miércoles, 30 de octubre de 2019

[A VUELAPLUMA] Historia de la selfi







A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de las autoras, sobre todo autoras -algo que estoy seguro habrán advertidos los asiduos lectores de Desde el trópico de Cáncer- cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. Ellas tienen, sin duda, mucho que decirnos. Les dejo con el A vuelapluma de hoy. 

"Toda la Galia está ocupada por los romanos… ¿Toda? ¡No! Una irreductible... Cielos, ¡Tú también!”. Durante los últimos años -comienza diciendo la escritora Isabel Gómez Melenchón- me he resistido a las selfies cual poblado galo y he sido recompensada irónica y periódicamente por los habitantes de mi casa con la cita de Goscinny y Uderzo. Por eso, cuando esta mañana han mirado el WhatsApp se les ha quedado cara de Joker: servidora en la montaña pisando setas, servidora en la playa pisando medusas, servidora comparando los precios del carbono 14 en el súper, servidora en la prehistoria enarbolando un hueso... No, no he vendido mis principios, sólo me he ajustado al signo de los tiempos. Y qué tiempos. ¿Se imaginan a los soldados en el desembarco de Normandía parando el día D para hacerse una foto? ¿Y a los bolcheviques tomando el palacio de Invierno con las luces del móvil encendidas? ¿Y en Mayo del 68 a los estudiantes inmortalizándose sonrientes delante de las barricadas? Bajo los adoquines, Instagram, y vaya, vaya que aquí tampoco hay playa. Qué es lo que hay lo dejo para psicólogos, sociólogos y parapsicólogos, estos últimos los que más probabilidad tienen de acertarla. Leo en un sesudo reportaje de New Scientist que en la época de internet, las redes sociales, las fake news y demás el campo de batalla somos nosotros mismos, y nuestros clics, tuits y retuits la primera línea de la guerra de la información. Con los ­ likes como munición. Me gustaría ­saber cuántos hubiera recibido la perestroika . Visto así, cuanto peor, más instagrammeable . Que paren el ordenador, que me bajo. Leo también en otro análisis que las selfies funcionan como simulador de la realidad, en el sentido de que convierten en meros escenarios y, como tal, teatralizados y banales, lugares y situaciones incluso catastróficos, despojándolos así de su carácter real. Si no me he bajado antes del ordenador, lo ­hago ahora.

La historia de la selfie tiene ya sus hitos, desde el invento de la palabra en el 2002 por parte de un australiano fiestero –hay otras versiones ­sobre el nacimiento del vocablo– hasta la célebre selfie del mono en el 2011, la elección del término como palabra del año por el diccionario de inglés de Oxford en el 2013, los sucesivos ­récords de selfies compartidas... Ahora le podemos sumar las postales de Barcelona de nativos no necesariamente digitales y turistas. Qué quieren que les diga, yo me quedo con la foto de Naruto, el macaco sonriente. Al menos, él no pretendía tener gracia".








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HArendt




Entrada núm. 5398
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