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jueves, 3 de marzo de 2016

[De libros y lecturas] Hoy, sobre los "Pecios" de Ferlosio







Hace escasamente dos semanas leía en Revista de Libros un artículo del escritor J.A. González Sainz, titulado "Sánchez Ferlosio: la aventura de la lengua", en el que reseñaba el último libro publicado por nuestro polémico autor. Me pareció muy interesante, lo pedí de inmediato a mi siempre benefactora Biblioteca Pública del Estado en Las Palmas, y ya estoy enfrascado, y apasionado, en su lectura.

Campo de retamas, dice González Sainz, que así se llama la recopilación, es la edición reagrupada, reordenada y revisada por el autor –purgada y pulida– de la totalidad de sus pecios publicados, más otros completamente inéditos y algunas cartas o textos más o menos convertidos en pecios. Piezas breves, en todo caso, o bien breves para lo que es la obra de Ferlosio, en la que enseguida saltan a la vista, para disfrute de unos y exasperación quizá de los más, la prolijidad y minuciosidad de sus textos en general lo mismo que de cada uno de sus párrafos.

Quizás el mejor modo de entrar a leer a Sánchez Ferlosio -añade el comentarista- sea empezar por el final, por su última recopilación de piezas breves, que él llama pecios, y que bien cabría considerar como un compendio de su obra –temas, géneros y temple– y, asimismo, un coronamiento de su labor de escritura. Labor, dicho sea de entrada, que está entre las más singulares, asombrosas y de mayor fuste de la literatura actual en lengua española.

Desde -sigue diciendo- su «como a manera de prólogo», que bien podría serlo de toda su obra, nos encontramos ya con alguna de sus más destacadas peculiaridades: la sensibilidad ante el fraude, el llevar la contraria, el dar la vuelta a las cosas o mirarlas del revés, al sesgo, a la media vuelta; el poner en guardia y sospechar tanto de lo más trillado y común como de lo más alto y endiosado –llámese Historia Universal o Walt Disney–; el oler a chamusquina donde a la mayoría les huele a gloria, el desvelar y destripar e ir a la greña frente a lo vacío de sentido, a lo que goza del favor de los necios, las masas o los poderosos. Como en otros libros, Ferlosio da la voz de alarma ante el nominalismo, ante la sacralización de la palabra y la magia del lenguaje, las «palabras de charol»; ante lo demasiado brillante, lo demasiado rentable o resultón; ante lo que es o se presta más al engaño, ante lo reverenciado e incondicional, ante lo que es no para ser eso que es, sino para otra cosa. Una actitud denodada y limpiamente crítica cuya formidable pegada se expresa tanto por razonamientos meticulosos que no parecen dejar ninguna hebra de pensamiento por recorrer, como por la desarmante genuinidad de muchos de sus juicios, sin olvidar su acreditada feracidad en el insulto. Nadie insulta con tan vigoroso pulso literario, por muy en desacuerdo que se esté: «abyecto y repugnante engendro de la regresión humana» es, por ejemplo, la muñeca Barbie

Rafael Sánchez Ferlosio (Roma, 4 de diciembre de 1927) es un escritor español -novelista, ensayista, gramático y lingüista perteneciente a la denominada generación de los años 50, premio Cervantes 2004 y Nacional de las Letras 2009. Su fama la debe principalmente a sus novelas El Jarama (Premio Nadal 1955), una de las obras más significativas de la literatura española de la posguerra, e Industrias y andanzas de Alfanhuí (1951). Hijo del escritor e ideólogo del falangismo, Rafael Sánchez Mazas, y de la italiana Liliana Ferlosio, nació en Roma, donde su padre era corresponsal del diario ABC. Estuvo casado durante diecisiete años con la también escritora Carmen Martín Gaite. 

De su vasta obra literaria reconozco no haber leído nada más que El Jarama, por necesidades académicas cuando cursaba la asignatura de Historia de la Literatura en la universidad, y ya por gusto El testimonio de Yarfoz (1986), que me encantó. 

De lo leído hasta el momento en Campo de retamas, de entre esos "pecios" que su autor define como menos pretenciosos que las lapidarias sentencias de los aforismos y como producto de una recalcitrante desconfianza -que comparto- hacia la estúpida arrogancia del convencimiento, he anotado dos en los que veo reflejada mi propia opinión, pero mucho mejor expuesta. Dice en el primero de ellos: "Contra más cachivaches vienen juntando los hombres para comunicarse, menos parece que tengan que decirse los unos a los otros. Aunque también es posible que nunca hayan tenido mucho que decirse y solo ahora la sobra de medios los pone en evidencia".

