la idiosincrasia y España es, posiblemente, el país europeo en el que sus ciudadanos piden a las instituciones públicas más amparo y protección. Casi 25 puntos más que en la media de los restantes estados de la Unión. De esos ciudadanos que demandan la protección del Estado como una obligación hacia las personas más necesitadas, el 63% se declara votante del PP, y el 80% del PSOE. Respecto a los que piensan que la economía funciona mejor supervisada por el Estado (un 62%) que por el mercado (un 27%), el 62% se declaran votantes del PP, y el 63% del PSOE. No andan muy distanciadas ambas posiciones. ¿De ahí la bajada en picado de la confianza en el gobierno? Es posible, pero supongo que también influirá la incompetencia manifiesta para no ya resolver, sino tan siquiera encauzar la crisis que asola a los españoles.

Para el 86% de los encuestados es responsabilidad del Estado proporcionar atención sanitaria a todos los ciudadanos. Para el 71%, el Estado tiene la obligación de proteger y ayudar a las personas más necesitadas, frente al 7% que entiende que eso es responsabilidad de la propia persona.

Un 78% de los españoles consultados considera que el Estado debe controlar las actividades y beneficios de los bancos; un 92% entiende que los únicos responsables de su hundimiento (el de los bancos y cajas) son sus gestores; un 90% de los ciudadanos cree que todavía no se han exigido a esos gestores las oportunas responsabilidades civiles y penales.

No es extraño que la gran banca española esté volcada en su apoyo a un gobierno que garantiza a sus máximos responsables su total impunidad. ¿Jueces y fiscales estarán por la labor de impedírselo? Las apostillas y comentarios no técnicos son responsabilidad del autor del blog, no del profesor Toharia.

Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt




Viñeta de Peridis en El País





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sábado, 31 de agosto de 2013

Seamus Heaney (1939-2013): "In memoriam"





El poeta Seamus Heaney




Cada vez que muere un poeta se muere un poco el alma del mundo. En humilde homenaje al gran poeta irlandés ayer fallecido, Premio Nobel de Literatura 1995, les dejo con la lectura de uno de sus poemas más famosos y repetidos: "Cavando" ("Digging") que reproduzco en español y en su idoma original, pues como es bien sabido, la poesia, expresión del alma, es, por esencia, intraducible. 

En mis entradas "Con Seamus Heaney: Poesía para tiempos difíciles", y "De nuevo con Seamus Heaney: Música y poesía", de los pasados 1 y 2 de junio pueden leer también sendos poemas suyos.

"Sit tibi terra levis", que decían los clásicos: Que la tierra te sea leve. Descansa en paz.

Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt




CAVANDO

Entre el pulgar y el índice
La regordeta pluma se acomoda; confortable cual arma.

Y bajo mi ventana, el limpio y áspero sonido
Cuando la pala se hunde en el suelo arenisco:
Mi padre está cavando. Lo miro desde arriba

Hasta que su costado que se esfuerza por entre los macizos de flores
Se dobla, y se levanta veinte años atrás
Agachándose al ritmo de surcos de patatas
Donde estaba cavando.

La tosca bota se acunaba en la pala, el mango,
rozando con la pierna, se levantaba con firmeza.
Él arrancaba los brotes altos, y enterraba muy hondo aquel
brillante filo
Para desparramar patatas nuevas que nosotros cogíamos
Encantados con su fresca dureza en nuestras manos.

¡Dios mio, y cómo manejaba el viejo aquella pala!
Exactamente igual que lo había hecho su padre.

Mi abuelo cortaba más turba en un día
Que ningún otro en la turbera de Toner.
Una vez le llevé leche en una botella
Con un descuidado tapón de papel. Se enderezó
Para beberla; luego se inclinó de nuevo a la tarea
Cortando y rebanando con esmero, arrojando terrones
Por encima del hombro, ahondando más y más
En busca de la turba buena. Cavando.

El olor frio del mantillo, el chapoteo y el golpe
De la turba empapada, los secos cortes del filo
Atravesando las raíces vivas despiertan en mi cabeza.
Yo no tengo una pala con que seguir a hombres como ellos.

Entre el pulgar y el índice
La regordeta pluma se acomoda.
Yo cavaré con ella.


"Muerte de un naturalista"
(Hiperión, Madrid, 1996)
Traducción de Margarita Ardanaz



*****



DIGGING

Between my finger and my thumb
The squat pen rests; snug as a gun.

Under my window, a clean rasping sound
When the spade sinks into gravelly ground:
My father, digging. I look down

Till his straining rump among the flowerbeds
Bends low, comes up twenty years away
Stooping in rhythm through potato drills
Where he was digging.

The coarse boot nestled on the lug, the shaft
Against the inside knee was levered firmly.
He rooted out tall tops, buried the bright edge deep
To scatter new potatoes that we picked,
Loving their cool hardness in our hands.

By God, the old man could handle a spade.
Just like his old man.

My grandfather cut more turf in a day
Than any other man on Tomer's bog.
Once I carried him milk in a bottle
Corked sloppily with paper: He straightened up
To drink it, then fell to right away
Nicking and slicing neatly heaving sods
Over his shoulder, going down and down
For the goog turf. Digging.

The cold smell of potato mould, the squelch and slap
Of soggy peat, the curt cuts of an edge
Throug living roots awaken in my head.
But I've no spade to follow men like them.

Between my finger and my thumb
The squat pen rests.
I'll dig with it.


