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martes, 25 de julio de 2017

[A vuelapluma] Si vas a leer un solo libro...





El verano es una época propicia para la lectura. Eso dicen, al menos, los vendedores de libros. A mí cualquier época me parece propicia para leer, y mi mayor o menor promiscuidad lectora nada tiene que ver con la época del año sino más bien con otros factores y coyunturas de carácter bastante más personal.

El filósofo Fernando Savater acaba de publicar un artículo en Librotea, una de las revistas electrónicas de El País, sugiriéndonos una serie de lecturas, una por cada área de temática, que me ha parecido interesante. Se titula Si vas a leer un solo libro... Les animo a ojearla, y por supuesto, si pueden, a que escojan de entre las citadas, su libro del verano. Aunque solo sea uno. Seguro que lo disfrutarán.

Estimado desconocido, comienza diciendo Savater, comprendo que eres una persona muy ocupada y que es una impertinencia pedirte además que leas. Tienes tu trabajo (lástima que no seas un  rentista, que es la condición perfecta del lector), tu familia (desde el punto de vista de la lectura, lo mejor sería que estuvieras soltera/o y sola/o en la vida, pero hay que aceptar lo que nos toca), tus aficiones de interior y al aire libre, incluso tu religión  o tu militancia política que está muy bien pero que también quita su tiempo. A ello se añaden tus horitas diarias de internet, la búsqueda de vídeos graciosos  que mandar a los amigos para que vean que tienes chispa, los partidos de fútbol, los partidos de tenis, las 24 Horas de Le Mans (que duran eso, veinticuatro horas) y tantas otras necesidades de tu espíritu a las que no vas a renunciar. De modo que lo de leer, francamente, está difícil. ¡Qué más quisieras tú que tener tiempo para eso! Pero yo te propongo que leas un libro, sólo un libro, del género que prefieras. Una vez leído se acabó, nunca más, abandonas el vicio para siempre. A no ser que... Por si acaso, voy a decirte un libro, nada más que uno de cada género, por si te sirve de orientación.

- Si vas a leer sólo un libro de filosofía, que sea "Sobre la libertad" de John Stuart Mill, para saber qué tienen que dejarte hacer y qué debes permitir que hagan los otros.

- Si vas a leer sólo un libro de poesía, que sea "Las flores del mal" de Charles Baudelaire, para que tengas un pretexto de aprender francés.

- Si vas a leer sólo una novela de aventuras, que sea "El mundo perdido" de sir Arthur Conan Doyle, para que sepas de dónde viene Jurassic Park y el resto de la dinomoda.

- Si vas a leer sólo una novela de amor (y desdicha, claro), que sea "Ana Karenina" de León Tolstoi, para que sepas cómo se las gastan los rusos.

- Si vas a leer sólo una novela de ciencia ficción, que sea "La isla del doctor Moreau", de Herbert George Wells, después de la cual te verás raro al mirarte al espejo.

- Si vas a leer sólo una novela de terror, que sea "Cementerio de animales" de Stephen King, para que renuncies a todas tus mascotas.

- Si vas a leer sólo una novela policíaca, que sea "El sabueso de los Baskerville" de sir Arthur Conan Doyle, para que saludes, conozcas y despidas al gran Sherlock Holmes.

- Si vas a leer sólo un libro político, que sea "La condición humana" de Hannah Arendt, porque pone cada cosa en su sitio.

- Si vas a leer sólo un libro de cuentos, que sea "El Aleph" de Jorge Luis Borges.

- Si vas a leer sólo una novela histórica, que sea "Vida y destino" de Vasili Grossman, para que sepas lo que derivó de la Revolución de Octubre, cuyo centenario se cumple este año.

- Si vas a leer un sólo libro humorístico, que sea "Para leer mientras sube el ascensor", de Enrique Jardiel Poncela, porque cuando el humor no es breve y chocante deja de ser humor para convertirse en otra cosa (por ejemplo, el Quijote).

- Y si sólo quieres leer un libro pero que sea de filosofía y de poesía, de aventuras y de terror, histórico y hasta político, lee "Moby Dick" de Hermann Melville. Si puedes, léelo todos los años.

De entre los libros propuestos por Savater confieso que no he leído El mundo perdido de Conan Doyle, La isla del doctor Moreau de H.G. Wells, Cementerio de animales de Stephen King, ni Para leer mientras sube el ascensor de Jardiel Poncela, pero sí otros de esos mismos autores. Espero que me sirva de atenuante...






Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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miércoles, 7 de septiembre de 2016

[A vuelapluma] Sobre libros y series de televisión. Manual de uso





Ya he contado en alguna ocasión anterior mi peculiar manera de acercarme a la compra y lectura de un libro. Desde luego la primera impresión cuenta, y es que los libros, como las personas, entran por los ojos: el libro en sí, independientemente de su contenido, tiene que resultar atractivo. Por su formato, encuadernación, composición de la portada, título... Espero que no se me tache de pueril; se que lo importante está dentro, pero ya llegaremos a ello. Ahora hablo del placer estético, físico, casi -o sin casi- sensual, que supone coger un libro en las manos. Los que leen todo en una pantalla de ordenador no saben lo que se pierden.

No suelo comprar libros de los que no se nada previo: autor, contenido, temática, etc., etc., así que gracias a la contraportada, me hago una idea más sobre el "de qué va" y la vida y obra de su autor. Y luego el índice: da igual que esté al principio o al final del libro. Cumplidos los trámites anteriores, que pueden llevar desde unos cuantos segundos a cuatro o cinco minutos, comienzo a leerlo, de pie, al lado de la estantería, aunque el empleado de turno me mire con recelo... Leo siempre y de corrido, las dos o tres primeras páginas. Si se despierta en mi un interés manifiesto, muy manifiesto, por él, lo más probable es que el libro en cuestión acabe en la cesta de la compra.

Antes era lector y comprador compulsivo de libros. Muchos por motivos académicos, y muchos más, por el mero placer de saberme poseedor de ellos. Ahora ya he aquilatado lo suficiente mi gusto estético como para saber que eso es una gilipollez, que los superventas de las grandes superficies comerciales suelen ser una pifia, y que los grandes premios (a lo Planeta) están concedidos de antemano en función de intereses editoriales, normalmente extraliterarios. Y por supuesto, que uno no puede comprar todo lo que se le pone delante, porque tampoco va a tener tiempo para leerlo ni dinero para pagarlo. Ahora prefiero sacarlos de la Biblioteca Pública, o pedirles que los adquieran si no los tienen, o releer los que tengo en la biblioteca familiar.

Ya estamos con el nuevo libro en casa. Mejor por la tarde (aunque cualquier hora es buena, si las circunstancias son propicias: por ejemplo los trayectos en guagua, impensables sin un libro entre las manos), sentado cómodamente, sin ruidos que distraigan, aunque una agradable música a volumen adecuado ayuda bastante a disfrutar de su lectura. Es hora de comenzar. Releo esas primeras páginas que comenté. Si persiste el agrado, digamos que en las veinte primeras páginas, sigo con su lectura; si encuentro "algo" que me provoca rechazo, ojeo al azar algunas páginas centrales; si persiste el desagrado, me voy al final... Y ahí, se acabó la historia. Lo aparco hasta mejor ocasión; probablemente no llegue nunca a terminarlo...

No soy lector asiduo de ficción. Prefiero el ensayo (deformación profesional, supongo), pero no le hago ningún tipo de asco a la buena literatura: la de siempre, los clásicos, con preferencia, pero también la reciente, aunque me acerque a ella con suspicacia. En el pasado mes de agosto y lo poco que va de septiembre he leído varios ensayos y algunos libros de ficción. Entre los primeros, un clásico: Los partidos políticos, de Robert Michels, que tenía muchísimos deseos de leer desde hacía mucho tiempo. Todos los demás, relecturas: Dioses, tumbas y sabios, una hermosísima historia sobre los más famosos descubrimientos arqueológicos, escrita por C.W. Ceram; El Federalista, de Hamilton, Jay y Madison, escrito a finales del siglo XVIII y uno de los textos políticos más relevantes de la historia; Textos fundamentales para la historia, de Miguel Artola;  Lo que el Rey me ha pedido, de Pilar y Alfonso Fernández-Miranda; ojeando algunas entradas del Diccionario de Literatura española e hispanoamericana, de Ricardo Gullón, y todo un clásico también de la historiografía española: España en su historia. Cristianos, moros y judíos, de Américo Castro. Entre los libros de ficción, todos menos uno: Cantos, de Friedrich Hölderlin, que saqué de la Biblioteca Pública del Estado en Las Palmas, han sido relecturas de los que tenía en casa. Predominio absoluto de los clásicos: Edipo en Colono, de Sófocles; Los siete contra Tebas, de Esquilo; Las fenicias, de Eurípides, y Las desventuras del joven Werther, de Goethe,   

