domingo, 29 de abril de 2018

[TRIBUNA DE PRENSA] Lo mejor de la semana. Abril, 2018 (V)





Dicen que elegir es descartar. Y como estoy de acuerdo con ello asumo la responsabilidad que me quepa por mi elección. Aquí les dejo los Tribuna de prensa que durante la pasada semana he ido subiendo a Desde el trópico de Cáncer. Como dijo Hannah Arendt espero que les invite a pensar para comprender y comprender para actuar. La vida, a fin de cuentas, no va de otra cosa que de eso. Se los recomiendo encarecidamente, porque creo que merecen la pena. Y si me equivoco, perdónenme, por favor. Otra vez acertaré. Les dejo con ellos:



¿Intimidación o prevalimiento?, por Ignacio González Vega


Y desde los enlaces de más abajo pueden acceder a algunos de los diarios y revistas más relevantes de España y del mundo, actualizados continuamente. Espero que los disfruten:

The Washington Post (EUA)
El País (España)
Le Monde (Francia)
The New York Times (EUA)
The Times (Gran Bretaña)
Le Nouvel Observateur (Francia)
Chicago Tribune (EUA)
El Mundo (España)
La Vanguardia (España)
Los Angeles Times (EUA)
Canarias7 (España)
El Universal (México)
Clarín (Argentina)
L'Osservatore Romano (Vaticano)
La Voz de Galicia (España)
NRC (Países Bajos)
La Stampa (Italia)
Frankfurter Allgemeine Zeitung (Alemania)
Le Figaro (Francia)
Tages Anzeiger (Suiza)
Komsomolskaya Pravda (Rusia)
Excelsior (México)
Die Welt (Alemania)
El Nuevo Herald (EUA)
Revista de Libros (España)
Letras Libres (España)
Claves de Razón Práctica (España)
Cuadernos para el diálogo (España)
Litoral (España)
Jot Down (España)
Real Instituto Elcano (España)
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (España)
Der Spiegel (Alemania)
The New Yorker (EUA)
Política Exterior (España)
Cidob (España)
Concilium (España)
Le Monde Diplomatique (Francia)
Le Nouvel Afrique (Bélgica)
Time (EUA)
Life (EUA)
Revista Española de Ciencia Política (España)
Cambio16 (España)
Jeune Afrique (Francia)
Tiempo (España)
Historia y Política (España)
Newsweek (Estados Unidos)
Nature (Estados Unidos)
Historia National Geographic (España)
Paris Match (Francia)
Instituto Nacional de Estadística (España)
National Geographic (Estados Unidos)
Investigación y Ciencia (España)
Centro de Investigaciones Sociológicas (España)
Expresso (Portugal)
Boletín de Investigación Filosófica Disputatio (España)
Historia Constitucional (España)
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (España)
Les Temps Modernes (Francia)
Red Española de Filosofía (España)
Revista de Occidente (España)
Pensamiento al margen (España)
Paideia. Revista de Filosofía y Didáctica Filosófica (España)
EsGlobal. Política, Economía e Ideas sobre el mundo (España)
Nexos. Sociedad, Periodismo y Literatura (México)
Araucaria. Revista de Filosofía, Política y Humanidades (España)
Café Montaigne. Revista de Cultura y Filosofía (España)
Índice de revistas electrónicas por materias

Y desde estos otros a los especiales sobre:

España en el mundo

365 días en alertas
2017, el año del desencuentro
Las mejores fotografías de 2017
Lo que pensamos de Europa
Las mejores fotografías científicas del año

Y como siempre, para terminar, las mejores fotos de la semana.