"Death of a Naturalist"
(Faber & Faber Limited, London, 1996)





Portada de "Muerte de un naturalista" (1996)





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jueves, 29 de agosto de 2013

Dios, yo y mi circunstancia





Imagen (parcial) de los manuscritos de Qumrán



Recuerdo haber leído una frase -pero no su autor- que decía más o menos: "todo lo que se puede pensar, puede existir". Y otra, antagónica, de un teólogo protestante alemán -del que tampoco recuerdo el nombre- que venía a decir: "Dios es aquello que no podemos pensar ni conocer". Puestas ambas en relación, la conclusión es que la idea de la existencia de Dios "repugna" a mi razón. Sí, ya sé que la razón no es un elemento precisamente de veracidad incontrovertible: "La realidad -dice Ortega y Gasset- como un paisaje, tiene infinitas perspectivas todas ellas igualmente verídicas y auténticas. La sola perspectiva falsa es esa que pretende ser la única. Dicho de otra manera: lo falso es la utopía, la verdad no localizada, vista desde lugar ninguno. El utopista -y esto ha sido en esencia el racionalismo- es el que más yerra, porque es el hombre que no se conserva fiel a su punto de vista, que deserta de su puesto". Reconozco, pues, que puedo estar equivocado, pero eso es lo que pienso desde mi perspectiva.

No soy, no puedo, ser creyente en un ente, impersonal, preexistente a todo y creador del universo, ni en la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro; pero no soy arreligioso, ni amoral. Comparto en gran parte lo dicho por Ortega: "Yo no concibo que ningún hombre que aspire a henchir su espíritu indefinidamente, pueda renunciar sin dolor al mundo de lo religioso", pero tengo claro que moral y religión no tienen nada que ver; eso ya me lo enseñó en mis años de bachillerato, un excelente profesor de Filosofía, del que ya he hablado en anteriores ocasiones en el blog. De las cinco partes en que se dividía para su estudio la asignatura: Lógica, Psicología, Ética, Metafísica y Moral (sino recuerdo mal, creo que eran esas) las que más gustaban eran, por ese orden, la Lógica y la Moral. Al final, en el corte del bachillerato elemental al superior, opté por Ciencias. Y creo que me equivoqué, pero a estas alturas ya no tiene remedio.

Desde esa perspectiva, o circunstancia, si lo prefieren, no tengo empacho alguno en declararme como cristiano-agnóstico (o agnóstico-cristiano), si por cristiano se entiende a aquel que entiende y comparte gran parte de las enseñanzas del personaje histórico Jesús de Nazareth. Pero de ahí, es difícil que pase. Mi problema, como el de la filósofa y mística francesa de origen judío, Simone Weil ("Carta a un religioso": Trotta, Madrid, 1998), tantas veces citada por mí en el blog, es que comparto plenamente su criterio de que "la Iglesia ha sido un gran animal totalitario [...] iniciadora de la manipulación de toda la historia de la humanidad con fines apologéticos [...] Mi vocación es ser cristiana fuera de la Iglesia", dice. La mía, también.

La entrada de hoy es producto de varias circunstancias: Mi interés, proclamado y explícito, por el fenómeno religioso; la lectura, por fin concluida después de varios intentos que se han extendido durante años de "La esencia del cristianismo" (Círculo de Lectores, Barcelona, 1996), de Ludwig Feurbach; del "Así habló Zaratustra" (Círculo de Lectores, Barcelona, 1970), de Friedrich Nietzsche; y  de la relectura, en curso, del tomo octavo y último de la impresionante "Historia crítica del pensamiento español" (Círculo de Lectores, Barcelona, 1993), de José Luis Abellán, que abarca el período comprendido entre 1914 y 1939.

También ha supuesto una circunstancia añadida la emitisión ayer miércoles por la 2 de TVE de un documental sobre "Los manuscritos del Mar Muerto", muy interesante, centrado en la suposición -un tanto aventurada e imposible hasta ahora de confirmación- sobre la cuestión de si el Jesús histórico fue miembro de la secta judía, anti-Templo, de los "esenios", que fueron los que escribieron dichos manuscritos y los enterraron para salvarlos de la ira romana ante la rebelión judía de los años 70 d.C. Mi hija Ruth ha sido capaz de encontrarme el citado vídeo, algo que yo no supe hacer en la página electrónica de RTVE, y pueden verlo en el enlace de más arriba. Yo he encontrado este otro, realizado por el canal de televisión Historia y Ciencia, que no desmerece en absoluto del anterior.

Sobre los papiros del Mar Muerto, encontrados casualmente a mediados del pasado siglo en varias cuevas de la desértica región israelí de Qumrán, junto al mar Muerto, les recomiendo la lectura del artículo "¿Misterios desvelados?", de Henry Wansbrough, teólogo e investigador bíblico, publicado en el número de diciembre de 2011 de Revista de Libros, reseñando el libro "El significado de los rollos del Mar Muerto" (Trotta, Madrid, 2011), de James Vander Kam y Peter Flint. Los leí -artículo y libro- el pasado año y reconozco que me resultaron fascinantes. Sobre todo el libro: un texto erudito y científico sin la menor concesión a las fantasías al uso sobre este tema plagado de fantasís y lucrubraciones sin fundamento.

Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt




Las cuevas de Qumrán (Israel)




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martes, 27 de agosto de 2013

Radiografía de la derecha española: Sin dios, sin moral, sin vergüenza






Viñeta de Eulogia Merle para El País




¿Recuerdan ustedes la serie española de televisión "Crematorio"? Se emitió el año 2011, y estuvo dirigida y escrita por Jorge Sánchez Cabezudo y basada en la novela homónima de Rafael Chirbes; una serie fascinante. Como lo es la que se está emitiendo ahora los sábados por la noche en la 2 de RTVE titulada "Comisario Brunetti"; una serie alemana del año 2000, dirigida por Sigi Rothemund y Christian von Castelberg, basada en las novelas de la escritora norteamericana Donna Leon. La primera transcurre en la costa levantina española; la segunda en la Venecia actual. Y ambas tratan y reflejan lo mismo: la corrupción y el poder que financieros y empresarios sin escrúpulos ejercen sobre las administraciones y los poderes públicos. Quizá sea por su temática que la escritora Donna Leon, que vive en Venecia desde hace muchos años, se ha negado a que sus novelas se traduzcan al italiano y a que la serie televisiva basada en ellas se vea en Italia. ¿Para vivir tranquila, o por algo más?

