lunes, 15 de mayo de 2017

[Pensamiento] Contra las elecciones en democracia. ¿Mejor por sorteo?



La Acrópolis ateniense


En épocas de confusión y malestar, dice José María Ruiz Soroa, brotan los arbitristas, esos seres que tienen, o creen que tienen, la capacidad de identificar con precisión la causa de los males de la sociedad y, además, la de encontrar y señalar su solución. Que casi siempre suele ser sencilla, directa y fácil. Si sus descubrimientos son presentados como algo novedoso y sus propuestas son rompedoras, el éxito de audiencia está asegurado, aunque la contribución que finalmente hacen al conocimiento humano sea nula. 

José María Ruiz Soroa es un prestigioso abogado y ensayista político autor de libros como Seis tesis sobre el derecho a decidir. Panfleto político; Tres ensayos liberales. Foralidad, lengua y autodeterminación; y El esencialismo democrático (Madrid, Trotta, 2010), uno de los libros más interesantes que he leído en mucho tiempo. En el último número de Revista de Libros publica una excelente reseña crítica del libro Contra las elecciones. Cómo salvar la democracia, de David Van Reybrouck (Taurus, Barcelona, 2017), del que ya escribí en una entrada del blog el pasado mes de marzo comentando un artículo al respecto del profesor Arias Maldonado. 

De arbitrista (persona que en los siglos XVI y XVII elevaba memoriales al rey o a las Cortes con propuestas de todo género para resolver problemas de la Hacienda y del Estado, enmarcadas frecuentemente dentro de planes o proyectos con rasgos extravagantes o utópicos) califica Ruiz Soroa a Van Reybrouck. Es lo que sucede, señala, con esta breve incursión de David Van Reybrouck en la filosofía y ciencia políticas, materias en las que se desconoce su previa maestría o dedicación (su editor nos informa de que «estudió Arqueología y Filosofía», aunque su doctorado en Leiden parece más bien referirse a la Etnografía). Es poco más que una ocurrencia poco fundamentada y menos desarrollada, aunque, eso sí, diseñada con habilidad para provocar la atención de los medios: ¡anda, fíjate, aquí hay uno que dice que hay que suprimir las elecciones y nombrar a los gobernantes por sorteo!

Contado en pocas palabras, sigue diciendo, una vez referidos y descritos como mortales los síntomas que aquejan a la democracia en la actualidad, el libro pasa a diagnosticar con asombrosa precisión la causa de sus males: que sería la del empeño secular en utilizar las elecciones como método para reclutar a los gobernantes. Lo que lleva por sí mismo a la solución: basta con cambiar de sistema de selección y recurrir al de sorteo. Además, se nos explica, lo raro y asombroso es que no hayamos caído en la cuenta, en los últimos doscientos años transcurridos desde la implantación de los Estados liberales, de que las elecciones eran poco más que un timo diseñado por las elites oligárquicas burguesas y propietarias a finales del siglo XVIII para mantenerse en el poder, y que lo que correspondía, como desde antiguo enseñó la práctica de la verdadera democracia, la de Atenas, era valerse del sorteo para seleccionar a los gobernantes. Pues sólo el sorteo es verdaderamente democrático, desde el momento que es el único método que garantiza a todos los ciudadanos exactamente las mismas oportunidades para ocupar un cargo. La humanidad, nos dice nuestro filósofo, «lleva casi tres mil años experimentando con la democracia y apenas doscientos sirviéndose de las elecciones de forma exclusiva para ello». Una desproporción que hablaría por sí misma, por mucho que lo de los «tres mil años de experimentación con la democracia» suene un tanto asombroso para quien conozca algo la historia. Igual de asombroso que resulta el hecho de que se presente la democracia ateniense como modelo de éxito para corregir la actual, olvidando que fue una experiencia efímera, turbulenta y fracasada.

Según nos informa el autor, añade Ruiz Soroa, a David Van Reybrouck se le apareció la verdad allá por 2012 en un pueblecito pirenaico vasco, y lo hizo bajo la forma de un ejemplar de El contrato social de Rousseau (ya saben, el de que los ingleses creen que son libres porque votan un día cada varios años), seguido poco después, cómo no, por el libro apasionante de Bernard Manin sobre Los principios del gobierno representativo (Madrid, Alianza, 1998), un texto que a todos los interesados en la ciencia política nos ha impresionado en su momento por su rigor analítico y su capacidad de sugerencia. Allí encontró Van Reybrouck las referencias convencionales a la práctica del sorteo en Atenas, Florencia y Venecia, y allí encontró el sentimiento de relativa sorpresa ante la circunstancia de que los padres fundadores de la república estadounidense o los animadores intelectuales de la Revolución Francesa no hubieran, aparentemente, ni siquiera considerado la posibilidad del sorteo como método para encontrar a los gobernantes representativos de las nuevas repúblicas liberales que estaban fundando. El humilde sorteo se le transmutaba así en un «tesoro escondido», en una «tradición oculta», de la que podía echarse mano como del bálsamo milagroso.

