Hoy, 12 de diciembre, se cumplen cien años del nacimiento de Francis Albert Sinatra, más conocido como Frank Sinatra (1915-1998), cantante y actor estadounidense, apodado «La Voz», y una de las figuras más importantes de la música popular del siglo XX. Dejó a través de sus discos y actuaciones en directo un legado canónico en lo que respecta a la interpretación vocal masculina de esa música. Su popularidad llegó a ser inmensa y prácticamente constante a lo largo de toda su vida, aunque fueron especialmente exitosos los años cuarenta y cincuenta, siendo esta última década, con su producción discográfica para la compañía Capitol, la considerada como su etapa de mayor calidad como cantante.
Su repertorio se basó en la obra de los más importantes compositores populares estadounidenses, como Jimmy Van Heusen, Cole Porter, Sammy Cahn o George Gershwin, y su estilo sintetizó, ya en sus orígenes, quince años de influencias mutuas entre la música de inspiración jazzística y la música pop que empezaba a difundirse a través de la radio.
Sinatra construyó su estilo sobre la base de una comprensión natural de la música popular, tal como la habían entendido Bing Crosby, Fred Astaire, Benny Goodman y Louis Armstrong, explotando la idea de que esta, en todas sus vertientes, debería ser una extensión de la conversación.
Técnicamente se caracterizó por su cuidada precisión en el fraseo y su dominio del control de la respiración, pues el rango de su voz estaba próximo al de bajo-barítono. En cuanto a su categoría artística, radicó en su capacidad interpretativa para transmitir las emociones y sentimientos implícitos en las letras de las canciones.
En Sinatra, cualquier tipo de consideración vocal e, incluso, musical, resulta secundaria respecto de la que es su misión principal: contar una historia de la forma más expresiva posible.
A Sinatra se le reconoce el haber sido el primer cantante que hace un uso consciente de los medios de amplificación del sonido con el objeto de situar su voz por encima del sonido de la orquesta (dominadora de la música popular estadounidense de principios del siglo XX) y para aproximarla a la intimidad del oído del oyente.
Como actor, Sinatra fue un artista de tipo intuitivo, reacio a someterse a los ensayos y repeticiones habituales en una grabación, por lo que sus interpretaciones fueron emocionalmente intensas al tiempo que irregulares. La importancia en su vida de su trabajo como actor fue capital; por ejemplo fue precisamente a través de su papel en De aquí a la eternidad como logró salir de un bache personal y artístico en el tránsito de los años cuarenta a los cincuenta para encumbrarse en lo más alto de la popularidad, además de ganar por su interpretación el Óscar al mejor actor secundario.
A lo largo de su carrera profesional, Sinatra grabó más de 1300 canciones y participó en más de cincuenta películas. Recibió multitud de premios y homenajes, entre los que se cuentan diez premios Grammy, otorgados por la Academia de Artes y Ciencias de la Grabación, y la Medalla de la Libertad del gobierno estadounidense.
Como no podía ser menos, les dejo con su mítica e icónica My way (A mi manera). Disfrútenla, que se lo merece.
Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
Entrada núm. 2536
elblogdeharendt@gmail.com
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)
El profesor de la Universidad Nacional de Tucumán, Argentina, David Lagmanovich, dice sobre los microrrelatos que la noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, sigue diciendo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar “breve” un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente -y con mayor razón- algún texto de extensión aun menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar, se pregunta, una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? Ustedes deciden.