Sobre televisión me gustaría decir que no la frecuento, lo que no deja de ser una "boutade" por mi parte porque todo el mundo dice lo mismo aunque se pase cinco horas al día pegado a la pantalla. No es mi caso, palabra de honor: por no ver no veo ni los telediarios. Y salvo el clásico-clásico Saber y ganar, de la 2 de de TVE, las series que me apasionan las veo grabadas. Me encantaron Patria (Homeland), La buena esposa (The good wife) y Hombres de Madison (Madmen), las tres estadounidenses, que no comento por ser sobradamente conocidas por todos, y también la británica Valle Feliz (Happy Valley), menos conocida; una serie magnífica, que mezcla a la perfección drama policial y doméstico, protagonizada por una sargento de la policía rural inglesa, con toda la calidad que tienen las producciones de la BBC y una sobrecogedora descripción del mal cotidiano..

Estoy enganchado a varias series europeas, que me resultan mucho más cercanas que las estadounidenses. No sé como explicarlo pero es así, es como si estuviera en casa..., aunque transcurran en Escandinavia, el Reino Unido o mi admirada Francia. Ahora mismo ando fascinado, literalmente, y en espera de nuevas temporadas, por algunas de ellas: la danesa El legado (The Legacy), la disputa de unos hijos por el legado de su madre fallecida, una famosa escultora; la noruega Ocupados (Occupied), que relata la resistencia de un grupo de noruegos a la ocupación de su país por los rusos, con el beneplácito de la Unión Europea, para hacerse con el control de los pozos petrolíferos; y las británica En cumplimiento del deber (Line of Duty), protagonizada por unos detectives de la oficina de asuntos internos de la policía británica. Y por último, Grantchester, nombre de un pueblecito inglés cercano a Cambridge, en el que, a comienzo de los años 50, el párroco anglicano local ejerce de detective aficionado. 

Y siguiendo ahora mismo la también británica Impecable (Spotless), sobre dos hermanos franceses residentes en Londres que se ven forzados a trabajar para un mafioso local limpiando los escenarios de sus crímenes; y la noruega Absuelto (Acquitted), en la que un joven empresario vuelve dieciocho años después al pueblo donde fue acusado y absuelto del asesinato de su novia para enfrentarse a su pasado. Como ven, no solo escribo de política, problemas sociales o alta cultura. También tengo mi corazoncito popular. 







Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt






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lunes, 20 de junio de 2016

[De libros y lecturas] Balance a mitad de año




El primero del año 


Esta entrada de hoy es bastante especial, personal..., e intrascendente. Y no creo que vaya a despertar excesivo interés entre los lectores habituales del blog. Pero obedece también a algo que suelo hacer de vez en cuando, y este es un momento como cualquier otro para realizar balance de las lecturas habidas en lo que va de año, las que están en el horno y a punto de ebullición, y de las que esperan en el candelero el momento propicio. No es el Canon literario occidental, ni lo pretende, pero quizá pueda interesar a alguien, aunque sea por mera curiosidad. Y este es el resumen de lo leído en el primer semestre. En diciembre, el balance del año.

Libros leídos. Citados por orden cronológico de lectura:

1.- Pagden, Anthony: La Ilustración y por qué sigue siendo importante para nosotros.
2.- Montaigne, Michel de: Essais/Ensayos. (Relectura).
3.- Hume, David: Historia natural de la religión.
4.- Esquilo: Prometeo encadenado. (Relectura).
5.- Arendt, Hannah: Entre el pasado y el futuro. Ocho ejercicios sobre la reflexión política. (Relectura).
6.- Hume, David: Diálogos sobre la religión natural.
7.- Bauman, Zygmund y Bordoni, Carlo: Estado de crisis.
8.- Eurípides: Electra. (Relectura).
9.- Savater, Fernando: Aquí viven leones.
10.- Fuentes, Carlos: La región más transparente.
11.- Gray, John: El silencio de los animales.
12.- Castells, Manuel: Redes de indignación y esperanza.
13.- Sánchez Ferlosio, Rafael: Campo de retamas.
14.- Innerarity, Daniel: La política en tiempos de indignación.
15.- Miquel, Jaime: La perestroika de Felipe VI.
16.- Nietzsche, Friedrich: Sobre verdad y mentira en sentido extramoral.
17.- Nietzsche, Friedrich: De la utilidad y los inconvenientes de la historia para la vida.
18.- Davis, Angela Y.: Democracia de la abolición.
19.- Nietzsche, Friedrich: Schopenhauer como educador.
20.- Franzen, Jonathan: Pureza.
21.- Cervantes, Miguel de: Don Quijote de La Mancha. (Relectura).
22.- Nietzsche, Friedrich: Genealogía de la moral.
23.- Sófocles: Edipo rey. (Relectura).
24.- Bloom, Harold: ¿Dónde está la sabiduría? (Relectura).
25.- Anónimo: Eclesiastés. Biblia de Jerusalén (Relectura).
26.- Bolaños, Roberto: 2666.
27.- Huici, Germán: Entre miradas.
28.- Lindo, Elvira: Noches sin dormir.
29.- Anónimo: Evangelio de Tomás. Evangelios Apócrifos. (Relectura). 
30.- Romero, Juan y Furió, Antoni (eds.): Historia de las Españas.

