martes, 6 de septiembre de 2016

[Humor en cápsulas] Para hoy martes, 6 de septiembre de 2016





El Diccionario de la lengua española define humorismo como aquel modo que presenta, enjuicia o comenta la realidad, resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios.

Como yo no soy humorista, me quedo con la primera acepción, y a partir de hoy, siempre en la medida de lo posible, iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en los diarios Canarias7: Morgan; La Provincia: Padylla y Montecruz, ambos de Las Palmas de Gran Canaria; y El País, de Madrid, en su edición nacional: Forges, Peridis, Ros y El Roto. Espero que disfruten de las mismas.






Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[Cuentos para la edad adulta] Hoy, con "Margarita o el poder de la farmacopea", de Adolfo Bioy Casares






El cuento, como género literario, se define por ser una narración breve, oral o escrita, en la que se narra una historia de ficción con un reducido número de personajes, una intriga poco desarrollada y un clímax y desenlace final rápidos. Durante los próximo meses voy a traer hasta el blog algunos de los relatos cortos más famosos de la historia de la literatura universal. Obras de autores como Philip K. Dick, Franz Kafka, Herman Melville, Guy de Maupassant, Julio Cortázar, Alberto Moravia, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Edgar Allan Poe, Oscar Wilde, Lovecraft, Jack London, Anton Chejov, y otros.

Continúo hoy la serie de "Cuentos para la edad adulta" con el titulado Margarita o el poder de la farmacopea, de Adolfo Bioy Casares (1914-1999), escritor argentino que frecuentó las literaturas fantástica, policial y de ciencia ficción. Es considerado uno de los escritores más importantes de su país y de la literatura en español, habiendo recibido el Premio Internacional Alfonso Reyes y el Premio Miguel de Cervantes, ambos en 1990. Colaboró literariamente en varias ocasiones con Jorge Luis Borges, y este consideró a Bioy como uno de los más notables escritores argentinos. Estuvo casado con la también escritora escritora Silvina Ocampo.

Dicen que Margarita o el poder de la farmacopea de Adolfo Bioy Casares es un cuento mórbido. No lo veo yo así. Quizá sea cuestión de temperamento. La historia es narrada en primera persona por un personaje, químico, que trabaja para unos laboratorios farmacéuticos, y que vive con su hijo, su nuera y sus cuatro nietos. La más pequeña de la familia, Margarita, de apenas dos años, está inapetente y su abuelo desarrolla una fórmula que la hará recobrar el apetito.... Disfrútenlo. Son solo dos páginas...






Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt






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lunes, 5 de septiembre de 2016

[Humor en cápsulas] Para hoy lunes, 5 de septiembre de 2016





El Diccionario de la lengua española define humorismo como aquel modo que presenta, enjuicia o comenta la realidad, resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios.

Como yo no soy humorista, me quedo con la primera acepción, y a partir de hoy, siempre en la medida de lo posible, iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en los diarios Canarias7: Morgan; La Provincia: Padylla y Montecruz, ambos de Las Palmas de Gran Canaria; y El País, de Madrid, en su edición nacional: Forges, Peridis, Ros y El Roto. Espero que disfruten de las mismas.






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[A vuelapluma] España sí merece la pena





Escribí una entrada con este mismo título hará dos o años y medio más o menos, pero el aluvión de críticas a España y a los españoles (no solo a la clase política, que se las tiene merecidas) que preside las redes sociales y las barras de nuestros bares me parece bastante pueril y creo que merece la pena que nos paremos un momento a reflexionar sobre si nuestra sociedad, la española, está tan mal como la sentimos o pensamos la mayoría o si hay en esa percepción una buena parte de masoquismo nacional suigéneris. La verdad, como decía Voltaire, es una fruta que conviene cogerse muy madura. Así, pues, la reedito de nuevo con las modificaciones de detalle imprescindibles.

Nada es para siempre, nada ni nadie es de una sola pieza. Nuestra tradición no es solo la de la España Negra, ni lo ha sido nunca. Tuvimos el integrismo de los almorávides y los almohades, que quemaron las bibliotecas de Al-Ándalus mucho antes de que las quemaran los conquistadores cristianos, pero también la indulgencia cultivada de los sultanes omeyas, que no ponían demasiada insistencia en la ortodoxia islámica, coleccionaban traducciones de Aristóteles y no eran indiferentes a los placeres del vino ni a los saberes científicos de los griegos y los persas. El califa Abd al-Rahman III era nieto de una reina de Navarra. El alcázar de Sevilla se lo construyeron al rey cristiano Pedro I arquitectos y artesanos musulmanes venidos de Granada. En la Castilla medieval de la Reconquista tuvimos esas almas libres que fueron el Arcipreste de Hita y Fernando de Rojas. El siglo XVI de la Inquisición y la Contrarreforma es también el de Luis Vives y los erasmistas, el de las traducciones del hebreo de Fray Luis de León y Casiodoro de Reina, que le dio a la Biblia toda la belleza sensual y terrible del castellano de la Celestina

