martes, 23 de enero de 2018

[A VUELAPLUMA] El mito desteñido del Ché





Por algún lugar recóndito de la biblioteca familiar anda aún El Diario del Ché en una edición de 1968 que me llegó a casa como obsequio del Ministerio de Cultura de Cuba. Venía acompañada de una carta que terminaba con el consabido "Patria o Muerte. Venceremos". Era 1968, claro. Un servidor de ustedes tenía 22 años, acababa de vivir el mayo francés en directo, y aún, sí, aún creía en los peces de colores... Ha llovido mucho desde entonces, incluso aquí, en Canarias, donde casi nunca llueve, como se decía en la canción aquella de Albert Hammond sobre el sur de California...

Yoani Sánchez (1975) es una filóloga y periodista cubana, directora del diario digital "14ymedio", autora de uno de los blogs más premiados de la historia, y sin duda alguna, una de las voces más influyentes de toda la América de habla española. Muy crítica con el régimen cubano, algo que comparto con ella sin fisuras, definía hace unos días en El País al ‘Che’ Guevara, como un mito desteñido. Un revolucionario que no ha superado bien el juicio de la Historia, aunque sigue siendo un buen negocio para los nostálgicos, pero del que ya no es admisible su idea del “odio como factor de lucha”, y cuyo modelo de guerrillero que propuso ha fracasado estrepitosamente.

Hace casi cuatro décadas, comienza diciendo, cuando aprendía el abecedario, me tocó decir mi primera consigna política, la misma que repiten todavía cada mañana miles de niños cubanos: “Pioneros por el comunismo, seremos como el Che”. Con la diferencia de que hoy la figura del guerrillero está muy cuestionada en muchas partes del mundo, menos en Cuba.

El hombre que posó para tantos fotógrafos, que quedó inmortalizado en un retrato con boina y mirada perdida, no está superando bien el juicio de la Historia. En estos tiempos, en que la violencia y la lucha armada son cada vez más reprobadas públicamente, emergen los detalles de sus desmanes y las víctimas de aquellos años comienzan, finalmente, a ser escuchadas.

Ernesto Guevara, el argentino que ha cautivado a cineastas, escritores y periodistas, no atraviesa un buen momento. Poco importa si su rostro sigue reproduciéndose en infinidad de camisetas, banderas o ceniceros en todo el planeta, porque su mito se destiñe en la medida en que se conoce más al personaje que realmente fue. La verdad sale a flote mientras él se hunde.

A este deterioro contribuye también la mercantilización sin medida que se ha apoderado de esa imagen con barba rala y ceño prominente. La voracidad material de sus herederos, el inescrupuloso uso que han hecho sus propios compañeros de batalla de su nombre y la frivolidad de los consumidores de reliquias ideológicas agregan ácido corrosivo a su leyenda.

El Che se ha convertido en un negocio, en un buen negocio para los nostálgicos que escriben libros sobre esas utopías que tanto faltan hoy. Son textos para endiosar a un hombre que hubiera perseguido a buena parte de sus actuales admiradores por llevar un piercing en la nariz, pelo largo o un residuo de marihuana en el bolsillo.

Como ironía de la vida, el culto guevariano se extiende entre gente que nunca hubiera podido encajar en el estricto molde que el argentino diseñó para el “hombre nuevo”. Ese individuo debía moverse por “el odio como factor de lucha” y saber convertirse en una “selectiva y fría máquina de matar” llegado el momento, según advirtió en su último mensaje público en 1967.

¿En qué pueden parecerse el Che y esos pacifistas, ecologistas o antisistemas que hoy lo veneran? ¿Cómo encajan quienes dicen querer mayores espacios de libertad para el ciudadano con un hombre que ayudó a someter a toda una sociedad a los designios de unos pocos? ¿En qué punto se conecta ese idealismo con un señor que quiso cambiar América Latina desde la mirilla de un fusil?

La temprana muerte de Guevara y el no haber envejecido en el poder no son elementos suficientes para sostener su leyenda. Los biógrafos complacientes que retocaron cada pasaje de su vida han contribuido a su endiosamiento, y también sus viejos compañeros de ruta necesitados de un “mártir” para el panteón de los revolucionarios, de un John Lennon sin guitarra o de un Jesús sin corona de espinas.

