lunes, 29 de enero de 2018

[PARLAMENTO] XII Legislatura de las Cortes Generales. Enero, 2018 (IV)






Las Cortes Generales representan al pueblo español y están conformadas por el Congreso de los Diputados y el Senado. Ambas Cámaras ejercen la potestad legislativa del Estado, aprueban sus Presupuestos, controlan la acción del Gobierno y tienen las demás competencias que les atribuye la Constitución. 

En los Diarios de Sesiones de las Cámaras se reflejan literalmente los debates habidos en los plenos y las comisiones respectivas y las resoluciones adoptadas en cada una de ellas. Los demás documentos parlamentarios: proyectos de ley, proposiciones de ley, interpelaciones, mociones, preguntas, y el resto de la actividad parlamentaria, se recogen en los Boletines Oficiales del Congreso de los Diputados y del Senado. 

Desde este enlace pueden acceder a toda la información parlamentaria de la presente legislatura, actualizada diariamente. Les recomiendo encarecidamente que la exploren con atención si tienen interés en ello. Y desde estos otros a las páginas oficiales de la

Casa de S.M. el Rey

Congreso de los Diputados
Senado
Presidencia del Gobierno
Tribunal Constitucional
Tribunal Supremo y Consejo General del Poder Judicial
Consejo de Estado
Boletín Oficial del Estado

Parlamento Europeo

Consejo Europeo y Consejo de la Unión Europea
Comisión Europea
Tribunal de Justicia de la Unión Europea
Tribunal Europeo de Derechos Humanos
Diario Oficial de la Unión Europea

Parlamento de Canarias
Gobierno de Canarias
Cabildo de Gran Canaria
Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria

La actividad parlamentaria de la pasada semana ha sido escasa: 


LUNES, 22 DE ENERO
CONGRESO

MARTES, 23 DE ENERO
CORTES GENERALES
Comisión Mixta para la Unión Europea
Comisión de Educación y Deporte

JUEVES, 25 DE ENERO
CONGRESO
Comisión de Empleo y Seguridad Social

Desde los enlaces anteriores pueden acceder a los Diarios de sesiones respectivos.  

Esta es la agenda de trabajo de las Cortes Generales prevista para esta semana tanto en el Congreso como en el Senado.

Desde este enlace pueden acceder al programa semanal que RTVE ofrece sobre la actividad parlamentaria.

Y desde este otro a la página oficial de las Cortes Generales, permanentemente actualizada, dedicada a la Conmemoración del 40º aniversario de la Constitución de 1978.







Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[HUMOR EN CÁPSULAS] Para hoy lunes, 29 de enero





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción.

En la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en Canarias7, El Mundo, El País y La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt






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domingo, 28 de enero de 2018

[A VUELAPLUMA] Internet y redes sociales en la esfera pública





La esfera pública ya no es lo que era, comenta en El País Diego Beas, analista político y autor del libro La reinvención de la política (Península). En menos de 25 años, hemos pasado de la utopía del Internet libertario a una red privatizada y diseñada para beneficiar a un puñado de grandes tecnológicas. El resultado es que ahora la información se halla más centralizada que nunca.

Un estudio reciente del Reuters Institute for the Study of Journalism de la Universidad de Oxford, comienza diciendo Beas, llegaba a una sorprendente y reveladora conclusión sobre la configuración de la opinión y los flujos de información en la esfera pública de 2017. Más de la mitad de la ciudadanía se informa ya a través de redes sociales. Y de esa mitad, más del 50% no recuerda correctamente las fuentes de la información (el estudio se titula I saw the news on Facebook). En otras palabras, pierden relevancia y autoridad las fuentes al tiempo que se aplanan las jerarquías. En la esfera pública ultrarápida y con más información que nunca —que no mejor informada— del siglo XXI, para muchos, una noticia pescada al vuelo en una red social tiene la misma legitimidad que el trabajo serio de una investigación periodística rigurosa.