Confirmado pronto que el comportamiento de los padres de las revoluciones burguesas no era sino un caso en que «se había engatusado al pueblo con bonitas palabras»”, sigue diciendo, vendiéndole como democracia lo que no era sino «aristocracia, oligarquía, feudalismo o colonización» del común por las elites, pasa nuestro autor a arreglar el entuerto histórico aprovechando la crisis actual: volvamos al sorteo como método de seleccionar a las asambleas deliberativas gobernantes, bien que con cierto gradualismo, no de golpe y porrazo. Sorteo y deliberación: la receta infalible para salvar a la democracia actual de la enfermedad degenerativa que le provocan las elecciones. Y poco más en el terreno de las ideas, los razonamientos y las propuestas.

Una salvedad ya de entrada, comenta: la experimentación actual (en Canadá, Estados Unidos, Irlanda y otros países) con una variada fenomenología de foros o asambleas (más o menos institucionalizadas) de estudio y deliberación de temas conflictivos concretos, sean compuestas de manera aleatoria más o menos pura, sea de manera electiva, como formas auxiliares y complementarias a un gobierno democrático, merece todo mi respeto y atención, porque no pueden sino enriquecer la opinión pública informada en cuyo ámbito deben tomarse las decisiones democráticas. El texto reseñado contiene una buena descripción e información acerca de estos experimentos. Pero de ahí a sostener que el gobierno mismo debería sea seleccionado mediante sorteo por la sencilla razón de que la elección es un mecanismo antidemocrático y anticuado que debe ya erradicarse, hay un abismo. Conceptual y práctico. Van Reybrouck cruza este abismo en su argumentación, por mucho que a la hora de hacer propuestas concretas muestre una curiosa moderación y limite sus innovaciones a unas asambleas legislativas complementarias de las actuales. Pero en esta limitación hay una notable incongruencia con los presupuestos de los que parte, como intentaremos mostrar en esta reseña.

La democracia como sistema de gobierno, dice más adelante, a pesar de su aparente éxito en el tiempo y espacio, estaría hoy sujeta a una doble crisis: la crisis de legitimación, desde el momento en que los gobernados cada vez contemplan con más desconfianza y lejanía a los gobiernos, cada vez se sienten menos representados por las instituciones, cada vez son más volubles y menos fieles a los partidos políticos. Y, además, una crisis de eficacia: cada vez les es más difícil a las elecciones producir gobiernos estables, y a éstos tomar decisiones válidas en el largo plazo para afrontar los problemas que aquejan a las sociedades. Hay un «síndrome de fatiga democrática».

Nuestro autor, continúa diciendo, rechaza tanto las soluciones populistas (la culpa es de la casta) como las tecnocráticas (la culpa es de los ignorantes). Las primeras, porque son peligrosas para las minorías; las segundas lo son para las mayorías, según lo expone. Tampoco considera que la solución pueda encontrarse en una vuelta a la democracia directa, en la que el pueblo se gobierna a sí mismo sin intermediación. Pero hay solución, y es sencilla: se encuentra en cambiar el método de selección de los gobernantes y abandonar de una vez por todas el método de las elecciones periódicas libres. Puesto que serían precisamente éstas, las elecciones periódicas que se celebran para nombrar a los representantes, las culpables de la fatiga democrática: «la histeria colectiva propiciada por los medios de comunicación comerciales, las redes sociales y los partidos políticos ha convertido en permanente la campaña electoral, con graves consecuencias para la democracia: la eficiencia se resiente debido al cálculo electoral y la legitimidad queda sometida al ansia constante de destacar. El sistema electoral hace que el largo plazo y el interés general cedan ante el corto plazo y los intereses de partido» (p. 67). Sucinta y escasa argumentación para unas conclusiones tan terminantes como las de que si «en un principio, las elecciones se idearon para hacer posible la democracia, en las circunstancias actuales parecen ser un obstáculo para ella. Las elecciones se han convertido en algo enfermizo [...]. La democracia se encuentra en una situación delicada, la más delicada desde la Segunda Guerra Mundial. Si no vamos con cuidado, pronto nos veremos inmersos en una dictadura de las elecciones [sic] [...]. En nuestros tiempos las elecciones son algo primitivo y una democracia que se reduzca sólo a ellas está condenada a extinguirse [...]. Las elecciones son el combustible fósil de la política [...] en su momento proporcionaron un impulso fabuloso a la democracia, pero ahora todo indica que están ocasionando problemas colosales [...] la obcecación por mantener las elecciones a toda costa ha socavado la democracia» (p. 70). Estaríamos enfermos de «fundamentalismo electoral», es decir, que «vemos las elecciones como un fin en sí mismo, como un principio sagrado de valor intrínseco e inalienable» (p. 52).

