jueves, 6 de febrero de 2025

El poema de cada día. Hoy, Viaje, de Kristín Dimitrova

 






VIAJE



Pronto subiremos de nuevo los dos al autobús.


Aquí es una ciudad nocturna en la cual no hemos estado,


ni estaremos. La gente ha abandonado ya


las calles, pero las farolas continúan arrojando


círculos amarillos sobre las aceras relucientes.


Hay una soledad que procede del hecho de estar en ningún lado


y otra que procede del hecho de estar en el nunca:


ahora estamos juntos.


La casa permanece desvestida. Delante de nosotros es de noche.


Ahora somos nuestra finalidad.


Ahora somos el verbo de la oración, mientras que los sustantivos


van volando junto a los cristales del autobús en duermevela.


En la lejanía brillan de tiempo en tiempo los depósitos de una nueva ciudad,


adormecidas grúas portuarias, tanques


de una cervecería, silos, chimeneas


con la advertencia de sus ojos escarlata en la cúspide


y algún anuncio rosado de un motel al borde del camino.


“Rinconcito acogedor”.


“Refugio tranquilo”.


Mejor escriban en neón bajo el nombre “Estoy solo


y no sé adónde encaminarme”. “Estoy sola y quiero


quedarme aquí.”


Pasamos junto a ustedes y nuestra vida se alarga


en huellas extensas y transparentes. No pesa. No estorba.


Somos ingrávidos.


Entre nunca y ninguna parte el bocadillo reseco produce certeza


y un nudo en la garganta. Mi vecino de asiento está durmiendo.


 

Kristín Dimitrova (1963)

poetisa búlgara





















De las viñetas de humor de hoy jueves, 6 de febrero de 2025

 


































miércoles, 5 de febrero de 2025

De las entradas del blog de hoy miércoles, 5 de febrero de 2025

 








Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz miércoles, 5 de febrero de 2025. La legalización del Partido Comunista no sucedió como comúnmente se ha aceptado, se dice en la primera de las entradas del blog de hoy, porque según nos han contado, y nosotros hemos creído, la negociación entre Suárez y Carrillo fue una reunión de dos dirigentes políticos al mismo nivel, pero los propios términos de la misma lo desmienten:  Suárez permite entrar a los comunistas solo si aceptan una bandera determinada y un determinado modelo de Estado. La segunda de ellas es un archivo del blog de enero de 2017 en la que se comentaba el hecho de que el sindicato de estudiantes de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de la Universidad de Londres había exigido que desaparecieran del programa filósofos como Platón, Descartes y Kant, por racistas, colonialistas y blancos. El poema del día, en la tercera, no es un poema, sino una serie de deliciosos aforismos sobre la ignorancia que comienzan con éste: “Los filósofos encuentran las causas inexistentes de elementos existentes o bien las causas existentes de elementos inexistentes, e incluso las causas inexistentes de elementos inexistentes. Lo encuentran todo… Todo menos las causas existentes de elementos existentes”. Y la cuarta, como siempre, son las viñetas de humor. Pero ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Nos vemos mañana si la Fortuna lo permite. Sean  felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt












De la legalización del PCE. Historias de la Transición

 





La legalización del Partido Comunista no sucedió como comunmente se ha aceptado, escribe en En El País [La Transición y sus relatos, 28/01/2025] el filósofo Jorge Urdanoz. La reciente serie de RTVE Las abogadas recoge en su capítulo cinco la Matanza de Atocha y la reacción del PCE a la misma. Una reacción que fue, como es sabido, modélica. El cortejo fúnebre por las calles de Madrid se convirtió en la mayor manifestación popular de la oposición democrática hasta la fecha. Los propios militantes del partido se ocuparon de la seguridad de la marcha, abogando, en el epicentro de un abrumador dolor colectivo, por evitar la violencia e impidiendo que la rabia se desbordara. Cinco inocentes asesinados a sangre fría por un comando ultraderechista, y no se rompió ni un cristal. Puños en alto, dientes apretados y lágrimas contenidas al paso de los ataúdes, eso fue todo. Las imágenes de aquella muestra de entereza y dignidad todavía estremecen.

