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lunes, 21 de septiembre de 2015

[Literatura] Un clásico de vez en cuando. Hoy, "Medea", de Eurípides




La historia de Medea en una antigua vasija griega



Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar de nuevo a los clásicos, de manera especial, a los griegos. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso de la Historia y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.

Hoy traigo hasta el blog la obra "Medea", título de una tragedia de Eurípides representada en el año 431 a. C., considerada por muchos como su mejor obra. A pesar de ello solo consiguió el tercer puesto en el concurso de aquel año. El argumento de "Medea" es conocido sobradamente, pero me tomo el atrevimiento de exponerlo de nuevo.

La obra transcurre en la ciudad de Corinto, en la que reina Creonte,  a la que llegan Jasón con su esposa Medea y su hijos huyendo de Yolcos. La trama de la obra se inserta en el ciclo mítico de los Argonautas, quienes comandados por Jasón, parten hasta los confines del mar Negro en busca del vellocino de oro. Medea, hija del rey de la Cólquide, se enamora locamente de él y contribuye decisivamente al éxito de su empresa, actuando sin vacilar en favor de los intereses de Jasón, llegando a asesinar a su propio hermano. De vuelta con Jasón a Yolcos, asesina con artes mágicas al tío de Jasón, Pelias, que le había usurpado el trono en su ausencia, pero tienen que partir al exilio.

Ya en Corinto, Jasón, por razones estrictamente políticas, a pesar de estar casado con Medea, se promete en matrimonio a Glauce, hija del rey Creonte, ante el espanto de Medea, que ve su lecho deshonrado. Creonte, que había planeado el matrimonio, ante el temor de que Medea, sabia y hábil, se vengue, ordena su destierro inmediato. Medea, fingiéndose sumisa, pide un solo día de plazo para salir al destierro. Ese plazo lo aprovecha para realizar unos presentes a Glauce: una corona de oro y un peplo que causan la muerte por el simple contacto. Glauce muere de forma horrible. Tras perpetrar ese horrible crimen, Medea mata a sus propios hijos. Termina la obra con Medea subida en el carro del dios Helios, con quien ya tenía pactada su huida a Atenas, para evitar las iras de la familia de Creonte y de su propio marido Jasón. 

Merece la pena resaltar que a pesar de la terrible venganza de Medea, el personaje sale indemne. Y no solo eso, sino que conforme a la leyenda sobre ella, acaba casada con Egeo, rey de Atenas. Los personajes tratados por Eurípides en Medea ya se mencionan en Homero y Hesíodo, para plasmar el conflicto entre el impulso irracional y el compromiso social, que en ocasiones impone la renuncia a los deseos individuales para adecuarse a las exigencias políticas. Medea, sin embargo, se aferra al amor y los viejos valores de fidelidad sin fisuras. La ciega pasión de Medea le impide asumir la traición de su amado y la empuja a privar a este de su descendencia, fundamento de la integración social en el mundo griego, aun a cambio de perder a sus seres más queridos. La tortura de la duda, previa a la venganza, y el desgarro ante el dolor inminente quedan expresados magistralmente en los monólgos de Medea que salpican la obra. Claro preludio de lo que será el monólogo interior en la literatura del siglo XX. 

El autor de "Medea", Eurípides (480-406 a. C.) fue uno de los tres grandes poetas trágicos griegos de la antigüedad, junto con Esquilo y Sófocles. Fue amigo de Sócrates, el cual, según la tradición, sólo asistía al teatro cuando se representaban obras de Eurípides. En 408 a. C., decepcionado por los acontecimientos de su patria, implicada en la interminable Guerra del Peloponeso, se retiró a la corte de Arquelao I de Macedonia, en Pela, donde murió dos años después. Se cree que escribió 92 tragedias, conocidas por los títulos o por fragmentos, pero se conservan sólo 19 de ellas. Su concepción trágica está muy alejada de la de Esquilo y Sófocles. Sus obras tratan de leyendas y eventos de la mitología de un tiempo lejano, muy anterior al siglo V a. C. de Atenas, pero aplicables al tiempo en que escribió, sobre todo a las crueldades de la guerra. Sus obras parecen modernas en comparación con los de sus contemporáneos, centrándose en la vida interna y las motivaciones de sus personajes de una forma antes desconocida para el público griego. 

Su Medea es, junto a su Ifigenia y a la Antígona de Sófocles, una de mis heroínas trágicas favoritas. Cada una por una razón distinta. Ifigenia, por su inocencia y su valor a la hora de afrontar el sacrificio de su propia vida ante la superior causa de los griegos frente a la "bárbara" Troya. La de Medea por su amor apasionado y su sed de venganza ante la traición del amado. Y la de Antígona la dejo para cuando traiga hasta el blog su historia. Espero que disfruten de la belleza de "Medea". Veinticinco siglos después de haber sido escrita aún sigue conmoviendo los espíritus y las almas. Pueden verla en este enlace de RTVE.

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



"Medea furiosa" (Eugène Delacroix, 1862)




Entrada núm. 2448
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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)