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miércoles, 6 de noviembre de 2019

[MIS MUSAS] Hoy, con Miguel de Unamuno, Tintoretto y Giuseppe Verdi



La danza de las Musas en el Helicón, de Bertel Thorvaldsen (1819)



Decía Walt Whitman que la poesía es el instrumento por medio del cual la voces largamente mudas de los excluidos dejan caer el velo y son alcanzados por la luz; Gabriel Celaya, que era un arma cargada de futuro; Harold Bloom,  que si la poesía no podía sanar la violencia organizada de la sociedad, al menos podía realizar la tarea de sanar al yo; y George Steiner añadía que el canto y la música son simultáneamente, la más carnal y la más espiritual de las realidades porque aúnan alma y diafragma y pueden, desde sus primeras notas, sumir al oyente en la desolación o transportarlo hasta el éxtasis, ya que la voz que canta es capaz de destruir o de curar la psique con su cadencia. Por su parte, Johann Wolfgang von Goethe afirmaba que cada día un hombre debe oír un poco de música, leer una buena poesía, contemplar un cuadro hermoso y si es posible, decir algunas palabras sensatas, a fin de que los cuidados mundanos no puedan borrar el sentido de la belleza que Dios ha implantado en el alma humana. 

Subo hoy al blog al poeta Miguel de Unamuno y su poema "Romance"al pintor Tintoretto y su cuadro "José y la mujer de Putifar", al compositor Giuseppe Verdi y su dueto "Parigi, o cara", de la ópera "La traviata", cantado por la soprano Joan Sutherland y el tenor Luciano Pavarotti, que pueden ver en vídeo desde este enlace.




Calle de Fuenterrabía (País Vasco)


Miguel de Unamuno y Jugo (1864-1936) fue un escritor y filósofo español perteneciente a la generación del 98. En su obra cultivó gran variedad de géneros literarios como novela, ensayo, teatro y poesía. Fue, asimismo, diputado en Cortes de 1931 a 1933 por Salamanca. Fue Rector de la Universidad de Salamanca en tres ocasiones distintas, la última entre 1931 y 1936. Les dejo con su poema Romance: 



ROMANCE

Si no has de volverme a España, 
Dios de la única bondad,
si no has de acostarme en ella
¡hágase tu voluntad
Como en el cielo en la tierra,
en la montaña y la mar,
Fuenterrabía soñada,
tu campana oigo sonar.
Es el llanto de Jaizquibel
-sobre él pasa el huracán-
entraña de mi honda España
te siento en mi palpitar.
Espejo del Bidasoa
que vas a perderte al mar,
¡qué de ensueños te me llevas!
a Dios van a reposar...

Campana, Fuenterrabía,
lenguas de la eternidad,
me traes la voz redentora
de Dios, la única bondad.
Hazme, Señor, tu campana,
campana de tu verdad, 
y la guerra de este siglo
deme en tierra eterna paz!




Representación de la ópera La traviata


Giuseppe Verdi (1813-1901) fue un compositor romántico italiano de ópera del siglo XIX, el más notable e influyente compositor de ópera italiana y puente entre el bel canto de Rossini, Bellini y Donizetti y la corriente del verismo de Puccini. Fue autor de algunos de los títulos más populares del repertorio lírico, como los que componen su trilogía popular o romántica: Rigoletto, Il trovatore y La traviata y las obras maestras de la madurez como Don Carlos, Aida, Otello y Falstaff. 

La traviata (La extraviada) es una ópera en tres actos con música de Giuseppe Verdi y libreto en italiano de Francesco Maria Piave, basado en la novela de Alexandre Dumas (hijo) La dame aux camélias (1852), aunque no directamente sino a través de una adaptación teatral. Titulada en principio Violetta —nombre del personaje principal—, al parecer está basada en la vida de una cortesana parisiense, Alphonsine Plessis. Piave y Verdi querían seguir a Dumas dándole a la ópera una ambientación contemporánea, pero las autoridades de La Fenice insistieron en que se ambientara en el pasado, «hacia 1700». No fue hasta la década de 1880 que se respetaron los deseos originales del compositor y del libretista y se representaron producciones «realistas». 