Quizá mi digresión anterior está muy traída por los pelos pero me ha venido sugerida por la lectura del artículo de ayer en El País: "La derecha sin Dios", escrito por Víctor Lapuente Giné, profesor del Instituto para la Calidad de Gobierno de la Universidad de Gotemburgo (Suecia).

Al inicio de su artículo, el profesor Lapuente dice que fuera de Italia, Berlusconi, ha sido siempre tomado un poco a broma, pero que haríamos mal en desdeñar el impacto de Berlusconi y de lo que representa para otras democracias, al igual que fueron minusvaloradas en su tiempo la mafia, el fascismo y el terrorismo de izquierdas (las Brigadas Rojas), como excentricidades específicamente italianas e instransferibles a otras democracias "más serias" (el entrecomillado es mio).

Para Lapuente, la esencia del "berlusconismo" es la de una derecha con iglesia (la católica), pero profundamente amoral en sus principios: Una derecha para la que todo vale, siempre que sirva para enriquecerse o ganar elecciones, y que tiene su paradigma en la frase del pensador católico (e italiano) Vittorio Messori, de que "mejor un putero que haga buenas leyes para la iglesia que uno catoliquísimo que nos perjudique", que muy bien pudiera haber sido pronunciada por uno de nuestros insignes prelados carpetovetónicos o financieros escrupulosos de comunión diaria.

A esta derecha "mediterránea" y clerical, representada por Berlusconi y Rajoy, de los que el profesor Lapuente dice que están unidos porqué ninguno de los dos tiene proyecto alguno para transformar la sociedad, contrapone el pensamiento y la ideología de líderes de la derecha centroeuropea y anglosajona, como Cameron, Tatcher o Reagan, que tuvieron, dice, una narrativa construida por intelectuales próximos como Edmund Burke, Milton Friedman o Friedrich Hayek.

La izquierda también cojea ideológicamente, incapaz de articular un mensaje innovador, dice al final de su artículo, pero sigue caminando inspirada en unos ideales que trascienden el interés individual para conseguir una sociedad sin pobreza y con iguales oportunidades para todos. El desierto es duro, añade, pero Dios da fuerzas para seguir. Todo lo contrario de esa derecha que renunciando a caminar parece decidida a acampar en un confortable supermercado, entregada a la adoración del becerro de oro, entre casinos, sobres marrones y confetis.

Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt






Silvio Berlusconi y Mariano Rajoy




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lunes, 26 de agosto de 2013

El pulso de España (III). Análisis de una crisis total




Viñeta de Peridis en El País



¿"Por qué no se hunde España"? La respuesta que se desprende de esta tercera entrega del análisis del profesor José Juan Toharia a la encuesta "El pulso de España" realizada por Metroscopia para El País entre los días 15 de junio y 12 de julio de 2013 sobre treinta y seis instituciones y organismos públicos y privados de los sistemas jurídico, económico y político españoles, y publicada en el citado diario el pásado sábado, es que España se mantiene en pie gracias a instituciones públicas y privadas que contribuyen eficazmente al bien común.

Esta entrada es continuación de la publicada en el blog el pasado 18 de agosto, con los dos primeros análisis del profesor Toharia sobre la mencionada encuesta: "Un país decepcionado", y "El desplome de la política".

Entre los cuerpos y organismos de la administración pública son los médicos del sistema público de sanidad y los investigadores científicos los que reciben una calificación más alta, con un 92% de grado de satisfacción ciudadana, seguidos de profesores de la enseñanza pública, fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y fuerzas armadas; los que menos valoración reciben son los inspectores de Hacienda, que aun así, obtienen un 53% de valoración.

Dentro de las instituciones y órgano del sistema jurídico, el peor valorado en su conjunto, el mayor grado de aceptación lo reciben los abogados, con un 53%, y el menor, los fiscales, con un 46%.

Sobre el sistema económico, el mayor índice de aceptación es para las pymes, con un 90%, el segundo más alto de todos los examinados por la encuesta, por debajo de médicos e investigadores, y el menor, los bancos con un decrépito y mayoritario descrédito ciudadano que solo alcanza el 15%  de aceptación, seis puntos menos que la jerarquía episcopal, con un escuálido 21%. 

En cuanto a las instituciones estrictamente políticas, el mayor índice de satisfacción lo recibe el Príncipe de Asturias, con un 62%, seguido del Rey, con un 50% de valoración. 

La institución peor valorada en toda la encuesta son los partidos políticos, con un irrelevante 6% de aceptación ciudadana. Pero ellos, por lo que parece, no se dan por aludidos.

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Viñeta de Erlich en El País




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sábado, 24 de agosto de 2013

Obama, "for president!": Ya hace cinco años




http://www.ricklatona.com/wp-content/uploads/2008/06/who-is-barack-obama.jpg
El senador demócrata Barack Obama



Hoy, 24 de agosto, se cumplen cinco años justos de la primera elección de Barack Obama como candidato del partido demócrata a la presidencia de los Estados Unidos de América. De entonces a aquí no puedo negar un cierto y acusado sentimiento de decepción: la decepción Obama, la llamo yo... Hace cinco años todo era distinto; quizá por eso recupero para el blog lo que escribí en él por esta misma fecha de 2008. Espero que les resulte interesante rememorarlo.

Y es que, a pesar de mi pasión por la teoría política, no suelo tener buen tino con las predicciones electorales. A lo peor es por eso, por la pasión... Me equivoqué con Ségolène Royal y Sarkozy, con Bush (hijo) y Gore, y con Barack y Hillary (yo aposté por ella). Menos mal que no me equivoqué entre Obama y McCain.

Desde que tengo uso de razón, he votado siempre (virtualmente, claro está) por los demócratas. De los republicanos que he conocido solo salvo a Ronald Reagan (un mal actor de películas del oeste y un buen presidente) a pesar de que sus adversarios decían de él que era incapaz de mascar chicle y pensar al mismo tiempo... Al menos pensaba si no tenía el chicle en la boca; pero George W. Bush (hijo), ni eso... Por esas fechas seguía con mucho interés dos magníficas series de televisión que tenían que ver con la presidencia de los Estados Unidos. Una era "John Adams", una biografía dramatizada del que fuera segundo presidente del país. Buena, muy buena, como todas las de la factoría HBO. La otra "El Ala Oeste", terminando ya su octava temporada. Lógicamente seguí con el máximo interés la campaña electoral que se resolvería el segundo martes siguiente al primer lunes de noviembre de aquel año 2008... Pero vamos con lo que vamos.