Continúo hoy esta sección del blog dedicada a microrrelatos literarios con el titulado 69, de Ana María Shua (1951). Escritora argentina. Comenzó a publicar a los 16 años. Primero, su libro de poemas El sol y yo, por el que recibió un pequeño premio del Fondo Nacional de las Artes. Al año siguiente terminó la secundaria en el Colegio Nacional de Buenos Aires e ingresó en la Universidad de Buenos Aires, donde en 1973 obtuvo el título de Profesora en Letras. En París trabajó para la revista española Almanaque de la editorial Cambio 16. En 1980 ganó el premio de la editorial Losada con su primera novela Soy Paciente. Al año siguiente apareció su primer libro de cuentos Los días de pesca. En 1984 tuvo su primer éxito de venta con Los amores de Laurita, y en ese mismo año pudo publicar La sueñera (microrrelatos), que había empezado a escribir diez años antes. En 1994 obtuvo una beca Guggenheim para escribir su novela El libro de los recuerdos, que trata acerca de una familia judía en la Argentina. Ha trabajado como periodista, publicista y guionista de cine, adaptando algunas de sus novelas. Su novela La muerte como efecto secundario (1997) integró la lista de las cien mejores novelas publicadas en lengua española en los últimos veinticinco años, definida en el Congreso de la Lengua Española en Cartagena en 2007. Escribe también literatura infantil, publicada en todo el ámbito de la lengua española. Por sus obras dedicadas a los niños ha recibido varios galardones internacionales.
El cuento de Ana María Shua tiene 29 palabras. Y dice así:
69
Despiértese, que es tarde,
me grita desde la puerta un hombre extraño.
Despiértese usted, que buena falta le hace,
le contesto yo.
Pero el muy obstinado me sigue soñando.
Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
Ana María Shua
Entrada núm. 2535
elblogdeharendt@gmail.com
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)
Que se avergüence quien haya pensado mal... La frase que da título a esta entrada de hoy fue pronunciada por el rey Eduardo III de Inglaterra a mediados del siglo XIV con ocasión de un lance cortesano que se hizo célebre. Y no creo que nuestro ínclito presidente del gobierno, don Mariano Rajoy, tenga la menor idea de su origen; o quizá sí, pero tengo dudas razonables sobre ello.
La verdad es que por esas asociaciones de ideas de las que escribo a menudo, pensé en ella a raíz de la clamorosa y vergonzante estampida de nuestro presidente en todos los debates electorales a cuatro que se están dando en esta campaña electoral y de los sesudos análisis que, unos y otros, están haciendo sobre las razones profundas de su inexplicable y antidemocrática actitud. En todo caso, y perdónenme lo soez de la expresión, me la trae floja lo que haga o deje de hacer en la campaña electoral don Mariano Rajoy, así que aclarado el asunto, y ya que la frase original fue pronunciada en el antiguo dialecto normando-francés, voy a referirme a la destacada influencia francesa (pues fueron normandos, no los autóctonos sajones, los fundadores del Reino de Inglaterra) en algunas tradiciones británicas.
Tres ejemplos. ¿Sabían ustedes que el lema del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte, que figura en su escudo de armas nacional dice Dieu et mon droit (Dios y mi derecho), así, escrito en francés? El nuestro, el de España, está en latín, y ya saben, dice eso de: Plus Ultra, es decir, Más allá, que fue el lema personal del rey Carlos I. ¿Sabían ustedes que también se escribe en francés la fórmula mediante la cual los reyes de Gran Bretaña e Irlanda del Norte sancionan y promulgan las leyes: La Reine le veult, la Reina lo quiere? En nuestro país la fórmula de sanción legal es un poco más larga y formal: Yo, Felipe VI, Rey de España, a todos los que la presente vieren y entendieren. Sabed: que las Cortes Generales han aprobado y Yo vengo en sancionar la siguiente Ley. Y tercero, ¿sabían ustedes que el panteón real inglés en el que descansan Enrique II, Ricardo Corazón de León o Leonor de Aquitania, y algunos otros reyes ingleses está en suelo francés; concretamente en la Abadía de Fontevrault, cerca de Chinon, en Anjou?, ¿no?, bueno, pues ya saben otra cosa más.
Pero me he ido por las ramas, como siempre, porque lo que yo quería, aprovechando la excusa de la tocata y fuga de nuestro presidente de los debates electorales, era contar la historia del lance que que dio origen a la frase Honi soit qui mal y pense, y con ella al nacimiento de la Orden de la Jarretera, una de las más preciadas condecoraciones de la monarquía británica. Aunque la del Toisón de Oro de la monarquía española la gane por goleada. Dicho sin animus iniuriandi, que conste.