En octubre de 2016 la imagen adusta de Che Guevara que había señoreado por más de 30 años en la plaza principal de la Universidad Nacional de Bogotá, en Colombia, desapareció del muro del auditorio León de Greiff. El borrado de aquel rostro provocó una agria controversia entre los estudiantes y poco después el grupo de simpatizantes del argentino terminó por volver a pintar el mural.

El encontronazo puso en evidencia algo más que las diferencias ideológicas de los estudiantes: mostró el choque de dos tiempos. De un lado, un momento en que Guevara era visto como un libertador latinoamericano que, subido en su moto o empuñando su arma, representaba una figura quijotesca dispuesta a enfrentar los molinos imperialistas. Del otro, una época en que se ha llegado a comprobar el fracaso del modelo que el guerrillero quiso imponer.

No hay mentís más rotundo al hombre que en la Sierra Maestra alcanzó los grados de comandante que el rancio totalitarismo en que derivó la Revolución Cubana. Ningún golpe contra su imagen ha sido tan duro como la deriva prosoviética que tomó Fidel Castro tras la muerte del Che y las posteriores “concesiones” al mercado que debió hacer cuando el subsidio del Kremlin se acabó abruptamente.

El pasado año, justo cuando se cumplía medio siglo de la muerte de Guevara en Bolivia, la Fundación Internacional Bases, de corte liberal, comenzó una campaña de recolección de firmas en la plataforma Change.org para eliminar todos los monumentos y otros homenajes al Che en la ciudad de Rosario, donde nació. La ONG argentina lo llamó heredero del “legado asesino del comunismo”. Más de 20.000 personas han firmado la demanda.

A finales de diciembre pasado la polémica llegó hasta Francia cuando el Ayuntamiento parisiense, gobernado por la alcaldesa socialista de origen español Ana Hidalgo, albergó la exposición Le Che à Paris. Varios intelectuales y académicos firmaron una carta de protesta escrita por el periodista y exiliado cubano Jacobo Machover en la que exigían la retirada inmediata de la muestra.

El autor del libro La cara oculta del Che contó en su misiva varias de las facetas más escamoteadas en las historia oficial. Guevara “asistía a los fusilamientos” llevados a cabo tras juicios sumarios en el primer año de la Revolución y “los cubanos, que le temían, lo llamaron el carnicerito de La Cabaña”. En 1964, desde la tribuna de Naciones Unidas se vanaglorió de sus actos: “Hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario”.

Hidalgo respondió con un mensaje en la red social Twitter que calentó aún más los ánimos y en el que aseguró que “la capital rinde homenaje a una figura de la revolución convertida en icono militante y romántico”. La alcaldesa parisiense cerró su trino con un emoticono en forma de puño cerrado, a la vieja usanza revolucionaria.

Con su gesto, Hidalgo se sumó a una de las más elaboradas campañas publicitarias surgida del laboratorio castrista, una en la que se distorsiona el pasado y se ensalza a Guevara, mientras se esconde la extensa crueldad que cabía en su persona.

Para varias generaciones de cubanos que hemos repetido desde muy temprana edad el compromiso de ser “como el Che”, todas estas polémicas vienen a ser como una sacudida. Las bofetadas que nos sacan del estado hipnótico que traen la ignorancia y el adoctrinamiento cuando se conjugan.

Sin embargo, el golpe más demoledor que he presenciado a la figura del llamado “guerrillero heroico” vino de un compatriota. En medio de una fiesta habanera un joven universitario se percató de que el invitado alemán estaba vestido con una de esas camisetas con la famosa instantánea que tomó el fotógrafo Alberto Korda.

“Igual te podrías poner una camiseta con el rostro de Charles Manson”, dijo el estudiante al turista, y la frase quedó flotando en el aire mientras la música parecía detenerse. Risas nerviosas y silencio. Nadie defendió a Che Guevara.



Dibujo de Nicolás Aznárez para El País



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt






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[GALDÓS EN SU SALSA] Hoy, con "Halma"



Estatua de Galdós (Pablo Serrano, Las Palmas GC)


Si preguntan ustedes a cualquier canario sobre quien en es su paisano más universal no tengan duda alguna de cual será su respuesta: el escritor Benito Pérez Galdós. Para conmemorar su nacimiento, del que van a cumplirse 175 años, he ido subiendo al blog a lo largo de los últimos meses su copiosa obra narrativa, que comencé con el primero de sus Episodios Nacionales, colección de cuarenta y seis novelas históricas escritas entre 1872 y 1912 que tratan acontecimientos de la historia de España desde 1805 hasta 1880, aproximadamente. Sus argumentos insertan vivencias de personajes ficticios en los acontecimientos históricos de la España del XIX como, por ejemplo, la guerra de la Independencia Española, un periodo que Galdós, aún niño, conoció a través de las narraciones de su padre, que la vivió. 