José y la mujer de Putifar, 1555. Museo del Prado, Madrid


Tintoretto, cuyo nombre es Jacopo Comin (Venecia, 29 de septiembre de 1518-Venecia, 31 de mayo de 1594), fue uno de los grandes pintores de la escuela veneciana y representante del estilo manierista. En su juventud también recibió el apodo de Jacopo Robusti, pues su padre defendió las puertas de Padua frente a las tropas imperiales de una manera bastante vigorosa. Su verdadero apellido, 'Comin', fue descubierto por Miguel Falomir, jefe del departamento de Pintura italiana del Museo del Prado de Madrid, y se hizo público a raíz de la retrospectiva de Tintoretto en dicho museo en 2007. Por su fenomenal energía y ahínco a la hora de pintar fue apodado Il Furioso, y su dramático uso de la perspectiva y los especiales efectos de luz hacen de él un precursor del arte barroco. Sus trabajos más famosos son una serie de pinturas sobre la vida de Jesús y la Virgen María en la Scuola Grande di San Rocco de Venecia.

José y la mujer de Putifar es un cuadro realizado en óleo sobre lienzo. Mide 54 cm de alto por 117 cm de ancho. Pintado hacia el año 1555, se encuentra actualmente expuesto en el Museo del Prado en Madrid, España. Este cuadro fue comprado por Diego Velázquez, durante su segunda visita a Venecia, para Felipe IV junto con otras cinco pinturas de temática bíblica.

Aparece en primer plano la mujer de Putifar, tendida en la rica alcoba, invitando a José a unirse a ella, proposición que éste rechazó y por lo que fue encarcelado injustamente.




Fachada oeste del Museo del Prado, Madrid



La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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lunes, 14 de octubre de 2019

[A VUELAPLUMA] Gracías, Amenábar



El actor Karra Elejalde en el papel de Unamuno


Más de un millón de españoles, escribe la periodista y analista polìtica del diario El Mundo, Lucía Méndez, han ido al cine a ver la última película de Amenábar sobre Unamuno.

"El cine estaba lleno la noche del domingo -comienza diciendo Méndez-. Echaban Mientras dure la guerra, la película de Alejandro Amenábar con un protagonista muy poco usual en el cine español. Extraordinario, casi único. No una mujer desgraciada, ni un hortera de bolera, ni una familia desestructurada, ni un superhéroe, ni un cineasta que se filma a sí mismo. El protagonista de la película es un intelectual español. Intelectual de verdad, no de pega. El patio de butacas se quedó quieto y en silencio cuando se encendió la luz. Ocurrió un suceso extraordinario. Los espectadores tardaron unos minutos en mirar las pantallas encendidas de sus móviles. Quizá, seguro, estaban reflexionando sobre el discurso de Miguel de Unamuno en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca el 12 de Octubre de 1936. Tal día como hoy del año que empezó la guerra incivil. Los espectadores parecían conmovidos por las palabras de la inteligencia, la precisión y la piedad. Las palabras de un español, que fue vasco, castellano, canario, andaluz y todo lo demás. Un español realmente grande. Hace poco, en el Teatro de la Abadía, sucedió algo parecido cuando José Luis Gómez culminó su monólogo sobre Unamuno con el mismo discurso. El público se echó a aplaudir como loco no sólo al actor. También ovacionaban a esa alma errante de España, la mejor, que encarnó el filósofo, novelista y poeta.

El éxito de Amenábar no es haber rodado una película impecable y canónica desde el punto de vista cinematográfico e histórico. O la gran interpretación de Karra Elejalde y los demás actores. Su gran triunfo es que los españoles estén llenando los cines porque la recomiendan familia, vecinos o amigos.

Asistí a la proyección con dos españoles -chica y chico- muy jóvenes. No sabían que Franco tenía la inteligencia de hacerse pasar por tonto siendo en realidad tan listo, a la vez que perverso. Ni que Unanumo era un genio cascarrabias, rabiosamente celoso de su libertad de cátedra. Un pensador gigantesco que tuvo dudas y crisis de fe. Otro éxito de Amenábar. Enseñar a los jóvenes Historia de España en el cine, ya que en las aulas llegan al siglo XX a final de curso, y estudian deprisa y corriendo la Guerra Civil y el Franquismo.

