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jueves, 30 de mayo de 2019

[ESPECIAL CANARIAS] 30 de mayo, Día de Canarias





Como los lectores de Desde el trópico de Cáncer saben bien me gusta definir a mi tierra, las islas Canarias, como un estado de ánimo rodeado de agua por todas partes que tiene los pies en África, el corazón en América y la cabeza en Europa. 

Desde ese estado de ánimo, pleno de esperanza en un futuro mejor, les deseo un feliz Día de Canarias a todos los canarios de las islas y de la diáspora, dedicándoles de todo corazón la Oda a Canarias de Nicolás Estévanez, y el Himno de Canarias cantado por Los Gofiones. 


ODA A CANARIAS

La patria es una peña,
la patria es una roca,
la patria es una fuente,
la patria es una senda y una choza. 

Mi patria no es el mundo;
mi patria no es Europa;
mi patria es de un almendro
la dulce, fresca, inolvidable sombra. 

A veces por el mundo
con mi dolor a solas
recuerdo de mi patria
las rosadas, espléndidas auroras. 

A veces con delicia
mi corazón evoca,
mi almendro de la infancia,
de mi patria las peñas y las rocas. 

Y olvido muchas veces
del mundo las zozobras,
pensando de las islas
en los montes, las playas y las olas. 

A mí no me entusiasman
ridículas utópias,
ni hazañas infecundas
de la razón afrenta, y de la Historia. 

Ni en los Estados pienso
que duran breves horas,
cual duran en la vida
de los mortales las mezquinas obras. 

A mí no me conmueven
inútiles memorias,
de pueblos que pasaron
en épocas sangrientas y remotas. 

La sangre de mis venas,
a mí no se me importa 
que venga del Egipto
o de la razas célticas y godas. 

Mi espíritu es isleño
como las patrias rocas,
y vivirá cual ellas
hasta que el mar inunde aquellas costas. 

La patria es una fuente,
la patria es una roca,
la patria es una cumbre,
la patria es una senda y una choza. 

La patria es el espíritu,
la patria es la memoria,
la patria es una cuna,
la patria es una ermita y una fosa. 

Mi espíritu es isleño
como las patrias costas,
donde la mar se estrella
en espumas rompiéndose y en notas. 

Mi patria es una isla,
mi patria es una roca,
mi espíritu es isleño
como los riscos donde vi la aurora.

Nicolás Estévanez (1838-1914)


***







Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 



HArendt






Entrada núm. 4933
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

martes, 30 de mayo de 2017

[Especial] Día de Canarias, 2017



El Roque Nublo (Gran Canaria). Al fondo, el Teide (Tenerife)


ODA A CANARIAS

La patria es una peña,
la patria es una roca,
la patria es una fuente,
la patria es una senda y una choza. 

Mi patria no es el mundo;
mi patria no es Europa;
mi patria es de un almendro
la dulce, fresca, inolvidable sombra. 

A veces por el mundo
con mi dolor a solas
recuerdo de mi patria
las rosadas, espléndidas auroras. 

A veces con delicia
mi corazón evoca,
mi almendro de la infancia,
de mi patria las peñas y las rocas. 

Y olvido muchas veces
del mundo las zozobras,
pensando de las islas
en los montes, las playas y las olas. 

A mí no me entusiasman
ridículas utópias,
ni hazañas infecundas
de la razón afrenta, y de la Historia. 

Ni en los Estados pienso
que duran breves horas,
cual duran en la vida
de los mortales las mezquinas obras. 

A mí no me conmueven
inútiles memorias,
de pueblos que pasaron
en épocas sangrientas y remotas. 

La sangre de mis venas,
a mí no se me importa 
que venga del Egipto
o de la razas célticas y godas. 

Mi espíritu es isleño
como las patrias rocas,
y vivirá cual ellas
hasta que el mar inunde aquellas costas. 

La patria es una fuente,
la patria es una roca,
la patria es una cumbre,
la patria es una senda y una choza. 