Nacido en Las Palmas de Gran Canaria, en las islas Canarias, el 10 de mayo de 1843 y fallecido en Madrid el 4 de enero de 1920, Benito Pérez Galdós fue un novelista, dramaturgo, cronista y político español, uno de los mejores representantes de la novela realista del siglo XIX y un narrador esencial en la historia de la literatura en lengua española, hasta el punto de ser considerado por especialistas y estudiosos de su obra como el mayor novelista español después de Cervantes. Galdós transformó el panorama novelístico español de la época, apartándose de la corriente romántica en pos del realismo y aportando a la narrativa una gran expresividad y hondura psicológica. En palabras de Max Aub, Galdós, como Lope de Vega, asumió el espectáculo del pueblo llano y con su intuición serena, profunda y total de la realidad, se lo devolvió, como Cervantes, rehecho, artísticamente transformado. De ahí, añade, que desde Lope, ningún escritor fue tan popular ni ninguno tan universal, desde Cervantes. Fue desde 1897 académico de la Real Academia Española y llegó a estar propuesto al Premio Nobel de Literatura en 1912. 

Subo hoy al blog su novela Halma, en la edición electrónica de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, de la Universidad de Alicante, basada en la edición original publicada por Imprenta La Guirnalda, de Madrid, en 1895.

La novela se encuadra dentro del ciclo "espiritualista" de las "Novelas españolas contemporáneas". Fue concluida en su casa santanderina de "San Quintín", en octubre de ese mismo año, y en ella, recuperando el personaje de Nazarín, lo confronta y alía con Catalina de Halma, otro más en la galería de personajes-héroes movidos por un puro y elemental ideal cristiano, junto a la Benina de Misericordia o al de Ángel Guerra.

Haciendo una lectura muy personal de la socialización en el medio rural y el colectivismo agrario que conmovían el caciquismo finisecular español contemporáneo a Galdós, el escritor concibió el personaje de Catalina de Artal, condesa de Halma-Lautemberg, "ejemplo de piedad, rectitud y obediencia", como iconoclasta con su propia clase y descontenta ante el esquema social de su época, que concibe una especie de comunidad agrícola de organización monacal con el objetivo concreto de practicar la caridad a gran escala. Y para ponerla en marcha, resultando insuficientes los bienes de su herencia, recurre a la ayuda del Estado y de la Iglesia. El sistema ideado por Halma para hacerle frente a la miseria nacional es más sencillo que el que había puesto en juego Nazarín en la trama de la novela que lleva su nombre y que precede a Halma, cuya protagonista solo pretende "ofrecer una alternativa caritativa a la sociedad burguesa sin atacar sus bases".

El marco de la acción, sencillo y muy teatral, es el caseron familiar de Pedralba, lugar ficticio de la geografía literaria del novelista, escondido, como Orbajosa, en las entrañas de "la España profunda". También son escasos los personajes que sostienen la trama: la aristócrata Catalina, viuda de un diplomático alemán tras un breve matrimonio; Urrea, primo de Catalina; Nazarín y Beatriz (que casi en un traslado literario-espacial llegan desde la novela de Nazarín); el sacerdote Manuel Flórez, al servicio del Marqués de Feramor y digno representante del dogma y el tradicionalismo católicos. 






Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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[HUMOR EN CÁPSULAS] Para hoy martes, 23 de enero





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción.