Más de un millón de españoles han ido al cine a conocer cómo era el autor de San Manuel Bueno, mártir, Del sentimiento trágico de la vida o La tía Tula. Sólo por eso, gracias Amenábar. Una última cosa. Sólo alguien muy simple, muy ignorante -o las dos cosas- puede analizar a Unamuno o a su película en clave política o partidista".





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jueves, 14 de febrero de 2019

[MIS MUSAS] Hoy, con Miguel de Unamuno, Tiziano Vecelli y Giuseppe Verdi



Las Musas (Bertel Thorvaldsen, 1770-1844)



Decía Walt Whitman que la poesía es el instrumento por medio del cual las voces largamente mudas de los excluidos dejan caer el velo y son alcanzados por la luz; Gabriel Celaya, que era un arma cargada de futuro; Harold Bloom,  que si la poesía no podía sanar la violencia organizada de la sociedad, al menos podía realizar la tarea de sanar al yo; y George Steiner añadía que el canto y la música son simultáneamente, la más carnal y la más espiritual de las realidades porque aúnan alma y diafragma y pueden, desde sus primeras notas, sumir al oyente en la desolación o transportarlo hasta el éxtasis, ya que la voz que canta es capaz de destruir o de curar la psique con su cadencia. 

Por su parte, Johann Wolfgang von Goethe afirmaba que cada día un hombre debe oír un poco de música, leer una buena poesía, contemplar un cuadro hermoso y si es posible, decir algunas palabras sensatas, a fin de que los cuidados mundanos no puedan borrar el sentido de la belleza que Dios ha implantado en el alma humana. 


Todas las anteriores me parecen razones más que suficientes para retomar la publicación, con un formato diferente, de la serie de entradas del blog dedicadas al tema de España en la poesía española contemporánea que tan buena acogida de los lectores tuvo hace ya unos años. Grandes poetas contemporáneos españoles, poetas del exilio exterior e interior, pero españoles todos hasta la médula, que cantaron a su patria común, España, desde el corazón y la añoranza. Poemas a los que acompaño con algunas de las más bellas arias y duetos de la historia de la ópera y de algunos de los desnudos más hermosos de la pintura universal. 

Así pues, subo hoy al blog al poeta Miguel de Unamuno y su poema Logré morir con los ojos abiertos, al pintor Tiziano Vecelli y su cuadro La Venus de Urbino, al compositor Giuseppe Verdi y su dueto Brindisi libiamo ne' lietti calici de su ópera La traviata, cantado por la soprano Stefania Bonfadelli y el tenor Scott Pipper en el teatro de la Ópera de Busseto, la localidad natal de Verdi, el año 2002.


***




Miguel de Unamuno



Miguel de Unamuno y Jugo (1864-1936) fue un escritor y filósofo español perteneciente a la generación del 98. En su obra cultivó gran variedad de géneros literarios como novela, ensayo, teatro y poesía. Fue, asimismo, diputado en Cortes de 1931 a 1933 por Salamanca. Fue Rector de la Universidad de Salamanca en tres ocasiones distintas, la última entre 1931 y 1936. Les dejo con su poema Logré morir con los ojos abiertos.


LOGRÉ MORIR CON LOS OJOS ABIERTOS
por 
Miguel de Unamuno


Logré morir con los ojos abiertos
guardando en ellos tus claras montañas,
-aire de vida me fue el de sus puertos-
que hacen al sol tus eternas entrañas
¡mi España de ensueño!

 Entre conmigo en tu seno tranquilo
bien acuñada tu imagen de gloria;
haga tu roca a mi carne un asilo;
duerma por siglos en mí tu memoria,
¡mi España de ensueño!

 Se hagan mis ojos dos hojas de hierba
que tu luz beban, oh sol de mi suelo;
madre, tu suelo mis huellas conserva,
pone tu sol en mis huellas consuelo,
¡consuelo de España!