Según el relato al uso, Suárez, convencido gracias a aquello de que los comunistas merecían ser legales, se jugó el todo por el todo y concertó una entrevista secreta con Santiago Carrillo. Se vieron en un chalé de Pozuelo y hablaron durante seis horas. Compartieron cigarrillos, café y whisky. Congeniaron. Suárez se comprometió a legalizar al PCE. Carrillo, a cambio, aceptó la monarquía, la bandera rojigualda y la unidad nacional. La decisión, en lo que fue uno de los momentos más críticos de la Transición, se hizo pública el Sábado Santo. El ejército y cierta derecha estuvieron a punto de romper la baraja, pero no lo hicieron.

Hay dos grandes problemas con este relato, y ambos tienen que ver con la noción de “mito”. El primer problema afecta a la verdad histórica. Toda historia —incluidos sus sucedáneos: la fábula, el cuento, la noticia, etc.— incluye hechos en su interior. Los hechos de nuestro relato son indiscutiblemente ciertos: el atentado, la manifestación, la reunión secreta, los cigarrillos… todo es verdad.

Pero los meros hechos desnudos, sin nada que los explique, carecen de sentido alguno. Porque toda historia, para serlo, ha de incluir una narrativa que los unifique, que los engarce en un todo del que beban su significado. En el caso de nuestro relato, esa narrativa la conforman las intenciones. Son ellas las que le otorgan un sentido moral o, si queremos, político. ¿Por qué Suárez legaliza? Según nos han contado, porque la respuesta de los comunistas a la masacre le conmueve, y porque, en sus propias palabras, él es “demócrata, sinceramente demócrata”, y quiere que todos los españoles se vean representados en el parlamento, sin excepción.

Esa lectura ya no es un hecho, es una interpretación, una hipótesis sobre los motivos de alguien. Y ahora sabemos que un testigo de excepción —Wells Stabler, el embajador de Estados Unidos en España durante aquellos años— la desmiente. Stabler enviaba diariamente a su Ministro de Exteriores —Kissinger, nada menos— cables con valiosísima información sobre los actores políticos españoles y sus intenciones. Desclasificados más de cuarenta años después, esos cables son como una grabación desenterrada en el tiempo. Ofrecen un conocimiento no contaminado por la creación posterior de un determinado sentido que explique los acontecimientos. No solo el episodio de la legalización del PCE, sino todos esos hechos, miles y miles, que conocemos como “la Transición”. Por eso son tan importantes.

La Matanza de Atocha, de acuerdo a esos cables, apenas influyó. De hecho, una semana antes de los asesinatos Suárez habla con el embajador, y le dice que él prefiere sin duda que el PCE sea legal. Y Stabler no solo no pone problema alguno, sino que le aconseja que legalice cuanto antes.

¿Por qué, según este otro relato, legaliza Suárez? Legaliza porque hay una crisis económica y, si quiere un acuerdo con Comisiones Obreras, será imposible con los comunistas en la clandestinidad. Legaliza porque sabe que el PCE no alcanzará ni el 10% de los votos. Legaliza porque así divide a la izquierda. Legaliza porque esa decisión le centra en el tablero político y por tanto le beneficia electoralmente. Legaliza, en definitiva, porque no es un santo, sino un político, y uno especialmente audaz.

¿Qué relato es más verídico? La información de los cables acaba de salir a la luz, así que ahora es sin duda el turno de los historiadores, a los que desde luego animo a lanzarse sobre ellos. Pero también la filosofía política tiene aquí algo que decir, porque el segundo problema que enfrentan los mitos tiene que ver con algo previo y en cierta manera más importante que la verdad: la confianza. Todo mito requiere una confianza casi ciega en quien lo transmite. Y hay mucho de mito en ese segundo sentido en este episodio de la legalización del PCE y en la manera en que se nos ha contado.

Porque según nos han contado, y nosotros hemos creído, la negociación entre Suárez y Carrillo fue democrática. Los propios términos de la misma, sin embargo, lo desmienten. Suárez permite entrar a los comunistas solo si aceptan una bandera determinada y un determinado modelo de Estado. La democracia, sin embargo, consiste exactamente en lo contrario: convivir con el que piensa diferente y permitirle pensar diferente mientras eso no vulnere los derechos de nadie. ¿Por qué no lo vemos? Es una magnífica pregunta.