La patria es el espíritu,
la patria es la memoria,
la patria es una cuna,
la patria es una ermita y una fosa. 

Mi espíritu es isleño
como las patrias costas,
donde la mar se estrella
en espumas rompiéndose y en notas. 

Mi patria es una isla,
mi patria es una roca,
mi espíritu es isleño
como los riscos donde vi la aurora.

Nicolás Estévanez (1838-1914)



Nicolás Estévanez



Me sumo a la efeméride del Día de Canarias, hoy, 30 de mayo, y lo hago trayendo hasta el blog un asunto que dos siglos después de iniciado sigue influyendo decisivamente en la difícil vertebración política de Canarias. Vertebración agravada por un sistema electoral que aunque declarado constitucional por el máximo órgano jurisdiccional del Estado, el Tribunal Constitucional, distorsiona hasta extremos grotescos el valor del voto de los ciudadanos en función de la isla en que residen. Un sistema difícil de reformar pues, en el fondo, y aunque no lo confiesen, beneficia a los tres partidos hegemónicos del archipiélago. 

Marcos Guimerá Peraza (1921-2012), es uno de los grandes historiadores, y ha dado muchos, que han nacido en esta tierra atlántica común que nos acoge. Hace ya cuarenta años escribió un ensayo sobre la compleja vertebración política de Canarias con el título de "El Pleito Insular". Se publicó en el prestigioso Anuario de Estudios Atlánticos (Casa de Colón, Las Palmas, 1967-1974) en cinco entregas sucesivas que pueden ustedes leer en el enlace anterior.  

Un pleito difícil de entender para quien no sea canario, no solo por lo que tiene de peculiar e idiosincrásico, sino por la carga política que lo provocó, lo mantuvo, y que aún colea, y que en realidad se resume en la lucha por la hegemonía en el archipiélago de las burguesías dominantes y enfrentadas de las ciudades de Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria. 

Guimerá Peraza lo deja meridianamente claro desde el inicio del primero (1967) de los estudios que le dedicó: Las luchas por la capitalidad, primero, y por la división, después, cuentan con más de un siglo de antigüedad en el Archipiélago Canario. Y gozan siempre, por desdicha, de actualidad, tan pronto se apunta, siquiera, el tema de la unidad regional, después de más de cuarenta años de la división, en dos, de la provincia de Canarias. 

Con la renovación del pleito insular, -sigue diciendo- el tema de la capitalidad resurge. Orillado con la división de 1927, sustituido mucho antes por el divisionismo, con la pensada creación de regiones cobra el problema de la capitalidad del Archipiélago nuevos bríos. 

Como es sabido, -continúa- la organización de las Islas Canarias, antes y después de la Conquista, a fines del siglo xv, fue por Islas, regidas por sus antiguos Ayuntamientos o Cabildos. No hubo nunca una capitalidad provincial o regional, que extendiera su jurisdicción a todo el territorio. Había, sí, en la isla de Gran Canaria una Audiencia y un Obispado; como en la de Tenerife una Comandancia o Capitanía General, desde finales del siglo XVII : concretamente, instalada en Santa Cruz desde 1723, por el Marqués de Vallehermoso. Pero no existió una capital administrativa, poiítica ni económica, hasta bien entrado el siglo XIX.

La realidad -añade- es que la unidad ha sido, y es, la Isla. El Archipiélago es, por definición, un conjunto de Islas, y en las Canarias presentan caracteres bien distintos entre sí, y no sólo geográficos. La historia, política y administrativa, ha coincidido con la geografía. Y la economía ha presentado diferencias notables entre Islas.

Pues bien, pese a ello, -concluye- al nacer la Provincia de Canarias con la Constitución de 1812, surgió, casi de inmediato, el pleito sobre la capitalidad. Pero como quiera que la pugna entre Tenerife y Gran Canaria ya había aparecido desde el Motín de Aranjuez en 1808, nuestro estudio va a comprender la historia de la lucha por la capitalidad durante el primer tercio del siglo a XIX, es decir, la parte del mismo que va desde la guerra de la Independencia  contra Napoleón hasta el final de la primera guerra carlista: de 1808 a 1839". 