 Brote en verdor la entrañada verdura
que hizo en el fondo de mi alma tu vista,
y bajo el mundo que pasa al que dura
preste la fe que esperanza revista,
¡consuelo de España!

 Logre morir bien abiertos los ojos
con tu verdor en el fondo del pecho,
guarde en mi carne dorados rastrojos;
tu sol doró de mi esperanza el lecho,
¡consuelo del ensueño de mi España!


Hendaya, 24/12/1925


***



Autorretrato de Tiziano 



Tiziano Vecelli (¿1490-1576), fue un pintor italiano del Renacimiento, uno de los mayores exponentes de la Escuela veneciana. Reconocido por sus contemporáneos como «el sol entre las estrellas», en homenaje a la línea final del Paraíso de La Divina Comedia de Dante Alighieri, Tiziano es uno de los más versátiles pintores italianos, igualmente capacitado para ejecutar retratos, paisajes (dos de los temas que le lanzaron a la fama), escenas mitológicas o cuadros de temática religiosa. Tuvo una larga y dilatada carrera, y su obra atravesó muchas y diferentes etapas, en las que su estilo cambió tan drásticamente que algunos críticos tienen problemas para creer que los cuadros de su primera etapa y los de las posteriores hayan salido de la misma mano. Les dejo con su cuadro La Venus de Urbino (1538), también conocido como La Venus del perrito, una célebre pintura al óleo sobre lienzo cuyas dimensiones son de 119 cm x 165 cm, realizada en 1538 por Tiziano, que se encontraba desde 1631 en la colección de los Médicis, y desde 1736 en la Galleria degli Uffizi de Florencia. Les dejo con su Venus de Urbino.

La Venus de Urbino


Su deslumbrante Venus es una amante alejada ya del ideal neoplatónico y virginal. Toda su belleza permanece aún recostada de un modo dulce pero su mirada cómplice y vanidosa se dirige al espectador, que la observa en su lujosa y elegante habitación veneciana. Probablemente las mismas instancias del matrimonio de aristócratas a quién se regalaban este tipo de cuadros para que ayudaran a nacer a criaturas sanas, bellas y fuertes.


***



Giuseppe Verdi


Giuseppe Verdi (1813-1901) fue un compositor romántico italiano de ópera del siglo XIX, el más notable e influyente compositor de ópera italiana y puente entre el belcanto de Rossini, Donizetti y Bellini y la corriente del verismo y Puccini. Fue autor de algunos de los títulos más populares del repertorio lírico, como los que componen su trilogía popular o romántica: Rigoletto, La Traviata e Il Trovatore y las obras maestras de la madurez como Aida, Don Carlo, Otello y Falstaff. Sus primeros éxitos estuvieron relacionados con la situación política que se vivía en Italia. Aparte de su calidad artística, sus óperas servían para exaltar el carácter nacionalista del pueblo italiano. 

La traviata (La extraviada) es una ópera en tres actos con música de Giuseppe Verdi y libreto de Francesco Maria Piave, basado en la novela de Alexandre Dumas, hijo, titulada La dame aux camélias (1852), a través de una adaptación teatral. Titulada en principio Violetta —nombre del personaje principal—, al parecer está basada en la vida de una cortesana parisiense, Alphonsine Plessis. Piave y Verdi querían seguir a Dumas dándole a la ópera una ambientación contemporánea, pero las autoridades de La Fenice insistieron en que se ambientara en el pasado, «hacia 1700». No fue hasta la década de 1880 que se respetaron los deseos originales del compositor y del libretista y se representaron producciones «realistas». Les dejo con su dueto Brindisi libiamo ne' lieti calici, que pueden ver en el siguiente vídeo.






Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 



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lunes, 22 de octubre de 2018

[MUSAS] Hoy, con Miguel de Unamuno, Pablo Picasso y Giuseppe Verdi



Las Musas (Bertel Thorvaldsen, 1770-1844)


Decía Walt Whitman que la poesía es el instrumento por medio del cual las voces largamente mudas de los excluidos dejan caer el velo y son alcanzados por la luz; Gabriel Celaya, que era un arma cargada de futuro; Harold Bloom,  que si la poesía no podía sanar la violencia organizada de la sociedad, al menos podía realizar la tarea de sanar al yo; y George Steiner añadía que el canto y la música son simultáneamente, la más carnal y la más espiritual de las realidades porque aúnan alma y diafragma y pueden, desde sus primeras notas, sumir al oyente en la desolación o transportarlo hasta el éxtasis, ya que la voz que canta es capaz de destruir o de curar la psique con su cadencia. Por su parte, Johann Wolfgang von Goethe afirmaba que cada día un hombre debe oír un poco de música, leer una buena poesía, contemplar un cuadro hermoso y si es posible, decir algunas palabras sensatas, a fin de que los cuidados mundanos no puedan borrar el sentido de la belleza que Dios ha implantado en el alma humana. Todas las anteriores me parecen razones más que suficientes para retomar la publicación, con un formato diferente, de la serie de entradas del blog dedicadas al tema de España en la poesía española contemporánea que tan buena acogida de los lectores tuvo hace ya unos años. Grandes poetas contemporáneos españoles, poetas del exilio exterior e interior, pero españoles todos hasta la médula, que cantaron a su patria común, España, desde el corazón y la añoranza. Poemas a los que acompaño con algunas de las más bellas arias de la historia de la ópera y de algunos de los desnudos más hermosos de la pintura universal. 

Así pues, subo hoy al blog al poeta Miguel de Unamuno y su poema La sangre del espíritu, al pintor Pablo Picasso y su cuadro Desnudo, hojas verdes y bustoy al compositor Giuseppe Verdi y su aria Son giunta!... Madre, pietosa Vergine, de la ópera La Forza del Destino



Miguel de Unamuno


Miguel de Unamuno y Jugo (1864-1936) fue un escritor y filósofo español perteneciente a la generación del 98. En su obra cultivó gran variedad de géneros literarios como novela, ensayo, teatro y poesía. Fue, asimismo, diputado en Cortes de 1931 a 1933 por Salamanca. Fue Rector de la Universidad de Salamanca en tres ocasiones distintas, la última entre 1931 y 1936. Les dejo con su poema La sangre del espíritu.


LA SANGRE DEL ESPÍRITU

La sangre de mi espíritu es mi lengua
y mi patria es allí donde resuene
soberano su verbo, que no amengua
su voz por mucho que ambos mundos llene.

Ya Séneca la preludió aún no nacida,
y en su austero latín ella se encierra;
Alfonso a Europa dio con ella vida, 
Colón con ella redobló la tierra.

Y esta mi lengua flota como el arca
de cien pueblos contrarios y distantes,
que las flores en ella hallaron brote

de Juárez y Rizal, pues ella abarca
legión de razas, lengia en que a Cervantes
Dios le dio el Evangelio del Quijote.


Pablo Ruiz Picasso (1881-1973) fue un pintor y escultor español, creador, junto con Georges Braque, del cubismo. Es considerado como uno de los mayores pintores del siglo XX. Participó en movimientos artísticos que se propagaron por el mundo y ejerció gran influencia en otros grandes artistas de su tiempo. Sus trabajos están presentes en museos y colecciones de toda Europa y del mundo. Además, abordó otros géneros como el dibujo, el grabado, la ilustración de libros, la escultura, la cerámica y el diseño de escenografía y vestuario para montajes teatrales. Les dejo con su cuadro ​Desnudo, hojas verdes y busto, de 1932, en el que retrata a su amante Marie-Thérèse Walter.



Desnudo, hojas verdes y busto (Pablo Picasso, 1932) 



Giuseppe Verdi (1813-1901) fue un compositor romántico italiano de ópera del siglo XIX, el más notable e influyente compositor de ópera italiana y puente entre el belcanto de Rossini, Donizetti y Bellini y la corriente del verismo y Puccini. Fue autor de algunos de los títulos más populares del repertorio lírico, como los que componen su trilogía popular o romántica: Rigoletto, La Traviata e Il Trovatore y las obras maestras de la madurez como Aida, Don Carlo, Otello y Falstaff. Les dejo con el aria Son giunta!... Madre, pietosa Vergine, de su ópera La Forza del Destino, cantada por la soprano griega Dimitra Theodossiou.






Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

jueves, 25 de agosto de 2016

[A vuelapluma] De nuevo los nacionalismos y las exclusiones ...





Hay una frase muy utilizada en política que cada vez que la oigo me deja bastante descolocado. Y es la de: "No comparto sus ideas, pero las respeto". ¿De dónde ha salido eso de que haya que respetar las ideas que no se comparten? De la Declaración Universal de los Derechos Humanos, no, desde luego; y de la Constitución española, tampoco. En ambas está, y comparto su criterio, el inalienable derecho de las personas a expresar libremente su opiniones y sus ideas sin ser perseguido, sancionado o molestado por ellas. Pero eso es una cosa, y el que tengan que respetarse sus opiniones e ideas es otra cosa, muy distinta. Porque, a ver si lo aclaramos de una vez por todas: lo que merece respeto, siempre, es la persona; sus ideas y opiniones, no necesariamente.

Nuestro inmortal Miguel de Unamuno, en su Vida de don Quijote y Sancho (Espasa-Calpe, Madrid, 1981) dice sobre los que se niegan a entrar en batallas dialécticas (pág. 105): "¡Paz!, ¡paz!, ¡paz! Croan a coro todas las ranas y los renacuajos todos de nuestro charco. ¡Paz!, ¡paz!, ¡paz! Sí, sea, paz, pero sobre el triunfo de la sinceridad, sobre la derrota de la mentira. Paz, pero no una paz de compromiso, no un miserable convenio como el que negocian los políticos, sino paz de comprensión. [...] ¡Raza de víboras la de esos que piden paz! Piden paz para poder morder y roer y emponzoñar más a sus anchas".

Acabo de leer hace unos momentos una noticia en El País que hacía referencia al abandono de una mesa redonda de la Universidad Catalana de Verano, que se ha celebrado estos días en Prada de Conflent (Francia) en defensa de la idea de que una Cataluña independiente debería relegar la lengua castellana en el sistema educativo y los medios de educación y en ningún caso convertirla en oficial. La beligerancia de estas posiciones fue tan grande que molestó incluso a los diputados Gabriel Rufián (ERC) y Eduardo Reyes (JxSí), que según el diario digital "El Nacional" abandonaron la sala. 

No entro en valoraciones ni enjuicio el hecho en sí. Como saben los lectores asiduos del blog no soy nacionalista. Más bien detesto el nacionalismo, de manera especial el identitario y excluyente, y mi patriotismo es constitucional y político, y en cierto modo, sentimental. El Diccionario de Política (Siglo XXI, Madrid, 1994), de Bobbio, Matteuci y Pasquino, dice en la entrada correspondiente a "nación" que esta es concebida normalmente como un grupo de hombres unidos por un vínculo natural, y por lo tanto eterno -o cuando menos existente "ab inmemorabili"-, y que, en razón de este vínculo, constituye la base necesaria para la organización del poder político en la forma del estado nacional. Las dificultades comienzan, añade, cuando se trata de definir la naturaleza de este vínculo o incluso solamente especificar los criterios que permitan delimitar las varias individualidades nacionales, independientemente del vínculo que lo determina.

En ese sentido, no tengo ningún problema en reconocer la existencia de una nación canaria, castellano-manchega, catalana, gallega, madrileña, murciana, vasca, etcétera, etcétera, que cito por orden alfabético para evitar susceptibilidades, pero también española y europea. Y desde luego me parece correcto definir a España y Europa como naciones de naciones.

Los dos últimos párrafos de la entrada "nación" (óp. cit.) llevan el subtítulo de "La superación de las naciones", y dicen que si la nación es la ideología del estado burocratizado centralizado, la superación de esta forma de organización del poder político implica la desmitificación de la idea de nación. La base práctica de esta desmitificación existe. Es un dato real que la actual evolución del modo de producir en la parte industrializada del mundo, después de haber llevado la dimensión "nacional" al ámbito de interdependencia entre las relaciones humanas, está ahora ampliándolas parcialmente más allá de las dimensiones de los actuales estados nacionales y hace aparecer con siempre más inmediata claridad la necesidad de organizar el poder político sobre espacios continentales y según los modelos federales.