[ARCHIVO DEL BLOG] Cuando los tontos mandan. Publicado el 29/01/2017

 







Lo comentaba hace unas semanas Jorge Marirrodriga en este diario: el sindicato de estudiantes de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de la Universidad de Londres “ha exigido que desaparezcan del programa filósofos como Platón, Descartes y Kant, por racistas, colonialistas y blancos”. Supongo que también se habrá exigido (hoy todo el mundo exige, aunque no esté en condiciones de hacerlo) la supresión de Heráclito, Aristóteles, Hegel, Schopenhauer y Nietzsche. La noticia habla por sí sola, y lo único que cabe concluir es que ese sindicato está formado por tontos de remate. Escribe en El País [Cuando los tontos mandan, 29/01/2017] el escritor y académico de la Real Academia Española, Javier Marías. Pero claro, no se trata de un caso aislado y pintoresco. Hace meses leímos –en realidad por enésima vez– que en algunas escuelas estadounidenses se pide la prohibición de clásicos como Matar a un ruiseñor y Huckleberry Finn, porque en ellos aparecen “afrentas raciales”. Dado que son dos clásicos precisamente antirracistas, es de temer que lo inadmisible es que algunos personajes sean lo contrario y utilicen la palabra “nigger”, tan impronunciable hoy que se la llama “la palabra con N”.

El problema no es que haya idiotas gritones y desaforados en todas partes, exigiendo censuras y vetos, sino que se les haga caso y se estudien sus reclamaciones imbéciles. Un comité debía deliberar acerca de esos dos libros (luego aún no estaban desterrados), pero esa deliberación ya es bastante sintomática y grave. También se analizan quejas contra el Diario de Ana Frank, Romeo y Julieta (será porque los protagonistas son menores) y hasta la Biblia, a la que se objeta “su punto de vista religioso”. Siendo el libro religioso por antonomasia, no sé qué pretenden los quejicas. ¿Que no lo tenga?

La presión sobre la libertad de opinión se ha hecho inaguantable. Se miden tanto las palabras que casi nadie dice lo que piensa. Hoy no es nadie quien no protesta, quien no es víctima, quien no se considera injuriado por cualquier cosa, quien no pertenece a una minoría o colectivo oprimidos. Los tontos de nuestra época se caracterizan por su susceptibilidad extrema, por su pusilanimidad, por su piel tan fina que todo los hiere. Ya he hablado en otras ocasiones de la pretensión de los estudiantes estadounidenses de que nadie diga nada que los contraríe o altere, ni lo explique en clase por histórico que sea; de no leer obras que incluyan violaciones ni asesinatos ni tacos ni nada que les desagrade o “amenace”. Reclaman que las Universidades sean “espacios seguros” y que no haya confrontación de ideas, porque algunas los perturban. Justo lo contrario de lo que fueron siempre: lugares de debate y de libertad de cátedra, en los que se aprende cuanto hay y ha habido en el mundo, bueno y malo. No es tan extraño si se piensa que hoy todo se ve como “provocación”. Un directivo del Barça ha sido destituido fulminantemente porque se atrevió a opinar –oh sacrilegio– que Messi, sin sus compañeros Iniesta, Piqué y demás, no sería tan excelso jugador como es. Lo cual, por otra parte, ha quedado demostrado tras sus actuaciones con Argentina, en las que cuenta con compañeros distintos. Y así cada día. Cualquier crítica a un aspecto o costumbre de un sitio se toma como ofensa a todos sus habitantes, sea Tordesillas con su toro o Buñol con su “tomatina” guarra.

