jueves, 8 de marzo de 2018

[HUMOR EN CÁPSULAS] Para hoy jueves, 8 de marzo





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción.

En la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en Canarias7, El Mundo, El País y La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt






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miércoles, 7 de marzo de 2018

[PÍLDORAS LITERARIAS] Hoy, con "Última", de Luis Britto García





La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 


Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? 

Continúo hoy la serie de píldoras literarias con el minirrelato Última, de Luis Britto García, abogado, escritor, historiador, ensayista y dramaturgo venezolano, doctor en Derecho, exalumno de L'École des Hautes Études en Sciences Sociales en París y profesor de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela. Partidario de las políticas del expresidente venezolano Hugo Chávez, ha representado al gobierno venezolano en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Les dejo con su minirrelato, que tiene trece palabras y se publicó en La otra mirada por David Lagmanovich. Dice así:

ÚLTIMA

La última muerte 
se me olvidó, 
que es como si hubiera muerto 
doblemente.





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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[HUMOR EN CÁPSULAS] Para hoy miércoles, 7 de marzo





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción.

En la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en Canarias7, El Mundo, El País y La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt






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martes, 6 de marzo de 2018

[A VUELAPLUMA] Con las ropas del XIX






Los discursos nacionalistas recuperan hoy viejos reclamos identitarios y evitan enfrentarse a los retos del presente. Es como si quisiesen vivir en pleno siglo XXI con los ropajes del XIX, escribe en El País el historiador y sociólogo José Andrés Rojo. 

Hay algunos episodios que están ocurriendo ahora que parecen remedar a otros que sucedieron en el siglo XIX. Mejor dicho, durante el último tercio del siglo XIX. Por entonces se produjo ya una primera globalización que conectó a gentes de países distintos y que facilitó enormemente la comunicación entre mundos que antes habían vivido de espaldas, ignorándose por completo. Se produjeron, además, un montón de atentados: la rabia y el rencor crecieron en los márgenes del sistema y floreció el nihilismo. Muchos anarquistas encarnaron esa furia y, como hacen hoy los terroristas islamistas (salvando las distancias, los métodos, los objetivos y todo lo que se quiera), procedieron a liquidar a jefes de Estado, primeros ministros, políticos de la más variada ralea e, incluso, a la emperatriz Sissi. Iba paseando con una de sus damas de compañía, se le acercó un tipo con un estilete, se lo clavó en el corazón. Fin.

Fue también una temporada en que florecieron los nacionalismos. Esta fiebre, que arrancó con los románticos, fue tomando posiciones cada vez más agresivas y sofisticadas. El gran desafío era el de seducir a las masas y el camino más rápido pasaba por encender sus emociones. La nueva política decidió entonces explotar a fondo los símbolos. Himnos, marchas, monumentos, mitos. “Había que inventar juegos y deportes públicos, festejos y ceremonias, con el fin de que el pueblo pudiera imbuirse de la virtud del patriotismo y resistirse a distracciones como la de teatros, óperas o comedias”. La recomendación era de Rousseau, y los nacionalistas la siguieron al pie de la letra.

Richard Wagner fue uno de los grandes artífices en la recuperación de las auténticas esencias de Alemania. Supo trasladar a sus óperas los anhelos utópicos de la clase media, y lo hizo a través de una fórmula feliz: el alma debía hacer un esfuerzo para alzarse por encima del mundo presente “hasta alcanzar una unidad superior mediante memorias ancestrales”. Así explicó el historiador George L. Mosse en su libro sobre la nacionalización de las masas el poder del mythos, el camino más rápido para conectar con lo más profundo del Volk, del pueblo, e instalarse en el ser verdadero e inmutable.

En ésas andamos. Y lo peor de todo es que ya no son sólo los nacionalismos los que reclaman a las masas que recuperen su verdadero ser. También le han entrado esos apretones a la izquierda, que ya no anda pensando en políticas concretas que favorezcan a los más desprotegidos, sino que no deja de mirarse en el espejo para reconocer quién de todos los que la encarnan es de verdad el más auténtico.

Nietzsche estuvo muy próximo a Wagner y la ruptura con su gran amigo fue para él devastadora. Cuando luchaba por superarla escribió El viajero y su sombra. Harto de todos los curadores de almas que invitaban a realizar grandes viajes para encontrar esas esencias remotas, reclamaba ocuparse de “las cosas más cercanas”, que son las que de verdad importan. Quizá sea un buen momento para escucharlo, ahora que en el siglo XXI tan fascinados estamos por las cuitas del XIX.