Ceremonia budista (Colombo, Ceilán) 




Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt






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Estoy cansado de que me habléis del bien y la justicia; por favor, enseñadme, de una vez para siempre, a realizarlos (G.W.F. Hegel)

sábado, 28 de abril de 2018

[A VUELAPLUMA] Gran Canaria en la Historia





En diciembre de 1969, a unas semanas para terminar mi servicio militar en el Batallón de Infantería del Ministerio del Ejército, un batallón integrado en el histórico Regimiento "Inmemorial del Rey, núm. 1", el más antiguo regimiento de infantería del mundo, se convocó en el seno del mismo un concurso literario con motivo de las fiestas de la Inmaculada, la patrona de la infantería española. El 8 de diciembre me dieron un diploma en el que me declaraban ganador del tercer premio por un relato titulado: "29 de abril de 1483: Gran Canaria entra en la Historia". Nunca, hasta muchos años después me paré a reflexionar si la concesión del premio pudo estar influenciada por el hecho de que el teniente-coronel jefe del batallón era un laureado militar grancanario llamado Antonio Alemán Ramírez que llegaría más tarde a teniente general del ejército. Me gusta suponer que no.
   
Tampoco nunca he ocultado mi pasión filial por la isla de Gran Canaria, la tierra en la que vivo, y la fecha del 29 de abril de 1483 de la que mañana se cumplen 535 años, fecha en que culmina la conquista de Gran Canaria por los Reyes Católicos. He escrito sobre ello en otras ocasiones. Las justas, para saldar cuentas con algunos buenos amigos, y con otros que no lo son tanto. 

Hace ahora tres años estuve en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria, en Las Palmas. La más antigua y señera de las sociedades civiles canarias, fundada en febrero de 1776 a instancia del obispo Cervera y bajo la protección del rey Carlos III. Tiene su sede en el histórico barrio de Vegueta, a unos pocos metros del lugar exacto donde el 24 de junio de 1478 se fundó el Real de Las Palmas, la actual ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. La razón de mi presencia no era otra que la de asistir al acto de presentación de la edición electrónica del libro "Crónicas de la conquista de Canarias", realizada por el historiador Carlos Álvarez. Lamentablemente el acto resultó deslucido por el escaso público asistente pues coincidía con la retransmisión de un partido de fútbol de la "Champions", pero así son las cosas de la cultura y tampoco merece la pena lamentarse. 

Pero volvamos a la fecha que conmemoramos. ¿Saben ustedes cuánto tiempo duró la conquista de Granada? ¿Y la del imperio azteca en México? ¿O la del inca en el Perú? Todas ellas se realizaron en un lapso de cincuenta años, entre 1482 y 1533. La guerra de Granada duró diez años, las de México y el Perú, dos años cada una. La conquista de la isla de Gran Canaria, el ensayo general de lo que sería la de América, les llevó a los reyes de Castilla, doña Isabel y don Fernando, cinco años. ¡Cinco años para derrotar a una población indígena de apenas unas decenas de miles de personas que vivían en el neolítico en un territorio de 1500 kilómetros cuadrados! Los castellanos quedaron tan impresionados por el valor y nobleza de sus adversarios que dieron a la isla el apelativo de la "Gran Canaria" con el que pasaría a la historia. Una historia, la de su conquista, que se mueve entre dos fechas, la del 24 de junio de 1478 y la del 29 de abril de 1483. Hoy se cumplen 535 años de esta última. Transcribo una vez más lo que al respecto dice de aquellas jornadas el gran historiador canario Joseph de Viera y Clavijo (1731-1813), preclaro discípulo de la Ilustración en las islas, en su magna obra "Noticias de la Historia de Canarias" (Cupsa, Madrid, 1978).


Dice así: "Restituidos nuestros conquistadores al Real de Las Palmas, -sobre la jornada del 29 de abril de 1483- dejando atalayas y espías que avisasen de cualquier movimiento, no apartaron el pensamiento de los preparativos para la campaña próxima. El deseo de concluir aquella grande obra de la entera reducción de Canaria devoraba sin cesar a Pedro de Vera, y no se pasó mucho tiempo sin que hiciese una revista e inspección general de todas sus fuerzas, tanto de Europa como de islas. Halló que tenía más de 1000 hombres de armas; proveyose de las municiones, víveres y forrajes precisos y salió el 8 de abril de 1483 en alcance del enemigo, con resolución de morir con sus tropas, antes que volver al Real de Las Palmas, sin haber sometido todo el país. Nuestro general estaba ya muy práctico en ese género de guerra, por decirlo así, de sofistería o cavilación que se hace en terrenos quebrados y montuosos.

