lunes, 4 de diciembre de 2023

De predicar a favor del viento

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz lunes. Mi propuesta de lectura para hoy, del escritor Sergio del Molino, va de predicar a favor del viento. Se la recomiendo encarecidamente y espero que junto con las viñetas que la acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos. harendt.blogspot.com









Lo incómodo es predicar siempre a favor del viento
SERGIO DEL MOLINO
29 NOV 2023 - El País - harendt.blogspot.com

Me dijo que estaba cancelado en Estados Unidos porque ya no hay sitio en su país para un escritor judío de 71 años. Por elegancia, no pregunté las causas, no fuera a echar sal a una herida, pero sospeché que las razones por las que Lawrence Weschler —otrora insignia de The New Yorker y de las mecas del periodismo literario, como The Atlantic o Vanity Fair— ande autopublicándose sus reportajes en internet tiene algo que ver con su escritura: Weschler es el artista de la ambigüedad. En sus historias, como en El gabinete de las maravillas de Mr. Wilson, el libro que le presenté la semana pasada en Madrid, las certezas se corrompen en un juego de trampantojos. Uno termina sus libros con la misma estupefacción con la que los empieza, sin saber quién carajos es Mr. Wilson ni de qué va su gabinete, porque Weschler no ha venido a explicar el mundo ni a redimirlo en consignas, sino a contarlo. En esta época tan sobrada de certezas y de apóstoles, un escritor como él le habla, por fuerza, al desierto.
Se dice que lo difícil es mantener un criterio propio frente a la presión ambiental, pero lo natural es ser como Weschler. O como Carlos Alsina, que el lunes recibió el premio Cerecedo con un discurso contra el género reclinatorio del periodismo y contra los nuevos curas que mandan callar a todos los que no les gustan. Lo fatigoso es hablar siempre a favor del viento, pues las ráfagas cambian sin aviso. El probo predicador de izquierdas puede verse reducido a un charlatán facha sin saber por qué, y el líder de la resistencia antisanchista puede ser excomulgado al menor síntoma de aquiescencia con el Gobierno. Los puros que tiran las primeras piedras deberían saber que serán devorados por su propio público, pues confiarse al aplauso de una grey justiciera equivale a mitinear ante una masa de zombis: es cuestión de tiempo que te hinquen el diente.
Esta preocupación no afecta a quienes van por libre, atentos a su propio criterio y guiados por la convicción de que, de cerca, todos somos raros. Hay que compadecer a quienes se empeñan en encajar en los moldes virtuosos de geometría imposible donde no cabe una contradicción. Cuando se les rompan, a lo mejor redescubren el placer de pensar por sí mismos, sin miedo a la furia de los amigos. Descubrirán también que el desierto está más poblado de lo que parece y que la brisa se disfruta más cuando no te importa de qué lado sopla.
































[ARCHIVO DEL BLOG] Trump/Hitler: Demasiadas similitudes como para obviarlas. [Publicada el 17/02/2017]











"No se puede estar medio de acuerdo con el nuevo presidente de Estados Unidos. No dramaticen y júzguenlo por sus actos. A algunos les da tanto miedo que los consideren izquierdistas que relativizan el fenómeno Trump con ciertas dosis de hipocresía. Hay que desconfiar de esta relativización. Sé que es peligroso, pero aun así voy a comparar la situación actual con la de los años veinte y treinta, y con un fenómeno que entonces se llamó la traición de los intelectuales, es decir, de aquellos intelectuales que siempre hallaban argumentos para desdramatizar el fascismo en alza. No hay razones para inquietarse, decían. La economía va bien, el caos de la república de Weimar no durará. No podemos volver a pecar de colaboracionismo ideológico —y desconfío del término, pues es muy delicado— por pura cobardía ideológica".
Esta terrible advertencia, escribe la editorialista jefe del periódico belga Le Soir, Béatrice Delvaux, en un reciente artículo en El País, las ha pronunciado nada menos que el expresidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, un hombre conocido por su extrema prudencia y diplomática gestión. En la entrevista que Van Rompuy concedió a la revista belga Knack, sigue comentando Delvaux, el expresidente del Consejo (la Jefatura de Estado, colegiada, de la Unión Europea) se sorprendía de "su propia vehemencia". Pero, según explicaba, "cólera es una palabra demasiado suave para describir lo que he sentido durante estos últimos meses. El Brexit y la elección de Donald Trump me escandalizan; puede que, en primer lugar, por el lenguaje que han adoptado los políticos. Los políticos revestidos de autoridad que se permiten insultar, que despiertan sentimientos que mucha gente experimenta en silencio, y de este modo los legitiman (...). En política, una palabra siempre es un acto”.
¿Relativizar a Trump es entonces una forma de colaboracionismo ideológico?, se pregunta la periodista. Van Rompuy, añade, pone al mundo político europeo entre la espada y la pared. No se puede estar un poco de acuerdo con el nuevo presidente norteamericano, ni esperar a ver qué hace... So pena de dejar que el monstruo crezca y descubrir demasiado tarde que nos ha devorado, a nosotros junto con nuestros valores, nuestras democracias y nuestra paz.
Numerosos historiadores comparten la opinión de Herman van Rompuy, sigue diciendo Béatrice Delvaux. Si es posible hacer una comparación válida entre Trump y Hitler, esta radica en la relativización del peligro que ambos líderes representan en el momento de su ascensión al poder. El historiador belga Marc Reynebeau recuerda que, con ocasión del advenimiento de Trump, su periódico, De Standaard, escribió que se trataba de un “payaso que juega al estadista”. Lo cual, como señala Reynebeau, "recuerda a lo que hace 84 años escribía The Daily Telegraph Herald, el mayor diario británico de la época, sobre Hitler tras su designación como canciller y al inicio de su conquista del poder". Aquel periódico no se tomó a Hitler en serio, como tampoco el resto de la prensa británica, escéptica con respecto a quien veían como un "demagogo fanfarrón". De hecho, le concedieron el beneficio de la duda y decidieron darle una oportunidad.
En su entrevista a Knack, sigue diciendo, Herman van Rompuy cargaba contra la Nueva Alianza Flamenca (N-VA), el partido nacionalista flamenco (coaligado en el ámbito federal con su propio partido, el socialdemócrata Cristiano Demócrata y Flamenco —CDV—), dos de cuyos ministros estrella relativizaron inmediatamente la denegación del visado estadounidense. Jean Jambon, ministro federal de Interior, llamó a situar estas medidas "en su contexto", mientras que el secretario de Estado para el Asilo, Théo Francken, tuiteaba que no había que reaccionar con "histeria", sino observar los "hechos". El presidente del partido, Bart de Wever, aún no ha dicho nada, pero su partido ha conminado a sus miembros a no emitir opiniones hasta que lleguen las conclusiones del servicio de estudios de la casa. Todo ello para disgusto del primer ministro (liberal francófono) Charles Michel, obligado a reservar su indignación al escenario europeo y a callársela en casa para no ofender a su todopoderoso socio nacionalista. Así pues, Bélgica va a pedir explicaciones y a celebrar el debate de forma "puntual y racional".
Durante unas conferencias sobre Auschwitz, sigue comentando Delvaux, Timothy Snyder, el gran historiador norteamericano, declaraba que veía en la toxicidad de las palabras y los actos de Trump el preludio de lo que estudió sobre los años treinta. En otro artículo, el historiador británico James McDougall nos alertaba sobre nuestra época: "No, no son los años treinta, pero sí, es fascismo". "En política, dice Van Rompuy, una palabra siempre es un acto". Los líderes europeos deberían tomar buena nota, concluye su artículo Beatrice Delvaux. 
Y yo, añado por mi cuenta, que se dan demasiadas similitudes entre Hitler y Trump, salvando las distancias, como para obviarlas y no prestarles la atención pertinente. Y los primeros gestos para con Trump de la premier británica Theresa May y de nuestro presidente Mariano Rajoy, recuerdan bastante a los de su colega Neville Chamberlain y el general Franco para con Hitler en un no tan lejano 1940. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt













domingo, 3 de diciembre de 2023

De Enzensberger en Moratalaz

 





Enzensberger en Moratalaz
ELVIRA LINDO
03 DIC 2023 - El País - harendt.blogspot.com

Un sábado de tantos, a la hora de comer, llegó mi padre a casa con el cuento de que había visto paseando por Moratalaz al notable poeta, riguroso editor, preciado novelista y agudo pensador alemán Hans Magnus Enzensberger y que no era la primera vez que se lo encontraba en lo que iba de semana. Lo tomamos como uno más de sus insólitos delirios y procuramos no darle bola a la historia. Él captaba perfectamente mi escepticismo y, desafiante, insistió en el asunto. Enzensberger, contaba, paseaba por Moratalaz seguido de un hombre joven al que mi padre bautizó como el mayordomo. Pero ¿es que va vestido de mayordomo?, preguntó mi marido. “No, no”, respondió mi padre, advirtiendo de que no admitía bromas, “pero se nota que el hombre está a su servicio”. Se convirtió en habitual que durante un tiempo se le preguntara por Enzensberger y el mayordomo, del que ya sabíamos, por cierto, que caminaba dos pasos por detrás del pensador alemán. A mi padre le parecía que el que Enzensberger hubiera elegido Moratalaz como lugar de estancia era un síntoma más de su asombrosa inteligencia. Bautizado por la vecindad como “el barrio del bastón”, dada la cantidad de jubilados que lo habitan, Enzensberger había ido a recalar en un distrito donde, cuando un conductor se detiene ante un semáforo en rojo, no puede calibrar el tiempo que habrá de estar detenido porque una nube de bastones, sillas de ruedas y ancianas empoderadas con andadores se harán las dueñas de la calzada. Sin duda Enzensberger, pensador de edad provecta, se sentiría en la gloria en la Florida madrileña.
La broma se alargó como todas las boberías familiares, y pasábamos el rato imaginándonos a Hans, porque para nosotros ya era Hans, tomándose una caña en el Azul y Oro o esquivando balones en los pasadizos de la Lonja. El caso es que un día mi hijo me llamó para contarme algo alucinante que le había ocurrido: iba leyendo en el autobús, camino de Moratalaz, ojo, El filántropo, una novelita que Enzensberger dedicó a Diderot, cuando desde los asientos de delante le llegó el rumor de una conversación en alemán. El cogote del viajero era, desde luego, el de un anciano. Quiso el destino que bajaran en la misma parada y, entonces, mi hijo miró la foto de la solapa y comprobó maravillado que se trataba del mismo, unos años más viejo. En este caso iba acompañado de una anciana. La pareja se perdió entre la gente que a esa hora de la tarde frecuenta las tiendas y bares de la calle Marroquina. Hans andaba por allí, como uno más.
No pasó mucho tiempo cuando el periodista Juan Cruz, el hombre que más historias atesora sobre la intelectualidad, nos contó haber servido de cicerone al sabio sin barreras, ni ideológicas ni físicas, que había venido a Madrid a saber cómo era eso del 15-M y anduvo entre los acampados de la indignación no sin luego dar cuenta de un cocido en Lhardy, porque con los años hay que premiar al estómago, que siente como el corazón y piensa como el cerebro.
Mi padre no mentía, aunque fuera un fabulador nato; lo raro es que no hubieran compartido un vino, porque nuestro héroe hablaba con mucha soltura el español. Me acuerdo de todo esto ahora, leyendo un libro curioso, Artistas de la supervivencia, en el que Enzensberger resume la biografía de un puñado de artistas e intelectuales que vieron su vida sacudida por los envites de un siglo de guerras, purgas y enconadas ideologías a las que Brecht, Sartre, Grossman, Ajmátova, Cela, García Márquez, Pasternak y tantos otros respondieron con mayor o menor dignidad. Son viñetas sencillas en las que de pronto el sabio se despacha con una frase que define la bondad o mezquindad del retratado. El tiempo nos dice que la naturaleza de esas mentes elevadas no les libró de estar a la altura del montón. Y de eso lo sabía todo nuestro amigo Hans. Elvira Lindo es escritora.










De las altas temperaturas y las bajas pasiones

 







Altas temperaturas, bajas pasiones
FERNANDO VALLESPÍN
03 DIC 2023 - 05:00 CET - El País - harendt.blogspot.com

El año 2023 se anuncia como el más cálido desde que hay mediciones. No ha sido mala fecha para celebrar la cumbre del clima, cuando se siente la pistola en la sien. Y cuando aguijonea el miedo se propende al acuerdo. En este caso, para salir del estado de naturaleza climático en el que cada cual va a su aire. Poco a poco se va imponiendo la idea de que todos estamos sujetos a la misma amenaza, el peligro es planetario y la solución solo puede venir de sumarse a medidas que nos vinculen a todos. Una cosa es, sin embargo, llegar a un consenso sobre cuestiones generales, y otra conseguir aplicarlo. En los países desarrollados la conciencia medioambiental está lo suficientemente arraigada como para influir sobre las pautas de consumo cotidiano, —tampoco cuesta tanto cambiar algunos hábitos—. Menos fácil resulta ya emprender la reforma energética hasta alcanzar una drástica reducción de las emisiones de efecto invernadero. Sobre el papel es relativamente sencillo, pero en la práctica conduce a enormes tensiones políticas. Aquellos sectores sociales que se van a ver más afectados se resisten a ser los chivos expiatorios y reclaman las lógicas compensaciones.
La mayoría de los Estados, cargados de deudas y con el estrés presupuestario derivado de la pandemia o el rearme exigido después de la guerra en Ucrania, se enfrentan así a nuevas fuentes de conflicto interno. Lo estamos viendo ahora en Alemania, por ejemplo, uno de los países donde las medidas contra el cambio climático gozan de mayor apoyo. Sin embargo, sus gobernantes ven restringida su capacidad de acción al tener que someterse al límite de deuda establecido por la Constitución. O en el Reino Unido, cuyo primer ministro acaba de decir en Dubái que hay que ampliar los plazos de aplicación de las políticas dirigidas a conseguir cero-emisiones. En algún lugar leí que el principio que ahora impera se puede reducir a la máxima siguiente: “Señor, haznos más verdes, pero no todavía”.
Allí donde se perciben tensiones, los partidos de extrema derecha acuden raudos y veloces a ver cómo pueden beneficiarse del malestar general. Mucho se habla de la inmigración como la causa fundamental de su éxito en Europa, pero no es menor la cuestión ecologista. Lo acabamos de ver en Holanda, donde Wilders, un escéptico climático, también triunfó gracias a prometer mejoras en sanidad y vivienda por encima del cumplimiento con las normas medioambientales. Y la pesadilla de un retorno de Trump promete un salto atrás en las ambiciones climáticas. Al miedo al climacalipsis se une ahora también el temor al destrozo de la propia democracia. Pero, no nos equivoquemos, el temor al desclasamiento que sufren algunos grupos sociales no es menor. O el que azuza a quienes no quieren compartir su vida con (supuestos) extraños. Ahí, en estos caladeros de miedos difusos es donde mejor se mueven estos partidos, expertos en la gestión de las pasiones. Por eso mismo, no es en la competencia entre emociones desbocadas donde encontraremos la solución, sino en la fría aplicación de la razón. Y esta está hoy por hoy de parte de quienes apoyan evitar el mal mayor, la destrucción de nuestro planeta. Fernando Vallespín es politólogo.










De la vocación de la filosofía

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz domingo. Mi propuesta de lectura para hoy, de la filósofa Nuria Sánchez, va de la vocación de la filosofía. Se la recomiendo encarecidamente y espero que junto con las viñetas que la acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos. harendt.blogspot.com













Pensadores, pijos y panaderos
NURIA SÁNCHEZ MADRID
28 NOV 2023 - El País - harendt.blogspot.com

Siempre es buen momento para hacer balance de la relación que la filosofía aspira a mantener con la sociedad. Hace unas semanas, uno de los pensadores más destacados de nuestro país, José Luis Pardo —profesor universitario de Filosofía, a pesar de firmar como escritor—, presentaba en filigrana en la tribuna Lo vulgar y lo pijo una afilada caricatura de la pugna que quienes se baten por sentar cátedra en el espacio público han sostenido a lo largo de la historia. Su lectura incidía en la ansiedad de los medios académicos, en aumento a medida que arribamos al siglo XX, por custodiar la interpretación supuestamente definitiva —por pretendidamente rigurosa— de corrientes y problemas cruciales para la configuración social y civil de cada época. Enfocaba asimismo la frivolidad con que una parte considerable de esos mensajes se traslada a circuitos de consumo cultural o inspira incluso posiciones políticas en forma de prontuarios más o menos banales. A mi entender, la cuestión de la vocación transformadora de la filosofía bien merece una vuelta de tuerca más que permita iluminar los talleres ocultos de una actividad que suele suscitar tanta mayor fascinación o displicencia cuanto menos se conocen sus instituciones y hábitos, esto es, la trastienda ideológica de sus imágenes y representaciones.
En los últimos tiempos ha sido objeto de debate el origen aristocrático y patriarcal de la filosofía, en virtud de su proverbial exigencia de liberación del ajetreo cotidiano para quien asume el quehacer de pensar, con la pretensión de acceder gracias a ello a una existencia más auténtica y valiosa que la del resto. Lo han sido menos los cauces para democratizar la propia actividad filosófica, especialmente una vez insertada esta en el mapa universitario, con el propósito de reformular su contacto con el afuera de la academia y de desmantelar así la idolatría del genio solitario del que procederían supuestamente las grandes ideas. En aras de esta tarea pendiente, autores como Marx, Weber, Gramsci, Weil, Adorno o Arendt nos siguen poniendo sobre aviso de que el pensamiento no debe renunciar a impugnar piezas centrales del orden establecido, ya sea este económico, político, ético o cultural. Si fuera así, la práctica conceptual, al saberse de antemano impotente para modificar cualquier dimensión de envergadura para una comunidad humana, quedaría reducida a un oficio de carácter lúdico —cuando no directamente nihilista—, a un mero entretenimiento o gimnasia mental apta para minorías privilegiadas en el mejor de los casos. Solo una combinación de tedio y desprecio hacia el no iniciado podría derivarse de semejante apuesta.
Como diría el viejo Sartre, en realidad “el infierno son los otros”, pues no pocas de las frustraciones actuales de la filosofía obedecen a convenciones que siguen gozando de excelente salud en su campo epistémico. Es evidente que este ha tomado desde sus albores notables préstamos cognitivos de otras disciplinas, con frecuencia sin confesarlo y para ponerlos al servicio de un saber dotado de presunta validez universal. Pero no por ello cabe recomendar que esta materia renuncie a definir realidades como la misma producción de conocimiento, la justicia social, el capitalismo, el totalitarismo, el nacionalismo o la memoria histórica, bajo el capcioso supuesto de que todas sus propuestas al respecto habrían fracasado. ¿Para qué cultivar la filosofía si esta no nos ayuda a modificar las nociones con las que abordamos nuestra identidad personal, interdependencia y derecho a decidir sobre los bienes que tenemos en común? ¿Si no contribuye a desprendernos del lastre de una polarización que no responde a los intereses reales de la población, sino de las plataformas monopolizadoras de la política que son los partidos?
Una mirada caritativa al campo de batalla desplegado por la historia de la filosofía anima a promover nuevas fórmulas para construir el canon de fuentes y voces, esto es, a explorar otras maneras de plantear la teoría y la praxis, sin restarles solidez, pero evitando tratar con condescendencia al común de los mortales, lo que sin duda habrá de conducir a interpelaciones que estén a la altura de las inquietudes de quienes se aproximan a su terminología y argumentaciones. Un intelectual clave para pensar las catástrofes del siglo XX como Günther Anders decía escandalizarse por el absurdo de que los filósofos tuvieran únicamente la ambición de dirigirse a individuos de su misma profesión, como si los panaderos solo elaboraran pan para los de su gremio. Una filosofía consciente de las formas de la exterioridad, conformadas por experiencias, prácticas y subjetividades que anhelan volver legibles sus aspiraciones y malestares, no reflejará por descontado el mejor de los mundos posibles, pero sí estará en condiciones de drenar parte de su agitación por el capital simbólico de la mano de una ubicación social más orgánica y menos impostada. Quizás una transferencia eficaz de sus mensajes ayude a eliminar renglones algo arrebatados en su decurso, rebajando asimismo el ruido y la furia de intervenciones y polémicas que con cierta frecuencia desembocan en un parto de los montes.




































[ARCHIVO DEL BLOG] ¡Gracias, Grecia! [Publicada el 20/02/2013]












Que un vídeo hecho por cuatro gilipollas en el que los susodichos hacen el ídem delante de otros ocho gilipollas y colgado en YouTube alcance éxito mundial gracias a ocho millones de gilipollas que lo ven, ya no es noticia; por el contrario, es lo habitual. Es la servidumbre de las redes sociales abiertas e indiscriminadas, ¡y que dure, a pesar de ello! 
Que alcance casi medio millón de visitas en una semana otro realizado por alumnos y profesores de un instituto de enseñanza media español sobre la cultura y la civilización griega, sí que lo es, o al menos debería serlo aún más.
Me estoy refiriendo, por si no lo saben, al vídeo realizado por profesores y alumnos del Instituto de Enseñanza Media "Ingeniero de la Cierva" de la ciudad de Murcia, en colaboración con la asociación de profesores murcianos de latín y griego, que se ha convertido en noticia y ha recibido cientos de miles de visitas en los escasos días que lleva puesto en YouTube. Muchas miles de ellas de griegos, dando las gracias por el reconocimiento que en el mismo se hace a la herencia dejada en España y en Europa por la antigua Grecia.
Cuando desde las altas instancias de la administración educativa, con el propio ministro del ramo y su secretaría de Estado al frente, se dicen las barbaridades que se dicen sobre el valor de las Humanidades en los currículos escolares (pueden leerlas en el enlace anterior), se agradece cualquier gesto. La pretensión del gobierno del PP y de buena parte de la derecha europea de convertir a nuestras jóvenes generaciones en simples "oludis" (objetos laborales de uso discrecional) sin alma, sin cultura, sin capacidad de raciocinio, resulta ya tan evidente que cualquier gesto en su contra, por humilde que sea, se convierte en una hazaña. Y la de estos chicos y profesores murcianos, lo es. Como ellos, y con ellos, yo también me sumo a su grito: ¡Gracias, Grecia, por habernos dado la civilización! Sean felices, por favor, a pesar del gobierno. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν". Tamaragua, amigos. HArendt