En la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en Canarias7, El Mundo, El País y La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





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lunes, 22 de enero de 2018

[A VUELAPLUMA] La forja de un rey (en seis minutos)






362 segundos fue el tiempo que duró el discurso de Felipe VI el 3 de octubre, su particular 23-F. Moncloa pensó que se precipitaba, pero lo cierto es que su alegato fiero de seis minutos marca ya su reinado, comentaba hace unos días en El Mundo la periodista y escritora Ana Romero, especialista en los asuntos de la Casa Real. Un relato completo de cómo ha marcado ya su camino el discurso 'catalán', el papel jugado por el 'sanedrín' de Zarzuela, y 'la burbuja' de Madrid de la que el rey se siente muy distante

Ese martes, comienza diciendo Ana Romero, el rey se levantó temprano y desayunó con su mujer y sus hijas en el complejo de La Zarzuela, como siempre que está en Madrid durante la semana. La historia, al final, es una mezcla de rutina doméstica y de hechos extraordinarios. El 3 de octubre de 2017 no fue distinto de otros días. Las niñas se marcharon al colegio y el calor siguió apretando en el monte de El Pardo, pero la decisión que tomó Felipe VI esa mañana determinará su reinado para bien o para mal.

«Yo he jurado bandera dos veces», llegó a afirmar el rey en la recepción del 12 de octubre en el Palacio Real para justificar el discurso fiero de seis minutos que pronunció dos días después del referéndum ilegal en Cataluña, cuando España se asomó al abismo de la desintegración. Se refería a su primera jura en la Academia Militar de Zaragoza en 1985 y a la llamada rejura en la Academia General del Aire de San Javier (Murcia) en 2014. A esta segunda vez, apenas seis semanas antes de convertirse en rey, acudieron la reina Letizia y sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía. Así, convencido profundamente de su obligación como jefe del Estado y como capitán general de los tres ejércitos de España, repasó el discurso escrito por última vez con el círculo más íntimo de su sanedrín, tres hombres venidos de distintos rincones del país y que llevan media vida en palacio.

Jaime Alfonsín Alfonso, el abogado del Estado gallego de 62 años que suma 22 al servicio de Felipe VI, el jefe de la Casa, su mano derecha y su más directo asesor. Un hombre introvertido y discreto, muy a tono con el hermetismo que el nuevo rey ha impuesto en torno a su vida personal y profesional. Domingo Martínez Palomo, de 63 años, andaluz criado en Murcia, el teniente general de la Guardia Civil que entró en Zarzuela de escolta del príncipe niño hace 36 años. Además de secretario general y número dos de la Casa, es la memoria histórica de la monarquía reciente, el hombre que todo lo sabe en palacio y todo lo intuye. Meticuloso hasta la extenuación, Palomo es un servidor leal cuya única ambición es no defraudar nunca al rey. Alfonsín y Palomo, como son conocidos en la Casa, aparecen sentados en la foto detrás del rey durante el desfile militar el pasado 12 de octubre. En esa ocasión, Palomo no vistió uniforme militar, como hace a veces en su afán por pasar lo más desapercibido posible. Nada querrían más estos dos hombres, posiblemente dos de los que más poder atesoran en este país, que ser invisibles para dejar que todo el foco brille sobre el rey, al que han entregado su vida.

El tercero es el periodista catalán Jordi Gutiérrez Roldán, 58 años, que trabajó en TV3 antes de entrar en Zarzuela hace 24 años en el gabinete de Comunicación que ahora dirige. Todos contribuyen con sus ideas al discurso, de la misma manera que lo hicieron al de proclamación el 19 de junio de 2014. En Zarzuela se escribe a varias manos, esta vez también. No hay nadie que haga de Rudyard Kipling, el redactor del primer mensaje navideño de la historia para el rey Jorge V de Inglaterra en 1932. Todo, también las palabras elegidas y el orden de inclusión, es fruto del trabajo de equipo. Pero el rey es el alma de este discurso de apenas dos folios, más breve de lo normal. Alfonsín fue el encargado de enviárselo a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, su interlocutora habitual, abogada del Estado como él. Con ella como enlace del Gobierno está Alfonsín en continuo contacto desde mediados de agosto, cuando se produjo el atentado yihadista en Barcelona. Hubo varios borradores.A última hora de la mañana, el documento está listo para el visto bueno final, el que le da el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, sentado ya frente al rey en el despacho oficial en el palacio de La Zarzuela propiamente dicho, a un kilómetro escaso del edificio donde vive Felipe VI con su familia, el llamado Pabellón del Príncipe. Al igual que Soraya, Rajoy no cambia absolutamente nada. Pasadas las seis de la tarde trabajan en ese mismo despacho las cámaras de Televisión Española de la mano del equipo de institucionales, los mismos que tres años antes fueron conducidos en secreto a grabar el discurso de abdicación de Juan Carlos I. Se graba rápido, el rey tiene interiorizado el discurso desde hace días. Ha pasado la tarde repasándolo y trabajándolo antes de que llegaran los técnicos. Hay partes que se sabe casi de memoria.Finalmente, a las nueve de la noche de ese martes 3 de octubre de 2017, Felipe VI se asoma a la pantalla, como llevan haciendo los reyes más de medio siglo para felicitar la Navidad o hacer una declaración excepcional. La de Felipe VI fue la primera de su reinado, y muy mal tendría que irle a España para que tuviera que volver a intervenir de esa manera un par de veces en su vida. Con el discurso del 3 de octubre puso fin a un mes de cavilaciones. La línea roja la marcaron las leyes de desconexión del Parlamento catalán, pero Zarzuela estaba en modo 24 horas desde el atentado yihadista en Barcelona el 17 de agosto. La manifestación contra el terrorismo el 26 de agosto, con su abucheo organizado contra el rey, les dio la medida de lo que se avecinaba.