Representación de "Parsifal", de Richard Wagner (2005)


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[GALDÓS EN SU SALSA] Hoy, con "Miau"



Estatua de Galdós (Pablo Serrano, Las Palmas GC)


Si preguntan ustedes a cualquier canario sobre quien en es su paisano más universal no tengan duda alguna de cual será su respuesta: el escritor Benito Pérez Galdós. Para conmemorar su nacimiento, del que van a cumplirse 175 años, he ido subiendo al blog a lo largo de los últimos meses su copiosa obra narrativa, que comencé con el primero de sus Episodios Nacionales, colección de cuarenta y seis novelas históricas escritas entre 1872 y 1912 que tratan acontecimientos de la historia de España desde 1805 hasta 1880, aproximadamente. Sus argumentos insertan vivencias de personajes ficticios en los acontecimientos históricos de la España del XIX como, por ejemplo, la guerra de la Independencia Española, un periodo que Galdós, aún niño, conoció a través de las narraciones de su padre, que la vivió. 

Nacido en Las Palmas de Gran Canaria, en las islas Canarias, el 10 de mayo de 1843 y fallecido en Madrid el 4 de enero de 1920, Benito Pérez Galdós fue un novelista, dramaturgo, cronista y político español, uno de los mejores representantes de la novela realista del siglo XIX y un narrador esencial en la historia de la literatura en lengua española, hasta el punto de ser considerado por especialistas y estudiosos de su obra como el mayor novelista español después de Cervantes. Galdós transformó el panorama novelístico español de la época, apartándose de la corriente romántica en pos del realismo y aportando a la narrativa una gran expresividad y hondura psicológica. En palabras de Max Aub, Galdós, como Lope de Vega, asumió el espectáculo del pueblo llano y con su intuición serena, profunda y total de la realidad, se lo devolvió, como Cervantes, rehecho, artísticamente transformado. De ahí, añade, que desde Lope, ningún escritor fue tan popular ni ninguno tan universal, desde Cervantes. Fue desde 1897 académico de la Real Academia Española y llegó a estar propuesto al Premio Nobel de Literatura en 1912. 

Subo hoy al blog su novela Miau, en la edición digital de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, de la Universidad de Alicante, basada en la de Madrid, Imprenta de La Guirnalda, de 1888, que se encuentra en la Biblioteca Nacional de España, en Madrid.

La novela, dentro del ciclo de las "Novelas españolas contemporáneas", se encuadra en el género realista, satirizando el Madrid burocrático de finales del siglo XIX a partir de las vicisitudes vitales de su protagonista, Ramón Villaamil, un competente exempleado del Ministerio de Hacienda, al que una serie de intrigas han dejado cesante. Escrita en cinco semanas, Galdós redactó dos versiones y aún realizaría abundantes cambios ante las galeradas de las pruebas de imprenta. El autor canario la describe como "obra ligera y de poca piedra". Sin embargo, tanto Pereda como «Clarín» la valoraron y reconocieron. 

En el escenario del Madrid galdosiano de la segunda mitad del siglo XIX,​ ya restaurada la monarquía borbónica, dos familias del entorno de la Administración del Estado comparten éxitos y fracasos. El pulso narrativo, el mismo que en la historia de la literatura europea se hará angustioso con Dostoievski y alucinante con Kafka, palpita en Miau siguiendo el péndulo vital de un reloj anclado en un piso madrileño de la baja burguesía "con sus olores, sus ruidos —la sartén, la escoba, el canto de las mujeres—, sus ventanas y balcones por donde entra la luz de Madrid, que eleva todo a rango de arte". En ese escenario doméstico entran y salen, además de Villaamil: Doña Pura, la mujer del cesante, que despilfarra el menguante presupuesto y forma coro de inútiles con Milagros, hermana de Villaamil, y Abelarda, la apocada e inestable hija del protagonista. El contrapunto lo ponen dos varones antitéticos, Víctor Cadalso —el malo de esta tragicomedia—, viudo, funcionario en ascenso gracias a sus vicios personales, y su hijo, nieto de Villaamil, Luisito.






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[HUMOR EN CÁPSULAS] Para hoy martes, 6 de marzo





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción.

En la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en Canarias7, El Mundo, El País y La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt






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lunes, 5 de marzo de 2018

[A VUELAPLUMA] ¿Desnacionalizar el Estado, una posible solución?