Estamos, por tanto, ante una grave erosión no solo de la legitimidad y el ordenamiento informativo que han aportado a la discusión pública los medios de comunicación, sino también ante un problema epistemológico de primer orden. La famosa sentencia de Friedrich Nietzsche “no hay hechos, solo interpretaciones”, cobra nuevos significados. De la subjetividad filosófica de la interpretación individual a la que se refería el filósofo damos paso a nuevas formas de subjetivación colectiva que difuminan y empobrecen los espacios de discusión y entendimiento públicos. Se achican esos espacios y se vuelven diques ideológicos gobernados por los resortes emocionales de las interpretaciones y la claustrofobia de las “cámaras de eco”.

Tres procesos políticos recientes no se podrían entender sin analizar el papel de estas nuevas dinámicas en la esfera pública: el Brexit, la elección de Donald Trump y el procés en Cataluña. Tres procesos de naturaleza política muy distinta que comparten el desfondamiento de la esfera pública como espacio de discusión racional y entendimiento colectivo. O, como lo resumió atinadamente Máriam Martínez-Bascuñán en estas páginas: “Lo que se ha roto es la conversación pública…, los bandos en liza habitan en realidades paralelas… encerrados en una verdad tiránica”.

Aunque las cifras del Reuters Institute se centran en Reino Unido, grosso modo, se pueden extrapolar a buena parte de las democracias occidentales que habían conseguido establecer opiniones públicas vigorosas e informadas en el modelo Habermasiano (comunidad de “personas privadas reunidas como un público que articula las necesidades sociales con el Estado”).

Ese espacio de deliberación colectiva se enfrenta a una de las transformaciones más significativas de su historia y amenaza la esencia misma de la gobernanza y las instituciones democráticas. Las causas son complejas y vienen de tiempo atrás (en EE UU, por ejemplo, el descrédito de los medios está claramente documentado desde el caso Watergate, a principios de los setenta). Sin embargo, la adopción extendida de las tecnologías de la información y los servicios derivados de estas en la última década y media han acelerado claramente la tendencia (como diría Enric Juliana: “Fabricar solemnidad en tiempos de Internet no es fácil”).

Para constatarlo solo hace falta analizar el testimonio que ofrecieron en noviembre pasado tres grandes tecnológicas —Twitter, Facebook y Google— al comité de inteligencia del Congreso estadounidense. Facebook reconoció por primera vez que a lo largo de la elección presidencial de 2016, 126 millones de personas (más de un tercio de la población estadounidense) estuvieron expuestas a las fake news diseminadas mayoritariamente por intereses rusos. La compañía dio a conocer también por vez primera los contenidos de algunos de los miles de anuncios electorales producidos por la agencia paraestatal de propaganda rusa Internet Research Agency. Un nuevo tipo de publicidad electoral solo accesible por emisor y receptor que elude todas las regulaciones, estándares de transparencia y mecanismos de rendición de cuentas electorales. Publicidades diseñadas para manipular segmentos clave de la opinión pública y taladrar mensajes tipo los 350 millones de libras semanales que supuestamente se ahorraría Reino Unido si ganaba la campaña del Leave en el referéndum o el “no saldremos de la Unión Europea” de los independentistas catalanes.

Un breve paréntesis para contextualizar y desmitificar el recurso reflexivo utilizado por medios bienpensantes que creen no forman parte de estas dinámicas: el fact-checking o las pruebas de verificación. No funcionan. Al menos no para disipar desinformación e incentivar la rendición de cuentas. Estudio tras estudio demuestra que los intentos por clarificar este tipo de afirmaciones contribuyen principalmente a extender más las falsedades, a reforzar los sesgos cognitivos y a endurecer todavía más las posiciones en liza.

Lo que nos lleva a un aspecto fundamental del cambio de modelo de esfera pública: la privatización —y comercialización— de la conversación. En menos de 25 años hemos pasado de la utopía del Internet libertario de los años noventa y la primera década del nuevo siglo a una red privatizada y diseñada como escaparate comercial para beneficiar los intereses de un puñado de grandes tecnológicas. Sistemas expresamente diseñados para lucrar con la llamada “economía de la atención” a través de una selección sesgada que intencionalmente apela a los extremos del discurso político. Una conversación “pública” irónicamente mantenida dentro y reglada por plataformas tecnológicas privadas (uwalled gardens se les llama en el mundo del software). El famoso “el medio es el mensaje” (1964), de McLuhan, llevado a su apoteosis.

