En noviembre del 2008 un toro arrodillado, negro sobre fondo rojo, apareció en numerosas carteleras publicitarias de España para anunciar que la fiesta se había acabado. Causó mucha impresión, escriben La Vanguardia [El toro se pone en pie, 15/12/2024] su director adjunto Enric Juliana.
Spain, the party’s over era el título de un suplemento especial de 14 páginas del semanario The Economist sobre la crisis que se cernía sobre España. Dieciséis años después, tras un constante encadenamiento de turbulencias económicas, sociales y políticas, España presenta el mejor cuadro económico del mundo, según la misma revista. Silencio en la sala. El toro humillado parece que se está poniendo en pie. Con otro Gobierno no se hablaría de otra cosa en los telediarios.
El informe de noviembre del 2008 fue demoledor para José Luis Rodríguez Zapatero , el más optimista de los políticos españoles. El PSOE había ganado de manera holgada las elecciones generales de marzo de aquel año negando la inminencia de una gran crisis económica. El ministro de Economía Pedro Solbes logró fijar la idea de que nada grave estaba a punto de pasar en un tenso debate televisado con Manuel Pizarro , antiguo directivo de la Bolsa de Madrid, Ibercaja y Endesa, fichaje estrella del Partido Popular en aquellas elecciones.
Ganó la serenidad de Solbes, pero la crisis de las hipotecas subprime en el mercado inmobiliario de Estados Unidos venía muy envenenada. Las hipotecas basura norteamericanas habían contaminado los activos de la banca alemana, y en Berlín se tomaron medidas para que el tsunami que llegaba del otro lado del Atlántico no desestabilizase Alemania y su baluarte económico en el centro-norte de Europa. Cuando la especulación financiera se cebó en la deuda pública de los países del sur, pasó lo que pasó.
‘The Economist’ profetizó la grave crisis del 2008; ahora ensalza la economía española
El informe de The Economist hizo sonar las trompetas de Jericó. El diagnóstico era certero: el mercado inmobiliario español estaba demasiado hinchado para resistir la ola que le venía encima. España, la fiesta ha terminado. El informe coordinado por el periodista Michael Reid fue demoledor. La imagen del toro de rodillas fue utilizada para la publicidad, pero la portada de la revista no era tan humillante. La portada reproducía una imagen de las Fallas de Valencia. La festera España de cartón piedra estaba a punto de arder. Ese era el mensaje. Valencia siempre aparece en los momento decisivos.
Dieciséis años después, The Economist sostiene que la economía española es la mejor del mundo. La que presenta mejores datos. Esta vez no ha habido publicidad previa ni una llamativa portada. La revista de información económica más influyente de Occidente h a elaborado un ranking a partir de cuatro indicadores: evolución del PIB, comportamiento del mercado de valores, inflación de los productos básicos y evolución de la tasa de desempleo. Cruzados los cuatro indicadores, España encabeza la clasificación, seguida de Irlanda, Dinamarca, Grecia, Italia, Colombia, Israel, Lituania, Suiza y Corea del Sur. A la revista le llama la atención la fortaleza de los denominados PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España) en el nuevo escenario crítico definido por la guerra de Ucrania y la escalada bélica en Oriente Medio. Los países europeos más damnificados por la crisis del 2008 están resistiendo mucho mejor las turbulencias que amenazan con poner de rodillas a la potente industria alemana desde que un comando ignoto, posiblemente ucraniano, hizo estallar las cuatro tuberías de los gasoductos Nord Stream en las profundidades del mar Báltico. Los débiles de ayer ahora parecen más fuertes, y nadie se atreve a llamarles PIGS jugueteando con los cerdos. La mirada anglosajona ha cambiado. La mirada anglosajona ahora está focalizada en las debilidades de la industria alemana.
El toro humillado del 2008 causó sensación en España. Reid, periodista riguroso, poco entusiasta del nacionalismo catalán y del zapaterismo, también poco amigo de Pedro Sánchez , hizo un trabajo sólido, publicitado con mucha eficacia. Nadie osó contradecir entonces a The Economist . Ahora ha habido silencio en la sala. La oposición ha callado, y el Gobierno no ha querido lanzar muchas campanas al vuelo porque sabe que un exceso de triunfalismo tendría efectos negativos en un país con los alquileres por las nubes. Cuando la mejora del cuadro macroeconómico no llega de manera equitativa a todos los bolsillos hay que ir con cuidado con el oficialismo. Sánchez dijo hace un par de meses que la economía española iba como un tiro y no lo ha vuelto a repetir. En algunos países vecinos las cosas son distintas. Con un modesto crecimiento del 0,7%, Giorgia Meloni saca pecho en Italia. Meloni dispone de una sólida mayoría absoluta en el Parlamento, y Sánchez no sabe si podrá aprobar los presupuestos del 2025.
España no está para triunfalismos, pero hay otras evaluaciones positivas en la prensa de calidad europea. El Neuer Zürcher Zeitung , diario suizo del cantón de Zurich, con numerosos lectores en Alemania y Austria, destacaba esta semana las fortalezas de la economía española en el crítico contexto europeo: crecimiento sostenido, industria turística al alza, balance comercial equilibrado, banca sólida, fuerte inversión en energías renovables y escasos conflictos laborales gracias a una política socialdemócrata. “La producción industrial históricamente baja de España se consideró alguna vez como una vulnerabilidad, pero en el entorno comercial geopolíticamente volátil de hoy, se ha convertido en una fortaleza”, sostiene el diario suizo. Es una interesante observación. No son días para el triunfalismo, pero alguna cosa está yendo bien.
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