El tesoro escondido, para nuestro autor, dice más adelante, yace en la política ateniense del siglo V a. C. Allí se valieron sobre todo del sorteo como método de selección de los componentes de las instituciones colectivas, tanto legislativas como judiciales. Sólo para los cargos ejecutivos que exigían cierta competencia se practicaba el sistema de la elección. La autoridad de Aristóteles confirma que la razón era muy sencilla: el sorteo es el método que mejor se adecúa a la democracia, porque es el único que garantiza a todos exactamente las mismas oportunidades para gobernar. La elección, en cambio, es propia de un régimen aristocrático, porque inevitablemente responde a la distinción del candidato. Y, sobre todo, desde un punto de vista funcional, el hecho de que existieran muy numerosas y nutridas instituciones legislativas y judiciales, unido a una duración breve del desempeño del cargo, hacía que prácticamente con seguridad un ciudadano ateniense pudiera en su vida adulta experimentar tanto ser gobernado como gobernar. Es decir, se conseguía lo que para Van Reybrouck es la esencia de la democracia: abolir la distinción entre gobernantes y gobernados, entre superiores e inferiores. Según él, la democracia no admite la distancia vertical (p. 118) y Atenas consiguió un sistema para eliminarla.

El método del sorteo, señala, se conservó en la Edad Media y Moderna europeas en las comunas italianas de Florencia y Venecia y en los municipios de Aragón. Siempre según nuestro autor, la elección quedó reservada a un solo caso: el del papa en la Iglesia católica. Sorprendente afirmación histórica ésta para quien sepa algo del parlamentarismo medieval, pero que le sirve para poner de relieve con más fuerza impresionista la sorpresa ante el hecho de que los padres fundadores estadounidenses (Alexander Hamilton, James Madison, Thomas Jefferson) o los revolucionarios franceses (Emmanuel-Joseph Sieyès), a la hora de constitucionalizar sus repúblicas modernas, ni siquiera pensasen en el sorteo como método de selección de los parlamentos y gobiernos, sino que acudiesen en exclusiva al método de las elecciones. A pesar de que Montesquieu y Rousseau habían recordado que era el sorteo el método democrático por excelencia.

Y es verdad, dice: los padres fundadores de las nuevas repúblicas nunca ocultaron que, para ellos, las elecciones eran un medio para interponer un filtro de reflexión y sabiduría reposadas entre el pueblo anónimo y el gobierno. Es decir, eran muy conscientes de que las elecciones crearían una cierta «aristocracia» poseedora de la virtud y sabiduría que no estaba al alcance de todos. Estas son «habas contadas» que, sin embargo, Van Reybrouck parece querer descubrir ahora como si fuera una conspiración histórica: la de las burguesías de propietarios para arrebatar al pueblo su autogobierno.

Si hubiera leído más a fondo a Bernard Manin, comenta Ruiz Soroa, nuestro arbitrista hubiera descubierto que, junto a este interés burgués disfrazado de bonhomía, lo que realmente provocó que nadie se plantease siquiera recurrir al sorteo, en lugar de la elección de los representantes, fue sencillamente que la atmósfera cultural de la época no era ya la de la polis griega. El individualismo dominante interpretaba la obligación política de las personas como un acto de consentimiento: el ser humano estaba obligado con el gobierno porque lo había consentido, y lo propio del consentimiento era precisamente la elección activa, no el sorteo pasivo. Lo relevante de la libertad para el hombre occidental moderno era la capacidad individual de consentir, de elegir, no la igualdad de oportunidades para ser electo. La elección tenía forma de derecho; el sorteo, de pasividad. Por eso, como dice Manin, las elecciones pueden verse a la vez, y según como se las mire, como método perfectamente democrático (la igual voz de todos) y como método aristocrático (se elige a quien se distingue por algo).

Por otro lado, dice, Van Reybrouck salta por encima de un hecho bastante obvio que ha sido siempre señalado por la politología: entre la democracia de Atenas y la democracia moderna existe una homonimia, pero no una homología: las llamamos igual, pero no son la misma cosa. La polis era una comunidad, no un Estado; era, «sólo sociedad» o «todo sociedad», mientras que en los regímenes actuales hay sociedad y hay Estado. La polis era pequeña de tamaño y de relativa simplicidad, lo que permitía (en teoría) que todos fueran sucesivamente gobernantes y gobernados: el autogobierno era una posibilidad físicamente real. Pero en los regímenes políticos estatales modernos, el autogobierno del pueblo es ya imposible como expediente real. La complejidad y la división de funciones, además del tamaño, lo han hecho imposible. El autogobierno del que hablamos los modernos es el gobierno por unos pocos que mantienen un lazo de control y dependencia con los muchos, pero nunca volverá a ser el gobierno «por el pueblo» que se turna en las instituciones.

En cualquier caso, añade, para Van Reybrouck las elecciones están condenadas desde su mismo inicio, por mucho que durante dos siglos hayan servido relativamente para consolidar la democracia moderna: «en realidad, nunca fueron un instrumento democrático [...] son una copa de veneno, un proceso que se ha revelado claramente como antidemocrático».