Habían avisado los espías que el grueso de la nación canaria, compuesto por más de 600 hombres de pelea y 1500 mujeres con sus hijos, estaba refugiado a la sazón en el fuerte de Ansite, entre Gáldar y Tirajana, bajo la obediencia y apoyo del guanarteme Bentejuí y del faycan de Telde. Así, Pedro de Vera, acompañado del Obispo don Juan de Frías (que pocos días antes había llegado de Lanzarote a ser testigo de esta empresa), marchó derecho a ellos y fijo su campo a las faldas de aquel monte escarpado.

Pero entre tanto, como don Fernando Guanarteme [Tenesor Semidán, guanarteme (rey) de Gáldar, aliado de los castellanos. Su esposa, la guayarmina (princesa) Abenohara, estaba retenida en el alcázar de Córdoba como rehén] conocía las intenciones sanguinarias del general y se condolía de la suerte que amenazaba a sus paisanos, pidió licencia para pasar a hablarles y, habiéndose acercado a ellos, no hizo otra cosa que mostrarles un semblante abatido y ahilado de muerte, en que se echaba de ver la angustia y el dolor. Los canarios por su parte levantaron también hasta el cielo la vocinglería y los sollozos, a cuyo espectáculo, esforzándose don Fernando a romper el silencio, les dijo anegado en lágrimas: "Hijos de mi corazón: yo os suplico tengáis piedad de vosotros. ¿Qué pensaréis adelantar con la terquedad? ¿Es posible que todavía tenéis arrojo para ser enemigos de los españoles? ¿Sacaréis alguna ventaja de que la nación y el nombre canario se acabe? ¿Qué más tendréis con que os gobierne ese joven que habéis aclamado como guanarteme, que obedeciendo al rey más poderoso del mundo? Abrid los ojos. Vosotros seréis bien tratados, libres, dueños de vuestros ganados, aguas y tierras de labranza, protegidos contra las demás potencias del mundo, ennoblecidos, doctrinados en las artes y ciencias, civilizados y cristianos, que valer más que todo."

No pudiendo resistirse a este tierno razonamiento la muchedumbre atribulada, retumbó al punto por los valles circunvecinos la algazara con que los bárbaros pedían rendirse a Pedro de Vera, aquel hombre tan terrible para la nación. Todos arrojaron al aire sus magados, dardos y tabonas e, hincados de rodillas, llamaron a don Fernando Guanarteme para ponerse entre sus manos. Pero así que observaron Bentejuí y el faycán de Telde [Sumo sacerdote de Telde, el otro guanartemato (reino indígena) de la isla de Gran Canaria, que ocupaba el este y sur de la isla, mientras que el de Gáldar, dominaba el norte, centro y oeste de la misma] tan extraordinaria revolución, se abrazaron fuertemente el uno al otro y se precipitaron desde la eminencia de Ansite, repitiendo la regular exclamación: ¡Atis Tirma! [Tirma era el nombre que los indígenas daban a la montaña sagrada  de su isla, Tamarán (Gran Canaria)]. Se asegura que Bentejuí estaba para desposarse un día de aquellos con la joven guayarmina [Margarita Semidán], hija de don Fernando y heredera del guanartemato.

Luego que se fue serenando la conmoción, volvió este príncipe a nuestro campo, seguido de los suyos, y, trayendo del brazo a su hija, la guayarmina y a su sobrina Masequera, las presentó al general dirigiéndole estas memorables palabras: "Unos isleños que nacieron independientes entregan su tierra a los señores Reyes Católicos y ponen sus personas y bienes bajo su poderosa protección, esperando vivir libres y protegidos." Pedro de Vera, el obispo, los oficiales, en fin, todo el ejército no creían lo mismo que miraban, pues es evidente que, a no haber sobrevenido en los ánimos aquella mutación prodigiosa, no se hallaban todavía los negocios en tan buen estado, y parecía preciso derramar mucha sangre antes de conseguir la última victoria.

En efecto, los canarios fueron recibidos con las más distinguidas demostraciones de placer; y, habiéndose abrazado recíprocamente ambas naciones, entonó el obispo el Te Deum, que prosiguió toda la tropa. Aconteció este suceso tan deseado como glorioso para nuestras armas, el 29 de abril de 1483, día de San Pedro de Verona por cuya circunstancia y la de llamarse Pedro el general se puso a toda la isla de la Gran Canaria bajo el patrocinio de aquel mártir.