La escritora y periodista estadounidense Barbara Probst Solomon publicaba en El País del 23 de agosto de ese año un interesante artículo, que reproduzco más adelante, sobre los entresijos de la Convención del Partido Demócrata que se iniciaba al día siguiente en Denver (Colorado), que proclamaría a Obama como su candidato, y las maniobras, de cara al futuro, de la derrotada Hillary Clinton... Y a partir de ese momento, todos a buscar los mayoría de esos 538 "grandes electores" que dan la presidencia en uno de lo más enrevesados sistemas electorales del mundo... ¡Venga!, Obama, "for president!"... Esa vez fue que sí; y cuatro años más tarde, repitió. ¿Será 2016 el año de Hillary Clinton? No me atrevo a apostar, pero votaría por ella...

Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt




La senadora demócrata Hillary Clinton



"El 'sprint' hacia la Convención Demócrata", por Barbara Probst Solomon
El País, 23/08/08

En estas elecciones presidenciales tan atípicas hay un grupo de Republicanos por Obama, y otro, el PUMA, formado por demócratas partidarios de los Clinton, que amenaza con boicotear la convención.

Los términos anticuados como izquierda y derecha ya no sirven para definir este periodo. Desde los exuberantes días de El gran Gatsby, escrita por F. Scott Fitzgerald en los años veinte, no se presenciaba tanta irresponsabilidad sin igual. Nuestros bancos han sido irresponsables en lo financiero, han hecho que mucha gente pierda su hogar y han contribuido al desempleo; el Gobierno estadounidense ha sumido al país en una irresponsable deuda exterior y ha llevado adelante una guerra todavía más irresponsable en Irak. Los incesantes escándalos sexuales -la aventura de John Edwards no es más que el más reciente-, que no parecen ser, en ningún caso, auténticos triángulos amorosos, dan a entender que la emoción de la irresponsabilidad es la recompensa suprema para quien intenta dirigir el mundo.

A nanosegundos del inicio de la Convención Demócrata, en el momento en el que debería estar preparando su discurso de apertura en apoyo de Obama, John Edwards estaba ofreciendo su sórdido mea culpa en televisión (los periódicos ya habían publicado las fotos del ex senador con el niño presuntamente fruto de su aventura con la enloquecida Rielle Hunter). La relación surgió en 2006, justo cuando Edwards estaba a punto de ser quizá el siguiente candidato demócrata o, en su defecto, futuro ministro de Justicia de Obama. El escándalo sexual deja un gusto especialmente amargo porque la mujer de Edwards, Elizabeth, padece un cáncer en grado 4. Los republicanos no han querido hablar del incidente porque McCain dejó a su esposa enferma para casarse con Cindy.

Los demócratas no han tenido más remedio que preguntarse por qué, en una era en la que los periodistas, bloggers y adictos al ciberespacio han sustituido al Gobierno en el papel del Gran Hermano vigilante de Orwell, Edwards se colocó a sí mismo y al Partido Demócrata en una situación precaria, en la que sus amigos ricos acabaron haciendo torpes donaciones de dinero para establecer a Rielle y su hijo en una casa de tres millones de dólares en Los Ángeles. Ahora que Edwards se ha apartado de la escena política, la cuestión es a quién va a escoger Obama como vicepresidente. Desde la invasión rusa de Georgia, Joe Biden, el experto en política exterior más veterano del Partido Demócrata, se perfila como favorito.

Y los Clinton siguen siendo los Clinton. Su actitud ante la convención es la de intentar obtener todo el poder que puedan. Pero, como dijo Lyndon B. Johnson, "es mejor tener a tus enemigos dentro de la tienda y meando hacia afuera que fuera de la tienda y meando hacia adentro". El método de Obama para ocuparse de los rebeldes Clinton -Hillary quiere conseguir la promesa clara de que será la candidata demócrata en el futuro, un futuro que, desde su punto de vista, cuanto antes llegue, mejor- es concederles, a primera vista, todo lo que piden. Eso significa pagar parte de las deudas de Hillary y dar a Bill, a Hillary e incluso a Chelsea, un generoso espacio como oradores en la convención.

Mientras tanto, detendrá el intento de Hillary de situarse como cabeza de un movimiento feminista ofreciendo responsabilidades importantes a una nueva generación de mujeres que quizá tengan también, un día, la oportunidad de ser candidatas a la presidencia. Entre las oradoras estarán la presidenta de la Cámara de representantes, Nancy Pelosi, y la senadora por Misuri Claire McCaskill. Michelle Obama será la oradora estrella. La gobernadora de Kansas, Kathleen Sebelius, una fuerza en ascenso dentro del partido, es también una de las favoritas para ser candidata a vicepresidenta.

En el Partido Demócrata está apareciendo una generación de mujeres fantásticas. Y entre los republicanos también están surgiendo una serie de mujeres de gran fuerza. Para las mujeres, los temas están claros. McCain ha dejado muy claro que hará todo lo posible (mediante sus nombramientos para el Tribunal Supremo) para revocar la legislación que permite el aborto. Obama está a favor de esa legislación. Pese a ello, Hillary y Bill han hecho todo lo que han podido para sabotear la campaña de Obama. El relato que ofrece el último número de Atlantic Monthly de los movimientos entre bastidores en la campaña de Clinton (un barullo de rivalidades, dinero despilfarrado y rabietas) cuenta la cínica recomendación del asesor Mark Penn a Hillary de que dijera que Obama tenía unos valores no americanos (otra forma de reprocharle que sea negro); luego le sugirió que la mejor estrategia -que ella adoptó en la última fase de la campaña- era presentarse como líder de las mujeres y defensora de la clase obrera.