En el momento en que nuestro autor pasa del terreno de la descripción y argumentación al de la prescripción, dice más tarde, se vuelve mucho más inconcreto y escurridizo. Si se tomara en serio su propia argumentación, lo que no hace, debería seguirla hasta sus últimas consecuencias lógicas: es decir, debería proponer la supresión del sistema de elección para seleccionar a los representantes políticos (y los judiciales y administrativos: no nos olvidemos de que todos son gobernantes) y su sustitución por el sorteo aleatorio de tales cargos, con la consiguiente desaparición de los partidos políticos, que pasarían a carecer de función alguna. Los parlamentos, congresos y senados se nutrirían de ciudadanos corrientes que deliberarían durante unos años con sosiego y tranquilidad acerca del interés general y que, sin duda, lo encontrarían. Y luego vendrían otros ciudadanos, por riguroso sorteo.

Deliberar, dice: ésta es la segunda parte de la receta de Van Reybrouck, el de la generalización de la democracia deliberativa habermasiana, en la cual unas asambleas de ciudadanos imparciales y que dejan de lado sus prejuicios e intereses (y sus emociones), abriendo sus mentes a la fuerza del mejor argumento, llegan necesariamente a soluciones de mayor valor moral y epistémico que el de esos compromisos inestables que alcanzan los actuales parlamentos de políticos sujetos a las constricciones del crudo interés y que emplean la defectuosa técnica de la negociación. La deliberación transforma a sus participantes, refinándolos como seres humanos y ciudadanos (valor moral) y, además, tiene mucha mayor capacidad epistémica para dar con las soluciones correctas a los problemas planteados. Si, además, la asamblea deliberativa está compuesta por una muestra aleatoria pura de la sociedad, obtenida a través del sorteo, es como si fuera la misma sociedad entera la que se autogobierna deliberando: se diría que estamos cerca del paraíso de la racionalidad perfecta. Si se llegara a ese nivel, la misma política dejaría de ser necesaria, pues la verdad consensual se impondría por sí misma.

Van Reybrouck, sigue diciendo, se limita a apuntar estas ideas someramente, pero, en lugar de desarrollarlas (y ahí el asunto se hubiera puesto interesante), se limita a repasar la información disponible sobre los muy numerosos y diversos experimentos realizados en el mundo con «asambleas, jurados, paneles, públicos» de tipo deliberativo y composición frecuentemente aleatoria para tratar casi siempre de temas aislados y concretos, sin pretensión alguna de sustituir a los gobiernos de los electos ni a los parlamentos representativos. Es decir, experiencias para complementar a la democracia electoral que practicamos desde hace siglos suplementando la información disponible sobre cuestiones conflictivas. Interesante, sí, pero esto no era lo prometido.

Como mucho, añade, nuestro autor se atreve a apuntarse a algún proyecto para crear una «tercera cámara» en la Unión Europea, la cámara de los sorteados, que actuaría al lado de las cámaras de los electos. Pero se limita a mencionar y revisar los proyectos en marcha, sin analizar mínimamente las consecuencias reales previsibles que tendría la sustitución progresiva de las cámaras legislativas electas por cámaras legislativas compuestas por sorteo.

En la cobardía de Van Reybrouck, critica, hay una llamativa inconsecuencia y una consiguiente carencia: la de una –aunque fuera mínima– reflexión o previsión de cómo sería un mundo democrático en el que las elecciones se sustituyeran por el sorteo. No basta con decir que «algo hay que hacer», o que «no podemos seguir como hasta ahora: también hay que pensar cómo funcionaría la política si su diagnóstico fuera correcto y sus deseos se cumpliesen. Y, ya que el autor no lo ha hecho, nos subrogaremos en el cumplimiento de esa inexcusable tarea.

Las elecciones no cumplen en democracia el papel que les asigna Van Reybrouck con escasa reflexión, afirma: no son el método de selección de los gobernantes, sino el método de expulsión de los gobiernos. Su valor funcional esencial es el de permitir echar a un gobierno cuando la opinión de la mayoría no lo consiente. De esa función expulsiva, que es anticipada e interiorizada constantemente por los representantes, es de donde nace la sujeción de los gobiernos a la opinión pública, por pobre y limitada que ésta sea. Los gobernantes hacen caso al pueblo porque tienen el sano temor de que les eche. Y en torno a ese hecho básico es donde se monta todo el juego de la democracia, entre intereses en conflicto, entre partidos a la greña, entre relatos ideológicos en competencia. Esta es la cacofonía democrática, que nunca sonará como una armonía, porque está siempre en crisis. La democracia es el reino de la incertidumbre, no de la seguridad ni de la verdad. Y las elecciones son el mecanismo político más igualitario que tenemos y que podemos tener, como dijo Adam Przeworski.