El pleito que tan exhaustivamente relata Guimerá Peraza es evidente que ya no es lo que era, ni histórica ni políticamente, pero sigue estando ahí por algo tan sencillo de explicar como difícil de entender para muchos: que la realidad insoslayable de Canarias, como él mismo enfatiza, es la "isla", y que el archipiélago canario son siete (o trece) islas diferentes física, histórica, social, cultural y económicamente. Y para resolver circunstancias como esta se inventó, a finales del siglo XVIII, el federalismo.

Personalmente siempre he creído que el federalismo es un marco idóneo en el que desenvolver el autogobierno de los pueblos y los Estados. Federalizar Canarias supondría, a mi juicio, replantearse la distribución del poder político en el seno de la Comunidad Autónoma de manera horizontal entre el gobierno regional y los gobiernos insulares mediante un reparto de competencias tasado estatutariamente tanto a nivel regional como insular, y la configuración de un parlamento regional (o Cabildo General de Canarias) bicameral, en el que estuvieran representados tanto el pueblo del archipiélago en su conjunto como cada una de sus islas (consideradas como entidades territoriales propias y autónomas) con competencias colegislativas iguales para ambas cámaras, y otras propias y específicas de cada una de ellas. 

La cámara de elección popular podría ser elegida por la totalidad de la población del archipiélago mediante un sistema proporcional puro, en una circunscripción electoral única, y con listas cerradas pero no bloqueadas, en las que el elector pudiera ordenar por orden de preferencia hasta una cuarta parte de los candidatos de la lista de su elección. Aunque a decir verdad, yo prefiero un sistema electoral directo y mayoritario, a dos vueltas (como el francés), en circunscripciones electorales de igual número de electores en las que se elija a un solo candidato en cada una de ellas, de forma que el voto de cada elector valga exactamente lo mismo en todas y cada una de las circunscripciones.

La cámara territorial podría conformarse por representantes de los gobiernos de los Cabildos Insulares, en número igual para cada uno de ellos, y con entre uno y cinco votos para cada isla en función de su población de derecho. 

No es la primera vez que planteo esta posibilidad. Lo he hecho ya ante el propio Parlamento de Canarias en 1995, 1996 y 1997, con ocasión de las deliberaciones que llevaron a la reforma del Estatuto de Autonomía, y en artículos de prensa que tuvieron cierta repercusión en medios académicos, pero ninguna en los políticos. Esos artículos pueden leerse en el blog en las entradas correspondientes a los días 26 y 27 de octubre y 25 y 28 de noviembre de 2006. 

Respecto al tan traído y llevado tema de las identidades compartidas, como digo en la presentación del blog, me gustaría dejar claro expresamente que no tengo problema alguno al respecto: me siento tan ciudadano de mi ciudad, Las Palmas, como grancanario, canario, español y europeo. No renuncio a ninguna, no las confronto, todas son mías y con todas me siento igual de solidario. 

Como los lectores de Desde el trópico de Cáncer saben, me gusta definir a Canarias como un estado de ánimo rodeado de agua por todas partes que tiene sus pies en África, su corazón en América y su cabeza en Europa. Desde ese estado de ánimo, pleno de esperanza en un futuro mejor, les deseo un feliz Día de Canarias a todos los canarios de las islas y la diáspora.







Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt






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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

viernes, 29 de mayo de 2015

30 de mayo. Día de Canarias. Por una Canarias federal, española y europea



Escudo de Armas de Canarias



CANARIAS

La patria es una peña,
la patria es una roca,
la patria es una fuente,
la patria es una senda y una choza. 

Mi patria no es el mundo;
mi patria no es Europa;
mi patria es de un almendro
la dulce, fresca, inolvidable sombra. 