Según el Interactive Advertising Bureau, en 2016 el 99% del crecimiento de la publicidad digital se lo repartieron Facebook y Google en exclusiva. Dejando solo migajas para los medios propiamente informativos. La celebrada desintermediación de la información de hace una década convertida hoy en esfera pública intervenida, más centralizada que nunca. La punta del iceberg de un fenómeno que algunos analistas llaman surveillance capitalism (capitalismo de la vigilancia). La articulación de un sistema económico basado en la vigilancia pormenorizada de cada clic, movimiento físico, padecimiento, influencia ideológica, amistad, etcétera. Todo monitorizado al instante y al servicio de los intereses comerciales de este nuevo ecosistema digital.

En un artículo reciente para Vox.com, David Roberts, el primero en utilizar el término posverdad (en 2010, en el contexto de los diferentes intentos por desacreditar investigaciones científicas sobre el cambio climático), llegaba a la conclusión de que entramos en la era de las “epistemologías tribales”. Realidades cognitivas e informativas paralelas que no se comunican entre sí y que intervienen en el debate político motivadas por su propia versión de los hechos. Es decir, la antítesis de ese espacio de conversación y entendimiento colectivo llamado esfera pública que homologaba la realidad y que resulta imprescindible para sostener el edificio democrático.



Dibujo de Nicolás Aznárez para El País



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[TRIBUNA DE PRENSA] Lo mejor de la semana. Enero, 2018 (IV)






Dicen que elegir es descartar. Estoy de acuerdo, y asumo la responsabilidad que me quepa por mi elección. Aquí les dejo los Tribuna de prensa que durante la pasada semana he ido subiendo a Desde el trópico de Cáncer. Tres, como máximo, cada día. Como dijo Hannah Arendt espero que les inviten a pensar para comprender y comprender para actuar. La vida, a fin de cuentas, no va de otra cosa que de eso. Se los recomiendo encarecidamente. Creo que merecen la pena.

DOMINGO, 21 DE ENERO
Guerra Garrido, un resistente, por Fernando Aramburu
Traidora Atwood, por Elvira Lindo
El fuego y la furia, por Mario Vargas Llosa

LUNES, 22 DE ENERO
No pudimos, por Sergio del Molino
¿Debe volver la "mili" a España?, por Rubén Amón
Europa espera a Merkel, por Klaus Geiger

MARTES, 23 DE ENERO
Analfos, por Félix de Azúa
Daño nuevo, por David Trueba
El florentinismo catalán, por Josep M. Colomer

MIÉRCOLES, 24 DE ENERO
Y el Papa llamó mentirosos a los abusados, por Leila Guerriero
Pregúntale a un adulto, por Manuel Jabois
Alaska y Ciudadanos, por Sandra León

JUEVES, 25 DE ENERO
Un Rey y un Papa con bolas, por Raúl del Pozo
Voltaire y Rousseau discuten en el siglo XXI, por José Andrés Rojo
El verdadero consenso, por Francesc de Carreras

VIERNES, 26 DE ENERO
Inquisidores, por Juan José Millás
El enigma de Ciudadanos, por Fernando Vallespín
Víctimas del puritanismo, por Rebeca Yanke

SÁBADO, 27 DE ENERO
Filosofía, por Julio Llamazares
Infección, por Fernando Savater
El Frankenstein del neoliberaismo, por Máriam Martínez-Bascuñán

Y desde los enlaces de más abajo pueden acceder a algunos de los diarios y revistas más relevantes de España y del mundo, actualizados continuamente. Espero que los disfruten:

The Washington Post (EUA)
El País (España)
Le Monde (Francia)
The New York Times (EUA)
The Times (Gran Bretaña)
Le Nouvel Observateur (Francia)
Chicago Tribune (EUA)
El Mundo (España)
La Vanguardia (España)
Los Angeles Times (EUA)
Canarias7 (España)
El Universal (México)
Clarín (Argentina)
L'Osservatore Romano (Vaticano)
La Voz de Galicia (España)
NRC (Países Bajos)
La Stampa (Italia)
Frankfurter Allgemeine Zeitung (Alemania)
Le Figaro (Francia)
Tages Anzeiger (Suiza)
Komsomolskaya Pravda (Rusia)
Excelsior (México)
Die Welt (Alemania)
El Nuevo Herald (EUA)
Revista de Libros (España)
Letras Libres (España)
Claves de Razón Práctica (España)
Cuadernos para el diálogo (España)
Litoral (España)
Jot Down (España)
Real Instituto Elcano (España)
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (España)
Der Spiegel (Alemania)
The New Yorker (EUA)
Política Exterior (España)
Cidob (España)
Concilium (España)
Le Monde Diplomatique (Francia)
Le Nouvel Afrique (Bélgica)
Time (EUA)
Life (EUA)
Revista Española de Ciencia Política (España)
Cambio16 (España)
Jeune Afrique (Francia)
Tiempo (España)
Historia y Política (España)
Newsweek (Estados Unidos)
Nature (Estados Unidos)
Historia National Geographic (España)
Paris Match (Francia)
Instituto Nacional de Estadística (España)
Y desde estos otros a los especiales sobre:



Contra la tormenta. Rotterdam, Países Bajos


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[HUMOR EN CÁPSULAS] Para hoy domingo, 28 de enero





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción.

En la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en Canarias7, El Mundo, El País y La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt






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sábado, 27 de enero de 2018

[A VUELAPLUMA] El feminismo de las francesas





A Simone de Beauvoir le sorprendieron, ya en 1947, las profundas diferencias que existen entre Estados Unidos y Francia en las relaciones de hombres y mujeres. La cultura francesa, comenta en El País Agnès Poirier, escritora y comentarista política, y autora del libro Left Bank, Arts, Passion and the Rebirth of Paris 1940-1950, de próxima publicación, considera que la seducción es un juego inocuo y agradable.

Igual que los estadounidenses sienten desde hace mucho tiempo cierta fascinación por las francesas y sus actitudes respecto al amor y el sexo, comienza diciendo Poirier, los franceses se han sentido siempre intrigados por las opiniones de los estadounidenses sobre el sexo, las normas sexuales y las relaciones entre hombres y mujeres. Un ejemplo fue Simone de Beauvoir.

En América día a día, que escribió cuando vivió en Estados Unidos en 1947, la autora observaba a sus homólogas estadounidenses con una perplejidad que todavía hoy caracteriza las relaciones entre las mujeres de los dos países. “La mujer americana es un mito”, escribió. “Se la suele considerar una mantis religiosa que devora al varón. La comparación es acertada, pero incompleta”.

En Estados Unidos, Beauvoir tuvo la sensación de que existía una especie de muro invisible entre hombres y mujeres que, en su opinión, no existía en Francia. La forma de vestirse de las estadounidenses, escribió, era “violentamente femenina, casi sexual”. Hablaban de los hombres sin ocultar su animosidad: “Una noche me invitaron a una cena solo de chicas: por primera vez en mi vida no sentí que era una cena de mujeres, sino una cena sin hombres”. Las estadounidenses “no sienten sino desprecio por las francesas, siempre demasiado dispuestas a agradar a sus hombres y demasiado complacientes con sus caprichos, y muchas veces tienen razón, pero la ansiedad con la que se aferran a su pedestal moral es una debilidad”.

Simone de Beauvoir escribiría posteriormente la biblia del feminismo del siglo XX, El segundo sexo, y sus textos, junto con su rica vida amorosa (que incluyó relaciones con alumnos suyos, tanto hombres como mujeres), siguen inspirando hoy las opiniones de las feministas francesas.

Se han sentido ecos de Beauvoir estos días, en la carta abierta publicada en Le Monde y firmada por un centenar de mujeres francesas muy conocidas, entre ellas la actriz Catherine Deneuve y la escritora Catherine Millet, que reclama una actitud más matizada ante el acoso sexual que la que propone la campaña de #MeToo.

“Se quiere acabar con toda la ambigüedad y todo el encanto de las relaciones entre hombres y mujeres”, explicó en la BBC una de las firmantes, la escritora Anne-Elisabeth Moutet. “Nosotras somos francesas y creemos en las zonas grises. Estados Unidos es distinto. Para ellos, todo es blanco y negro, y hacen ordenadores estupendos. Nosotras creemos que las relaciones humanas no se pueden abordar así”. Moutet dice cosas parecidas a las que decía Beauvoir: “En Estados Unidos, el amor se menciona casi exclusivamente en términos higiénicos. La sensualidad solo se acepta de forma racional, que es otra manera de rechazarla”.

