El profesor de la Universidad Nacional de Tucumán, Argentina, David Lagmanovich, dice sobre los microrrelatos que la noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, sigue diciendo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar “breve” un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente -y con mayor razón- algún texto de extensión aun menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar, se pregunta, una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? Ustedes deciden.
Inició hoy esta nueva sección sobre microrrelatos con el titulado Después de la guerra, de Alejandro Jodorowsky (1929), escritor chileno de origen judío-ucraniano, nacionalizado francés, y destacado novelista, dramaturgo, poeta, ensayista, guionista y actor. Escribe indistintamente en español francés. Fundó con Roland Topor y Fernando Arrabal el movimiento Pánico. Vive en París desde 1974.
El cuento de Jodorowsky tiene 33 palabras. Y dice así:
DESPUÉS DE LA GUERRA
El último ser humano vivo
lanzó la última paletada de tierra sobre el último muerto.
En ese instante mismo supo que era inmortal,
porque la muerte sólo existe en la mirada del otro.
1 comentario:
Lo breve, si bueno, dos veces bueno !
Saludos
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