Todo el mes de septiembre lo pasó el rey consultando con su sanedrín, que en su totalidad incluye además de los tres mencionados al general José Manuel Zuleta, duque de Abrantes con avenida propia en su Jerez de la Frontera natal y secretario de la reina Letizia, y al diplomático Alfredo Martínez, asturiano como la reina, jefe de protocolo de la Casa. Desde agosto Felipe VI habla a diario con el presidente Rajoy, a veces hasta dos veces. Sabe a lo largo de todo el mes que va a hacer esta intervención y así se lo comunica a algunas personas de fuera de Zarzuela que re reunieron con él a petición suya. Pero no sabe cuándo será el día exacto.Las imágenes del domingo 1-O en Cataluña -unos españoles, civiles, intentando votar ilegalmente para separarse de España y otros españoles, policías, intentando evitarlo- le helaron el corazón. Como jefe del Estado, «símbolo de su unidad y de su permanencia» según la definición que de él hace la Constitución, y como capitán general de los tres ejércitos, supo que había llegado el momento de intervenir. Era lo único que podía hacer: defender el país tal como lo conocemos ahora y todo lo que él mismo y su apellido representan en España desde 1700. Todo eso peligraba seriamente esa primera semana de octubre.«Moncloa pensó que se precipitaba, pero él insistió en hacerlo. El discurso se escribió en Zarzuela y se mostró a Moncloa, que dio luz verde», explican fuentes solventes. El rey guardó las formas institucionales durante 48 horas: dejó que hablara primero el presidente del Gobierno el domingo por la noche, cuando Rajoy negó la existencia del referéndum que todos pudimos ver en directo en las televisiones, y al día siguiente esperó a que el líder del Ejecutivo consultara con sus oponentes políticos, Pedro Sánchez y Albert Rivera.

Aunque el discurso ya estaba listo, el rey pagó un precio por esa espera de 48 horas transcurridas entre el referéndum y el discurso: las redes lo ridiculizaron por su inacción, y con el apodo del Escondido se convirtió en trending topic en Twitter. Sus clientes naturales, la derecha y los pocos monárquicos que hay en España, estaban exasperados. Por WhatsApp mandaron imágenes poco apreciativas. ¿Para qué un rey? ¿Este era el Preparado? Desprecios del tipo «ya lo decía yo» tan típico del Madrid pequeño formado por periodistas, políticos, funcionarios, asesores y correveidiles. Lo que en Zarzuela se denomina «la burbuja» y de la que el rey se siente tan distante. Una Almendra Central que abarca todo lo que ocurre dentro de la M-30, el cinturón que separa a la capital del reino, la de los coches oficiales y los restaurantes caros, de la España normal. Un territorio físico y mental parecido al cinturón que existe en Washington DC, el famoso beltway del que se nutrió el populismo de Trump.

En las horas previas al 3-O, ardía la Almendra Central con indignación. Felipe VI es un hombre prematuramente envejecido con barba cana y patas de gallo. Algunos dicen que su aspecto se debe al enorme esfuerzo que realiza por no levantar la voz, por tragarse sapos con deportividad, por ganarse a pulso el sobrenombre del Paciente, como su abuelo materno, Pablo. En esta corte hermética que es la nueva Zarzuela, Felipe VI muestra además el perfil de un hombre frío que evita las decisiones en caliente. También se achaca a su mujer, la reina Letizia, la capacidad de tomar nota y no olvidar. Cuenta diez antes de estallar, dicen, pero cuando toca lo hace. Como el martes 3 de octubre, cuando en seis minutos acabó con la caricatura de el Quieto, el Ausente, el Falto de Carácter, el Hombre en Manos de su Mujer. Se hizo con otra, la del Rey de Bastos que le han colocado la izquierda más radical, los independentistas catalanes y los nacionalistas vascos. Pero esa es otra historia cuyo final aún no está escrito.