En Francia, el escándalo de Harvey Weinstein ha causado tanta impresión como en Estados Unidos, pero de distinta forma. Al principio, muchas actrices francesas —Léa Seydoux, por ejemplo— empezaron a contar públicamente sus historias personales. Poco después de que naciera la campaña de #MeToo surgió un equivalente francés, #BalanceTonPorc (Denuncia a tu cerdo), que se hizo muy popular. Mujeres de todos los orígenes y todos los ámbitos profesionales empezaron a denunciar en Twitter a los depredadores sexuales, a publicar los nombres de antiguos jefes o colegas que presuntamente las habían acosado. El resultado fue una ola de suspensiones y despidos.

Hasta que, unas semanas después, la actitud de Francia empezó a cambiar. Los intelectuales empezaron a expresar su preocupación porque las denuncias estaban yendo demasiado lejos. Catherine Deneuve, en una entrevista televisada, declaró: “No voy a defender a Harvey Weinstein, desde luego. Nunca me gustó. Siempre me pareció que tenía algo inquietante”. Sin embargo, dijo que le parecía estremecedor “lo que está pasando en las redes sociales. Es excesivo”. Y no era la única.

Las recientes exhibiciones de solidaridad entre las mujeres estadounidenses, en la portada de Time y en la ceremonia de los Globos de Oro —donde aparecieron vestidas de negro y con los broches de Time’s Up—, tenían algo que pareció provocar la irritación en Francia. En la carta de hace unos días, las firmantes dicen que les preocupa que se haya puesto en marcha la “policía del pensamiento” y que cualquiera que exprese su desacuerdo sea tachado de cómplice y traidor. Señalan que las mujeres no son niñas a las que se deba proteger. Y añaden algo más: “No nos reconocemos en este feminismo que incluye el odio a los hombres y a la sexualidad”.

Aunque sea un cliché, nuestra cultura, para bien o para mal, considera que la seducción es un juego inocuo y agradable, que se remonta a los tiempos del “amor cortés” medieval. Por eso siempre ha habido una especie de armonía entre los sexos que es particularmente francesa. Eso no significa que en Francia no haya sexismo; por supuesto que sí. Tampoco significa que no critiquemos las acciones de hombres como Weinstein. Lo que pasa es que desconfiamos de cualquier cosa que pueda alterar esa armonía.

En los últimos 20 años, aproximadamente, ha surgido un nuevo feminismo francés, importado de Estados Unidos, que ha adoptado esa paranoia antimasculina que describía Beauvoir y que nos es bastante ajena. Se ha apoderado de #MeToo en Francia y se ha manifestado ruidosamente contra la carta encabezada por Deneuve. Hoy, las mujeres francesas también tienen las cenas “de chicas” que le resultaban tan extrañas a Simone de Beauvoir.

Cuando se publicó América día a día, las estadounidenses se indignaron. La novelista Mary McCarthy no soportó el libro. “Mademoiselle Gulliver en América”, escribió, “que baja del avión como si fuera una nave espacial, dotada de unos anteojos metafóricos, deseosa, como una niña, de probar los deliciosos caramelos de esta civilización lunar tan materialista”.

En muchos aspectos, era fácil reírse de Simone de Beauvoir: tenía un estilo directo, autoritario, confiado, que quizá parecía arrogante a los lectores poco acostumbrados. Pero la reacción epidérmica en Estados Unidos, entonces y ahora, pone quizá de relieve lo acertado de la crítica francesa. Para muchas de nosotras, las palabras de Simone de Beauvoir podrían haberse escrito ayer mismo: “En Estados Unidos, las relaciones entre los hombres y las mujeres son de guerra permanente. Es como si, en realidad, no se gustaran. Como si fuera imposible la amistad entre ellos. Se nota la desconfianza mutua, la falta de generosidad. Su relación, muchas veces, consiste en pequeños agravios, pequeñas disputas, breves victorias”.



Dibujo de Enrique Flores para El País


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