A veces por el mundo
con mi dolor a solas
recuerdo de mi patria
las rosadas, espléndidas auroras. 

A veces con delicia
mi corazón evoca,
mi almendro de la infancia,
de mi patria las peñas y las rocas. 

Y olvido muchas veces
del mundo las zozobras,
pensando de las islas
en los montes, las playas y las olas. 

A mí no me entusiasman
ridículas utópias,
ni hazañas infecundas
de la razón afrenta, y de la Historia. 

Ni en los Estados pienso
que duran breves horas,
cual duran en la vida
de los mortales las mezquinas obras. 

A mí no me conmueven
inútiles memorias,
de pueblos que pasaron
en épocas sangrientas y remotas. 

La sangre de mis venas,
a mí no se me importa 
que venga del Egipto
o de la razas célticas y godas. 

Mi espíritu es isleño
como las patrias rocas,
y vivirá cual ellas
hasta que el mar inunde aquellas costas. 

La patria es una fuente,
la patria es una roca,
la patria es una cumbre,
la patria es una senda y una choza. 

La patria es el espíritu,
la patria es la memoria,
la patria es una cuna,
la patria es una ermita y una fosa. 

Mi espíritu es isleño
como las patrias costas,
donde la mar se estrella
en espumas rompiéndose y en notas. 

Mi patria es una isla,
mi patria es una roca,
mi espíritu es isleño
como los riscos donde vi la aurora.


Nicolás Estévanez (1838-1914)




Me sumo a la efeméride del Día de Canarias y lo hago trayendo hasta el blog un asunto que dos siglos después de iniciado sigue influyendo decisivamente en la, por lo que parece, difícil vertebración política de Canarias. Vertebración agravada por un sistema electoral que aunque declarado constitucional por el máximo órgano judicial del Estado, distorsiona hasta extremos grotescos el valor del voto de los ciudadanos en función de la isla en que residen. Un sistema difícil de reformar pues, en el fondo, y aunque no lo confiesen, beneficia a los tres partidos hegemónicos, ¿hasta ahora?, en el archipiélago. La prueba de lo que digo: las elecciones del pasado domingo, 24 de mayo.

Y me gustaría hacerlo, por deformación profesional -como amante de Clío, la musa de la Historia- a partir de la obra de uno de los grandes historiadores, y ha dado muchos, que han nacido en esta tierra atlántica común que nos acoge. Me refiero a Marcos Guimerá Peraza (1921-2012) y al estudio que dedicó a "El Pleito Insular", publicado entre 1967 y 1974 en el prestigioso Anuario de Estudios Atlánticos, en cinco entregas sucesivas, que pueden ustedes leer en el enlace anterior.  

Un pleito difícil de entender para quien no sea canario, no solo por lo que tiene de peculiar e idiosincrásico, sino por la carga política que lo provocó, lo mantuvo, y que aún colea, y que en realidad se resume en la lucha por la hegemonía en el archipiélago de las burguesías dominantes y enfrentadas de las ciudades de Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria. 

Guimerá Peraza lo deja meridianamente claro desde el inicio del primero (1967) de los estudios que le dedicó: "Las luchas por la capitalidad, primero, y por la división, después, cuentan con más de un siglo de antigüedad en el Archipiélago Canario. Y gozan siempre, por desdicha, de actualidad, tan pronto se apunta, siquiera, el tema de la unidad regional, después de más de cuarenta años de la división, en dos, de la provincia de Canarias. 

Con la renovación del pleito insular, -sigue diciendo- el tema de la capitalidad resurge. Orillado con la división de 1927, sustituido mucho antes por el divisionismo, con la pensada creación de regiones cobra el problema de la capitalidad del Archipiélago nuevos bríos. 