Hillary nunca ha encabezado un movimiento feminista, aunque sus más acendrados partidarios en el grupo PUMA -un grupo de demócratas radicalmente opuestos a la candidatura de Obama-, que amenazan con celebrar manifestaciones y causar disturbios en la convención, tratarán de alegar que son un movimiento constituido. Es posible que Hillary defendiera la causa de la mujer en la universidad, pero luego se convirtió en la esposa del brillante y temerario Bill y, a partir de ahí, se labró una carrera política. Entre los dos han acumulado entre 30 y 50 millones de dólares, en buena parte, gracias a sus 16 años de poder en Washington.

Obama piensa contrarrestar las críticas de que no es suficientemente americano ni patriota subrayando el tema de la convención: que los demócratas representan a la nueva familia estadounidense. El nuevo censo que acaba de hacerse público esta semana lo deja claro. En el plazo de 15 años, el número de nacimientos de niños no blancos superará al de blancos. Y un factor nuevo en nuestra sociedad es que muchos estadounidenses jóvenes -en unos lugares más que otros- no ven el color de la piel. No lo ven, no porque sean progresistas al viejo estilo -que sí veían el color y aceptaban la diferencia como prueba inequívoca de sus credenciales de izquierdas-, sino porque han crecido en un país que ha dejado de ser blanco. No es Obama el que está transformando Estados Unidos, sino un país transformado el que hace que la elección de Obama sea posible. Si los menores de 35 años acuden a votar, Obama seguramente ganará. Si no votan, en una elección tan ajustada, quizá pierda.

Es verdad que Obama podía tener menos aires de profesor. Quizá necesita criticar a McCain tan directamente como McCain le ha criticado a él. (McCain se limita a soltar soluciones simples. "¿Qué haré con el mal? Lo derrotaré". "¿Cuándo se convierte el feto en una vida? En el momento de la concepción". Y así sucesivamente). Aunque esas frases pueden resultar atractivas para parte de la base republicana, al ala más liberal y económica del partido le dan miedo. En esta elección atípica, en la que lo importante realmente es que el país está redefiniéndose, un grupo poderoso, muy rico y muy influyente de republicanos, ha formado "Republicanos por Obama". Entre sus inspiradores están el ex congresista Jim Leach y la abogada y filántropa neoyorquina Rita Hauser. Hauser ha pedido a los republicanos que devuelvan el sentido común al partido, que abandonen las guerras irresponsables y la deuda irresponsable. Destaca que la mayoría de las mujeres estadounidenses, incluidas muchas que votan a los republicanos, están a favor de la libertad de abortar.

Desde luego, los ideologizados años de Bush han sido los más irresponsables de la historia de Estados Unidos. Lo que es importante recordar es que el círculo íntimo de Bush -Cheney, Rumsfeld y Wolfowitz- estaba formado por personas nombradas, no elegidas, para las que no significaban nada ni el Gobierno ni la moral tal como se expresa en la Constitución; no les costó nada abolir los controles constitucionales. Se violaron normas históricas contra el uso de la tortura (McCain, que no pertenecía a ese círculo, siempre se opuso). En la práctica, ese círculo íntimo no electo llevó a cabo una especie de golpe silencioso dentro del Gobierno, se apoderó del Partido Republicano y violó fatalmente las salvaguardias normales de nuestro sistema de los tres poderes. Esos círculos de Washington, semiinvisibles hasta que fue demasiado tarde y que no respondían ante nadie, son los que ahora deben ser responsables y visibles. La nueva generación de periodistas de investigación tiene ante sí una buena tarea. Confiemos en que sus descubrimientos convenzan a la población de que es preciso votar.




El senador republicano John McCain



Entrada núm. 1946
Reedición de la entrada de fecha 24/8/2008
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Isaiah Berlin, o el zorro en el gallinero





El filósofo Isaiah Berlin



Prescribirse uno a sí mismo la tarea intelectual y física de escribir una entrada diaria en el blog como si se tratara casi de una obligación moral no deja de ser una estupidez agobiante y agotadora. Pero es mi estupidez... Y más, cuando desde dentro de mí y por un prurito exacerbado de respeto al posible lector, me niego a comentar de forma preferente y asidua los asuntos que están diariamente en el candelero público; algo que ya otros hacen mucho mejor que yo. De ahí, el recurso a la reedición de antiguas entradas que me parece conservan aun su actualidad por las razones que sean. Mi yerno más joven me reprocha, no sin parte de razón, ese recurso llevado de su interés y entusiasmo por la actualidad. Tendrá que dominarlo un poco si quiere aproximarse con ecuanimidad a su recien descubierto interés intelectual y académico por la Historia. No se lo reprocho, pero es lo que hay.

Y en esa tesitura andaba cuando recordé, en una de mis recientes "patas arriba" que suelo hacer por el ordenado desorden de la "sección Las Palmas" de nuestra caótica biblioteca familiar, haber "visualizado" una biografía del filósofo británico Isaiah Berlin que echaba de menos desde hacía tiempo. No me ha costado mucho encontrarla de nuevo: "Isaiah Berlin. Su vida" (Taurus, Madrid, 1999), escrita por el historiador canadiense Michael Ignatieff. 

Mi primera toma de contacto académico con la obra de Isaiah Berlin -y con la de Hannah Arendt- vino propiciada por el estudio de la asignatura de Teoría Política en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UNED, de mano de los libros de "Historia de la Teoría Política" (Alianza, Madrid, 1993) del profesor Fernando Vallespín. Me "quedé" enganchado de ambos, de Berlin y Arendt, y de la teoría política, para siempre. Tanto, y perdónenme una confesión tan pueril, que cambié mi "nombre de guerra" en el ciberespacio, hasta entonces "Atenea", mi divinidad preferida, por el de "IBerlin", y poco más tarde, y ya definitivamente, por el de "HArendt". Y ahí sigo.