Cuenta la leyenda que una noche en que el rey Eduardo III de Inglaterra estaba bailando con la condesa de Salisbury en una gran fiesta de la corte, hacia el año 1344, la dama perdió su jarretera (liga), y aunque nunca se ha sabido si la caída de la liga fue voluntaria o accidental, el rey, apercibido del incidente, acudió presuroso y galante a recogerla y devolvérsela a su propietaria. Fue entonces que Eduardo se dio cuenta de que la gente de su alrededor estaba sonriendo y murmurando, así que, con toda la razón del mundo, parece que exclamó airado en normando-francés: Honi soit qui mal y pense, que en román paladino quiere decir: Que se avergüence quien haya pensado mal, y colocándose la media sobre su propio muslo, añadió que haría la pequeña jarretera azul tan gloriosa que todos querrían poseerla. Y con tal fin creó el rey la Orden de la Jarretera, cuyo símbolo es una jarretera azul oscuro, de borde dorado en la que aparecen las palabras pronunciadas por el rey. Hermosa historia, ¿no les parece? Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
El lema de la Orden de la Jarretera en el castillo de Windsor
Entrada núm. 2533
elblogdeharendt@gmail.com
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)
El profesor de la Universidad Nacional de Tucumán, Argentina, David Lagmanovich, dice sobre los microrrelatos que la noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, sigue diciendo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar “breve” un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente -y con mayor razón- algún texto de extensión aun menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar, se pregunta, una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? Ustedes deciden.
Continúo hoy esta sección del blog dedicada a microrrelatos literarios con el titulado Ardiente, de José de la Colina (1934), escritor, periodista, ensayista y crítico literario español residente en México desde 1940. Al finalizar la guerra civil española toda la familia marchó al exilio, primero a la República Dominicana y Cuba, y un años después a México donde se radicaron definitivamente. Con 13 años ya trabajaba como guionista de una emisora de radio y a los 18 como periodista y crítico de cine. En 1955 publica su primer libro: Cuentos para vencer a la muerte. Temas presentes en su obra son el exilio, la evocación personal, el poder de la palabra, los viajes, el cine y el periodismo cultural.
El cuento de José de la Colina tiene 34 palabras. Y dice así:
ARDIENTE
¿Quieres soplarme en este ojo? -me dijo ella-.
Algo se me metió en él que me molesta.
Le soplé en el ojo y vi su pupila encenderse
como una brasa que acechara entre cenizas.
Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
José de la Colina
Entrada núm. 2532
elblogdeharendt@gmail.com
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)
La Inmaculada de Soult (1678), por Murillo (M.del Prado)
No soy creyente, pero comparto y celebro muchas de las tradiciones culturales de mi país, y las religiosas forman parte de esa cultura. Hoy celebra el mundo católico, y España en particular, la fiesta de la Inmaculada Concepción de María, la patrona de España. Y también de los Estados Unidos de América... ¿No lo sabían, verdad? Pues es así, supongo que herencia de las raíces hispanas de los estadounidenses, que tenerlas, las tienen, y muchas. Para celebrar este día y esta festividad traigo hasta el blog la Oda a la Inmaculada de José María Blanco White (1775-1841), uno de los grandes heterodoxos que, desde Prisciliano (340-385 d.C.) para acá, ha dado España al mundo cristiano. De nombre real José María Blanco Crespo, fue un escritor, pensador, teólogo y periodista español. Tenía ascendencia irlandesa: era hijo de los comerciantes Guillermo Blanco, alias White (vicecónsul del Reino Unido que se instaló en Sevilla durante el reinado de Fernando VI), y de María Gertrudis Crespo y Neve. Estudió con los dominicos y luego en la Universidad de Sevilla, donde se relacionó, entre otros, con Manuel María de Arjona, José María Tenorio Herrera, Félix José Reinoso y Alberto Lista, con quienes formó la Academia de Letras Humanas de Sevilla. El 21 de diciembre de 1799 se ordenó sacerdote, pese a sus dudas al respecto. Ingresó después en el colegio de Santa María y previa oposición, fue nombrado el 15 de agosto de 1801 capellán magistral de la Real Capilla de San Fernando. Sufrió una crisis religiosa entre 1802 y 1803 y desde este año deja de considerarse católico. En 1805 fue a Madrid, en donde obtuvo una colocación sin retribución en la Comisión de Literatos del Real Instituto Militar Pestalozziano. Fue preceptor del infante Francisco de Paula por un corto periodo de tiempo. Frecuentó la tertulia de Manuel José Quintana. Al estallar la Guerra de la Independencia, en 1808, se declara como "patriota" y colabora en la redacción del Semanario Patriótico (1808-1809). Sus críticas hicieron considerarle persona "non grata" por la Junta Suprema de España. En 1809 nació su hijo Fernando, habido ilegítimamente con Magdalena Eguaya. El 29 de enero de 1810 se trasladó a Cádiz y el 23 de febrero marcha a Inglaterra, de la que ya no volverá a España.