Como es sabido, -continúa- la organización de las Islas Canarias, antes y después de la Conquista, a fines del siglo xv, fue por Islas, regidas por sus antiguos Ayuntamientos o Cabildos. No hubo nunca una capitalidad provincial o regional, que extendiera su jurisdicción a todo el territorio. Había, sí, en la isla de Gran Canaria una Audiencia y un Obispado; como en la de Tenerife una Comandancia o Capitanía General, desde finales del siglo XVII : concretamente, instalada en Santa Cruz desde 1723, por el Marqués de Vallehermoso. Pero no existió una capital administrativa, poiítica ni económica, hasta bien entrado el siglo XIX.

La realidad -añade- es que la unidad ha sido, y es, la Isla. El Archipiélago es, por definición, un conjunto de Islas, y en las Canarias presentan caracteres bien distintos entre sí, y no sólo geográficos. La historia, política y administrativa, ha coincidido con la geografia. Y la economía ha presentado diferencias notables entre Islas.

Pues bien, pese a ello, -concluye- al nacer la Provincia de Canarias con la Constitución de 1812, surgió, casi de inmediato, el pleito sobre la capitalidad. Pero como quiera que la pugna entre Tenerife y Gran Canaria ya había aparecido desde el Motín de Aranjuez en 1808, nuestro estudio va a comprender la historia de la lucha por la capitalidad durante el primer tercio del siglo a XIX, es decir, la parte del mismo que va desde la guerra de la Independencia  contra Napoleón hasta el final de la primera guerra carlista: de 1808 a 1839". 

El pleito que tan exhaustivamente relata Guimerá Peraza es evidente que ya no es lo que era, ni histórica ni políticamente, pero sigue estando ahí por algo tan sencillo de explicar como difícil de entender para muchos: que la realidad insoslayable de Canarias, como él mismo enfatiza, es la "isla", y que el archipiélago canario son siete (o trece) islas diferentes física, histórica, social, cultural y económicamente. Y para resolver circunstancias como esta se inventó, a finales del siglo XVIII, el federalismo.

Federalizar Canarias supondría replantearse la distribución del poder político en el seno de la Comunidad Autónoma de manera horizontal entre el gobierno regional y los gobiernos insulares mediante un reparto de competencias tasado estatutariamente tanto a nivel regional como insular, y la configuración de un parlamento regional (o Cabildo General de Canarias), bicameral, en el que estuvieran representados tanto el pueblo del archipiélago en su conjunto como cada una de sus islas (consideradas como entidades territoriales propias y autónomas) con competencias colegislativas iguales para ambas cámaras, y otras propias y específicas de cada una de ellas. 

La cámara de elección popular podría ser elegida por la totalidad de la población del archipiélago mediante un sistema proporcional puro, en una circunscripción electoral única, y con listas cerradas pero no bloqueadas, en las que elector pudiera ordenar por orden de preferencia hasta una cuarta parte de los candidatos de la lista de su elección. Aunque a decir verdad, yo prefiero un sistema electoral directo y mayoritario, a dos vueltas, en circunscripciones electorales de igual número de electores, en las que se elija a un solo candidato, de forma que el voto de cada elector valga exactamente lo mismo en todas y cada una de las circunscripciones.

La cámara territorial podría conformarse por representantes de los gobiernos de los Cabildos Insulares, en número igual para cada uno de ellos, y con entre uno y cinco votos para cada isla en función de su población de derecho. 

No es la primera vez que planteo esta posibilidad. Lo hice ante el propio Parlamento de Canarias en 1995, 1996 y 1997, con ocasión de las deliberaciones que llevaron a la reforma del Estatuto de Autonomía, y en varios artículos publicados en la prensa regional que tuvieron cierta repercusión en medios académicos y universitarios, pero ninguna política. Esos artículos pueden leerse, en el blog en las entradas correspondientes a los días 26 y 27 de octubre y 25 y 28 de noviembre de 2006. 