Quizás la salida consista hoy y ahora en avanzar hacia una desnacionalización de la idea de Estado que permita trasladar la cuestión sobre lo que es la nación a las creencias particulares de cada uno, comenta en El País Jorge Urdánoz Ganuza, profesor de Filosofía del Derecho de la Universidad Pública de Navarra.

Fue nada menos que Felipe González, comienza diciendo Urdánoz, quien, en un artículo escrito junto a Carme Chacón, definió a Cataluña como una “nación sin Estado” (Apuntes sobre Cataluña y España,EL PAÍS, 26/7/2010). A su compañero Rodríguez Ibarra aquello le pareció algo cercano al sacrilegio: “Confieso que mi sorpresa fue equiparable a la que podría haber experimentado un cristiano al que, después de creer toda la vida en la existencia de un Dios único y verdadero, el Papa de Roma le anunciara que todo era mentira y que ese Dios no existe”, declaró compungido.

Ese metafórico Dios al que alude Ibarra no puede ser otro, claro, que la nación española, entidad a la que las palabras de Felipe habrían condenado de un plumazo al limbo de la inexistencia. Una herejía, la felipista, que continuaba hurgando en la herida, pues no solo ocurría que, en la medida en que existiera una nación catalana, entonces la nación española se vería irremediablemente cercenada en una de sus extremidades, sino que, profundizando en el anatema, el expresidente venía a concebir a España como “nación de naciones”, con lo que las amputaciones a la nación ya no venían solo de un lado, sino al menos desde los flancos gallego, vasco y quién sabe cuántos más… ¿qué quedaba de la nación española sino una humillada, manoseada y desgastada piel de toro enclavada en el mapa de la Península como un sanguinoliento trozo de carne desgarrado?

Algunos conciben, en efecto, las naciones como manchas de colores en el mapa, al modo mediante el que los libros de texto —deudores de una tradición pedagógica que haríamos bien en revisar— representan las idas y venidas de los distintos imperios a lo largo y ancho de la topografía. En esa concepción, la de Ibarra, el avance de una nación implica lógica y necesariamente el retroceso de otra.

Bajo esta mirada pueden concebirse Estados plurinacionales, pero nunca una nación de naciones, una entidad tan contradictoria como lo sería un “individuo de individuos”. Aquí cada nación se conforma en esencia por contraposición a otras. Son las fronteras las que delimitan y circunscriben la existencia nacional, y una frontera es por definición dual, jánica. De la misma manera que no es posible imaginar un folio con una sola cara, es imposible una frontera que lo sea de solo una nación. Si las naciones se conciben mediante fronteras, entonces una nación no puede acoger otras naciones en su interior, sino solo en su exterior.

De este concepto viejo de nación beben nuestros nacionalismos periféricos, que por eso tildan a España de “Estado”. Para ellos, naciones son Cataluña, el País Vasco o Galicia, y España es en consecuencia un Estado plurinacional, no una nación. Y, por descontado, tal concepción configura igualmente el andamiaje interpretativo de los nacionalistas españoles, que afirman que España es una nación —la más vieja de Europa además, como repiten con especial y reveladora fruición (¿qué más dará?, me pregunto yo)—, jamás un mero Estado. Para ellos solo hay una nación verdadera, la española, en cuyo interior existen nacionalidades y regiones. Contra la sorprendente afirmación de que no hay entre nosotros nacionalismo español —la viga y la paja, ya saben— lo cierto es que es esta última la concepción plasmada en la Constitución de 1978, como se encargó de recordar en 2010 nuestro Tribunal Constitucional. Para bien o para mal, esa composición de lugar no parece servir ya para articular nuestra convivencia.

La idea tradicional de nación exige sus representaciones y sus consecuencias: las manchas en el mapa, el tetris cartográfico, el empate infinito, la suma cero. Como ya hemos visto, desde este paradigma la expresión “nación de naciones” es un perfecto imposible lógico, pero eso es así porque ahí, en esa aparente contradicción, subyace una idea de nación mil veces más abierta, más ilustrada y más tolerante. Mil veces más moderna, en suma. O más europea, si quieren, término que también encaja aquí y que nos da una idea de hasta qué punto Europa no es tanto una nación como un ideal… pero no nos desviemos.

Una nación puede albergar en su seno otras naciones solo si concebimos la idea de nación no como un territorio en el mapa, sino más bien como una opción personal para la cual no existe ya —y esto es lo que han de entender todos los nacionalistas— ninguna verdad única o revelada. Esto es, si pensamos las naciones no mediante fronteras, necesariamente geográficas, sino mediante creencias, subjetivas por necesidad.