Pensemos con Van Reybrouck, dice, pero más allá de Van Reybrouck: suprimamos las elecciones, hagamos gobiernos por sorteo. El juego de la democracia habrá terminado, porque habrá desaparecido la incertidumbre y el conflicto. Unos gobernantes desinteresados e imparciales determinarán en cada caso, con la ayuda de los expertos en deliberar, cuál es el bien común o el interés general de cada ocasión contingente. Nadie podrá oponerse a sus conclusiones consensuadas salvo por mala voluntad, puesto que la deliberación imparcial garantiza el consenso moral y la verdad coyuntural. Los gobiernos serán lo más parecido que quepa imaginar a una comisión de sabios o a un jurado judicial: sus conclusiones serán consensuales e inatacables. La política habrá conseguido producir verdad (epistemé) y no mera opinión (doxa), como sucede ahora. Y en el camino habrá convertido en santos a los participantes. El platonismo al poder, aunque no sea monológico.

Derribar el gobierno, señala: ¿por qué? ¿Para qué? ¿Cómo? No tendría sentido oponerse a una asamblea de ciudadanos gobernantes sorteados que son sustituidos cada cuatro años por otros igualmente sorteados. Aun suponiendo que quedara resquicio para algún conflicto de interés o de opinión en este mundo perfecto, no habría cauce alguno para su resolución, salvo el de someterlo a la asamblea gobernante para ser deliberado.

Claro, dice Ruiz Soroa, que la inmensa mayoría de los ciudadanos no serían gobernantes, porque por muy amplias que fueran las instituciones a rellenar por sorteo, no habría sitio en ellas para todos. Van Reybrouck se encontraría (¡incómoda realidad!) con que seguiría habiendo unos pocos gobernando y unos muchos obedeciendo. La mayoría no conocería nunca en su vida las mieles de la deliberación, porque nunca saldría su número en el sorteo. Podría dedicarse a seguir por televisión o las redes la deliberación de los pocos que sí salieron (esperando que así se le contagiase la educación moral que la deliberación otorga, aunque ver deliberar sobre el tamaño de los alevines susceptibles de captura en el Cantábrico sea aburrido), o directamente a otra cosa más excitante, porque al fin y al cabo el gobierno le garantiza que el interés general se cumple a rajatabla. En realidad, la política como tal se habría terminado para siempre: en un mundo de personas tan racionales y razonables, no sería necesaria para nada ni la política ni el gobierno.

En un libro reciente, concluye diciendo, Democrazia sfigurata. Il popolo fra opinione e verità, (Università Bocconi, Bolonia, 2014), la profesora Nadia Urbinati recordaba que la democracia no es el mundo de la verdad ni de la demostración racional, sino el ámbito de la opinión y de la oratoria. De la verosimilitud. Por eso, el más importante de los derechos en democracia es el derecho de la sociedad a tomar decisiones equivocadas. Pero, eso sí, siempre revisables. Y para ello tienen que existir elecciones periódicas derogatorias. Así de sencillo.






Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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[Humor en cápsulas] Para hoy lunes, 15 de mayo de 2017





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción, y en la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos. Las de hoy, con Morgan en Canarias7; Gallego y Rey y Ricardo en El Mundo; El Roto, Forges, Peridis, Ros y Sciammarella en El País; y Montecruz y Padylla en La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





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domingo, 14 de mayo de 2017

[Tribuna de prensa] Lo mejor de la semana. Mayo, 2017 (II)





Les dejo con los Tribuna de prensa que durante esta semana pasada he ido subiendo a Desde el trópico de Cáncer. Espero que les resulten interesantes, y que como decía Hannah Arendt, les inviten a pensar para comprender y comprender para actuar. La vida, a fin de cuentas, no va de otra cosa que de eso. Se los recomiendo encarecidamente. Son estos: 

Tres días. Inteligencia ética, por Félix de Azúa.
Una valiente en el PP, por Álex Grijelmo.
Con nosotros, los europeos, por Soledad Gallego-Díaz.
Macron al rescate, por Carlos Yarnoz.
Macron, por Mario Vargas Llosa.
¿La muerte de Europa?, por Xavier Vidal-Folch.
Distinguir entre las víctimas, por Dirk Schümer.
El siglo XXI empieza a ser otra cosa, por José Andrés Rojo.
Una difícil cuesta arriba, por Timothy Garton Ash.
Stalin/Putin: La razón de la fuerza, por Antonio Elorza.
Corbyn, Hamon, Sánchez. El abismo, por Javier Ayuso.
Carne de Facebook, por Javier Sampedro.
Socialistas aunque pierdan, por José Ignacio Torreblanca.
Lo que decidimos los socialistas, por Ignacio Urquizu.
Macron, el cambio sin riesgo, por Jean-Marie Colombani.
Adanismo en el PP, por Jorge M. Reverte.
El tirano, sin  máscara, por Lluís Bassets.
Yo también acuso, por Andrés Aberasturi.
In excelsis, por Fernando Savater.
Volver a la política, por Máriam Martínez-Bascuñán.
Tres puntos de orientación para el PSOE, por Fernando Vallespín.
Contra Franco morimos mejor, por Jorge Bustos.