La entrada "Isaiah Berlin" de la Wikipedia en español no le hace justicia al gran filósofo liberal que fue. Pero tampoco las ediciones en inglés y francés lo hacen, ignoro el motivo, y es algo que resulta bastante deprimente. Para compensarlo en cierto modo, traigo hasta el blog al sociólogo Julio Aramberri, profesor de Sociología en la Universidad de Vietnam, que lleva un delicioso y entretenido blog en Revista de Libros, "Orientalismo". Fue él quien en el número de diciembre de 2001 de dicha revista publicó un artículo titulado "El zorro, el erizo y la vieja Europa", reseñando varios libros de Isaihah Berlin de reciente publicación, que les dará una idea mucho más cabal del pensamiento de nuestro gran filósofo.

De Isaiah Berlin dice el profesor Michael Ignatieff en su biografía que en su larga vida (1909-1997), formado en tres grandes tradiciones -rusa, judía y británica- fue testigo de las principales corrientes filosóficas del siglo XX. Nacido en Riga (Letonia) en el seno de una familia judía, vivió de niño la revolución rusa en San Petersburgo, y con once años se trasladó a Londres con su familia, se adaptó rápidamente a su nueva sociedad y obtuvo una beca para estudiar en Oxford, donde conoció a algunos de los más brillantes pensadores de su generación.

Como profesor, más tarde, de dicha universidad, dejó el chispeante recuerdo de un cierto narcisismo hipocondríaco, más fingido que real, que le llevaba en ocasiones a dirigir los seminarios de doctorado a sus alumnos desde la cama, con un montón de libros, papeles, tazas de té y galletas esparcidos sobre la colcha. Solo es una anécdota sobre un hombre de una personalidad arrolladora, extrovertida y vitalista.

Fue judío a su manera, dice de él Ignatieff, e insistió siempre y a lo largo de toda su vida, en que para ser seglar y escéptico, como él era, no hacía falta romper con el pasado familiar. Sionista, como Hannah Arendt, defendió siempre, también como ella, la existencia de dos estados en Palestina, uno judío y otro árabe, que deberían convivir en paz. A Hannah Arendt, sin embargo, nunca le perdonó que en su libro "Eichmann en Jerusalén" (Lumen, Barcelona, 2003) dijera que los judíos europeos podrían haberse resistido al exterminio del Holocausto con mayor contundencia. Aquello fue demasiado para él.

Filosóficamente, dos preconcepciones fundamentales echaron raíces tempranas en su obra: que puede haber incompatibilidad entre valores y que los seres humanos no son infinitamente maleables. Anticomunista convencido y confeso detestaba la idea marxista de determinismo histórico, argumentado que tal idea fue la que sirvió de pretexto ideológico a Stalin para sus crímenes. Del hombre soviético tuvo la profunda sensación de que no era, como creían los optimistas, pragmático y receptivo a los argumentos racionales, sino que, por el contrario, la doctrina del partido había penetrado hasta el último rincón de su conciencia. Pensamiento este que también compartió Hannah Arendt en su obra "Los orígenes del totalitarismo" (Alianza, Madrid, 2006).

Sin embargo, del marxismo aprendió a observar en términos históricos los valores que los liberales de su generación creían verdades eternas. La experiencia práctica le enseñó que discernimiento y carácter podían ser más importantes que la simple inteligencia: "Las cosas y las acciones son lo que son, y sus consecuencias será las que serán: así pues, ¿por qué querer engañarnos?", dijo citando al obispo Butler en la introducción a su "Karl Marx".

De las grandes figuras políticas de su tiempo dijo que raramente entendían la historia, historia que querían acoplar a sus propios designios, y que la política siempre tendría un potencial de tragedia ya que las fuerzas que se proponía dominar nunca estarían plenamente al alcance humano.

Las opciones públicas y privadas tienen que decidirse en ausencia de certidumbres, dijo. Liberar al hombre, insistió siempre, significa liberarle de obstáculos tales como prejucios, tiranías o discriminaciones para que pueda ejercer su propia y libre elección; no significa explicarle como utilizar su libertad. Lo que pide esta época, decía, no es más fé, un liderazgo más fuerte o más organización científica; es más bien lo contrario: menos ardor mesiánico, más escepticismo culto y más tolerancia de las idiosincracias. Los hombres no solo viven de luchar contra los males, dijo, viven de elegir sus propias metas, una gran mayoría de ellas raramente previsibles y en ocasiones incompatibles.

Utilizando la distinción que él hizo célebre, dice Ignatieff, la variedad de su obra puede hacer parecer a Isaiah Berlin un zorro que sabía muchas cosas, pero en realidad fue un erizo que solo habló de una cosa grande: la libertad.

Los comentarios que anteceden están tomados de mis notas de lectura de "Isaiah Berlin. Su vida", en julio de 1999.

Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt




El historiador Michael Ignatieff




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miércoles, 21 de agosto de 2013

Jürgen Habermas "versus" Angela Merkel





La canciller alemana, Angela Merkel



Entre los más de 4000 artículos publicados y 15000 títulos reseñados en Revista de Libros solo tres de ellos hacen referencia a libros publicados por Jürgen Habermas (1929), sin duda alguna, el más prestigioso de los filósofos europeos vivos, premio Príncipe de Asturias de las Ciencia Sociales en 2003. Algunos entenderán que es muy poco, y otros que es bastante. No quiero entrar en la discusión. A mí, personalmente, me parecen suficientes, y mi descubrimiento de Habermas y la lectura apasionada de algunas de sus obras me ha venido propiciada precisamente por las referencias a él en Revista de Libros. Ese interés me ha llevado a dedicarle al menos una decena de entradas en el blog, sobre todo por su acendrado europeísmo y su enfrentamiento claro y frontal con la política neoconservadora de su compatriota Angela Merkel. El último, en un artículo titulado "Cuando las élites fracasan", publicado por "Der Spiegel" y reproducido por el diario El País en su edición de ayer.´