Respecto al tan traído y llevado tema de las identidades compartidas, como digo en la presentación del blog, me gustaría dejar claro expresamente que no tengo problema alguno al respecto: me siento tan ciudadano (de mi ciudad, Las Palmas) como grancanario, canario, español y europeo. No renuncio a ninguna, no las confronto, todas son mías y con todas me siento igual de solidario. 

Como los lectores de Desde el trópico de Cáncer saben, me gusta definir a Canarias como un estado de ánimo rodeado de agua por todas partes que tiene sus pies en África, su corazón en América y todo lo demás en Europa. Desde ese estado de ánimo, pleno de esperanza en un futuro mejor: ¡feliz Día de Canarias a todos los canarios de las islas y la diáspora! 

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




Himno de Canarias 




Entrada 2288
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miércoles, 28 de mayo de 2014

Día de Canarias, 2014




Escudo de Canarias






La patria es una peña, la patria es una roca, la patria es una fuente, es una senda y una choza.
Mi patria no es el mundo; mi patria no es Europa; mi patria es de un almendro la dulce, fresca, inolvidable sombra. 
A veces por el mundo con mi dolor a solas recuerdo de mi patria las rosadas, espléndidas auroras. 
A veces con delicia mi corazón evoca, mi almendro de la infancia, de mi patria las peñas y las rocas. 
Y olvido muchas veces del mundo las zozobras, pensando de las islas en los montes, las playas y las olas. 
A mí no me entusiasman ridículas utópias, ni hazañas infecundas de la razón afrenta, y de la Historia. 
Ni en los Estados pienso que duran breves horas, cual duran en la vida de los mortales las mezquinas obras. 
A mí no me conmueven inútiles memorias, de pueblos que pasaron en épocas sangrientas y remotas. 
La sangre de mis venas, a mí no se me importa que venga del Egipto o de la razas célticas y godas. 
Mi espíritu es isleño como las patrias rocas, y vivirá cual ellas hasta que el mar inunde aquellas costas. 
La patria es una fuente, la patria es una roca, la patria es una cumbre, la patria es una senda y una choza. 
La patria es el espíritu, la patria es la memoria, la patria es una cuna, la patria es una ermita y una fosa. 
Mi espíritu es isleño como las patrias costas, donde la mar se estrella en espumas rompiéndose y en notas. 
Mi patria es una isla, mi patria es una roca, mi espíritu es isleño como los riscos donde vi la aurora.

"Canarias" (Canto VII): Nicolás Estévanez (1838-1914)





El Teide (Parque Nacional de Las Cañadas, Tenerife, Islas Canarias)




El próximo viernes, 30 de mayo, celebramos en las islas el Día de Canarias, Hoy, en esta mañana más bien invernal, cubierta de nubes, mis nietos más pequeños han desfilado con sus compañeros de colegio vestidos con los trajes típicos canarios por la calle Triana de Las Palmas.

No tenía pensado sumarme a la celebración de la efeméride pero su presencia, la de los niños, y el futuro que ellos representan, me han animado a elaborar a toda prisa esta entrada del blog que les dedico a ellos y a todos los canarios que viven en la diáspora, voluntaria o forzada, lejos de la tierra que les vio nacer. Pero también, como no, a los que en ella permanecemos apegados a su mar, sus volcanes, sus barrancos, sus bosques, sus montañas, sus playas y desiertos, y sus eternos alisios, compartiendo en nuestros corazones los inolvidables versos de Nicolás Estévanez. Versos de los que, por otra parte, otro gran poeta y filósofo enamorado de Canarias, Miguel de Unamuno, dijera con socarronería vasca que "pobre del que no tiene otra patria que la sombra de un almendro porque acabará por ahorcarse en él".

Y ya que citamos intelectuales, otro gran intelectual canario, Domingo Pérez Minik, dijo sobre la canariedad que "para salvar estos enormes peligros [el del aislamiento de las islas] para su salud física y anímica, al insular no le cabe otro remedio sino exilarse por su propia voluntad y regresar luego con el tesoro de las grandes correrías por el ancho mundo, o manteniéndose en su paraíso, excitar al extranjero a venir a su encuentro, cuanto más extranjero mejor, bien para convivir amigablemente, bien para sostener un debate fecundo de recelos y sugestiones".