Dos discursos marcan los últimos años de la monarquía española: el de la abdicación de Juan Carlos I el lunes 2 de junio de 2014 y el catalán de Felipe VI el martes 3 de octubre de 2017. Los dos causaron sorpresa. Nadie esperaba que el padre fuera a abdicar. Tampoco que el hijo mostrara tan pronto el hierro del que está hecho. «Es responsabilidad de los legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional... y el normal funcionamiento de las instituciones, la vigencia del Estado de derecho y el autogobierno de Cataluña, basado en la Constitución y en su Estatuto de Autonomía», dijo Felipe VI, vestido de oscuro, a juego con el ambiente sombrío de su despacho. Nada de ramas de olivo o de palabras en catalán, un idioma que domina, como hará también su hija Leonor, la heredera.«No se habla con quien se ha saltado un semáforo. Primero se le multa, y luego se pregunta por qué lo ha hecho», explican en su entorno. «No se renuncia de golpe a un tercio de la población», afirman lejos de su entorno en referencia a esos independentistas catalanes, nacionalistas vascos, izquierdistas y escépticos, los del Rey de Bastos, que a partir de ese momento se sintieron un poco más lejos de esa Corona que Felipe VI lucha por institucionalizar. A falta de encuestas fiables, se estima que en Cataluña el 80% de la población sintió rechazo a sus palabras. Eso incluye a unionistas o constitucionalistas. El resto de España lo aplaudió en proporción similar, a la inversa. «En Madrid se lee mal Cataluña», afirma un empresario catalán cuya compañía ha abandonado el territorio por miedo a la independencia y que lo último que querría es ver una Cataluña independiente. Pero esa misma persona sabe que tiene que convivir con la mitad de la población que no piensa como él: «Desde Madrid se ve todo muy fácil. Desde Barcelona es distinto».Felipe VI no ha variado su posición. El discurso de Navidad incluye un cambio en el tono pero no en el fondo. El Estado español que representa el rey sufrió un disgusto el 21 de diciembre porque los independentistas volvieron a revalidar la mayoría absoluta. El problema político y constitucional es de largo recorrido, pero Felipe VI ya fijó su posición el 3 de octubre: las autoridades catalanas no podrán volver a repetir esa «deslealtad inadmisible».

Fuera de Cataluña, el discurso ha hecho subir enteros la figura del rey. Los más entusiastas lo comparan con el que pronunció el 3 de septiembre de 1939 del rey Jorge VI, padre de la actual reina de Inglaterra, al declarar la guerra a Alemania. Es conocido por la frase «Con la ayuda de Dios prevaleceremos», pero sobre todo por la película El discurso del Rey (2010) sobre el monarca tartamudo, hermano del abdicado duque de Windsor. España no está en guerra con Cataluña, que sigue sin ser una nación extranjera, y el único parecido entre Jorge VI y Felipe VI es el esfuerzo que pone el monarca español en la buena dicción. A base de trabajo, ha conseguido evitar los molestos quiebros de voz.Dentro de dos semanas cumplirá 50 años, esa edad que supuestamente corona la madurez personal y profesional. Felipe VI, el primer rey verdaderamente constitucional de la historia de España, es un hombre discreto, desconfiado y frío que separa con mano de hierro su vida profesional de la personal. Ha aprendido la lección: cometerá otros, pero no los errores que aprendió de su padre. Ese martes, como todos los días entre semana que está Madrid, acabó como empezó: en casa, con su familia.





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[PARLAMENTO] XII Legislatura de las Cortes Generales. Enero, 2018 (III)






Las Cortes Generales representan al pueblo español y están conformadas por el Congreso de los Diputados y el Senado. Ambas Cámaras ejercen la potestad legislativa del Estado, aprueban sus Presupuestos, controlan la acción del Gobierno y tienen las demás competencias que les atribuye la Constitución. 