Tan parte de la historia de nuestro país son las matanzas de Pizarro y de Cortés como el universalismo ético del padre Bartolomé de las Casas, que se atrevió a pensar, incluso antes que Montaigne, lo que casi nadie pensaba entonces en Europa, que los nativos de las Indias eran tan humanos como los europeos. La sonrisa irónica y la irreverencia de Cervantes son tan liberadoras como la alegría de Montaigne, que tuvo una vida mucho menos ingrata, y que había nacido de una madre judía española. La Inquisición prohibió las novelas en los nuevos reinos de América, pero el primer libro que se imprimió en todo el continente fue una gramática náhuatl. El tenebrismo y los mártires y los eremitas de carnes castigadas por la penitencia en los cuadros de Zurbarán o Ribera no borra la luminosidad serena de Velázquez. La caricatura de los conquistadores y de los frailes ignorantes convirtiendo a la fuerza a los indios es menos verdadera que el trato humanitario en las misiones de los jesuitas. En el siglo XVIII las expediciones científicas de Jorge Juan y de Alejandro Malaspina son mucho menos conocidas que las del capitán Cook, pero no menos admirables en su ambición de aventuras ilustradas. El naturalista José Celestino Mutis dedicó su vida a estudiar las especies animales y vegetales de Colombia y mantuvo correspondencia de igual a igual con Linneo y con Humboldt. Jovellanos y Goya fueron dos de las grandes inteligencias generosas de la Ilustración europea: los dos amigos, los dos frustrados, los dos condenados al destierro.

La Constitución de Cádiz de 1812 no fue menos influyente en los movimientos liberadores de la primera mitad del siglo XIX que la constitución americana. No solo las palabras auto de fé o gran inquisidor o junta han pasado del español a otras lenguas: también la palabra liberal. En los primeros años de la II República española, Clara Campoamor logró que se reconociera el derecho a voto a la mujer antes que en la mayoría de los países europeos, y Victoria Kent ideó políticas penitenciarias de un humanitarismo ejemplar.

La pena de muerte fue abolida en España por la Constitución de 1978, antes que en Francia o que en el Reino Unido. Cuando en 2006 se aprobó el matrimonio homosexual el único país en el que ya existía era Holanda. No me jacto de los méritos de mi país ni busco en el pasado razones de orgullo: tan solo creo necesario decir que no todo ha sido sombrío o sanguinario o terrible en la historia de España, y que si no hubo nada de predestinación en nuestros infortunios del pasado tampoco es irremediable que se cumplan las peores posibilidades del porvenir.

Necesitamos discutir abiertamente, rigurosamente y sin miedo, y sin mirar de soslayo a ver si cae bien a los nuestros lo que tenemos que decir. Necesitamos información veraz sobre las cosas para sostener sobre ellas opiniones racionales y para saber que errores hace falta corregir y en qué aciertos podemos apoyarnos para buscar salidas en esta emergencia. La clase política ha dedicado más de treinta años a exagerar diferencias y a ahondar heridas, y a inventarlas cuando no existían. Ahora necesitamos llegar a acuerdos que nos ahorren el desgaste de la confrontación inútil y nos permitan unir fuerzas en los empeños necesarios. Nada de lo que es vital ahora mismo lo puede resolver una sola fuerza política. En 1930 los partidos democráticos se unieron en el Pacto de San Sebastián y pudieron traer la II República. En 1931 concurrieron juntos a las elecciones republicanos y socialistas y el resultado fueron más de dos años de política reformista común. En las elecciones de 1933 los socialistas y republicanos se presentaron por separado a las elecciones y lo que consiguieron con su división fue que ganaran las derechas. En los meses anteriores al comienzo de la Guerra Civil el Partido Socialista estaba roto tres facciones irreconciliables, y esa división fue una de las mayores debilidades del régimen republicano. En el verano de 1936, cada una de las fuerzas que habían sostenido a la República y que se habían beneficiado de ella, creyeron que el golpe de Estado de los militares les ofrecía la oportunidad de lograr sus fines singulares: los anarquistas, el comunismo libertario; los socialistas de Largo Caballero, el triunfo de su líder; los nacionalistas catalanes, la independencia de Cataluña; los nacionalistas vascos, la independencia de Euskadi: sin tanta desunión a Franco le habría costado bastante más derrotar a la República, y los que habían sido tan irresponsablemente incapaces de llegar a ningún acuerdo se encontraron juntos en el exilio y en la cárcel.