Cosas del alma canaria... Para todos ellos, los canarios de fuera y los canarios de dentro: ¡feliz Día de Canarias! Y ahora sean felices, por favor, y como decía Sócrates,  "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




+
El himno de Canarias cantado por Los Gofiones






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viernes, 20 de septiembre de 2013

Placas callejeras









Quizá sea solo deformación profesional y académica; o quizá, no. Y solo sea curiosidad. En todo caso, disfruto leyendo las placas conmemorativas que me encuentro en las calles, plazas y edificios y monumentos de las ciudades que visito. Recuerdo con especial cariño algunas de París, Roma, Florencia, Barcelona... Cuando vuelvo a Madrid me encanta recordar las que tan profusamente se encuentran en el barrio de los Austrias, que fue escenario emocionado y emocionante de mis años juveniles.

Recuerdo especialmente una en la Cuesta de la Vega, en la trasera de la catedral de Nuestra Señora de La Almudena, por donde se cuenta que entró a galope el Cid en la ciudad musulmana de Magerit. Y otra, a pocos metros de allí, en la calle Mayor, que recuerda el lugar desde el que el anarquista Mateo Morral, lanzó una bomba que causó varios muertos en el cortejo nupcial del rey Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg. Esta última tiene un factor doblemente emotivo para mí pues ese mismo día, y a la misma hora, en un modesto templo también de Madrid, se casaban mis abuelos maternos; y por otro lado, porque se dice que la bomba para el atentado se la proporcionó a Mateo Morral el poeta, militar y político grancanario Nicolás Estévanez.

En Las Palmas, donde vivo, había hasta hace poco una -felizmente retirada- que recordaba que del caserón del parque de San Telmo donde se ubica el cuartel general de la agrupación de tropas de Gran Canaria, salió el general Franco para ponerse al frente del "glorioso alzamiento nacional". 

Hace unos años, viajando por el sur de la Península con una de mis hijas y su marido, encontramos dos que nos llamaron poderosamente la atención por motivos completamente diferentes.

Una, en la ciudad de Huelva, en la fachada de la espléndida iglesia de La Concepción, recordando el incendio y saqueo de la iglesia por la "barbarie de las hordas marxistas" en julio de 1936. No me parece mal que se recuerden esos hechos, o cualquier otro hecho histórico, pero me parece desafortunado mantener a estas alturas de los tiempos textos propios de otras épocas felizmente superadas.

Otra, en la ciudad de Sevilla, recordando que en la Taberna Las Escobas, junto a la majestuosa torre de La Giralda, y en funcionamiento desde hace siete siglos, comieron personajes como Cervantes, Lope de Vega, Becquer o Lord Byron. Nosotros también lo hicimos... Una recomendación: si pasan por allí, no dejen de pedir los pimientos rellenos de merluza... Ambas placas son historia, pero la verdad es que prefiero la segunda.

Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt









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martes, 29 de mayo de 2012

30 de Mayo: Día de Canarias






Mi nieto Saúl





La patria es una peña
la patria es una roca,
la patria es una fuente,
la patria es una senda y una choza.



Mi patria no es el mundo;
mi patria no es Europa;
mi patria es de un almendro
la dulce, fresca, inolvidable sombra.



A veces por el mundo
con mi dolor a solas
recuerdo de mi patria
las rosadas, espléndidas auroras.



A veces con delicia
mi corazón evoca,
mi almendro de la infancia,
de mi patria las peñas y las rocas.



Y olvido muchas veces
del mundo las zozobras,
pensando de las islas
en los montes, las playas y las olas.



A mí no me entusiasman
ridículas utopías,
ni hazañas infecundas
de la razón afrenta, y de la Historia.