Del campo de Ansite, tan feliz para Pedro de Vera, se volvió nuestro ejército, seguido de muchos canarios, al Real de Las Palmas, donde se ejecutó la entrada con todas las aclamaciones y las libertades de un triunfo. Y mientras los españoles se ocupaban en no sé qué vana admiración de sí mismos, subió Alonso Jáimez a la explanada del torreón y, tremolando el real estandarte que llevaba, dijo tres veces: "La Gran Canaria por los muy altos y poderosos Reyes Católicos, don Fernando y doña Isabel, nuestros señores, rey y reina de Castilla y de Aragón." Al día siguiente se celebró en la iglesia de Santa Ana una fiesta  de acción de gracias, en que dijo la misa el reverendo obispo, concluyéndola con una exhortación que pareció muy elocuente a los cristianos, y de la cual sólo entendieron los nuevamente conquistados y convertidos que ellos eran el asunto".

Unas páginas antes, Viera y Clavijo  nos ha contado lo ocurrido casi cinco años atrás, en la jornada del 24 de junio de 1478, en la que las tropas castellanas al mando del capitán Juan Rejón, que habían desembarcado en el puerto natural de Las Isletas, en el extremo nordeste de la isla, llegan hasta la desembocadura del Guiniguada y establecen allí un fuerte al que dan el nombre del Real de Las Palmas. 

Este es su relato: "Libradas las referidas órdenes, se hicieron a la vela desde el Puerto de Santa María, a 28 de mayo de 1478, tres navíos bien pertrechados de municiones de guerra y boca, y surgieron en el de las Isletas de Canaria, a 24 de junio por la mañana. Aunque esta navegación fue de un mes, asegura Abreu Galindo que se hizo con próspero viento. Y habiendo desembarcado la tropa en aquel arenal, sin que hubiese quien la inquietase, fue la primera obra en la que se ocupó la de cortar algunos ramos de palma, con los cuales se formó una gran tienda, a cuya sombra erigieron un altar. Como era día de San Juan Bautista, celebró la misa el deán Bermúdez; y todos los soldados la oyeron devotamente, pidiendo a Dios con las armas en la mano les favoreciese en el exterminio de aquella pobre nación que iban a invadir. Después hizo marchar su gente el general Rejón hacia el territorio de Gando, con la mira de reedificar la torre que habían construido los Herrera y fortificarse en sus contornos; más habiendo llegado al barranco o río de Guiniguada, donde está la ciudad de Las Palmas, se presentó repentinamente al ejército una mujer anciana, vestida al uso del país, la que en buen castellano dijo a los nuestros que adónde iban; que el territorio de Gando quedaba todavía lejos y el camino era fragoso; que hallándose con avisos del desembarco, el guanarteme de Telde andaba acaudillando sus súbditos, y que aquel sitio de Guiniguada era un lugar más fuerte, inmediato al mar, bien provisto de agua y de leña, cubierto de palmas, álamos, dragos e higuerales y el más propio para trazar un campo, desde donde se podría recorrer toda la isla.

Como estas advertencias eran tales, que el general español no debía haber esperado a que una mujer canaria se las hiciese, al instante la tomaron por guía y fijaron el campo en el paraje que ella les señalaba. Pero apenas habían hecho alto las tropas y empezaban a levantar sus tiendas, se desapareció la canaria incógnita con admiración universal, Juan Rejón, que sin ser escrupuloso era devoto de Santa Ana, se persuadió o quiso persuadir a los otros que la madre de María Santísima, bajo la figura de aquella buena mujer, había descendido del cielo a dirigirle en el primer paso de su campaña; por tanto, dio orden para que se edificase allí una iglesia con la advocación de Santa Ana, cuyo patronato se ha conservado siempre.