En Londres publica entre 1810 y 1814 la revista "El Español", en la que se mostraba muy crítico con las autoridades españolas y muy comprensivo con los revolucionarios hispanoamericanos que empezaban a levantarse contra España, si bien su posición era la de la autonomía, no la de la independencia absoluta. Sus opiniones políticas fueron pasando de un inicial jacobinismo a un liberalismo más que moderado. En ingresa en la Iglesia de Inglaterra. En 1814 se hace ministro de su nueva confesión. Revisa las traducciones de la Biblia al español para la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, tanto el texto del Nuevo Testamento Reina-Valera (1817), como el de la Biblia traducida por Felipe Scío de San Miguel (1821), contando en este último caso con la colaboración de Andrés Bello. Revisa y traduce también la Evidencia de la Religión Cristiana de G. Paley y la Liturgia Anglicana.
La revolución liberal española de 1820 le hace nuevamente interesarse por su país y, por encargo de Thomas Campbell, director de The New Monthly Magazine, redacta las Letters from Spain o Cartas desde España, que fueron apareciendo en 1821 con el seudónimo Leucadio Doblado y llegaron a recogerse en un volumen en 1822. En ellas, al lado de páginas costumbristas como las descripciones de la Semana Santa, de las corridas de toros y de los espectáculos teatrales, critica acerbamente la intolerancia y atraso de España. Además hace una crítica en profundidad del catolicismo, lo que lo convierte, junto con Luis Gutiérrez en uno de los pioneros del anticlericalismo contemporáneo español, al dar un paso adelante respecto de los ilustrados españoles que se habían limitado a la crítica al clero, abriendo así un nuevo camino hacia la secularización al valorar la conciencia personal y al afirmar el individualismo tan característico del liberalismo del siglo XIX.
Repugnaba a Blanco White el fanatismo de la Iglesia católica. Nunca perdonó a esta confesión, instituciones como las que veían legítima la reclusión monacal de sus dos hermanas, que lamentó en su autobiografía. En Inglaterra llegó a dominar perfectamente la lengua inglesa, que ya conocía desde pequeño a través de sus tratos comerciales, como cuenta en su Vida del reverendo J. M.ª Blanco White (1845). Llegó incluso a destacar como escritor en ese idioma con poemas como el soneto Night and Death (1828), que impresionó a Samuel Taylor Coleridge y que ha pasado a las antologías de la literatura inglesa. Como crítico reprochaba a la poesía en español cierto anquilosamiento clasicista en forma, estilo y temática. Su lírica en castellano puede clasificarse dentro del Prerromanticismo. La Oda a la Inmaculada fue leída por él por vez primera tal día como hoy de 1794 en la Academia de Letras Humanas de Sevilla. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
***
ODA A LA INMACULADA
De nueva luz brillante resplandece
Claro, sereno y delicioso día,
Que al mundo anuncia cerca su ventura.
Himnos canta al Señor, oh tú, alma mía:
Su nombre y gloria ensalza y esclarece,
Pues que a la tierra llena de dulzura,
y a la vil criatura
En maldad sumergida
Le anuncia nueva vida.