No se trata de renunciar a lo que uno es: es aceptar la parte en la que nos parecemos a otros, lo que tenemos en común que nos constituye tanto como lo que nos diferencia. Habrá que hacer ahora la pedagogía democrática aplazada de la aceptación verdadera del otro, la fraternidad objetiva de la ciudadanía por encima de la consanguinidad de la tribu. Aceptarnos no es claudicar de nuestros ideales, sino aceptar la realidad, y por lo tanto renunciar al delirio. El creyente tendrá que aceptar la existencia de los no creyentes y el republicano de los monárquicos. Los partidarios de la unidad de España tendrán que habituarse a la convivencia con los independentistas, y reconocer que si en algún momento obtienen una mayoría decisiva se les ofrecerá la posibilidad de marcharse. Y pase lo que pase, incluso después de ganada la independencia, no desaparecerán de la noche a la mañana del nuevo país los que todavía se sientan leales al país anterior, o los que no quieran elegir entre el uno y el otro. Es una vulgaridad decirlo, pero a veces da la impresión de que todavía no nos hemos enterado: estamos, literalmente, condenados a entendernos.

Tan solo unos años antes después de enfrentarse en la Segunda Guerra Mundial, los franceses y los alemanes fueron capaces de ponerse de acuerdo para crear el germen de la Unión Europea: no debería ser descabellado que los caciques de la clase política española y los sectores más politizados de la ciudadanía alcanzaran ciertos acuerdos fundamentales después de casi treinta y cinco años de democracia. Necesitamos en la misma medida cambios políticos y legales de gran escala y decisiones de estricta soberanía personal.

Quizá sería útil, para empezar, una rebaja general y limitada de las identidades, un tránsito de las firmezas rocosas a la ductilidad de los fluidos, de la pureza a la mezcla, del monolitismo al pluralismo. Una rebaja nada más, no una renuncia, ni mucho menos aún una apostasía: que todo el mundo acepte ser un poco menos de lo que ya es, quizá un veinte o veinticinco por ciento. No es preciso imitar al Sancho Panza de los tres dedos de enjundia de cristiano viejo. Con dos dedos, con un dedo, quizá también sería suficiente. A un partidario vehemente de la españolidad no le perjudicaría en nada ser un veinte por ciento menos español, y en cambio le permitiría entenderse con un vasco o un catalán que haya diluido en proporción semejante sus identidades respectivas. Por rebajar su izquierdismo en un veinte por ciento un militante de izquierdas no se convierte en traidor de clase, pero estará quizá más capacitado para llegar a un acuerdo práctico con quienes no piensan lo mismo que él. Incluso a cualquiera de los numerosos artistas o literatos geniales que abundan en nuestro país le sería saludable reducir en un veinte o veinticinco por ciento sus genialidades respectivas. 

Los extensos párrafos que anteceden y que envidio y comparto al cien por cien no son míos, salvo el primero que les sirve de introducción. Están entresacados por mí, eso sí, de algunas páginas de Todo lo que era sólido (Seix Barral, Barcelona), libro escrito por Antonio Muñoz Molina, novelista, miembro de la Real Academia Española, dos veces Premio Nacional de Literatura y exdirector del Instituto Cervantes en Nueva York. Tampoco creo que sean ocurrencias personales del rey Felipe (y antes de su padre y de su abuelo), a quienes se les he oído pronunciar con asiduidad. Más bien creo que responden a un sentimiento difuso pero mayoritario entre los españoles, hartos de muchas cosas, y entre ellas de una clase política que no está a la altura de las circunstancias. 

Es cierto, no somos el ombligo del mundo, pero tampoco el culo del mismo. Tenemos problemas, gravísimos problemas, que podemos resolver si nos ponemos a ello todos juntos. "No está el mañana ni el ayer escrito", decía el poeta Antonio Machado en 1913. El fatalismo de que nada podrá arreglarse es tan infundado -dice Muñoz Molina en su libro- como el optimismo de que las cosas buenas, porque parecen sólidas, vayan necesariamente a durar. Yo no soy quién para proponer un programa de gobierno: ni sé, ni me apetece. Pero tengo todo el derecho del mundo a exigir a quienes nos malgobiernan y a quienes aspiran a sustituirlos, responsabilidad, decencia, altura de miras, verdad, generosidad, desprendimiento y capacidad de diálogo. Que sus intereses personales, ideológicos, de clase o partidistas, muy respetables, no estén por encima ni frente a los intereses generales de los españoles. Y si no están dispuestos a ello, que se marchen; y si no se marchan, que les echemos. Porque España sí merece la pena.