El segundo de los pecios ferlosianos que reseño, viene -me parece a mí- como anillo al dedo para calificar algunas de las cosas vistas y oídas estos dos últimos días en el Congreso de los Diputados a cuenta del debate de investidura de Pedro Sánchez como presidente del gobierno. Que cada lector lo aplique a quien tenga a bien. Dicen así: "El que quiera mandar guarde al menos un último respeto hacia el que ha de obedecerle: absténgase de darle explicaciones. La voz más pobre se hace siempre la más autoritaria: no consiguiendo ya ser entendida, tiene que resignarse a no ser más que obedecida. Aquel que en última instancia se halla siempre dispuesto, si es preciso, a no vacilar en imponer su autoridad, más valdría que desistiese ya desde el principio de querer empezar por intentar ser escuchado. Si en el límite está la violencia, todo el resto es ya también violencia".


Rafael Sánchez Ferlosio



Disfruten de la reseña. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





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jueves, 31 de diciembre de 2015

[De libros y lecturas] Balance de un año que se va





Como bien dice el refrán, en cuestión de gustos no hay nada escrito... El final del año es casi siempre momento propicio para hacer balance sobre todo lo habido y por haber, lo iniciado y lo concluido, lo abandonado para siempre y lo que queda pendiente... Los libros y lecturas abarcados en ese lapso temporal no pueden escapar a ese deseo de hacer balance. 

Revista de Libros, la más prestigiosa revista de crítica literaria en español, ha pedido con tal motivo a varios de sus colaboradores que escojan los que son para ellos los títulos más interesantes del año, y que expliquen su elección. Pueden leer aquí el resultado de la encuesta con sus comentarios críticos pertinentes. En cualquier caso, esta es la lista de los libros recomendados y de sus autores. 

1. Lipovetsky, Gilles y Serroy, Jean: La estetización del mundo. Vivir en la época del capitalismo artístico.  
2. Stanley, Bob: Yeah! Yeah! Yeah! La historia del pop moderno. 
3. Fradera, Josep M.: La nación imperial (1750-1918). Derechos, representación y ciudadanía en los imperios de Gran Bretaña, Francia, España y Estados Unidos.
4. Pamuk, Orhan: Una sensación extraña. 
5. Mulet, José Miguel: Medicina sin engaños. 
6. Ramón y Cajal, Santiago: Los tónicos de la voluntad. Reglas y consejos sobre investigación científica.
7. Carrère, Emmanuel: El Reino. 
8. Houellebecq, Michel: Sumisión. 
9. Gil de Biedma, Jaime: Diarios, 1956-1985. 
10. McEwan, Ian: La ley del menor.  
11. Knausgård, Karl Ove: La isla de la infancia (Mi lucha: 3). 
12. Amis, Martin: La Zona de Interés. 
13. Pagden, Anthony: La Ilustración y por qué sigue siendo importante para nosotros.
14. Roudinesco, Elisabeth: Freud en su tiempo y en el nuestro. 
15. Sanz, Marta: Farándula. 
16. García, Rodrigo: Barullo. 
17. Gógol, Nikolái:  Cuentos completos. 
18. McGuire, Richard: Aquí.  

Por su parte, la revista Babelia, editada por el diario El País, ha preguntado a una cincuentena de críticos y colaboradores cuáles son los veinte mejores libros de 2015. La lista refleja un escenario variado de autores de distintos orígenes y de géneros. Destaca el reconocimiento de las memorias y diarios, así como del ensayo, un papel menor que otros años para la narrativa, y un espacio para la poesía. Siete de ellos coinciden con la de Revista de Libros. Esta es su lista. Y en el enlace de más arriba, pueden leer las reseñas críticas de sus comentaristas. 

1. Piglia, Ricardo: Los diarios de Emilio Renzi. Años de formación. 
2. Sanz, Marta: Farándula
3. Gil de Biedma, Jaime: Diarios (1956-1985).  
4. Alexiévich, Svetlana: La guerra no tiene rostro de mujer. 
5. Houellebecq, Michel: Sumisión. 
6. Christensen, Inger: Eso. 
7. McEwan, Ian: La ley del menor. 
8. Roudinesco, Elisabeth: Freud en su tiempo y en el nuestro. 
9. Mesa, Sara: Cicatriz. 
10. Maillard, Chantal: La mujer de pie.
11. Ferrante, Elena: La niña perdida. 
12. Fernández Cubas, Cristina: La habitación de Nona. 
13. SingerIsrael Y.: La familia Karnowsky. 
14. Sacks, Oliver: En movimiento. Una vida. 
15. Cynthia Ozick. Cuentos reunidos.
16. Obligado, Clara: La muerte juega a los dados. 
17. Snyder, Timothy: Tierra negra. El Holocausto como historia y advertencia. 
18. Monmany, Mercedes: Por las fronteras de Europa. Un viaje por la narrativa de los siglos XX y XXI.
19. McGuire, Richard: Aquí.
20. Chikiar, Irena: Virginia Woolf. La vida por escrito. 

Y por si alguien tuviera interés en ello, aquí les dejo mi lista de algunos de los libros leídos en este año que se acaba que mayor placer me han deparado. No incluyo las relecturas de libros ya leídos con anterioridad, y de los que cito a continuación, lo son sin orden de preferencia alguno. Y una confesión personal: solo he leído dos de todos los mencionados en las listas de Revista de Libros y Babelia, lo que indica que no soy lector tan acrisolado como yo me pienso, o lo dicho, que en cuestión de gustos no hay nada escrito...

1. Arendt, Hannah: Más allá de la filosofía. Escritos sobre cultura, arte y literatura.
2. Gomá, Javier: Aquiles en el gineceo o aprender a ser mortal. 
3. Gomá, Javier: Ejemplaridad pública. 
4. Hunt, Lynn: La invención de los derechos humanos. 
5. Jones, Steve: Ciencia y creencia. La promesa de la serpiente.  
6. Magrinyá, Luis: Estilo rico, estilo pobre. Todas las dudas: Guía para expresarse y escribir mejor.  
7. Padgen, Anthony: La Ilustración. Y por qué sigue siendo importante para nosotros.  
8. Schopenhauer, Arthur: El mundo como voluntad y representación. 
9. Fernández-Viagas, Plácido: Inquisidores 2.0. El sueño del robot o el fraude de la libertad de información. 
10. Giesbert, Franz-Olivier: La cocinera de Himmler.
11. Kafka, Franz y Montellier, Chantal: El proceso. Una novela gráfica.
12. Rojas, Fernando de: La Celestina (Edición de Soledad Puértolas). 
13. Savater, Fernando: Voltaire contra los fanáticos. 
14. Arendt, Hannah: Crisis de la república. 
15. Hirsi Ali, Ayaam: Reformemos el Islam. 
16. Piketty, Thomas: El capital en el siglo XXI.
17. Pinker, Steven: Los ángeles que llevamo dentro. El declive de la violencia y sus implicaciones.  
18. Popper, Karl R.: La sociedad abierta y sus enemigos. Con una addenda del autor.  
19. Houellebecq, Michel: Sumisión.  
20. Gomá, Javier: Necesario pero imposible o ¿qué podemos esperar?
21. Gomá, Javier: Imitación y experiencia.
22. Littell, Jonathan: Las benévolas. 
23. Pessoa, Fernando: Libro del desasosiego.
24. Küng, Hans: Humanidad vivida. Memorias. III.
25. Teilhard de Chardin, Pierre: El fenómeno humano.

Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. Y ¡Feliz Año Nuevo! HArendt



Biblioteca de la UNED, Madrid



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viernes, 5 de junio de 2015

[Política] Sobre la reforma de la Constitución. Un debate político y jurídico




Congreso de los Diputados (Madrid)



El pasado 27 de enero de 2015, en CaixaForum Madrid, se celebró una Jornada de debate organizada por Revista de Libros en la que destacados intelectuales españoles trataron de responder a una serie de cuestiones relacionadas con la situación actual del Estado español: Crisis de la democracia representativa, desafección ciudadana hacia la política, deterioro institucional, etc., así como con una eventual futura reforma de la organización territorial del mismo (el Estado autonómico en su vertiente competencial, financiera e institucional). En esta compleja hora de España en la que predomina el ruido a veces ensordecedor de los opinadores de todo, se echa en ocasiones en falta el parecer bien fundado y la argumentación sosegada.  

Es en ese contexto en el que se ha de entender esa jornada de debate en la que participaron Manuel Aragón, exmagistrado del Tribunal Constitucional y catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Autónoma de Madrid; Roberto Blanco Valdés, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Santiago de Compostela; Francesc de Carreras Serra, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Autónoma de Barcelona; Ángel de la Fuente Moreno, director de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada; Juan José López Burniol, ensayista y notario; Santiago Muñoz Machado, catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad Complutense de Madrid; Félix Ovejero Lucas, profesor de Filosofía Política de la Universidad de Barcelona; Álvaro Rodríguez Bereijo, expresidente del Tribunal Constitucional y catedrático de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad Autónoma de Madrid; y Francisco Rubio Llorente, exvicepresidente del Tribunal Constitucional, expresidente del Consejo de Estado y catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Complutense de Madrid. 

En el enlace de más arriba pueden acceder ustedes a los vídeos que registraron íntegramente todas las intervenciones habidas y un resumen de texto con lo más interesante de cada una de ellas. 

Para este blog y para su autor, es un enorme placer reproducir este debate tan necesario y tan importante en unos momentos en que, como se dice al comienzo de esta reseña los gritos, pitidos y sandeces que algunos emiten en ejercicio de lo que entienden como libertad de expresión, no dejan oír las palabras de quienes de verdad tienen algo que decir.

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt





Palacio del Senado (Madrid)





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miércoles, 12 de diciembre de 2012

Globalización, crisis y democracia




El economista turco Dani Rodrik


"La crisis financiera de 2008 ha desencadenado la Gran Recesión, que todavía estamos padeciendo, y también, aparentemente, ha puesto fin al movimiento de protestas contra la globalización, martillo de las instituciones multilaterales, que tan activo había estado en las calles desde mediados de los años noventa. Dominada por activistas, la antiglobalización era el único núcleo unificador en una coalición circunstancial de grupos de las ideologías más varias: grupúsculos antisistema, comunistas recalcitrantes, partidarios del comercio justo, feministas radicales, ecologistas, sindicatos tradicionales, ONG de desarrollo y empresarios de la industria cultural, entre otros. Las primeras protestas se desarrollaron en Madrid en 1995, con ocasión de las reuniones de las asambleas del FMI y del Banco Mundial, y se hicieron violentas en Seattle en 1999, reventando la celebración de la reunión ministerial de la Organización Internacional del Comercio (OMC), para alcanzar su cosecha de un muerto y varias decenas de heridos en enfrentamientos de los globófobos con la policía en la reunión del G-8 en julio de 2001 en Génova."

Un buen comienzo para un enjundioso artículo del profesor y técnico comercial del Estado, Alfonso Carbajo, que Revista de Libros publica en su número de noviembre con el título de "Crisis y globalización", dedicado en su integridad a desmontar las tesis del también profesor y economista turco de origen sefardí, Dani Rodrik, considerado uno de los economistas más influyentes del mundo, y muy crítico con el fenómeno de la globalización. Críticas explicitadas en su libro La paradoja de la globalización. Democracia y el futuro de la economía mundial (Antoni Bosch, Barcelona, 2012), que el profesor Carbajo analiza en el artículo citado.

El fenómeno de la globalización nunca ha tenido buena prensa entre la izquierda. Pero como dijo en una ocasión el expresidente del gobierno español, Felipe González, es un fenómeno que está ahí y que ha venido para quedarse. Así que más vale enfrentarse a él con conocimiento de causa. Es lo que hacen, desde posiciones dispares, aunque no tanto, el libro de Dani Rodrik y el artículo de Alfonso Carbajo.

Aunque remota, se lee en el artículo, la posibilidad del hundimiento real del orden económico internacional existe y, si la ruina económica llega a producirse, será producida por factores políticos. [...] La globalización, como la democracia, es una planta frágil, de desarrollo difícil, y vulnerable a la demagogia nacionalista, al oportunismo político y a las presiones de los grupos de interés organizado.


No quiero privarles del interés de su lectura, así que, no insisto en mi labor de glosador de ideas ajenas. Si acaso, recomendarles que vean el vídeo que acompaña la entrada, dedicado precisamente al comentario del libro de Dani Rodrik que ha dado lugar a esta entrada. Está realizado por la cadena de televisón iraní en español, Hispan TV, recogiendo en él una entrevista a los profesores españoles Ludolfo Paramio y Sergio Carmona. 


Y sean felices, por favor. A pesar del gobierno que padecemos. Tamaragua, amigos. HArendt








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"Tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)
"La historia del mundo no es un suelo en el que florezca la felicidad. Los tiempos felices son en ella páginas en blanco" (Hegel)

domingo, 28 de octubre de 2012

Capitalismo y Estado de Bienestar, ¿son incompatibles?





El profesor Norberto Bobbio (1909-2004)



Cada día me cuesta más ponerme a escribir, tal vez por que cada día tengo menos cosas que decir. Me vencen el desánimo y la desesperanza. Todo es análisis económico y yo, lo reconozco, de economía no entiendo nada. La padezco, pero no la entiendo. Como la mayoría de los españoles y de los ciudadanos y personas de allende los Pirineos y el mar. 

Hace escasos días leía en el último número de Revista de Libros un demoledor artículo, titulado "Los esclavos felices", que constituye todo un alegato contra la socialdemocracia y su incapacidad para gestionar eso que hemos venido en llamar "Estado de Bienestar". Está escrito por un reconocido economista, Raimundo Ortega, y comenta y crítica con enorme dureza el libro de otro economista, José V. Sevilla, titulado El declive de la socialdemocracia (RBA, Barcelona, 2012), que defiende todo lo contrario de nuestro articulista sobre la gestión de la crisis económica que nos asola.

Hay en el texto de Ortega dos afirmaciones con las que resulta difícil no estar de acuerdo: la primera, que "la socialdemocracia está varada en un dilema angustioso"; la segunda, que "la redistribución de la renta no es un derecho político que no imponga obligaciones a sus beneficiarios". Todo lo demás se me escapa, así que les remito al enlace de más arriba. Por cierto,  para mayor profundización académica al respecto, les invito a leer las voces "capitalismo" y "estado de bienestar", respectivamente, en el Diccionario de Política, tomo I, de Noberto Bobbio y otros (Siglo XXI, México, 1994).

De Norberto Bobbio y su libro Derecha e izquierda. Razones y significados de una distinción política (Taurus, Madrid, 1995), escribe hoy en El País el profesor de la UNED, Santos Juliá, citando a ambos en un interesante artículo que lleva el sugestivo título de "Desigualdad como antesala de la ruina", que como resulta casi obvio, no comparte los criterios economicistas de Raimundo Ortega. Les remito, igualmente, a su lectura.

Les recomiendo igualmente leer la entrevista que el diario "Público" realizaba en sus páginas el pasado día 22 a los economistas y profesores Vicenç Navarro y Juan Torres López, titulada "El capitalismo cada día más incompatible con la democracia", en la que comentan su libro Los amos del mundo. Las armas del terrorismo financiero (Espasa-Calpe, Madrid, 2012). Merece la pena.

Personalmente no creo en el valor ni la dignidad de las personas según su clasificación ideológica. Tampoco en que los que se clasifican como de "derechas" sean mejores ni más listos que los que nos ubicamos políticamente en la "izquierda", aunque es cierto que a los primeros parece irles mucho mejor que a los segundos en la situación actual. Tampoco tengo excesiva confianza en esa izquierda utópica que todo lo confía a la revolución social y política. Supongo que es cuestión de temperamento (hablo del mio, por supuesto), pero coincido en que "algo" y "pronto", por no decir "ya mismo", hay que hacer. ¿Pero dónde está la propuesta de la "izquierda"? Avísenme si la vislumbran, por favor.

En la siguiente entrada del blog, la 1750, pueden acceder a un vídeo sobre la socialdemocracia y la crisis, con la grabación de la sesión introductoria del seminario impartido el pasado mes de abril en la Universidad de Gerona por el profesor de la UCM, Ignacio Urquizu, bajo el título de "El futuro de la socialdemocracia tras la gran recesión".  

Y sean felices, por favor; a pesar del gobierno. Tamaragua, amigos. HArendt




Portada de "Derecha e Izquierda", de N.Bobbio




Entrada núm. 1749
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viernes, 28 de septiembre de 2012

La nueva edición digital de "Revista de Libros"




Portada de la nueva edición de Revista de Libros


Con este vídeo complemento mi entrada del pasado día 15 titulada "Revista de Libros, ahora en abierto". Espero que les resulte interesante y les anime a visitarla. Estoy seguro de que la disrutarán. Tamaragua, amigos. Buen fin de semana. 

Y sean felices, por favor; a pesar del gobierno. Tamaragua, amigos.
HArendt







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viernes, 24 de agosto de 2012

Dos años sin Tony Judt


El pasado día 6 se cumplieron dos años de la muerte del profesor e historiador británico Tony Judt. Y tal día como hoy de hace un año le rendía en el blog mi particular y personal homenaje de admiración y respeto. No es otra mi intención que seguir manteniendo presente el recuerdo de su obra y de ahí que me haya animado a reelaborar y reproducir la entrada citada, que pueden ustedes leer a continuación, titulada: "Historia e historiadores. In memoriam: Tony Judt". Como complemento de la entrada les invito a ver el vídeo que la acompaña, titulado "Los acuerdos de Bretton Woods", realizado a partir del capítulo del mismo título del libro Postguerra de Tony Judt. Y sean felices, por favor, a pesar del gobierno. Tamaragua amigos. HArendt







HISTORIA E HISTORIADORES. "IN MEMORIAM": TONY JUDT

Hasta que leí sobre él en Revista de Libros nunca había oído ni leído mención alguna sobre el historiador británico Tony Judt, fallecido hace ahora justamente un año a causa de una esclerosis lateral amiotrófica (ELA), más conocida como la enfermedad de "Lou Gehrig", por haberla padecido el famoso jugador de beísbol de ese nombre. La información que sobre Tony Judt da la Wikipedia en español no le hace justicia, así que en este enlace pueden acceder a la versión inglesa, mucho más extensa y pormenorizada. 

De padre belga, emigrado a Gran Bretaña antes del estallido de la guerra mundial, y madre inglesa, ambos descendientes de judíos de Europa oriental, Tony Judt nació en Londres en 1948 y murió en Nueva York, la ciudad en la que residía, el 6 de agosto de 2010. Realizó sus estudios en el King's College de Cambridge y en la École Normale Supérieure de París. Impartió clases en las universidades de Cambridge, Oxford, Berkeley (San Francisco) y Nueva York, ocupando en esta última la cátedra de Estudios Europeos, que él mismo fundó en 1995, y en la que también ocupó la dirección del Remarque Institute. Es autor de numerosos libros, entre ellos Postguerra. Una historia de Europa desde 1945  (Taurus, Madrid, 2006). Considerado uno de los diez mejores libros de 2005, se trata de un voluminoso texto de más de mil doscientas páginas, que leí con entusiasmo creciente, y que en 2007 recibió el Premio Hannah Arendt, otorgado por la ciudad-estado alemana de Bremen y la Fundación Heinrich Boell, y en 2009 el Orwell Prize, el más prestigioso de Gran Bretaña a un libro político. 

Mi relación sentimental con Tony Judt, fue propiciada por la lectura mensual de Revista de Libros. El primer artículo que leí sobre él en dicha publicación (núm. 130, octubre de 2007) fue el titulado Europa y el mundo. Tres siglos de historia, del profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, Manuel Pérez Ledesma, en el que comentaba el ya mencionado más arriba libro suyo "Postguerra. Una historia de Europa desde 1945", considerado por muchos historiadores el mejor de los que se han escrito sobre dicho período.

Para Judt, dice el profesor Pérez Ledesma, la historia reciente de Europa es en primer lugar la historia de una pérdida: de la pérdida del poder, de la importancia internacional y, en algunos casos, de la condición imperial de los Estados del continente. Algo que se reflejó de forma dramática, ya en los momentos iniciales del relato, en la incapacidad europea para enfrentarse a las amenazas que habían surgido en su interior: en 1945, la mayor parte de Europa «no había sido capaz de liberarse del fascismo por sus propios medios, ni tampoco podía mantener a raya al comunismo sin ayuda»; sólo tras varias décadas y numerosos esfuerzos pudieron los europeos recuperar el control de sus destinos. Pero ésa no es la única pérdida: lo que Judt quiere contar en un segundo nivel -añade el profesor Ledesma- es la historia del declive de las grandes teorías decimonónicas sobre el progreso y el cambio, la revolución y la transformación social, que habían hecho suyas los partidos y los movimientos políticos de preguerra. En especial, dice, son el decaimiento del fervor político en la mitad occidental del continente y el descrédito del dogma marxista en su mitad oriental los asuntos que más le im­portan a Judt.

Tiempo después, de nuevo en Revista de Libros (núm. 145, enero de 2009) vuelvo a encontrar un artículo de Michael Seidman, catedrático de Historia en la Universidad de North Carolina, titulado La voluntad de ignorar, comentando otro afamado libro de Judt, en esta ocasión el titulado Pasado imperfecto. Los intelectuales franceses, 1944-1956 (Taurus, Madrid, 2008).

Dice Seidman del libro que es una historia intelectual extremadamente bien escrita de ciertos intelectuales franceses durante los comienzos de la Guerra Fría y de sus actitudes hacia el comunismo. Entre los más  destacados –principalmente Jean-Paul Sartre, Emmanuel Mounier y Maurice Merleau-Ponty– a los que somete a una crítica despiadada y, en ocasiones, divertida, defendiendo convincentemente que las posiciones y actitudes de estos intelectuales estuvieron determinadas en gran medida no por las duras realidades del comunismo en Europa oriental, sino por sus propias preocupaciones francesas bastante provincianas, destacando que fue la manifiesta falta de valor de tantos escritores –Judt menciona a Paul Eluard, Elsa Triolet, Louis Aragon, Emmanuel Mounier y, por supuesto, a Simone de Beauvoir y al propio Sartre– durante la ocupación alemana, lo que hizo que la sociedad francesa se resolviera a castigar a quienes de entre ellos presentaban un historial inequívoco de colaboración. 

Sobre los intelectuales franceses y el comunismo escribió también Judt en su último libro, El refugio de la memoria (Taurus, Madrid, 2011), sobre el que volveré más adelante, pero cuya lectura me trajo recuerdos imborrables sobre sendos libros, magníficos, de dos prestigiosos historiadores franceses. Me refiero a El pasado de una ilusión. Ensayo sobre la idea comunista en el siglo XX (FCE, Madrid, 1995), de François Furet, y Las voces de la libertad. Intelectuales y compromiso en la Francia del siglo XIX (Edhasa, Barcelona, 2004), de Michel Winock, cuya lectura recomiendo encarecidamente a los interesados en el tema.

Hasta el número de marzo de 2011 de Revista de Libros (el núm. 171) no volví a leer nada sobre Tony Judt. En esta ocasión se trataba de un artículo del catedrático de Historia de las Ideas y de los Movimientos Sociales de la Universidad Complutense de Madrid, el profesor José Álvarez Junco, titulado Elegía por la socialdemocracia. Por él me enteraba de la muerte del historiador británico en agosto del año anterior. En dicho artículo el profesor Álvarez Junco hacía la crítica de uno de los últimos libros de Judt: Algo va mal (Taurus, Madrid, 2010), del que ya escribí en el blog en la  entrada del 19 de mayo de 2011 titulada ¡Democracia real, ya!. Complicado pero no imposible, a la que remito, y en la que yo contraponía la lectura del "Algo va mal" de Judt, a la del panfletario "Indignaos" de Stéphane Hessel.

Un texto, el de "Algo va mal", en palabras del profesor Álvarez Junco,  en el que el historiador britànico reflexiona sobre la socialdemocracia, su apogeo en Occidente de 1945-1980 y su sustitución posterior por el conservadurismo neoliberal. En él toma partido -dice- a favor de aquella fórmula política y económica que dominaba en la Europa en que vivió de joven y a la que llama «el mundo que hemos perdido». No debemos idealizarla, añade, pero tampoco olvidarla, porque, sin ser perfecta, ha sido la mejor de las situaciones que ha vivido la humanidad a lo largo de su historia. Lo leí con verdadero entusiasmo en plena vorágine de las manifestaciones que dieron lugar a eso que hemos llamado "spanish revolution" o movimiento 15-M, del que también he tratado a menudo en el blog.

En julio de 2011 me llegó a casa el ejemplar mensual de Revista de Libros, un número doble (el núm. 175-176), y me encuentro en él otro artículo sobre el ya citado libro de Tony Judt, El refugio de la memoria, obra póstuma, pues terminó de dictarlo con enormes dificultades derivadas de su penosa enfermedad dos meses antes de su fallecimiento.

El artículo llevaba el título de Visita guiada a las ruinas, y estaba escrito por el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, Enric Ucelay-Da Cal. Les confieso que me invadió un cierto y desasosegante sentimiento de estupor cuando terminé de leerlo. ¿Cómo era posible una crítica tan implícitamente  malévola hacia la última obra de un colega tan prestigioso como el profesor Judt? Estaba  acostumbrado a leer en Revista de Libros críticas muy duras, y con toda seguridad,  justificadas, sobre publicaciones de todo tipo que sin embargo gozan de gran popularidad y se venden como rosquillas (me vinieron a la mente las realizadas a bastantes títulos que he leído y que por pudor no voy a citar), pero me extrañó el tono de la crítica; casi más el tono que el contenido de la crítica en sí.

Nada más terminar de leer El refugio de la memoria volví a releer el artículo del profesor Ucelay-Da y  me parece de justicia confesar mi apresurado error de apreciación sobre el mismo, motivado con seguridad, por un párrafo inicial en el que afirma que dada la avalancha de prosa autocontemplativa que desborda tanto a productores industriales como consumidores (288.355 libros editados en Estados Unidos en 2009;  86.300 publicados en 2008 en España) por qué tendrían que atraerle las reflexiones de Tony Judt en su lecho de muerte. Pasé por alto la propia reflexión del comentarista que confiesa no haber entendido su propia reacción ante la lectura del libro de Judt. "¿Seré un envidioso, llenó de morboso placer producido por el dolor ajeno -se pregunta- al querer añadir la reducción del significado del "Chalet" (nombre que desde el inicio de su libro da Tony Judt al rincón de su memoria donde va guardando cada noche de insomnio forzoso sus recuerdos) a poco más que el garaje donde aparcaron a un moribundo? ¿Será que tengo poca sensibilidad retentiva para las historias e historietas de las gentes de mi tiempo específico? ¿O será que estoy harto de confesiones de todo tipo y signo y, como viejo y blando superviviente de la segunda mitad del siglo xx, tengo escasa paciencia para escuchar la misma tecla tocada más de una vez? ¿O será, muy sencillamente, que no me complace un mundo en el cual todos creen tener algo emotivo que comunicar a millones de personas en las redes sociales?". Y todo eso para, al final, reconocer que también es verdad que a él le hubiera gustado ser capaz, al menos una vez, de conmover a un lector tan antipático como él mismo tal y como lo hizo Judt en su día.

A mí, la lectura de El refugio de la memoria me conmovió profundamente. Y no solo por las circunstancias en que fue escrito, que el autor recrea en el capítulo primero, cuando habla de su enfermedad y de los recursos mentales a los que tenía que recurrir en las noches de inmovilidad e insomnio forzoso para recrear las diversas estancias de su memoria y ordenarlas en ella para que al día siguiente, "álguien", otra persona, pudiera trasladarlas al papel. El libro está plagado de anécdotas, anécdotas que le sirven para reconstruir su vida ante nosotros, a modo de estancias o compartimentos estancos, no siempre en un orden cronológico, pero al final, siempre bien interrelacionados.