El artículo de Habermas es respuesta directa a otro del ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, a quien por otra parte Habermas considera un europeísta convencido, publicado en el "Süddeutsche Zeitung" el pasado julio. En él, Schäuble negaba que Alemania aspirara a asumir el liderazo político en la Unión Europea. Y de él, de Schäuble, dice Habermas que es quien impone a la fuerza el testarudo rumbo de Merkel en Bruselas y quien palpa la grieta que podría resquebrajar el núcleo de Europa. Europa se encuentra en situación de emergencia, dice más adelante, y el poder político está únicamente en manos de los que deciden qué asuntos puedan llegar o no a la opinión pública. La política europea ha caído en una trampa, continúa, y si no queremos abandonar la unión monetaria, resulta imprescindible una reforma institucional para la que se necesita tiempo. Un tiempo que se acaba... Del gobierno alemán dice que saca ventaja, incluso desproporcionada, siempre y cuando sus socios no duden de la lealtad de los alemanes hacia Europa. De ahí, concluye, que el gobierno de Merkel pueda cometer un error histórico, si sigue defendiendo políticas cortoplacistas que lo favorecen en casa en vez de enfrentarse a los problemas que han puesto a Europa en situación de emergencia.

Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt





El filósofo Jürgen Habermas




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domingo, 18 de agosto de 2013

El pulso de España (I y II). Análisis de una crisis total




La crisis (viñeta de Forges)



El pasado día 10 el diario El País publicaba un artículo de José Juan Toharia,  doctor en Sociología por la Universidad de Yale (Estados Unidos) y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, titulado "Un país decepcionado", primero de una serie, "Pulso a España", dedicada al análisis de la situación nacional a través de encuestas ciudadanas realizadas por Metroscopia para la Fundación Ortega Marañón.  

Un 67 por ciento de los encuestados (de los cuales el 65% votó PP y el 71% PSOE) considera que somos un país fundamentalmente serio y con fuertes valores cívicos que logra resolver sus problemas mediante acuerdos. Frente a ellos, otro 26 por ciento (de los que el 29% votó PP y el 24% PSOE) considera que somos un país con tendencia la violencia y a la confrontación en el que se puede producir un estallido social en cualquier momento.

Curiosamente, dice el profesor Toharia, ese desaliento ciudadano no respondería tanto a una pérdida de autoestima y confianza en nosotros mismos, cuanto a la cada vez más insoportable constatación de que buena parte de nuestras instituciones y figuras públicas no están sabiendo estar a la altura que nuestra sociedad merece.

Nadie cuestiona hoy, concluye el artículo, ni siquiera en medio de la actual catástrofe económica y social, el sistema democrático. No parece fácil, se dice en él, encontrar en nuestro entorno europeo una sociedad que sepa mantenerse tan paciente, solidaria y generosa en medio de una crisis tan profunda y con una tal carencia de liderazgo público. Porque ese es el principal problema que pesa sobre nuestra sociedad, añade el profesor Toharia, el derrumbamiento (por anquilosamiento, incompetencia o ceguera partidista) de algunas instituciones de crucial importancia para la vigorización de nuestra vida pública.

Al análisis de lo que piensan los ciudadanos españoles sobre sus principales instuciones políticas, sociales y económicas está dedicada la segunda entrega de la serie, "El desplome de la política", publicada en El País de ayer.

En esta segunda entrega, la conclusión a la que se llega es que los españoles están muy irritados con una corrupción que perciben tolerada e impune, y desilusionados con sus instituciones.

No es algo que esté ocurriendo solo en España, se dice en él. También en otros países (se analizan las respuestas de los ciudadanos en España, Francia, Italia y Estados Unidos) afectados por la crisis económica y solidamente democráticos se registra un profundo desplome de la confianza ciudadana en sus instituciones políticas: jefatura del estado, parlamento, gobierno y partidos políticos. 

De entre los cuatro países analizados, España registra el mayor índice de aceptación ciudadana de las instituciones citadas, aunque solo la Corona alcance un justo 50%; Francia es la que peor valora a su presidente de la república (con un 31% de aceptación) e Italia la que menos valora a su parlamento, gobierno y partidos políticos (con unos escuálidos 9, 16 y 7 por ciento), respectivamente.

La banca registra su peor valoración entre los españoles (con un 15%) y las grandes empresas en Estados Unidos (con un 22%). La judicatura recibe su mejor valoración en Francia (con un 58%), la menor en Italia (con un 43%) y entre los españoles un 50%. La iglesia católica donde peor valorada está es en Francia, con un 31% (en España, el 41%). Los sindicatos reciben sus peores valoraciones en Italia y Estados Unidos, con un 20% de aceptación, que en España es del 28%.

En cuanto al conjunto de las restantes instituciones analizadas: pymes, grandes empresas, bancos, enseñanza pública, policía, sistema de salud, fuerzas armadas y administración pública, son las italianas las que reciben, en conjunto, una valoración más baja por parte de sus ciudadanos, salvo en Estados Unidos, donde las menos valoradas son la policía, las escuelas públicas y el sistema de salud.

Entre los posibles remedios para esta escalada imparable de descrédito institucional, se dice en el estudio, los españoles proponen tachar nombres de las listas electorales (85%); elecciones primarias para la selección de líderes (79%); limitación temporal del mandato de los dirigentes de los partidos (83%); y creación de una jurisdicción especial, ágil y bien equipada, para casos de especial gravedad económica o política (un 89%). Medidas quizá complejas pero no imposibles, y que parecen ya insoslayables para la regeneración de esta democracia, concluye el artículo.

Puenden acceder a los dos estudios comentados en los enlaces resaltados en rojo de más arriba, que a su vez llevan a otros enlaces de análisis más concretos. En todo caso, espero que esta entrada les haya resultado interesante. Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν" (vámonos). Tamaragua, amigos. HArendt

P.D.: La segunda parte de esta entrada publicada en el blog el 26/8/2013, pueden leerla en este enlace.




