sábado, 1 de marzo de 2025

Del poema de cada día. Hoy, Cuatrocientos puentes, de Ángel Petisme

 





CUATROCIENTOS PUENTES    


 


Hay setenta y seis formas de pedir un café


en Venecia y una sola de conseguir


que la vida nunca te dé la espalda:


El camino de la humedad.


Cruzo el umbral de los sueños pintados,


es un viejo almacén abandonado en Giudecca,


antaño los paisanos de Marco Polo


lo hicieron depósito de especias.


Y la grappa me habla: Busca al menos


tres razones por las que vivir.


De lo contrario puedes estar muerto


a los veinte, aunque te entierren con noventa años.




Se oye en Il Casanova de Fellini:


Cuando estoy borracho no distingo


cielo ni tierra, me tiendo solo,


inmóvil en mi lecho, hasta que al final


me olvido de que existo y entonces


mi felicidad es infinita.


Son unos versos de Lung-ho-Tse,


poeta chino del siglo VIII.


Yo también tengo esa sed en carnaval


y cuanto más apuro tus labios


bajo la máscara, mi niña, más sed;


y más me abandono a la carne de niebla


y al sabor de las noches del mundo.




En algún sitio leí hace ya siglos


que la realidad, lejos de Venecia,


no es más que una ilusión provocada


por la falta de alcohol.


Pero siempre hay una copa de veneno


y belleza en esta orilla del paraíso,


al cruzar uno de sus puentes.


Y son cuatrocientos.


 


***




No me gustan los conductores de ambulancias,


las manos que no aprietan y sonríen,


los inventarios, los martes, los grandes almacenes,


los corazones negros, los tubos


de escape de las motos, los lavaderos


automáticos de coches.


 


Venecia se hizo de refugiados


que venían a las islas de la laguna


huyendo de la tormentosa decadencia


del imperio romano. Nació una vida


lacustre de gente que producía sal


y la vendía. También tú y yo huimos


de la hipertensión y de la decadencia


del corazón de las estrellas muertas,


agencias de calificación, primas


de riesgo, emisiones de crédito,


activos tóxicos, fondos de capital,


buscando el canto de las sirenas


de los barcos, las campanas


de las iglesias inundadas de agua.


Edificamos palafitos, puntos


de atraque, clavamos estacas,


hacemos balsas, luego mamposterías;


cuando el agua nos llega al cuello


asoman nuestros brazos, luego


nuestras cabezas de nadadores párvulos


en el mar color vino del Adriático.


Dicen que la sal en abundancia es mala,


yo cubro de silencio y de sal mis pinturas.




Mi corazón estallará en Venecia


como una granada. En la tumba


de Brodsky los visitantes depositan,


a manera de exvotos, lápices y


bolígrafos formando un ramillete.


Brodsky y Ezra Pound, dos poetas inmensos,


(uno judío, el otro con su leyenda


negra por sus servicios al fascismo


y su antisemitismo), uno obsesionado


con la belleza, el otro con la verdad,


reposando casi juntos en la isla


de San Michele. Y ahora me interesan


las islas de los vivos.


 


***


 


La luna tiene un culo espléndido


sobre el Gran Canal, descansa sus muslos


rojos sobre las playas del Lido al atardecer


y hunde su pubis depilado en la línea


del horizonte en Malamocco.


 


De nada sirven las prisas sobre este


gran teatro de agua lunar. Hasta


los dioses viejos y salvajes,


que huyeron heridos por el sol


tras fumarse las flores de loto,


saben que en Venecia el color es la luz


y la luz es de humo. Venecia


de cristal y crepúsculo: Borges.




No es necesario entrar al Palazzo


Ducale para ver el Rapto de Europa


de Veronese; las calles de Europa están


llenas de gente con ojos desorbitados


que corren hacia la meta del miocidio,


arrastrados por el torbellino de la crisis.


*** 


El dinero es un perro que no pide caricias



La felicitación navideña del Banco de España


parece acorde con los tiempos.


Un fragmento de un mural del palacio


del príncipe Mdivani en la antigua


abadía de San Gregorio de Venecia.


La obra de Josep Maria Sert retrata


una escena en la que varios jóvenes


intentan evitar que otro caiga al vacío.


Doblemente incómodo el autor,


su obra tiene una sola tonalidad: la del oro.



Ángel Petisme (1961)

poeta español



















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