Alegoría de España (1870)


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domingo, 4 de septiembre de 2016

[Humor en cápsulas] Para hoy domingo, 4 de septiembre de 2016





El Diccionario de la lengua española define humorismo como aquel modo que presenta, enjuicia o comenta la realidad, resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios.

Como yo no soy humorista, me quedo con la primera acepción, y a partir de hoy, siempre en la medida de lo posible, iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en los diarios Canarias7: Morgan; La Provincia: Padylla y Montecruz, ambos de Las Palmas de Gran Canaria; y El País, de Madrid, en su edición nacional: Forges, Peridis, Ros y El Roto. Espero que disfruten de las mismas.






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[Píldoras literarias] Hoy, con "Cien", de José María Merino





La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? Ustedes deciden. 

Continúo hoy la serie "Píldoras literarias" con el relato titulado Cien, de José María Merino (1941), narrador, poeta, y ensayista español. Miembro de la Real Academia Española desde 2008. Pese a sus inicios poéticos, José Mª Merino ha cultivado principalmente la prosa: libros y artículos de viajes, ensayos literarios, crítica, novelas, novelas juveniles y cuentos, género este último del que se ha convertido en uno de sus más significados valedores. Junto a los también leoneses Luis Mateo Díez y Juan Pedro Aparicio ha recuperado la costumbre del filandón (reuniones nocturnas en las que se contaban cuentos y leyendas mientras se hilaba o se hacían otros trabajos), típica de León, aunque modernizada mediante la lectura de cuentos brevísimos de los propios autores.

Su relato, incluido en la obra Dos veces bueno, de Raúl Brasca, tiene veinticuatro palabras y dice así: 


CIEN 


Al despertar, Augusto Monterroso 
se había convertido en un dinosaurio. 
“Te noto mala cara”, le dijo Gregorio Samsa, 
que también estaba en la cocina.

***







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sábado, 3 de septiembre de 2016

[Humor en cápsulas] Para hoy sábado, 3 de septiembre de 2016





El Diccionario de la lengua española define humorismo como aquel modo que presenta, enjuicia o comenta la realidad, resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios.

Como yo no soy humorista, me quedo con la primera acepción, y a partir de hoy, siempre en la medida de lo posible, iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en los diarios Canarias7: Morgan; La Provincia: Padylla y Montecruz, ambos de Las Palmas de Gran Canaria; y El País, de Madrid, en su edición nacional: Forges, Peridis, Ros y El Roto. Espero que disfruten de las mismas.






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[Política] Congreso de los Diputados. Segunda votación de investidura de Mariano Rajoy. ¿Y ahora, qué?





Continúo la entrada de ayer dedicada al debate en el Congreso de los Diputados sobre la investidura de Mariano Rajoy, líder del partido popular, como presidente del gobierno. Ya saben ustedes el resultado de esa segunda votación. Idéntico al de la primera: 170 síes frente a 180 noes. Comienza a correr el plazo de dos meses para formar gobierno o habrá nuevas elecciones.

¿Y ahora, qué?  El periodista, escritor y analista político Ignacio Escolar, director de "eldiario.es", exponía en su periódico, tras el fracaso de la primera votación de investidura en el Congreso, las cuatro posibilidades que evitarían otra repetición electoral. Me parece un análisis interesante y por eso lo traigo hasta el blog.

El primer intento de Mariano Rajoy, decía Escolar, ha fracasado y lo más grave para el candidato del PP es que no se ven muchas opciones para que la investidura vuelva a encarrilar. A ello ha contribuido, y mucho, el propio presidente en funciones y su penosa actuación. Con sus intervenciones en el debate, entre faltonas y chistosas, con su lamentable discurso del martes, el candidato ha llenado de argumentos a esa mayoría absoluta de 180 escaños que hoy le ha dicho que no; que la cámara donde reside la soberanía nacional no traga con esta supuesta regeneración encabezada por un  mentiroso con las manos manchadas de corrupción.

Ha fracasado el primer intento de investidura Rajoy, seguía diciendo, y también se ha complicado la 'operación responsable'; esas presiones de la derecha y el poder económico que pretenden rendir a los dirigentes del PSOE para que arruinen completamente la credibilidad de su partido y permitan gratis la investidura de Mariano Rajoy. Después de lo visto en el Parlamento, Pedro Sánchez lo tiene mucho más fácil para seguir diciendo que no, que no va a incumplir lo que prometió a sus votantes, que no va a dar La Moncloa al presidente indecente de los sobres y la caja B.