Canta, oh alma, al Señor Omnipotente,
Pues ya a salud convida,
¡Día feliz!, a la afligida gente.
Alzad, hijos de Adán, el angustiado
Rostro y mirad la reluciente Aurora
Que sobre el mundo nace, conduciendo
El Sol de eterna luz; y cuál colora
Libre de oscuridad el dilatado
Reino de la tiniebla; cuál rompiendo
Sus nubes, esparciendo
Va luces y esplendores
Arda el mundo de amores:
Tú pueblo venturoso, al sacrosanto
Señor canta loores,
y alaba a la que enjuga ya tu llanto.
Y canta dulcemente la victoria
En que al Dragón antiguo pisa osada
La cabeza infernal y venenosa.
Canta también y di cuál libertada
Fue del común contagio; di la gloria
Con que el Rey soberano, como a Esposa,
La adornó; di que, hermosa
Sobre toda belleza,
Corona su cabeza
De estrellas; y di, en fin, que el soberano
Honor de tanta alteza
No es dado que lo cante labio humano.
Pero es dado, Señora, que levante
Mi voz, y que yo alabe agradecido
En cántico sagrado al que os liberta.
Oh, ya se acerca el día apetecido
Y aquel alegre y venturoso instante
De la salud del mundo. No es incierta
Mi esperanza, que abierta
La celeste morada
Por ti, oh Inmaculada
Virgen, veo venir nuestro consuelo,
Y miro ya mudada
Nuestra tierra infeliz en dulce cielo.
José María Blanco White ***
José María Blanco White
Entrada núm. 2531
elblogdeharendt@gmail.com
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)
El cuento, como género literario, se define por ser una narración breve, oral o escrita, en la que se narra una historia de ficción con un reducido número de personajes, una intriga poco desarrollada y un clímax y desenlace final rápidos. Durante los próximo meses voy a traer hasta el blog algunos de los relatos cortos más famosos de la historia de la literatura universal. Obras de autores como Philip K. Dick, Franz Kafka, Herman Melville, Guy de Maupassant, Julio Cortázar, Alberto Moravia, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Edgar Allan Poe, Oscar Wilde, Lovecraft, Jack London, Anton Chejov, y otros... Espero que los disfruten. Continúo hoy la serie con el cuento titulado Misa de Gallo, de Joaquim Maria Machado de Assis (1839-1908). Escritor brasileño, y uno de los grandes narradores del siglo XIX. Escribió también poesía y fue un activo crítico literario, además de ser uno de los creadores de la crónica en Brasil. Fundó la Academia Brasileña de Letras. Considerado el padre del realismo en Brasil, si bien de un realismo muy especial, con ecos de Sterne. Hijo del mulato Francisco José de Assis y de Maria Leopoldina Machado, una lavandera portuguesa de las islas Azores, Machado de Assis pasó su infancia en la casa de campo de la viuda de un senador del Imperio, en la Ladeira Nova do Livramento, donde su familia vivía a jornal. De salud frágil, epiléptico y tartamudo, se sabe poco de su infancia y su primera juventud. Quedó muy pronto huérfano de madre. No frecuentó la escuela regular, pero se empeñó en aprender y, todavía muy joven, se convirtió en uno de los mayores intelectuales del país. Inició su carrera trabajando en periódicos y en la imprenta oficial de Río de Janeiro, donde entabló contacto con el conocido escritor Joaquim Manuel de Macedo. En 1855, a los quince años, se estrenó en la literatura, con la publicación del poema Ela en la revista Marmota Fluminense. Continuó colaborando intensamente en periódicos, como cronista, cuentista y crítico literario, alcanzando respeto como intelectual incluso antes de convertirse en un gran novelista. Machado conquistó la admiración y amistad del novelista José de Alencar, principal escritor de la época. En 1864 publicó su primer libro, la colección de poemas Crisálidas. En 1873 ingresó en el Ministerio de Agricultura, Comercio y Obras Públicas, como primer oficial. Posteriormente ascendería en la carrera funcionarial y se jubilaría en el cargo de director del Ministerio de Transportes y Obras Públicas. Pudiendo dedicarse con mayor comodidad a la carrera literaria, escribió una serie de libros de carácter romántico. En 1881 abandona el romanticismo de la primera fase de su obra y publicó Memorias póstumas de Blas Cubas, que marca el inicio del realismo en Brasil. El libro, extremadamente atrevido, está narrado por un difunto, y comienza con una dedicatoria inusitada: «Al gusano que primero royó las frías carnes de mi cadáver dedico con sentido recuerdo estas memorias póstumas». Tanto Memorias póstumas de Blas Cubas como las demás obras de su segunda fase van mucho más allá de los límites del realismo, a pesar de ser normalmente clasificadas en dicho movimiento. Machado, como todos los autores de genio, escapa a los límites de todas las escuelas, creando una obra única.
Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
Joaquim M. Machado de Assis
Entrada núm. 2530
elblogdeharendt@gmail.com
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)
Es evidente que los aniversarios me ponen sentimental. Lo prueba el hecho incontrovertible de recientes entradas del blog, como las dedicadas a Hannah Arendt o el presidente Kennedy, por citar solo dos ejemplos. Mañana, 6 de diciembre, se cumplen treinta y siete años de la aprobación de la Constitución de 1978 en referéndum y no podía dejar pasar la ocasión para ajustar algunas cuentas al respecto: sobre sus evidentes virtudes; sus también evidentes, con el paso del tiempo, defectos; la necesidad, también evidente, de reformas puntuales pero ineludibles; las falacias y mentiras que encierran muchas críticas a la misma; y por último, un poco de información documental. Esto último es deformación profesional académica. Y es que la lealtad debida a la Constitución, no puede cegar nuestro entendimiento: ha llegado la hora de reformarla.
En cuanto a las virtudes de la Constitución de 1978 seré brevísimo: ha garantizado a los españoles la época más esplendorosa de su historia en cuanto a progreso social y libertades civiles y políticas; no solo la más espléndida, también la más duradera.
Algunos de sus defectos, que el paso de los años ha dejado al descubierto, están clarísimos: un sistema electoral y partidista que no responde a las necesidades de los ciudadanos, cada vez más alejados de la política y más cabreados con sus representantes y con las propias instituciones; una administración de justicia que no funciona; un régimen autonómico que hace aguas por todas partes ante el "salto hacia la nada" de los nacionalismos y el inmovilismo suicida del gobierno de la nación; un senado que no sirve ni cumple su función de representación territorial; y una corrupción galopante a todos los niveles producto del maridaje incestuoso del poder económico-financiero con el poder político. Sí, me doy cuenta de que lo dicho son manchurrones de brocha gorda, pero es que ni yo soy un fino pintor ni esto es un tratado académico.
Soluciones posibles, también a brochazo grueso, una reforma parcial pero profunda de la Constitución, desde luego, ya, bastante más profunda que la perfilada por el dictamen del Consejo de Estado en 2006, a estas alturas absolutamente superado.
Es imprescindible una reforma radical del funcionamiento de los partidos, que obligue a estos, constitucionalmente, a financiarse de manera absolutamente transparente y con publicidad de sus cuentas; a dotarse de órganos de control independientes de sus ejecutivas; a celebrar elecciones primarias obligatorias para la elección de todos sus cargos internos así como de sus candidatos a los órganos representativos, a todos los niveles; y a celebrar congresos a fecha fija, donde la dirección responda de su actuación ante sus respectivos afiliados.
Es imprescindible una reforma del sistema electoral general en la que el principio rector sea la ineludible e indelegable responsabilidad de los elegidos ante sus electores. Y para ello, sería necesario relegar el sistema electoral proporcional al olvido y establecer un sistema electoral mayoritario simple a dos vueltas, en distritos electorales uninominales. Y eso a todos los niveles: municipal, autonómico y nacional.