En los Diarios de Sesiones de las Cámaras se reflejan literalmente los debates habidos en los plenos y las comisiones respectivas y las resoluciones adoptadas en cada una de ellas. Los demás documentos parlamentarios: proyectos de ley, proposiciones de ley, interpelaciones, mociones, preguntas, y el resto de la actividad parlamentaria, se recogen en los Boletines Oficiales del Congreso de los Diputados y del Senado. 

Desde este enlace pueden acceder a toda la información parlamentaria de la presente legislatura, actualizada diariamente. Les recomiendo encarecidamente que la exploren con atención si tienen interés en ello. Y desde estos otros a las páginas oficiales de la

Casa de S.M. el Rey

Congreso de los Diputados
Senado
Presidencia del Gobierno
Tribunal Constitucional
Tribunal Supremo y Consejo General del Poder Judicial
Consejo de Estado
Boletín Oficial del Estado

Parlamento Europeo

Consejo Europeo y Consejo de la Unión Europea
Comisión Europea
Tribunal de Justicia de la Unión Europea
Tribunal Europeo de Derechos Humanos
Diario Oficial de la Unión Europea

Parlamento de Canarias
Gobierno de Canarias
Cabildo de Gran Canaria
Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria

Se reanuda la actividad parlamentaria tras las vacaciones navideñas. Estas son las reuniones celebradas la pasada semana. 

MARTES, 16 DE ENERO
Comisión de Investigación de la Crisis Financiera en España del Congreso

MIÉRCOLES, 17 DE ENERO
Comisión para la Evaluación y Modernización del Estado Autonómico del Congreso 
Comisión de Empleo y Seguridad Social del Senado
Comisión de Cooperación Internacional para el Desarrollo del Senado

JUEVES, 18 DE ENERO
Comisión de Interior del Senado
Comisión de Energía, Turismo y Agenda Digital del Senado

Desde los enlaces anteriores pueden acceder a los Diarios de sesiones respectivos.  

Esta es la agenda de trabajo de las Cortes Generales prevista para esta semana tanto en el Congreso como en el Senado.

Desde este enlace pueden acceder al programa semanal que RTVE ofrece sobre la actividad parlamentaria.

Y desde este otro a la página oficial de las Cortes Generales, permanentemente actualizada, dedicada a la Conmemoración del 40º aniversario de la Constitución de 1978.







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[HUMOR EN CÁPSULAS] Para hoy lunes, 22 de enero





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción.

En la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en Canarias7, El Mundo, El País y La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





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domingo, 21 de enero de 2018

[A VUELAPLUMA] El hundimiento del catalanismo





Artur Mas es el máximo responsable de la derrota y destrucción del catalanismo político, afirma el periodista Lluís Bassets, director adjunto del diario El País. Lo tuvo todo y todo lo ha perdido, comienza diciendo. Lo quiso todo y nos ha dejado sin nada. Hasta ahora, los grandes políticos de este país habían hecho mucho con muy poco, a veces sólo con un gesto o una palabra. Este político que ahora dice que se va, en cambio, es exactamente el caso contrario. Teniendo en sus manos el poder más extraordinario que nunca se haya concentrado en las manos de un partido catalán, lo ha dilapidado y destruido, destruyendo además otras muchas cosas, empezando por su propia carrera y la de numerosos compañeros de partido y de alianzas, siguiendo por la estructura entera del sistema de partidos catalanes, y terminando, incluso, por las ideas y los valores de la ideología y de la cultura política central en Cataluña que es la del catalanismo político.

Todo esto es obra de Artur Mas. Con colaboraciones numerosas y con complicidades abundantes, con responsabilidades compartidas ampliamente en el mundo periodístico, intelectual, artístico, deportivo, mediático y empresarial. Pero tratándose de quien quería ser un líder, el líder supremo, el que mantenía más altas las apuestas y aseguradas las posibilidades de negociación y de victoria, suya es la responsabilidad máxima y la mayor de todas, y a él le corresponde responder ante sus conciudadanos, los catalanes, con independencia de las deudas que tenga que resolver ante la justicia, y responder exactamente por el hundimiento al que nos ha llevado con sus políticas y sus decisiones concretas, por la derrota de dimensiones históricas a la que él y los suyos nos han abocado a todos.