Las presiones a Pedro Sánchez, añadía, para que su partido se abstenga, por supuesto, seguirán. La mayor parte de la prensa continuará golpeando al líder del PSOE para que dé su brazo a torcer. Pero creo muy improbable que Sánchez vaya a ceder por muchos editoriales o encuestas que le aticen, no solo por coherencia con todo el discurso que ha defendido hasta hoy. También porque en ello le va su propia supervivencia política, y porque en la dirección del PSOE creen que una repetición electoral no tiene por qué irles mal.

¿Vamos inevitablemente a unas nuevas elecciones?, se preguntaba. Hoy es más probable que hace una semana pero hay también otras opciones que podrían suceder. Y estas son, a juicio del comentarista, las cuatro opciones posibles:

1. Un golpe interno en el PSOE, señala. Es la jugada con la que sueña el PP, la que ahora alentará desde la prensa y en la que ya están una parte de los dirigentes socialistas, con Felipe González a la cabeza de la manifestación: echar a Pedro Sánchez de la secretaría general. El éxito o fracaso de la operación dependerá en gran medida de lo que ocurra en las próximas elecciones gallegas y vascas del 25 de septiembre. Si a los socialistas les va muy mal, los rivales internos de Sánchez –que no son pocos– tendrán más argumentos para dar un golpe interno en un comité federal. Matar a Sánchez tampoco será tan fácil como creen en el PP porque después de esa batalla vendrá el congreso del PSOE y los líderes que defiendan la rendición ante Rajoy lo tendrán complicado después para ganarse a los militantes socialistas en las primarias del partido. Pero es bastante probable que al menos lo vayan a intentar.

2. Un pacto del PP con el PNV, añade. Esto también tendría que esperar a que pasen las elecciones vascas y ni siquiera así se garantiza el éxito. Seguirá faltando un diputado más, pero los argumentos para llevar al PSOE a la abstención aumentarían mucho con un empate a 175; lo mismo así  el famoso diputado canario pierde el avión. ¿Se puede meter en el mismo pacto al nacionalismo vasco y al español? No lo descarten. Si Ciudadanos ha tragado con Rajoy, tragar con el cupo vasco es un precio bastante inferior.

3. Un Gobierno sin el PP, dice. Tampoco es descartable, pero alguien tendría que ceder. Siguen presentes dos vetos cruzados que por ahora impiden cualquier gobierno alternativo al del PP. El primero, el veto que mantiene Ciudadanos con Podemos (y viceversa) para una investidura a tres como la que propone ese manifiesto que tanto ha circulado estos días. El segundo, el veto que mantiene el PSOE con los independentistas (y viceversa) con la cuestión del referéndum catalán, y que impide ese gobierno de izquierdas que plantea Unidos Podemos.¿Puede cambiar alguno de estos dos vetos cruzados y que haya un pacto de investidura sin el PP? Hoy parece imposible pero a medida que pasen las semanas los vetos pueden saltar. Dependerá de cuánto miedo tenga cada uno de los partidos a otra repetición electoral.

4. Un Gobierno del PP sin Rajoy, la última de las opciones posibles para Escolar. 
Ana Pastor, dice, logró la investidura como presidenta del Congreso con el actual reparto de escaños. Es algo que no habrían conseguido otros nombres que salieron en la negociación, como el ministro Jorge Fernández o María Dolores de Cospedal. Sin duda, otro candidato menos intragable en el PP permitiría al PSOE o a la mayoría conservadora que ya existe en el Parlamento justificar una abstención. Pero es prácticamente imposible que tal cosa ocurra por dos motivos: porque Mariano Rajoy en ningún caso se va a rendir y porque no hay nadie que le pueda echar en su partido. En el PP no hay cómo dar golpes internos: los estatutos que diseñaron Aznar y Fraga blindan el poder presidencial.

Lo que sí es probable que ocurra es, continúa diciendo, que el PSOE cambie de estrategia y ofrezca el siguiente pacto envenenado al PP: abstenerse a cambio de una serie de concesiones y que la primera de todas ellas sea que no siga Mariano Rajoy. Por supuesto, el PP no aceptará esta condición porque en el PP todas las decisiones las toma el propio Rajoy. Pero si el presidente en funciones antepone su supervivencia política al interés de su partido y de su país, ese que “tan urgentemente” necesita un Gobierno, ¿cómo justificar después que la culpa de la repetición electoral es  “de los demás, que son los malos” y no le quieren votar? Y en esas estamos.

Desde este enlace pueden acceder si lo desean al Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados que recoge los debates habidos en esta segunda sesión de investidura y los resultado de la votación.






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