Es imprescindible una reforma de la administración de justicia en la que los jueces se encarguen única y exclusivamente de juzgar y hacer ejecutar lo juzgado, dejando la instrucción de los procedimientos a los fiscales, absolutamente independientes en su función de los órganos políticos. Y por supuesto, el establecimiento del "jurado puro" (sin intervención de los jueces) como único órgano competente para determinar la culpabilidad o inocencia de los imputados en procesos penales y de corrupción, y en aquellos civiles que por su naturaleza así determinen las leyes.
Pero también se hace necesaria una reforma en profundidad del titulo VIII de la Constitución, en clave federal, que establezca y determine taxativamente cuales son las competencias indelegables de carácter estatal, y deje todas las demás a lo que decidan los respectivos Estatutos de Autonomía; los mecanismos de financiación, colaboración y cooperación de las Comunidades autónomas con el Estado; que garantice la igualdad civil y política y los derechos reconocidos por la Constitución a todos los españoles en todo el territorio nacional y la supremacía de las leyes estatales sobre cualquier ley autonómica, y de la Constitución nacional sobre las constituciones o estatutos autonómicos y sobre cualquier ley.
El Senado, como cámara de representación territorial, debería estar conformado por los gobiernos de las respectivas entidades autónomas, con un número ponderado de votos para cada una de ellas en función de su población, de manera similar a como se organiza y funciona el Consejo de Ministros de la Unión Europea, y sus competencias y facultades, legislativas y de cualquier otro tipo, determinadas explícitamente en la Constitución.
Sobre el Tribunal Constitucional entiendo que debería limitar su función a la estricta defensa de la Constitución frente a cualquier ley o acto de gobierno contraria a la misma, y a la defensa de los derechos fundamentales establecidos en ella, una vez agotadas todas las vías procesales ordinarias. En cuanto al nombramiento de sus miembros bien podría ser por designación real (a propuesta del Gobierno, lógicamente), con la aprobación cualificada y agravada de las Cortes Generales (Congreso y Senado) entre juristas de reconocido prestigio, y con mandato vitalicio, o hasta su renuncia voluntaria o impedimento físico apreciado por el propio Tribunal Constitucional y aceptado por las Cortes.
Sobre la erradicación de la corrupción política de la vida pública está todo por hacer. Y no creo que haya recetas mágicas para solucionarla: ¿Transparencia y publicidad obligada constitucional y legalmente de todos los actos y contratos de las administraciones públicas y en su funcionamiento interno? Bien, ¿y cómo se hace eso?
Un poco de historia sobre la Constitución de 1978 y su proceso de la elaboración tampoco está de más. Y para eso, nada mejor que recurrir a los documentos. Por ejemplo, el diario El País mantiene permanentemente actualizado un impresionante dosier con miles de documentos sobre la Constitución, actualizado diariamente desde mayo de 1976, que pueden ver en el enlace de más arriba, con noticias, artículos de opinión, entrevistas y reportajes que ponen al día el estado de la cuestión.
Desde este otro enlace de la página web del Congreso de los Diputados pueden ustedes acceder a las notas y minutas de la ponencia que elaboró el anteproyecto de constitución, a los Diarios de Sesiones de las respectivas comisiones constitucionales del Congreso y del Senado que debatieron el proyecto constitucional y de los plenos de ambas cámaras; al dictamen de la comisión mixta Congreso-Senado que dio forma al texto final del proyecto de Constitución; y al de la sesión conjunta de las Cortes Generales de 27 de diciembre de 1978 en la que el Rey sancionó solemnemente la Constitución. Y en este otro, al Boletín Oficial del Estado, extraordinario, de 29 de diciembre de 1978, en el que se publicó el texto oficial de la Constitución.
Y desde estos dos últimos enlaces que siguen a continuación pueden acceder al texto comentado, artículo por artículo, de la Constitución de 1978 y a los textos, íntegros, de todas las Constituciones, anteriores a la actual, que han estado vigentes en España, desde la de 1812 a la de 1931.
Aludo de pasada a algunas de las falacias que en contra de la Constitución de 1978 se vienen repitiendo machaconamente. Algunas de una simpleza tal que caen por su propio peso.
