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jueves, 15 de febrero de 2018

[PÍLDORAS LITERARIAS] Hoy, con "Fantasma tradicional", de Eugenio Mandrini





La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? 

Continúo hoy la serie de píldoras literarias con el minirrelato del escritor argentino Eugenio Mandrini, nacido en 1936 en Buenos Aires, donde reside. Fundador e integrante de la “Sociedad de los Poetas Vivos” y co-director de la revista “Buenos Aires Tango y lo Demás”. Es Académico Titular de la “Academia Nacional del Tango”. Ha colaborado con las revistas “Fin de Siglo”, “Puro Cuento”, “Ñ” y “Crisis”, entre muchas otras. Fue incluido en las antologías “Antes que el viento se apague”, “Testigos de tormenta”, “Cuerpo de abismo”, “Galería de hiperbreves”, “Tiros libres”, “Velas al viento”, “La nave de los locos”, etc. Ha compilado y prologado la antología “Los poetas del tango” (2000). Es guionista de historietas. Publicó en 1987 el volumen “Criaturas de los bosques de papel”, poemas y cuentos; “Discépolo, la desesperación y Dios”, ensayo, 1998; “Las otras criaturas”, microficción, España, 2014; “La vida repentina” (selección de textos de “Criaturas de los bosques de papel”), 2015. Sus poemarios son “Campo de apariciones” (1993), “Párpados para el ojo que sale de mí” (1999), “Conejos en la nieve” (2009), “Con voz de perro lunar” (2014).

Les dejo con su relato Fantasma tradicional. Tiene trece palabras, se publicó en Galería de hiperbreves (2001) y dice así:



FANTASMA TRADICIONAL

En mitad de la noche, 
la sábana se despertó 
y salió a trabajar.





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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sábado, 16 de septiembre de 2017

[Píldoras literarias] Hoy, con "Prueba de vuelo", de Eugenio Mandrini





La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? 

Continúo la serie de Píldoras literarias con el relato titulado Prueba de vuelo, de Eugenio Mandrini (1936), escritor y poeta argentino. La llave secreta de Eugenio Mandrini, uno de los grandes cultivadores actuales del microrrelato hispanoamericano, es bifronte: causa placer y al tiempo produce estupor, una mezcla no demasiado común de precisión narrativa con encantamiento poético. Se trata, por tanto, de intentar llegar a esa frontera donde el autor y el lector se funden para hacer de la literatura otro modo de imaginada locura, quizás otro posible camino de salvación. Estas criaturas —le dice Mandrini al lector cómplice— pueden ser tuyas, pero atrévete a no cerrar los ojos. Saltan. Enceguecen. Golpean con manos de caricia. Vuelven. Les dejo con su Prueba de vuelo, publicado en Galería de hiperbreves (2001). Tiene quince palabras y dice así: 



PRUEBA DE VUELO
por
Eugenio Mandrini

Si evaporada el agua
el nadador todavía se sostiene,
no cabe duda: es un ángel.





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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