Ni en los Estados pienso
que duran breves horas,
cual duran en la vida
de los mortales las mezquinas obras.



A mí no me conmueven
inútiles memorias,
de pueblos que pasaron
en épocas sangrientas y remotas.



La sangre de mis venas,
a mí no se me importa
que venga del Egipto
o de la razas célticas y godas.



Mi espíritu es isleño
como las patrias rocas,
y vivirá cual ellas
hasta que el mar inunde aquellas costas.



La patria es una fuente,
la patria es una roca,
la patria es una cumbre,
la patria es una senda y una choza.



La patria es el espíritu,
la patria es la memoria,
la patria es una cuna,
la patria es una ermita y una fosa.



Mi espíritu es isleño
como las patrias costas,
donde la mar se estrella
en espumas rompiéndose y en notas.



Mi patria es una isla,
mi patria es una roca,
mi espíritu es isleño
como los riscos donde vi la aurora.



"La sombra de un almendro"
Nicolás Estévanez (1838-1914)








Canarias no solo es  un archipiélago situado a 100 km. de la costa occidental de África entre los paralelos 27 y 29 del hemisferio Norte; ni tampoco es solo una comunidad autónoma más dentro del reino de España.

Canarias es ante todo y sobre todo un estado de ánimo, rodeado de agua por todas partes, con los pies en África, las manos y la mente en Europa y el corazón en América.

Quizá sea por eso que se dice que el espíritu de los isleños, de todos los isleños del mundo, tiene vocación universal. Quizá fue eso lo que quiso decirnos, en lenguaje poético, Nicolás Estévanez, militar, político y poeta grancanario, en los versos que me sirven de emotiva introducción a esta entrada con la que pretendo rendir homenaje a mi patria de adopción. 

Todos los pueblos antiguos consideraban que su "patria", la tierra de sus padres, era el centro del mundo. Canarias no es ni ha sido nunca el centro del mundo, pero para el mundo clásico greco-romano, sus filósofos, sus historiadores y sus poetas, Canarias fue el lugar donde estaba el Paraíso, los Campos Elíseos, el Jardín de las Hespérides, la cumbre de la Atlántida, las islas Afortunadas. Y eso marca... Y perdónenme la reiteración de mayúsculas.

Canarias ocupa un lugar central en la historia de mi familia. Mis padres vivieron en la isla de El Hierro entre 1941 y 1945, y durante unas semanas de ese último año, a la espera de su traslado, en la ciudad de La Laguna, en la isla de Tenerife. De vuelta a la Península, donde yo nací unos meses después, Canarias fue, sobre todo para mi madre y mis hermanos mayores, esa Arcadia feliz a la que añoraban y de la que hablaban continuamente. Y yo, en cuanto llegué a la mayoría de edad, no lo dudé ni un momento: tenía que volver al Paraíso, a la Tierra Prometida, de la que no entendía muy bien porque habían salido mis padres. Y a mis veintiún años aterricé, literalmente, en tierra canaria. Y aquí me quedé. Canarias son mi mujer y mis hijas; canarios mis tres nietos. Canario soy yo ya para siempre, no solo porque lo diga la ley, sino porque lo dice y lo sabe mi corazón.

En el vídeo que acompaña la entrada pueden ver y escuchar el Himno de Canarias, cantado por el grupo musical grancanario Los Gofiones. Las fotos, la de mi nieto más pequeño, Saúl, con el traje típico canario, esta tarde en Triana, y la de un mapa de las islas Canarias de 1746. Y ni mañana, 30 de mayo, que celebramos el Día de Canarias, ni hoy, y sin que sirva de precedente, voy a meterme con el gobierno; lo dejo para otro día. Pero hoy si quiero desearles de nuevo que sean felices, por favor. Háganlo por ustedes, no por mí. Tamaragua, amigos. HArendt










Mapa de Canarias (1746)







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Entrada núm. 1472
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Los tiempos felices son en ella páginas en blanco" (Hegel)