Delicioso el capítulo que dedica, lleno de admiración, hacia su severo profesor de alemán en el Emanuel School de Battersen, Londres. Divertido y entrañable aquel en que relata su experiencia como estudiante de la Universidad de Cambridge y sobre la venerable y entrañable institución de las "bedders", las mujeres empleadas por la universidad para atender las "necesidades" materiales de los estudiantes de la misma. Dolorido, el que recuerda su estancia, en 1966 y 1967, en el kibutz de Machanayim, en la Alta Galilea israelí y su siempre difícil relación posterior, como judío, con el Estado de Israel. Sarcástico, pero reconocido, el que dedica a los intelectuales franceses de su época de estudio en la École Normale Supérieure, de París, una de las instituciones académicas más prestigiosas de Francia, de la que Raymond Aron, que fue alumno de ella, dijo en sus "Mémoires", que nunca se había encontrado con tantos hombres inteligentes en un espacio tan pequeño. Irónico, el que dedica al parisino Mayo del 68, que vivió en directo como estudiante. Duro y sin contemplaciones, aquel en que enjuicia el poco valor que hoy se da a la corrección en el hablar y el escribir: La prosa de muy mala calidad, dice, es hoy indicativa de inseguridad intelectual; hablamos y escribimos mal -concluye- porque no nos sentimos seguros de lo que pensamos y nos resistimos a afirmarlo de un modo inequívoco.

En otro capítulo relata su aventura universitaria norteamericana y muestra su admiración sin reserva por las instituciones docentes de dicho país, y sobre todo, por sus impresionantemente bien dotadas bibliotecas. Y comparto su juicio sobre la función de las universidades: dice de ellas que son instituciones elitistas, o que deberían serlo por principio, pues les concierne seleccionar a la promoción más capaz de una generación y educarla en esa capacidad forzando una renovación de la élite y rehaciéndola consecuentemente, para añadir que igualdad de oportunidades e igualdad de resultados no son la misma cosa. Verdad evidente que solemos pasar por alto con frecuencia. Admirativo y entrañable resultaba su juicio sobre la ciudad de Nueva York, que le acogió hasta su muerte, a la que califica como "ciudad del mundo".

En su crítica al comunismo se muestra contundente: como mejor se mide -dice- el grado de esclavitud en que una ideología mantiene a un pueblo es en la colectiva incapacidad de éste para imaginar alternativas. Feroz era su juicio sobre los dirigentes europeos del momento actual, de los que comenta que escurren el bulto recurriendo a la austeridad presupuestaria para apaciguar a los mercados. Y sobre el odio, temor, rechazo al extraño, al extranjero, cada vez más acentuado en las privilegiadas sociedades occidentales dice lo siguiente: "Ser danés o italiano, norteamericano o europeo, no será solo una identidad; supondrá un rechazo y una reprobación de aquellos a los que ésta excluya. El Estado, afirma, lejos de desaparecer, podría estar a punto de lograr su plena realización: los privilegios de la ciudadanía, las protecciones de los derechos de los poseedores de tarjetas de residencia, serán esgrimidos como triunfos políticos. Habrá intolerantes demagogos en democracias establecidas que pedirán tests -de conocimientos, de lengua, de actitud- para determinar si los desesperados recién llegados merecen ostentar la "identidad" de británicos o de holandeses o de franceses. Ya lo están haciendo, añade, En este este "espléndido siglo nuevo" ("brave new century": juego de palabras con el título de la famosa novela de Aldous Huxley "Un mundo feljz", en ingles titulada "Brave New World") echaremos de menos a los tolerantes, a los de los márgenes: a la gente fronteriza: Mi gente", concluye. 

¿Les suena? Es una letra que está en casi todas las partituras de los partidos nacionalistas y en las de bastantes dirigentes y responsables del partido popular español y de la derecha europea.

Yo no soy judío y ni siquiera me considero un hombre religioso, pero me siento orgulloso de mi doble condición de descendiente de conversos, así que he dejado para el final el alegato que formula en las últimas páginas del libro sobre su condición de judío, que vuelvo a compartir como tantas otras cuestiones de las que plantea en sus "memorias".  Dice Judt: "El judaísmo es para mí la sensibilidad de un autocuestionamiento colectivo y un incómodo decir la verdad; la capacidad, propia del que va contracorriente, de ser problemático y de disentir, por la que en otro tiempo fuimos conocidos. No basta, añade, con situarse en una posición tangencial frente a las convenciones de otros pueblos; deberíamos ser además los críticos más implacables de nosotros mismos. Siento que tengo una deuda de responsabilidad con ese pasado, dice, y es por eso por lo que soy judío."

Pero hay más cosas, muchas más cosas que solo podrán descubrir si se animan a leerlo. Yo lo he hecho y lo he disfrutado. Es mi pequeñísimo homenaje a un gran historiador, a un hombre de izquierdas, progresista y socialdemócrata, como él mismo se definió, al que no le dolieron prendas en reconocer los tremendo errores que han llevado al pensamiento de izquierdas a la crisis que está atravesando ahora.






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Entrada núm. 1725
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