Y desde los enlaces de más abajo pueden acceder a algunos de los diarios y revistas más relevantes de España y del mundo, actualizados diariamente. Espero que los disfruten:

The Washington Post
El País
Le Monde
The New York Times
The Times
Le Nouvel Observateur
El Mundo
La Vanguardia
Canarias7
El Universal
Clarín
La Voz de Galicia
La Stampa
Frankfurter Allgemeine Zeitung
Komsomolskaya Pravda
Revista de Libros
Letras Libres
Claves de Razón Práctica
Jot Down
Real Instituto Elcano
Der Spiegel
The New Yorker
Política Exterior
National Geographic
Le Monde Diplomatique
Le Nouvel Afrique
Scientific American
Investigación y Ciencia


Para terminar, les dejo con los reportajes de El País con las mejores imágenes del 2016, las treinta fotos más representativas de los 40 años de vida del periódico, las fotos ganadoras del World Press Photo 2017. Y como siempre, las mejores fotos de la semana que termina.




Protesta por los niños desaparecidos durante la dictadura militar. Buenos Aires.



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[Política] XII Legislatura de las Cortes Generales. Mayo, 2017 (II)





Las Cortes Generales representan al pueblo español y están conformadas por el Congreso de los Diputados y el Senadoejercen la potestad legislativa del Estado, aprueban sus Presupuestos, controlan la acción del Gobierno y tienen las demás competencias que les atribuye la Constitución (Art. 66).

En los Diarios de Sesiones de las Cámaras se reflejan literalmente los debates habidos en los plenos y las comisiones respectivas y las resoluciones adoptadas en cada una de ellas. Los demás documentos parlamentarios: proyectos de ley, proposiciones de ley, interpelaciones, mociones, preguntas, y el resto de la actividad parlamentaria, se recogen en los Boletines Oficiales del Congreso de los Diputados y del Senado. 


Desde este enlace pueden acceder a toda la información parlamentaria de la presente legislatura, actualizada diariamente. Les recomiendo encarecidamente que la exploren con atención.

Y desde estos otros a las páginas oficiales de la

Casa de S.M. el Rey
Presidencia del Gobierno
Tribunal Constitucional
Tribunal Supremo y Consejo General del Poder Judicial
Consejo de Estado
Boletín Oficial del Estado
Parlamento europeo
Consejo Europeo y Consejo de la Unión Europea
Comisión Europea
Tribunal de Justicia de la Unión Europea
Tribunal Europeo de Derechos Humanos
Diario Oficial de la Unión Europea

La actividad parlamentaria de la semana ha sido bastante intensa. Aparte de las sesiones plenarias de control del gobierno, tanto en el Congreso de los Diputados como en el Senado, el lunes, día 8, se han celebrado comparecencias relacionadas con un Pacto de Estado de Educación en la Comisión de Educación y Deporte, y la Comisión de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente votó el jueves varias proposiciones no de ley.

El martes, día 9, han comparecido en la misma Comisión el secretario de Estado de Educación, Formación Profesional y Universidades, Marcial Marín Hellín, y el presidente del Consejo Superior de Deportes, José Ramón Lete Lasa, para informar respectivamente sobre el estado de la educación en España y los proyectos deportivos de la legislatura

Y el secretario de Estado de Cooperación Internacional, Fernando García Casas, ha acudido a la Comisión de Cooperación Internacional para el Desarrollo para explicar las líneas generales de la Secretaría de Estado entre otros asuntos.

El ministro de Justicia Rafael Catalá ha acudido el miércoles, el día 10, a la Comisión de Justicia para explicar las medidas puestas en marcha por el Gobierno para reforzar la Fiscalía General del Estado y la Fiscalía AnticorrupciónEl ministro ha informado, además, a petición de los grupos parlamentarios Socialista, Confederal de Unidos Podemos-En Comú Podem-En Marea, Ciudadanos y Mixto sobre la "Operación Lezo".

En la misma sesión, ha comparecido el fiscal general del Estado, José Manuel Maza, a petición de los grupos Socialista, Confederal de Unidos Podemos-En Comú Podem-En Marea y Mixto para informar sobre la política de nombramientos y los criterios de actuación de la Fiscalía

Por su parte, el jefe de la negociación de la Comisión Europea con el Reino Unido, Michel Barnier, ha informado ese mismo día a los diputados y senadores de la Comisión Mixta para la Unión Europea sobre las consecuencias del Brexit.

En la Comisión de Interior, el  secretario de Estado de Seguridad, José Antonio Nieto, ha hecho balance de la trata de seres humanos y el crimen organizado de 2016 y sobre los problemas del paso fronterizo de Tarajal II.  

Se han celebrado además las comparecencias de la comisionada para el reto demográfico, Edelmira Barreira,  en la Comisión Constitucional; del director general de la Guardia Civil, José Manuel Holgado, en la Comisión de Interior; el presidente de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), José Luis Escrivá Belmonte, en la Comisión de Economía, Industria y Competitividad; y del director general de Tráfico, Gregorio Serrano, en la Comisión de Seguridad Vial y Movilidad Sostenible. 

El jueves, día 11, el Congreso de los Diputados ha constituido las comisiones de investigación sobre la crisis financiera en España y el programa de asistencia financiera; y sobre la presunta financiación ilegal del Partido Popular, que presidirán, respectivamente, Ana Oramas y Pedro Quevedo.  

La presidenta del Congreso, Ana Pastor, ha abierto la sesión constitutiva de ambas Comisiones de Investigación, reguladas en el artículo 52 del Reglamento de la Cámara. En esta primera sesión se formaliza la elección de la Presidencia y el resto de los miembros de la Mesa y su composición, con los vocales designados por cada grupo parlamentario. 

La primera en constituirse ha sido la la Comisión de Investigación sobre la crisis financiera, que ha elegido como presidenta a la diputada del Grupo Mixto por Coalicion Canaria, Ana Oramas. Los vicepresidentes elegidos son Juan Manuel Juncal Rodríguez y Margarita Pérez Herráiz; y los secretarios, Yolanda Díaz y Antonio Roldán. Esta Comisión de Investigación se pone en marcha a iniciativa de los grupos Socialista; Confederal de Unidos Podemos-En Comù Podem-En Marea y Mixto; y Mixto con Esquerra Republicana. Las tres solicitudes fueron debatidas conjuntamente y aprobadas en los términos de texto acordado para unificar las distintas propuestas, en el Pleno del 22 de febrero (ver emisión). El objetivo de esta comisión es conocer, analizar y evaluar con profundidad y rigor las causas que originaron la crisis financiera y económica de España, desde su gestación hasta el estallido de la burbuja de crédito inmobiliario, y su impacto en el sector financiero español, estudiar la evaluación del endeudamiento privado frente al exterior, y las políticas económicas, monetarias y financieras adoptadas,  evaluar las políticas de reestructuración y saneamiento del sector financiero así como la gestión que originó la situación financiera del grupo BFA-Bankia, su salida a Bolsa y su posterior rescate financiero y nacionalización, y estudiar las actuaciones de los organismos de supervisión llevadas a cabo durante la gestación de la crisis hasta su resolución, y los problemas y necesidades que presentaban las instituciones nacionales y europeas en la prevención y gestión de crisis financieras. 

La Cámara quiere, asimismo, analizar las políticas de supervisión más eficaces para la prevención y gestión de crisis financieras derivadas, en especial, de la evolución macroeconómica, detectar los problemas institucionales de gobernanza de las cajas de ahorro y su incapacidad para captar recursos en los mercados, con especial referencia a las actuaciones que efectuaron los órganos de administración así como las administraciones públicas competentes. 

Por último, se abordarán medidas para garantizar la máxima transparencia en la gestión de las entidades de crédito que han recibido ayudas del Estado para obtener el máximo retorno al contribuyente y el uso eficiente de los recursos públicos, detectar las posibles irregularidades en la protección del cliente de productos financieros así como el cumplimiento de las garantías de transparencia para los usuarios y consumidores y valorar las debilidades, necesidades y retos futuros del sistema financiero.

Estará formada por cuatro representantes de los grupos con más de cien miembros, tres de cada grupo parlamentario con más de treinta miembros, dos de cada grupo parlamentario con más de diez miembros y un representante de cada uno de los restantes grupos parlamentarios. La duración de los trabajos de esta Comisión de Investigación será de seis meses desde su constitución, que podrá prolongarse por acuerdo del Pleno. 

A continuación se ha reunido por primera vez la Comisión de Investigación sobre la presunta financiación ilegal del partido Popular, que fue aprobada por el Pleno del Congreso el pasado 30 de marzo (Ver emisión), a petición de los grupo Socialista, de Unidos Podemos-En Comú Podem-En Marea y Ciudadanos. Pedro Quevedo, diputado del Grupo Mixto por Nueva Canarias, ha sido elegido presidente de la Comisión. Las vicepresidentas serán Beatriz Escudero y Soraya Rodríguez; y han sido proclamados secretarios Chema Guijarro y Marcial Gómez Balsera. Su objetivo es investigar y, en su caso, determinar la concurrencia de responsabilidades políticas, por la presunta financiación ilegal del Partido Popular, y, en concreto, la existencia de diferentes redes de donaciones irregulares, adjudicaciones de contratos públicos y otros mecanismos de financiación irregular, el incumplimiento que de la existencia de esas prácticas se derivaría de la legislación sobre incompatibilidades, de financiación de partidos políticos y de campañas electorales, formulando adicionalmente, en su caso, las recomendaciones a que hubiera lugar para impedir la repetición de hechos similares.

La comisión está compuesta por cinco representantes del Grupo Popular, cuatro del Grupo Socialista, cuatro de Unidos Podemos-En Comú Podem-En Marea, tres d Ciudadanos, dos del Mixto, uno del PNV y otro de Esquerra Republicana. Los acuerdos se adoptarán por voto ponderado, y sus trabajos seguirán un plan que elaborará y aprobará la propia Comisión, incluirá las comparecencias que se consideren oportunas, incluidas las de quienes puedan resultar, por las informaciones conocidas, política, penal, civil o administrativamente responsables de las prácticas cuya investigación constituye el objeto de la Comisión. Los Grupos Parlamentarios podrán solicitar la documentación necesaria para la realización de los trabajos de la Comisión desde el momento de su constitución. En concreto, la Comisión podrá solicitar de los órganos jurisdiccionales competentes la documentación obrante en las diferentes causas relacionadas con el objeto de la misma, que no se encuentre afectada por el secreto de sus actuaciones. El plazo inicial para presentar las conclusiones es de seis meses, que pueden ser prorrogados por acuerdo del Pleno de la Cámara. El dictamen que elabore la Comisión de Investigación será debatido y votado en sesión plenaria, y de acuerdo con lo previsto en el artículo 76.1 de la Constitución, puede solicitarse que la Mesa del Congreso dé traslado al Ministerio Fiscal de las mismas para el ejercicio de las acciones que sean procedentes.

El martes, día 16, el presidente del Tribunal de Cuentas, Ramón Álvarez de Miranda, acudirá a la Comisión Mixta para las relaciones con este órgano a presentar el Informe Global del Sector Público de los ejercicios 2010, 2011, 2012 y 2013 y los informes anuales de fiscalización de Murcia, Ceuta y Melilla de los años 2012, 2013 y 2014, y continuará la ronda de comparecencias de expertos en la Comisión de Educación y Deporte para alcanzar un gran pacto de Estado Social y Político por la Educación con las comparecencias del experto en Inclusión y Diversidad en la Escuela de la Universidad Autónoma de Madrid, Gerardo Echeita; el catedrático de Sociología de la Educación en la Universidad Autónoma de Madrid, Julio Carabaña y el presidente de Europa Laica, Francisco Delgado, y se reunirán las comisiones de Sanidad y Servicios Sociales y de Energía, Turismo y Agenda Digital para debatir y votar proposiciones no de ley.

El miércoles, día 17, la Comisión de Justicia escuchará a los representantes de las asociaciones de jueces para estudiar y definir una estrategia nacional de justicia. Acudirán el presidente de la Asociación Profesional de la Magistratura, Manuel Almenar; el portavoz de la Asociación de Jueces para la Democracia, Ignacio González; el portavoz de la Asociación de Jueces Francisco de Vitoria, Raimundo Prado; y la presidenta del Foro Judicial Independiente, Concepción Rodríguez. Ese mismo día la Comisión para la Auditoría de la Calidad Democrática contará con el testimonio del expresidente de la Sociedad Civil Catalana, Rafael Arenas para informar sobre la situación de los ciudadanos en Cataluña; y la profesora Titular de Ciencia Política y de la Administración en la Universidad Autónoma de Madrid, Elena García y el presidente de la Asociación por la Calidad y Cultura Democráticas, Felipe Gómez-Pallete para informar sobre el régimen y financiación de los partidos políticos. Y la Comisión Mixta para la Unión Europea debatirá el mismo día sobre el control de subsidiariedad de iniciativas legislativas de la Unión Europea y  celebrará las comparecencias del tesorero de la Cámara Oficial de Comercio de España en el Reino Unido, Eduardo Barrachina; de la representante de Marea Granate, Irene Sánchez-Molina y del vicepresidente de la Asociación EuroCitizens, Michael Harris para informar sobre las consecuencias del Brexit. Además la Comisión para las Políticas Integrales de la Discapacidad se reunirá para escuchar las comparecencias relacionadas con el ámbito de la sordoceguera en España del presidente de la Federación Española de Sordoceguera (FESOCE), Ricard López; el presidente de la Federación ONCE para la atención de personas con Sordoceguera (FOAPS), Andrés Ramos; el presidente de Federación de Asociaciones de Personas Sordociegas de España de España (FASOCIDE), Francisco Javier Trigueros y la presidenta de la Asociación Española de Familias de Personas con Sordoceguera (APASCIDE), Dolores Romero. El vicepresidente del Consejo General de la ONCE, José Luis Pinto, informará sobre el Canal Físico Complementario de la ONCE. Y a la Comisión de Educación y Deporte acudirán la presidenta de la Fundación TRILEMA, Carmen Pellicer; el presidente de la Red española de Filosofía (Ref), Antonio Campillo y la presidenta de la Sociedad Española de Educación Comparada (SEEC), Inmaculada Egido. La Comisión de Derechos de la Infancia y la Adolescencia se reunirá la misma tarde para debatir y votar proposiciones no de ley.






Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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[Humor en cápsulas] Para hoy domingo, 14 de mayo de 2017





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción, y en la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos. Las de hoy, con Morgan en Canarias7; Idígoras y Pachi en El Mundo; El Roto, Forges, Peridis, y Ros en El País; y Montecruz y Padylla en La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





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