Es entonces, continúa diciendo, previsible que la historia de los estados nacionales está llegando a término y que esté por iniciar una fase en la cual el mundo estará organizado en grandes espacios políticos federales. Pero si el federalismo significa el fin de las naciones en el sentido ahora definido, ello significa también el renacimiento o la revigorización de las nacionalidades espontáneas que el estado nacional sofoca o reduce a instrumentos ideológicos al servicio del poder político y, por tanto, el retorno de aquellos auténticos valores comunitarios de los que la ideología nacional se ha apropiado transformándolos en sentimientos gregarios.

Espero haber aclarado, si alguna duda había al respecto, por qué digo en la presentación del blog eso de que me declaro hijo de la Ilustración y de sus valores universales, socialdemócrata, federalista, ¡y monárquico, para más inri!, no solo por lealtad sino por convencimiento. Y, además, tan ciudadano palmense como grancanario, canario, español y europeo.

El profesor César Molinas, matemático y economista, escribió hace unos años (marzo, 2009) un provocador e interesante artículo titulado "España y la Historia (así, con mayúsculas)", que comenzaba con estas palabras: "España no es un Estado-nación, y nunca lo será. Lejos de ser un lastre, esto supone capacidad de adaptación, una gran ventaja para encarar los desafíos de la globalización y la posmodernidad." No podría decir que lo comparta plenamente, pero esta vez, y sin que sirva de precedente, no me importa decir que lo respeto.

En otro plano, mucho más académico, les invito a la lectura del artículo titulado "Las dos caras del nacionalismo", del catedrático emérito de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad de Alcalá, Gabriel Tortellá, publicado en febrero de 2014 en Revista de Libros. 



Los diputados Gabriel Rufián y Eduardo Reyes



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domingo, 29 de junio de 2014

El poeta Miguel de Unamuno y el tema de España en la poesía española contemporánea (I)




El cabo de Ogoño (Vizcaya)



Ahora que parece que una buena parte de los españoles que se declaran de izquierdas parecen confundidos con conceptos tales como pueblo, país, patria, gobierno, nación y Estado, conceptos que sin duda inducen a confusión pero que en ningún caso son sinónimos, quizá convendría reivindicar el nombre común de España que a todos nos acoge y ampara. Sin vergüenza alguna. Sin remordimientos de ninguna especie.

De ahí, mi atrevimiento de traer a partir de hoy, y durante unas cuantas semanas, o mientras el cuerpo aguante, lo que algunos de los grandes poetas españoles contemporáneos han dicho sobre su patria común, sobre la nuestra, sobre España.

Todos los poemas están tomados del libro "El tema de España en la poesía española contemporánea. Antología" (Taurus, Madrid, 1979), editados por José Luis Cano.

Y como no, comienzo por Miguel de Unamuno (1864-1936), escritor, filósofo, poeta, profesor. Nació en Bilbao. Se opuso tenazmente al golpe de Estado de Primo de Rivera. Fue diputado en las primeras Cortes de la república. Tres veces rector de la Universidad de Salamanca se enfrentó públicamente a Franco a poco de iniciada la guerra civil y fue despojado de su cátedra. Murió en Salamanca el último día de 1936. Les dejo con su pequeño poema titulado "A España". Por cierto, la palabra "ézpañá", en el primer verso, significa "labio" en euskera.


Labio, ézpañá, paladeo tu nombre, rosa carnosa,
fresco y rojo de cereza, y agua se me hace la boca.
Es tu saliva batido, de tu lengua, la española,
tomé el pan de la palabra, un pichón de la paloma.
Nuestras lenguas se mezclaron, España, y sentí la ola
de brasa, desde la nuca en mis entrañas ahonda.
Mordí en tus labios, España, del paraíso en la poma,
y al darte mi blanca sangre, me diste tu sangre roja.
Me siento padre del pueblo, por ti perdura en mi obra,
me desmayo en el arrobo de hacerte, España, señora.

"A España", de Miguel de Unamuno



Y mañana, Blas de Otero. Sean felices, por favor, y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt





El poeta Miguel de Unamuno

  

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Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)