TRAS EL ALMUERZO
En el puente de Waterloo, donde nos dijimos adiós,
las condiciones meteorológicas me hacen llorar.
Me las seco con uno de mis negros guantes de lana
y trato de no darme cuenta de que me he enamorado.
En el puente de Waterloo intento pensar:
No es nada. Estás colocada de carisma y alcohol.
Pero en la gramola que llevo dentro suena una canción
que dice otra cosa. ¿Y cuándo no ha acertado?
En el puente de Waterloo con el viento en el pelo
estoy tentada de saltar. Estás idiota. Me da igual.
La cabeza hace lo que puede pero manda el corazón:
lo reconozco antes de llegar a cruzar al otro lado.
Wendy Cope (1945)
poetisa británica
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