Quiso organizar la 'casa grande del catalanismo' y el catalanismo se ha encogido y cuarteado hasta quedarse ahora sin casa. Planteó una 'transición nacional', y nos encontramos ahora con una regresión nacional: en lugar de la independencia, una marcha acelerada hacia la pre-autonomía. Pretendió organizar Cataluña como un Estado propio dentro de Europa y Europa no quiso saber nada del nuevo Estado que se le anunciaba. Quiso internacionalizar el conflicto y ha conseguido el más alto nivel de desprestigio y de enemistad con que haya contado Cataluña dentro de España y de Europa en toda su historia. Quiso hacer más pequeña y más débil a España y ha conseguido hacer más pequeña y más débil a Cataluña. Todo lo confió al ejercicio del derecho a la autodeterminación, presentado como derecho a decidir, ejercido unilateralmente, y ahora ni siquiera mantiene vigencia y futuro la idea de una consulta o de un referéndum legal y acordado. Hizo de la independencia un objetivo creíble y al alcance de la mano y ha quemado la idea de independencia probablemente para décadas.

Cataluña se ha visto confrontada, gracias a los errores del independentismo, que son los errores de Artur Mas, a la cruda realidad de su peso, su fuerza y su dimensión geopolítica dentro de España y dentro de Europa. Mas es responsable máximo de los tres errores más importantes cometido por el independentismo a la hora de enfrentarse con su proyecto. Un primer error de análisis irrealista de la correlación de fuerzas, un segundo error de tergiversación de cara a los ciudadanos respecto a las posibilidades reales de alcanzar los objetivos propuestos y un tercer error, el más grave, de sustitución del método posibilista del catalanismo de probada eficacia historia por un experimento rupturista y de confrontación con España y con el mundo entero si era necesario.

La realidad de España era mucho más sólida y seria de lo que Mas había explicado. La economía y las empresas no tenían simpatía alguna, como Mas pretendía, con un proyecto que fabricaba inseguridad jurídica y resultaba en una inestabilidad hostil a las leyes del mercado. La diversidad de la sociedad catalana era incompatible con un proyecto que no ha dudado en acogerse finalmente a una idea de identidad de carácter etno-nacionalista, despertando en consecuencia reflejos nacionalistas de signo contrario. La Constitución española era mucho más firme y eficaz de lo que había pensado Mas con sus frívolas astucias para esquivar o impugnar el marco legal.

Pero todas estas responsabilidades son plurales y compartidas, y forman parte de ‘la confabulación de los irresponsables’, que tan bien ha explicado Jordi Amat en su libro del mismo título, y que afecta a todos los partidos y a un buen puñado de dirigentes, no únicamente a Artur Mas. Dentro de estas irresponsabilidades encabezadas por Mas, hay algunas decisiones pertenecen directamente a la persona que las tomó, como son las convocatorias electorales o las disoluciones de los Parlamentos, atribuciones específicas del presidente de la Generalitat. Y también aquí las equivocaciones de Mas son desgraciadamente memorables: disolvió cuando no lo tenía que hacer y no lo hizo cuando era necesario, respectivamente en 2012 y 2015, por lo que cae sobre sus hombros la responsabilidad de entregar la llave de la estabilidad parlamentaria a la CUP, una fuerza desestabilizadora por definición y que sólo le interesa participar en mayorías que se dediquen a desestabilizar y vulnerar la legalidad constitucional.

Que lo hiciera el hombre vocacionalmente señalado para dirigir la centralidad sociológica del país, para representar a la burguesía y a las clases medias y asegurar la prosperidad y la buena marcha de la economía, para pactar con Madrid y con Bruselas, es el mayor y el más imperdonable de los pecados. Ungido como el presidente de la continuidad pactista y posibilista, Artur Mas se convirtió en el líder populista y rupturista, capaz de dividir a los catalanes, enfrentarlos con España y arrancarlos si hacía falta del marco europeo. La designación de Puigdemont como sucesor es la culminación del disparate y de las cumbres de desprestigio a los que nos ha llevado esta ‘confabulación de irresponsables’.

Nada de positivo hay en su legado. Si la historia tiene algo de piedad de su paso por la máxima responsabilidad política catalana, le dejará en el olvido de una nota al pie insignificante. Si es un poco más atenta y rigurosa, le dedicará uno de los capítulos más negativos de la historia de Cataluña, el que corresponde a quien ha dilapidado la herencia espléndida que han recibido y solo ha dejado tras de sí una casa en ruinas.






Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt






HArendt






Entrada núm. 4213
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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)