La presión sobre la libertad de opinión se ha hecho inaguantable. Se miden tanto las palabras –no se vaya a ofender cualquier tonto ruidoso, o las legiones que de inmediato se le suman en las redes sociales– que casi nadie dice lo que piensa. Y casi nadie osa contestar: “Eso es una majadería”, al sindicato ese de Londres o a los padres quisquillosos que pretenden la expulsión de clásicos de las escuelas. Antes o después tenía que haber una reacción a tantas constricciones. Lo malo es que a los tontos de un signo se les pueden oponer los tontos del signo contrario, como hemos visto en el ascenso de Le Pen y Putin y en los triunfos del Brexit y Trump. A éste sus votantes le han jaleado sus groserías y sandeces, sus comentarios verdaderamente racistas y machistas, sus burlas a un periodista discapacitado, su matonismo. Debe de haber una gran porción de la ciudadanía harta de los tontos políticamente correctos, agobiada por ellos, y se ha rebelado con la entronización de un tonto opuesto.

Alguien tan simplón y chiflado como esos estudiantes londinenses censores de los “filósofos blancos”. No alguien razonable y enérgico capaz de decir alguna vez: “No ha lugar ni a debatirse”, sino un insensato tan exagerado como aquellos a los que combate. Cuando se cede el terreno a los tontos, se les presta atención y se los toma en serio; cuando éstos imponen sus necedades y mandan, el resultado suele ser la plena tontificación de la escena. A unos se les enfrentan otros, y la vida inteligente queda cohibida, arrinconada. Cuando ésta se acobarda, se retira, se hace a un lado, al final queda arrasada.






Del poema de cada día. Hoy, Aforismos sobre la ignorancia, de Emilio López Medina

 







AFORISMOS SOBRE LA IGNORANCIA



Los filósofos encuentran las causas inexistentes de elementos existentes o bien las causas existentes de elementos inexistentes, e incluso las causas inexistentes de elementos inexistentes. Lo encuentran todo… Todo menos las causas existentes de elementos existentes.


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Lo difícil no está en enseñarle al hombre la verdad. Lo difícil es quitarle de encima la mentira.


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¿Por qué las gentes no se molestan tanto cuando se les dice que son malos y sí mucho cuando se les dice que son tontos? Por lo que he escrito en alguna ocasión: porque la gente prefiere que califiquen su pensamiento de malvado antes que de ridículo.


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Todos nos creemos suficientemente inteligentes y buenos como nos creemos suficientemente limpios.


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Como todos los hombres se creen muy listos, los necios me hacen temblar doblemente.


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Ganarse la fama de sabio en el aula es fácil; lo difícil es ganársela en la comida y en las cervezas: es decir, en el bar.


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Antes que de izquierdas o derechas, antes que en burgueses o proletarios, antes que en diversas razas o religiones, la distinción principal entre los hombres está entre estudiantes de letras y estudiantes de ciencias.


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Está claro que, al paso que nos lleva la educación actual, pronto llegaremos a prehistóricos con ordenador


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El hombre moderno: un ser solitario ante el ordenador.


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Los nuevos tiempos requieren oraciones nuevas… “Más líbranos de quedarnos sin internet. Amén”


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La inteligencia encuentra su mayor satisfacción en no dejarse engañar antes que en vencer.


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En el escéptico, el placer de la duda, el placer de la libertad de pensamiento, está contrarrestado ampliamente por el dolor de la soledad que lleva consigo.


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El escepticismo reparte sus beneficios demasiado tarde: cuando precisamente uno es ya un escéptico sobre esos beneficios.


Emilio López Medina (1946)

filósofo español











De las viñetas del blog de hoy miércoles, 5 de febrero de 2025

 































martes, 4 de febrero de 2025

De las entradas del blog de hoy martes, 4 de febrero de 2025

 





Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz martes, 4 de febrero de 2025. La filosofía de Kojève es una filosofía sin esperanza, impasible, fundada sobre la imposibilidad de la metafísica, se dice en la primera de las entradas del blog de hoy, cuya estación de destino es un nihilismo intempestivo, gris y gélido, como un pasaje lunar. La segunda de hoy, un archivo del blog de abril de 2017, iba del privilegio de la filosofía y la teología de plantear preguntas que carecen de respuesta empírica. El poema de hoy, de uno de los mayores exponentes del modernismo en literatura, comienza con estos conocidísimos versos: Juventud, divino tesoro,/¡ya te vas para no volver!/Cuando quiero llorar, no lloro/y a veces lloro sin querer. Y la cuarta, como siempre, son las viñetas de humor. Pero ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Nos vemos mañana si la Fortuna lo permite. Sean  felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt