A la mayoría de los políticos, pero no sólo a ellos, también a jueces, médicos, militares, obispos, misioneros, funcionarios, maestros, banqueros, periodistas y líderes de opinión, por citar algunos especímenes de la diversa fauna humana, se les llena la boca con lo de la "vocación de servicio"; sobre todo cuando hablan de la suya. No deberíamos creerles siempre. El altruismo no es moneda de uso corriente entre las clases altas (ni entre las medias, ni las bajas, dicho sea de paso) aunque excepciones, haberlas haylas. Y lo que ellos llaman "vocación de servicio" la mayoría de las veces no pasa de ser ambición personal, ganas de medrar, búsqueda de gloria, pasión por el poder, ansias de mando, y a veces, hasta búsqueda del martirio como medio para ganarse el cielo. Casi cualquier cosa menos altruismo.
No tengo muy claro cual ha sido el proceso mental o la asociación de ideas que me ha llevado hasta este apesadumbrado diagnóstico; quizá la lectura de los dos textos que cito más adelante. El primero de ellos, titulado "Narciso Sarkozy", del analista de política internacional y subdirector de El País, Lluís Bassets, sobre la peculiar forma de hacer política del actual presidente de la república francesa; el otro, titulado "Dejadme solo, que ya veo los brotes verdes", del periodista José María Izquierdo, es un sarcástico, demoledor y desencantado análisis, sobre la clase política española. No espero que los disfruten, pero sí que les hagan pensar. HArendt
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