La noticia de esta piadosa creencia (que también pudo ser estratagema política de Rejón para animar sus tropas) es de fray Juan Abreu Galindo; pero los demás escritores o la omiten o la reducen a circunstancias más regulares. Estos sólo dicen que habiendo sorprendido las espías españolas a cierto isleño anciano que pescaba en la ribera del mar, les dio aquel saludable consejo, sin añadir que el anciano se desapareciese ni que le tuviesen por ningún santo los cristianos que le cogieron.

Como quiera que fuese, no hay duda que se formó el campo español en las márgenes del Guiniguada; a una legua corta del puerto; que lo fortificaron con una gran muralla de piedra y troncos de palma; que se construyó un torreón y un largo almacén para las provisiones; que se intituló, desde luego, el "Real de Las Palmas", a causa de la gran copia que había de ellas, todas frondosas y eminentes, y que se edificó la pequeña iglesia de Santa Ana, ermita ahora de San Antonio Abad". 

Hasta aquí el relato de Viera y Clavijo sobre las dos fechas más significativas de la historia de Gran Canaria. Durante muchos años la del 29 de abril fue la del día grande de la isla de Gran Canaria, su Fiesta Mayor. La del 24 de junio, día de San Juan Bautista, sigue siendo, por fortuna, la Fiesta Mayor de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, la capital de la isla. La otra, la que hoy rememoro, dejó de celebrarse cuando el nacionalismo excluyente alcanzó las cotas de poder suficiente como para hacer renegar a algunos políticos grancanarios incultos y obtusos tanto de su origen como de su pasado y de su historia.

Por supuesto que la conquista de Gran Canaria y del resto de las islas del archipiélago no fue una edulcorada aventura. Fue brutal como todas las conquistas de la época. Y por supuesto parece razonable entender que la guayarmina Abenohara no estaba en Córdoba durante los hechos citados como invitada de los Reyes Católicos, sino como su rehén. Formalmente, la conquista de la isla culmina con un pacto entre el Guanarteme y los Reyes Católicos por el que la isla se incorpora libremente a Castilla y todos sus habitantes pasan a ser súbditos de la Corona. Que luego la historia posterior fuera por otros derroteros en nada desmerece la trascendencia del hecho mismo.

La sociedad indígena que los europeos encontraron en las islas tampoco era la idílica estampa roussoniana del "buen salvaje" que las crónicas de la época transmitieron, sobre todo con el propósito de enaltecer a los conquistadores y dejar constancia del valor y nobleza de aquellos a los que habían sometido. Eran pueblos primitivos que vivían en el neolítico, mayoritariamente en cuevas excavadas en las laderas de las montañas y que desconocían la escritura y el arte de la navegación. Pero su heroica resistencia asombró a los escribanos de la conquista y así lo dejaron reflejado en sus crónicas.

Soy y me siento tan grancanario, como canario, español y europeo. Mi mujer, mis hijas y mis nietos han nacido y viven en Gran Canaria. Ni puedo ni quiero renegar de ninguno de mis múltiples orígenes, porque soy y me siento heredero de todos ellos: de las harimagüadas, guerreros, pastores, guayarminas y guanartemes indígenas, tanto como de los soldados, caballeros, menestrales, agricultores, sacerdotes, religiosas, comerciantes y aventureros que llegaron a las islas de allende  los mares y que conformaron, todos ellos, el actual pueblo canario. No quiero ser políticamente correcto. Me importan un bledo los nacionalismos, y menos de un bledo los independentistas. Yo solo creo en un patriotismo constitucional basado en una sociedad de hombres libres que quieren vivir en común. Y eso es lo que quiero y anhelo para los pueblos canario, español y europeo.

Ahora más que nunca creo que somos un gran pueblo, canarios y españoles, que no nos merecemos la clase política gobernante que padecemos tanto unos como otros, aunque tenga que reconocer, dolorosamente, que están ahí porque les hemos votado nosotros, canarios y españoles, no venusinos ni marcianos, manteniéndose en sus poltronas, pegados como con poxipol, gracias a un sistema electoral hecho a la medida de sus mediocres intereses de partido, cuando no meramente personales, en los que los generales de sus conciudadanos no cuentan para nada. 

¡Feliz día a todos los grancanarios! Un servidor, mientras viva, seguirá celebrando que tal día como hoy de hace no-se-cuantos-años la isla de Gran Canaria entró por la puerta grande en la Historia de España y en la Universal. 



Homenaje a la princesa Abenohara (Alcázar de Córdoba)



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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viernes, 27 de abril de 2018

[HUMOR EN CÁPSULAS] Para hoy viernes, 27 de abril





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo, que no soy humorista, me quedo con la primera acepción, así que en la medida de lo posible iré subiendo al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en Canarias7, El Mundo, El País y La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 









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miércoles, 25 de abril de 2018

[A VUELAPLUMA] Ceder datos personales en Internet puede resultar tóxico para su salud





Tus datos son tóxicos. El rastro de información que los usuarios dejan en Internet puede ser usado en su contra. En la era digital, proteger la privacidad es la única forma de conseguir una sociedad libre, escribe en El País la profesora Carissa Véliz, investigadora en el Centro Uehiro de Ética Práctica de la Universidad de Oxford.

En esta fase temprana de la era digital, comienza diciendo, salen a la luz de forma constante escándalos relacionados con la violación de la privacidad. Desde el llamado porno por despecho, con la publicación de fotos íntimas de exparejas, hasta el comercio con historiales médicos sin consentimiento de los pacientes, pasando por el llamado microtargeting mercadotécnico, que utiliza los datos de un consumidor potencial para tratar de influir en sus decisiones. También ha habido casos específicos y mediáticos como el de ­Ashley Madison —una red social de citas amorosas extramatrimoniales que sufrió un ataque que hizo públicos perfiles de millones de usuarios— o el más reciente, el de Cambridge Analytica, consultora que usó los perfiles de millones de usuarios de Facebook para manipular procesos electorales en todo el mundo.

Estos desastres demuestran la importancia de la privacidad. Mantener a salvo nuestros datos nos protege de humillaciones que pueden resultar catastróficas para sus víctimas, nos ayuda a evitar discriminaciones injustas y contribuye a la buena salud de las democracias al ser una condición necesaria para que los ciudadanos puedan formarse una opinión relativamente libre de injerencias.

De esos mismos desastres podemos extraer, además, algunas lecciones fundamentales. Un elemento importante es que las consecuencias de la pérdida de privacidad no suelen materializarse de forma inmediata porque los daños relacionados con estos delitos son acumulativos. Algo parecido sucede con el medio ambiente: ningún coche es, por sí solo, responsable del cambio climático, pero la acumulación de las emisiones de todos los coches en su conjunto contribuye sin duda a agravar el problema.

Lo más peligroso es que los efectos nocivos pueden ser invisibles hasta que se llega a un punto en el que el desastre es inminente e irreversible. Cabría pensar que no pasa nada por ceder un dato personal a una empresa. Pero, una vez que se ha dado una información, a menudo no se puede recuperar y esta rara vez permanece aislada, sino que se acumula, agrega, analiza y utiliza, muchas veces en detrimento de los sujetos que la cedieron.

Precisamente porque los daños derivados son acumulativos, esos datos personales constituyen un desastre en potencia. Almacenarlos es como guardar una bomba que, tarde o temprano, explotará. Por eso, el experto en seguridad Bruce Schneier se refiere a ellos como “bienes tóxicos”: tarde o temprano serán utilizados en nuestra contra. Incluso cuando la información ha sido recogida con buenas intenciones —en las investigaciones médicas, por ejemplo—, si los datos se guardan durante suficiente tiempo, es posible que al final sean vendidos o robados y utilizados con fines nada constructivos.

Los datos son vulnerables, y por eso hacen vulnerable tanto a quien los almacena (una fuga de información puede desvelar secretos empresariales o terminar en una costosa demanda) como a los sujetos de esos datos. Esa información que se recoge es peligrosa porque no es fácil de proteger.

Garantizar la seguridad es muy complicado, porque los ciberatacantes siempre juegan con ventaja. Quienes tratan de romper las defensas pueden escoger el momento y la manera de hacerlo, mientras que quien trata de salvaguardar la privacidad tiene que protegerse de cualquier tipo de ataque en todo momento. Un atacante habilidoso, motivado y con dinero suficiente tiene grandes probabilidades de éxito. A este peligro hay que añadir que los datos son muy codiciados; son las pepitas de oro del Lejano Oeste de Internet. Siempre habrá gente que trate de aprovecharse de las vulnerabilidades de nuestra información personal.

Sacar partido de esas debilidades puede reportar dinero y poder. Dinero, porque nuestros datos se pueden vender a otras empresas: cuanto más se sabe de nosotros, más fácil y fiable resulta el cálculo de qué querríamos comprar y cuánto estaríamos dispuestos a pagar por ello. Esto desemboca, por ejemplo, en prácticas como los llamados “precios discriminatorios”, es decir, en que unos paguen más que otros por el mismo servicio. Una aseguradora médica también puede ahorrarse dinero si rechaza a los clientes que, según sus datos, tienen malos hábitos alimenticios o genes tendentes a determinadas enfermedades. Los Gobiernos también compran datos. Además, el valor de esos datos puede utilizado para la extorsión y el robo.

Respecto del poder, cuanta más información se tiene de nosotros, más vulnerables somos. Si un Gobierno, por ejemplo, fuese capaz de saberlo todo sobre sus ciudadanos (sus búsquedas en Internet, lo que leen, los mensajes que mandan), también podría aplastar cualquier intento de disidencia antes de que lograra manifestarse de manera organizada. La vigilancia permite adelantarse a los actos de las personas señaladas, permite dominarlas. Supongamos que toda la información recabada sobre nosotros acaba un día en manos de un tirano, se podría decir que estamos construyendo ahora la arquitectura de datos sobre la que se sostendría una dictadura en el futuro. Al fin y al cabo, la caza de judíos por parte de los nazis fue mucho más eficaz en aquellos lugares donde había buenos registros civiles. Y tampoco es casualidad que los nazis innovaran en técnicas de registro e identificación de la población, apoyados en una empresa informática, IBM, y en su tecnología de la tarjeta perforada.

Por eso es aterrador el llamado “crédito social” que está poniendo en marcha el Gobierno chino. Este sistema evalúa la reputación de una persona a partir de todos los datos que de ella se tienen y, de acuerdo con su calificación, permite limitar su acceso a diferentes oportunidades. En febrero de 2017, el Tribunal Popular Supremo de ese país anunció que había prohibido coger un avión a 6,15 millones de personas en los últimos cuatro años por haber cometido “delitos sociales”. Otros 1,65 millones están en la lista negra que les impide desplazarse en tren. El Gobierno está creando un sistema de control total en el que se registra y califica cada acción de cada individuo; y no contentos con eso, para hacer notar el poder absoluto que están acumulando, se castiga con la exclusión social a aquellos que se desmarcan de las líneas establecidas.

El respeto a la privacidad va de la mano del respeto a la democracia, la libertad y la igualdad. Si se nos trata de manera diferente por lo que se sabe de nosotros —por nuestros hábitos de compra, poder adquisitivo, genes, estado de salud o cualquier otro detalle personal—, se rompe el principio de igualdad de oportunidades sobre el que se asienta una democracia. Un ejemplo claro: cuando se descubrió que los algoritmos de Google mostraban anuncios de trabajos bien pagados a más hombres que mujeres. Si el buscador no fuese capaz de saber si somos mujeres u hombres, ricos o pobres, nos trataría a todos por igual.

Habrá gente que quiera ser tratada de forma diferente y a la que no moleste que se le muestre publicidad personalizada. Pero para quien sospecha que sus datos pueden actuar en su contra —por ser mujer, por ser negro, por ser pobre o rico, por estar enfermo—, el riesgo de discriminación pesa más que la ventaja de ver anuncios de su marca favorita. Si algunos optan por ceder sus datos y recibir un tratamiento personalizado, siempre habrá perdedores, gente a quien se trate peor. ¿No sería mejor que las empresas e instituciones nos trataran de la forma más igualitaria posible? Las consecuencias negativas de la pérdida de privacidad no se dan solo a nivel individual, sino también a un nivel social y político. El mito de que la privacidad es un lujo reservado a pudorosos. Quien salvaguarda su privacidad no está anteponiendo su interés personal de manera egoísta, sino que está protegiendo el bien común: la seguridad de todos y la democracia.

Las sustancias altamente tóxicas están prohibidas o muy reguladas en nuestras sociedades. Así que cabe preguntarse si el nivel de toxicidad de algunos datos es tan alto que deberían estar fuera de circulación, o al menos fuera del mercado. De la misma forma que estamos de acuerdo en que algunas cosas muy importantes o sensibles no deben estar a la venta, como los niños, los órganos y los votos.

Cierto tipo de información es tan personal y sensible que no debería ser posible lucrarse con ella. Por ejemplo, las empresas que comercian con datos (data brokers) investigan detalles de la historia de cada usuario de Internet para saber qué venderles y cómo. Separan a la gente en listas que permiten ver sus vulnerabilidades y que venden a otras empresas. Las categorías de esas listas incluyen descripciones como “víctimas de violaciones”, “perdió a su hija en un accidente”, “personas mayores con demencia” y “enfermos de sida”. La información de que alguien ha sido víctima de un crimen, ha sufrido un accidente o padece una enfermedad no debería poder compartirse sin el consentimiento de la persona en cuestión, ni mucho menos poder venderse o usarse para aprovecharse de sus debilidades.

Con otro tipo de datos, menos sensibles y quizá necesarios para el funcionamiento de diferentes servicios, habría que crear procedimientos que permitan que puedan borrarse de manera rutinaria para evitar que se acumulen y posibles fugas. Las redes sociales y otras empresas podrían proporcionar a sus usuarios un sistema de limpieza que permita borrar aplicaciones que ya no se usan, amigos con los que no han interactuado en años y datos que no es necesario guardar. Los tuits y las publicaciones en Facebook podrían tener fecha de caducidad.

Max Schrems, defensor de la privacidad en la Red y director de la organización NOYB (siglas de None Of Your Business, no es asunto tuyo), quiere llevar a juicio a las empresas que violen las normas de privacidad. Schrems borra sus tuits cada dos meses. Como él, la gente debería hacer todo lo posible para proteger su privacidad: ceder tan pocos datos como sea posible, usar servicios que cumplan las normas (DuckDuckGo en vez de Google, Telegram en lugar de WhatsApp, ProtonMail y no Gmail…) y borrar de vez en cuando los datos acumulados. Sin embargo, resulta excesivo trasladar toda la responsabilidad a los usuarios. No solo por la dificultad, que raya en la imposibilidad, que conlleva estar al tanto de lo que se puede hacer por proteger la privacidad a nivel individual, sino también porque la gran mayoría de fugas de datos suceden sin que los usuarios lo sepan o puedan oponerse. Nada puede sustituir en este campo a la regulación oficial.

El Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) es la legislación sobre privacidad más puntera y entrará en vigor en la UE el 25 de mayo. Esta nueva ley constituye un verdadero hito histórico: no solo representa el sentir de los europeos en un momento en el que se hacen cada vez más evidentes los peligros de la era digital, sino que también marca un tiempo de madurez en esta era. El Salvaje Oeste está dejando de serlo. Empresas como Facebook y Google han abusado de nuestra confianza. La UE está demostrando visión y liderazgo al comprometerse con la protección de los derechos de sus ciudadanos. Entre otras cosas, la nueva normativa establece el derecho al olvido. Los ciudadanos pueden reclamar que quienes controlan sus datos los borren, que cese la diseminación de su información personal o exigir que no sean procesada por terceros.

El éxito de la legislación dependerá de que las instituciones europeas sean firmes en su aplicación y de que los ciudadanos exijamos nuestros derechos. Hay que pedir a las empresas e instituciones que borren nuestros datos siempre que sea posible. Y hay que organizarse para poder llevar a juicio a quien no cumpla con la ley. De lo contrario, si seguimos acumulando datos como acumulamos basura, podríamos acabar siendo testigos de un cataclismo de privacidad de una magnitud nunca antes vista.



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Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt





Entrada núm. 4422
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Estoy cansado de que me habléis del bien y la justicia; por favor, enseñadme, de una vez para siempre, a realizarlos (G.W.F. Hegel)