Mercado y Constitución (viñeta de Forges)





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jueves, 15 de agosto de 2013

Partidos políticos, movimientos sociales y democracia




El más clásico de los clásicos




Pienso que la mayoría de los lectores de este blog admitirán conmigo que no hay más democracia posible que la representativa y que no hay representación posible sin partidos. Dicho lo cual cabe pensar que el desapego creciente de la ciudadania hacia las instituciones democráticas como instancias para la resolución de los conflictos políticos deriva, entonces, del defectuoso funcionamiento de los canales de representación política, es decir, de los sistemas electorales y de los partidos políticos.

Ya he escrito hasta la saciedad sobre la necesidad, a mi juicio, de una reforma en profundidad del sistema electoral español, abandonando el proporcional en favor de un sistema de elección mayoritaria simple, de distritos electorales uninominales, y sobre la transformación del Senado en una cámara legislativa no electiva y conformada por representantes de los gobiernos de las comunidades autónomas, dentro de un Estado federal. No voy a insistir en ello, así que centremos la cuestión de hoy en la organización y funcionamiento de los partidos políticos, que me viene propiciada por la publicación en el diario El País del pasado día 11 de un artículo del profesor Daniel Innerarity, catedrático de Filosofía Política en la Universidad del País Vasco, titulado "¿El final de los partidos?", que pueden leer aquí.

Revisando mis notas de estudio sobre teoría política he reencontrado un artículo de diciembre de 2003, firmado por los profesores José Ramón Montero (Universidad Autónoma de Madrid) y Richard Gunther (Ohio State University), y publicado en la Red de Cuadernos de Trabajo del Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacional de la UAM, que lleva el sugestivo título de "Los estudios sobre los partidos políticos: una revisión crítica", que pueden ustedes leer en este enlace.

En ambos estudios, separados por diez años de distancia, y miren que han pasado cosas en este decenio, las conclusiones de ambos pueden resumirse en: 1. La democracia está en crisis; 2. Los partidos políticos no están funcionando bien; 3. Los partidos necesitan una profunda transformación para responder a las necesidades actuales de la ciudadanía democrática; y 4. Los movimientos sociales no pueden responder por sí solos a las demandas de esa ciudadanía.

Dice el profesor Innerarity que "la actual crisis de los partidos políticos, su descrédito, pérdida de relevancia o fragmetación, es manifestación de una crisis más profunda [...] Del fin de una era política que presuponía un contexto social estructurado en comunidades estables, con roles profesionales definidos y formas de reconocimiento y reputación consolidadas [...] Lo que se ha acabado, concluye, es el control monopolístico del espacio público por parte de los partidos políticos, el partido-contenedor, pero en absoluto la necesidad de instancias de mediación en las que se forma la voluntad política [...] Las conquistas sociales no pueden asegurarse sin organizaciones del estilo de los partidos y los sindicatos [...] Tras la crisis de los partidos estamos en la encrucijada de o bien hacer mejores partidos o bien ingresar en un espacio amofor cuyo territorio será ocupado por tecnócratas y populistas, definiendo así un nuevo campo de batalla que sería todavía peor que el actual." El movimiento 5 Estrellas, dice, sería muy ilustrativo de la ambigüedad de esa democracia digital. Fin de la cita, y perdonen el chiste fácil. En nuestras manos está que eso no ocurra.

Retomo el estudio de los profesores Montero y Gunther citado al comienzo. Se dice en él que "Es probable que muchos estudiosos de la Ciencia Política alberguen sentimientos encontrados ante la aparición de un nuevo libro sobre los partidos políticos (se refieren a "J.R.Montero, R.Gunther y J.J.Linz (edtrs.): Political Parties: Old Concepts and New Challenges. Oxford Univerrsity Press, Oxford, 2002). Para ellos, la bibliografía existente sobre partidos sería suficiente, por lo que poco más podría aprenderse de un estudio adicional tras más de un siglo de investigación académica sobre la cuestión. Y es posible que otros especialistas tampoco consideren necesarios nuevos trabajos empíricos sobre los partidos dado que a su juicio estarían convirtiéndose en actores crecientemente irrelevantes, cosechando fracasos en sus respuestas a los problemas políticos y muchas de sus funciones realizándose con mayor eficacia por movimientos sociales organizados informalmente, por el contacto directo entre los políticos y los ciudadanos a través de los medios de comunicación o de Internet, o por innovaciones de la democracia directa. Para estos especialistas, los partidos estarían inmersos en un proceso inexorable de declive. Finalmente, un tercer grupo de expertos podría haber concluido que la investigación académica sobre los partidos no ha conseguido avanzar en la tarea de desarrollar una teoría rigurosa y convincente, y que cualquier esfuerzo que siga las vías clásicas está condenado al fracaso. Una afirmación de este tipo resultará especialmente atrayente para los investigadores que hayan adoptado aproximaciones analíticas que concedan poco valor al estudio de organizaciones complejas o de instituciones políticas y que estimen que el estudio de los partidos es irrelevante para el desarrollo de una teoría de la política de corte universal". 

Les recomiendo encarecidamente su más que instructiva lectura al respecto. Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates: Ιωμεν (vámonos). Tamaragua, amigos. HArendt






El profesor Daniel Innerarity






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martes, 13 de agosto de 2013

El mayor espectáculo del mundo. Festival de Ópera desde La Arena de Verona. Junio 2013





La Arena (Verona, Italia)



El domingo 12 de agosto, la 2 de RTVE, dentro de su programa "El Palco" presentado por la soprano Ainhoa Arteta, emitió la gala lírica que con motivo de su primer centenario tuvo lugar en La Arena de Verona (Italia) el pasado mes de junio, dedicado a la memoria de Luciano Pavarotti, en el que intervinieron, entre otros muchos, tenores como Plácido Domingo y Andrea Bocelli o la soprano María José Siri, interpretando arias de Tosca, Norma, El Barbero de Sevilla, Madama Butterfly, y otras.

Un fascinante espectáculo, sin duda el mayor espectáculo del mundo, que pueden ustedes disfrutar íntegramente en este enlace. No dejen de hacerlo. Se lo recomiendo encarecidamente.

Y sean felices, por favor. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν". Tamaragua, amigos. HArendt




La soprano Ainhoa Arteta




Entrada núm. 1938
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