En capilla:

31. Penadés, Alberto: La reforma electoral.
32. Mair, Peter: Gobernando el vacío.
33. Bourdieu, Pierre: Sobre el Estado. 

Pendientes de hueco:

34. Nicholi, Armand: La cuestión de Dios.
35. Goytisolo, Luis: Antagonía. (Relectura)
36. Arendt, Hannah: El concepto de amor en San Agustín.
37. VV. AA.: Comentarios a la Constitución española (1996). 
38. Ruiz Soroa, José María: El esencialismo democrático. (Relectura).

En resumen, sin contar bibliografía de consulta, relatos cortos, artículos de prensa y lecturas ocasionales, veintiséis obras de ensayo, historia, política y filosofía; la más disfrutada, sin duda, los Ensayos de Montaigne, seguida de La política en tiempos de indignación de Innerarity, y doce de literatura, novela, teatro, poesía y miscelánea; la más gozada, también sin duda, el Quijote de Cervantes seguida del 2666 de Roberto Bolaño. Como ven todo bastante normal, clásico, sin aspavientos. Antiguo que es uno... 




El último, por ahora



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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jueves, 31 de diciembre de 2015

[De libros y lecturas] Balance de un año que se va





Como bien dice el refrán, en cuestión de gustos no hay nada escrito... El final del año es casi siempre momento propicio para hacer balance sobre todo lo habido y por haber, lo iniciado y lo concluido, lo abandonado para siempre y lo que queda pendiente... Los libros y lecturas abarcados en ese lapso temporal no pueden escapar a ese deseo de hacer balance. 

Revista de Libros, la más prestigiosa revista de crítica literaria en español, ha pedido con tal motivo a varios de sus colaboradores que escojan los que son para ellos los títulos más interesantes del año, y que expliquen su elección. Pueden leer aquí el resultado de la encuesta con sus comentarios críticos pertinentes. En cualquier caso, esta es la lista de los libros recomendados y de sus autores. 

1. Lipovetsky, Gilles y Serroy, Jean: La estetización del mundo. Vivir en la época del capitalismo artístico.  
2. Stanley, Bob: Yeah! Yeah! Yeah! La historia del pop moderno. 
3. Fradera, Josep M.: La nación imperial (1750-1918). Derechos, representación y ciudadanía en los imperios de Gran Bretaña, Francia, España y Estados Unidos.
4. Pamuk, Orhan: Una sensación extraña. 
5. Mulet, José Miguel: Medicina sin engaños. 
6. Ramón y Cajal, Santiago: Los tónicos de la voluntad. Reglas y consejos sobre investigación científica.
7. Carrère, Emmanuel: El Reino. 
8. Houellebecq, Michel: Sumisión. 
9. Gil de Biedma, Jaime: Diarios, 1956-1985. 
10. McEwan, Ian: La ley del menor.  
11. Knausgård, Karl Ove: La isla de la infancia (Mi lucha: 3). 
12. Amis, Martin: La Zona de Interés. 
13. Pagden, Anthony: La Ilustración y por qué sigue siendo importante para nosotros.
14. Roudinesco, Elisabeth: Freud en su tiempo y en el nuestro. 
15. Sanz, Marta: Farándula. 
16. García, Rodrigo: Barullo. 
17. Gógol, Nikolái:  Cuentos completos. 
18. McGuire, Richard: Aquí.  

Por su parte, la revista Babelia, editada por el diario El País, ha preguntado a una cincuentena de críticos y colaboradores cuáles son los veinte mejores libros de 2015. La lista refleja un escenario variado de autores de distintos orígenes y de géneros. Destaca el reconocimiento de las memorias y diarios, así como del ensayo, un papel menor que otros años para la narrativa, y un espacio para la poesía. Siete de ellos coinciden con la de Revista de Libros. Esta es su lista. Y en el enlace de más arriba, pueden leer las reseñas críticas de sus comentaristas. 

1. Piglia, Ricardo: Los diarios de Emilio Renzi. Años de formación. 
2. Sanz, Marta: Farándula
3. Gil de Biedma, Jaime: Diarios (1956-1985).  
4. Alexiévich, Svetlana: La guerra no tiene rostro de mujer. 
5. Houellebecq, Michel: Sumisión. 
6. Christensen, Inger: Eso. 
7. McEwan, Ian: La ley del menor. 
8. Roudinesco, Elisabeth: Freud en su tiempo y en el nuestro. 
9. Mesa, Sara: Cicatriz. 
10. Maillard, Chantal: La mujer de pie.
11. Ferrante, Elena: La niña perdida. 
12. Fernández Cubas, Cristina: La habitación de Nona. 
13. SingerIsrael Y.: La familia Karnowsky. 
14. Sacks, Oliver: En movimiento. Una vida. 
15. Cynthia Ozick. Cuentos reunidos.
16. Obligado, Clara: La muerte juega a los dados. 
17. Snyder, Timothy: Tierra negra. El Holocausto como historia y advertencia. 
18. Monmany, Mercedes: Por las fronteras de Europa. Un viaje por la narrativa de los siglos XX y XXI.
19. McGuire, Richard: Aquí.
20. Chikiar, Irena: Virginia Woolf. La vida por escrito. 

Y por si alguien tuviera interés en ello, aquí les dejo mi lista de algunos de los libros leídos en este año que se acaba que mayor placer me han deparado. No incluyo las relecturas de libros ya leídos con anterioridad, y de los que cito a continuación, lo son sin orden de preferencia alguno. Y una confesión personal: solo he leído dos de todos los mencionados en las listas de Revista de Libros y Babelia, lo que indica que no soy lector tan acrisolado como yo me pienso, o lo dicho, que en cuestión de gustos no hay nada escrito...

1. Arendt, Hannah: Más allá de la filosofía. Escritos sobre cultura, arte y literatura.
2. Gomá, Javier: Aquiles en el gineceo o aprender a ser mortal. 
3. Gomá, Javier: Ejemplaridad pública. 
4. Hunt, Lynn: La invención de los derechos humanos. 
5. Jones, Steve: Ciencia y creencia. La promesa de la serpiente.  
6. Magrinyá, Luis: Estilo rico, estilo pobre. Todas las dudas: Guía para expresarse y escribir mejor.  
7. Padgen, Anthony: La Ilustración. Y por qué sigue siendo importante para nosotros.  
8. Schopenhauer, Arthur: El mundo como voluntad y representación. 
9. Fernández-Viagas, Plácido: Inquisidores 2.0. El sueño del robot o el fraude de la libertad de información. 
10. Giesbert, Franz-Olivier: La cocinera de Himmler.
11. Kafka, Franz y Montellier, Chantal: El proceso. Una novela gráfica.
12. Rojas, Fernando de: La Celestina (Edición de Soledad Puértolas). 
13. Savater, Fernando: Voltaire contra los fanáticos. 
14. Arendt, Hannah: Crisis de la república. 
15. Hirsi Ali, Ayaam: Reformemos el Islam. 
16. Piketty, Thomas: El capital en el siglo XXI.
17. Pinker, Steven: Los ángeles que llevamo dentro. El declive de la violencia y sus implicaciones.  
18. Popper, Karl R.: La sociedad abierta y sus enemigos. Con una addenda del autor.  
19. Houellebecq, Michel: Sumisión.  
20. Gomá, Javier: Necesario pero imposible o ¿qué podemos esperar?
21. Gomá, Javier: Imitación y experiencia.
22. Littell, Jonathan: Las benévolas. 
23. Pessoa, Fernando: Libro del desasosiego.
24. Küng, Hans: Humanidad vivida. Memorias. III.
25. Teilhard de Chardin, Pierre: El fenómeno humano.

Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. Y ¡Feliz Año Nuevo! HArendt



Biblioteca de la UNED, Madrid



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lunes, 19 de octubre de 2015

[A vuelapluma] Libros, lecturas, memoria, y un poco de televisión...







A mi amiga Jesús Granado

Gracias a Movistar+ estoy reviviendo estos días una serie de televisión que me entusiasmó especialmente hace ya buen número de años. Todavía recuerdo con toda claridad el último capítulo de la última temporada. La serie de televisión más premiada de la historia; sin duda, con todo merecimiento. Me estoy refiriendo, como es lógico y sabido, a "El Ala Oeste", la serie creada por Aaron Sorkin en 1999, que durante siete temporadas consecutivas mantuvo en suspense a los telespectadores de medio mundo narrando los avatares del personal de la Casa Blanca al servicio del presidente Josiah Bartlet, (interpretado por Martin Sheen). Decir que me emocioné con ella es poco decir; sencillamente, magnífica; lo mejor de lo mejor. No soy el primero, ni seguramente el último que lo dice, pero debería ser de "obligado visionado" en las Facultades de Ciencias Políticas. Pura adicción, para mí, casi mayor que el café. Ahora sigo también otras como Homeland, Fargo, American Odissey, The Affair, Mad Men o The Good Wife, pero pocas tan gratificantes como la primera de las citadas.

Sobre libros, lecturas y memoria, recuerdo que por aquellos días, justamente a primeros de octubre de 2008, había leído tres interesantes artículo. El primero, en la revista Babelia, del premio nobel turco Orhan Pamuk, titulado "La memoria de Pamuk", un recorrido sentimental, en primera persona, sobre su pasión por los libros desde su más temprana juventud, que, salvando las distancias, me ha resultado muy "familiar".

El segundo, fue un reportaje firmado por el periodista Abel Grau, titulado "Internet cambia la forma de leer... ¿y de pensar?", publicado en El País, sobre la forma en que Internet está cambiando, a juicio de numerosos especialistas en comunicación, psicología y neurobiólogos, no sólo nuestra forma de leer, sino incluso nuestra forma de pensar, modificando los esquemas de funcionamiento del cerebro a la hora de procesar la información que recibe... ¿Ciencia ficción?, no lo se..., pero tengo que reconocer que no es lo mismo procesar la información obtenida a través de un libro determinado, la consulta de una bibliografía específica sobre un tema cualquiera en una biblioteca, la lectura detenida de un documento en un archivo, o lidiar con el caudal de información suministrada por la pantalla de un ordenador con solo teclear una determinada palabra en un buscador tipo como Google..., ¿verdad que no?

El último artículo había aparecido publicado en El País Semanal con el provocador título de "Sepa de libros sin leer ni una línea", escrito por Íker Seisdedos. Un jocoso comentario sobre un jocoso libro que publicaría poco después Anagrama: "Cómo hablar de los libros que no se han leído", del psicoanalista y profesor de literatura de la Universidad de París, Pierre Bayard, que también leí poco después. 

Tengo una buena amiga que tiene puesto en la pantalla de su "WhatsApp" que su idea del Paraíso es una biblioteca llena de libros; la mía también. A ella le he dedicado esta entrada. Permítanme una pregunta inoportuna ¿Cuántos de los libros que tienen en su casa han leído ustedes?, ¿pocos, verdad? A mí me pasa lo mismo, para desesperación de mi mujer, que me reitera de vez en cuando, cada vez menos, ¿para qué quieres tantos libros?, ¿a qué no los has leído todos? Es difícil de explicar... En el margen derecho del blog, en una columna que dice "Algunos de mis autores y libros favoritos", hay una serie de autores y de libros (sólo uno de cada autor), citados por orden alfabético; no están todos los leídos, pero si están leídos todos los citados. Y he dejado de incorporar títulos y autores para no pecar de presunción.  A pesar de ello, reconozco que ya no puedo mantener el ritmo de lectura ni de adquisiciones (que solvento gracias a mi inestimable Biblioteca Pública del Estado en Las Palmas de Gran Canaria y su personal) de épocas pasadas. Y confieso, con pudor, mi enorme deuda con la gran y buena literatura que no he leído... 

Ohran Pamuk, en su artículo citado más arriba, recordaba el orgullo con que su padre veía como se llevaba "sus" libros a "su" biblioteca en ciernes... Yo lo hice con la de mi padre, un gran lector también hasta su ancianidad. Y veo con orgullo (sólo hasta cierto punto) que mis hijas arramblen con los libros de mi modesta biblioteca familiar para incrementar las suyas. Pero sobre todo espero, deseo y pido a Atenea, diosa pagana de la Sabiduría, que mis nietos descubran pronto por sí mismos el mundo maravilloso que se esconde en los libros. Que así sea y así se cumpla.

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 



Los protagonistas de "El Ala Oeste"






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