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miércoles, 29 de mayo de 2019

[A VUELAPLUMA] La publicidad romántica es peligrosa





La publicidad, comenta la escritora Marta Sanz, no es engañosa ni subliminal: tan solo se permite licencias poéticas, y la poesía es peligrosísima... Ahora que enseñamos, comienza diciendo Sanz, sobre todo a las niñas, que su vida no puede girar obsesivamente en torno a un único ser que la vigile cele y use, como síntomas del enamoramiento; ahora que procuramos encontrar un punto de equilibrio entre amor y cuidados, el cuarto propio y la generosidad; ahora que a nadie se le paran los purzos si te deja de querer y que se puede amar a dos personas a la vez y no estar loco ni loca; ahora que nos despojamos de vampirismos afectivos, puritanismo, cicatería, promiscuidad forzada y publicitaria; después de desatarnos de la pata de la cama y reconstruirnos la pierna, para salir corriendo o atárnosla otra vez si nos apetece con la conciencia de consentir nudos y cíngulos que no han de imponérsele a nadie y solo son tolerables si ese sadomasoquismo es sarna con gusto de esas que no pican; ahora, en este momento de reflexión sobre nuestras relaciones eróticas y sentimentales, llega una empresa petrolera y nos canta, con dulce voz femenina: “Porque todo lo hago por ti / todo lo hago por ti, / porque todo lo que hago, / lo hago por ti”.

El tema es una composición de Toni M. Mir y, a la vez, Bryan Adams tiene una canción que se titula Todo lo hago por ti, y, a la vez, los finalistas de La Voz la han cantado juntos. Esto lo he mirado en Internet, así que no sé si será verdad. Lo cierto es que, cuando en el amor procuramos que las vísceras no nos desangren, las empresas se vuelven románticas y nos hablan como a amantes de un poema de Bécquer: individuos un poco desdeñosos y objetualizados, a los que, como las petroleras aspiran a querernos, nadie los querrá. Somos clientes del amor porque comprar es un acto de amor, y amor es lo que nos proporciona la compañía que calienta nuestros hogares y pone gasolina sin plomo en nuestros motores por 1,41 euros el litro. Con la fidelidad a una marca —que nos quiere como nadie— nos definimos y expresamos devociones y erotomanías. Una compañía energética lo hace todo por mí, y yo olvido que en esta sociedad de consumo mi libertad consiste en elegir de quién me hago clienta y en pirarme rápido si no me dan gusto; sin embargo, hoy me comprometo con una fidelidad antigua. Mi compañía se pone triste —me reprocha— si la dejo en la época del amor de Tinder y los vínculos débiles. Mi compañía es lo único sólido en estos tiempos volátiles. Fidelización y compromiso se legitiman cuando nos ponemos la máscara clientelar y las empresas laten con un gran corazón que vela por la ciudadanía como esa madre con 0% de quejas que anuncia un gran almacén. Las empresas de combustible son amadas súcubas —tienen voz de mujer— y los consumidores mandan y experimentan una sensación orgiástica cuando meten la manguera del surtidor en sus depósitos. La publicidad no es engañosa ni subliminal: tan solo se permite licencias poéticas, y la poesía es peligrosísima. Mientras tanto, en España, más de cinco millones de personas no pueden mantener sus hogares a una temperatura adecuada en invierno y 7.000 fallecimientos prematuros se asocian a la pobreza energética, según el informe de 2018 de la Asociación de Ciencias Medioambientales. Huyamos como la peste de los amantes posesivos y de las empresas filantrópicas: unos y otras terminan chupándonos la sangre. ¿No les da vergüenza cantarnos estas romanzas?






Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 



HArendt






Entrada núm. 4930
elblogdeharendt@gmail.com
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

miércoles, 20 de marzo de 2019

[A VUELAPLUMA] Los amantes





Un día él se sienta a su lado, la mira, le aparta el pelo de la cara y le dice, por primera vez, “te amo”. Siente que un anzuelo tira desde el exacto lugar donde tiene el corazón. Sonríe, cierra los ojos. Pero sabe que no hay nada más allá de eso que acaba de obtener y que en breve empezará el hastío..., escribe la periodista y escritora argentina Leila Guerriero.

Él está en pareja, comienza diciendo Guerriero, usted también. Se ven desde hace algunos meses. Es la clase de hombre que le gusta, un homme blessé, un animal que se lame cicatrices: huérfano de niño, muerta su primera mujer, lleno de enormes frustraciones, triste. Harto de su matrimonio pero blindado a cualquier afecto. Para usted, estar con él es como comer chocolates a puñados. Siente una atracción corrupta, adictiva. Compre ropa interior nueva, sólo para él, y note que eso, más que excitarlo, lo emociona. Un día, mientras esté mirando la televisión con su pareja, piense en él y pregúntese cómo sería vivir juntos. Fantasee largo rato con eso. Sienta una emoción profunda e, inmediatamente después, reconozca en usted la voz realista y desengañada que le dice que es una fantasía estrafalaria, ridícula, infantil. Pero, cada vez que se encuentren, lleve la conversación, con metáforas y rodeos, hacia la idea de “cómo sería si”. Sienta que de a poco, con movimientos de remero hábil, logra que él comience a pensar seriamente en eso. Él ha empezado a reírse mucho —y le dice que no se reía desde hacía tiempo, y usted siente un regocijo inflamado—, y ha vuelto a escribir —y le dice que no escribía desde hacía tiempo, y usted siente un orgullo insectívoro, perverso—. Cada tanto mírelo largamente, con miradas cargadas de martirio, sin decirle nada. Después, acurrúquese en su abrazo como si dijera “Dios, cómo estamos sufriendo por esto”. Sepa qué ha ido a buscar, espérelo como a un gran pez salido de las profundidades. Un día —están en el hotel, ya vestidos, por irse—, él se sienta a su lado, la mira, le aparta el pelo de la cara y le dice, por primera vez, “te amo”. Sienta que un anzuelo tira desde el exacto lugar donde tiene el corazón. Sonría, cierre los ojos. Sepa que no hay nada más allá de eso que acaba de obtener. En breve empezará el hastío.







Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 



HArendt






Entrada núm. 4807
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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)