Primera: La Constitución fue elaborada a espaldas del pueblo español por los continuadores del régimen franquista sin contar para nada con él. Vamos con unos datos elementales: la constitución es elaborada y aprobada después de amplísimos debates por unas cámaras legislativas producto de las primeras elecciones libres celebradas en España desde 1936, tres años después de muerto el general Franco, en las que participan todos los partidos políticos libremente. Sometida a referéndum nacional obtiene 17.873.301 votos favorables (el 87,87% de los votantes, que equivalen al 67,71% del censo electoral), 1.400.505 votos en contra (el 7,89% de los votantes, que equivalen al 5,25% del censo electoral), 632.902 votos en blanco y 133.786 votos nulos. Los hechos son los hechos, como decía el camarada Lenin, y todo lo demás, opiniones. Y lo que hay que respetar es el derecho a opinar, no la opinión misma.
Segunda: La mayoría de los españoles que votaron la Constitución de 1978 ya no viven, y los que no pudieron votar entonces tienen derecho a votar ahora una nueva Constitución. ¿Por qué?, me pregunto yo en mi cándida ignorancia. La Constitución de Estados Unidos es de 1789, la de Suiza de 1848, la de Nueva Zelanda de 1853, la de Canadá de 1867, y la del Reino Unido (que no tiene ni siquiera constitución) tiene su origen en una disposición real de 1215. De los veintiocho Estados de la Unión Europea catorce de ellos tienen Constituciones anteriores a 1978, una de ellas del siglo XIX (Luxemburgo). ¿Ustedes perciben especialmente cabreados a los ciudadanos vivos de esos países por no haber votado sus Constituciones vigentes? ¿Sí?... Pues yo no, la verdad, pero no vamos a discutir por eso.
Tercera: La forma monárquica del Estado fue impuesta, otra vez, a espaldas de los españoles. Perdón, pero no cuela. Conviene recordar que los partidos de izquierda y algunos nacionalistas propusieron en el debate parlamentario de la Constitución la forma republicana de gobierno. Está en los Diarios de Sesiones. Perdieron todas las votaciones al respecto. Y el resultado del referéndum fue el qué fue, así que guste o no la forma monárquica de la jefatura del Estado en España es legítima, legal y constitucional y está aprobada por el pueblo español. ¿Eso convierte en ilegítima la propuesta de una forma de Estado republicana? En absoluto: los partidos que defiendan la misma que lo propongan en sus programas electorales, obtengan representación parlamentaria suficiente para aprobarlo en las Cortes Generales y someterlo a referéndum. Y Dios (y los españoles) dirán lo que estimen oportuno, pero dejen de dar la tabarra con el tema, por favor, que resulta cansino... Porque así, y no de otra manera, es como funciona la democracia.
Cuarta (o tercera-bis): La forma monárquica de Estado convierte a los ciudadanos en súbditos. Perdón, una vez más, pero tampoco cuela. ¿De verdad ustedes se atreverían a decirles eso a británicos, daneses, suecos, noruegos, holandeses, belgas, luxemburgueses, canadienses, australianos, neozelandeses, etc., etc.?... Todos ellos son democracias con forma monárquica de Estado. ¿Siguen pensando que es verdad, que británicos, daneses, suecos, noruegos, holandeses, belgas, luxemburgueses, canadienses, australianos, neozelandeses y un largo etcétera, son súbditos y no ciudadanos de sus respectivos Estados?... ¿Sí? Pues allá cada cual, pero no me vale.
Concluyo mi personal manera de homenajear a la Constitución que a todos nos ampara con este vídeo en el que pueden ver y escuchar, interpretada por el grupo musical Jarcha, la canción icono de aquellos no tan lejanos años de mediados de los 70: "Libertad sin ira". Un lema que no nos vendría mal recuperar, sobre todo lo de "sin ira". Feliz día de la Constitución, y hasta el próximo aniversario, que esperemos ya celebrar con una Constitución renovada. Y termino como debí comenzar, con un emocionado ¡Viva la Constitución! Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
.
Entrada núm. 2528
elblogdeharendt@gmail.com
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)