Deslizar el eje interpretativo desde las hectáreas hasta las convicciones permite generar un espacio público en el que cabemos todos. Se trata de un desplazamiento similar al que, en los inicios de la modernidad, se efectuó en el terreno religioso. La tolerancia religiosa fue el gran invento civilizador que permitió que los diferentes dioses convivieran en un mismo espacio. El espacio de lo público, en el sentido de oficial, se configuró de modo aconfesional o laico, precisamente para que todas las religiones tuvieran cabida. De modo similar, quizás la salida consista hoy y ahora en avanzar hacia una desnacionalización del Estado, una suerte de laicismo nacional que saque a la nación del salón del trono, tal y como antaño se sacó de ahí al mismísimo Dios, y que desplace esa cuestión desde las estructuras administrativas del BOE hasta las peculiares creencias de cada cual.

Cuando lo que tomamos en cuenta no es ninguna de las variadas verdades reveladas que dictaminan qué es una nación, cuántas hay y hasta dónde llegan; sino más bien las opiniones de la gente al respecto, la conclusión es clara: no hay naciones puras. Es la propia ciudadanía la que refuta la mera noción tradicional de nación, una entelequia que solo existe en la cabeza de los nacionalistas. Todas las candidatas a nación —España, ciertamente, pero desde luego también Cataluña, Euskal Herria o cualquier otra— son, si atendemos a la voz de sus gentes y no a los dogmas de sus nacionalistas, “naciones de naciones”. Todas albergan en su interior, en mayor o menor medida, sujetos que disienten libremente de cualquier definición concreta de nación que quiera dictaminarse como la eterna e inmortal. Una evidencia que todos los nacionalistas de uno u otro pelaje rechazarán con apasionada vehemencia, pero también una irrefutable y hermosa verdad sobre la que podemos edificar de nuevo la mejor política. La del acuerdo, no la de la frontera



Dibujo de Eduardo Estrada para El País



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[PARLAMENTO] XII Legislatura de las Cortes Generales. Marzo, 2018 (I)





Las Cortes Generales representan al pueblo español y están conformadas por el Congreso de los Diputados y el Senado. Ambas Cámaras ejercen la potestad legislativa del Estado, aprueban sus Presupuestos, controlan la acción del Gobierno y tienen las demás competencias que les atribuye la Constitución. 

En los Diarios de Sesiones de las Cámaras se reflejan literalmente los debates habidos en los plenos y las comisiones respectivas y las resoluciones adoptadas en cada una de ellas. Los demás documentos parlamentarios: proyectos de ley, proposiciones de ley, interpelaciones, mociones, preguntas, y el resto de la actividad parlamentaria, se recogen en los Boletines Oficiales del Congreso de los Diputados y del Senado. 

Desde este enlace pueden acceder a toda la información parlamentaria de la presente legislatura, actualizada diariamente. Les recomiendo encarecidamente que la exploren con atención si tienen interés en ello. Y desde estos otros a las páginas oficiales de la

Casa de S.M. el Rey

Congreso de los Diputados
Senado
Presidencia del Gobierno
Tribunal Constitucional
Tribunal Supremo y Consejo General del Poder Judicial
Consejo de Estado
Boletín Oficial del Estado

Parlamento Europeo

Consejo Europeo y Consejo de la Unión Europea
Comisión Europea
Tribunal de Justicia de la Unión Europea
Tribunal Europeo de Derechos Humanos
Diario Oficial de la Unión Europea

Parlamento de Canarias

Gobierno de Canarias
Cabildo de Gran Canaria
Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria

La actividad parlamentaria de la pasada semana ha estado centrada en las reuniones de varias Comisiones del Congreso y del Senado: 


LUNES, 26 DE FEBRERO
III. SENADO

JUEVES, 1 DE MARZO
I. CONGRESO
1. Comisión de Sanidad y Servicios Sociales

II. SENADO
2. Comisión de Asuntos Exteriores

VIERNES, 2 DE MARZO
I. CONGRESO
1. Comisión de Cooperación Internacional para el Desarrollo

Desde los enlaces anteriores pueden acceder a los Diarios de sesiones respectivos. Y desde estos otros a la agenda de trabajo de las Cortes Generales prevista para esta semana tanto en el Congreso como en el Senado.

Desde este enlace pueden acceder al programa que RTVE ofrece sobre la actividad parlamentaria de la semana anterior.

Y desde este otro al blog de las Cortes Generales, permanentemente actualizado, dedicado a la Conmemoración del 40º aniversario de la Constitución de 1978.







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